Cecilia Valdés (Argumento)



Cecilia Valdés

Cecilia Valdés, Comedia lírica en un acto y un prólogo, se estrenó en el Teatro Martí de La Habana, el día 26 de Marzo de 1932. Sus libretistas, Agustín Rodríguez y José Sánchez-Arcilla. Música de Gonzalo Roig.

La acción se desarrolla en 1812, en el barrio del Angel, en La Habana.

Acto I

Cecilia Valdés, hija de Don Cándido de Gamboa y de Charito Alarcón, negra pobre, es arrebatada al nacer de los brazos de su madre por Don Cándido que, para evitar el escándalo social, ha decidido llevarla a la Real Casa Cuna donde una esclava, de absoluta confianza, será su ama de cría. Antes de ser entregada la recién nacida, su abuela Chepilla le ha hecho una marca de media luna azul en el hombro para que siempre pueda ser identificada, mientras la madre, al ver partir a su hija, enloquece.
Plaza de la Catedral de La Habana, 1830. Leonardo de Gamboa, hijo de Don Cándido, se divierte con sus amigos. Meneses le comenta lo dichoso que es él, que puede despilfarrar su dinero, y Leonardo manifiesta que su madre le da todo lo que él le pide y más, no así su padre, que no lo soporta. Los amigos ríen y le preguntan que dice de eso su novia Isabel Llincheta, pero el joven pide discreción y que no mencionen ese nombre, no sea que pase por allí Cecilia Valdés, la mulata más linda de La Habana y que le tiene loco. Los amigos comentan que "de casta le viene al galgo", ya que de su padre se dice que en su juventud fue un terrible conquistador, si bien ahora solo piensa en adquirir el título de Conde la Casa de Gamboa o de La Tinaja. Meneses le dice que ya lo verá convertido en un conde, pero Leonardo repara y define sus sentimientos de criollo, a quien no le interesa nada de lo que de España. En breve, aparece por el lugar Cecilia, quedando en evidencia ante todos el amor que existe entre ambos. Antes de despedirse, la pareja se da cita para esa noche. Al quedar Cecilia sola, llegan Chepilla y Don Cándido, quien le comenta a la abuela que su hija está hecha una perdida, siempre callejeando, y que hay que ponerle freno y que él le hablará. Chepilla le dice que eso va a ser difícil porque Cecilia le tiene mucho temor. En eso, la joven los divisa y se acerca a su abuela quien le notifica que Don Cándido quiere hablarle y que es persona importante y que la aprecia. A pesar de que Cecilia no quiere hablar con él, Don Cándido le dice que no debe salir de casa. Cecilia casi llorando le pregunta a Chepilla que quién es ese hombre que la persigue y por quien siente odio y desprecio. Don Cándido insiste en que tiene que obedecerle y que jamás pretenda saber por qué él la persigue. Por otra parte en la casa de los Gamboa, la relación entre padre e hijo resulta tirante mientras la madre de Leonardo, Doña Rosa, trata en todo momento de proteger a su hijo. Al quedar solo, Don Cándido es visitado por la anciana Chepilla, quien viene a pedirle que evite que con las nuevas medidas del Teniente Gobernador puedan llevarse a Charito del hospital de Paula, donde al menos está bien tratada. Don Cándido le promete que él lo evitará y aprovecha para preguntarle por Cecilia y si su hijo la sigue rondando, y ella lo confirma diciendo que tampoco se ha atrevido a decirle que ese joven es medio hermano suyo. Don Cándido le dice que eso nunca deberá saberlo Cecilia y que procure por todos los medios separarla de Leonardo. Por otra parte, las hermanas de Leonardo incentivan en el joven su noviazgo con Isabel Llincheta, que Leonardo ve como una buena amistad. Doña Rosa le asegura que su padre se pondría muy contento si él se casara con Isabel, ya que le conviene por su condición social, más ahora que van a coger el título de Conde, y Adela le pide que vaya con ellas esa noche al baile de la Sociedad Filarmónica donde estará Isabel y su hermana, invitación que acepta gustoso el hermano. A su vez, José Dolores Pimienta, quién siempre ha estado enamorado de Cecilia, le confiesa a la joven lo mucho que está sufriendo al verla entusiasmada con el hijo de Gamboa, a lo que ella responde con firmeza que Leonardo la quiere y que la hace feliz. En tono amenazador Pimienta le dice que si algún día le hicieran algo que la ofendiera o la hiciera sufrir, él la ayudaría y trata de declararle su amor pero Cecilia le pide que se vaya.. Cecilia también se retira, y en eso aparece Don Cándido que es recibido por Chepilla y a quien le entrega la carta prometida y le pregunta por Cecilia. Chepilla le dice que está bien pero que será mejor que no la vea ya que ella le tiene mucho miedo, y apresura a Don Cándido a marcharse para ella llevar la carta al Dr. Montes de Oca. Chepilla entra en la casa y Don Cándido se queda mirando a través de la ventana pensando que él quiere a su hija mientras ésta le teme y le odia. Poco después llega Leonardo, y al ver que Chepilla se despide de su nieta y se va, quedando Cecilia sola en la casa, se le acerca y le dice que va a pasar las pascuas al ingenio de su padre. Ella le pide que no se vaya, pues está celosa de Isabel, que Leonardo afirma es sólo una amiga y trata de que Cecilia le deje pasar lo que logra finalmente ante la desesperación de su padre que lo ha visto todo.
Pasan los días y en la finca de los Llincheta, Isabel espera ansiosa que llegue Leonardo a recogerla para llevarla a ella y a su hermana a pasar las pascuas juntos en Vuelta Abajo. Isabel le confiesa a su hermana que Leonardo es su único amor, aunque cree que él la ha olvidado pues no le escribe. Al llegar Leonardo, Isabel le hace una escena de celos y Leonardo le propone matrimonio, aceptando Isabel, ante la alegría de los esclavos. Pasan los días y en La Habana, Doña Rosa se ha enterado por el Doctor Montes de Oca del secreto de Don Cándido e, indignada, dice que no se divorcia para evitar el escándalo pero quiere ver a la mujer que tuvo relaciones con su esposo. El médico le dice que la enferma es un caso perdido y que no conoce ni habla. Doña Rosa le agradece a Montes de Oca su información y le dice que sin querer ha hecho la felicidad de Leonardo. El médico se queda preocupado pensando que Doña Rosa está protegiendo los amores de su hijo. En efecto, Leonardo y Cecilia están felices, pues gracias a la complicidad de la madre del joven, la pareja cuenta con una casa en la calle de Damas donde podrán verse y amarse tranquilamente. Después de haber sido encarcelada en la Casa de Recogidas, bajo la orden de Don Cándido, Doña Rosa no solo dio el dinero para sacar a Cecilia de allí, sino que les compró aquella casita. Cecilia le dice que tiene miedo a tanta felicidad y que no sabría qué hacer si él la dejara, ahora que ella va atener un hijo suyo. Leonardo le dice que la quiere y que velará por ella y por su hijo. Nemesi y Pimienta los ven pasar y comentan. El vuelve a reafirmar que si Leonardo llega a ocasionarle algún sufrimiento a Cecilia, se las va a tener que ver con él. En casa de Don Cándido de Gamboa, en vísperas de la boda de Isabel y Leonardo, Doña Rosa le pregunta a su esposo que nueva queja puede formular contra su hijo, que culminó sus estudios de Bachiller en Leyes, ha aceptado su regalo del Palacio del Soler y se va a casar al día siguiente con Isabel Llincheta. El le confiesa que ahora si está orgulloso de Leonardo. En un momento en que quedan solos la madre y el hijo, ésta le pregunta si quiere tanto a Isabel como a la otra. El joven, Frívolamente, le dice que se casa con la que más quiere y tiene de amante a la que más le gusta. Doña Rosa promete a su hijo que ella se encargará del porvenir de Cecilia cuando su hijo se canse definitivamente de ella. Cecilia duerme a su pequeña hija y se lamenta con Nemesia de que ha perdido el amor de Leonardo lo que su amiga confirma comentándole la próxima boda de Leonardo e Isabel. Cecilia enloquece confesando que Leonardo es el padre de su hija y no puede casarse. Pimienta quiere vengarla y a la salida de la iglesia, cuando Leonardo e Isabel acaban de casarse, mata a Leonardo de una puñalada, mientras Cecilia enloquecida cae llorando sobre el cuerpo de su amado.

Epílogo
 
Hospital de Paula. Charito ha recobrado la lucidez y recuerda a su madre, a su hija y al hombre que la dañó, sufriendo de tales recuerdos. Quiere averiguar dónde está su hija. La Madre Soledad le pide que no se excite y que vaya a reposar, que están esperando a una joven que por celos mandó matar a su amado y que fue condenada a un año de reclusión. Charito dice que la joven hizo bien si fue deshonrada, y que seguramente ella es mulata y el joven era un blanco. La Madre le dice el nombre del joven, y Charito parece recordar el apellido Gamboa y también recuerda la marca de media luna que le hizo Chepilla a la niña recién nacida en el hombro. En eso llega Cecilia traída por un guardia y la Madre Soledad ordena a Charito que se retire del patio, pero ésta se resiste y quiere ver a la muchacha. Cecilia grita pidiendo que ahorquen al que mató a su amor. La Madre Soledad trata de llevarla para la celda a orar, y Cecilia se culpa entonces de haber matado a su amado y que ella también debe morir. Charito se le acerca y trata de consolarla, descubriendo sobre su hombro la marca de la media luna. Al preguntarle emocionada quién es su madre, la joven contesta que nunca pudo averiguarlo y que solo sabe que de muy pequeñita la arrebataron de sus brazos. Charito indaga en la historia y quiere saber cuando sucedió aquello, a lo que le contesta Cecilia que hace ventiún años. Confirmando sus sospechas, Charito la abraza y le confiesa que es su madre, dando gracias a la Virgen de la Caridad del Cobre por haberle devuelto a su hija, que ruega a la Virgen le perdone por el pecado que cometió.

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