La del manojo de rosas (Argumento)



La del manojo de rosas

La del manojo de rosas, Sainte en dos actos se estrenó en el Teatro Fuencarral de Madrid, el día 13 de Noviembre de 1934. Sus libretistas, Francisco Ramos Castro y Anselmo Cuadrado Carreño. Música de Pablo Sorozábal.

Acto I

En la imaginaria plaza Delquevenga, sita en un Madrid aristocrático "con perspectiva de rascacielos", departen el camarero Espasa, Don Daniel y un par de parroquianos del café Honolulú. Mientras Ascensión adorna su floristería que también está ubicada e la plaza, Joaquín y Capó trabajan en un taller mecánico adyacente. Cuadro completo de tipos madrileños con florista chulapa, los parroquianos anónimos, los trabajadores, un camarero más chulo que un ocho y un vendedor ambulante que le roba a la clientela. Don Daniel, el padre de la hermosa florista que tiene enamorado a todo el barrio, prefiere, entre los pretendientes de su hija, a Ricardo, un señorito aviador que le ha pedido la mano de Ascensión, pero, según Capó, los suspiros de la joven son todos por el mecánico Joaquín. Ascensión se opone a Ricardo porque no quiere comprometerse con alguien de una clase social distinta a la suya, aunque, antes de arruinarse su familia y tener que trabajar como florista, ella misma se había criado como una señorita bien de clase media. En realidad Ascensión está enamorada de Joaquín y ambos se declaran su amor, lo que desencadena una acalorada discusión entre Joaquín y Ricardo. Tras la bronca, Don Pedro habla de sus negocios con Espasa y después Capó y Espasa se disputan a Clarita. Don Pedro resulta ser el padre de Joaquín y desmiente, ante Espasa y Ricardo, que su hijo sea un mecánico. Ascensión, que ha ido a llevar flores a Doña Mariana, mujer de Don Pedro, y habla con ella de su amor, a la salida se cruza con Joaquín que, vestido de señorito, saluda a Doña Mariana como su madre. Ascensión, consciente del engaño, se queda desolada. Espasa y Capó siguen sus galanteos con Clarita. Ascensión se vuelve a encontrar con Joaquín y, aunque él pretende ignorar el incidente, ella le desenmascara delante de todo el barrio y se va con Ricardo que, por lo menos, le había pretendido sin dobleces.

Acto II

Varios meses después, la vida en la plaza Delquevenga sigue su curso, aunque con algunos cambios. Espasa, que ya no es camarero sino cobrador de autobuses, continúa con su incontinente verborrea ninguneando al pobre Capó para cortejar a Clarita hasta que el mecánico, por fin, se impone cómicamente. Los pleitos que habían arruinado a Don Daniel se solucionan favorablemente y, ahora pasea hecho un pincel con su hija Ascensión del brazo como una señorita elegante. Clarita es ahora la florista y Ascensión sigue por inercia sus relaciones con Ricardo, pero ambos se han distanciado bastante. Aparecen en la plaza Joaquín y Doña Mariana. Al contrario de lo que pasó a Don Daniel, los negocios han ido de mal en peor a Don Padreo, y su hijo Joaquín se ve en la necesidad real  de volver al taller donde estuvo de impostor y pedir trabajo mientras Don Pedro y su confidente Espasa, sueñan con el estallido de una segunda guerra mundial para dar salida a la chatarra que el primero ha ido almacenando. Ascensión encuentra a Joaquín saliendo del taller vestido de mecánico y, creyendo que vuelve a las andadas, se ríe de él hasta que se entera de la verdad en el momento en el que Ricardo llega para recogerla. Todavía enamorada de Joaquín, Ascensión se viste modestamente, coge un ramo de rosas y se lo lleva a Doña Mariana que ahora vive en un barrio muy popular. Con ese pretexto, Ascensión a través de Clarita, rompe su relación de mutuo acuerdo, y Joaquín, que se gradúa finalmente como ingeniero industrial, vuelve, ya de igual a igual, con Ascensión.

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