EL ASOMBRO DE DAMASCO
Zarzuela
en dos actos.
Inspirada
en un cuento de Las mil y una noches. Libreto de Antonio Paso y Joaquín Abati.
Música
de Pablo Luna.
Entrenada
en el Teatro de Apolo el 20 de septiembre de 1916.
REPARTO (Estreno)
Zobeida
- Rosario Leonís.
Fahima
– Julia Castrillo.
Zahara
/ Almea 1ª – Encarnación Fuentes.
Abriza
- Teresa Saavedra.
Mirta
– Srta. Girona.
Ben-Ibhen
– Casimiro Ortas hijo.
Alí-Mon
- Patricio León.
Nhuredin
– Francisco Meana.
Derviche
1º - Carlos Rufart.
Derviche
2º - Sr. Beltrán.
Moselín
– A. Moreno.
Amarus
– Sr. Paisano.
Un
hombre del pueblo – Sr. Llayna.
Las
cantadoras de Palmira las representaron todas las segundas tiples del Teatro.
Almeas,
hombres y mujeres del pueblo, soldados, esclavos y coro general.
Acción
en Damasco (Turquía Asiática), bajo el califato de Soleiman.
Derecha
e Izquierda, las del actor.
ACTO PRIMERO
Decoración:
La escena representa una plaza pública en la ciudad de Damasco. (Siria. Turquía
asiática) Decoración a todo loro. En primer término izquierda, la tienda de Ben-Ibhen;
tienda oriental, con puerta practicable, de drogas, medicamentos, pomadas, ungüentos,
etc. En primer término derecha, la tienda de Fahima; idem de perfumes,
esencias, etc. El resto de la decoración a gusto del pintor. Son las primeras
horas de la mañana.
ESCENA PRIMERA
Fahima,
subida en un taburete a la puerta de su tienda, rodeada de Abriza, Mirta y Coro
de Señoras, todas vestidas a la oriental. Ben-Ibhen, subido en otro taburete, a
la puerta de la suya, rodeado de Hombres, de la ciudad. Entre estos, hay alguno
manco, otro cojo, otro la cabeza vendada, etc.
(Música)
(A
telón corrido, se oye una voz dentro que suena lejana)
FAHIMA
Ya
el sol, por el Oriente
su
luz asoma.
Coronado
de fuego,
ya
luce el día.
No
te olvides, creyente,
de
que es Mahoma,
quien
las primeras luces
del
alba envía.
(Se
alza el telón)
ELLAS
(A
Fahima)
Atiéndeme.
Despáchame,
que
antes que nadie
yo
llegué.
ELLOS
(A
Ben-Ibhen)
Danos
pronto algo
y
no te hagas rogar.
Tú,
que eres un sabio
alivia
nuestro mal.
Anda,
pronto; venga
que
no podemos esperar.
BEN-IBHEN
¡Alto!
Dejad
ya de gritar
y
atentos escuchad
lo
que mis drogas mágicas
pueden
curar.
(Baja
del taburete)
TODOS
Dejemos
de gritar,
etc.,
etc.
BEN-IBHEN
(Anunciando)
No
hay dolor que se resista
a
mis célebres unturas.
¡Para
mí, no hay hemorragias!
¡Para
mí, no hay calenturas!
A
mis sabios elixires
y
a mi mágica pomada,
nada
existe que le iguale.
¡Nada!
¡Nada! ¡Nada! ¡Nada!
Los
que sufrís,
los
que vivís
minado
todo
vuestro
organismo,
ya
lo sabéis:
es
que queréis,
o
últimamente
que
os da lo mismo.
ELLOS
Yo
quiero pomada.
Yo
quiero un ungüento.
BEN-IBHEN
Pedid,
que a serviros
voy
al momento.
(Despachando
a unos y a otros y entrando en su tienda de vez en cuando, para sacar algún
específico que entrega al comprador)
ELLOS
¡Por
Alah!
¡Pronto!
¡Acaba ya!
Dame
al punto ese elixir
que
me vuelva la alegría,
que
estoy sufriendo
desde
hace días.
Dame
pronto ese elixir
que
me calme mi dolor.
¡No
tardes, por favor!
FAHIMA
Yo
vendo los perfumes
mejores
de Damasco;
yo
soy la proveedora
de
esencias, del Cadí;
yo
tengo escamonea,
la
mirra del Arabia,
incienso
y cinamomo,
el
cedro y el benjuí.
(Baja
del taburete)
ELLAS
(Rodeándola)
Quiero
una esencia que traiga al hombre
por
el que lloro noches y días,
Quiero
una esencia que me devuelva
con
mis amores, mis alegrías.
FAHIMA
Esa
esencia cuesta cara
y
escasea.
ELLAS
La
queremos y pagamos
lo
que sea.
FAHIMA
Yo
he descubierto un perfume
que
despierta los sentidos,
y
estimula los deseos
adormidos.
Yo
he descubierto una esencia
que
el que la aspira, te besa
y
te deja entre los labios
el
sabor de una promesa.
TODAS
Es
una esencia maravillosa
que
a los amantes hace celosos;
es
un perfume que al aspirarlo
brota
en suspiros voluptuosos.
Cuantas
llevaron ese perfume,
en
los amores siempre triunfaron
y
a sus amantes rendidos miran
las
que esa esencia de aquí llevaron.
¡Mágica
esencia
que
Alah nos hizo,
y
en ella puso
todo
su hechizo!
¡Qué
es como un sueño!
¡Como
la brisa!
¡Como
el encanto
de
una sonrisa!
(Hablado)
UNO
¡Por
Alah, gran médico, dame a mí una pomada que me quite este picor que siento en todo
el cuerpo!
BEN-IBHEN
Ahí
va. (Le entrega un tarro) Untándote dos veces al día y rascándote de cuando en
cuando suavemente, verás cómo sientes alivio.
UNO
¡Qué
Mahoma te lo premie! ¿Qué debo darte?
BEN-IBHEN
Un
dinar.
UNO
¿Y
si no lo tuviese?
BEN-IBHEN
(Quitándole rápidamente el tarro) Entonces, te
rascas nada más.
UNO
Sigues
tan tirano como siempre y tan avaricioso. Toma. (Le entrega una moneda y recoge
el frasco) ¡y Alah te guarde!
BEN-IBHEN
(Embolsándose
el dinero) Y a ti te alivie. (Sigue despachando sus drogas y los compradores
van haciendo mutis por distintos lados)
FAHIMA
(A
las de su grupo) Conque, ya lo sabéis: dos gotas en el pelo y otras dos en el
nacimiento del pecho, basta para que logréis vuestro sueño.
ABRIZA
¡Ah,
Fahima, como sea cierto, pediremos al Profeta en nuestras oraciones que derrame
sobre ti toda su gracia!
FAHIMA
No
olvidéis que si mucho hace el perfume, vosotras tenéis que ayudarle con vuestra
coquetería.
MIRTA
Por
eso no ha de quedar.
FAHIMA
Entonces,
vuestro será el triunfo.
ABRIZA
¡Que
Alah te guarde!
FAHIMA
¡E1
sea con vosotras! (Saludo en general. Bis en la orquesta y hacen mutis por
distintos sitios, quedando solos en escena Fahima y Ben-Ibhen, que guardan sus
respectivas banquetas)
ESCENA II
Fahima
y Ben-Ibhen.
BEN-IBHEN
¿Cómo
van esos perfumes, amiga Fahima?
FAHIMA
No
tan bien como tus drogas, amigo Ben-Ibhen.
BEN-IBHEN
¡Mis
drogas! Parece que las tratas así con cierto desprecio. Y, sin embargo, de
tierras lejanas llegan los hijos del Profeta a comprarlas. ¡Algo tendrán cuando
tanto las buscan!
FAHIMA
También
buscan mis perfumes mujeres de Bagdad y de Mosul, y si es de aquí no hablemos Damasco
entero no prefiere otra tienda que la mía. ¡Y hasta el Cadí y el gran Visir de
ella se surten!
BEN-IBHEN
Lo
sé, lo sé. Y creo recordar que alguna vez nuestro Califa Soleiman, pidió que le
enviasen la esencia de Cedro, que sólo tú posees.
FAHIMA
Puedes
asegurarlo; el Califa me ha honrado aceptándola. ¡Gran hombre es nuestro
Califa!
BEN-IBHEN
Dicen
que para mejor gobernar, Soleiman suele a veces visitar, disfrazado, las
tierras de su Califato.
FAHIMA
Así
debieran hacer todos los príncipes.
BEN-IBHEN
Por
mí, bien sabe el Profeta, que aparte de gustarme un poco las hijas de Soleiman,
no tengo por qué temer la visita de nuestro señor. La ciencia, y alguna que
otra vez el amor, ocupan todos los momentos de mi vida.
FAHIMA
Pero,
¿a tu edad aún piensas en las mujeres?
BEN-IBHEN
¿Y
qué le voy a hacer? ¡Debilidades! Yo creo que el mérito más grande de Mahoma es
el haber fundado un Paraíso mujeril en el cual nos espera. No sé cómo admirarle
mas, si como Profeta o como coleccionista de muchachas guapas.
FAHIMA
(Riendo)
Como coleccionista, seguramente.
BEN-IBHEN
Es
probable. En fin, voy a mi trabajo. (Entra en su tienda)
ESCENA III
Fahima,
Derviches l º y 2° salen fondo derecha. Después, y por el fondo izquierda, Zobeida;
traje rico; y, como es natural, cubierto el rostro con el velo, a la usanza
oriental.
DERVICHE
l º
(Acercándose
a Fahima) ¡Que Alah te guarde! Venimos de una larga peregrinación, cansados están
nuestros cuerpos, y te pedimos que nos dejes reposar en ese banco. (Por uno que
habrá a la puerta de la tienda)
FAHIMA
No
sólo descanso, sino comida y bebida os ofrezco, santos Derviches.
DERVICHE
2 °
Reposo
hemos de menester tan solo, que el ayuno es buen amigo nuestro.
FAHIMA
Como
queráis. (Se sientan en el sitio indicado)
ZOBEIDA
(Sale
muy agitada, se acerca a Fahima, y al llegar a su lado, descubre el rostro)
¡Fahima!
¡Mi buena Fahima!
FAHIMA
(Con
sorpresa) ¡Zobeida! ¿Cómo tú en Damasco?
ZOBEIDA
¿Te
extraña, verdad? Pues mayor será tu asombro cuando sepas que vengo sola.
FAHIMA
¡Que
el Profeta me valga! ¿No viene contigo tu marido, el buen Omar?
ZOBEIDA
No;
Omar está enfermo.
FAHIMA
¿Grave?
ZOBEIDA
No;
más difícil que recobrar la salud, ha de serle rehacer su fortuna perdida.
FAHIMA
¿Qué
dices?
ZOBEIDA
Sí,
Fahima; nosotros, los más ricos comerciantes de Mosul, estamos hoy en la ruina.
Un mal negocio se lo ha llevado todo. Ayer, Omar, me dijo: «Hace tiempo presté
a un médico de Damasco, llamado Ben-Ibhen, mil dinares de oro. No tengo
documento, ni siquiera testigos, pero es buena persona. Corre a Damasco y si
está en disposición de devolverte esa suma, quizá con ella podamos salvarnos.»
FAHIMA
(Indicando
la tienda de Ben-Ibhen) Precisamente esa es su tienda, y en cuanto a devolverte
los mil dinares, fortuna sobrada tiene para ello.
ZOBEIDA
¡Alah
lo permita, para que pueda llevarle esa alegría a Omar.
DERVICHE
1 °
(A
su acompañante, en voz alta) ¡Hermosa es la vendedora de Mosul.
DERVICHE
2 º
¡De
una belleza que maravilla!
ZOBEIDA
(Cubriéndose
con el velo) ¿Quiénes son esas gentes?
FAHIMA
Dos
Derviches, que vienen de la Meca.
ZOBEIDA
¡Ah!...
¡Dos santos!
FAHIMA
(A
ellos) Insisto en ofreceros algún alimento, buenos Derviches Tasad a la tienda.
Me daréis una gran alegría aceptando cualquier cosa.
DERVICHE
1 º
Sea,
puesto que lo quieres. (Se disponen a entrar)
FAHIMA
(Viendo
salir al Doctor) Mira: ahí sale Ben-Ibhen; ésta es la ocasión.
ZOBEIDA
Sí,
pero no me dejes; yo sola no me atrevería.
FAHIMA
Bien,
(A los Derviches) Entro al instante.
(Ellos
entran en la tienda y Fahima avanza al encuentro del médico)
ESCENA IV
Zobeida,
Fahima y Ben-Ibhen.
FAHIMA
Me
alegro que salgas, vecino.
BEN-IBHEN
¿Querías
algo de mí?
FAHIMA
Quería...
hablarte de un asunto... ¿Te acuerdas de Omar, un rico comerciante de Mosul?
BEN-IBHEN
Y
tanto que me acuerdo. Llegó a mi noticia que se había casado y que sus negocios
prosperaban de día en día.
FAHIMA
Lo
primero es cierto y ésta es su mujer… (Señalándola)
BEN-IBHEN
(Viéndola
cubierta) ¡Recatada, como una virgen del Profeta!
FAHIMA
En
cuanto a lo segundo, te han engañado. Omar ha perdido toda su fortuna.
BEN-IBHEN
¡Es
posible!
ZOBEIDA
Desgraciadamente,
lo es; está enfermo.
BEN-IBHEN
¿Y
necesita de mi ciencia ..?
ZOBEIDA
Por
el momento, sólo necesita que recuerdes que un día te prestó mil dinares de
oro.
BEN-IBHEN
Verdad
es. No existe ningún documento que lo pruebe, pero es verdad.
ZOBEIDA
Y
si pudieras devolvérmelos mitigarías en gran parte la desgracia que nos aflige.
BEN-IBHEN
¡Claro
que puedo! Y además, me complace devolverlo en ocasión que le salva de un
compromiso Ahora mismo voy... (Se dirige a la tienda y antes de entrar, vuelve
y dice;) Pero… ¿quién me asegura que ésta es la mujer de Omar?
FAHIMA
Yo.
BEN-IBHEN
¡Hum!...
(Desconfiando un poco) No dudo de tu testimonio, pero... si al menos se dejase
ver la cara... Que yo conozca a quien entrego... Mil dinares es una cantidad respetable.
ZOBEIDA
(Después
de vacilar un momento) Tienes razón. (Pasa a su lado y se descubre) Mira.
BEN-IBHEN
(Asombrado
de la hermosura) ¡Re... Mahoma! ¡Qué asombro de hija del profeta!
ZOBEIDA
Yo
soy Zobeida; esposa de Omar.
BEN-IBHEN
Tú
eres una fantasía berebere que... (¡Calma, Ben-Ibhen, calma!)
ZOBEIDA
¿Qué
piensas?
BEN-IBHEN
Pienso
que a mí el Korán me ordena que pague lo que deba, pero .. ¡Aquí quisiera yo ver
al distinguido autor del Korán!
FAHIMA
¡Cómo!
¿Qué dices?
BEN-IBHEN
Perdóname,
pero tu asombrosa hermosura me ha dejado casi paralítico. .Ni sé lo que hago,
ni lo que digo, ni lo que pienso. . Es decir, lo que pienso, sí; ahora, que es
una barbaridad.
ZOBEIDA
¿Eh?
BEN-IBHEN
(Acercándose
a ella amorosamente) Sí, Zobeida; la flor del granado es menos roja que tus labios;
el fruto que da la higuera es menos dulce que...
ZOBEIDA
(¡Está
loco!)
BEN-IBHEN
Que.
¡Anda, ya no sé lo que iba a decir! ¿Dónde estaba? ¡Ah, sí, ya recuerdo: estaba
en la higuera! Pues bien, embriagadora musulmana, no tengo inconveniente en
entregarte ese puñado de oro y algo más, siempre que seas tú, tú sola, la que
venga a recogerlo esta noche a mi trastienda, o yo quien te lo lleve a donde tú
me oigas, monada turca.
ZOBEIDA
(Indignada)
Soy casada.
BEN-IBHEN
Más
aliciente. Y que de esto, sólo se ha de enterar Fahima, tú, yo (Elevando sus
ojos al cielo) y el que todo lo ve... que puede que no lo vea con buenos ojos,
pero ¡qué le vamos a hacer! que no mire.
ZOBEIDA
¿Y
si no accedo a tus deseos?
BEN-IBHEN
Como
la deuda no consta en ningún escrito, me niego a devolvértela y en paz.
FAHIMA
¡Qué
bribón!
ZOBEIDA
¡Qué
mala suerte!
(Música)
FAHIMA
(Pasando
al lado de Ben-Ibhen)
Ten
presente la desgracia
que
le aflige al pobre Omar:
más
que el pago de, una deuda,
es
un rasgo de piedad.
ZOBEIDA
No
te muestres inclemente
ni
me niegues tu favor.
Ben-Ibhen,
yo te suplico
que
no enciendas mi rencor,
bien.
Merezco tus rencores,
merezco
tus enojos,
merezco
que Mahoma
me
tome a mí entre ojos;
merezco
que tu esposo
me
corte la cabeza,
pero
la culpa es solo
de
tu sin par belleza.
FAHIMA
Sé
indulgente, Ben-lbhen,
de
Zobeida ten piedad.
ZOBEIDA
Siempre
es noble hacer el bien;
hazlo
tú por caridad;
BEN-IBHEN
Mira
si tiene
poder
tu cara,
que
aun siendo un hombre
ya
cincuentón,
siento
mi sangre
correr
ansiosa
y
oigo que late
mi
corazón.
(Llevándose
las manos al sitio indicado)
Pom
pom-pom pom,
fíjate
en su excitación,
más
que el soplo de una víscera
es
el soplo de un ciclón.
ZOBEIDA y FAHIMA
Pom-pom-pom-pom,
pom-pom-pom-pom.
Aunque
insista en su deseo
No
pensé que este hombre hiciese
no
caeré en la tentación
tan
cruel proposición.
BEN-IBHEN
¿Conque
te niegas?
ZOBEIDA
¿Y
qué he de hacer?
BEN-IBHEN
Si
es por capricho...
ZOBEIDA
Es
por deber.
FAHIMA
Ni
ahora ni nunca
consentirá.
BEN-IBHEN
Pues
del apuro
te
saque Alah. (Inicia el mutis hacia su casa)
FAHIMA
¡Y
se marcha!
ZOBEIDA
Yo
no puedo
aceptar
su condición.
BEN-IBHEN
(¡Bien
mirado, estoy quedando
como
un gran sinvergonzón.
Pero,
en fin, si ella cediese,
de
pensarlo, hasta el turbante
se
me inclina hacia adelante,
sin
poderle contener!)
LAS
DOS
No
es posible, no es creíble
que
se niegue así a pagar
una
deuda tan sagrada
que
a mi / tú esposo ha de salvar,
y
la infamia que pretende
a
cualquier mujer ofende.
Este
sabio es un completo
criminal.
BEN-IBHEN
Bella
Zobeida,
que
Alah te guarde.
ZOBEIDA
¡Es
un bandido!
FAHIMA
¡Es
un cobarde!
ZOBEIDA
Su
acción indigna
diré
en Mosul.
BEN-IBHEN
Me
están poniendo
de
oro y azul.
LAS
DOS
(Como
una maldición)
¡Que
Alah te confunda!
¡Que
Alah te maldiga!
¡Que
cambie tu suerte
de
un modo fatal!
¡Que
lluevan desgracias
a
todos los tuyos!
¡Que
llame a tus puertas
el
genio del mal!
(Invocando)
¡Alah!
¡Divino
Alah!
Castiga
al cobarde
y
a todos los suyos.
¡Que
llame a sus puertas
el
genio del mal!
BEN-IBHEN
Ya
lo sabes: si me citas
del
apuro has de salir;
pero
cítame, si quieres
el
dinero recibir.
LAS
DOS
(Indignadas)
¡Jamás
ese deseo
cumplido
se verá,
y
teme la cólera de Alah!...
(Vase
Ben-Ibhen a su tienda)
(Hablado)
ZOBEIDA
(A
Fahima) ¿Ves; ves qué crueldad de la suerte? ¡Y todo por culpa de mi belleza!
FAHIMA
No
te desesperes. En Damasco hay autoridades; está el Cadí, está el Gran Visir...
ZOBEIDA
Sí,
pero, ¿y la prueba?
FAHIMA
No
la hay, mas pudiera encontrarse; ¿quién sabe? Ven, descansa un momento y
después buscaremos otro camino, ya que este no ha de conducirnos al fin
deseado. (Entran las dos en la tienda de Fahima)
ESCENA V
Ben-Ibhen.
BEN-IBHEM
(Volviendo
a salir) ¡Conque que tema la cólera de Alah! (Despreciativamente) ¡Alah!... A la... noche viene, estoy seguro. Y si no
viene, por lo menos me cita. Porque, es la cuenta que yo me he hecho. ¿Ella
quiere recibir el dinero? Pues para recibir, lo primero que hay que hacer, es
citar. Es lo de todas: al principio se resisten; pero después, alcuzcuz comido.
Porque yo no sé si será esta leve inclinación que le doy al turbante o el fuego
que despiden mis ojos, pero el resultado es que, aunque al principio se
resisten, al poco tiempo vienen como mariposuelas a quemarse las alas en el
citado incendio de mis susodichos ojos. Musulmana que miro, musulmana que
chamusco, y como sostenga un rato la mirada, la tostó. Y esa, aunque me ha dicho
que no, está ya para romper a hervir. Viene, ya lo creo que viene, (Se oye
ruido de voces hacia el foro derecha) ¡Eh!... ¿quién viene? (Mirando) Es
Alí-Mon, el Cadí de Damasco. Ben-Ibhen, a internarte, que los roces con la
justicia no traen nada bueno. (Entra en su tienda)
ESCENA VI
Alí-Mon,
Cadí de Damasco, seguido de Seis Guardias. Salen al compás de la música,
quedando los guardias en el centro de la escena y adelantando Alí-Mon hacia la
batería. Lleva en la mano una vara, símbolo de su autoridad
(Música)
(Durante
todo el número, y en particular en los ritornellos, el Coro no dejará de hacer
evoluciones, a gusto de los señores directores, debiendo quedar al final del mismo
dos al fondo y dos en cada lateral. Los movimientos, casi bufos)
ALI-MON
Soy
Alí-Mon;
soy
el Cadí;
lo
único bueno
que
entre la turba de funcionarios
existe
aquí.
CORO
Es
Alí Mon;
es
el Cadí;
etc.,
etc.
COUPLETS
ALI-MON
Soy
el ser más inflexible
que
ha nacido en el Oriente,
y
aunque parezca increíble,
soy
el más inteligente.
Esta
vara justiciera
el
poder conmigo ejerce.
Ni
por dádivas ni ofrendas,
ni
por nada se me tuerce.
Siempre
estoy exento
de
toda malicia,
y
en todos los casos
suelo
hacer justicia.
Por
eso, las gentes
que
suelo encontrar,
murmuran
muy quedo,
al
verme pasar:
«Ahí
va Alí-Mon.
Ahí
va el Cadí;
lo
único bueno
que
entre la turba de funcionarios
existe
aquí.
Para
aclarar
una
cuestión,
en
dos minutos,
escasamente,
que se la encarguen
al
Alí-Mon».
CORO
Ahí
va Alí-Mon.
etc.,
etc.
ALI-MON
Tengo
un ojo vigilante
que
persigue el desacierto,
y
como es lógico, vivo
con
el ojo siempre abierto.
de
usureros y ladrones,
voy
siguiendo siempre el rumbo
y
al que siente yo la mano,
más
que sentarle, le tumbo.
Siempre
estoy exento
de
toda malicia,
etc.,
etc.
(Hablado)
ALI-MON
Bueno:
el Gran Visir me ha honrado con un encargo, que a la letra dice así:
(Desenrolla un pergamino y lee) «En el nombre de Alah, siempre grande y
misericordioso, y en el del Califa Soleiman, no tan grande, pero también de
buenas proporciones. - A Alí-Mon, Cadí de Damasco.» Hay un sello de cera.
«Teniendo noticias de que ha desembarcado en nuestras costas y merodea por esta
ciudad el terrible corsario Ka-Fur, te ordeno que inmediatamente salgas en su
busca, y vivo o muerto, me lo entregues antes de que vuelva a darse a la vela.»
Hay otro sello de cera. Y firma «Nhuredin, Gran Visir...» (Se guarda el pergamino)
Consecuencias de esta orden. Si yo trato de coger al tal Ka-Fur, vivo, vivo... lo
que tarde en querer cogerle. Y en cuanto a lo de cogerle muerto, parece algo
más fácil, si el interesado me dejase darle amistosamente con la cimitarra en
la yugular. Pero, tampoco es fácil, porque este Ka-Fur es una especie de león,
con toda la melena. Bebe sangre de creyente en una calavera y se cuenta que
hace horrores con los prisioneros que caen en sus manos. A los hombres, les
sienta en el extremo de un palo vertical y puntiagudo y les da vueltas hasta
que entran a rosca. ¡A las mujeres les arranca la lengua! ¡A los niños les
corta los pies y a las niñas les rompe las muñecas! Un tigre, es una odalisca
comparado con él. Además, me han dicho que desembarcado es aún más terrible que
sobre las olas. En resumen, que es un animal, terrestre y marítimo. Yo voy a ir
dando tiempo para que se embarque, porque aun cuando en el mar acaso me fuera
más fácil pescarle, como mi jurisdicción es solo terrestre, si yo me meto en el
mar tengo que meterme desnudo... de toda autoridad, y una autoridad desnuda,
¿qué hace?... Pues nada.
ESCENA VII
Dichos,
Zobeida y Fahima, que salen de la tienda. La primera con el rostro cubierto.
FAHIMA
¡Justicia,
Alí-Mon!
ZOBEIDA
(Que
la sigue) ¡Cadí de Damasco, justicia!
ALI-MON
Ahora
no estoy para legislar. De once a una, los días no festivos.
FAHIMA
En
nombre del Comendador de los Creyentes, escucha a esta mujer.
ALI-MON
No
creas que a mí me asusta la cita del Comendador; pero, en fin, habla y sé
breve, que tengo una misión importante que no cumplir. ¿Qué quieres?
ZOBEIDA
Justicia
contra el médico Ben-Ibhen.
ALI-MON
¿Se
niega a curarte alguna dolencia? Porque en tal caso, más que querellarte, debes
darle las gracias. A mí me recetó una vez y por poco dejo una vacante en ti
poder judicial.
ZOBEIDA
No
es eso: se niega a devolverme una cantidad que le prestó mi esposo.
ALI-MON
(Indignado)
¡Es posible! ¿No sabe ese poblador de cementerios que en asuntos de préstamos soy
implacable?
ZOBEIDA
He
venido expresamente de Mosul, donde quedó mi esposo enfermo. He hablado con el
médico, y como desgraciadamente no existen papeles ni testigos que acrediten el
débito, apelé a su honradez, y se prestó gustoso a devolverme la cantidad, pero
me suplicó que levantase este velo y... ¡nunca lo hubiera hecho!... Al ver mi
cara, al ver mi cara...
ALI-MON
¿Qué?
ZOBEIDA
No
puedo, Cadí; la vergüenza quema mis labios.
FAHIMA
Yo
te lo diré. Al ver su hermosura, puso como condición para devolver el dinero,
que ella misma fuese esta noche a su tienda o le citase en algún otro lugar
solitario, para... ¿Comprendes?
ALI-MON
¡Ah,
miserable!... ¡¡Ah, bandido! Haré que le den cien azotes y que le paseen por
todo Damasco con un cartel colgado en el cuello, que diga: «Por... por...»
¿Cómo lo pondría yo que diese idea y no atentase a la moral? ¡Ah, si! «Por
exigir unos intereses en moneda que no es corriente más que en otra clase de
operaciones.»
ZOBEIDA
¡Que
Mahoma derrame sobre ti sus infinitas gracias! (Zalema)
FAHIMA
¡Sus
muchas gracias! (Idem)
ALI-MON
No
las merece, quien como yo, cumple su obligación. Yo no soy un mortal hecho de carne
que al fin se ablanda, o de hueso, que se desquebraja Yo soy broncíneo. Yo soy la
estatua de la Justicia, que alienta para bien de mis administrados. Pero una
duda se me ocurre. ¿Qué encontró en ti ese constructor de potingues para
negarse al cumplimiento de su obligación?
ZOBEIDA
Le
parecería bella.
ALI-MON
Bella,
bella... ¡En Damasco las hay que asombran!
ZOBEIDA
Acaso
mis ojos...
ALI-MON
No
basta; las hay aquí que tienen por niñas dos carbones: miran y atufan.
ZOBEIDA
Tal
vez mi boca.
ALI-MON
En
Damasco las hay que dejan con la boca abierta.
FAHIMA
Quizá
el conjunto...
ALI-MON
¡Por
el Korán: levanta ese velo y salgamos de dudas! Para la justicia no debe haber nada
oculto.
ZOBEIDA
(Dudando)
¿Que me descubra?
FAHIMA
Sí,
no temas, ya lo has oído; para el cumplimiento de su deber es de bronce.
ZOBEIDA
(Acercándose
a él y levantando el velo) Mira.
ALI-MON
(Dando
un salto de asombro y pasando a la derecha) ¡Returbante!... ¡qué espanto de
belleza! ¡La mejor Hurí del Profeta es una mala babucha de orillo al lado de
este oasis. Hace bien en cubrirse, porque de otro modo, sería el asombro de
Damasco.
FAHIMA
¿Qué
piensas, Cadí? (Alí-Mon indica por señas a los guardias que se alejen; estos,
después de saludar» se retiran fondo izquierda)
ALI-MON
Pienso
que... (Volviendo al lado de Zobeida) la falta de Ben-Ibhen, tiene disculpa. Yo
te suponía hermosa como una puesta de Sol; flexible como la hoja de una espada;
digna en fin, de que te guardasen en un estuche de oro; pero... sí, sí: ¡ríete
de la puesta, de la espada y del estuche!
ZOBEIDA
¿Qué
dices?
ALI-MON
(Entusiasmado)
Digo, que el fuego de esos ojos ha fundido el bronce que cubría esta materia deleznable;
que la balanza de la Ley se ha convertido en una romana caprichosa y la severa
chilaba de la Justicia en un guiñapo.
ZOBEIDA
¿De
modo que no me haces justicia?
ALI-MON
Lo
que yo quisiera era hacerte gracia; y si te hago gracia te hago justicia.
ZOBEIDA
No
comprendo tu idea.
ALI-MON
Pues
es mas clara que el agua que encierra el coco. Yo le hago a Ben-Ibhen que te
devuelva el dinero, y si se niega, le empalo; pero tú, en cambio...
ZOBEIDA
(Indignada,
se separa, pasando al lado de Fahima) Basta; no sigas.
ALI-MON
Hazte
cargo de que no hay documento que lo pruebe, una persona que lo atestigüe… que
tengo que condenarle por tu solo dicho.
ZOBEIDA
¿Y
si me niego?
ALI-MON
No
hay nada de lo dicho.
ZOBEIDA
¿Y
esta es la justicia de que blasonabas?
ALI-MON
Poco
a poco. La justicia sigue siendo implacable; fría, completamente fría. . Pero,
¡a ver quién es el valiente que a tu lado no cambia de temperatura!
ZOBEIDA
(Desesperada)
Está bien, (A Fahima) Ya lo has visto: el Cadí es tan miserable como el médico.
(Alí-Mon sube al fondo y desde allí la contempla) ¡Maldita sea mi cara! ¡Te
juro que no sé qué hacer!
FAHIMA
Tal
vez el Gran Visir.
.
ZOBEIDA
¡El
Gran Visir! Pero, ¿cómo llegar hasta él
FAHIMA
Acaso
elevando una queja escrita... Se me ocurre una idea; ven. (Mutis a la tienda)
ESCENA VIII
Alí-Mon.
Luego Ben-Ibhen, por la puerta de su tienda, con un gran mortero en el que
figura machacar.
ALI-MON
¡Ben-Ibhen!
¡A tiempo sale! Por si la acreedora se decidiese, me conviene atar corto a este.
(Acercándose a Ben-lbhen, que está sentado frente al público) ¿Se machaca, eh?
BEN-IBHEN
Aquí,
mortereando.
ALI-MON
Algún
brebaje mortífero de esos que administras.
BEN-IBHEN
(Levantándose
y con importancia) Es Un emplasto que quita el hipo. Ya sabes que de poco tiempo
a esta parte se ha desarrollado en Damasco una epidemia hípica y busco los medios
de combatirla. Yo siempre curando.
ALI-MON
A propósito:
he recibido varias quejas contra ti y algunas graves.
BEN-IBHEN
¿Qué
me dices, Cadí?
ALI-MON
La
vendedora de dátiles del Bazar se queja de que para su dolencia le vienes
administrando un vino de ajenjo que está echado a perder.
BEN-IBHEN
Es
la ofensa mayor que puede hacerme: decir que tengo mal vino. Y lo triste es que
no se lo cobro, de modo que le doy el vino y encima me quita el pellejo.
ALI-MON
También
el panadero de la esquina se queja de que te niegas a recibir, como la ley autoriza,
el pago de tus derechos en especie.
BEN-IBHEN
¡Pero
fíjate que me quiere dar dos tortas!
ALI-MON
Cada
uno paga con lo que tiene. Y, por último, el judío Anahar denuncia que le diste
para quitarle las pecas del rostro uno de esos que tú llamas vinagres
medicinales y se le ha puesto la cara horrible; con una expresión de dureza...
BEN-IBHEN
Cara
de vinagre; ya se lo advertí.
ALI-MON
Pues
bien; todas esas faltas te serán perdonadas, si tú, caso de que yo lo disponga,
devuelves... (En este momento se oyen voces dentro hacia la izquierda, de «Viva
el Gran Visir» y comienza a salir el pueblo por todos los términos) ¡Por Alah!
¡El Visir aquí! No es conveniente que me vea. Me ocultaré y figuraré que salgo
a su encuentro. Ya hablaremos, (Vase fondo derecha)
BEN-IBHEN
Cuando
quieras. (Mutis a su tienda)
ESCENA IX
Coro
general. El Gran Visir, seguido de su cortejo. Después Fahima y Zobeida. Más
tarde Ben-Ibhen, Alí-Mon, Derviches 1 ° y 2 °; Almeas (una primera bailarina y
ocho de acompañamiento)
(Música)
(Al
atacar la orquesta sale el Coro de Señoras, el de Caballeros y comparsas de
ambos sexos» todos vestidos como es lógico a la oriental, con trajes
caprichosos y vistosos. Simulan ser el pueblo que aclama al Gran Visir. Se
dirigen hacia el fondo izquierda por donde aparecen los Seis Guardias de
Alí-Mon abriendo calle, los cuales quedan al fondo en fila; después Seis
Soldados de la Guardia del Gran Visir que al llegar al centro se dividen en dos
mitades, colocándose la mitad a cada lado, formando con los anteriores un
cuadro frente al público. Detrás el palanquín lujoso que conducen cuatro
Esclavos negros (A ser posible, auténticos como en Madrid) y en el que viene
sentado el Gran Visir. A su lado otro Esclavo con un gran quitasol de tela
resguardándole de los rayos solares. Una sección de Soldados armados con
cimitarras cierran la comitiva, quedando el fondo de modo que el pueblo queda entre
dos filas de Soldados y el palanquín en el centro rodeado de la primer fila de
Soldados)
TODOS
¡Viva,
viva Nhuredin,
nuestro
amado Gran Visir!
¡Honor
a su prudencia
y
a su sabiduría!
¡Damasco
a su presencia
desborda
en alegría!
¡Honor
al justiciero!
¡Al
sabio poderoso!
¡Al
ínclito guerrero!
¡Al
hombre generoso!
¡Viva,
viva Nhuredin,
nuestro
amado Gran Visir!
NHUREDIN
(Desde
el palanquín que sostienen en alto los Esclavo)
Vuestro
entusiasmo hiere
mi
natural modestia,
y
aunque ni honor merezco
ni
nada merecí,
acepto
el homenaje
en
nombre del califa
al
que ahora represento
indignamente
aquí.
(Los
Esclavos dejan el palanquín en tierra y Nhuredin baja de él)
¡Esclavos,
rodeadme!
(Los
seis Guardias avanzan y forman semicírculo a su alrededor)
¡Mujeres,
veneradme!
(Todas
las de escena, así como los hombres que no forman su séquito, se prosternan
ante él)
¡Que
nadie mi mirada
se
atreva a resistir!
Ninguno
alce la frente,
y
el que la eleve cuente
que
sufrirá en seguida
las
iras del Visir.
(Salen
de su tienda Fahima y Zobeida, esta última con el rostro cubierto y un
pergamino en la mano; opone alguna resistencia a las instancias de Fahima, que
la va acercando suavemente hacia el Gran Visir, a cuyo lado llega en el momento
de decir:)
ZOBEIDA
¡Señor!
Te
suplico que recojas
esta
queja que te entrego.
(Alargándole
el pergamino. Los Esclavos retiran el palanquín dejándolo al fondo izquierda)
TODOS
¡Oh,
qué audacia! (Estupefactos)
GUARDIAS
(Sujetándola
entre dos) ¡Presa quedas!
ZOBEIDA
Perdóname,
te lo ruego.
NHUREDIN
Yo
ordeno que al instante
soltéis
a esa mujer.
(Obedecen.
A Zobeida)
Alárgame
tu queja
y
si algo puedo hacer,
en
nombre del califa
te
juro por Alah,
que
si justicia pides,
justicia
se te hará.
(Zobeida
entrega el pergamino que Nhuredin finge leer. Nhuredin indignado)
¡Por
Mahoma, que si es cierto
lo
que estoy leyendo aquí,
al
médico haré que ahorquen
y
que empalen al Cadí!
ZOBEIDA
¡Por
el Korán te juro
que
digo la verdad!
NHUREDIN
¡Es
que a creer no acierto
tamaña
atrocidad!
El
pago que te piden
es
demasiado cruel;
en
buena hora llegaste
a
darme este papel.
¡Poder
de Alah!
Te
haré justicia,
tranquila
está,
ZOBEIDA
Visir,
esas palabras
me
vuelven a la vida.
Desde
hoy soy una humilde
esclava
agradecida.
Alárgame
indulgente
tus
manos justicieras
para
besarlas.
NHUREDIN
(Tendiendo
su mano) Toma
y
besa lo que quieras.
(Zobeida
descubre su rostro para poder besar las manos del Visir; éste al verla no puede
reprimir un movimiento de asombro que repercute en todos los presentes)
¡Oh,
qué asombro peregrino
de
donaire y gentileza!
¡Oh,
qué rostro más divino
y
qué espléndida belleza!
No
pisó mi harem esclava
que
llegar pueda hasta ella
y
la luna con ser luna
a
su lado es menos bella.
(En
general. Hablado) Retiraos todos; ahora os
llamaré.
(Después
de las zalemas de rigor desaparecen por diferentes lados; Fahima y Zobeida se
dirigen hacia su tienda)
(¡Así
evito por lo pronto
de
esta gente la malicia!)
(Al
ver que va a hacer mutis Zobeida)
Queda
tú.
(Fahima
hace mutis)
ZOBEIDA
¿Qué
es lo que quieres?
NHUREDIN
Que
te voy a hacer justicia.
Esto
que pides aquí (Por el pergamino)
y
que esperas de mí,
alcanzar
vas al punto.
Ya
mi poder se humilló,
y
quien manda eres tú
y
el esclavo soy yo.
Nada
te puedo negar,
que
mirarte y cegar
cosa
fue de un momento.
Haz
lo que quieras de mí,
que
eres, más que mujer,
una
mágica hurí.
ZOBEIDA
Basta,
señor, por piedad;
no
encendáis mi rubor.
Sed
clemente y pensad
en
mi honor.
NHUREDIN
Ven
a mis brazos, mujer;
ven
a mí sin temor,
que
mi dueña has de ser
y
por ti a enloquecer
voy,
sultana, de amor.
ZOBEIDA
(Queriendo
marcharse)
No
es posible, no es creíble.
¡Por
Alah!
NHUREDIN
No
te alejes, no me dejes.
Ven
acá.
ZOBEIDA
Por
mi vida yo lo juro;
no
será.
NHUREDIN
¿Qué
quieres porque amantes
me
miren esos ojos?
(Apasionado)
¿Qué
pides, di, sultana,
a
cambio de tu amor?
Exige,
sin que pongas
barrera
a tus antojos,
que
aquí soy el esclavo
y
tú eres el señor.
ZOBEIDA
Imposible;
soy casada,
y
jamás accederé.
Ni
por nadie ni por nada,
a
mi esposo faltaré.
NHUREDIN
De
modo, ¿que te niegas?
ZOBEIDA
Me
niego, Gran Visir.
Mejor
que tal vergüenza,
mil
veces es morir.
NHUREDIN
Pues
bien, ya que resistes
a
mi pasión, cruel,
que
Alah justicia te haga;
yo
nada puedo hacer.
(Se
separa colérico y altivo del lado de Zobeida y lentamente se dirige hacia el
palanquín, en el cual se sienta; Zobeida, llorosa, implora piedad, coincidiendo
con el principio de su canto el caer arrodillada a los pies del Visir. Escena a
cargo de los artistas, dentro de la situación)
ZOBEIDA
¡Señor!...
¡Señor!... ¡Tened piedad! ¡Por Alah, os lo ruego!
(Al
ver la indiferencia del Visir)
¡Oh,
qué destino cruel!
La
justicia que busco
no
la espero ya de él.
Todos
quieren faltar
sin
reparo, a mi honor,
y
si me han de escuchar
he
de darles mi amor.
¡Piedad!
¡Piedad, señor!
(Queda
implorando y el Visir en actitud altiva)
(Hablado con música)
(Se
oyen rumores de gente que se aproxima)
NHUREDIN
(Bajando
del palanquín) ¡Eh! ¿Qué es eso?
FAHIMA
(Que
sale de su tienda seguida de los Derviches 1 ° y 2 °, a cuyo grupo se une Zobeida)
Son unas almeas, señor; vienen de Alepo y solicitan bailar en tu presencia.
NHUREDIN
Que
me place; que lleguen y bailen. Nunca mejor ocasión para distraer mi espíritu
contrariado. (Todo el pueblo y la guardia han ido saliendo por donde se
alejaron. Ben-Ibhen sale de su tienda, saludando al Visir; éste hace una seña y
los esclavos colocan el palanquín a la puerta de la tienda del médico, dando frente
a escena y volviendo a sentarse, El del quitasol ocupa su sitio al lado del
palanquín; Ben-Ibhen primer término izquierda; la guardia del Cadí al fondo izquierda;
el pueblo ocupa lateral derecha y foro, y en éste, cerrando el grupo, los soldados
del Visir)
DERVICHE
1 °
(Que
ha estado hablando con Zobeida) Nada, nada; no vaciles; puesto que los tres te
solicitan, cítales a los tres esta noche.
ZOBEIDA
(Asombrada)
¿Darles cita?,
DERVICHE
1 °
Hazlo,
y te juro que nada tendrás que temer.
ZOBEIDA
¿Y
dónde he de citarles?
DERVICHE
1 º
En
casa de tu amiga Fahima.
FAHIMA
Vivo
en las afueras de la ciudad.
DERVICHE
1 °
No
importa.
UNO
DEL PUEBLO
Ya
llegan las almeas.
(Desaparecen
los Derviches. Entran por el fondo derecha ocho bailarinas y una primera, traje
de gasas, saludan al Visir y quedan al fondo Con ellas viene Alí-Mon, que ocupa
su sitio a la izquierda del Visir)
(Cantado)
TODOS
Que
bailen las almeas
sus
danzas caprichosas,
que
en todas partes llaman
sus
bailes la atención.
Que
bailen las almeas
esbeltas
y graciosas,
y
que al bailar, Fahima,
les
cante una canción.
Que
dancen, que dancen,
esta
es la ocasión,
para
que despierten
nuestra
admiración.
FAHIMA
Baila,
odalisca hermosa,
la
de los ojos negros,
la
de la tez de rosa (Baila)
(Comienzan
las ocho bailarinas, y a su tiempo la primera, cuyo baile debe ser una cosa
parecida en lo posible a las danzas de la Tórtola Valencia. Esta bailarina llevará
pulseras en brazos y pies con pequeños cascabeles dorados que sonarán llevando
el ritmo del baile. Combinación a gusto del señor Director de escena)
TODOS
Baila,
baila, musulmana,
y
que tus pies al bailar
trencen
calados de encaje
como
la espuma del mar.
Sigue
los compases
juguetona
y viva,
marca
con cuidado
tu
danza lasciva;
dobla
la cintura,
quiebra
las caderas,
y
evoca el recuerdo
de
las bayaderas,
(Fin
del baile)
(Hablado con música)
ZOBEIDA
Vamos,
(En general) vaciad vuestros bolsos para retribuir a las pobres almeas. (Recorriendo
los grupos y recaudando algunas monedas. Se acerca a Ben-lbhen, que también la
entrega algunas monedas y le dice aparte:) (A la noche te espero en casa de Fahima;
se discreto)
BEN-IBHEN
(No
puede reprimir un movimiento de alegría que debe resultar cómico) ¡Ah; por fin!
(Mirando al cielo) ¿No te lo decía yo, Alah?
ZOBEIDA
(Acercándose
a Alí-Mon que debe estar hacia el fondo hablando con su guardia) Venga tu
limosna. (En casa de Fahima te espero esta noche; se discreto)
ALI-MON
(Como
Ben-Ibhen) ¡Se me entrega! (Mirando a su vara) No vas a tener más remedio que
torcerte.
ZOBEIDA
(Llegando
hasta el Visir, que al terminar el baile baja del palanquín y se pone a hablar
con Fahima) Señor... (Reservadamente, te espero esta noche en casa de Fahima)
NHUREDIN
(Con
alegría) (¡Me colmas de ventura!) (Llega hasta el palanquín, sube y exclama:)
Ahora en marcha. (Rompe a andar la comitiva, que llega hasta el segundo término
derecha y dando la vuelta hacia la batería se encamina hacia el sitio por donde
salió a escena. Palanquín, Alí Mon, su guardia y los Soldados. Ben-lbhen a la
puerta de su casa, mirando a Zobeida, que con Fahima queda a la puerta de su
tienda. El pueblo y las Almeas marchan detrás del cortejo aclamando al Gran
Visir)
(Cantado)
TODOS
¡Viva,
viva Nhuredin,
nuestro
amado Gran Visir!
(Cuadro,
telón y)
FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO SEGUNDO
Sala
en planta baja de una casa oriental, a gusto del pintor El foro es de columnas
y dejará ver una segunda decoración, que representa un jardín árabe, con fuente
de mármol en el centro y demás detalles típicos. En segunda derecha, puerta
grande, que da paso a la estancia. En primer término, otra puerta, que da paso
al interior, y el segundo término de este lado, libre, suponiéndole paso al
jardín. En las paredes, tapices y otros adornos adecuados. Del techo penden un
par de lámparas encendidas. En el centro de la escena, hacia el fondo, una me9a
a medio disponer para una comida, con platos y vasos de metal, cestos con
frutas, etc. Un diván en primer término izquierda. Cojines todos del mismo
color y taburetes, de estilo apropiado, repartidos convenientemente. Es de
noche. En el jardín del foro puede haber efectos artísticos de luz. Al lado del
diván un velador pequeño, donde van colocadas las cosas necesarias que se
mientan en el cantable.
ESCENA PRIMERA
Al
levantarse el telón, Zobeida, sentada en el diván, mirándose en un espejo de
mano, mientras Zahara y Abriza concluyen de hacerle el tocado, prendiendo
adornos en el pelo. Fahima, de pie, a la derecha, contempla a Zobeida. A su
tiempo Moselín, esclavo de Fahima, entra por la derecha. Más tarde doce
Cantadoras de Palmira (Segundas tiples) tañendo guzlas, arpas y otros
instrumentos de cuerda de carácter oriental. Después, durante el diálogo, Amarus,
esclavo también. Los trajes de las Cantadoras han de ser seis de cada color.
(Música)
ZAHARA
Por
esta noche
nada
de velo;
que
caiga en ondas
el
negro pelo.
ABRIZA
Estos
collares
en
la cabeza
son
la diadema
de
tu belleza.
FAHIMA
Y
vamos ahora
con
el tocado
que
es el asunto
más
delicado.
(Zobeida
se pone de pie en el centro y Zahara y Abriza van cogiendo del velador lo
necesario para obedecer a Fahima, adornando a Zobeida)
Los
labios rojos,
como
cerezas;
la.
tez de un tono
de
blanco y rosa,
que
aunque eres bella,
hoy
es preciso
que
les parezcas
aun
más hermosa.
Los
brazos blancos
como
la nieve;
como
la nieve
también
el pecho,
y
ahora unas sombras
en
las pestañas,
y
ya el tocado
dimos
por hecho.
FAHIMA,
ZAHARA y ABRIZA
(Contemplándola
con admiración)
¡Qué
hermosura más completa!
¡Otra
igual jamás yo vi!
Ni
una virgen del Profeta
compararse
puede a ti.
ZOBEIDA
Dejad
las alabanzas,
que
hieren mi pudor;
que
cuanto más hermosa
peor
para mi honor.
(Al
oír la melodía que se supone suena dentro) ¡Oh,
qué
deliciosa melodía!
FAHIMA
¿Quién
podrá ser?
MOSELIN
(Entrando
y previo el saludo de rigor) Fahima; son unas Cantadoras de Palmira, que vienen
a dar serenata a Zobeida, en nombre del Gran Visir.
ZOBEIDA
(A
Fahima) Que pasen; ¿no te parece?
FAHIMA
Hazlas
entrar. (Moselín saluda y se retira. Zobeida se tiende en el diván, Fahima se
coloca de pie, tras ella; Zahara, que con Abriza ha retirado los útiles de tocador,
sale y se coloca a la izquierda de Fahima, y Abriza se tiende en el suelo sobre
unos cojines, delante del diván. Entran las Cantadoras de Palmira por la derecha,
tañendo sus instrumentos, y se colocan en dos filas, cada una de un color,
frente a Zobeida. Para mayor efecto, desde este momento la escena quedará iluminada
todo lo posible)
CANTAORAS
Sultana
de los amores,
reina
de la donosura,
maga
de la gentileza
que
asombras con tu hermosura,
suspira
por tus encantos
y
por ti sufre dolores
el
Visir, y nos ordena
que
cantemos sus amores.
(Evolucionan
para formar semicírculo alrededor de Zobeida, quedando una combinación de color
con los trajes)
Tus
ojos tienen, Zobeida,
un
encanto misterioso,
que
nacen, temblando en ellos,
deseos
voluptuosos.
Tus
labios tienen el rojo
de
las rosas abrileñas;
rizado
y negro es tu pelo
y
tus manos marfileñas.
Pareces,
Zobeida,
más
que mujer, hurí;
por
eso los hombres
de
amor mueren por ti.
Mil
veces dichoso
tu
encanto singular,
que
va triunfando del dolor,
y
que a los hombres aprisiona
en
las redes del amor.
¡Que
Alah poderoso,
que
tu hermosura ve,
te
colme de gracias
y
su favor te dé,
y
acoge clemente
la
queja del Visir,
que
enloquecido por tu amor,
si
le desprecias va a morir!
(Mientras
cantan, evolución y cambio de combinación de color)
Déjale
que bese
tu
cara de rosa;
deja
que sus labios
te
digan amor;
que
ciñan sus brazos
tu
cuerpo de rosa,
y
él te dará en pago
riquezas
y honor.
Déjale
que llegue
rendido
de hinojos,
cerca
del encanto
que
en ti resplandece;
déjale
que muera
mirando
tus ojos,
que
sólo por verlos
la
muerte apetece.
(Evolución
para quedar como a la salida)
Acoge
clemente
la
queja del Visir,
etc.,
etc.
(Hablado)
ZOBEIDA
Gracias
por tan linda serenata, Cantadoras de Palmira. En el jardín podéis esperar la llegada
de vuestro señor.
UNA
Te
obedecemos. (Bis en la orquesta y vanse segunda izquierda. Vuelve Moselín,
seguido de Amarus. Los de escena descomponen su grupo)
FAHIMA
(A
los esclavos) Pronto, concluid de arreglar la mesa; la tarde ha caído por
completo y no se harán esperar mucho los invitados.
ZAHARA
Ya
lo oyes, Amarus; acércame las frutas, los dulces... (Moselín y Amarus traen
nuevas bandejas y vuelven a hacer mutis)
FAHIMA
No
se quejarán nuestros galanes: manzanas de Siria, membrillos de Osmám, cidras «Sultán...»
ZAHARA
Pues
los dulces no pueden ser mejores: bocadillos hechos con manteca, leche y miel, enrejados
de azúcar, tortas de limón...
ZOBEIDA
Lo
que hace falta es que el santo Derviche no nos abandone.
FAHIMA
Está
tranquilo; antes que faltar a su promesa se saltaría los ojos. Nosotras no
tenemos que hacer más que cumplir las instrucciones que nos ha dado.
MOSELIN
(Entrando)
Fahima.
FAHIMA
¿Qué
quieres, Moselín?
MOSELIN
Ben-Ibhen
ha llegado y aguarda tu licencia para entrar.
ZAHARA
(Por
la mesa) Esto ya está dispuesto.
FAHIMA
Pues
bien, retiraos; (A Moselín) y tú deja pasar al médico. (Moselín, Zahara y
Abriza saludan y vanse por la derecha) Zobeida, entra en mi estancia. Voy a
simular que ignoras su llegada y que te paso aviso.
ZOBEIDA
Como
mandes. (Vase primera izquierda)
ESCENA II
Fahima
y Ben-Ibhen, por la derecha. Viste traje lujosísimo de capricho y lleva en la
mano una pipa turca, bastante grande.
BEN-IBHEN
(Entrando)
¡Que Alah colme de venturas este lugar! (Mirando en torno suyo ) ¿Sabes, Fahima,
que nunca me supuse que vivieras tan espléndidamente? Por lo visto, las
esencias, son productivas.
FAHIMA
No
tanto como tus potingues.
BEN-IBHEN
Bah,
dejemos ahora el comercio y vamos a lo que me trae, mejor dicho: a lo que me trae
loco. ¿Y Zobeida?
FAHIMA
En
mi tocador, ataviándose para recibiros dignamente.
BEN-IBHEN
¿Ataviándose
dices? ¿Acaso necesita su hermosura de mejunjes ni aliños?
FAHIMA
En
ese caso, voy...
BEN-IBHEN
Sí;
corre, ve y dile que no pierda el tiempo, que a mí lo mismo me gusta aliñada
que al
natural.
FAHIMA
Espera.
(Vase primera izquierda)
ESCENA III
BEN-IBHEM
(Elevando
los ojos al cielo) ¡Excelente Mahoma: cuán bondadoso eres con tus siervos en
estas cuestiones de trapicheos! ¿Cómo había de figurarse este indigno creyente
que esa anémona roja, me dejaría aspirar su delicioso perfume? ¡Gracias,
Mahomita! Te debo una noche, que por lo que deduzco, va a ser para carcajearse
de «Las mil y fracción.» ¡Ah, cuando ese nenúfar de Alepo me tienda sus brazos
y me diga entornando los ojos: «Ben-lbhen», y yo vaya y la suplique que me ciña
con sus brazos, que me tape con su cuerpo, y ella siga diciéndome: «Ben-lbhen...
Ibhen...» y yo la conteste: «Tápame, tápame...» ¡Esto va a ser para que lo
canten los bardos del amor! (Pequeña pausa. Da una chupada a la pipa) Me acabo
de dar un baño ligero, pero de inmersión, así es que vengo lo que se dice
pasado por agua, cosa que la agradará. Y eso que a pesar de estar pasado por agua,
resulto algo duro... por mi edad, claro está. Me he tomado cinco píldoras de
una composición mía que lleva esencia de cedro, violeta, almizcle y... ¡hay que
olerme la boca!... ¡Despide un aroma que embriaga! Me he puesto este traje que
me hermosea y he completado la figura con esta pipa, regalo de un mercader de
Stambul. Constantinopleña legítima; comprada en el barrio de Pera. Esto me dará
importancia, porque andan muy escasas las pipas de Pera. Bueno; pues si con los
susodichos alicientes, algunas frases koránicas y estos dos pebeteros que tengo
por pupilas, consigo incendiar su alma, el siniestro va a ser espantoso. A mí, por
lo menos, me recogen en pavesas (Queda a la derecha)
ESCENA IV
Ben-Ibhen,
Fahima y Zobeida, primera izquierda
ZOBEIDA
(Apareciendo
precedida de Fahima y llamándole desde la puerta) ¡Ben-Ibhen!
BEN-IBHEN
(Extasiado)
¿Quién me llama? ¿Es ella o un ave del Paraíso que gorjea?
FAHIMA
(Que
ha avanzado hasta el centro) Es ella, Ben-lbhen.
BEN-IBHEN
Te
confieso que al pronto, llegó su voz a mi oído como un solo de guzla.
FAHIMA
Pues
ahí te quedas.
BEN-IBHEN
¡Pero
que solo!
FAHIMA
(Iniciando
el mutis por la derecha y desde la misma puerta) ¡Que Alah te colme de
venturas!
BEN-IBHEN
¡Y
a ti te rebose! (Vase Fahima)
ESCENA V
Zobeida
y Ben-Ibhen.
ZOBEIDA
(Avanzando
y fijándose en Ben Ibhen) ¡Oh, prodigio! ¿Es engaño de mis ojos o Mahoma
misericordioso te concedió sus favores?
BEN-IBHEN
¿Por
qué lo dices?
ZOBEIDA
¿Eres
tú el hombre que esta mañana habló conmigo en la puerta de tu tienda de drogas o
eres un apuesto mancebo que viene en su nombre?
BEN-IBHEN
Vengo,
efectivamente, de la botica, pero no soy mancebo. Apuesto a que es el traje y
algunos pequeños retoques lo que te ha conmocionado.
.ZOBEIDA
¡Realmente,
así vestido, estás espléndido! Acércate, ven...
BEN-IBHEN
(¡Yo
voy a procurar que note lo del aliento!) (Se acerca y conduciendo a Zobeida de
la mano, se sientan ambos en el diván; él, a la derecha, dejando la pipa sobre
el velador)
ZOBEIDA
¿Me
encuentras tan hermosa como esta mañana?
BEN-IBHEN
¿Que
si te encuentro? Como que al verte, no he podido por menos de exclamar: ¡Ah!...
¡Ah!... (Al lanzar estos ¡ah! se acerca mucho a ella y la echa el aliento)
ZOBEIDA
¡Qué
aroma tan delicado despide tu boca!
BEN-IBHEN
(¡Ya
lo notó!) No es solamente mi boca, soy yo entero. Aroma me di por los brazos
para que al aprisionarle, te embriagaran. Aroma me di por el pecho para que al
estrecharte, te adormeciese. Aroma por las piernas, aroma por la cabeza...
¡Aroma por todo! Más que hombre, soy un frasco de aroma. Perdóname la etiqueta,
pero soy un frasco.
ZOBEIDA
Pues
bien: háblame de amor.
BEN-IBHEN
¿Que
te hable de...? ¡Llegó el momento, Mahomita! (Se arrodilla ante Zobeida)
(Música)
¡Mosuleña
apetitosa!
¡Soberana
de Turquía!
¡Si
comerte me dejaras,
con
qué gusto te comía!
¡Musulmana
caprichosa,
a
quien ciegamente adoro,
si
me dejas devorarte
ya
verás si te devoro.
ZOBEIDA
¿Tanto
te gusto
¿Tanto
me quieres?
BEN-IBHEN
¡Como
que asustas...
de
guapa que eres!
ZOBEIDA
¡No
te creía
con
ese fuego!
BEN-IBHEN
Esto
no es nada.
ya
verás luego.
(Se
ponen de pie y avanzan)
Yo
soy un turco
que
se despega de la Turquía
y
no tolero
que
haya a mi lado más que alegría.
Yo
canto y bailo
como
no bailan las bayaderas,
y
hasta entontezco
con
el columpio de mis caderas... (Baila)
ZOBEIDA
Tú
eres un turco
muy
trapisonda por lo qué veo,
y
no me jures
porque
eres turco y no te creo, (cesa el baile)
Por
Alah, que no creía
en
tan raras perfecciones,
ni
jamás sospechar pude,
Ben-Ibhen,
tus condiciones.
BEN-IBHEN
Como
que soy en Turquía
campeón
de los danzones.
Y
si quieres convencerte
pon
un poco de atención
en
la danza de la Meca
de
mi invención.
(Saca
dos pañuelos de seda y baila a estilo de las bayaderas)
A
la me...
a
la me...
A
la Meca te llevo, si quieres,
y
gustas en ello.
A
la me...
a
la me...
¡A
la Meca te llevo, mi vida,
montada
en camello.
La
jornada es muy larga, muy larga,
pero
eso no importa,
porque
yendo a mi lado se te hace
muy
corta, muy corta.
Y como
eres la Hurí del Profeta,
que
el sueño me roba,
montarás
en los cuartos traseros
y
yo en la joroba.
(Entrega
un pañuelo a Zobeida y los dos bailan)
Vente,
vente conmigo
que
irás muy hueca.
Anda,
que vamos
de
Ceca en Meca.
Vente,
vente conmigo
que
en regresando de la excursión
tú
serás santa
y
yo santón.
La
joró...
la
joró...
La
joroba molesta un poquito
pero
hay que aguantarse,
porque
di…
porque
di...
porque
dicen que da buena suerte
y
hay que jorobarse.
Al
principio se siente un mareo
bastante
alarmante,
producido
por el balanceo
que
lleva el rumiante,
pero
luego y al cabo de un rato
de
trote seguido,
ya
se siente otra cosa distinta:
se
siente haber ido.
(Bailan
de nuevo)
ZOBEIDA
Vamos,
que voy contigo,
e
iré muy hueca. .
Anda,
que vamos
de
Ceca en Meca.
Vamos,
yo iré contigo,
que
en regresando de la excursión,
yo
seré santa
y
tú santón.
BEN-IBHEN
Vente,
vente conmigo,
etc.,
etc.
(Continúan
bailando hasta el final del número. El baile de Ben-Ibhen. todo lo más cómico
posible e imitando, en lo posible, algunas figuras de la bailarina del primer acto)
ESCENA VI
Dichos,
Fahima y luego Alí-Mon por la derecha.
(Hablado)
FAHIMA
(Saliendo
sobresaltada) ¡Ben-Ibhen!... ¡Zobeida!
ZOBEIDA
¿Qué
ocurre?
FAHIMA
Que
ha llegado el Cadí y que quiere verte.
BEN-IBHEN
(A
Zobeida) ¡A tí, el Cadí!
ZOBEIDA
Sí,
desde esta mañana me persigue sin cesar, quiere...
BEN-IBHEN
Comprendido.
(¡Este salvaje viene a estropearme la leyenda!) El caso es que si me encuentra
aquí...
FAHIMA
Mal
enemigo es Alí-Mon.
ZOBEIDA
Se
me ocurre una idea; oíd. Supongamos que me he sentido enferma, que he
solicitado el auxilio de Ben-Ibhen, que me está reconociendo... Esto creo que
basta para justificar su presencia.
BEN-IBHEN
¡Magnífica
idea! Y como en estos casos el médico es el que manda, pues yo reconozco, receto...
¡Sobre todo, reconozco!
FAHIMA
(Desde
!a puerta) ¡Que viene! (Zobeida se sienta rápidamente en el diván y Ben-Ibhen
toma asiento a su derecha)
ALI-MON
(Entrando
furioso) Eso de hacerme esperara mí... (Viendo a Ben-Ibhen) ¡Eh!... ¿pero qué veo?
(Habla en voz baja con Fahima)
BEN-IBHEN
(Como
si no se hubiese dado cuenta de la entrada del cadí) Nada, nada, bellísima
Zobeida; por ahora no me parece alarmante la indisposición. El cansancio, las
emociones... pero interior no hay nada. Y para convencerme más, permíteme... (Simulando
que la ausculta, la pone el oído en el pecho) (¡Yo voy a aprovecharme por si
acaso!)
ALI-MON
(A
Fahima) Pero, ¿es que Zobeida?...
FAHIMA
Hace
un momento creyó volar al Paraíso. ¡Tan mala se puso, que hubo necesidad de avisar
al médico!
ALI-MON
Ya;
pero afortunadamente, según he oído, el mal no parece que sea... (Pasando al
centro) Qué, Ben-Ibhen, ¿hay algo interior?
BEN-IBHEN
(Apretando
más la cabeza contra el pecho de Zobeida) ¡Ya lo creo que hay!
ALI-MON
Pero,
¿mucho?
BEN-IBHEN
Lo
suficiente; al menos para mí...
ALI-MON
¿Cómo?
BEN-IBHEN
Para
mi modesto entender. Este corazón marcha con demasiada velocidad. (Levantando la
cabeza) No me gusta nada el corazón. A ver los pulmones. (Vuelve a auscultar)
ZOBEIDA
(
Repara que aprietas demasiado el oído)
BEN-IBHEN
Para
percibirlo todo. Es que no quiero que se me escape nada... (¡Y por culpa de
este Cadí se me va a escapar!) (Levanta nuevamente la cabeza) Los pulmones
tampoco me gustan. A ver el hígado, (Vuelve a auscultar) (¡Mahoma, qué
edredón!)
ALI-MON
Pero,
¿también el hígado?
BEN-IBHEN
(Levantándose)
También. Y justamente, el hígado es lo que menos me gusta.
ALI-MON
(¡Este
curandero me va a estropear la noche!)
BEN-IBHEN
Mi
opinión es que, previa una untura, que yo mismo la daré, se recoja en la
soledad más absoluta y se entregue al descanso más completo.
ALI-MON
(¡Me
la estropea!) Oye, Ben-Ibhen. (Este se acerca al Cadí) (Si no varías el tratamiento,
te juro por el Profeta que en cuanto salgamos haré que te aten a la cola de un
caballo y que te den cien palos)
BEN-IBHEN
¡Eso
es demasiado cruel! ¡Atarme a la cola y pegarme además!
ALI-MON
Es
lo natural; de modo que decide.
BEN-IBHEN
Pero
considera que puede agravarse, y luego la responsabilidad .. ¿Por qué no lo
aplazas hasta mañana?... Yo te doy mi palabra de que esta noche la dejo lista.
ALI-MON
(Furioso)
He dicho que no.
BEN-IBHEN
(Transigiendo)
En ese caso, y retirándome yo, tu mano justiciera tendrá que encargarse de darle
la untura.
ALI-MON
Se
la daré, ¿Qué órgano he de friccionar?
BEN-IBHEN
Toda
la caja torácica.
ALI-MON
(Con
extrañeza) ¿Caja? Creí que se llamaba órgano.
BEN-IBHEN
Se
le pueden dar ambos nombres indistintamente; ahora, que suena mejor la caja.
ALI-MON
Para
mi gusto suena mejor el órgano, pero, en fin, allá vosotros los hombres de
ciencia. ¿Y he de dar. fuerte o suave?
BEN-IBHEN
Fuerte,
sin llegar a la molestia.
ALI-MON
Comprendido
¿Y el tiempo?
BEN-IBHEN
Hasta
que la piel empape el líquido.
ALI-MON
Empapado.
Ahora indica en voz alta tu nuevo tratamiento, encárgame la untura y vete.
BEN-IBHEN
(Aparte
y elevando los ojos al cielo) ¡Mahoma, te has portado con este humilde
creyente! (Se dispone a obedecer al Cadí)
ESCENA VII
Dichos,
Nhuredin, por la derecha
NHUREDIN
(Dentro
y enfadado) ¡Aparta, esclava! Yo no necesito hacerme anunciar.
TODOS
(Azorados)
¡El Gran Visir! (Se repliegan hacia la izquierda, ellas, en primer término)
NHUREDIN
(Entrando)
¡Por el Korán que no esperaba encontrarte tan bien acompañada, bella Zobeida; pero,
puesto que justicia me pediste contra estos dos, y a los dos los encuentro a tu
lado, nunca mejor ocasión.
ALI-MON
(¡Ahora
es cuando dejo la vacante!)
BEN-IBHEN
(¡Nada,
que no me libro de la cola ni de los palos!)
ZOBEIDA
Visir,
yo te explicaré. Al caer la tarde, me sentí atacada de un mal extraño; Fahima corrió
en busca del médico...
NHUREDIN
(Sentándose
hacia la derecha) Eso explica la presencia de Ben-lbhen, pero, ¿y la del Cadí,
a quien yo creía entregado a la persecución del terrible corsario Ka-Fur?
ALI-MON
Y
desde esta mañana no hago otra cosa, señor. Pero es que hace poco sentí así
como un vahído y todo empezó a darme vueltas. Yo no suelo preocuparme de mi
persona, así es que no hice caso; pero me dio otro segundo vahído, las cosas
empezaron a girar a mi alrededor y entonces me dije: «No hay que darle vueltas:
esto puede ser grave». El único médico en quien tengo confianza es Ben-Ibhen,
que ya en otra ocasión me salvó de la muerte. Corrí en su busca, me dijeron; que
lo encontraría aquí, y...
BEN-IBHEN
(Pasando
al lado del visir) Y efectivamente, señor: acabo de examinarle. (¡Ahora me las paga!)
Su mal es grave.
ALI-MON
(¡Este
me obliga a acostarme!)
BEN-IBHEN
Efecto
de lo mucho que se mueve ha llegado a adquirir una excitación constante, una preocupación
tan viva, que si quieres, señor, devolverle la salud, debes inmediatamente destituirle
del cargo, para que descanse; que respire otros aires. ¡Que se vaya a la Meca!
ALI-MON
(¡Pues
sí que es una recetita!)
NHUREDIN
¿De
modo que si tú crees que le dejo sin empleo, encima me tiene que estar
agradecido?
BEN-IBHEN
¡Y
besar la huella de tu pisada!
ALI-MON
(Bueno;
las narices de este sabio y un higo de Smirna se van a confundir como insista en
ese plan curativo)
ESCENA VIII
Dichos,
Zahara, Moselín y Amarus, por la derecha, asustados
ZAHARA
¡Fahima!
FAHIMA
¿Qué
ocurre?
MOSELIN
¡Lo
más espantoso!
AMARUS
¡Que
Mahoma nos salve!
ZOBEIDA
¿Queréis
acabar?
NHUREDIN
Hablad;
yo os lo mando.
ZAHARA
¡Que
las turbas de Ka-Fur rodean la casa!
TODOS
(Con
terror) ¡De Ka-Fur!
FAHIMA
Pero,
¿qué quieren de mí esos bandidos? Nada puedo darles.
MOSELIN
Quieren
descanso y comida.
AMARUS
Si
te niegas, saquearán y quemarán tu vivienda.
ZAHARA
El
mismo Ka-Fur espera tu respuesta.
ALI-MON
Hombre,
qué ocasión para irme...
NHUREDIN
¿Cómo?
ALI-MON
...
para irme a Damasco, coger un buen puñado de guardias, volver y pescarlos a
todos.
BEN-IBHEN
¡Es
un golpe!
ALI-MON
Es
un golpe que me evito; porque como me coja el corsario...
ZAHARA
Imposible;
ya os he dicho que los bandidos forman un cinturón alrededor de la casa.
NHUREDIN
Y
lo malo es q-.e aunque ese Ka-Fur no me conoce —digo, creo yo—, mi traje me
delatará y si caigo en su poder, no quiero ni pensarlo.
BEN-IBHEN
¡Pues
si me coge a mí, a quien cree riquísimo!
NHUREDIN
Y
claro, para una cita galante me he venido sin una mala cimitarra.
ALI-MON
Como
yo, por tratarse de una consulta facultativa.
BEN-IBHEN
Pues
yo, por no traer, ¡ni medicinas!
FAHIMA
Quizá
yo encuentre el medio de salvaros. Venid vosotros conmigo, (A Zahara, Moselín, Amarus
y Zobeida ) Tratemos por lo pronto de aplacar a la fiera. (Vanse por la derecha
todos, menos Ben-Ibhen, Nhuredin y Alí-Mon. Estos tres se sientan: derecha,
foro e izquierda, respectivamente)
NHUREDIN
¡Si
me coge!
ALI-MON
¡Si
me pilla!
BEN-IBHEN
¡Si
me pesca! (Elevando los ojos al cielo) ¡Ay, Mahoma! Yo te debía una noche, pero
me parece que te la voy a pagar con intereses.
NHUREDIN
El
caso es que yo, por venir aquí, me he negado a asistir a una fiesta que me
daban esas bailarinas que llegaron esta mañana.
ALI-MON
¿Las
Almeas?
NHUREDIN
Las
misivas. Nos íbamos a comer un cabrito asado... ¡un pastel de arroz!
BEN-IBHEN
Pues
yo en tu lugar no hubiera faltado. ¡Ahí es nada; arroz con alineas!...
ALI-MON
Aquí
lo doloroso es que nos reconozca y haga con nosotros esas barbaridades que acostumbra
a realizar con sus prisioneros.
BEN-IBHEN
(Viniendo
al centro, como igualmente los otros dos) Yo he oído decir que el suplicio que
aplica con más frecuencia es el de los gatos.
NHUREDIN
¿Y
qué suplicio es ese?
ALI-MON
Un
refinamiento horrible de crueldad. Ata a la víctima pies y manos, la mete en
una estancia y encierra con ella cuatro gatos salvajes y hambrientos.
BEN-IBHEN
Como
diciéndoles: «Ahí tenéis cordilla.»
NHUREDIN
¡Espantoso!
Porque, claro, los gatos...
ALI-MON
Ya
os podéis figurar: no quedan de la víctima ni las babuchas.
NHUREDIN
¡Qué
espectáculo más atroz!
BEN-IBHEN
¡Un
espectáculo al que no asisten más que cuatro gatos! Y además, lo denigrante que
resulta, porque es una muerte de ratón.
NHUREDIN
Y
que todos los suplicios serán por el estilo.
ALI-MON
No,
eso, no; los tiene más duros y más suaves.
BEN-IBHEN
¿Suaves?
ALI-MON
El
de la manteca, por ejemplo. Coge al prisionero, le unta todo el cuerpo de
manteca, y a continuación le echa en una gran hoguera.
BEN-IBHEN
Pues
es una equivocación: primero debía tostarle y después untarle la manteca.
ESCENA IX
Dichos,
Zobeida, Fahima, Moselín y Amarus, por la derecha, con ropas de la servidumbre
de la casa.
ZOBEIDA
Pronto;
no queda otro recurso si queréis salvaros que ponerse estos vestidos de la
servidumbre.
ALI-MON
(Despojándose
de sus ropas y colocándose las que le ofrece Amarus; un sayón y una banda a la
cintura con caídas) Con tal de sacar la piel sin un mal perforo, no digo yo
estas ropas, el caftán más andrajoso, me parecería confortable.
BEN-IBHEN
(Cambiando
de ropa, ayudado por Zobeida ) ¡Ay, Mahoma, Mahoma! ¡Y eso que te di las
gracias al entrar! ¡Mira si se me olvida esa atención!
NHUREDIN
(Ayudado
por Moselín) ¡Y que todo un Gran Visir tenga que pasar por un esclavo!
ZOBEIDA
Y
probablemente tendrás que servir a la mesa y deshacerte en zalemas.
NHUREDIN
¡Servirle
yo a ese ladrón!
BEN-IBHEN
¡Bueno;
yo le sirvo, pero no le zalemo!
NHUREDIN
(A
los esclavos) ¿Ninguno de vosotros se atrevería a escapar, sin ser visto,
llegar a Damasco y avisar a mi guardia?
MOSELIN
Yo
me atrevo, Gran Visir.
NHUREDIN
Pues
corre, y si vuelves con ella a tiempo, cuenta con que la recompensa será
espléndida. (Vase Moselín por la derecha)
ZOBEIDA
¡Pronto,
que llegan! Tú, Amarus, oculta estas ropas (Amarus se las lleva segunda
izquierda) y vosotros no olvidéis quienes sois.
ALI-MON
Precisamente
por ser quien somos, tenemos que fingir que somos lo que no somos.
BEN-IBHEN
¡No
somos nadie! (Se colocan los tres en fila en la lateral derecha; no llevan nada
en la cabeza y Ben-Ibhen lleva a modo de «mimí» sujeto con una cinta, un gran
mechón de pelo. Ellas quedan a la izquierda)
ESCENA X
Zobeida,
Fahima, Ben-Ibhen, Alí-Mon, Gran Visir. Por la derecha entra como una avalancha
Ka-Fur, seguido de diez o doce Bandidos. Todos Levan, como Ka-Fur, alfanjes,
cuchillos en la cintura, etc. Ka -Fur lleva grandes barbas, que le dan aspecto siniestro
FAHIMA
Ka-Fur:
de cuanto haya en esta humilde vivienda puedes disponer a tu antojo.
KA-FUR
Te
agradezco la solicitud Tratándose de mujeres me sería enojosa la violencia y
hubiese sentido que una negativa tuya... (Por el médico y los otros) ¿Quienes
son estos?
FAHIMA
Mis
criados.
BEN-IBHEN,
ALI-MON y NHUREDIN
Y
humildes siervos tuyos.
KA-FUR
(Por
Zobeida) ¡Esta esclava es de una belleza singular!
FAHIMA
No
es esclava, es de la familia.
BEN-IBHEN,
ALI-MON y NHUREDIN
(Saludando
) Los esclavos somos nosotros.
KA-FUR
(Examinándolos)
¡Magníficos ejemplares! (A Alí) ¿Tú de dónde eres?
ALI-MON
Del
Kurdistán.
KA-FUR
¡Oh,
los kurdos aman mucho a su país!
ALI-MON
Como
que estoy deseando ser, libre y volver a mi tierra, para coger una kurda y casarme.
BEN-IBHEN
Lo
contrario que pasa en Europa, según he leído: allí primero se casan y luego
cogen la kurda.
KA-FUR
¿De
dónde es este que parece instruido y tiene tanto pelo?
BEN-IBHEN
¡Soy
de Angola, señor.
KA-FUR
Pues
no tienes el aspecto de africano.
BEN-IBHEN
Es
que desde muy niño ruedo por el Asia.
KA-FUR
Bien,
(A Fahima) Haz que sirvan de comer y beber a mis gentes y que .me sirvan a mí también;
y a falta de almeas que dancen o de músicos que amenicen mi comida, que canten
algo estos esclavos.
BEN-IBHEN
¡Cantar!
KA-FUR
Sí.
¿No sabéis ninguna canción?
BEN-IBHEN
Yo,
señor, hasta que no hayas hecho bien la digestión no me atrevo.
KA-FUR
¿Por
qué?
BEN-IBHEN
Porque
si te canto durante la comida, coges una dilatación de estómago incurable.
ZOBEIDA
Se
obediente y complace a Ka-Fur. Si quieres yo cantaré contigo.
BEN-IBHEN
Eso
ya varía; ayudándome tú puede que digiera.
KA-FUR
Pues,
ea; servidme diligentes.
BEN-IBHEN
(A
Fahima) ¿Qué le traemos?
FAHIMA
En
la cocina encontrareis una cabeza de cordero rellena de manteca, vino, pan y
algunos pescados; los postres ya están puestos, de modo que bien pronto
despacháis.
ALI-MON
Pues
andando.
FAHIMA
(A
Ka-Fur) Al momento seréis servidos tú y los tuyos. (Ka-Fur hace una seña a los
suyos y vanse todos de escena por la derecha, quedando solos Zobeida y Ka-Fur)
ESCENA XI
Zobeida
y Ka-Fur. Después, por la derecha, Ben-Ibhen con dos fuentes de metal; una
grande, con una cabeza de cordero, y otra más pequeña con ensalada Después Alí-Mon
con una garrafa con vino y un plato con pequeños panes de forma extraña; Nhuredin,
con una fuente, y en ella pescado, y por último, siguiéndoles, Fahima.
ZOBEIDA
¿Prefieres
cantos del país o una canción picaresca?
KA-FUR
(Trayéndola
al proscenio y con misterio) Que mi disfraz te haya impedido reconocerme, me lo
explico; pero que mi voz no te haya recordado…
ZOBEIDA
¡Cómo!...
¡Sí, ahora caigo! Eres el santo derviche que me aconsejó...
KA
FUR
Silencio,
que vuelven. (Se sienta a la mesa y Zobeida en el diván)
BEN-IBHEN
(Saliendo
y dirigiéndose al público) ¡Qué bien sazonada debe estar, a juzgar por el olor,
esta cabeza de cordero!... ¡Pues anda que la ensalada!... ¡Y pensar que este
festín, que estaba preparado para mí, se lo va a comer este facineroso! Y
todavía la ensalada que se la coma, no me importa; lo que más me duele es la cabeza.
(Presentando ambas fuentes) ¡Con lo que me gusta rellena de manteca y
espolvoreada de azúcar!
KA-
FUR
Tú,
imbécil; ¿qué aguardas? Sírveme pronto.
BEN-IBHEN
De
cabeza, señor. (Se acerca y le sirve. Los demás salen y dejan las fuentes sobre
la mesa)
KA-FUR
¡Magnífico!
Empiece el festín y con él vuestra canción.
BEN-IBHEN
Y
no pierdas ni una sílaba, porque vas a oír cantados los preceptos que Mahoma
dejó escritos en el Korán.
KA-FUR
Atento
os escucho. (Avanzan Zobeida y Ben-lbhen; los demás se sientan)
(Música)
LOS
DOS
Allá
van
los
preceptos que ordena el Korán,
y
que son
un
prodigio de buena intención.
Allá
van,
porque
debe saberlos
un
buen musulmán.
ZOBEIDA
No
desees la mujer de tu amigo
y
contén tu pasión si desborda.
BEN-IBHEN
A
no ser que el amigo resulte
de
los que hacen la vista algo gorda.
ZOBEIDA
No
se ofende el Korán porque tengas
diez
mujeres o veinte y aun treinta.
BEN-IBHEN
Ni
muchísimo menos se ofende
porque
tengas también las cuarenta.
LOS
DOS
Cumpliendo
estos preceptos
que
Alah imponer nos quiso,
irás
cuando te mueras
derecho
al Paraíso;
y
allí tendrás placeres
que
allí muy bien se está,
y
allí tendrás mujeres
y
allí,.. ¡Jamalajá!
ZOBEIDA
No
te mates, que Alah poderoso
el
suicidio severo castiga.
BEN-IBHEN
A
no ser que en un rapto amoroso
escabeches
primero a una amiga.
ZOBEIDA
Aunque
esté el agua fría no temas
y
úsala para tus abluciones.
BEN-IBHEN
Porque
no hay quien caliente ahora el agua
con
el precio a que están los carbones.
LOS
DOS
Cumpliendo
estos preceptos,
etc.,
etc.
(Hablado)
KA-FUR
Por
Alah, que no os inspiran gran respeto sus preceptos, pero esos son los míos, y
de no tener necesariamente que ir a Damasco, me estaría oyéndolos hasta que el
sol asomase por oriente.
ZOBEIDA
¿Te
han gustado?
KA-FUR
(Levantándose
airado) Mucho más que la farsa que están representando estos imbéciles.
BEN-IBHEN,
ALI-MON y NHUREDIN
(Asustados
se repliegan a la derecha; Fahima se coloca en primer término de la derecha y
Zobeida continúa a la izquierda) ¡¡Eh!!
KA-FUR
¿Qué
creíais? ¿Que no sé que bajo esas ropas serviles se ocultan un Gran Visir, un
Cadí y un médico famoso?
BEN-IBHEN
(Aparte
a los demás) (¡Nos ha debido vender Fahima!)
ALI-MON
(¡Estamos
perdidos!)
NHUREDIN
(¡Y
ese esclavo que no llega con mis tropas!)
KA-FUR
He
querido darme el gusto de que me sirvan personas tan principales. Pero no
temáis; Ka-Fur es generoso y va a pagaros él servicio,
ALI-MON
Lo
mío no vale nada; total, servirte el vino.
.
BEN-IBHEN
Y
yo aproximarte la cabeza... Por mí estás cumplido.
KA-FUR
Repito
que quiero pagaros, (a Nhuredin) A tí. en premio de tus servicios, voy a hacer que
mis gentes te empalen.
ALI-MON
(¡Uno
que entra a rosca!)
NHUREDIN
¡Piedad! (Implorando)
KA-FUR
(A
Alí-Mon) A ti que te unten de miel y que te pongan al sol.
ALI-MON
¡Y
que me entren moscas!
NHUREDIN
(Aparte)
(¡Suplícale gracia!)
ALI-MON
(Implorando)
¡Gracia!... ¡Hazme gracia!
KA-FUR
Además
haré que te saquen los ojos.
ALI-MON
(A
Fahima) ¡Pues maldita la gracia que me hace!
KA-FUR
(A
Ben-Ibhen) Y a ti que te corten la cabeza.
BEN-IBHEN
¡Ya
sabía yo que lo mío iría a parar a la cabeza!
ZOBEIDA
Yo
imploro por ellos; perdónalos.
KA-FUR
¿Perdonarlos?
¡Imposible! Yo no siento piedad más que por los que como yo son unos criminales,
unos bandidos. ¡Ah, si fuesen de los míos acaso me compadeciera! ¡Al fin y al
cabo, entre cofrades...!
ALI-MON
(Lleno
de alegría) Pues si no es más que eso...
BEN-IBHEN
(Idem)
Puede, puede que nos entendamos.
NHUREDIN
(Idem) Seguramente.
FAHIMA
(Sorprendida)
¿Qué es lo que dicen?
BEN-IBHEN
(Avanzando)
Yo, por ejemplo, parezco una persona decente, ¿verdad?, un sabio honrado y,
¡claro!, por eso no sientes simpatías por mí.
KA-FUR
Exacto.
BEN-IBHEN
Bueno;
pues como sinvergüenza me ponen a tu lado y resultas un insecto.
KA-FUR
¿Qué
dices?
BEN-IBHEN
Lo
que oyes. Yo hago que los que sufren me paguen las píldoras hechas con miga de pan
a un precio enorme. Todos mis elixires son agua del pozo, mis bálsamos agua de ídem;
conque, ¡más claro, agua! (Se retira)
ALI-MON
(¡Ahora
me explico lo malo que me puso!)
KA-FUR
¡Por
Alah, que lo que haces es criminal!
ALI-MON
¡Pues
anda que yo!...
KA-FUR
¿También
tú?
ALI-MON
(Avanza)
Yo no dicto una sentencia que no me valga un puñado de oro o una noche de amor.
El que a mí llega confiado en el triunfo, como el contrario me abra su bolsa,
yo, al fallar, le dejo sin triunfo. Por menos de nada cometo una injusticia.
KA-FUR
¿Y
si media una mujer?
ALI-MON
¿Si
media? Injusticia y media. (Se retira)
KA-FUR
¿Y
tú, Visir?
NHUREDIN
Lo
mío es peor. Yo vendo los empleos del califato y autorizo a los compradores
para que esquilmen al pueblo. Si el pueblo chilla, mando que le apaleen y todos
tan contentos.
ZOBEIDA
¡Pues
el Califa debe ignorar todo esto!
ALI-MON
(Riendo)
¡El Califa!... ¡Pobre Califa!...
NHUREDIN
¡El
infeliz no ve más que lo que nosotros queremos que vea!
BEN-IBHEN
(Riendo)
¡Es un mendrugo con turbante!
(Ríen)
ESCENA FINAL
Dichos.
Por la derecha Moselín seguido de los Guardias del Cadí, Después por la
izquierda Zahara, Abriza, Amarus y las Cantadoras de Palmira.
MOSELIN
(Entrando)
Tu guardia, señor.
NHUREDIN
(Triunfante,
despojándose del traje de Criado) ¡Ah, por fin! (Indicando a Ka-Fur) Soldados:
ese que veis ahí es el terrible corsario Ka-Fur; apoderaos de él y si se
resiste, matadle.
KA-FUR
El
Visir se equivoca, Miradme, (se quita la barba y la túnica que le cubre y
aparece con el traje de Califa)
TODOS
(Inclinándose
con veneración) ¡El Califa!
ZOBEIDA
¡Soleiman!...
¡El comendador de los creyentes!
BEN-IBHEN
¡Mahoma:
me has completado la noche!
NHUREDIN
¡Ahora
sí que estamos perdidos!
ALI-MON
¡Completamente
extraviados!
KA-FUR
Prended
a los tres. (Los soldados se apoderan de ellos formando grupo a la derecha)
Confiscaré vuestros bienes, que se entregarán a Zobeida.
ZOBEIDA
(Inclinándose)
Señor: ¿dónde buscar palabras que expresen mi agradecimiento?
KA-FUR
Levanta
y nada me agradezcas. (Música piano en la orquesta) Por ti he llegado a saber
lo que gentes sin conciencia hacen con mi pueblo y te juro que si asombro de
Damasco fue tu hermosura, asombro de Damasco será también mi justicia. (Queda
en el centro; Zobeida y Fahima a sus plantas; a la izquierda Zahara, Abrisa,
Moselín y Amarus en la misma posición; las Cantadoras de Palmira, que desde que
empezó la música han salido tañendo sus instrumentos, rodean el grupo formando
cuadro)
(Cantado)
CANTADORAS
Acoge
clemente
la
queja del Visir,
que
enloquecido por tu amor,
si
le desprecias va a morir.
(Telón rápido)
FIN DE LA OBRA
CUPLES PARA REPETIR
—Si
en tu casa reposas tranquilo
y
oyes golpes que duran un rato.
—No
seas primo y atranca la puerta
por
si son los del inquilinato.
—Si
mantienes un perro y un gallo
en
la forma que Alá te aconseja.
—Dale
al perro cabeza de vaca
y
resérvale al gallo la oreja.
Cumpliendo,
etc., etc.
—No
te mates, que Alá poderoso,
el
suicidio severo castiga.
—A
no ser que en un rapto amoroso
escabeches
primero a una amiga.
—Aunque
esté el agua fría no temas
y
úsala para tus abluciones.
—Porque
no hay quien caliente ahora el agua
con
el precio a que están los carbones.
Cumpliendo,
etc., etc.
—En
los días de ayuno severo
deberás
no comer casi nada.
—Huevos
fritos, atún, chicharrones
y
café con seis medias tostadas.
—El
importe de los alimentos
nos
ha puesto ya fuera de tino.
—Un
pepino té importa dos reales
que
antes no te importaba un pepino.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Si
te encuentras a un pobre desnudo
vístele
que el Corán te lo indica.
—Pero
si es una pobre y es guapa
el
vestirle más bien perjudica.
—En
tu harén nunca tomes mujeres
que
no tengan por patria Turquía.
—Porque
puedes tirarte una plancha,
sobre
todo si tomas judías.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Cuando
en Siria se pongan tranvías
lo
primero que habrás de enterarte.
—Es
por dónde te dejan subirte
y
por dónde te dejan bajarte.
—Y
si alguna lujosa gran vía
se
proyecta por el Califato.
—A
la puerta te vas de tu tienda
y
te sientas porque hay para rato.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Va
faltando el papel de tal modo
que
en Damasco ya no hay cantidades.
—Y
lo triste es, que faltan papeles
cuando
aprietan las necesidades.
—Cuando
el Cine se instale en Oriente,
cómo
el Cine se da siempre a oscuras.
—Que
no vayan las moras a verlo
porque
salen las moras maduras.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Deberás
con mujeres casadas
evitar
amorosos deslices.
—Porque
sufre con ello el decoro
y
hasta pueden sufrir las narices.
—Si
un Califa te ofrece mejoras
y
a arreglarte la hacienda se presta.
—No
hagas caso, porque eso es lo mismo
que
embozarme con la capa puesta.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Siempre
que hay en Damasco elecciones,
el
Visir, como tiene poderes.
—Les
obliga a votar a los vivos
e
igual hace con los cadáveres.
—Si
un amigo te pide dinero
y
a contar sus apuros te empieza.
—Oyele
con afecto y cariño
y
después písale la cabeza.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Comer
cerdo prohíbe Mahoma,
que
le tiene a ese bicho ojeriza.
—Y
es que el pobre murió mucho antes
del
invento de la longaniza.
—No
prestarle el dinero a un amigo,
dice
Alá, que una infamia sería.
—Pero
pídele a Alá dos pesetas
y
verás a qué sitio te envía.
Cumpliendo,
etc., etc.
—Si
tu suegra se mete contigo,
y
a menudo provoca tu enojo.
—No
la pegues, mas coge un ladrillo
e
introdúceselo por un ojo.
—Moderado
ha de ser tu alimento,
no
usará más que arroz tu cocina.
—Por
aquello que dijo Mahoma
de
«si quieres arroz, Catalina».
Cumpliendo,
etc., etc.
—Si
tu esposa se escapa con otro,
no
maldigas al que se la lleva.
—Debes
darle millones de gracias,
que
no a todos les cae esa breva.
—Hoy
rebosa Damasco alegría,
y
el motivo de tantos placeres.
—Es
que ayer no mataron los novios
más
que cuarenta y cuatro mujeres.
Cumpliendo,
etc., etc.
—No
te acuestes con niño chiquito,
que
Mahoma prohíbe así hacerlo.
—Y
además quien con niño se acuesta,
se
levanta que da pena verlo.
—Los
couplés se nos han agotado,
que
si no muchos más cantaría.
—Pero
vengan ustedes mañana
y
les canto hasta 1a Letanía.
Cumpliendo,
etc., etc.
Información obtenida en:
https://archive.org/details/elasombrodedamas4161luna
https://archive.org/details/elasombrodedamas4161luna
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