La vida breve (Argumento)

La vida breve
La vida breve, Opera en dos actos se estrenó en Niza (Francia), el día 1 de Abril de 1913. Su libretista, Carlos Fernández Shaw. Música de Manuel de Falla.

 La acción se desarrolla en Granada a principios del siglo XX.

Acto I

Cuadro primero. Patio de una casa de gitanos en el Albaicín. Al fondo, por un portalón, se ve una calle alegre. A la izquierda, una puerta por la que se vislumbra el negro interior de una fragua iluminada por rojizos resplandores de fuego. Es un hermoso día de sol. La Abuela avía unas jaulas con pájaros, colgadas en la pared, y canta hablando con las aves. En la fragua cantan también un coro de hombres. La canción de trabajo se contagia de ritmos vernáculos y de las profundidades temblorosas del «cante hondo». La esencia dramática de la obra nace de esta canción, que es como un hilo de sangre candente en el tejido polifónico que forman con ella el canto de la Abuela, los pregones de un vendedor de flores y los demás vendedores de higos y fresas, el campanil del Albaicín y las lejanas campanas de Granada. Salud, una gitana joven y bella, llega de la calle desolada y se queja a su Abuela de la tardanza de Paco, su amante, un señorito presumido y conquistador que le finge amor a pesar de estar a punto de casarse con Carmela, rica señorita granadina que es huérfana de padre y madre y vive con su hermano Manuel. La Abuela y el tío de Salud, Salvaor, sospechan la traición de Paco; pero callan, ocultándosela a la muchacha, por piedad. Después de un dúo entre la Abuela y Salud, demostrando ésta su inquietud amorosa y procurando la vieja animarla disimulando la triste verdad y yéndose a la azotea a vigilar la llegada de Paco, vuelve a oírse la voz de los hombres de la fragua cantando el coro inicial de la obra. Salud, sola, canta una «seguiriya» que ella misma comenta con un recitativo que tiene también ritmos de canción andaluza. Una voz de tenor, desde la fragua, repite sola la canción que al principio cantaba el coro de hombres Después continúan el canto el coro de tenores y bajos en una bella glosa polifónica, a la que une Salud su voz al final del concertante. Vuelve la Abuela anunciando a Salud la llegada de su novio. La muchacha muestra su alegría en un canto de desbordante entusiasmo. Entra Paco y entre él y Salud tiene lugar un dúo de vehemente pasión, en el que abundan los felices hallazgos musicales. Al terminarse el dúo, el coro de hombres reanuda su canto en la fragua. Llega el tío Salvaor, un viejo gitano, y sin que Paco ni Salud lo adviertan, habla con la Abuela confirmando sus sospechas sobre el próximo casamiento de Paco con Carmela. Indignado, el viejo quiere descubrirlo todo y llega incluso a decir a la Abuela que quiere matar a Paco, pero ésta le detiene y se lo lleva. El idilio continúa suavemente y el cuadro termina con la repetición del coro inicial de hombres desde la fragua. 
Cuadro segundo. Callejón solitario en lo alto de un montículo. Cae la tarde. Llegan Salud y Paco, muy amartelados, después de haber dado un largo paseo. Este cuadro es un intermedio sinfónico-coral de profunda emotividad. La evocación musical de la realidad plástica, representada en la escena, una vista panorámica de Granada desde el Sacro Monte, es intensamente sugestiva; pero no hay en esta música tan exquisitamente evocadora ningún propósito descriptivo. Las melodías de calidad popular constituyen con su rica vestidura armónica una bellísima trama polifónica. Se despiden los dos enamorados y aparece el tío Salvaor, que ha venido siguiendo a la pareja y acecha el momento en que Paco quede solo para castigar su infidelidad. Creyendo llegada la oportunidad de vengar a la infeliz Salud, se dispone a ejecutar su venganza, pero la oportuna intervención de la Abuela evita que se cometa el homicidio. La creciente oscuridad del anochecer desciende sobre la ciudad y envuelve en sombras aquel paraje solitario mientras los dos viejos debaten sus cuitas. 
Cuadro tercero. Una calle de Granada. Casi todo el telón corto está ocupado por la fachada lateral de una casa con amplias ventanas abiertas, desde las cuales se vislumbra el patio en que se celebra, con alegres fiestas, el matrimonio de Paco y Carmela. Es la casa de la rica heredera y de su hermano Manuel. Desde el interior llegan a la calle los rumores de la fiesta, la voz del cantaor flamenco, el son de las guitarras, los coros de hombres y mujeres que cantan en honor de los recién casados y los ritmos cadenciosos de la danza que se ha hecho célebre en todo el mundo filarmónico, por sus transcripciones para piano y violín. Antes de que acabe la danza aparece Salud y mira con ansiedad por una de las ventanas de la casa. Canta, después, tristemente, lamentando su desdicha, la traición de su amante y el engaño de su familia que quiso ocultárselo, y que ahora ve con sus propios ojos. Su desesperación es tan grande, que considera la muerte como única solución para sus penas. La voz del cantaor deja oír de nuevo frases alusivas a los novios, que aumentan su angustia. Llegan la Abuela y el tío Salvaor y se desarrolla una escena patética, en la que los dos viejos procuran, sin lograrlo, consolar a la desgraciada muchacha. En la casa sigue la fiesta y Salud reconoce entre las voces que cantan y hablan, la de Paco.

Acto II

Cuadro cuarto. Patio de la casa de Carmela y Manuel, en el que se está celebrando la fiesta, adornado con plantas y flores y profusamente iluminado. En el centro hay una fuente de mármol. Al fondo, una cancela. A la vista del espectador se ofrece un conjunto de gran animación: hombres, mujeres, tipos populares ricos de color, hablan y se mueven alegremente. A un lado están juntos Carmela, Paco y Manuel; al otro, el "cantaor" y varios "tocaores" con sendas guitarras. Bailan algunas parejas animadas ruidosamente por la concurrencia, que los "jalea". Paco procura fingir alegría, disimulando su preocupación. Carmela le observa atentamente, como con recelo. Después de la danza, los recién casados hablan brevemente. Manuel interviene en la conversación y manifiesta antes su satisfacción por el matrimonio de Paco con su hermana. El tío Salvaor y Salud entran por la cancela y avanzan entre los invitados. Paco, al verlos, se turba intensamente. Manuel pregunta al viejo gitano qué es lo que busca en su casa y éste le responde que como hay baile y canto, él y su chica vienen a bailar y a cantar. Entonces Salud, no pudiendo soportar más tiempo aquella violenta situación, descubre ante todos la traición de Paco, que después de engañarla fingiéndole amor, la ha abandonado sin decirle una palabra de justificación, para casarse con Carmela. Paco quiere defenderse y dice que Salud miente; pero ella va hacia él temblorosa y después de decir: "¡Paco!", con una ternura infinita, cae muerta a sus pies, finalizando así, por penas del querer, la "vida breve" de la enamorada gitana. Llega la Abuela en aquel momento y entre las voces de hombres y mujeres que rodean sobrecogidos el cadáver de Salud, se destaca la suya para maldecir al traidor.

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