Goyescas (Argumento)



Goyescas

Goyescas, Opera en tres cuadros se estrenó en el Teatro Metropolitan de Nueva York, el día 28 de Enero de 1916. Su libretista, Fernando Periquet. Música de Enrique Granados.

Inspirada en las pinturas de Goya sobre el Madrid romántico.

Cuadro primero. Un breve preludio orquestal nos introduce en la obra. Niños y niñas juegan en un campo frente a las puertas de Madrid, tal como lo pintó Goya en uno de sus famosos cuadros. Al fondo está la iglesia de San Antonio, a la izquierda el río Manzanares. Es un día soleado. Entre la muchedumbre se encuentran Paquiro y Pepa. El torero piensa constantemente en nuevas aventuras, y cuando desciende de un coche una elegante dama, Paquiro cree que ha llegado su oportunidad. Reconoce a Rosario, con la que bailó una vez en un lugar de dudosa reputación. Paquiro le propone una cita en el mismo sitio, pero el joven oficial Fernando, que se había citado allí con Rosario, oye sus palabras. Rosario, a pesar de que intenta calmar sus celos y le asegura su amor, tiene ganas de visitar el lugar señalado por Paquiro. Pepa, que a su vez tiene celos de Paquiro, quiere vengarse de su distinguida rival.

Cuadro segundo. El cuadro segundo nos presenta el célebre local de baile, situado en los arrabales de la ciudad. Rosario aparece del brazo de Fernando, cuyo comportamiento arrogante produce rechazo en el pueblo. La atmósfera se torna cada vez más tensa. Fernando reta a duelo a Paquiro. Mientras Rosario vuelve en sí de un desmayo y Fernando se aleja con ella, suena un vertiginoso fandango en la repleta sala de baile.

Cuadro tercero. Rosario canta en el jardín de su palacio una melancólica canción sobre la «maja y el ruiseñor», uno de los más bellos logros de Granados. Rosario espera a su novio en una cálida noche de luna llena. Aparece Fernando, pero se acerca también Paquiro para recordarle el duelo al oficial. Fernando se aleja de Rosario con un pretexto. La joven intuye algo malo, pero descubre la verdad demasiado tarde. Cuando sale corriendo detrás de ambos hombres, oye el grito de Fernando. Pese a todo, consigue llevar al malherido a un banco del jardín, donde muere en sus brazos.

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