La cisterna encantada
La acción transcurre en Matua, siglo XVII.
Acto I
El Duque de Mantua, entregado a las orgías y a los placeres en lo más profundo de un subterráneo que comunica con su palacio y al cual se baja por la célebre cisterna situada en la plaza de los Encantos, se entrega con sus cortesanos, disfrazados con trajes infernales, a todos los goces de los sentidos. Una joven inocente, Giovannina, pupila de Podestá, al saber la muerte de su amante Ascanio se decide al suicidio y se arroja desesperada a la cisterna.
Acto II
Giovannina, en la cisterna, en vez de la paz de la tumba se encuentra con el ruido de una orgía infernal y con los peligros que no puede menos de correr entre aquellos desenfrenados calaveras. La joven se cree realmente muerta y en el otro mundo, en el seno de una multitud de verdaderos diablos con sus figuras coloradas y sus llamas. El Conde Octavio, que es el supuesto Ascanio, caballero de la corte al verla en las garras de aquellos demonios humanos la salva con el auxilio de Angelo, su criado.
Acto III
El Conde Octavio lleva a Giovannina a presencia de la Duquesa de Mantua, que la hace su dama de honor. El Conde, para vengarse de la traición de sus amigos y aprovechándose de la casualidad de haber en la ciudad de Mantua un aventurero parecido a la figura del Duque, avisa a la policía de que en la sima de la cisterna se comenten todo género de crímenes y el Podestá, jefe de aquella, sorprende al Duque y sus cortesanos, y sin conocerle le amarra y le pone en prisión en casa del alcalde de la cárcel, donde permanece hasta que el Conde, para evitar el escándalo, le da la libertad auxiliado por Angelo, amante de la hija del Alcaide y poseedor de una llave de la cárcel. El Duque casa a Giovannina y Octavio, y envía a éste de embajador a Venecia.
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