Gigantes y cabezudos (Argumento)



Gigantes y cabezudos

Gigantes y cabezudos, Zarzuela cómica en un acto se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el día 29 de Noviembre de 1898. Su libretista, Miguel Echegaray. Música de Manuel Fernández Caballero.

La acción se sitúa en Zaragoza a fines del siglo XIX.

Acto I

En el cuadro primero, Antonia y Juana, enfrascadas en una disputa, han llegado a las manos. Algunas mujeres intentan separarlas, pero la acusación de robo, hecha por Juana a Antonia, vuelve a avivar una disputa que zanja definitivamente el tío Isidro. Antonia se reintegra a su puesto de venta de verduras, entre los comentarios de las mujeres que alaban su carácter alegre, pese a su mal genio. Timoteo, con su uniforme de guardia municipal, informa a las vendedoras de que va a aprobarse un nuevo arbitrio, levantando por ello sus más airadas protestas. Aparece Pilar y se confía a Antonia: hace más de seis meses que no tiene carta de su novio que está en la guerra de Cuba. El tío Isidro regaña a Pilar por haber abandonado sus quehaceres mientras Antonia, de nuevo, se mete con su clientela. Timoteo quiere intervenir, pero se echa atrás porque Antonia es su esposa. Entra el Sargento buscando con la mirada a Pilar de quién está enamorado. Regresa ésta con una carta en la mano. Está segura de que es de su novio, pero no sabe leer y la ansiedad le domina. Pascual, un joven serio y trabajador que la quiere con pasión, se ofrece a leérsela, a pesar de los celos que siente. En la carta el novio de Pilar, Jesús, describe su triste situación, pero renueva también toda su pasión por ella. Pascual se marcha apenado, contrastando con la alegría de Pilar que enseña a todos la carta. Pero el Sargento regresa diciendo que también él ha recibido una carta de Jesús, donde le dice que se ha casado con otra. La muchacha no lo cree. Alboroto general cuando los alguaciles presentan a las vendedoras el impuesto anunciado. Los alguaciles se quieren llevar a quién más protesta que es, por supuesto, Antonia, pero Timoteo, al ver a su esposa en tal coyuntura, se pone de parte de las alborotadoras. El cuadro termina con las mujeres atrincheradas entre sus carros de venta y asegurando que si ellas mandaran otra cosa sería el mundo.
En el cuadro segundo, al lado del río, viéndose al fondo Zaragoza, con sus torres, pasan Timoteo, a quien han cesado de su cargo y Pascual que van de pesca. Entra un grupo de repatriados, que regresan derrotados de la guerra. Entre ellos, se encuentra Jesús, el novio de Pilar, y su amigo Vicente. Todos lamentan el tiempo que estuvieron ausentes, y la alegría de reencontrarse con la ciudad, que tanto aman.
En el cuadro tercero, en la plaza del Pilar, el Sargento encuentra a Jesús que le dice que viene a casarse con su novia. El Sargento, dolido, se inventa la historia de que ella se ha convertido en esposa de un rico indiano. Aragonés hasta la médula, Jesús afirma que ha vuelto para casarse con Pilar y lo hará, aunque tenga que matar a su rival.. Una vez que los entran en la basílica, aparece un grupo de baturros que vienen desde Calatorao en peregrinación a ver a la Pilarica. Llegan Pilar y Antonia y tras ellas los cabezudos persiguiendo a la chiquillería, y luego los gigantes, al son del tamboril. Pese a encontrarse triste, Pilar entona una jota. De repente, cree oír en el interior del templo la tos de Jesús, que antaño servía de contraseña. Sospecha que el Sargento le está engañando y le tiende una trampa. Le da a leer la carta que recibió de su novio. El Sargento cambia el texto a su favor, inventando una posdata en la que Jesús recomienda a Pilar que se case con él precisamente, y para evitar sospechas, quema luego la carta. Ella reacciona con violencia al descubrir el engaño y el Sargento, arrepentido, regresa con Jesús dejando para siempre tranquila a la pareja. Los enamorados se abrazan.

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