Martierra (Argumento)

Martierra
Martierra, Zarzuela en tres actos se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el día 28 de Septiembre de 1928. Su libretista, Alfonso Hernández-Catá. Música de Jacinto Guerrero.

La acción se sitúa en Martierra, pueblecito imaginario enclavado entre el monte y el mar.

Acto I

Tarde de fiesta, un grupo de hombres de mar, integrado por el Tío Tormentas Gavia y Américo, intercambian frases amenazantes con un grupo de labriegos integrado por el Tío Encinas, Terruño y José; la discusión comienza por el interés que despierta en ellos Emilia, y para evitar un final trágico, Caracol, joven huérfana que recibe ese nombre por su continua tendencia a la ensoñación escuchando una caracola, llega acompañada del párroco, que los apacigua animándoles a pasar el día de fiesta en inocente diversión. Llega Emilia acompañada de la Tía Lágrimas, que la quiere como una hija y le recrimina su frívolo coqueteo con los jóvenes José y Américo; ella reniega de sus consejos, manteniendo su soberbia actitud. Aparece Caracol, acusada por Emilia de amar a José en secreto, haciendo huir a la joven acobardada. Entre tanto, comienzan a llegar a la playa restos de un navío por la tempestad de la noche anterior. Américo observa un náufrago a lo lejos y sale en su barca para salvarlo, mientras los aldeanos con el párroco a la cabeza, dirigen una plegaria al Altísimo. Llega Américo con el cuerpo inerte de una mujer joven y hermosa; tras una pelea entre los marineros y los labriegos por su custodia, el párroco, indignado, ordena conducir a la joven al interior de la iglesia, y manda a José a Pueblo Grande en busca del médico.

Acto II

Primer cuadro. Santa, la joven salvada del mar, ha recuperado la salud tras debatirse un mes entre la vida y la muerte; labriegos y marineros están encandilados por su bondad, y tanto José como Américo enamorados de ella, que ha venido al pueblo a reconciliar a los dos bandos. Unos y otros, los de la mar y los de la tierra, captados por lo noble y digno de su condición, van abandonando poco a poco su odio y para siempre volverá la paz; además, Santa quiere convertir a Caracol en una verdadera señorita. Sin embargo, el misterio la rodea, nadie sabe cuál es su tierra, envía muchas tardes a Caracol a Pueblo Grande con misivas secretas, no acude a misa..., pero sin embargo, todos le adoran, menos Emilia, que no puede soportar su presencia y se va airada. Cuando Santa se dispone a contar una de sus historias, llega asustada Caracol que acusa a Emilia de haberle quitado por la fuerza la carta para Santa, que traía desde Pueblo Grande. La joven ruega que haya paz y pide al cura que acompañe a Caracol para recuperarla. José le declara apasionado su amor, pero Santa, tras jurarle que no ama a otro, le ruega que se calme y busque el amor en alguien más cercano -insinuando a Caracol-. Con la llegada del cura que porta la carta, concluye el primer cuadro.
Segundo cuadro. En Tío Encinas y el Tío Tormentas matarse en una ficticia pelea, para que así se acaben las rivalidades entre labriegos y marineros en Martierra; Santa llega a tiempo de detener la farsa.
Cuadro tercero. En una casa marinera, Santa ayuda a coser las redes. Llega José, contando que a Emilia la han castigado, cortándole el pelo, por intentar difamar a Santa, y además han jurado todos los mozos del pueblo no casarse con ella. El cura se acerca, anunciando que en la iglesia hay un anciano que busca a Santa y que tiene el mismo extraño acento que ella tenía cuando llegó a Martierra.

Acto III

Con el pueblo engalanado para la fiesta, todos esperan el regreso de Santa. Américo, enamorado, disimula en su charla con Gavia, afirmando que debía ser una sirena, ya que hasta ha conseguido que José el labriego ame a Caracol, que es del bando de los marineros. Todos esperan el mediodía para voltear las campanas, como ella pidió. Cuando se acerca la hora, Caracol se va; suenan las campanas al dar las doce del mediodía, pero Santa no aparece. Es Caracol la que afirma que ella está en Martierra, ya que a través de una carta ha dado dinero para reconstruir el pueblo, pagar la escuela, los suburbios de los marineros y labradores desde que dejen de trabajar hasta su muerte..., con la única condición de que se perdone a Emilia. Ella se ha quedado en el pueblo, sacando a cada uno lo mejor. El párroco anima a Gavia a bailar con Emilia. Américo desesperado, se hace a la mar en su barca, mientras los demás aldeanos elevan al cielo una plegaria.

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