El Asombro de Damasco (Libreto)



EL ASOMBRO DE DAMASCO



Zarzuela en dos actos.

Inspirada en un cuento de Las mil y una noches. Libreto de Antonio Paso y Joaquín Abati.

Música de Pablo Luna.

Entrenada en el Teatro de Apolo el 20 de septiembre de 1916.


REPARTO (Estreno)

Zobeida - Rosario Leonís.

Fahima – Julia Castrillo.

Zahara / Almea 1ª – Encarnación Fuentes.

Abriza - Teresa Saavedra.

Mirta – Srta. Girona.

Ben-Ibhen – Casimiro Ortas hijo.

Alí-Mon - Patricio León.

Nhuredin – Francisco Meana.

Derviche 1º - Carlos Rufart.

Derviche 2º - Sr. Beltrán.

Moselín – A. Moreno.

Amarus – Sr. Paisano.

Un hombre del pueblo – Sr. Llayna.

Las cantadoras de Palmira las representaron todas las segundas tiples del Teatro.
Almeas, hombres y mujeres del pueblo, soldados, esclavos y coro general.

Acción en Damasco (Turquía Asiática), bajo el califato de Soleiman.

Derecha e Izquierda, las del actor.


ACTO PRIMERO

Decoración: La escena representa una plaza pública en la ciudad de Damasco. (Siria. Turquía asiática) Decoración a todo loro. En primer término izquierda, la tienda de Ben-Ibhen; tienda oriental, con puerta practicable, de drogas, medicamentos, pomadas, ungüentos, etc. En primer término derecha, la tienda de Fahima; idem de perfumes, esencias, etc. El resto de la decoración a gusto del pintor. Son las primeras horas de la mañana.


ESCENA PRIMERA

Fahima, subida en un taburete a la puerta de su tienda, rodeada de Abriza, Mirta y Coro de Señoras, todas vestidas a la oriental. Ben-Ibhen, subido en otro taburete, a la puerta de la suya, rodeado de Hombres, de la ciudad. Entre estos, hay alguno manco, otro cojo, otro la cabeza vendada, etc.

(Música)

(A telón corrido, se oye una voz dentro que suena lejana)

FAHIMA
Ya el sol, por el Oriente
su luz asoma.
Coronado de fuego,
ya luce el día.
No te olvides, creyente,
de que es Mahoma,
quien las primeras luces
del alba envía.

(Se alza el telón)

ELLAS
(A Fahima)
Atiéndeme.
Despáchame,
que antes que nadie
yo llegué.

ELLOS
(A Ben-Ibhen)
Danos pronto algo
y no te hagas rogar.
Tú, que eres un sabio
alivia nuestro mal.
Anda, pronto; venga
que no podemos esperar.

BEN-IBHEN
¡Alto!
Dejad ya de gritar
y atentos escuchad
lo que mis drogas mágicas
pueden curar.

(Baja del taburete)

TODOS
Dejemos de gritar,
etc., etc.

BEN-IBHEN
(Anunciando)
No hay dolor que se resista
a mis célebres unturas.
¡Para mí, no hay hemorragias!
¡Para mí, no hay calenturas!
A mis sabios elixires
y a mi mágica pomada,
nada existe que le iguale.
¡Nada! ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada!
Los que sufrís,
los que vivís
minado todo
vuestro organismo,
ya lo sabéis:
es que queréis,
o últimamente
que os da lo mismo.

ELLOS
Yo quiero pomada.
Yo quiero un ungüento.

BEN-IBHEN
Pedid, que a serviros
voy al momento.

(Despachando a unos y a otros y entrando en su tienda de vez en cuando, para sacar algún específico que entrega al comprador)

ELLOS
¡Por Alah!
¡Pronto! ¡Acaba ya!
Dame al punto ese elixir
que me vuelva la alegría,
que estoy sufriendo
desde hace días.
Dame pronto ese elixir
que me calme mi dolor.
¡No tardes, por favor!

FAHIMA
Yo vendo los perfumes
mejores de Damasco;
yo soy la proveedora
de esencias, del Cadí;
yo tengo escamonea,
la mirra del Arabia,
incienso y cinamomo,
el cedro y el benjuí.

(Baja del taburete)

ELLAS
(Rodeándola)
Quiero una esencia que traiga al hombre
por el que lloro noches y días,
Quiero una esencia que me devuelva
con mis amores, mis alegrías.

FAHIMA
Esa esencia cuesta cara
y escasea.

ELLAS
La queremos y pagamos
lo que sea.

FAHIMA
Yo he descubierto un perfume
que despierta los sentidos,
y estimula los deseos
adormidos.
Yo he descubierto una esencia
que el que la aspira, te besa
y te deja entre los labios
el sabor de una promesa.

TODAS
Es una esencia maravillosa
que a los amantes hace celosos;
es un perfume que al aspirarlo
brota en suspiros voluptuosos.
Cuantas llevaron ese perfume,
en los amores siempre triunfaron
y a sus amantes rendidos miran
las que esa esencia de aquí llevaron.
¡Mágica esencia
que Alah nos hizo,
y en ella puso
todo su hechizo!
¡Qué es como un sueño!
¡Como la brisa!
¡Como el encanto
de una sonrisa!

(Hablado)

UNO
¡Por Alah, gran médico, dame a mí una pomada que me quite este picor que siento en todo el cuerpo!

BEN-IBHEN
Ahí va. (Le entrega un tarro) Untándote dos veces al día y rascándote de cuando en cuando suavemente, verás cómo sientes alivio.

UNO
¡Qué Mahoma te lo premie! ¿Qué debo darte?

BEN-IBHEN
Un dinar.

UNO
¿Y si no lo tuviese?

BEN-IBHEN
 (Quitándole rápidamente el tarro) Entonces, te rascas nada más.

UNO
Sigues tan tirano como siempre y tan avaricioso. Toma. (Le entrega una moneda y recoge el frasco) ¡y Alah te guarde!

BEN-IBHEN
(Embolsándose el dinero) Y a ti te alivie. (Sigue despachando sus drogas y los compradores van haciendo mutis por distintos lados)

FAHIMA
(A las de su grupo) Conque, ya lo sabéis: dos gotas en el pelo y otras dos en el nacimiento del pecho, basta para que logréis vuestro sueño.

ABRIZA
¡Ah, Fahima, como sea cierto, pediremos al Profeta en nuestras oraciones que derrame sobre ti toda su gracia!

FAHIMA
No olvidéis que si mucho hace el perfume, vosotras tenéis que ayudarle con vuestra coquetería.

MIRTA
Por eso no ha de quedar.

FAHIMA
Entonces, vuestro será el triunfo.

ABRIZA
¡Que Alah te guarde!

FAHIMA
¡E1 sea con vosotras! (Saludo en general. Bis en la orquesta y hacen mutis por distintos sitios, quedando solos en escena Fahima y Ben-Ibhen, que guardan sus respectivas banquetas)


ESCENA II

Fahima y Ben-Ibhen.

BEN-IBHEN
¿Cómo van esos perfumes, amiga Fahima?

FAHIMA
No tan bien como tus drogas, amigo Ben-Ibhen.

BEN-IBHEN
¡Mis drogas! Parece que las tratas así con cierto desprecio. Y, sin embargo, de tierras lejanas llegan los hijos del Profeta a comprarlas. ¡Algo tendrán cuando tanto las buscan!

FAHIMA
También buscan mis perfumes mujeres de Bagdad y de Mosul, y si es de aquí no hablemos Damasco entero no prefiere otra tienda que la mía. ¡Y hasta el Cadí y el gran Visir de ella se surten!

BEN-IBHEN
Lo sé, lo sé. Y creo recordar que alguna vez nuestro Califa Soleiman, pidió que le enviasen la esencia de Cedro, que sólo tú posees.

FAHIMA
Puedes asegurarlo; el Califa me ha honrado aceptándola. ¡Gran hombre es nuestro Califa!

BEN-IBHEN
Dicen que para mejor gobernar, Soleiman suele a veces visitar, disfrazado, las tierras de su Califato.

FAHIMA
Así debieran hacer todos los príncipes.

BEN-IBHEN
Por mí, bien sabe el Profeta, que aparte de gustarme un poco las hijas de Soleiman, no tengo por qué temer la visita de nuestro señor. La ciencia, y alguna que otra vez el amor, ocupan todos los momentos de mi vida.

FAHIMA
Pero, ¿a tu edad aún piensas en las mujeres?

BEN-IBHEN
¿Y qué le voy a hacer? ¡Debilidades! Yo creo que el mérito más grande de Mahoma es el haber fundado un Paraíso mujeril en el cual nos espera. No sé cómo admirarle mas, si como Profeta o como coleccionista de muchachas guapas.

FAHIMA
(Riendo) Como coleccionista, seguramente.

BEN-IBHEN
Es probable. En fin, voy a mi trabajo. (Entra en su tienda)


ESCENA III

Fahima, Derviches l º y 2° salen fondo derecha. Después, y por el fondo izquierda, Zobeida; traje rico; y, como es natural, cubierto el rostro con el velo, a la usanza oriental.

DERVICHE l º
(Acercándose a Fahima) ¡Que Alah te guarde! Venimos de una larga peregrinación, cansados están nuestros cuerpos, y te pedimos que nos dejes reposar en ese banco. (Por uno que habrá a la puerta de la tienda)

FAHIMA
No sólo descanso, sino comida y bebida os ofrezco, santos Derviches.

DERVICHE 2 °
Reposo hemos de menester tan solo, que el ayuno es buen amigo nuestro.

FAHIMA
Como queráis. (Se sientan en el sitio indicado)

ZOBEIDA
(Sale muy agitada, se acerca a Fahima, y al llegar a su lado, descubre el rostro)
¡Fahima! ¡Mi buena Fahima!

FAHIMA
(Con sorpresa) ¡Zobeida! ¿Cómo tú en Damasco?

ZOBEIDA
¿Te extraña, verdad? Pues mayor será tu asombro cuando sepas que vengo sola.

FAHIMA
¡Que el Profeta me valga! ¿No viene contigo tu marido, el buen Omar?

ZOBEIDA
No; Omar está enfermo.

FAHIMA
¿Grave?

ZOBEIDA
No; más difícil que recobrar la salud, ha de serle rehacer su fortuna perdida.

FAHIMA
¿Qué dices?

ZOBEIDA
Sí, Fahima; nosotros, los más ricos comerciantes de Mosul, estamos hoy en la ruina. Un mal negocio se lo ha llevado todo. Ayer, Omar, me dijo: «Hace tiempo presté a un médico de Damasco, llamado Ben-Ibhen, mil dinares de oro. No tengo documento, ni siquiera testigos, pero es buena persona. Corre a Damasco y si está en disposición de devolverte esa suma, quizá con ella podamos salvarnos.»

FAHIMA
(Indicando la tienda de Ben-Ibhen) Precisamente esa es su tienda, y en cuanto a devolverte los mil dinares, fortuna sobrada tiene para ello.

ZOBEIDA
¡Alah lo permita, para que pueda llevarle esa alegría a Omar.

DERVICHE 1 °
(A su acompañante, en voz alta) ¡Hermosa es la vendedora de Mosul.

DERVICHE 2 º
¡De una belleza que maravilla!

ZOBEIDA
(Cubriéndose con el velo) ¿Quiénes son esas gentes?

FAHIMA
Dos Derviches, que vienen de la Meca.

ZOBEIDA
¡Ah!... ¡Dos santos!

FAHIMA
(A ellos) Insisto en ofreceros algún alimento, buenos Derviches Tasad a la tienda. Me daréis una gran alegría aceptando cualquier cosa.

DERVICHE 1 º
Sea, puesto que lo quieres. (Se disponen a entrar)

FAHIMA
(Viendo salir al Doctor) Mira: ahí sale Ben-Ibhen; ésta es la ocasión.

ZOBEIDA
Sí, pero no me dejes; yo sola no me atrevería.

FAHIMA
Bien, (A los Derviches) Entro al instante.

(Ellos entran en la tienda y Fahima avanza al encuentro del médico)


ESCENA IV

Zobeida, Fahima y Ben-Ibhen.

FAHIMA
Me alegro que salgas, vecino.

BEN-IBHEN
¿Querías algo de mí?

FAHIMA
Quería... hablarte de un asunto... ¿Te acuerdas de Omar, un rico comerciante de Mosul?

BEN-IBHEN
Y tanto que me acuerdo. Llegó a mi noticia que se había casado y que sus negocios prosperaban de día en día.

FAHIMA
Lo primero es cierto y ésta es su mujer… (Señalándola)

BEN-IBHEN
(Viéndola cubierta) ¡Recatada, como una virgen del Profeta!

FAHIMA
En cuanto a lo segundo, te han engañado. Omar ha perdido toda su fortuna.

BEN-IBHEN
¡Es posible!

ZOBEIDA
Desgraciadamente, lo es; está enfermo.

BEN-IBHEN
¿Y necesita de mi ciencia ..?

ZOBEIDA
Por el momento, sólo necesita que recuerdes que un día te prestó mil dinares de oro.

BEN-IBHEN
Verdad es. No existe ningún documento que lo pruebe, pero es verdad.

ZOBEIDA
Y si pudieras devolvérmelos mitigarías en gran parte la desgracia que nos aflige.

BEN-IBHEN
¡Claro que puedo! Y además, me complace devolverlo en ocasión que le salva de un compromiso Ahora mismo voy... (Se dirige a la tienda y antes de entrar, vuelve y dice;) Pero… ¿quién me asegura que ésta es la mujer de Omar?

FAHIMA
Yo.

BEN-IBHEN
¡Hum!... (Desconfiando un poco) No dudo de tu testimonio, pero... si al menos se dejase ver la cara... Que yo conozca a quien entrego... Mil dinares es una cantidad respetable.

ZOBEIDA
(Después de vacilar un momento) Tienes razón. (Pasa a su lado y se descubre) Mira.

BEN-IBHEN
(Asombrado de la hermosura) ¡Re... Mahoma! ¡Qué asombro de hija del profeta!

ZOBEIDA
Yo soy Zobeida; esposa de Omar.

BEN-IBHEN
Tú eres una fantasía berebere que... (¡Calma, Ben-Ibhen, calma!)

ZOBEIDA
¿Qué piensas?

BEN-IBHEN
Pienso que a mí el Korán me ordena que pague lo que deba, pero .. ¡Aquí quisiera yo ver al distinguido autor del Korán!

FAHIMA
¡Cómo! ¿Qué dices?

BEN-IBHEN
Perdóname, pero tu asombrosa hermosura me ha dejado casi paralítico. .Ni sé lo que hago, ni lo que digo, ni lo que pienso. . Es decir, lo que pienso, sí; ahora, que es una barbaridad.

ZOBEIDA
¿Eh?

BEN-IBHEN
(Acercándose a ella amorosamente) Sí, Zobeida; la flor del granado es menos roja que tus labios; el fruto que da la higuera es menos dulce que...

ZOBEIDA
(¡Está loco!)

BEN-IBHEN
Que. ¡Anda, ya no sé lo que iba a decir! ¿Dónde estaba? ¡Ah, sí, ya recuerdo: estaba en la higuera! Pues bien, embriagadora musulmana, no tengo inconveniente en entregarte ese puñado de oro y algo más, siempre que seas tú, tú sola, la que venga a recogerlo esta noche a mi trastienda, o yo quien te lo lleve a donde tú me oigas, monada turca.

ZOBEIDA
(Indignada) Soy casada.

BEN-IBHEN
Más aliciente. Y que de esto, sólo se ha de enterar Fahima, tú, yo (Elevando sus ojos al cielo) y el que todo lo ve... que puede que no lo vea con buenos ojos, pero ¡qué le vamos a hacer! que no mire.

ZOBEIDA
¿Y si no accedo a tus deseos?

BEN-IBHEN
Como la deuda no consta en ningún escrito, me niego a devolvértela y en paz.

FAHIMA
¡Qué bribón!

ZOBEIDA
¡Qué mala suerte!

(Música)

FAHIMA
(Pasando al lado de Ben-Ibhen)
Ten presente la desgracia
que le aflige al pobre Omar:
más que el pago de, una deuda,
es un rasgo de piedad.

ZOBEIDA
No te muestres inclemente
ni me niegues tu favor.
Ben-Ibhen, yo te suplico
que no enciendas mi rencor,
bien. Merezco tus rencores,
merezco tus enojos,
merezco que Mahoma
me tome a mí entre ojos;
merezco que tu esposo
me corte la cabeza,
pero la culpa es solo
de tu sin par belleza.

FAHIMA
Sé indulgente, Ben-lbhen,
de Zobeida ten piedad.

ZOBEIDA
Siempre es noble hacer el bien;
hazlo tú por caridad;

BEN-IBHEN
Mira si tiene
poder tu cara,
que aun siendo un hombre
ya cincuentón,
siento mi sangre
correr ansiosa
y oigo que late
mi corazón.

(Llevándose las manos al sitio indicado)

Pom pom-pom pom,
fíjate en su excitación,
más que el soplo de una víscera
es el soplo de un ciclón.

ZOBEIDA y FAHIMA
Pom-pom-pom-pom,
pom-pom-pom-pom.
Aunque insista en su deseo
No pensé que este hombre hiciese
no caeré en la tentación
tan cruel proposición.

BEN-IBHEN
¿Conque te niegas?

ZOBEIDA
¿Y qué he de hacer?

BEN-IBHEN
Si es por capricho...

ZOBEIDA
Es por deber.

FAHIMA
Ni ahora ni nunca
consentirá.

BEN-IBHEN
Pues del apuro
te saque Alah. (Inicia el mutis hacia su casa)

FAHIMA
¡Y se marcha!

ZOBEIDA
Yo no puedo
aceptar su condición.

BEN-IBHEN
(¡Bien mirado, estoy quedando
como un gran sinvergonzón.
Pero, en fin, si ella cediese,
de pensarlo, hasta el turbante
se me inclina hacia adelante,
sin poderle contener!)

LAS DOS
No es posible, no es creíble
que se niegue así a pagar
una deuda tan sagrada
que a mi / tú esposo ha de salvar,
y la infamia que pretende
a cualquier mujer ofende.
Este sabio es un completo
criminal.

BEN-IBHEN
Bella Zobeida,
que Alah te guarde.

ZOBEIDA
¡Es un bandido!

FAHIMA
¡Es un cobarde!

ZOBEIDA
Su acción indigna
diré en Mosul.

BEN-IBHEN
Me están poniendo
de oro y azul.

LAS DOS
(Como una maldición)
¡Que Alah te confunda!
¡Que Alah te maldiga!
¡Que cambie tu suerte
de un modo fatal!
¡Que lluevan desgracias
a todos los tuyos!
¡Que llame a tus puertas
el genio del mal!

(Invocando)

¡Alah!
¡Divino Alah!
Castiga al cobarde
y a todos los suyos.
¡Que llame a sus puertas
el genio del mal!

BEN-IBHEN
Ya lo sabes: si me citas
del apuro has de salir;
pero cítame, si quieres
el dinero recibir.

LAS DOS
(Indignadas)
¡Jamás ese deseo
cumplido se verá,
y teme la cólera de Alah!...

(Vase Ben-Ibhen a su tienda)

(Hablado)

ZOBEIDA
(A Fahima) ¿Ves; ves qué crueldad de la suerte? ¡Y todo por culpa de mi belleza!

FAHIMA
No te desesperes. En Damasco hay autoridades; está el Cadí, está el Gran Visir...

ZOBEIDA
Sí, pero, ¿y la prueba?

FAHIMA
No la hay, mas pudiera encontrarse; ¿quién sabe? Ven, descansa un momento y después buscaremos otro camino, ya que este no ha de conducirnos al fin deseado. (Entran las dos en la tienda de Fahima)


ESCENA V

Ben-Ibhen.

BEN-IBHEM
(Volviendo a salir) ¡Conque que tema la cólera de Alah! (Despreciativamente) ¡Alah!...  A la... noche viene, estoy seguro. Y si no viene, por lo menos me cita. Porque, es la cuenta que yo me he hecho. ¿Ella quiere recibir el dinero? Pues para recibir, lo primero que hay que hacer, es citar. Es lo de todas: al principio se resisten; pero después, alcuzcuz comido. Porque yo no sé si será esta leve inclinación que le doy al turbante o el fuego que despiden mis ojos, pero el resultado es que, aunque al principio se resisten, al poco tiempo vienen como mariposuelas a quemarse las alas en el citado incendio de mis susodichos ojos. Musulmana que miro, musulmana que chamusco, y como sostenga un rato la mirada, la tostó. Y esa, aunque me ha dicho que no, está ya para romper a hervir. Viene, ya lo creo que viene, (Se oye ruido de voces hacia el foro derecha) ¡Eh!... ¿quién viene? (Mirando) Es Alí-Mon, el Cadí de Damasco. Ben-Ibhen, a internarte, que los roces con la justicia no traen nada bueno. (Entra en su tienda)


ESCENA VI

Alí-Mon, Cadí de Damasco, seguido de Seis Guardias. Salen al compás de la música, quedando los guardias en el centro de la escena y adelantando Alí-Mon hacia la batería. Lleva en la mano una vara, símbolo de su autoridad

(Música)

(Durante todo el número, y en particular en los ritornellos, el Coro no dejará de hacer evoluciones, a gusto de los señores directores, debiendo quedar al final del mismo dos al fondo y dos en cada lateral. Los movimientos, casi bufos)

ALI-MON
Soy Alí-Mon;
soy el Cadí;
lo único bueno
que entre la turba de funcionarios
existe aquí.

CORO
Es Alí Mon;
es el Cadí;
etc., etc.

COUPLETS

ALI-MON
Soy el ser más inflexible
que ha nacido en el Oriente,
y aunque parezca increíble,
soy el más inteligente.
Esta vara justiciera
el poder conmigo ejerce.
Ni por dádivas ni ofrendas,
ni por nada se me tuerce.
Siempre estoy exento
de toda malicia,
y en todos los casos
suelo hacer justicia.
Por eso, las gentes
que suelo encontrar,
murmuran muy quedo,
al verme pasar:
«Ahí va Alí-Mon.
Ahí va el Cadí;
lo único bueno
que entre la turba de funcionarios
existe aquí.
Para aclarar
una cuestión,
en dos minutos,
escasamente, que se la encarguen
al Alí-Mon».

CORO
Ahí va Alí-Mon.
etc., etc.

ALI-MON
Tengo un ojo vigilante
que persigue el desacierto,
y como es lógico, vivo
con el ojo siempre abierto.
de usureros y ladrones,
voy siguiendo siempre el rumbo
y al que siente yo la mano,
más que sentarle, le tumbo.
Siempre estoy exento
de toda malicia,
etc., etc.

(Hablado)

ALI-MON
Bueno: el Gran Visir me ha honrado con un encargo, que a la letra dice así: (Desenrolla un pergamino y lee) «En el nombre de Alah, siempre grande y misericordioso, y en el del Califa Soleiman, no tan grande, pero también de buenas proporciones. - A Alí-Mon, Cadí de Damasco.» Hay un sello de cera. «Teniendo noticias de que ha desembarcado en nuestras costas y merodea por esta ciudad el terrible corsario Ka-Fur, te ordeno que inmediatamente salgas en su busca, y vivo o muerto, me lo entregues antes de que vuelva a darse a la vela.» Hay otro sello de cera. Y firma «Nhuredin, Gran Visir...» (Se guarda el pergamino) Consecuencias de esta orden. Si yo trato de coger al tal Ka-Fur, vivo, vivo... lo que tarde en querer cogerle. Y en cuanto a lo de cogerle muerto, parece algo más fácil, si el interesado me dejase darle amistosamente con la cimitarra en la yugular. Pero, tampoco es fácil, porque este Ka-Fur es una especie de león, con toda la melena. Bebe sangre de creyente en una calavera y se cuenta que hace horrores con los prisioneros que caen en sus manos. A los hombres, les sienta en el extremo de un palo vertical y puntiagudo y les da vueltas hasta que entran a rosca. ¡A las mujeres les arranca la lengua! ¡A los niños les corta los pies y a las niñas les rompe las muñecas! Un tigre, es una odalisca comparado con él. Además, me han dicho que desembarcado es aún más terrible que sobre las olas. En resumen, que es un animal, terrestre y marítimo. Yo voy a ir dando tiempo para que se embarque, porque aun cuando en el mar acaso me fuera más fácil pescarle, como mi jurisdicción es solo terrestre, si yo me meto en el mar tengo que meterme desnudo... de toda autoridad, y una autoridad desnuda, ¿qué hace?... Pues nada.


ESCENA VII

Dichos, Zobeida y Fahima, que salen de la tienda. La primera con el rostro cubierto.

FAHIMA
¡Justicia, Alí-Mon!

ZOBEIDA
(Que la sigue) ¡Cadí de Damasco, justicia!

ALI-MON
Ahora no estoy para legislar. De once a una, los días no festivos.

FAHIMA
En nombre del Comendador de los Creyentes, escucha a esta mujer.

ALI-MON
No creas que a mí me asusta la cita del Comendador; pero, en fin, habla y sé breve, que tengo una misión importante que no cumplir. ¿Qué quieres?

ZOBEIDA
Justicia contra el médico Ben-Ibhen.

ALI-MON
¿Se niega a curarte alguna dolencia? Porque en tal caso, más que querellarte, debes darle las gracias. A mí me recetó una vez y por poco dejo una vacante en ti poder judicial.

ZOBEIDA
No es eso: se niega a devolverme una cantidad que le prestó mi esposo.

ALI-MON
(Indignado) ¡Es posible! ¿No sabe ese poblador de cementerios que en asuntos de préstamos soy implacable?

ZOBEIDA
He venido expresamente de Mosul, donde quedó mi esposo enfermo. He hablado con el médico, y como desgraciadamente no existen papeles ni testigos que acrediten el débito, apelé a su honradez, y se prestó gustoso a devolverme la cantidad, pero me suplicó que levantase este velo y... ¡nunca lo hubiera hecho!... Al ver mi cara, al ver mi cara...

ALI-MON
¿Qué?

ZOBEIDA
No puedo, Cadí; la vergüenza quema mis labios.

FAHIMA
Yo te lo diré. Al ver su hermosura, puso como condición para devolver el dinero, que ella misma fuese esta noche a su tienda o le citase en algún otro lugar solitario, para... ¿Comprendes?

ALI-MON
¡Ah, miserable!... ¡¡Ah, bandido! Haré que le den cien azotes y que le paseen por todo Damasco con un cartel colgado en el cuello, que diga: «Por... por...» ¿Cómo lo pondría yo que diese idea y no atentase a la moral? ¡Ah, si! «Por exigir unos intereses en moneda que no es corriente más que en otra clase de operaciones.»

ZOBEIDA
¡Que Mahoma derrame sobre ti sus infinitas gracias! (Zalema)

FAHIMA
¡Sus muchas gracias! (Idem)

ALI-MON
No las merece, quien como yo, cumple su obligación. Yo no soy un mortal hecho de carne que al fin se ablanda, o de hueso, que se desquebraja Yo soy broncíneo. Yo soy la estatua de la Justicia, que alienta para bien de mis administrados. Pero una duda se me ocurre. ¿Qué encontró en ti ese constructor de potingues para negarse al cumplimiento de su obligación?

ZOBEIDA
Le parecería bella.

ALI-MON
Bella, bella... ¡En Damasco las hay que asombran!

ZOBEIDA
Acaso mis ojos...

ALI-MON
No basta; las hay aquí que tienen por niñas dos carbones: miran y atufan.

ZOBEIDA
Tal vez mi boca.

ALI-MON
En Damasco las hay que dejan con la boca abierta.

FAHIMA
Quizá el conjunto...

ALI-MON
¡Por el Korán: levanta ese velo y salgamos de dudas! Para la justicia no debe haber nada oculto.

ZOBEIDA
(Dudando) ¿Que me descubra?

FAHIMA
Sí, no temas, ya lo has oído; para el cumplimiento de su deber es de bronce.

ZOBEIDA
(Acercándose a él y levantando el velo) Mira.

ALI-MON
(Dando un salto de asombro y pasando a la derecha) ¡Returbante!... ¡qué espanto de belleza! ¡La mejor Hurí del Profeta es una mala babucha de orillo al lado de este oasis. Hace bien en cubrirse, porque de otro modo, sería el asombro de Damasco.

FAHIMA
¿Qué piensas, Cadí? (Alí-Mon indica por señas a los guardias que se alejen; estos, después de saludar» se retiran fondo izquierda)

ALI-MON
Pienso que... (Volviendo al lado de Zobeida) la falta de Ben-Ibhen, tiene disculpa. Yo te suponía hermosa como una puesta de Sol; flexible como la hoja de una espada; digna en fin, de que te guardasen en un estuche de oro; pero... sí, sí: ¡ríete de la puesta, de la espada y del estuche!

ZOBEIDA
¿Qué dices?

ALI-MON
(Entusiasmado) Digo, que el fuego de esos ojos ha fundido el bronce que cubría esta materia deleznable; que la balanza de la Ley se ha convertido en una romana caprichosa y la severa chilaba de la Justicia en un guiñapo.

ZOBEIDA
¿De modo que no me haces justicia?

ALI-MON
Lo que yo quisiera era hacerte gracia; y si te hago gracia te hago justicia.

ZOBEIDA
No comprendo tu idea.

ALI-MON
Pues es mas clara que el agua que encierra el coco. Yo le hago a Ben-Ibhen que te devuelva el dinero, y si se niega, le empalo; pero tú, en cambio...

ZOBEIDA
(Indignada, se separa, pasando al lado de Fahima) Basta; no sigas.

ALI-MON
Hazte cargo de que no hay documento que lo pruebe, una persona que lo atestigüe… que tengo que condenarle por tu solo dicho.

ZOBEIDA
¿Y si me niego?

ALI-MON
No hay nada de lo dicho.

ZOBEIDA
¿Y esta es la justicia de que blasonabas?

ALI-MON
Poco a poco. La justicia sigue siendo implacable; fría, completamente fría. . Pero, ¡a ver quién es el valiente que a tu lado no cambia de temperatura!

ZOBEIDA
(Desesperada) Está bien, (A Fahima) Ya lo has visto: el Cadí es tan miserable como el médico. (Alí-Mon sube al fondo y desde allí la contempla) ¡Maldita sea mi cara! ¡Te juro que no sé qué hacer!

FAHIMA
Tal vez el Gran Visir.
.
ZOBEIDA
¡El Gran Visir! Pero, ¿cómo llegar hasta él

FAHIMA
Acaso elevando una queja escrita... Se me ocurre una idea; ven. (Mutis a la tienda)


ESCENA VIII

Alí-Mon. Luego Ben-Ibhen, por la puerta de su tienda, con un gran mortero en el que figura machacar.

ALI-MON
¡Ben-Ibhen! ¡A tiempo sale! Por si la acreedora se decidiese, me conviene atar corto a este. (Acercándose a Ben-lbhen, que está sentado frente al público) ¿Se machaca, eh?

BEN-IBHEN
Aquí, mortereando.

ALI-MON
Algún brebaje mortífero de esos que administras.

BEN-IBHEN
(Levantándose y con importancia) Es Un emplasto que quita el hipo. Ya sabes que de poco tiempo a esta parte se ha desarrollado en Damasco una epidemia hípica y busco los medios de combatirla. Yo siempre curando.
ALI-MON
A propósito: he recibido varias quejas contra ti y algunas graves.

BEN-IBHEN
¿Qué me dices, Cadí?

ALI-MON
La vendedora de dátiles del Bazar se queja de que para su dolencia le vienes administrando un vino de ajenjo que está echado a perder.

BEN-IBHEN
Es la ofensa mayor que puede hacerme: decir que tengo mal vino. Y lo triste es que no se lo cobro, de modo que le doy el vino y encima me quita el pellejo.

ALI-MON
También el panadero de la esquina se queja de que te niegas a recibir, como la ley autoriza, el pago de tus derechos en especie.

BEN-IBHEN
¡Pero fíjate que me quiere dar dos tortas!

ALI-MON
Cada uno paga con lo que tiene. Y, por último, el judío Anahar denuncia que le diste para quitarle las pecas del rostro uno de esos que tú llamas vinagres medicinales y se le ha puesto la cara horrible; con una expresión de dureza...

BEN-IBHEN
Cara de vinagre; ya se lo advertí.

ALI-MON
Pues bien; todas esas faltas te serán perdonadas, si tú, caso de que yo lo disponga, devuelves... (En este momento se oyen voces dentro hacia la izquierda, de «Viva el Gran Visir» y comienza a salir el pueblo por todos los términos) ¡Por Alah! ¡El Visir aquí! No es conveniente que me vea. Me ocultaré y figuraré que salgo a su encuentro. Ya hablaremos, (Vase fondo derecha)

BEN-IBHEN
Cuando quieras. (Mutis a su tienda)


ESCENA IX

Coro general. El Gran Visir, seguido de su cortejo. Después Fahima y Zobeida. Más tarde Ben-Ibhen, Alí-Mon, Derviches 1 ° y 2 °; Almeas (una primera bailarina y ocho de acompañamiento)

(Música)

(Al atacar la orquesta sale el Coro de Señoras, el de Caballeros y comparsas de ambos sexos» todos vestidos como es lógico a la oriental, con trajes caprichosos y vistosos. Simulan ser el pueblo que aclama al Gran Visir. Se dirigen hacia el fondo izquierda por donde aparecen los Seis Guardias de Alí-Mon abriendo calle, los cuales quedan al fondo en fila; después Seis Soldados de la Guardia del Gran Visir que al llegar al centro se dividen en dos mitades, colocándose la mitad a cada lado, formando con los anteriores un cuadro frente al público. Detrás el palanquín lujoso que conducen cuatro Esclavos negros (A ser posible, auténticos como en Madrid) y en el que viene sentado el Gran Visir. A su lado otro Esclavo con un gran quitasol de tela resguardándole de los rayos solares. Una sección de Soldados armados con cimitarras cierran la comitiva, quedando el fondo de modo que el pueblo queda entre dos filas de Soldados y el palanquín en el centro rodeado de la primer fila de Soldados)

TODOS
¡Viva, viva Nhuredin,
nuestro amado Gran Visir!
¡Honor a su prudencia
y a su sabiduría!
¡Damasco a su presencia
desborda en alegría!
¡Honor al justiciero!
¡Al sabio poderoso!
¡Al ínclito guerrero!
¡Al hombre generoso!
¡Viva, viva Nhuredin,
nuestro amado Gran Visir!

NHUREDIN
(Desde el palanquín que sostienen en alto los Esclavo)
Vuestro entusiasmo hiere
mi natural modestia,
y aunque ni honor merezco
ni nada merecí,
acepto el homenaje
en nombre del califa
al que ahora represento
indignamente aquí.

(Los Esclavos dejan el palanquín en tierra y Nhuredin baja de él)

¡Esclavos, rodeadme!

(Los seis Guardias avanzan y forman semicírculo a su alrededor)

¡Mujeres, veneradme!

(Todas las de escena, así como los hombres que no forman su séquito, se prosternan ante él)

¡Que nadie mi mirada
se atreva a resistir!
Ninguno alce la frente,
y el que la eleve cuente
que sufrirá en seguida
las iras del Visir.

(Salen de su tienda Fahima y Zobeida, esta última con el rostro cubierto y un pergamino en la mano; opone alguna resistencia a las instancias de Fahima, que la va acercando suavemente hacia el Gran Visir, a cuyo lado llega en el momento de decir:)

ZOBEIDA
¡Señor!
Te suplico que recojas
esta queja que te entrego.

(Alargándole el pergamino. Los Esclavos retiran el palanquín dejándolo al fondo izquierda)

TODOS
¡Oh, qué audacia! (Estupefactos)

GUARDIAS
(Sujetándola entre dos) ¡Presa quedas!

ZOBEIDA
Perdóname, te lo ruego.

NHUREDIN
Yo ordeno que al instante
soltéis a esa mujer.

(Obedecen. A Zobeida)

Alárgame tu queja
y si algo puedo hacer,
en nombre del califa
te juro por Alah,
que si justicia pides,
justicia se te hará.

(Zobeida entrega el pergamino que Nhuredin finge leer. Nhuredin indignado)

¡Por Mahoma, que si es cierto
lo que estoy leyendo aquí,
al médico haré que ahorquen
y que empalen al Cadí!

ZOBEIDA
¡Por el Korán te juro
que digo la verdad!

NHUREDIN
¡Es que a creer no acierto
tamaña atrocidad!
El pago que te piden
es demasiado cruel;
en buena hora llegaste
a darme este papel.
¡Poder de Alah!
Te haré justicia,
tranquila está,

ZOBEIDA
Visir, esas palabras
me vuelven a la vida.
Desde hoy soy una humilde
esclava agradecida.
Alárgame indulgente
tus manos justicieras
para besarlas.

NHUREDIN
(Tendiendo su mano) Toma
y besa lo que quieras.

(Zobeida descubre su rostro para poder besar las manos del Visir; éste al verla no puede reprimir un movimiento de asombro que repercute en todos los presentes)

¡Oh, qué asombro peregrino
de donaire y gentileza!
¡Oh, qué rostro más divino
y qué espléndida belleza!
No pisó mi harem esclava
que llegar pueda hasta ella
y la luna con ser luna
a su lado es menos bella.

(En general. Hablado) Retiraos todos; ahora os
llamaré.

(Después de las zalemas de rigor desaparecen por diferentes lados; Fahima y Zobeida se dirigen hacia su tienda)

(¡Así evito por lo pronto
de esta gente la malicia!)

(Al ver que va a hacer mutis Zobeida)

Queda tú.

(Fahima hace mutis)

ZOBEIDA
¿Qué es lo que quieres?

NHUREDIN
Que te voy a hacer justicia.

Esto que pides aquí (Por el pergamino)
y que esperas de mí,
alcanzar vas al punto.
Ya mi poder se humilló,
y quien manda eres tú
y el esclavo soy yo.
Nada te puedo negar,
que mirarte y cegar
cosa fue de un momento.
Haz lo que quieras de mí,
que eres, más que mujer,
una mágica hurí.

ZOBEIDA
Basta, señor, por piedad;
no encendáis mi rubor.
Sed clemente y pensad
en mi honor.

NHUREDIN
Ven a mis brazos, mujer;
ven a mí sin temor,
que mi dueña has de ser
y por ti a enloquecer
voy, sultana, de amor.

ZOBEIDA
(Queriendo marcharse)
No es posible, no es creíble.
¡Por Alah!

NHUREDIN
No te alejes, no me dejes.
Ven acá.

ZOBEIDA
Por mi vida yo lo juro;
no será.

NHUREDIN
¿Qué quieres porque amantes
me miren esos ojos?

(Apasionado)

¿Qué pides, di, sultana,
a cambio de tu amor?
Exige, sin que pongas
barrera a tus antojos,
que aquí soy el esclavo
y tú eres el señor.

ZOBEIDA
Imposible; soy casada,
y jamás accederé.
Ni por nadie ni por nada,
a mi esposo faltaré.

NHUREDIN
De modo, ¿que te niegas?

ZOBEIDA
Me niego, Gran Visir.
Mejor que tal vergüenza,
mil veces es morir.

NHUREDIN
Pues bien, ya que resistes
a mi pasión, cruel,
que Alah justicia te haga;
yo nada puedo hacer.

(Se separa colérico y altivo del lado de Zobeida y lentamente se dirige hacia el palanquín, en el cual se sienta; Zobeida, llorosa, implora piedad, coincidiendo con el principio de su canto el caer arrodillada a los pies del Visir. Escena a cargo de los artistas, dentro de la situación)

ZOBEIDA
¡Señor!... ¡Señor!... ¡Tened piedad! ¡Por Alah, os lo ruego!

(Al ver la indiferencia del Visir)

¡Oh, qué destino cruel!
La justicia que busco
no la espero ya de él.
Todos quieren faltar
sin reparo, a mi honor,
y si me han de escuchar
he de darles mi amor.
¡Piedad! ¡Piedad, señor!

(Queda implorando y el Visir en actitud altiva)

(Hablado con música)

(Se oyen rumores de gente que se aproxima)

NHUREDIN
(Bajando del palanquín) ¡Eh! ¿Qué es eso?

FAHIMA
(Que sale de su tienda seguida de los Derviches 1 ° y 2 °, a cuyo grupo se une Zobeida) Son unas almeas, señor; vienen de Alepo y solicitan bailar en tu presencia.

NHUREDIN
Que me place; que lleguen y bailen. Nunca mejor ocasión para distraer mi espíritu contrariado. (Todo el pueblo y la guardia han ido saliendo por donde se alejaron. Ben-Ibhen sale de su tienda, saludando al Visir; éste hace una seña y los esclavos colocan el palanquín a la puerta de la tienda del médico, dando frente a escena y volviendo a sentarse, El del quitasol ocupa su sitio al lado del palanquín; Ben-Ibhen primer término izquierda; la guardia del Cadí al fondo izquierda; el pueblo ocupa lateral derecha y foro, y en éste, cerrando el grupo, los soldados del Visir)

DERVICHE 1 °
(Que ha estado hablando con Zobeida) Nada, nada; no vaciles; puesto que los tres te solicitan, cítales a los tres esta noche.

ZOBEIDA
(Asombrada) ¿Darles cita?,

DERVICHE 1 °
Hazlo, y te juro que nada tendrás que temer.

ZOBEIDA
¿Y dónde he de citarles?

DERVICHE 1 º
En casa de tu amiga Fahima.

FAHIMA
Vivo en las afueras de la ciudad.

DERVICHE 1 °
No importa.

UNO DEL PUEBLO
Ya llegan las almeas.

(Desaparecen los Derviches. Entran por el fondo derecha ocho bailarinas y una primera, traje de gasas, saludan al Visir y quedan al fondo Con ellas viene Alí-Mon, que ocupa su sitio a la izquierda del Visir)

(Cantado)

TODOS
Que bailen las almeas
sus danzas caprichosas,
que en todas partes llaman
sus bailes la atención.
Que bailen las almeas
esbeltas y graciosas,
y que al bailar, Fahima,
les cante una canción.
Que dancen, que dancen,
esta es la ocasión,
para que despierten
nuestra admiración.

FAHIMA
Baila, odalisca hermosa,
la de los ojos negros,
la de la tez de rosa (Baila)

(Comienzan las ocho bailarinas, y a su tiempo la primera, cuyo baile debe ser una cosa parecida en lo posible a las danzas de la Tórtola Valencia. Esta bailarina llevará pulseras en brazos y pies con pequeños cascabeles dorados que sonarán llevando el ritmo del baile. Combinación a gusto del señor Director de escena)

TODOS
Baila, baila, musulmana,
y que tus pies al bailar
trencen calados de encaje
como la espuma del mar.
Sigue los compases
juguetona y viva,
marca con cuidado
tu danza lasciva;
dobla la cintura,
quiebra las caderas,
y evoca el recuerdo
de las bayaderas,

(Fin del baile)

(Hablado con música)

ZOBEIDA
Vamos, (En general) vaciad vuestros bolsos para retribuir a las pobres almeas. (Recorriendo los grupos y recaudando algunas monedas. Se acerca a Ben-lbhen, que también la entrega algunas monedas y le dice aparte:) (A la noche te espero en casa de Fahima; se discreto)

BEN-IBHEN
(No puede reprimir un movimiento de alegría que debe resultar cómico) ¡Ah; por fin! (Mirando al cielo) ¿No te lo decía yo, Alah?

ZOBEIDA
(Acercándose a Alí-Mon que debe estar hacia el fondo hablando con su guardia) Venga tu limosna. (En casa de Fahima te espero esta noche; se discreto)

ALI-MON
(Como Ben-Ibhen) ¡Se me entrega! (Mirando a su vara) No vas a tener más remedio que torcerte.

ZOBEIDA
(Llegando hasta el Visir, que al terminar el baile baja del palanquín y se pone a hablar con Fahima) Señor... (Reservadamente, te espero esta noche en casa de Fahima)

NHUREDIN
(Con alegría) (¡Me colmas de ventura!) (Llega hasta el palanquín, sube y exclama:) Ahora en marcha. (Rompe a andar la comitiva, que llega hasta el segundo término derecha y dando la vuelta hacia la batería se encamina hacia el sitio por donde salió a escena. Palanquín, Alí Mon, su guardia y los Soldados. Ben-lbhen a la puerta de su casa, mirando a Zobeida, que con Fahima queda a la puerta de su tienda. El pueblo y las Almeas marchan detrás del cortejo aclamando al Gran Visir)

(Cantado)

TODOS
¡Viva, viva Nhuredin,
nuestro amado Gran Visir!

(Cuadro, telón y)


FIN DEL ACTO PRIMERO


ACTO SEGUNDO

Sala en planta baja de una casa oriental, a gusto del pintor El foro es de columnas y dejará ver una segunda decoración, que representa un jardín árabe, con fuente de mármol en el centro y demás detalles típicos. En segunda derecha, puerta grande, que da paso a la estancia. En primer término, otra puerta, que da paso al interior, y el segundo término de este lado, libre, suponiéndole paso al jardín. En las paredes, tapices y otros adornos adecuados. Del techo penden un par de lámparas encendidas. En el centro de la escena, hacia el fondo, una me9a a medio disponer para una comida, con platos y vasos de metal, cestos con frutas, etc. Un diván en primer término izquierda. Cojines todos del mismo color y taburetes, de estilo apropiado, repartidos convenientemente. Es de noche. En el jardín del foro puede haber efectos artísticos de luz. Al lado del diván un velador pequeño, donde van colocadas las cosas necesarias que se mientan en el cantable.


ESCENA PRIMERA

Al levantarse el telón, Zobeida, sentada en el diván, mirándose en un espejo de mano, mientras Zahara y Abriza concluyen de hacerle el tocado, prendiendo adornos en el pelo. Fahima, de pie, a la derecha, contempla a Zobeida. A su tiempo Moselín, esclavo de Fahima, entra por la derecha. Más tarde doce Cantadoras de Palmira (Segundas tiples) tañendo guzlas, arpas y otros instrumentos de cuerda de carácter oriental. Después, durante el diálogo, Amarus, esclavo también. Los trajes de las Cantadoras han de ser seis de cada color.

(Música)

ZAHARA
Por esta noche
nada de velo;
que caiga en ondas
el negro pelo.

ABRIZA
Estos collares
en la cabeza
son la diadema
de tu belleza.

FAHIMA
Y vamos ahora
con el tocado
que es el asunto
más delicado.

(Zobeida se pone de pie en el centro y Zahara y Abriza van cogiendo del velador lo necesario para obedecer a Fahima, adornando a Zobeida)

Los labios rojos,
como cerezas;
la. tez de un tono
de blanco y rosa,
que aunque eres bella,
hoy es preciso
que les parezcas
aun más hermosa.
Los brazos blancos
como la nieve;
como la nieve
también el pecho,
y ahora unas sombras
en las pestañas,
y ya el tocado
dimos por hecho.

FAHIMA, ZAHARA y ABRIZA
(Contemplándola con admiración)
¡Qué hermosura más completa!
¡Otra igual jamás yo vi!
Ni una virgen del Profeta
compararse puede a ti.

ZOBEIDA
Dejad las alabanzas,
que hieren mi pudor;
que cuanto más hermosa
peor para mi honor.

(Al oír la melodía que se supone suena dentro) ¡Oh,
qué deliciosa melodía!

FAHIMA
¿Quién podrá ser?

MOSELIN
(Entrando y previo el saludo de rigor) Fahima; son unas Cantadoras de Palmira, que vienen a dar serenata a Zobeida, en nombre del Gran Visir.

ZOBEIDA
(A Fahima) Que pasen; ¿no te parece?


FAHIMA
Hazlas entrar. (Moselín saluda y se retira. Zobeida se tiende en el diván, Fahima se coloca de pie, tras ella; Zahara, que con Abriza ha retirado los útiles de tocador, sale y se coloca a la izquierda de Fahima, y Abriza se tiende en el suelo sobre unos cojines, delante del diván. Entran las Cantadoras de Palmira por la derecha, tañendo sus instrumentos, y se colocan en dos filas, cada una de un color, frente a Zobeida. Para mayor efecto, desde este momento la escena quedará iluminada todo lo posible)

CANTAORAS
Sultana de los amores,
reina de la donosura,
maga de la gentileza
que asombras con tu hermosura,
suspira por tus encantos
y por ti sufre dolores
el Visir, y nos ordena
que cantemos sus amores.

(Evolucionan para formar semicírculo alrededor de Zobeida, quedando una combinación de color con los trajes)

Tus ojos tienen, Zobeida,
un encanto misterioso,
que nacen, temblando en ellos,
deseos voluptuosos.
Tus labios tienen el rojo
de las rosas abrileñas;
rizado y negro es tu pelo
y tus manos marfileñas.
Pareces, Zobeida,
más que mujer, hurí;
por eso los hombres
de amor mueren por ti.
Mil veces dichoso
tu encanto singular,
que va triunfando del dolor,
y que a los hombres aprisiona
en las redes del amor.
¡Que Alah poderoso,
que tu hermosura ve,
te colme de gracias
y su favor te dé,
y acoge clemente
la queja del Visir,
que enloquecido por tu amor,
si le desprecias va a morir!

(Mientras cantan, evolución y cambio de combinación de color)

Déjale que bese
tu cara de rosa;
deja que sus labios
te digan amor;
que ciñan sus brazos
tu cuerpo de rosa,
y él te dará en pago
riquezas y honor.
Déjale que llegue
rendido de hinojos,
cerca del encanto
que en ti resplandece;
déjale que muera
mirando tus ojos,
que sólo por verlos
la muerte apetece.

(Evolución para quedar como a la salida)

Acoge clemente
la queja del Visir,
etc., etc.

(Hablado)

ZOBEIDA
Gracias por tan linda serenata, Cantadoras de Palmira. En el jardín podéis esperar la llegada de vuestro señor.

UNA
Te obedecemos. (Bis en la orquesta y vanse segunda izquierda. Vuelve Moselín, seguido de Amarus. Los de escena descomponen su grupo)

FAHIMA
(A los esclavos) Pronto, concluid de arreglar la mesa; la tarde ha caído por completo y no se harán esperar mucho los invitados.

ZAHARA
Ya lo oyes, Amarus; acércame las frutas, los dulces... (Moselín y Amarus traen nuevas bandejas y vuelven a hacer mutis)

FAHIMA
No se quejarán nuestros galanes: manzanas de Siria, membrillos de Osmám, cidras «Sultán...»

ZAHARA
Pues los dulces no pueden ser mejores: bocadillos hechos con manteca, leche y miel, enrejados de azúcar, tortas de limón...

ZOBEIDA
Lo que hace falta es que el santo Derviche no nos abandone.

FAHIMA
Está tranquilo; antes que faltar a su promesa se saltaría los ojos. Nosotras no tenemos que hacer más que cumplir las instrucciones que nos ha dado.

MOSELIN
(Entrando) Fahima.

FAHIMA
¿Qué quieres, Moselín?

MOSELIN
Ben-Ibhen ha llegado y aguarda tu licencia para entrar.

ZAHARA
(Por la mesa) Esto ya está dispuesto.

FAHIMA
Pues bien, retiraos; (A Moselín) y tú deja pasar al médico. (Moselín, Zahara y Abriza saludan y vanse por la derecha) Zobeida, entra en mi estancia. Voy a simular que ignoras su llegada y que te paso aviso.

ZOBEIDA
Como mandes. (Vase primera izquierda)


ESCENA II

Fahima y Ben-Ibhen, por la derecha. Viste traje lujosísimo de capricho y lleva en la mano una pipa turca, bastante grande.

BEN-IBHEN
(Entrando) ¡Que Alah colme de venturas este lugar! (Mirando en torno suyo ) ¿Sabes, Fahima, que nunca me supuse que vivieras tan espléndidamente? Por lo visto, las esencias, son productivas.

FAHIMA
No tanto como tus potingues.

BEN-IBHEN
Bah, dejemos ahora el comercio y vamos a lo que me trae, mejor dicho: a lo que me trae loco. ¿Y Zobeida?

FAHIMA
En mi tocador, ataviándose para recibiros dignamente.

BEN-IBHEN
¿Ataviándose dices? ¿Acaso necesita su hermosura de mejunjes ni aliños?

FAHIMA
En ese caso, voy...

BEN-IBHEN
Sí; corre, ve y dile que no pierda el tiempo, que a mí lo mismo me gusta aliñada que al
natural.

FAHIMA
Espera. (Vase primera izquierda)


ESCENA III

BEN-IBHEM
(Elevando los ojos al cielo) ¡Excelente Mahoma: cuán bondadoso eres con tus siervos en estas cuestiones de trapicheos! ¿Cómo había de figurarse este indigno creyente que esa anémona roja, me dejaría aspirar su delicioso perfume? ¡Gracias, Mahomita! Te debo una noche, que por lo que deduzco, va a ser para carcajearse de «Las mil y fracción.» ¡Ah, cuando ese nenúfar de Alepo me tienda sus brazos y me diga entornando los ojos: «Ben-lbhen», y yo vaya y la suplique que me ciña con sus brazos, que me tape con su cuerpo, y ella siga diciéndome: «Ben-lbhen... Ibhen...» y yo la conteste: «Tápame, tápame...» ¡Esto va a ser para que lo canten los bardos del amor! (Pequeña pausa. Da una chupada a la pipa) Me acabo de dar un baño ligero, pero de inmersión, así es que vengo lo que se dice pasado por agua, cosa que la agradará. Y eso que a pesar de estar pasado por agua, resulto algo duro... por mi edad, claro está. Me he tomado cinco píldoras de una composición mía que lleva esencia de cedro, violeta, almizcle y... ¡hay que olerme la boca!... ¡Despide un aroma que embriaga! Me he puesto este traje que me hermosea y he completado la figura con esta pipa, regalo de un mercader de Stambul. Constantinopleña legítima; comprada en el barrio de Pera. Esto me dará importancia, porque andan muy escasas las pipas de Pera. Bueno; pues si con los susodichos alicientes, algunas frases koránicas y estos dos pebeteros que tengo por pupilas, consigo incendiar su alma, el siniestro va a ser espantoso. A mí, por lo menos, me recogen en pavesas (Queda a la derecha)


ESCENA IV

Ben-Ibhen, Fahima y Zobeida, primera izquierda

ZOBEIDA
(Apareciendo precedida de Fahima y llamándole desde la puerta) ¡Ben-Ibhen!

BEN-IBHEN
(Extasiado) ¿Quién me llama? ¿Es ella o un ave del Paraíso que gorjea?

FAHIMA
(Que ha avanzado hasta el centro) Es ella, Ben-lbhen.

BEN-IBHEN
Te confieso que al pronto, llegó su voz a mi oído como un solo de guzla.

FAHIMA
Pues ahí te quedas.

BEN-IBHEN
¡Pero que solo!

FAHIMA
(Iniciando el mutis por la derecha y desde la misma puerta) ¡Que Alah te colme de venturas!

BEN-IBHEN
¡Y a ti te rebose! (Vase Fahima)


ESCENA V

Zobeida y Ben-Ibhen.

ZOBEIDA
(Avanzando y fijándose en Ben Ibhen) ¡Oh, prodigio! ¿Es engaño de mis ojos o Mahoma misericordioso te concedió sus favores?

BEN-IBHEN
¿Por qué lo dices?

ZOBEIDA
¿Eres tú el hombre que esta mañana habló conmigo en la puerta de tu tienda de drogas o eres un apuesto mancebo que viene en su nombre?

BEN-IBHEN
Vengo, efectivamente, de la botica, pero no soy mancebo. Apuesto a que es el traje y algunos pequeños retoques lo que te ha conmocionado.

.ZOBEIDA
¡Realmente, así vestido, estás espléndido! Acércate, ven...

BEN-IBHEN
(¡Yo voy a procurar que note lo del aliento!) (Se acerca y conduciendo a Zobeida de la mano, se sientan ambos en el diván; él, a la derecha, dejando la pipa sobre el velador)

ZOBEIDA
¿Me encuentras tan hermosa como esta mañana?

BEN-IBHEN
¿Que si te encuentro? Como que al verte, no he podido por menos de exclamar: ¡Ah!... ¡Ah!... (Al lanzar estos ¡ah! se acerca mucho a ella y la echa el aliento)

ZOBEIDA
¡Qué aroma tan delicado despide tu boca!

BEN-IBHEN
(¡Ya lo notó!) No es solamente mi boca, soy yo entero. Aroma me di por los brazos para que al aprisionarle, te embriagaran. Aroma me di por el pecho para que al estrecharte, te adormeciese. Aroma por las piernas, aroma por la cabeza... ¡Aroma por todo! Más que hombre, soy un frasco de aroma. Perdóname la etiqueta, pero soy un frasco.

ZOBEIDA
Pues bien: háblame de amor.

BEN-IBHEN
¿Que te hable de...? ¡Llegó el momento, Mahomita! (Se arrodilla ante Zobeida)

(Música)

¡Mosuleña apetitosa!
¡Soberana de Turquía!
¡Si comerte me dejaras,
con qué gusto te comía!
¡Musulmana caprichosa,
a quien ciegamente adoro,
si me dejas devorarte
ya verás si te devoro.

ZOBEIDA
¿Tanto te gusto
¿Tanto me quieres?

BEN-IBHEN
¡Como que asustas...
de guapa que eres!

ZOBEIDA
¡No te creía
con ese fuego!

BEN-IBHEN
Esto no es nada.
ya verás luego.

(Se ponen de pie y avanzan)

Yo soy un turco
que se despega de la Turquía
y no tolero
que haya a mi lado más que alegría.
Yo canto y bailo
como no bailan las bayaderas,
y hasta entontezco
con el columpio de mis caderas... (Baila)

ZOBEIDA
Tú eres un turco
muy trapisonda por lo qué veo,
y no me jures
porque eres turco y no te creo, (cesa el baile)

Por Alah, que no creía
en tan raras perfecciones,
ni jamás sospechar pude,
Ben-Ibhen, tus condiciones.

BEN-IBHEN
Como que soy en Turquía
campeón de los danzones.
Y si quieres convencerte
pon un poco de atención
en la danza de la Meca
de mi invención.

(Saca dos pañuelos de seda y baila a estilo de las bayaderas)

A la me...
a la me...
A la Meca te llevo, si quieres,
y gustas en ello.
A la me...
a la me...
¡A la Meca te llevo, mi vida,
montada en camello.
La jornada es muy larga, muy larga,
pero eso no importa,
porque yendo a mi lado se te hace
muy corta, muy corta.
Y como eres la Hurí del Profeta,
que el sueño me roba,
montarás en los cuartos traseros
y yo en la joroba.

(Entrega un pañuelo a Zobeida y los dos bailan)

Vente, vente conmigo
que irás muy hueca.
Anda, que vamos
de Ceca en Meca.
Vente, vente conmigo
que en regresando de la excursión
tú serás santa
y yo santón.

La joró...
la joró...
La joroba molesta un poquito
pero hay que aguantarse,
porque di…
porque di...
porque dicen que da buena suerte
y hay que jorobarse.
Al principio se siente un mareo
bastante alarmante,
producido por el balanceo
que lleva el rumiante,
pero luego y al cabo de un rato
de trote seguido,
ya se siente otra cosa distinta:
se siente haber ido.

(Bailan de nuevo)

ZOBEIDA
Vamos, que voy contigo,
e iré muy hueca. .
Anda, que vamos
de Ceca en Meca.
Vamos, yo iré contigo,
que en regresando de la excursión,
yo seré santa
y tú santón.

BEN-IBHEN
Vente, vente conmigo,
etc., etc.

(Continúan bailando hasta el final del número. El baile de Ben-Ibhen. todo lo más cómico posible e imitando, en lo posible, algunas figuras de la bailarina del primer acto)


ESCENA VI

Dichos, Fahima y luego Alí-Mon por la derecha.

(Hablado)

FAHIMA
(Saliendo sobresaltada) ¡Ben-Ibhen!... ¡Zobeida!

ZOBEIDA
¿Qué ocurre?

FAHIMA
Que ha llegado el Cadí y que quiere verte.

BEN-IBHEN
(A Zobeida) ¡A tí, el Cadí!

ZOBEIDA
Sí, desde esta mañana me persigue sin cesar, quiere...

BEN-IBHEN
Comprendido. (¡Este salvaje viene a estropearme la leyenda!) El caso es que si me encuentra aquí...

FAHIMA
Mal enemigo es Alí-Mon.

ZOBEIDA
Se me ocurre una idea; oíd. Supongamos que me he sentido enferma, que he solicitado el auxilio de Ben-Ibhen, que me está reconociendo... Esto creo que basta para justificar su presencia.

BEN-IBHEN
¡Magnífica idea! Y como en estos casos el médico es el que manda, pues yo reconozco, receto... ¡Sobre todo, reconozco!

FAHIMA
(Desde !a puerta) ¡Que viene! (Zobeida se sienta rápidamente en el diván y Ben-Ibhen toma asiento a su derecha)

ALI-MON
(Entrando furioso) Eso de hacerme esperara mí... (Viendo a Ben-Ibhen) ¡Eh!... ¿pero qué veo? (Habla en voz baja con Fahima)

BEN-IBHEN
(Como si no se hubiese dado cuenta de la entrada del cadí) Nada, nada, bellísima Zobeida; por ahora no me parece alarmante la indisposición. El cansancio, las emociones... pero interior no hay nada. Y para convencerme más, permíteme... (Simulando que la ausculta, la pone el oído en el pecho) (¡Yo voy a aprovecharme por si acaso!)

ALI-MON
(A Fahima) Pero, ¿es que Zobeida?...

FAHIMA
Hace un momento creyó volar al Paraíso. ¡Tan mala se puso, que hubo necesidad de avisar al médico!

ALI-MON
Ya; pero afortunadamente, según he oído, el mal no parece que sea... (Pasando al centro) Qué, Ben-Ibhen, ¿hay algo interior?

BEN-IBHEN
(Apretando más la cabeza contra el pecho de Zobeida) ¡Ya lo creo que hay!

ALI-MON
Pero, ¿mucho?

BEN-IBHEN
Lo suficiente; al menos para mí...

ALI-MON
¿Cómo?

BEN-IBHEN
Para mi modesto entender. Este corazón marcha con demasiada velocidad. (Levantando la cabeza) No me gusta nada el corazón. A ver los pulmones. (Vuelve a auscultar)

ZOBEIDA
( Repara que aprietas demasiado el oído)

BEN-IBHEN
Para percibirlo todo. Es que no quiero que se me escape nada... (¡Y por culpa de este Cadí se me va a escapar!) (Levanta nuevamente la cabeza) Los pulmones tampoco me gustan. A ver el hígado, (Vuelve a auscultar) (¡Mahoma, qué edredón!)

ALI-MON
Pero, ¿también el hígado?

BEN-IBHEN
(Levantándose) También. Y justamente, el hígado es lo que menos me gusta.

ALI-MON
(¡Este curandero me va a estropear la noche!)

BEN-IBHEN
Mi opinión es que, previa una untura, que yo mismo la daré, se recoja en la soledad más absoluta y se entregue al descanso más completo.

ALI-MON
(¡Me la estropea!) Oye, Ben-Ibhen. (Este se acerca al Cadí) (Si no varías el tratamiento, te juro por el Profeta que en cuanto salgamos haré que te aten a la cola de un caballo y que te den cien palos)

BEN-IBHEN
¡Eso es demasiado cruel! ¡Atarme a la cola y pegarme además!

ALI-MON
Es lo natural; de modo que decide.

BEN-IBHEN
Pero considera que puede agravarse, y luego la responsabilidad .. ¿Por qué no lo aplazas hasta mañana?... Yo te doy mi palabra de que esta noche la dejo lista.

ALI-MON
(Furioso) He dicho que no.

BEN-IBHEN
(Transigiendo) En ese caso, y retirándome yo, tu mano justiciera tendrá que encargarse de darle la untura.

ALI-MON
Se la daré, ¿Qué órgano he de friccionar?

BEN-IBHEN
Toda la caja torácica.

ALI-MON
(Con extrañeza) ¿Caja? Creí que se llamaba órgano.

BEN-IBHEN
Se le pueden dar ambos nombres indistintamente; ahora, que suena mejor la caja.

ALI-MON
Para mi gusto suena mejor el órgano, pero, en fin, allá vosotros los hombres de ciencia. ¿Y he de dar. fuerte o suave?

BEN-IBHEN
Fuerte, sin llegar a la molestia.

ALI-MON
Comprendido ¿Y el tiempo?

BEN-IBHEN
Hasta que la piel empape el líquido.

ALI-MON
Empapado. Ahora indica en voz alta tu nuevo tratamiento, encárgame la untura y vete.

BEN-IBHEN
(Aparte y elevando los ojos al cielo) ¡Mahoma, te has portado con este humilde creyente! (Se dispone a obedecer al Cadí)


ESCENA VII

Dichos, Nhuredin, por la derecha

NHUREDIN
(Dentro y enfadado) ¡Aparta, esclava! Yo no necesito hacerme anunciar.

TODOS
(Azorados) ¡El Gran Visir! (Se repliegan hacia la izquierda, ellas, en primer término)

NHUREDIN
(Entrando) ¡Por el Korán que no esperaba encontrarte tan bien acompañada, bella Zobeida; pero, puesto que justicia me pediste contra estos dos, y a los dos los encuentro a tu lado, nunca mejor ocasión.

ALI-MON
(¡Ahora es cuando dejo la vacante!)

BEN-IBHEN
(¡Nada, que no me libro de la cola ni de los palos!)

ZOBEIDA
Visir, yo te explicaré. Al caer la tarde, me sentí atacada de un mal extraño; Fahima corrió en busca del médico...

NHUREDIN
(Sentándose hacia la derecha) Eso explica la presencia de Ben-lbhen, pero, ¿y la del Cadí, a quien yo creía entregado a la persecución del terrible corsario Ka-Fur?

ALI-MON
Y desde esta mañana no hago otra cosa, señor. Pero es que hace poco sentí así como un vahído y todo empezó a darme vueltas. Yo no suelo preocuparme de mi persona, así es que no hice caso; pero me dio otro segundo vahído, las cosas empezaron a girar a mi alrededor y entonces me dije: «No hay que darle vueltas: esto puede ser grave». El único médico en quien tengo confianza es Ben-Ibhen, que ya en otra ocasión me salvó de la muerte. Corrí en su busca, me dijeron; que lo encontraría aquí, y...

BEN-IBHEN
(Pasando al lado del visir) Y efectivamente, señor: acabo de examinarle. (¡Ahora me las paga!) Su mal es grave.

ALI-MON
(¡Este me obliga a acostarme!)

BEN-IBHEN
Efecto de lo mucho que se mueve ha llegado a adquirir una excitación constante, una preocupación tan viva, que si quieres, señor, devolverle la salud, debes inmediatamente destituirle del cargo, para que descanse; que respire otros aires. ¡Que se vaya a la Meca!

ALI-MON
(¡Pues sí que es una recetita!)

NHUREDIN
¿De modo que si tú crees que le dejo sin empleo, encima me tiene que estar agradecido?

BEN-IBHEN
¡Y besar la huella de tu pisada!

ALI-MON
(Bueno; las narices de este sabio y un higo de Smirna se van a confundir como insista en ese plan curativo)


ESCENA VIII

Dichos, Zahara, Moselín y Amarus, por la derecha, asustados

ZAHARA
¡Fahima!

FAHIMA
¿Qué ocurre?

MOSELIN
¡Lo más espantoso!

AMARUS
¡Que Mahoma nos salve!

ZOBEIDA
¿Queréis acabar?

NHUREDIN
Hablad; yo os lo mando.

ZAHARA
¡Que las turbas de Ka-Fur rodean la casa!

TODOS
(Con terror) ¡De Ka-Fur!

FAHIMA
Pero, ¿qué quieren de mí esos bandidos? Nada puedo darles.

MOSELIN
Quieren descanso y comida.

AMARUS
Si te niegas, saquearán y quemarán tu vivienda.

ZAHARA
El mismo Ka-Fur espera tu respuesta.

ALI-MON
Hombre, qué ocasión para irme...

NHUREDIN
¿Cómo?

ALI-MON
... para irme a Damasco, coger un buen puñado de guardias, volver y pescarlos a todos.

BEN-IBHEN
¡Es un golpe!

ALI-MON
Es un golpe que me evito; porque como me coja el corsario...

ZAHARA
Imposible; ya os he dicho que los bandidos forman un cinturón alrededor de la casa.

NHUREDIN
Y lo malo es q-.e aunque ese Ka-Fur no me conoce —digo, creo yo—, mi traje me delatará y si caigo en su poder, no quiero ni pensarlo.

BEN-IBHEN
¡Pues si me coge a mí, a quien cree riquísimo!

NHUREDIN
Y claro, para una cita galante me he venido sin una mala cimitarra.

ALI-MON
Como yo, por tratarse de una consulta facultativa.

BEN-IBHEN
Pues yo, por no traer, ¡ni medicinas!

FAHIMA
Quizá yo encuentre el medio de salvaros. Venid vosotros conmigo, (A Zahara, Moselín, Amarus y Zobeida ) Tratemos por lo pronto de aplacar a la fiera. (Vanse por la derecha todos, menos Ben-Ibhen, Nhuredin y Alí-Mon. Estos tres se sientan: derecha, foro e izquierda, respectivamente)

NHUREDIN
¡Si me coge!

ALI-MON
¡Si me pilla!

BEN-IBHEN
¡Si me pesca! (Elevando los ojos al cielo) ¡Ay, Mahoma! Yo te debía una noche, pero me parece que te la voy a pagar con intereses.

NHUREDIN
El caso es que yo, por venir aquí, me he negado a asistir a una fiesta que me daban esas bailarinas que llegaron esta mañana.

ALI-MON
¿Las Almeas?

NHUREDIN
Las misivas. Nos íbamos a comer un cabrito asado... ¡un pastel de arroz!

BEN-IBHEN
Pues yo en tu lugar no hubiera faltado. ¡Ahí es nada; arroz con alineas!...

ALI-MON
Aquí lo doloroso es que nos reconozca y haga con nosotros esas barbaridades que acostumbra a realizar con sus prisioneros.

BEN-IBHEN
(Viniendo al centro, como igualmente los otros dos) Yo he oído decir que el suplicio que aplica con más frecuencia es el de los gatos.

NHUREDIN
¿Y qué suplicio es ese?

ALI-MON
Un refinamiento horrible de crueldad. Ata a la víctima pies y manos, la mete en una estancia y encierra con ella cuatro gatos salvajes y hambrientos.

BEN-IBHEN
Como diciéndoles: «Ahí tenéis cordilla.»

NHUREDIN
¡Espantoso! Porque, claro, los gatos...

ALI-MON
Ya os podéis figurar: no quedan de la víctima ni las babuchas.

NHUREDIN
¡Qué espectáculo más atroz!

BEN-IBHEN
¡Un espectáculo al que no asisten más que cuatro gatos! Y además, lo denigrante que resulta, porque es una muerte de ratón.

NHUREDIN
Y que todos los suplicios serán por el estilo.

ALI-MON
No, eso, no; los tiene más duros y más suaves.

BEN-IBHEN
¿Suaves?

ALI-MON
El de la manteca, por ejemplo. Coge al prisionero, le unta todo el cuerpo de manteca, y a continuación le echa en una gran hoguera.

BEN-IBHEN
Pues es una equivocación: primero debía tostarle y después untarle la manteca.


ESCENA IX

Dichos, Zobeida, Fahima, Moselín y Amarus, por la derecha, con ropas de la servidumbre de la casa.

ZOBEIDA
Pronto; no queda otro recurso si queréis salvaros que ponerse estos vestidos de la servidumbre.

ALI-MON
(Despojándose de sus ropas y colocándose las que le ofrece Amarus; un sayón y una banda a la cintura con caídas) Con tal de sacar la piel sin un mal perforo, no digo yo estas ropas, el caftán más andrajoso, me parecería confortable.

BEN-IBHEN
(Cambiando de ropa, ayudado por Zobeida ) ¡Ay, Mahoma, Mahoma! ¡Y eso que te di las gracias al entrar! ¡Mira si se me olvida esa atención!

NHUREDIN
(Ayudado por Moselín) ¡Y que todo un Gran Visir tenga que pasar por un esclavo!

ZOBEIDA
Y probablemente tendrás que servir a la mesa y deshacerte en zalemas.

NHUREDIN
¡Servirle yo a ese ladrón!

BEN-IBHEN
¡Bueno; yo le sirvo, pero no le zalemo!

NHUREDIN
(A los esclavos) ¿Ninguno de vosotros se atrevería a escapar, sin ser visto, llegar a Damasco y avisar a mi guardia?

MOSELIN
Yo me atrevo, Gran Visir.

NHUREDIN
Pues corre, y si vuelves con ella a tiempo, cuenta con que la recompensa será espléndida. (Vase Moselín por la derecha)

ZOBEIDA
¡Pronto, que llegan! Tú, Amarus, oculta estas ropas (Amarus se las lleva segunda izquierda) y vosotros no olvidéis quienes sois.

ALI-MON
Precisamente por ser quien somos, tenemos que fingir que somos lo que no somos.

BEN-IBHEN
¡No somos nadie! (Se colocan los tres en fila en la lateral derecha; no llevan nada en la cabeza y Ben-Ibhen lleva a modo de «mimí» sujeto con una cinta, un gran mechón de pelo. Ellas quedan a la izquierda)


ESCENA X

Zobeida, Fahima, Ben-Ibhen, Alí-Mon, Gran Visir. Por la derecha entra como una avalancha Ka-Fur, seguido de diez o doce Bandidos. Todos Levan, como Ka-Fur, alfanjes, cuchillos en la cintura, etc. Ka -Fur lleva grandes barbas, que le dan aspecto siniestro

FAHIMA
Ka-Fur: de cuanto haya en esta humilde vivienda puedes disponer a tu antojo.

KA-FUR
Te agradezco la solicitud Tratándose de mujeres me sería enojosa la violencia y hubiese sentido que una negativa tuya... (Por el médico y los otros) ¿Quienes son estos?

FAHIMA
Mis criados.

BEN-IBHEN, ALI-MON y NHUREDIN
Y humildes siervos tuyos.

KA-FUR
(Por Zobeida) ¡Esta esclava es de una belleza singular!

FAHIMA
No es esclava, es de la familia.

BEN-IBHEN, ALI-MON y NHUREDIN
(Saludando ) Los esclavos somos nosotros.

KA-FUR
(Examinándolos) ¡Magníficos ejemplares! (A Alí) ¿Tú de dónde eres?

ALI-MON
Del Kurdistán.

KA-FUR
¡Oh, los kurdos aman mucho a su país!

ALI-MON
Como que estoy deseando ser, libre y volver a mi tierra, para coger una kurda y casarme.

BEN-IBHEN
Lo contrario que pasa en Europa, según he leído: allí primero se casan y luego cogen la kurda.

KA-FUR
¿De dónde es este que parece instruido y tiene tanto pelo?

BEN-IBHEN
¡Soy de Angola, señor.

KA-FUR
Pues no tienes el aspecto de africano.

BEN-IBHEN
Es que desde muy niño ruedo por el Asia.

KA-FUR
Bien, (A Fahima) Haz que sirvan de comer y beber a mis gentes y que .me sirvan a mí también; y a falta de almeas que dancen o de músicos que amenicen mi comida, que canten algo estos esclavos.

BEN-IBHEN
¡Cantar!

KA-FUR
Sí. ¿No sabéis ninguna canción?

BEN-IBHEN
Yo, señor, hasta que no hayas hecho bien la digestión no me atrevo.

KA-FUR
¿Por qué?

BEN-IBHEN
Porque si te canto durante la comida, coges una dilatación de estómago incurable.

ZOBEIDA
Se obediente y complace a Ka-Fur. Si quieres yo cantaré contigo.

BEN-IBHEN
Eso ya varía; ayudándome tú puede que digiera.

KA-FUR
Pues, ea; servidme diligentes.

BEN-IBHEN
(A Fahima) ¿Qué le traemos?

FAHIMA
En la cocina encontrareis una cabeza de cordero rellena de manteca, vino, pan y algunos pescados; los postres ya están puestos, de modo que bien pronto despacháis.

ALI-MON
Pues andando.

FAHIMA
(A Ka-Fur) Al momento seréis servidos tú y los tuyos. (Ka-Fur hace una seña a los suyos y vanse todos de escena por la derecha, quedando solos Zobeida y Ka-Fur)


ESCENA XI

Zobeida y Ka-Fur. Después, por la derecha, Ben-Ibhen con dos fuentes de metal; una grande, con una cabeza de cordero, y otra más pequeña con ensalada Después Alí-Mon con una garrafa con vino y un plato con pequeños panes de forma extraña; Nhuredin, con una fuente, y en ella pescado, y por último, siguiéndoles, Fahima.

ZOBEIDA
¿Prefieres cantos del país o una canción picaresca?

KA-FUR
(Trayéndola al proscenio y con misterio) Que mi disfraz te haya impedido reconocerme, me lo explico; pero que mi voz no te haya recordado…

ZOBEIDA
¡Cómo!... ¡Sí, ahora caigo! Eres el santo derviche que me aconsejó...

KA FUR
Silencio, que vuelven. (Se sienta a la mesa y Zobeida en el diván)

BEN-IBHEN
(Saliendo y dirigiéndose al público) ¡Qué bien sazonada debe estar, a juzgar por el olor, esta cabeza de cordero!... ¡Pues anda que la ensalada!... ¡Y pensar que este festín, que estaba preparado para mí, se lo va a comer este facineroso! Y todavía la ensalada que se la coma, no me importa; lo que más me duele es la cabeza. (Presentando ambas fuentes) ¡Con lo que me gusta rellena de manteca y espolvoreada de azúcar!

KA- FUR
Tú, imbécil; ¿qué aguardas? Sírveme pronto.

BEN-IBHEN
De cabeza, señor. (Se acerca y le sirve. Los demás salen y dejan las fuentes sobre la mesa)

KA-FUR
¡Magnífico! Empiece el festín y con él vuestra canción.

BEN-IBHEN
Y no pierdas ni una sílaba, porque vas a oír cantados los preceptos que Mahoma dejó escritos en el Korán.

KA-FUR
Atento os escucho. (Avanzan Zobeida y Ben-lbhen; los demás se sientan)

(Música)

LOS DOS
Allá van
los preceptos que ordena el Korán,
y que son
un prodigio de buena intención.
Allá van,
porque debe saberlos
un buen musulmán.

ZOBEIDA
No desees la mujer de tu amigo
y contén tu pasión si desborda.

BEN-IBHEN
A no ser que el amigo resulte
de los que hacen la vista algo gorda.

ZOBEIDA
No se ofende el Korán porque tengas
diez mujeres o veinte y aun treinta.

BEN-IBHEN
Ni muchísimo menos se ofende
porque tengas también las cuarenta.

LOS DOS
Cumpliendo estos preceptos
que Alah imponer nos quiso,
irás cuando te mueras
derecho al Paraíso;
y allí tendrás placeres
que allí muy bien se está,
y allí tendrás mujeres
y allí,.. ¡Jamalajá!

ZOBEIDA
No te mates, que Alah poderoso
el suicidio severo castiga.

BEN-IBHEN
A no ser que en un rapto amoroso
escabeches primero a una amiga.

ZOBEIDA
Aunque esté el agua fría no temas
y úsala para tus abluciones.

BEN-IBHEN
Porque no hay quien caliente ahora el agua
con el precio a que están los carbones.

LOS DOS
Cumpliendo estos preceptos,
etc., etc.

(Hablado)

KA-FUR
Por Alah, que no os inspiran gran respeto sus preceptos, pero esos son los míos, y de no tener necesariamente que ir a Damasco, me estaría oyéndolos hasta que el sol asomase por oriente.

ZOBEIDA
¿Te han gustado?

KA-FUR
(Levantándose airado) Mucho más que la farsa que están representando estos imbéciles.

BEN-IBHEN, ALI-MON y NHUREDIN
(Asustados se repliegan a la derecha; Fahima se coloca en primer término de la derecha y Zobeida continúa a la izquierda) ¡¡Eh!!

KA-FUR
¿Qué creíais? ¿Que no sé que bajo esas ropas serviles se ocultan un Gran Visir, un Cadí y un médico famoso?

BEN-IBHEN
(Aparte a los demás) (¡Nos ha debido vender Fahima!)

ALI-MON
(¡Estamos perdidos!)

NHUREDIN
(¡Y ese esclavo que no llega con mis tropas!)

KA-FUR
He querido darme el gusto de que me sirvan personas tan principales. Pero no temáis; Ka-Fur es generoso y va a pagaros él servicio,

ALI-MON
Lo mío no vale nada; total, servirte el vino.
.
BEN-IBHEN
Y yo aproximarte la cabeza... Por mí estás cumplido.

KA-FUR
Repito que quiero pagaros, (a Nhuredin) A tí. en premio de tus servicios, voy a hacer que mis gentes te empalen.

ALI-MON
(¡Uno que entra a rosca!)

NHUREDIN
¡Piedad! (Implorando)

KA-FUR
(A Alí-Mon) A ti que te unten de miel y que te pongan al sol.

ALI-MON
¡Y que me entren moscas!

NHUREDIN
(Aparte) (¡Suplícale gracia!)

ALI-MON
(Implorando) ¡Gracia!... ¡Hazme gracia!

KA-FUR
Además haré que te saquen los ojos.

ALI-MON
(A Fahima) ¡Pues maldita la gracia que me hace!

KA-FUR
(A Ben-Ibhen) Y a ti que te corten la cabeza.

BEN-IBHEN
¡Ya sabía yo que lo mío iría a parar a la cabeza!

ZOBEIDA
Yo imploro por ellos; perdónalos.

KA-FUR
¿Perdonarlos? ¡Imposible! Yo no siento piedad más que por los que como yo son unos criminales, unos bandidos. ¡Ah, si fuesen de los míos acaso me compadeciera! ¡Al fin y al cabo, entre cofrades...!

ALI-MON
(Lleno de alegría) Pues si no es más que eso...

BEN-IBHEN
(Idem) Puede, puede que nos entendamos.

NHUREDIN
(Idem) Seguramente.

FAHIMA
(Sorprendida) ¿Qué es lo que dicen?

BEN-IBHEN
(Avanzando) Yo, por ejemplo, parezco una persona decente, ¿verdad?, un sabio honrado y, ¡claro!, por eso no sientes simpatías por mí.

KA-FUR
Exacto.

BEN-IBHEN
Bueno; pues como sinvergüenza me ponen a tu lado y resultas un insecto.

KA-FUR
¿Qué dices?

BEN-IBHEN
Lo que oyes. Yo hago que los que sufren me paguen las píldoras hechas con miga de pan a un precio enorme. Todos mis elixires son agua del pozo, mis bálsamos agua de ídem; conque, ¡más claro, agua! (Se retira)

ALI-MON
(¡Ahora me explico lo malo que me puso!)

KA-FUR
¡Por Alah, que lo que haces es criminal!

ALI-MON
¡Pues anda que yo!...

KA-FUR
¿También tú?

ALI-MON
(Avanza) Yo no dicto una sentencia que no me valga un puñado de oro o una noche de amor. El que a mí llega confiado en el triunfo, como el contrario me abra su bolsa, yo, al fallar, le dejo sin triunfo. Por menos de nada cometo una injusticia.

KA-FUR
¿Y si media una mujer?

ALI-MON
¿Si media? Injusticia y media. (Se retira)

KA-FUR
¿Y tú, Visir?

NHUREDIN
Lo mío es peor. Yo vendo los empleos del califato y autorizo a los compradores para que esquilmen al pueblo. Si el pueblo chilla, mando que le apaleen y todos tan contentos.

ZOBEIDA
¡Pues el Califa debe ignorar todo esto!

ALI-MON
(Riendo) ¡El Califa!... ¡Pobre Califa!...

NHUREDIN
¡El infeliz no ve más que lo que nosotros queremos que vea!

BEN-IBHEN
(Riendo) ¡Es un mendrugo con turbante!

(Ríen)


ESCENA FINAL

Dichos. Por la derecha Moselín seguido de los Guardias del Cadí, Después por la izquierda Zahara, Abriza, Amarus y las Cantadoras de Palmira.

MOSELIN
(Entrando) Tu guardia, señor.

NHUREDIN
(Triunfante, despojándose del traje de Criado) ¡Ah, por fin! (Indicando a Ka-Fur) Soldados: ese que veis ahí es el terrible corsario Ka-Fur; apoderaos de él y si se resiste, matadle.

KA-FUR
El Visir se equivoca, Miradme, (se quita la barba y la túnica que le cubre y aparece con el traje de Califa)

TODOS
(Inclinándose con veneración) ¡El Califa!

ZOBEIDA
¡Soleiman!... ¡El comendador de los creyentes!

BEN-IBHEN
¡Mahoma: me has completado la noche!

NHUREDIN
¡Ahora sí que estamos perdidos!

ALI-MON
¡Completamente extraviados!

KA-FUR
Prended a los tres. (Los soldados se apoderan de ellos formando grupo a la derecha) Confiscaré vuestros bienes, que se entregarán a Zobeida.

ZOBEIDA
(Inclinándose) Señor: ¿dónde buscar palabras que expresen mi agradecimiento?

KA-FUR
Levanta y nada me agradezcas. (Música piano en la orquesta) Por ti he llegado a saber lo que gentes sin conciencia hacen con mi pueblo y te juro que si asombro de Damasco fue tu hermosura, asombro de Damasco será también mi justicia. (Queda en el centro; Zobeida y Fahima a sus plantas; a la izquierda Zahara, Abrisa, Moselín y Amarus en la misma posición; las Cantadoras de Palmira, que desde que empezó la música han salido tañendo sus instrumentos, rodean el grupo formando cuadro)

(Cantado)

CANTADORAS
Acoge clemente
la queja del Visir,
que enloquecido por tu amor,
si le desprecias va a morir.

(Telón rápido)



FIN DE LA OBRA


CUPLES PARA REPETIR

—Si en tu casa reposas tranquilo
y oyes golpes que duran un rato.
—No seas primo y atranca la puerta
por si son los del inquilinato.

—Si mantienes un perro y un gallo
en la forma que Alá te aconseja.
—Dale al perro cabeza de vaca
y resérvale al gallo la oreja.
Cumpliendo, etc., etc.

—No te mates, que Alá poderoso,
el suicidio severo castiga.
—A no ser que en un rapto amoroso
escabeches primero a una amiga.

—Aunque esté el agua fría no temas
y úsala para tus abluciones.
—Porque no hay quien caliente ahora el agua
con el precio a que están los carbones.
Cumpliendo, etc., etc.

—En los días de ayuno severo
deberás no comer casi nada.
—Huevos fritos, atún, chicharrones
y café con seis medias tostadas.

—El importe de los alimentos
nos ha puesto ya fuera de tino.
—Un pepino té importa dos reales
que antes no te importaba un pepino.
Cumpliendo, etc., etc.

—Si te encuentras a un pobre desnudo
vístele que el Corán te lo indica.
—Pero si es una pobre y es guapa
el vestirle más bien perjudica.

—En tu harén nunca tomes mujeres
que no tengan por patria Turquía.
—Porque puedes tirarte una plancha,
sobre todo si tomas judías.
Cumpliendo, etc., etc.

—Cuando en Siria se pongan tranvías
lo primero que habrás de enterarte.
—Es por dónde te dejan subirte
y por dónde te dejan bajarte.

—Y si alguna lujosa gran vía
se proyecta por el Califato.
—A la puerta te vas de tu tienda
y te sientas porque hay para rato.
Cumpliendo, etc., etc.

—Va faltando el papel de tal modo
que en Damasco ya no hay cantidades.
—Y lo triste es, que faltan papeles
cuando aprietan las necesidades.

—Cuando el Cine se instale en Oriente,
cómo el Cine se da siempre a oscuras.
—Que no vayan las moras a verlo
porque salen las moras maduras.
Cumpliendo, etc., etc.

—Deberás con mujeres casadas
evitar amorosos deslices.
—Porque sufre con ello el decoro
y hasta pueden sufrir las narices.

—Si un Califa te ofrece mejoras
y a arreglarte la hacienda se presta.
—No hagas caso, porque eso es lo mismo
que embozarme con la capa puesta.
Cumpliendo, etc., etc.

—Siempre que hay en Damasco elecciones,
el Visir, como tiene poderes.
—Les obliga a votar a los vivos
e igual hace con los cadáveres.

—Si un amigo te pide dinero
y a contar sus apuros te empieza.
—Oyele con afecto y cariño
y después písale la cabeza.
Cumpliendo, etc., etc.

—Comer cerdo prohíbe Mahoma,
que le tiene a ese bicho ojeriza.
—Y es que el pobre murió mucho antes
del invento de la longaniza.

—No prestarle el dinero a un amigo,
dice Alá, que una infamia sería.
—Pero pídele a Alá dos pesetas
y verás a qué sitio te envía.
Cumpliendo, etc., etc.

—Si tu suegra se mete contigo,
y a menudo provoca tu enojo.
—No la pegues, mas coge un ladrillo
e introdúceselo por un ojo.

—Moderado ha de ser tu alimento,
no usará más que arroz tu cocina.
—Por aquello que dijo Mahoma
de «si quieres arroz, Catalina».
Cumpliendo, etc., etc.

—Si tu esposa se escapa con otro,
no maldigas al que se la lleva.
—Debes darle millones de gracias,
que no a todos les cae esa breva.

—Hoy rebosa Damasco alegría,
y el motivo de tantos placeres.
—Es que ayer no mataron los novios
más que cuarenta y cuatro mujeres.
Cumpliendo, etc., etc.

—No te acuestes con niño chiquito,
que Mahoma prohíbe así hacerlo.
—Y además quien con niño se acuesta,
se levanta que da pena verlo.

—Los couplés se nos han agotado,
que si no muchos más cantaría.
—Pero vengan ustedes mañana
y les canto hasta 1a Letanía.
Cumpliendo, etc., etc.


Información obtenida en:
https://archive.org/details/elasombrodedamas4161luna

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