LA VILLANA
Zarzuela
en tres actos divididos en siete cuadros.
Basada
en la tragicomedia “Peribáñez y el comendador de Ocaña”
Libreto:
Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw.
Música:
Amadeo Vives.
Estrenada
en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el día 1 de octubre de 1927.
Epoca:
principios del siglo XV.
ARGUMENTO
La
acción se desarrolla a principios del siglo XV en las inmediaciones de Ocaña.
Miguel
Angel, cachicán de la hacienda y su esposa Juana Antonia, mujer del campo, joven
y alegre, están esperando que baje su amo. Peribáñez, para la ceremonia de su boda.
Baja Peribáñez en traje de fiesta, y alegre porque va a casarse con una villana
guapa y honrada.
Se
adelanta un grupo de mujeres, al frente de las cuales avanza Juana Antonia para
entregarle un presente al amo. Los segadores le dicen unas coplas.
Comienzan
a sonar campanillas aún lejanas, y al poco tiempo aparecen Casilda y Blasa, su
tía, en un carro de labranza adornado con flores silvestres. Peribáñez se
acerca al carro para darle la mano a Casilda.
Suena
la campana de la ermita y se oye el bullicio de la gente que sale precediendo a
los recién casados. Antes de que terminen de entrar todos los invitados al
patio de la hacienda, entran armando un gran revuelo Miguel Angel y Olmedo, poeta,
pues un toro ha atacado al comendador. En ese momento vienen dos labradores que
traen desmayado al comendador, don Fadrique.
Casilda
le ofrece las flores de azahar para que aspire su olor y se reanime.
Don
Fadrique abre los ojos y al ver a Casilda queda prendado de su belleza. Se incorpora
y le pregunta si es la novia, a lo cual contesta Casilda que ya está casada.
Aparece
Peribáñez y don Fadrique, en prueba del agradecimiento por lo bien que le han tratado
le dice que le pida algo.
Peribáñez
dice que ya tiene buen pago al haber recobrado la vida, pero a fuerza de insistir
el comendador le dice que su mujer deseaba ir a la fiesta de Toledo, pero como su
carro es de labrador y no está engalanado, le agradecería mucho si le prestara
una alfombra y repostero.
Cuando
se marchan los invitados, Casilda y Peribáñez se declaran su amor a la luz de
la luna frente a sus tierras tras lo cual penetran en la casa. Aparece Olmedo
que está enamorada de Juana Antonia. Viendo aparecer a don Fadrique por el
fondo, Olmedo le pregunta si viene a felicitar al novio a lo que contesta el
comendador que se ha enamorado de Casilda. Poco tiempo después el pregonero
dice en la casa de labor de Peribáñez que el propio rey don Enrique va en
persona a hacer la guerra y manda que hagan una compañía de labradores
voluntarios de la cual sea Peribáñez capitán, esto último por orden expresa del
comendador, que desea que esté lejos para así poder abordar a Casilda, su
mujer.
Cuando
Peribáñez ya está a punto de partir, aparece en la casa un judío llamado David que
pide hospitalidad que pagará a cambio. Peribáñez no acepta pero David le
entrega a Casilda en pago de su hospitalidad unos pendientes de perlas. Se
marcha Peribáñez. David está en realidad enviado por el comendador, Roque y
Blasa -tíos egoístas de Casilda- sospechan algo y vigilan al judío, tras saber
por quien va enviado sale Roque en busca del comendador, mientras Blasa intenta
convencer a Casilda. Todo esto lo están oyendo Olmedo y Chaparro.
Sale
Casilda a la ventana y en cuanto ve al comendador llama a los segadores con mucha
diplomacia. Mientras huye don Fadrique aparece Olmedo y Chaparro que comentan
cuan gallardamente se ha sabido defender el ama.
En
una venta del camino de Ocaña a Toledo están Miguel Angel y algunos labradores jóvenes
esperando a su amo. Cuando llega éste se encuentra con el judío David que le dice
quien le envió a su hacienda.
Peribáñez
vuelve a su casa con la duda de si han mancillado su honor pero cuando ve a Casilda
le pregunta por los pendientes de perlas y ella le contesta que siendo
labradora y villana y habiéndose casado con un villano, también llevando
pendientes de perlas, le dirían que eran de señor. Cuando por fin Peribáñez
tiene que partir a la guerra, manda al comendador que le ciña su propia espada,
dejándole a su cuidado su hacienda y su mujer, y que si él le ha dado el honor
ya sabe lo que le roban si se lo quitan.
Juana
Antonia sale con traje de marcha y dispuesta para ir a la guerra con su Miguel Angel
afrentando a Olmedo por no ir, tras lo cual éste también se va. Queda sola Casilda
en la casa. Aparece el comendador que le ofrece su amor, rechazándole Casilda y
echándole de la casa. Aquel le contesta que si no lo quiere lo tendrá por la
fuerza, saltando por la ventana. Casilda pide socorro. En estos momentos,
Peribáñez, que se ha sentido celoso e intranquilo, ha vuelto y oye los gritos
de su mujer. Entra y con la espada que le ciñó el mismo comendador lo mata. El
rey ofrece una recompensa a quien le entregue al asesino del comendador de
Ocaña. Peribáñez se entrega y el rey pide a los soldados le prendan. Ninguno se
mueve, por lo que el rey pregunta por qué desoyen su voz, a lo que le contesta
Peribáñez que ellos le perdonan. Conociendo el motivo por el que mató al
comendador el rey también le perdona.
La
acción del último cuadro en Toledo; la de los anteriores, en Ocaña.
________________
Personajes:
Casilda: Labradora recién
casada con Peribáñez y acosada por Fadrique.
Juana Antonia: Mujer de campo al servicio de Peribáñez.
Peribáñez: Labrador.
Don Fadrique: Comendador de Ocaña.
David: Judío al servicio del Comendador.
Miguel Angel: Cachicán de la hacienda, marido de Juana Antonia.
Olmedo: Poeta.
Rey: Don Enrique III de Castilla.
______________
Números musicales:
Escena “Mi amo Peribáñez prestó bajará”
y romanza de Peribáñez “Tengo un majuelo”: (Juana Antonia, Miguel Angel, Labradoras, Labradores, Segadoras,
Segadores, Peribáñez)
Coro “Ya suenan los campanillos” y dúo
de Casilda y Peribáñez “Jamás soñé la dicha que logré…..¡Miradla! ¡Miradla! Ni
en la parva del trigo blanco”: (Casilda,
Peribáñez)
Dúo de Casilda y Don Fadrique “Caballero
bien portado”: (Casilda, Don
Fadrique)
Dúo de Peribáñez y Don Fadrique “Señor,
feliz me hiciste en un momento”: (Peribáñez,
Don Fadrique)
Dúo de Casilda y Peribáñez “Ya estamos
en casa…..Ven Casilda conmigo porque quiero que veas”: (Peribáñez, Casilda)
Endecha de Don Fadrique “Tus ojos me
miraron”: (Don Fradique)
Romanza de Casilda “La capa de paño
pardo no es prenda de caballero guerrero”: (Peribáñez, Miguel Angel, Casilda)
Romanza de David “Allá en la judería
toledana”: (Peribáñez, Miguel Angel,
David)
Dúo de Casilda y Peribáñez “Me guarda la
sombra que dejas aquí….Tu propio albedrío será tu guardián”: (Casilda, Peribáñez)
Dúo de Peribáñez y David “¡Malvado!
¡Calma, calma tus iras!....Si mi mujer le obedeció, si su deber sacrificó”: (Peribáñez, David)
Canción “La mujer de Peribáñez”, dúo de
Casilda y Peribáñez “Ah! Sosiégate, corazón”: (Olmedo, Peribáñez, Casilda, Don Fadrique, Juana
Antonia, Blasa, Chaparro, Mujeres, Hombres)
Romanza de Casilda “¡Se fue! ¡Se fue!”,
dúo de Casilda y Don Fadrique “¡Casilda! ¡Señor!” y llegada de Peribáñez “¡De
nuevo mis pasos me vuelven aquí!”: (Casilda,
Don Fradique, Peribáñez)
Jota castellana “Vengo de despedida, mi
vida”: (Labriegos)
Romanza del perdón “Señor, aunque
villano tengo sangre cristiana” y final “¡Villano: te perdono! ¡Viva el Rey!”: (Peribáñez, Casilda, Rey, Ballesteros)
______________
Escena “Mi amo Peribáñez prestó bajará”
y romanza de Peribáñez “Tengo un majuelo”: (Juana Antonia, Miguel Angel, Labradoras, Labradores, Segadoras,
Segadores, Peribáñez)
JUANA
ANTONIA
Mi
amo Peribáñez
presto
bajará.
MIGUEL
ANGEL
A
la ceremonia
tiene
que ir galán.
JUANA
ANTONIA
Calzas
primorosas
luego
va a estrenar.
MIGUEL
ANGEL
Y
mujer... que es prenda
de
más calidad.
JUANA
ANTONIA
Cállate,
insolente.
MIGUEL
ANGEL
Tente,
lenguaraz.
JUANA
ANTONIA y MIGUEL ANGEL
(Acercándose
cómicamente y amenazándose en sendos apartes)
Cuando
estemos solos,
me
las pagarás.
LABRADORAS
Dicen
que la novia es
una
villana cabal.
MIGUEL
ANGEL
Y
más rubia que la mies.
JUANA
ANTONIA
¡Tú
que sabes, animal!
LABRADORES
Peribáñez
es la flor
de
las personas de bien.
JUANA
ANTONIA
Y
el más rico labrador.
MIGUEL
ANGEL
Y
si no lo fuera, amén.
LABRADORAS
¡Qué
pareja más bizarra
de
seguro formarán!
LABRADORES
Una
hogaza blanca y tierna
y
un racimo agraz.
TODOS
Una
hogaza blanca y tierna
y
un racimo agraz.
Si
ella es, como dicen,
bella
por demás,
¡Cuánta
pesadumbre
su
marido habrá
por
si se la quieren
enamorar!
JUANA
ANTONIA y MIGUEL ANGEL
(Confidencialmente
el uno al otro)
Tales
conjeturas
no
sé a qué vendrán.
(Dentro,
ya cercano, suena el coro de Segadores, Espigadores y Trilladores)
SEGADORAS
(Muy
lejos)
“Trébole,
¡ay, Jesús, cómo huele!
Trébole,
¡ay, Jesús, qué olor!”
SEGADORES
(Lejos
también)
“Trébole,
¡ay, Jesús, como huele!
Trébole,
¡ay, Jesús, qué olor!”
(Los
cuatro Labradores y las cuatro Labradoras que se hallan en escena, al oír el
canto lejano de los Segadores, forman, con Miguel Angel y Juana Antonia, grupos
pintorescos)
CORO
INTERNO
(Lejos
aún)
“Trébole
de la soltera
que
de amores tanto muda;
trébole
de la viuda,
que
otra vez casarse espera.”
(Juana
Antonia y Miguel Angel bailan una ceremoniosa danza a la manera antigua, reproduciendo,
en sus movimientos y gestos, actitudes que recuerdan cosas relativas a os noviazgos
y bodas, tales como entrega de sortijas y ramos de azahar)
(Sale
Miguel Angel con los Segadores; todos sacan jarros de vino, que ofrecen a los
abradores. Miguel Angel entrega su jarro a Peribáñez)
PERIBAÑEZ
Tengo
un majuelo de tres verdores
y
ya recojo cosecha de él.
No
hay por aquestos alrededores
tan
finas uvas de moscatel;
huelen
a flores,
saben
a miel;
y,
si me huelgo de su sabor,
tengo
en su olor
todo
mi orgullo de labrador.
De
aquestas vides corto el racimo
para
la puesta del sol de agosto;
en
mis lagares el fruto exprimo,
en
mis tinajas encierro el mosto,
y,
por la fiesta
de
San Miguel,
aquella
gloria de moscatel,
que
huele a flores y sabe a miel,
es
ambrosía olorosa
para
el olfato más fino;
que,
como al señor la rosa,
le
huele al villano el vino.
CORO
¡El
vino!
PERIBAÑEZ
El
rojo vino que, en este jarro,
fecunda
el seno que lo recibe,
es
como el alma que hace del barro
ser
que despierta, se yergue y vive;
y,
de sus pasos
es
delator,
porque
a cien varas al rededor
se
le conoce por el olor.
______________
Coro “Ya suenan los campanillos” y dúo
de Casilda y Peribáñez “Jamás soñé la dicha que logré…..¡Miradla! ¡Miradla! Ni
en la parva del trigo blanco”: (Casilda,
Peribáñez)
CASILDA
Jamás
soñé
la
dicha que logré.
¡Mi
nuevo hogar!
(A
Peribáñez)
En
él contenta viviré,
si
deletrear
en
tus ojos sé;
feliz
seré,
si
en tu mirar
tu
pensamiento
logro
adivinar.
PERIBAÑEZ
¡Miradla!
Miradla...
(Pausa)
Ni
la parva del trigo blanco
es
tan limpia como su alma.
ni
una aurora de primavera
es
tan alegre como su cara.
CASILDA
¡Sabedlo!
Lo
que me hace quererle tanto
no
es lo honrado de su deseo,
ni
su fama, ni su rudeza...
y
es un poquito de todo eso.
PERIBAÑEZ
¡Miradla!
Su
voz es el suspiro
de
una alondra mañanera.
CASILDA
Su
mirada es la primera
que
me ha visto suspirar.
Soy
una labradora...
PERIBAÑEZ
Eres
sol que pule y dora
mi
rudeza de labrador.
CASILDA
...Que
te ofrece un amor
como
el que ella te implora.
CASILDA
y PERIBAÑEZ
¡Feliz
amor!
el
de una labradora
y
un labrador!
¡Feliz!
CORO
(Como
un eco)
¡Feliz!
CASILDA
y PERIBAÑEZ
¡Amor!
CORO
(Lo
mismo)
¡Amor!
CASILDA
y PERIBAÑEZ
¡El
de una labradora
y
un labrador!
PERIBAÑEZ
¡Oh,
miel del amor!
CASILDA
¡Dulcísima
miel!
PERIBAÑEZ
Abeja
en tus labios
quisiera
yo ser.
CASILDA
Yo
quiero ser flor.
PERIBAÑEZ
¡Oh,
cáliz de miel!
CASILDA
Si
tú eres la abeja,
¡qué
puedo yo ser!
CORO
(Suavemente)
Ni
la parva de trigo blanco
es
tan limpia como tu alma...
PERIBAÑEZ
...Ni
una aurora de primavera
es
tan bella como tu cara.
CASILDA
¡Sabedlo!
Yo
le quiero porque es honrado,
cariñoso,
cristiano y bueno.
¡Ay,
Dios mío, si no lo fuera!
¿Cómo
pudiera yo no quererlo?
PERIBAÑEZ
¡Miradla!
(Toma
amorosamente las manos de Casilda)
CORO
¡Miradlos!
CASILDA
y PERIBAÑEZ
¡Así!
______________
Dúo de Casilda y Don Fadrique “Caballero
bien portado”: (Casilda, Don
Fadrique)
CASILDA
¡Caballero
bien portado,
por
sus hechos alabado!
¿Quién
así te ha maltratado,
caballero?
¿Cómo
agora en tierra dan
con
tus alas de alcotán,
si
no ha habido capitán
que
triunfara de tu acero?
¿Es
posible que tu vida
se
doblegue a la embestida
de
una fiera embravecida,
caballero?
(Ofreciéndole
el azahar de novia para que aspire su olor)
Estas
flores de azahar,
¿no
podrían despertar
en
tus ojos el mirar,
aunque
mires altanero?
¡Yo
te haré resucitar,
caballero!
DON
FADRIQUE
¡Ay...
de mí!
CASILDA
¡Señor!
¡Señor!
DON
FADRIQUE
¿Quién
me habla?
CASILDA
Yo
os hablé.
Perdonadme...
DON
FADRIQUE
(Recobrándose)
Del
dolor
en
la gloria desperté.
CASILDA
Todavía
deliráis.
DON
FADRIQUE
(Incorporándose)
¡Oh,
qué hermosa aparición!
CASILDA
Don
Fadrique, ¿dónde vais?
DON
FADRIQUE
A
decirte mi opinión.
Estuve
muerto en el suelo,
y,
como ya lo creí,
cuando
los ojos abrí
pensé
que estaba en el cielo.
Desengañadme,
¡por Dios!,
que
es justo pensar que sea
el
cielo donde se vea
que
hay ángeles como vos.
CASILDA
Antes,
por vuestras razones,
podría
yo presumir
que
estáis cerca de morir
y
os dan alucinaciones.
Y
advierta vueseñoría
que,
si es agradecimiento
de
hallarse en mi casa, es mía
apenas
hace un momento.
DON
FADRIQUE
¿Sois
la novia?
CASILDA
Casada
y
muy bien empleada.
DON
FADRIQUE
¿Con
algún labrador?
CASILDA
Labrador
es mi hombre.
DON
FADRIQUE
Dime
cuál es su nombre.
CASILDA
Peribáñez,
señor.
DON
FADRIQUE
¡Un
villano!
CASILDA
Villano.
DON
FADRIQUE
Mas
de ti soberano
para
siempre jamás.
CASILDA
¡Lo
será hasta la muerte!
DON
FADRIQUE
Pues
si tiene esa suerte
¿para
qué quiere más?
CASILDA
¡Ay
de mí! ¡Señor! ¡Señor!
La
fortuna no envidiéis
de
un humilde labrador,
a
quien tanto conocéis.
DON
FADRIQUE
Peribáñez
tiene en mí
como
un padre desde hoy.
CASILDA
¡Pues
si yo mi fe le di,
reparad
en lo que soy!
Caballero
bien portado,
por
tus hechos alabado,
¿qué
fortuna no has logrado,
caballero?
DON
FADRIQUE
Mis
honores de señor
no
se igualan al honor
de
ser dueño de esa flor
que
tú tienes y yo quiero.
CASILDA
Pues
tomadla de mi mano.
DON
FADRIQUE
¡Oh,
perfume soberano!
CASILDA
¡El
más puro y el más sano,
caballero!
Estas
flores de azahar
significan
que el hogar
donde
se han de marchitar
es
honrado y es austero.
¡No
lo debes olvidar,
caballero!
DON
FADRIQUE
¡No
las dejes marchitar,
que
las quiero!
______________
Dúo de Peribáñez y Don Fadrique “Señor,
feliz me hiciste en un momento”: (Peribáñez,
Don Fadrique)
PERIBAÑEZ
Señor,
feliz me hiciste
en
un momento.
La
voz atiende
de
mi agradecimiento.
DON
FADRIQUE
Yo
quiero darte pruebas
de
ser tu amigo,
ya
que tú fuiste
vasallo
y fiel conmigo.
PERIBAÑEZ
Gracias,
señor;
el
ser tu amigo es tu merced mejor.
DON
FADRIQUE
Y
mi amistad,
ya
de contino,
será
la estrella
de
tu camino...
PERIBAÑEZ
Sabré
morir por ella.
DON
FADRIQUE
¡Gentil
querella!
¡Si
Dios querría,
morir
por ella
también
sabría!
(Aparte)
¡Ay,
por ella!
PERIBAÑEZ
Señor:
en las palabras
que
has pronunciado,
la
dicha labras
de
tu criado.
DON
FADRIQUE
Si
feliz no eres ya,
Casilda,
tu dulce esposa,
feliz
te
hará.
PERIBAÑEZ
(Simultáneamente
con la frase anterior del Comendador)
Al
oíros, señor,
bendigo
a Dios, porque El
me
da un amigo fiel
¡después
de un gran amor!
¡Dios
me conserve
tan
grande ventura!
DON
FADRIQUE
Yo
premiaré
tu
leal proceder con usura.
DON
FADRIQUE
Lucha
mi amor
con
mi amistad
y
envidio al labrador
en
su felicidad.
Villana
hermosa:
mi
rango y mi poder,
¡qué
valen si he de ver
que
alcanza un labrador
la
dicha que un señor
no
puede merecer!
PERIBAÑEZ
Un
buen amor
y
un amistad
son
una misma flor
de
la felicidad.
Casilda
hermosa:
tu
amor es mi poder,
porque
eres la mujer
de
un rudo labrador,
ventura
de un señor
quisiera
merecer.
DON
FADRIQUE
¡Adiós!
Y pronto
de
mí tú sabrás.
En
premio de tus desvelos,
¡hidalgo
serás!
PERIBAÑEZ
¿Yo?
DON
FADRIQUE
¡Tú!
PERIBAÑEZ
¿Yo?
DON
FADRIQUE
¡Sí!...
¡Lo
quiero!
(Tendiéndole
los brazos)
Abrázame
y adiós.
PERIBAÑEZ
Señor,
aquí quedamos
a
tu servicio
con
alma y vida.
DON
FADRIQUE
Con
alma y vida,
adiós.
PERIBAÑEZ
Tu
generosidad
contigo
me obligó.
(El
Comendador ha llegado a la puerta del foro y, desde ella, dice las últimas palabras,
mirando hacia el interior de la casa. Peribáñez, inclinándose ante él, en
actitud de respeto y agradecimiento, no advierte esta última expresión de Don
Fadrique)
DON
FADRIQUE
(Aparte)
¡Mujer!...!
¡Adiós!
¡Oh,
mujer!
PERIBAÑEZ
(A
Don Fadrique)
¡Señor...!
¡Adiós!
¡Gran
señor!
______________
Dúo de Casilda y Peribáñez “Ya estamos
en casa…..Ven Casilda conmigo porque quiero que veas”: (Peribáñez, Casilda)
PERIBAÑEZ
Ya
estamos en casa...
¡La
nuestra, mujer!
En
ella no caben
traición
ni doblez.
CASILDA
Si
cabe en tu casa
mi
felicidad,
un
palacio
mayor
no habrá.
(Casilda
se dirige, de un modo natural, a la casa; pero él, antes de que ella llegue, la
detiene con un ademán; cierra la puerta guardándose la llave, y toma de la mano
a Casilda)
PERIBAÑEZ
Ven,
Casilda, conmigo,
porque
quiero que veas
desde
aquel altozano
cómo
lucen mis tierras,
a
la luz de la luna
que
envidiosa se quiebra
cuando
da en las espigas,
tan
doradas y esbeltas.
Ven
a ver mi rebaño
de
corderos merinos,
en
el tibio refugio
maternal
del aprisco.
Y
la parva en la era,
y
en la vid los racimos,
y
en las trojes el grano
y
en la loma el molino.
Ven
conmigo, Casilda,
porque
quiero que sepan
que
de aquestos lugares
y
de mí tu eres reina.
CASILDA
Pedro:
a la luz de la luna
quiero
decirte otra vez
que
no por rico te quise,
sino
por hombre de bien;
por
tu cabal pensamiento,
por
tu sentir sin doblez;
¡porque
te quiero y me quieres
como
tú sabes querer!
De
tu mano leal
donde
quieras iré.
PERIBAÑEZ
¡Mi
bien!
CASILDA
Como
un ciego amorcillo
tras
de ti marcharé;
dame
la mano,
sé
mi lazarillo.
PERIBAÑEZ
Ven
de mi mano, Casilda,
ven
de mi mano, mujer;
que
estamos ya en nuestra casa...
CASILDA
Que
estamos ya en nuestra casa...
PERIBAÑEZ
Su
dueño y mío has de ser.
De
mis hazas paniegas
serás
la amapola...
CASILDA
Pintada
de rubor.
PERIBAÑEZ
...De
mis hondos afanes
serás
confidente.
CASILDA
Confías
en mi amor.
PERIBAÑEZ
Ven
conmigo, Casilda,
porque
quiero que sepan
que
de aquestos estados
y
de mí ya eres reina.
CASILDA
Que
te quiero y me quieres
presto
van a saber.
PERIBAÑEZ
Porque
presto lo sepan
dame
un beso, mujer.
CASILDA
Tómalo.
(Casilda
da un beso a Peribáñez, que la abraza)
¡Dulce
bien!
PERIBAÑEZ
¡Flor
de amor!
CASILDA
¡Cielo
azul!
PERIBAÑEZ
¡Miel
en flor!
CASILDA
¡Luz
de hogar!
PERIBAÑEZ
¡Claro
sol!
CASILDA
¡Deslumbrante
luz!
PERIBAÑEZ
¡Mi
amor!
______________
Endecha de Don Fadrique “Tus ojos me
miraron”: (Don Fradique)
DON
FADRIQUE
Tus
ojos me miraron;
tus
ojos color de alba clara.
¡Ay!
Sentí
que me moría,
¡sentí
que me robaste el alma!
¡Ay!
¡Ay!
Sin
alma vengo a que me miren,
¡ay!,
...tus
ojos color de alba clara.
Yo
sé que nunca han de mirarme
¡ay!,
tus
ojos color de alba clara.
¡Ay!
¡Ay!
¡Si
así lo quieres tú,
mejor
sería no vivir
que
la ilusión
de
vivir sin alma!
______________
Romanza de Casilda “La capa de paño
pardo no es prenda de caballero guerrero”: (Peribáñez, Miguel Angel, Casilda)
PERIBAÑEZ
(A
Miguel Angel)
¿Vamos,
seor escudero?
MIGUEL
ANGEL
¡Vamos,
seor capitán!
CASILDA
(Que
ha bajado la escalerilla)
Toma
tu capa, buen mozo.
PERIBAÑEZ
(Poniéndosela)
Ella
me torna galán.
CASILDA
La
capa de paño pardo
no
es prenda de caballero
guerrero.
No
sabe doblar un dardo
de
acero.
La
capa de paño pardo
se
viste en la tierra llana
y
es prenda de paz y amor.
¡Qué
airoso, con su tabardo
de
lana,
va
al campo mi labrador!
En
sus vuelos, quizás,
alguna
vez,
una
espiga clavó
la
rubia mies.
Signo
de paz;
flecha
de oro que no
hiere
jamás.
A
tu capa labriega,
de
tosca traza,
tengo
envidia, y de celos me ciega
ver
que te abraza.
Y
con ella, mi bien,
te
marchas hoy.
Yo,
que por seguirte
diera
vida y alma,
no
me voy.
PERIBAÑEZ
¡Ay,
cuando sienta
sus
dulces abrazos!
¡Creeré
que tus brazos
me
abrazan también!
CASILDA
La
capa de paño pardo
se
teje con lana fina
merina,
y
es áspera como el cardo
de
espina.
La
capa de paño pardo
no
es túnica de doncella
ni
manto de emperador...
Por
eso va tan gallardo
con
ella
mi
esposo, que es labrador.
En
mi arcón de nogal
te
la guardé,
con
un ramo oloroso
de
laurel.
Pienso
feliz,
que
ese aroma quizás
te
hable de mí.
A
tu capa confío
mi
triste cuita,
para
que ella,
en
mi nombre,
bien
mío,
te
la repita.
Al
salir del hogar,
piensa
en volver.
Mira
que en tu casa
queda
suspirando
tu
mujer.
______________
Romanza de David “Allá en la judería
toledana”: (Peribáñez, Miguel Angel,
David)
(Suenan
en el portón unos golpes)
MIGUEL
ANGEL
¿Quién
habrá llamado?
¿Quién
será?
PERIBAÑEZ
Abre,
Miguel Angel.
MIGUEL
ANGEL
¡Eh!
¿Quién va?
DAVID
(Dentro)
¡Abrid,
abrid,
por
caridad!
MIGUEL
ANGEL
¿Quién
es?
DAVID
¡Por
favor abrid!
PERIBAÑEZ
¡Abre
ya!
(Abre
Miguel Angel y aparece David, un viejo marchante judío, que avanza solemnemente
apoyándose en un alto bordón)
DAVID
¿Quién
es Peribáñez?
PERIBAÑEZ
¿Qué
quieres de mí?
DAVID
Dormir
en tu casa,
pagarte...
y partir.
PERIBAÑEZ
Llegaste
en mal hora.
Mi
casa no es venta.
Si
acaso consiento
que
duermas en ella,
no
puedo cobrarte
la
hospitalidad.
DAVID
Escúchame
y oye
con
quién te las has.
Allá,
en la judería toledana,
en
una calle lóbrega y oscura,
yo
tengo un manantial de donde mana
maravillosa
linfa de agua pura.
La
taza de alabastro donde brota
refulge
como un sol al recogerla,
y
al declinar el día, cada gota
de
pronto se convierte en una perla.
(Saca
un envoltorio que llevaba oculto bajo el ropón)
DAVID
¡Hechizo
prodigioso
de
un hijo de Israel!
(Mostrando
unas arracadas con dos racimos de perlas)
Perla
de
maravilloso Oriente;
gota
de
la linfa de mi fuente;
chispa
transparente
y luminosa
que
del Sol te has escapado:
¡para
adorno de una hermosa
te
he forjado!
El
hijo de Israel, porque es abuelo,
conoce
de los hombres la flaqueza,
que
por una mujer pierden el cielo
si
se lo piden labios de cereza.
El
juego del amor es mi aliado;
mis
perlas son figura monetaria
con
que se compra a veces el pecado,
y,
a veces, la virtud imaginaria.
Mira
cómo
lucen estas perlas;
quiero
sobre
tus mejillas verlas;
toma
esta
alhaja como pago
del
favor que me haces hoy.
Nada
valen; yo las hago,
¡yo
las doy!
______________
Dúo de Casilda y Peribáñez “Me guarda la
sombra que dejas aquí….Tu propio albedrío será tu guardián”: (Casilda, Peribáñez)
CASILDA
(Con
emoción profunda, pero contenida, queriendo consolar a Peribáñez)
Me
guarda la sombra
que
dejas aquí,
y
aunque es tu primera salida de casa
después
de la boda, no temas por mí.
Los
días son cortos...
Tres
días, ¿qué son?
¡Verdad
que tres días sin verte a mi lado
serán
en mi alma tres días sin sol!
PERIBAÑEZ
Tu
propio albedrío
será
tu guardián.
¡Los
días son cortos! Los días felices
apenas,
Casilda, se sienten pasar.
¡Qué
tristes, empero,
los
días sin luz!
Y
aquesta salida será noche larga,
si
pienso, alma mía, que no vienes tú.
CASILDA
¡Adiós,
dulce bien!
PERIBAÑEZ
Me
voy, y al salir
ya
pienso en volver.
CASILDA
¡Saberlo,
será
sostén
de
mi voluntad!
¡Tu
vuelta fío mi bien en Dios!
______________
Dúo de Peribáñez y David “¡Malvado!
¡Calma, calma tus iras!....Si mi mujer le obedeció, si su deber sacrificó”: (Peribáñez, David)
PERIBAÑEZ
(Adelantándose,
frenético, a David, de quien le separan Miguel Angel y algunos otros)
¡Malvado!
DAVID
¡Calma
tus iras!
¡Yo
no mentí!
PERIBAÑEZ
Mientes,
deliras,
sueñas
mentiras...
¡Mentiras,
sí!...
DAVID
Repórtate,
villano;
no
olvides que tu señor
es
soberano.
PERIBAÑEZ
¡Es
el tirano!
DAVID
Refrena
tu furor.
PERIBAÑEZ
Lo
matará mi mano
si
mancilló mi honor.
DAVID
Repórtate,
villano.
Tú
no ciñes espada,
ni
en tu plebeya casa de labor
hay
puerta blasonada.
¡Tú
no tienes honor!
PERIBAÑEZ
¡Bellaco!
¡Traidor!
¿Por
qué, lenguaraz,
profanas
mi honor?
DAVID
Hablemos
en paz,
que
yo no soy el burlador
de
tu mujer.
PERIBAÑEZ
¡Te
he de matar!
DAVID
¿Por
qué me culpas
sin
querer
escuchar?
PERIBAÑEZ
Como
un sayón
de
Lucifer
en
casa entraste con argucias estudiadas.
El
corazón
de
mi mujer
estremeciste
con aquellas arracadas.
De
aquel hogar,
que
era apacible y venturoso como un nido...
DAVID
–Mi
acción yo sabré
justificar...–
PERIBAÑEZ
...¿Por
qué te atreves,
¡oh,
alimaña ponzoñosa!,
con
tus artes de raposa
su
ventura a profanar?
DAVID
Era
el señor
de
tu vida y de tu hacienda
quien,
por amor,
me
encargó de aquella ofrenda.
Como
yo, la obediencia
le
debes también.
No
comprendo la demencia
de
hacer frente a tu señor.
¡Si
es suyo tu honor!
PERIBAÑEZ
¡Ah,
maldito,
sucio
reptil!
No
escupas tu baba
de
venenosa
víbora
vil.
¡Ah,
malvado,
ruin
mercader,
que
precio le pones
hasta
al cariño de una mujer!
¡Ah,
vil Judas,
que
vendes el alma
como
intentaste
vender
mi honor!
Merecías
que
te arrancara
la
lengua cobarde,
que
se ensaña
con
mi dolor.
DAVID
(Suplicante)
¡Oyeme!
PERIBAÑEZ
Nunca,
¡no!
DAVID
Te
lo diré.
PERIBAÑEZ
¡Jamás!
DAVID
Tú
debes oír mi voz.
PERIBAÑEZ
¡Atrás!
DAVID
Amigos
hemos de ser.
PERIBAÑEZ
¡Vete
ya!
DAVID
¡Oyeme!
PERIBAÑEZ
¿Qué
me puedes explicar?
DAVID
Algo
que tú debes pensar.
Si
acaso al entrar
de
nuevo en tu casa,
tuvieras
que ver
que
tu mujer
llegó
a pecar...
PERIBAÑEZ
¡No
puede ser!
DAVID
¡Hay
que dudar!
...Si
a tu señor
dióle
su amor,
¿qué
vas a hacer?
PERIBAÑEZ
Si
mi mujer
le
obedeció,
si
su deber
sacrificó
por
la riqueza,
entonces
yo,
que
la adoré
con
una fe
que
no dudó
de
su pureza,
¡la
mataré
sin
vacilar...
aunque
sin ella he de morirme
de
tristeza!
Mas
algo tú
no
has de olvidar:
¡ay,
del infame
que
me labra esta amargura,
porque,
igual que a la perjura,
al
traidor he de matar!
¡Matar!
______________
Canción “La mujer de Peribáñez”, dúo de
Casilda y Peribáñez “Ah! Sosiégate, corazón”: (Olmedo, Peribáñez, Casilda, Don Fadrique, Juana
Antonia, Blasa, Chaparro, Mujeres, Hombres)
OLMEDO
(Dentro)
La
mujer de Peribáñez
hermosa
es a maravilla.
El
comendador de Ocaña
de
amores la requería.
(Peribáñez
va a marchar y se detiene al oír de nuevo la voz)
La
mujer es virtuosa
cuanto
hermosa y cuanto linda.
Mientras
Pedro estaba fuera
de
esta suerte respondía:
“Más
quiero yo a Peribáñez,
con
su capa la pardilla,
que
no a vos, comendador,
con
la vuesa guarnecida.”
PERIBAÑEZ
¡Ah!
Sosiégate,
corazón,
aunque
en canciones
ande
mi honor.
CASILDA
(Dentro,
llamándole)
¡Esposo!
¡Esposo!
(Entra
en escena)
PERIBAÑEZ
¡Casilda!
CASILDA
¡Luz
de mi alma!
PERIBAÑEZ
¿Cómo
estas?
CASILDA
Estoy
sin ti.
Y
al ver que tu compañía
sin
su capitán volvía,
a
buscarte vine aquí.
¡Tardaste!...
PERIBAÑEZ
¡Luz
de mi alma!
CASILDA
¿Por
qué, Pedro?
PERIBAÑEZ
Porque
al ver
una
mujer en mi era,
pensé
que fuera
mi
dulce esposa, mujer.
CASILDA
Poder
saborear
tu
voz, eco de amor,
¡qué
alegría y qué dolor,
si
presto has de partir,
dejando
nuestro hogar
sin
sosiego y sin calor!
¡Maldito
quien nubló
la
dicha de mi hogar,
en
donde yo
quise
encontrar
para
siempre la ventura!
¡Ah,
triste de mí!
Tanto
dolor no merecí.
PERIBAÑEZ
Partir
es mi deber.
CASILDA
¿Quién
nos puede separar?
PERIBAÑEZ
Partir
es merecer
la
alegría de volver.
CASILDA
¡Quién
te viera retornar!
PERIBAÑEZ
¡Volver
a nuestro hogar!
CASILDA
¡Ay,
qué largo padecer!
PERIBAÑEZ
¡Volver
a concertar
tu
reír con mi cantar!
CASILDA
¡Quiera
Dios que pueda ser!
PERIBAÑEZ
¡Te
juro que ha de ser!
CASILDA
¡Quiera
Dios que sea así!
PERIBAÑEZ
No
hay fuerza ni poder
para
estorbar que vuelva a ti,
miel
deliciosa de mi vida.
¡Oh!
¡Yo volveré
para
quererte con más fe!
CASILDA
(Ebria
de amor y de entusiasmo)
¡Dulce
amor, vuelve a mí!
Yo
sabré desde aquí
recordar
el dolor
de
tu partida,
dolorida,
pero ansiosa
de
embriagarme con tu amor.
PERIBAÑEZ
Creo
en ti, dulce bien.
CASILDA
¡Dulce
bien!
PERIBAÑEZ
Al
partir, yo también...
CASILDA
Tú
también...
PERIBAÑEZ
...curaré
del dolor de marchar,
pensando
en la gloria
de
volverte a besar.
CASILDA
No
tardes, luz de mi hogar.
¡Bésame!
¡Bésame
con tus miradas!
PERIBAÑEZ
Pero
di:
¿dónde
están las arracadas
que
te fueron regaladas
la
noche que yo partí?
¿Te
turbas?
CASILDA
Sí.
PERIBAÑEZ
¿Cuándo
vengo
de
tus caricias celoso?
¿Por
qué?
CASILDA
Porque
no las tengo.
PERIBAÑEZ
¡Mujer!...
CASILDA
Escúchame,
esposo.
Nací
labradora y villana,
casé
con villano también,
me
precio de buena cristiana
y
tú eres un hombre de bien.
Si
llevo arracadas de perlas
viviendo
en tu hogar labrador,
que
son, me dirían al verlas,
preseas
más bien de señor.
PERIBAÑEZ
Sí,
mi Casilda, tienes razón;
y
tu cara, que es ramo de flores,
se
engalana con rayos de sol.
CASILDA
Señor,
eres tú, dueño mío;
señor
de tu casa y de mí.
Las
armas de tu señorío
las
veo, señor desde aquí:
campos
floridos, parvas de mies...
Y
amapolas y espigas doradas
son
las galas que yo ostentaré.
PERIBAÑEZ
Creo
en ti, dulce bien.
CASILDA
¡Dulce
bien!
PERIBAÑEZ
De
tu honor no dudé.
CASILDA
Soy
feliz al saber...
PERIBAÑEZ
¡Ah!
¡Ven a mí, dulce bien!
CASILDA
...Que
en tus recuerdos no te llevas
PERIBAÑEZ
¡ni
una sombra!...
CASILDA
...¡Ni
una espina!
PERIBAÑEZ
¡Creo
en ti!
CASILDA
¡Bésame!
PERIBAÑEZ
¡Ven
a mí!
(Se
besan apasionadamente)
CASILDA
¡Ah,
soy feliz al saber
que
es mi amor
tu
sostén!
¡Alma
mía,
con
ansia te espero aquí;
fía
en mí
PERIBAÑEZ
¡Ah,
soy feliz al pensar
que
me espera mi mujer
con
ansiedad!
¡Ah!
Casilda,
mi
pensamiento vive en paz.
CASILDA
La
hora ya llegó.
PERIBAÑEZ
¡Qué
pronto llegó la hora!
CASILDA
Partir
es menester.
PERIBAÑEZ
¡Partir
muy lejos, esposa!
(Suenan
tambores lejanos, que van acercándose)
¡Malhayan
los tambores,
que
me llaman estando en tus brazos
y
oyendo tu voz!
CASILDA
¡Adiós,
mi bien, adiós!
PERIBAÑEZ
Señor,
pediros querría
una
cosa desusada.
DON
FADRIQUE
Decid
a ver.
PERIBAÑEZ
Que
la espada
me
ciña su señoría.
CASILDA
¿Para
qué tal ceremonia?
DON
FADRIQUE
Tiene
razón, a fe mía,
y
con ello testimonia
saber
de caballería.
(Don
Fadrique se desciñe su propia espada)
CASILDA
Esposo:
¿no te basta
el
hierro de tu arado
y,
aunque de humilde casta,
haber
vivido honrado?
PERIBAÑEZ
Esposa:
el ser honrado
de
nada me ha valido,
porque
es el honor dado
mejor
que el merecido.
CASILDA
(Aparte)
No
sé qué pesadumbre
se
advierte en su mirada.
Sus
ojos echan lumbre,
su
voz está velada.
CORO
Honrado
Peribáñez:
agora
vas a ser
soldado
y caballero
del
rey.
PERIBAÑEZ
Hincáos
de rodillas,
igual
que lo hago yo,
y
oíd de don Fadrique
la
voz.
(Todos,
menos Don Fadrique y las Mujeres, se arrodillan con una sola pierna)
DON
FADRIQUE
Eres
por mi mano
caballero
desde hoy,
y mi
propia espada
para
serlo te doy.
(Entregándosela)
Mira
bien,
que
no fue rendida jamás,
que
honrada
por
mi mano te la entrego.
Con
tu honor agora guardarás
mi
propio honor.
PERIBAÑEZ
Señor:
he
sido labrador;
jamás
turbó mi pecho
la
sombra de un mal hecho
ni
el grito de un rencor;
al
ser
honrado,
es menester
que
siendo honrado siga
y
nada el mundo diga
de
mí y de mi mujer.
(Van
levantándose todos poco a poco)
(Concertante)
CASILDA
(Aparte)
Por
el tono de su voz,
no
me cabe duda ya
de
que teme por su honor.
JUANA
ANTONIA
(Aparte)
Alguien
hubo de decir
todo
aquello que pasó.
BLASA
(Aparte)
Yo
no sé por qué
metió
en el lance a su mujer.
DON
FADRIQUE
(A
Roque)
Me
pareció
que
Peribáñez
con
los ojos
me
acusó.
MIGUEL
ANGEL
(Aparte)
Si
recela el amo,
¿qué
nos va a pasar?
¡No
quiero pensar!
ROQUE
(A
Don Fadrique)
Alguien
le ha contado
lo
que sucedió;
pero
juro
que
no fui yo.
CHAPARRO
(Aparte)
O
se lo contaron
o
lo adivinó.
¿Quién
le ha dicho
lo
que pasó?
OLMEDO
(Aparte)
Desde
aquí mi copla
tuvo
que escuchar.
¡Malhaya
el cantar!
PERIBAÑEZ
(Aparte)
Ya
comprendió
que
su maldad
conozco
yo.
CORO
Veo
en su mirada
fuego
de pasión.
Veo
en su mirada
que
conoce la traición.
DON
FADRIQUE
(Aparte)
¡Ay,
de mi amor!
PERIBAÑEZ
(Aparte)
¡Amor
de mi vida!
CASILDA
(Aparte)
¡Por
qué la llama fui
de
su pasión!
DON
FADRIQUE
(Aparte)
¡Por
qué sin vida está
mi
corazón!
JUANA
ANTONIA
(Aparte)
¡Qué
desazón!
BLASA
(Aparte)
¡Qué
sinrazón!
CORO
(Unos
a otros)
¡Malhaya
el señor!
CASILDA
(Aparte)
¡Maldita
hermosura
que
vio en la villana!
¿Por
qué nacería
graciosa
de cara?
¡Ay,
si cegara!
¡Ay!
¡Cómo
pensar que una labriega
deslumbrara
al señor!
¡Ay,
la fiebre ciega
de
los sueños de amor!
JUANA
ANTONIA
(Aparte)
El
ama es tan bella,
que
no es maravilla
que
amor insensato
despierte
en un día.
¡Ay,
madre mía!
¡Ay!
¡Líbreme
Dios Omnipotente
de
gustar al señor!
Nadie
estamos libres
de
un capricho de amor.
DON
FADRIQUE
(Aparte)
¡Ay
de mí,
si
su amor
no
encendí
y
avivo su rencor!
¡Cómo
pensar que una labriega
desdeñara
a un señor!
¡Ay,
la fiebre ciega
de
los sueños de amor!
PERIBAÑEZ
(Aparte)
¡Oh,
juventud
de
labrador,
sin
conocer
el
amargor
del
amor!
¡Oh,
juventud!
¡Oh,
tiempo aquel en que vivía
con
la salud
y
alegría,
que
me ha robado esta inquietud!
MUJER
y HOMBRE
¡Ay!
¡Cómo
pensar que una labriega
deslumbrara
al señor!
¡Ay,
la fiebre ciega
de
los sueños de amor!
DON
FADRIQUE
(A
los Ballesteros)
Capitán
tiene
desde agora esta grey;
su
espada
desde
agora es vuestra guía.
Por
voluntad del propio Rey
es
capitán.
CASILDA
(Dirigiéndose
a Peribáñez)
¡Capitán
es mi esposo, del Rey!
¡Qué
pesadumbre
me
causa ese honor!
Dura
ley
me
obliga a vivir sin amor.
Piensa
en mí
con
afán.
¡Y
adiós, capitán!
PERIBAÑEZ
¡Ay,
Casilda, no sé
lo
que pasa por mí!
¡Es
la voz del deber militar!
Tengo
sed
de
luchar:
¡morir
o matar!
DON
FADRIQUE
(Aparte)
Por
el amor
cualquier
pecado
se
puede absolver.
El
honor
de
nadie quisiera ofender.
y
si fui
pecador,
pequé
por amor.
MUJERES
(A
ellos)
¡Qué
gran pesar!
¡Qué
gran dolor!
Tu
larga ausencia
me
obliga a vivir sin amor.
HOMBRES
(A
ellas)
¡Qué
gran placer!
¡Qué
gran honor!
Ya
verás, mujer,
que
vives muy bien sin amor.
Y
al volver,
para
acá,
mejor
te sabrá.
DON
FADRIQUE
Ya
podéis partir;
a
Toledo marchad,
y
ante el trono del Rey
las
frentes inclinad.
PERIBAÑEZ
(Avanzando
solemnemente ante Don Fadrique)
Oíd,
señor.
Me
hiciste caballero
y,
a fuer de hidalgo,
quiéroos
decir,
con
ruda claridad,
mi
anhelo y mis sentir.
DON
FADRIQUE
¡Ya
tardas en hablar!
(Le
invita, en efecto, a hablar, con un gesto. Hay un movimiento de expectación en
todos)
PERIBAÑEZ
Yo
dejo por vos
mi
casa y mujer,
recién
desposado.
Remito
las dos
a
vuestro cuidado.
Y
espero, señor
que
vos me guardéis
la
prenda que quiero.
Lo
que es el honor
de
sobra sabéis,
pues
sois caballero.
(Cogiendo
a Casilda por una mano y acercándosela al Comendador)
Esta
es, señor, la joya de mi joyero
que,
en lealtad, con la mía, no más compite.
Si
tú el honor me has dado de caballero,
ya
sabes lo que roba quien me lo quite.
CASILDA
Mi
lealtad de esposa
yo
te la fío.
DON
FADRIQUE
Soy
de tu honor escudo
como
del mío.
TODOS
menos CASILDA, DON FADRIQUE y PERIBAÑEZ
(Aparte)
Su
acento al escucharle,
me
daba frío.
CASILDA
Siento
que, por instantes,
me
falta el brío.
DON
FADRIQUE
(Aparte)
¡Su
idea bien comprendí!
PERIBAÑEZ
(A
Don Fadrique)
En
esta leal promesa
que
aquí me hacéis, confío.
En
honor me aleccionáis
y
me hacéis igual que vos.
Ved,
pues, cómo la guardáis,
¡que
he de volver, vive Dios!
DON
FADRIQUE
¡Ay,
del que atente a tu honor,
que
desde agora es el mío!
PERIBAÑEZ
Voyme
tranquilo, señor,
y
en tu palabra confío.
CASILDA
Te
ha de bastar con la mía,
que
no dará nunca en tierra.
PERIBAÑEZ
¡Basta,
mujer!
(A
los Labradores)
Compañía:
saldremos
para la guerra
apenas
decline el día.
(Tomando
la bandera de la encomienda de Ocaña, que ha traído uno de los futuros soldados)
DON
FADRIQUE
¡A
la guerra, ballesteros,
por
Castilla y por el Rey!
HOMBRES
¡En
la guerra triunfaremos!
En
la guerra
bravamente
lucharemos
por
Castilla y por el Rey.
¡Adiós!
A
la guerra voy
con
ardiente fe
y,
si quiere Dios,
pronto
volveré.
En
la guerra
lucharéis
los ballesteros
MUJERES,
JUANA ANTONIA y BLASA
por
Castilla y por el Rey.
¡Adiós!
A
la guerra tú
qué
contento vas;
pero
sabe Dios
si
no volverás.
______________
Romanza de Casilda “¡Se fue! ¡Se fue!”,
dúo de Casilda y Don Fadrique “¡Casilda! ¡Señor!” y llegada de Peribáñez “¡De
nuevo mis pasos me vuelven aquí!”: (Casilda,
Don Fradique, Peribáñez)
CASILDA
Se
fue... ¡Se fue!...
El
alma mía
va
con él.
(Reaviva
la lámpara, la hace subir, dejándola en su sitio)
La
amarga soledad
testigo
de mi dolor
será.
(Se
dirige al fondo, mirando la lejanía, y exclama:)
¡Ay
de mí!
(Viniendo
a primer término)
Quisiera
que en mi pecho
se
escondiese mi dolor;
mas,
¡ay!, que mis suspiros
van
en busca de mi amor.
Suspiros
de mi alma,
volad
para decirle
que
sólo pienso en él.
¡Ay,
del amor mío!
¡Quizás
para siempre se fue!
(Suenan
muy lejos los tambores de los Soldados y los acentos del rataplán. Casilda se
siente desfallecer y llora. Después cae de rodillas ante la Virgen y canta:)
Virgen
santa, bendita;
dulce
amparo del triste:
sé
luz en mis ojos,
como
siempre lo fuiste.
Por
la fe que me alienta
y
el amor que me guía,
¡escucha
el lamento
de
mi voz, Virgen mía!
En
mi senda de zarzas
pon
camino de flores.
¡Dame
temple de acero
contra
vanos temores!
Ve
que a solas, ¡oh, Virgen!,
mi
plegaria te envío.
Tú
no me abandones,
¡porque
a ti me confío!
A
un alma que implora
no
le niegues,
¡Oh,
Señora!,
tu
amor
protector.
(Durante
la anterior plegaria, cuando Casilda dice:“Dame temple de acero contra vanos temores”,
aparece por el foro Don Fadrique, que avanza sin ser visto ni oído por ella y
la contempla embebecido. Cuando Casilda termina y se levanta, Don Fadrique
avanza hacia ella y dice amorosamente:)
DON
FADRIQUE
¡Casilda!...
CASILDA
(Retrocediendo
asustada y con un grito)
¡Señor!
DON
FADRIQUE
(Más
fuerte, pero con dulzura)
¡Señora!
CASILDA
(Humilde
y pianísimo)
¡Señor!...
DON
FADRIQUE
¿Por
qué os asusta mi presencia?
(Acercándose
a ella)
Quisiera
que en mi pecho
vieses
toda mi pasión.
CASILDA
¡Virgen,
socórreme!
¡Virgen,
ampárame!
DON
FADRIQUE
Que
oyeses los latidos
de
mi pobre corazón.
CASILDA
¡Virgen,
auxíliame!
¡Oh,
Virgen, sálvame!
DON
FADRIQUE
Latidos
de mi alma
que
tiembla, conmovida
por
verse junto a ti.
¡Ay,
del amor mío!
¡Por
qué no ha de hacerme feliz!
CASILDA
¡Ah!...
¿No teméis
que
Dios maldiga vuestro nombre?
DON
FADRIQUE
Nada
temo.
CASILDA
¿Qué
pretendéis
con
acción tan torpe?
DON
FADRIQUE
Respirar
tu
mismo aliento.
CASILDA
¡No
busquéis, señor,
lo
que no puede ser vuestro!
DON
FADRIQUE
(Apasionadamente)
¡Ten
piedad del amor mío!
CASILDA
¡No
sigáis, que yo no he de oíros!
DON
FADRIQUE
¡Oh,
cruel villana, mírate en mí!
CASILDA
¡Jamás
sospeché
que
los caballeros cegaran así!
DON
FADRIQUE
(Insinuante
y sombrío)
Mas,
¿cómo domar
la
fiebre de amor
que
abrasa mi vida?
Me
hirieron tus ojos
y
aún llevo en el pecho
sangrando
la herida.
Si
tú la restañas,
¡amor
y riquezas
para
ti serán!
CASILDA
(Con
acento desesperado)
¡Señor!
¡Callad! ¡Callad!
Si
llenarais mis campos
de
doradas espigas,
y
alfombraseis con oro
mi
labriega cocina
y
volvieseis a hablarme
con
amantes palabras,
¡vuestras
torpes promesas
no
escuchara!
DON
FADRIQUE
¡No
colmes, Casilda,
mi
cáliz de hiel,
ni
me tortures inclemente!
(Aparte)
¡Nunca
vi tan insensata altivez!
CASILDA
Si,
en nobleza, tuvieseis
la
del rey de Castilla,
y
diademas reales
me
ofrecieseis por mías,
la
nobleza y las joyas
fueran
dádivas vanas
¡y
el amor de mi pecho
yo
os negara!
DON
FADRIQUE
(Perdiendo
la paciencia)
No
quieras perderte,
¡porque
mi amor es tan inmenso
que
irá contigo hasta la muerte!
CASILDA
(Desesperada)
¡Callad,
señor, por caridad!
Si
me ataran las manos
a
una fuerte columna
y
sintiera mi frente
coronada
de espinas,
si
azotaran mi cuerpo
y
en la cruz me clavasen,
¡con
cariño mis ojos
no
os mirasen!
DON
FADRIQUE
(Cambiando
de actitud y arrodillándose ante ella)
¡Oh,
mujer!
¡Oyeme!
¡Mírame!
¡Mírame
a tus pies!
¡Tendré
para ti
sublimes
ternuras
que
te harán feliz!
De
tu amor seré un esclavo,
¡porque
no puedo sin él vivir!
(Ante
la obstinada actitud de ella)
¡Sálvame!
Que
mi razón delira.
¡Tiéndeme
tu
mano generosa!
(Se
levanta y deja, sin advertirlo, en el suelo la capa que traía del brazo)
Ve
que ante mí
abismo
fatal se abrió;
¡y
en tu mano está,
Casilda,
mi salvación!
CASILDA
(Asustada,
al ver que Don Fadrique vuelve a avanzar hacia ella)
¡Oh,
señor, jamás!
¡Por
Dios, no deis un paso más!
DON
FADRIQUE
(Sin
hacerla caso)
Por
última vez
escucha
el ruego de mi amor.
CASILDA
(Enérgicamente)
¡Oh,
jamás, señor!
¡Atrás!
¡Sois
enviado de Satanás!
DON
FADRIQUE
Si
la gloria me das
me
arrancarás
de
Lucifer,
y
así me redimirás.
CASILDA
(Señalando
el portalón)
¡Presto
salid de la casa
que
profanáis!
DON
FADRIQUE
(Airado
y altivo)
Si
no te ablandaron
mis
quejas y ruegos,
¡tendrás
que ser prenda
del
comendador!
CASILDA
Ni
viva ni muerta
daré
el alma mía,
¡que
es sólo del dueño
de
mi corazón!
(Don
Fadrique ha quedado un poco lejos de Casilda. Y ésta aprovecha la circunstancia
para correr hacia su casa, entrarse en ella y cerrar la puerta. Don Fadrique,
al darse cuenta, corre tras ella; pero ya es tarde. Entonces, dice con despecho:)
DON
FADRIQUE
¡Ah,
villana orgullosa,
que
me cierras la puerta!
Algún
día mi amor vendrá a ti.
Tu
ventana me deja libre
el
paso, para que acaso
me
quieras más.
(Se
dirige a la ventana; pero se detiene un momento indeciso antes de entrar en la
casa, y canta lo siguiente:)
¡Oh,
mujer!
Tú
misma lo has querido.
La
altivez
tu
perdición ha sido.
Aspirarás
las
flores de mi pasión.
Y
por fin, mujer,
mi
corazón
podrás
conocer.
(Mutis
de Don Fadrique por la ventana. Pausa. Peribáñez aparece por el fondo)
PERIBAÑEZ
¡De
nuevo mis pasos
me
vuelven aquí!
La
duda y los celos
claváronse
en mí.
Silencio...
Quietud...
(Al
ver la capa que Don Fadrique dejó caída en el suelo)
¡Qué
es esto, gran Dios!
¡Su
capa! ¡La capa
del
comendador!
¡y
aquella ventana...!
¡Sin
luz! ¡Maldición!
(Intenta
forzar la puerta)
¡Casilda
me vende!
CASILDA
(Dentro)
¡Socorro!...
¡Favor!
PERIBAÑEZ
¡Casilda!
¡Amor mío!
(Coge
del rincón del fondo la reja de un arado y a golpes, salta la puerta)
¡Casilda!
¡Soy yo!
¡Soy
yo! ¡Soy yo!
(Desenvaina
la espada y entra en la casa arrollador)
______________
Jota castellana “Vengo de despedida, mi
vida”: (Labriegos)
LABRIEGOS
Vengo
de despedida,
mi
vida;
¡mira
qué dolor!
Voy
a matar al moro,
tesoro...
¡mira
qué valor!
Mi
despedida toma,
paloma,
palomita
blanca.
Ya
me traerá la nube,
querube,
que
de ti me arranca.
No
sientas desconsuelo,
mi
cielo,
porque
soy soldado;
pues
antes que otra cosa,
preciosa,
soy
enamorado.
______________
Romanza del perdón “Señor, aunque
villano tengo sangre cristiana” y final “¡Villano: te perdono! ¡Viva el Rey!”: (Peribáñez, Casilda, Rey, Ballesteros)
PERIBAÑEZ
¡Señor!
CORO
¡Quién
osa acercarse
con
bríos al Rey!
CASILDA
¡Piedad!
REY
¿Quién
sois?
PERIBAÑEZ
Dos
villanos
que
te han menester.
CORO
Pararon
el curso
de
la procesión.
PERIBAÑEZ
¡Lo
mismo parara
la
marcha del sol!
¡Yo
fui el asesino
del
comendador!
REY
¡Prendedle!
CORO
(Pretendiendo
arrojarse sobre él)
¡Que
muera!
CASILDA
¡Piedad!
BALLESTEROS
¡Compasión!
REY
¡Prendedles!
CORO
¡Matadlos!
BALLESTEROS
¡Oídle,
señor!
REY
¿Por
qué mis soldados
desoyen
mi voz?
PERIBAÑEZ
¡Señor,
porque todos
me
dan su perdón!
BALLESTEROS
Porque
es Peribáñez.
¡Oídle,
señor!
(El
Rey con un ademán le da la venia)
PERIBAÑEZ
Señor,
aunque villano,
tengo
sangre cristiana
y
aunque humilde y labriego
llevé
una vida honrada,
y
casé con mujer honrada y buena
aunque
también villana.
Don
Fadrique era mozo
y
al verla dio en amarla;
por
manos de tercero
regalos
la enviaba
y,
ausente yo, buscando a mi Casilda
de
noche entró en mi casa.
Como
ella es virtuosa,
no
prosperó su traza.
Me
quiso hacer soldado
y
me ciñó esta espada,
para
que con aquestos ballesteros
saliera
yo de Ocaña.
Salí,
pero pensando
que
la ocasión buscaba
para
pisar mi honra,
volví
de noche a casa.
Allí
encontré a mi pobre
mujer
acorralada,
como
cordera simple
del
lobo entre las garras.
Llegué,
le vi, ¡mis ojos
le
vieron!, y esta espada
que
él me diera, señor, para servirte,
se
la hundí en las entrañas.
(Entrega
al Rey la espada)
¡Ah,
cómo dejó entonces
a
la cordera blanca!
Señor,
si mi cabeza
ha
sido pregonada
para
que la justicia
se
pueda hacer, tomadla.
Y
dad los mil escudos
a
esta pobre villana...
Es
mi mujer... La quise,
señor,
con vida y alma.
hacedle
la merced, cuando yo muera,
de
vuestra protección.
¡Para
mí la justicia
y
para ella el perdón!
(Se
arrodillan, ante el Rey, Peribáñez y Casilda)
CASILDA
¡Piedad!
¡Piedad!
TODOS
¡Perdón!
BALLESTEROS
Te
dice la verdad.
Es
un hombre de bien.
TODOS
¡Piedad,
señor, piedad!
REY
¡También
los villanos
entienden
de honor!
TODOS
¡También
los humildes
defienden
su amor!
REY
¡Villano:
te perdono!
TODOS
¡Viva
el Rey!
REY
La
gracia que me pides
justicia
ha sido en ley.
(Devolviéndole
la espada)
Y
quiero que ese acero
que
yo otra vez te doy,
en
defender tu honor y el de mis armas
lo
emplees desde hoy.
PERIBAÑEZ
(Levantándose)
¡Señor!
CASILDA
(Lo
mismo)
¡Señor!
TODOS
Enrique
el justiciero
le
otorga su perdón.
REY
Ya
puede
seguir
la procesión.
(Se
reanuda la marcha de la procesión y va cayendo el telón lentamente. Peribáñez
se aparta a la izquierda, amparando a Casilda. Al aparecer la imagen de la
Virgen, los Hombres se arrodillan y las Mujeres le arrojan flores)
FIN
Información
obtenida en la Página Web http://lazarzuela.webcindario.com/
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