Emigrantes (Argumento)

Emigrantes
Emigrantes, Cuadro lírico en un acto se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el día 15 de Julio de 1905. Su libretista, Pablo Cases. Música de Rafael Calleja y Tomás Barrera.

Acto I

La acción se desarrolla en la cubierta de un barco con rumbo a América, en el que viajan jornaleros pobres forzados a la emigración. Estos proceden de diferentes regiones españolas, reconocibles por llevar alguna prenda típica. El muchacho andaluz Tordiyo intenta consolar a su hermana Loliya, que llora por el obligado alejamiento de la patria. Le recuerda que sólo deja miseria en su tierra natal, donde muchas veces no tenían para comer. Loliya tiene alucinaciones y cree ver sobre el agua a su padre, arrojado al océano al morir según regresaba enfermo de la guerra de Cuba. Preguntado por Bermejo y Don Arturo, Tordiyo cuenta que huyendo del hambre del campo andaluz llegaron a Cádiz, donde la visión de los grandes barcos les hizo embarcar en busca de mejor fortuna. En América no espera volverse rico, sino tan solo poder encontrar trabajo como peón para poder tener algo para comer. El rico comerciante Arturo comenta con Tordiyo que a la mayoría de los viajeros les espera una vida dura, viviendo con penuria tirados en las calles de un país extraño. Un grupo de emigrantes interpreta una gallegada, un triste canto entonado por Marusa y coreado por todos. Bermejo, encargado del barco, recrimina la actitud melancólica de las mujeres gallegas y para animar al pasaje recita unas graciosas quintillas sobre la historia de Adán y Eva, ejemplo de la debilidad masculina ante la seducción femenina. Entre la gente sale un vascongado que canta un zorzico, también lleno de nostalgia por el alejamiento de la tierra natal. El grupo de andaluces también se anima y un muletilla canta un tema flamenco en el que se despide de Granada, mientras Tordiyo se debate entre el dolor del recuerdo de los lugares nombrados y el impulso del baile siguiendo los animados ritmos andaluces. Bermejo molesto con tanto canto triste decide emprender un más alegre canto manchego, su tierra natal a pesar de ser marino. El carácter festivo es interrumpido por el grito del vigía que señala la visión próxima de la costa de La habana. Todos se retiran entristecidos, quedando solos Tordiyo y Loliya que recuerdan la marcha de su padre hacia la guerra con el presentimiento de no volverle a ver. El dolor les hace desvariar creyendo reconocer a su padre en la sombra de la bandera del barco, hasta que caen desmayados en el suelo. Arturo y Bermejo contemplan con tristeza a la pareja de hermanos, comentando que es mejor que sigan dormidos para no darse cuenta del futuro que les espera, mientras un marinero arría la bandera española, cuyos "colores brillantes se apagan agonizantes cubriendo la mercancía de infelices emigrantes".

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