El tío Caniyitas (Argumento)

El tío Caniyitas
El tío Caniyitas, Opera cómica española en dos actos se estrenó en el Teatro de San Fernando de Sevilla, en Noviembre de 1849. Su libretista, José Sanz Pérez. Música de Mariano Soriano Fuertes.

La acción se sitúa en Cádiz.

Acto I

En una populosa escena en la que intervienen un ciego tocando su guitarra a la puerta de una barbería, diversos vendedores callejeros -una castañera, una rosquera, una florera, el aguador, el alpujarrero y un pescador-, y una estudiantina, se presenta el gitano Calamá y el ridículo inglés Mister Frich, que ha llegado a Cádiz con la intención de aprender el lenguaje caló de labios de una joven gitana. El tío Caniyitas, gitano marrullero, vendedor de antiguallas de hierro, queriendo sacarle unos cuartos al inglés, le propone a Catana -abreviatura de Cayetana-, la Lagartija, hija de su compare Jeromo, como profesora, afirmando que la chiquilla es, además toda una hermosura. Tras cobrarle por adelantado cuatro duros, se dispone a presentarle a Catana no sin antes consultarle cuáles son sus intenciones ya que la gitana es de muy buena familia y en lo tocante al honor, el padre es muy estricto. Mister Frich y Caniyitas llegan buscando a Catana, a una tienda de montañés -típica taberna andaluza- donde los gitanos, subidos a la mesa y palmeando, cantan un vito. Concluida la música, el inglés conoce a Catana, disponiéndose a recibir la primera clase. Llega a la taberna el herrero Juanillo, el Repampliyao, novio de la gitana, que la colma de insultos y maldiciones al verla en compañía del inglés.

Acto II

En la fragua donde trabaja Pepiyo, sus compañeros intentan hacerle olvidar la ofensa de la gitana, para devolverle la alegría. Entran en la fragua Catana, el pícaro Caniyitas y el inglés. Pepiyo dedica a su novia todo tipo de maldiciones, deseando que se mueran de hambre sus hijos y no pueda darles ni un trozo de pan, pero acaba por enternecerse, cantando con Catana en dúo de reconciliación. El inglés afirma que no renuncia a aprender caló, pero es muy mal acogido por la gitana que lo maldice, deseando que lo coja un toro. Tras echarle en cara a Caniyitas su mala conducta, los herreros, compañeros de Pepiyo, cogen a los dos culpables y les chamuscan el pelo y las patillas, dejando a ambos bien escarmentados.

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