EL RELAMPAGO
Zarzuela
en tres actos y en verso.
Libreto
arreglo a la escena española por Francisco Camprodón a partir de 'L'éclair',
ópera cómica de Fromental Halévy, sobre texto de Eugéne de Plannard y Henri
Saint-Georges.
Música
de Francisco Asenjo Barbieri.
Estrenada
el 17 de octubre de 1857 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
REPARTO (Estreno)
Clara
- Josefa Mora.
Enriqueta
– Josefa Murillo.
León
- Eugenio Fernández.
Jorge
- Vicente Caltañazor.
Coro
de negros.
ACTO PRIMERO
El
teatro representa un paisaje de un ingenio en la isla de Cuba. En primer
término, una quinta a la izquierda (actor) con gran cobertizo saliente. Debajo
de este, mesa puesta con almuerzo, copas y varios vinos: hamaca ó sillas, etc.
Verja con puente en el centro, un pabellón elegante a la derecha. Detrás de la
verja, fecunda vegetación de tabaco con frondosidad y profusión de plátanos y
palmeras. En último término del fondo, horizonte de mar.
ESCENA PRIMERA
Clara
y Enriqueta paseando en segundo término En primero, coro de Negros señalándolas
con cuchicheo de curiosidad.
(Música)
CORO
Vino
hemanita
de
señorita,
lo
mismo que ella, bonita, bonita.
Hay
que querela
y
obedesela
que
a sus neguitos, los tata mu bien.
Cógela
flore
que
den olore
para
que pueda lusí su primore:
que
vea el ama
que
tanto la ama
que
sus neguitos la quieren también
Vamo,
vamo de puntillas
al
jardín,
a
bucale mucha rosa
y
alhelí:
que
si el ama satisfecha
luego
etá,
un
traguito de aguardiente
nos
dará.
Y
el neguito beberá
Y
el neguito bailará.
Y si
plata
sí
regala
la
buen dama
también
da,
un
pañuelo
colorao
el
neguito
comprará.
(Vánse)
ENRIQUETA
En
torno mío
reina
el placer.
CLARA
A
mí me aburre
todo
el vergel.
ENRIQUETA
La
tierra con su manto,
el
ave con su canto
derraman
en el alma
misterio
y soledad.
CLARA
A
tal monotonía
prefiero,
hermana mía,
la
vida y el bullicio
que
reina en la ciudad.
Entre
los árboles
sola
vagar
sin
los suspiros
de
algún galán,
es
Enriqueta
digna
afición
de
la que ignore
lo
que es amor.
Eso
es muy bello,
mas
para mí
quiero
otros goces.
ENRIQUETA
Pídelos;
di.
CLARA
Escuchar
una voz cariñosa
que
halague mi oído
con
frases de amor,
y
al llamarme cautivo su hermosa
me
cuente rendido
su
tierna pasión.
Esta
es la vida,
este
el placer,
sola
flor del Edén que ha quedado
por
solaz de la esclava mujer.
ENRIQUETA
Recorrer
la cercana ribera
las
olas oyendo
gemir
en el mar,
contemplando
la luna hechicera
que
quiebra en las aguas
su
luz celestial,
esta
es la vida,
este
el placer
que
entre sueños de verde esperanza
me
refleja la paz del Edén.
(Recitado)
ENRIQUETA
Ya
veo, querida hermana,
que
el campo te mortifica.
CLARA
¿Qué
quieres? Soy viuda y rica
en
una edad bien temprana,
y
acostumbrada al rumor
del
salón y del placer,
no
sé gozar sin tener
mucha
gente en derredor. .
Pláceme
ver que suspira
un
galán por mis rigores
y
que me esté echando flores
aun
cuando sean mentira:
y
al decirme la querella
del
amor que le avasalla,
me
divierte la batalla
sin
rendirme nunca en ella.
Que
en el hombre es ardid llano
pintar
su dolor acerbo
y
sentar plaza de siervo
para
ascender a tirano.
ENRIQUETA
¿Y
en dónde bailarás la calma
que
en estos alrededores
en
que son aves y flores
fieles
amigos del alma?
CLARA
¿Aves
y flores? ¡Qué error!
Se
conoce de contado
que
tú, aun no has exhalado
un
suspirillo de amor.
Cuando
lo sientas, verás
que
ese palenque en que lucho
al
principio gusta mucho.
ENRIQUETA
¿Pero
después?
CLARA
Mucho
más.
Tú
me darás la razón
y
espero que será presto:
nuestro
tío se ha propuesto
casarnos
sin dilación,
y
a mí me mima y me adula
para
que otra vez me case.
El
hacerlo una vez, pase,
pero
dos, seria gula.
Ahora
te toca a tí.
ENRIQUETA
¡Por
Dios, Clara, no hables de eso,
si
vieras qué triste peso
se
me está poniendo aquí!
CLARA
¿Por
qué? ¡Vaya unas ideas!
ENRIQUETA
Tengo
la corazonada
de
qué seré desgraciada
así
que ame
CLARA
No
lo creas.
ENRIQUETA
Déjame
a mí solazar
al
anochecer a solas
viendo
reventar las olas
en
la ribera del mar.
Déjame
que en noche aciaga
contemple
yo su inclemencia,
para
ser la providencia
del
marino que naufraga.
Y
salvar a los que mueren
con
mis fieles servidores,
que
aunque no esclavos de amores,
son
esclavos que me quieren.
Y
con ellos cuide yo
la
hacienda de nuestro tío
pagando
el cuidado mió
el
que a ambas no prodigó.
Deja
que tranquila viva
a
estos deberes sujeta.
CLARA
Veo,
querida Enriqueta,
que
eres una sensitiva:
y
has de ponerte en camino
de
poder capitular.
El
primero que va a llegar...
¿no
adivinas?
ENRIQUETA
No
adivino.
CLARA
Viene
como una saeta
de
las orillas del Miño
para
ofrecer su cariño
á
su primita Enriqueta.
ENRIQUETA
Si
yo no le tengo apego.
CLARA
Ya
te entrará despacito.
ENRIQUETA
Si
dicen que es un bendito.
CLARA
Mejor.
ENRIQUETA
Y
además gallego.
CLARA
Debe
ser sumiso y tierno,
y
mozo bien educado:
diez
y ocho años ha estado
en
un colegio de interno:
por
poco que haya aprendido
debe
saber mucho.
ENRIQUETA
Ya,
pero
aun le faltará
aprender
a ser marido.
CLARA
Eso
se aprende muy pronto.
ENRIQUETA
¿Y
si en vez de ser egregio
después
de tanto colegio
nos
saliese el primo tonto?
CLARA
No
siendo mucho, no es malo.
El
tío le da un Perú.
ENRIQUETA
Entonces
cásate tú.
CLARA
Mil
gracias por el regalo.
Adiós,
me vuelvo a Matanzas;
porque
hoy tengo reunión.
ENRIQUETA
Clara
de mi corazón,
no
mates mis esperanzas.
CLARA
Yo
haré siempre por dejar
tu
cariño satisfecho.
ENRIQUETA
¡Ay!
y qué bien hemos hecho
en
no esperarle a almorzar.
JORGE
(Dentro)
So, caballo.
CLARA
Ya
está aquí
JORGE
¡So,
maldito!
CLARA
Mira,
mira.
JORGE
Sujetadle,
que me tira!
¡que
me tira! Ya caí.
ENRIQUETA
¡Qué
cara tiene tan tonta
y
qué ridículo está!
CLARA
¡Pobre
muchacho! Será
la
primera vez pue monta.
ESCENA III
Dichas
y Jorge vestido ridículamente lleno de polvo y de agujetas.
(Recitado)
JORGE
¡Santo
Cristo, y cómo corren
los
caballos de esta tierra!
Estoy
desencuadernado,
no
puedo mover las piernas.
CLARA
Buenos
días, señor primo.
JORGE
Servidor,
Domina mea.
ENRIQUETA
(¡Ay,
que va hablar en latín!)
JORGE
Ustedes,
según la señas,
serán
sobrinas del tío.
CLARA
Sin
duda alguna.
JORGE
Por
fuerza.
En
cuanto dijeron, primo,
deduje
la consecuencia
de
que ustedes son mis primas.
CLARA
Eso
es ser lógico en regla.
JORGE
Vaya
pues, me alegro mucho.
ENRIQUETA
Y
en todo lo que se ofrezca...
JORGE
Muchas
gracias, yo llegué hoy,
y
así que he saltado a tierra
nuestro
respetable tío
me
ha mandado que viniera
a
ofrecer a ustedes... ¡Ay!
(Poniéndose
la mano en la nalga)
y
con toda diligencia
mandó
ensillar dos caballos
y
he venido a la carrera.
CLARA
Prueba
que sois buen jinete.
JORGE
Si
me tengo a duras penas.
El
tío me dio un negrito
por
postillón, y el muy bestia
apenas
me vio montado
¡zas!
salió como una flecha.
El
mío se fue detrás
sin
darme tiempo siquiera
de
calzarme los estribos.
¡Virgen
santa, y qué dos leguas!
Yo
gritaba, para, para,
y
él con la cara risueña,
cuanto
yo mas le gritaba
mas
le metía la espuela.
«Tú
no alcanzarás a mí,
que
el neguito va que vuela.»
Me
decía el muy zopenco;
y
yo apretando las piernas
y
agarrado de las crines
llegué
como un alma en pena.
Tan
solo un negro es capaz
de
una partida tan negra.
CLARA
¡Pobre
primo! (Riendo)
ENRIQUETA
¡Pobre
primo!
JORGE
Dispensadme
la fineza
de
regalarle al neguito
unos
bizcochos de penca.
Por
lo demás ¡ay! presumo,
(Poniéndose
la mano en la rabadilla)
si
mis noticias son ciertas,
que
vos sois prima Clara,
y
vos mi prima Enriqueta.
(Trocándolas)
CLARA
Pues
no es así. (Riendo)
JORGE
¿Con
que no?
Entonces
es a la inversa:
bien
que las do?, sois las dos,
y
sale la misma cuenta,
Y
puesto que sois entrambas
dos
prodigios de belleza,
mesera
fácil cumplir
lo
que mi tío me ordena.
ENRIQUETA
¿Y
qué es lo que ordena el tío?
JORGE
Que
coma bien, y que duerma,
y
que enamore a mis primas,
y
que me case con ellas.
CLARA
¿Con
las dos?
JORGE
Con
una sola;
mas
no ha dicho cual sea.
ENRIQUETA
¿Y
pensáis obedecer
sumiso?
JORGE
Al
pie de la letra.
Un
tío que no se casa
para
dejarnos su renta,
su
capital y sus fincas,
se
ha de obedecer a ciegas.
Con
que primas, ¿cuál de entrambas
accede
a ser mi pareja?
ENRIQUETA
¿Así
tan de sopetón?
CLARA
La
elección ha de ser vuestra.
JORGE
Tened
compasión de mí,
prima,
yo no tengo tuerzas
para
decidirme solo:
entrambas
sois hechiceras,
y
entre tantos atractivos
se
quedó mi alma perpleja
entre...
Herodes y Pilatos,
entre
Clara y Enriqueta.
CLARA
Pues
amigo, idlo pensando,
mi
hermana con vos se queda,
y
yo me vuelvo a Matanzas
ahora
mismo.
JORGE
¿De
veras?
¿Y
mi tío, que me manda
que
decida con urgencia,
y
no me viene a ayudar
a
resolver el problema...
CLARA
¿Qué
es lo que os ha dicho el tío?
JORGE
¿Qué
me ha dicho? Estadme atentas.
(Música)
JORGE
Antes
de tres semanas
hecho
un marido
te
quiero ver;
Entre
las dos hermanas
elige
una
para
mujer.
— Con
cual, decidme
tío,
por Dios.
— La
que te guste, y me gustan las dos.
ENRIQUETA
y CLARA
Pues
decidíos
pronto
por Dios
puesto
que entrambas gustamos de vos.
JORGE
(Aparte)
Qué compromiso
tan
singular,
y
ello es preciso,
tendré
que optar.
ENRIQUETA
(Al
oído izquierda)
Mi
hermana es un ángel
de
paz y dulzura.
CLARA
(Al
oído derecha)
Mi
hermana es un cielo
de
casta hermosura.
JORGE
(Aparte)
Modelo de hermanas
son
ambas, por Dios.
ENRIQUETA
(Id)
Tendréis a su lado la suerte mas bella.
CLARA
(Id)
Será un paraíso la vida con ella.
JORGE
(Id)
Heroicas rivales se muestran las dos.
ENRIQUETA
(Id)
Yo sé que de lejos ha tiempo os admira.
CLARA
(Id)
Yo sé que hace tiempo por veros suspira.
JORGE
(Id)
Entrambas me tienen la misma afición.
ENRIQUETA
(Id)
Queredla y amadla, que es buena y hermosa.
.
CLARA
(Id)
Tratadla con mimo y hacedla dichosa.
JORGE
(Id)
Están empatadas, no tengo elección.
¿Dónde
me inclino,
vamos
a ver?
ENRIQUETA
y CLARA
Escuchad
antes
mi
parecer.
ENRIQUETA
(Al
oído) Si fuerais vos capaz
de
decir a mi hermana que no,
no
escuchareis mas
de
mi labio un acento de amor.
Yo
la quiero, — yo la adoro,
es
mi vida, —mi tesoro,
decidíos,
—dadle el si,
y
os veréis adorado por mí.
CLARA
Si
viese yo llorar,
despreciada
a mi hermana por vos,
no
vengáis, no, a buscar
en
mi pecho un latido de amor.
Yo
la quiero, —yo la adoro,
es
mi vida, —mi tesoro,
decidíos,
—dadle el si,
y
os veréis adorado por mí.
JORGE
(Aparte)
Qué triste es inspirar
de
repente una doble pasión,
y
no poder optar
a
la vez por entrambas a dos.
Yo
las quiero, —las adoro,
son
mi vida, —mi tesoro,
mas
si a una doy el si
voy
a abrir dos sepulcros aquí.
(Vánse
Clara y Enriqueta)
ESCENA IV
(Recitado)
JORGE
Adiós,
galas del verjel,
abur,
queridas futuras,
qué
divinas criaturas, (Olfateando)
y
qué fragante pastel.
Tres
cosas tengo que hacer
que
me es forzoso cumplir,
amar,
comer y dormir,
empecemos
por comer:
(Se
sienta y trincha)
y
después que haya comido
combinaré
sus deseos. (Con la boca llena)
Pues,
señor, los europeos
tenemos
mucho partido.
ESCENA V
Jorge
y León, por la izquierda, vestido de oficial de marina con escopeta de caza.
(Recitado)
LEON
¡Qué
gusto tan esquisito
hay
en esta plantación,
qué
bonito pabellón!
JORGE
(Con
la boca llena sin levantar los ojos)
Muy
bonito, muy bonito.
LEON
Caballero,
buen provecho.
JORGE
Adelante,
hombre, adelante.
LEON
Este
calor sofocante
creo
que le da derecho
á
un tranco oficial marino,
por
ley de hospitalidad,
de
que tengáis la bondad
de
darme un vaso de vino.
JORGE
Aquí
hay varios, escoged,
este
ingenio es puerto abierto:
llamad
y pedid cubierto.
LEON
Gracias,
solo tengo sed.
JORGE
Entonces
idos sirviendo,
que
este maldito pastel
me
da que hacer.
LEON
Duro
en él.
JORGE
(Con
la boca llena)
Voy
venciendo, voy venciendo. (Beben)
¿Con
que vos sois oficial
de
nuestra armada?
LEON
Teniente
de
la corbeta Valiente,
anclada
en ese arenal;
y
encantado de este Edén
tan
cerca de nuestra proa,
mandé
arriar la canoa
para
conocerlo bien.
JORGE
¿Y
os gusta?
LEON
Si,
amigo mió:
¿sois
vos el dueño quizás?
JORGE
No
señor; yo no soy mas
que
el sobrino de mi tío.
Un
tío, que se embarcó
para
este clima lejano,
que
es médico y cirujano
y
oculista y qué sé yo...
de
quien el país entero
dice,
muy a mi placer,
que
es un pozo de saber
y
otro pozo de dinero.
LEON
¿Y
quién es ese señor
que
de tantos bienes goza?
JORGE
El
doctor don Juan Mendoza.
LEON
¡Hola!
¡Ese hábil profesor?
De
él guarda memoria grata
un
vista pariente mió.
JORGE
Le
quitaría mi tío
quizá,
alguna catarata.
Operación
delicada,
pero
que él la hace muy bien.
LEON
¿Sois
vos médico también?
JORGE
No
señor, yo no soy nada.
Mi
pobre tío pasó
su
existencia en trabajar,
conque
a mi me toca holgar
y
gastar lo que él ganó.
LEON
Nada
mas puesto en razón:
si
él os deja obrar así
hacéis
bien.
JORGE
¿Verdad
que si?
Ha
de haber compensación.
Pero
amigo, en toda herencia
hay
su hueso que roer.
LEON
¿Pues?
JORGE
Se
me impone el deber
de
casarme con urgencia
con
una prima de aquí.
LEON
¿Y
ella no gusta de vos?
JORGE
Al
contrario, ellas son dos
y
están perdidas por mí;
y
me pregunto a mí mismo
¿cómo
salgo del pantano?
porque
al dar a una mi mano
va
a haber aquí un cataclismo.
LEON
¿Conque
habéis ido a flechar
a
las dos a un tiempo?
JORGE
Recto:
ha
sido un golpe de efecto;
no
lo pude remediar.
Vos,
que seréis, de seguro,
en
amores perro viejo,
¿podríais
darme un consejo
para
salir de este apuro?
LEON
Hombre,
no tuve en mi vida
amor
a mujer alguna;
digo
mal, adoro a una
y
esa, es mi madre querida,
¡mi
madre! por ella late
en
mi pecho el corazón,
pues
su santa bendición
es
mi escudo en el combate.
¡Mi
madre!... y yo fui a dejar
de
sus caricias la calma,
porque
en el amor de mi alma
tiene
una rival, la mar.
La
mar, a quien de esta vez
voy
a dar pronto un adiós.
JORGE
¿Conque
tanto os gusta a vos?
LEON
¿Que
si me gusta? Pardiez.
(Música)
Cuando
mi alada corbeta
henchida
de popa
arranca
veloz,
no
hay cortesana coqueta
que
luzca su garbo
con
gracia mayor.
Cuando
se siente arrullada,
que
el agua la besa
meciendo
el peñol,
es
una niña embriagada
que
escucha al oído
palabras
de amor.
A
su costado nadie se arrima,
buque
que vea la tiene encima:
si
es insurgente, mísero de él,
su
derrotero sigue valiente
como
a su presa sigue el lebrel.
Cuando
a tiro de un corsario
se
coloca acoderada,
al
soltarle la andanada
se
estremece de placer.
Si
el esfuerzo del contrario
hace
larga la pendencia,
cruje
toda de impaciencia
para
irlo a acometer.
Entonces
luciendo
su
lindo donaire,
soltando
gallarda
las
plumas al aire,
su
aliento de fuego
empieza
a arrojar,
probando
que es ella
la
reina del mar.
(Recitado)
JORGE
(Con
misterio) Oíd; en el torbellino
de
ese combate naval,
¿tiran
con bala?
LEON
Si
tal.
JORGE
Pues
no quiero ser marino.
LEON
¿Y
qué importa una andanada?
¡A
ver?
JORGE
Nada,
una friolera.
LEON
El
ser marino os pusiera
el
alma dura y templada.
JORGE
Gracias,
hombre.
LEON
Sobre
un leño
aprenderíais
a ser...
JORGE
Si
yo no quiero aprender,
mire
usté que es mucho empeño.
LEON
No
hay que ponerse impaciente
por
tan poco, amigo mió:
otra
copa y al avio.
Por
vuestra novia.
JORGE
Corriente.
(Beben)
Con
el cansancio que traje.
el
sueño a rendirme empieza. (Bosteza)
Conque
vamos, con franqueza,
señor
marino, buen viaje.
LEON
Tenéis
razón, he abusado
de
vuestra hospitalidad ..
JORGE
Eso
no.
LEON
Con
Dios quedad. (Sacando el reloj)
¡Caramba!
y cuál se ha pasado
el
tiempo. Se pone fea
la
tarde, y a no dudar
mucho
nos ha de costar
el
bogar contra marea.
Qué
cáscara tan amarga
trae
aquella nubecilla.
JORGE
¿Aquella
tan chiquitilla?
LEON
Veréis
qué pronto descarga.
Con
Dios.
JORGE
¡Vaya!
hasta mas ver.
ESCENA VI
Lejano
preludio de tempestad, oscuridad paulatina. Jorge.
(Recitado)
JORGE
¡Qué
muchacho tan corriente! (Bosteza)
Sospecho
fundadamente
que
yo me voy a tender.
(Empieza
a arreglarse la hamaca o el sofá)
Yo
creía que un marino
era
una especie de lobo,
y
este parece tan probo,
tan
campechano, tan fino...
Que
es tan bonita y holgada
su
profesión me decía, (Se tiende)
me
parece que la mía
es
mucho mas descansada.
Voy
a soñar con mis bodas,
¡Pobres
primas! con qué extremos.,
(Lejano
trueno)
¿Qué
es eso? ¿ruido tenemos?
Pues
aquí me las den todas.
Cuando
escriba al profesor
toda
la aventura mía!...
Pues
ni yo mismo sabía
que
fuese tan seductor.
¡Si
la gracia de un gallego
es
cosa particular!...
De
esta vez voy a pescar
la
herencia... y la prima... y luego.
(Se
queda dormido)
ESCENA VII
Empieza
a arreciar la tempestad: Jorge dormido, los negros viniendo con los
instrumentos de la labranza.
(Música)
CORO
Hoy
ya cesá
de
tabajá,
viene
llové,
viene
mojá,
a
casa neguito vuelve
no
coja la tempestá.
Alborotá
la
mar etá,
neguito
bien
sabe
nadá
y
donde le manda el ama
neguito
obedese y va.
(Mirando
a la izquierda)
Pequeña
barquilla sólita, sólita
que
va a sosobrá,
el
remo no puede, corriente la lleva,
la
lleva a estrellá.
Buen
ama en la playa
solita
se está,
agita
pañuelo,
nos
hace señal:
ama
barquilla
quiere
salvar,
corre,
neguito,
corre
a la mar. (Vánse corriendo)
(Fuerte
de tempestad)
ESCENA VIII
Violento
trueno a cuyo ruido cae Jorge del sofá o hamaca y se levanta sobresaltado.
(Recitado)
JORGE
¡Que
no me maten a mí
que
yo soy un pasajero,
que
no he hecho mal a nadie!
¿Qué
es esto? dónde me encuentro,
y
me han dejado aquí solo!
¡Socorro!
yo tengo miedo,
no
quiero que truene mus,
que
a mi espantan los truenos.
¿Calla,
qué miro? mi prima
en
la playa con los negros!..
¡Jesús!
¡y tiene valor
de
salir con este tiempo!
Un
joven veo también
que
está tendido en el suelo.
¡Ah!
ya comprendo; algún náufrago
y
habrán ido a socorrerlo.
Pues
yo también quiero ir...
Dios
mío, si no me atrevo;
dónde
me acurrucaré
que
no se me lleve el viento!
(Se
mete debajo de la mesa)
(Música)
Ya
viene gente
ya
soy feliz.
ESCENA IX
Dicho,
Enriqueta, acompañando a León que sale con una mano en los ojos. Negros.
(Música)
CORO
Estar
en salvo,
venid,
venid.
ENRIQUETA
Gracias,
Dios mío,
gracias
sin fin,
salvé
la vida
del
infeliz.
LEON
Mi
incierto paso
guiad
por Dios,
CORO
Pasó
ya riesgo.
no
haya temor.
LEON
¡Qué
negro en torno
todo
quedó!
ENRIQUETA
Fijad
los ojos
en
derredor,
que
en torno todos
amigos
son.
LEON
¿Pues
qué? ¿Es de día?
JORGE
¿No
veis el sol?
LEON
Yo
nada veo.
ENRIQUETA
(¡Qué
dice! oh Dios)
Joven,
miradme,
me
veis.
LEON
No,
no.
ENRIQUETA
¡Ah!
qué horrible sospecha!
LEON
¡Oh
desesperación!
No
cabe duda alguna;
el
rayo abrasador
que
en medio de las olas
la
lancha sumergió.
quemó
mis pupilas,
mis
ojos cegó.
TODOS
¡Qué
horror! ¡qué horror! ¡ay triste,
el
rayo le cegó!
LEON
Sol
de mi patria,
luz
de mi amor,
madre
querida
del
corazón,
cuando
a la orilla
llegues
veloz,
tus
tiernas lágrimas
no
veré, no,
me
falta, ay mísero,
la
luz del sol.
ENRIQUETA
Me
duele el alma
de
su dolor,
su
tierna madre
llama
su voz;
pobre
mancebo,
da
compasión:
le
falta al mísero
la
luz del sol.
JORGE
Es
de manteca
mi
corazón;
para
ver lástimas
no
sirvo yo,
enternecido
de
oírle estoy;
le
falta al mísero
la
luz del sol.
CORO
Ay
pobesito,
da
compasión
llorar
que llora,
su
triste voz;
a
su mamita
no
verá, no;
le
falta al mísero
la
luz del sol.
ENRIQUETA
Calmad
vuestra angustia,
que
aquí encontrareis
amigos
que os cuiden
con
tierno interés.
JORGE
Y
yo, amigo mío,
que
nada sé hacer,
a
ser lazarillo
me
ofrezco también.
(Se
oye el cañonazo de leva)
LEON
¡Qué
escucho! ¡la corbeta
levando
está sin mí!
abandonado
y ciego
me
dejan solo aquí...
En
brazos de mi madre
yo
quiero ir a morir.
Mi
madre... ¡madre! ¡madre!...
(Recorre
a tientas la escena con grande agitación, hasta tropezar con Jorge, que lo
recoge en sus brazos)
TODOS
¡Sucumbe
el infeliz!
FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO SEGUNDO
ESCENA PRIMERA
Clara
en traje de camino y los negros recibiéndola.
(Música)
CORO
Bien
venida, señorita,
bien
venida, guarde Dios:
deseando
su visita
ama
espera lleguéis vos.
Tempranito
de mañana
va
a camino de ciudad
a
mirar si llega hermana,
a
quien ella tanto amar.
CLARA
¿Y
mi Enriqueta,
sigue
feliz?
CORO
Ahora
mismo
está
en jardín:
con
el fresco de la tarde
cuando
a cama se va el sol
de
aquel pobe sieguesito
ama
es ángel bienhechor.
Ella
guía y acompaña
por
orilla de la mar;
cuando
joven está tiste
también
ama tiste etá;
que
será, qué será,
CLARA
Ello
dirá, ello dirá.
CORO
Sale
a los campos las mañanitas,
rompe
las hojas de margaritas,
mucho,
remucho, poquito, nada,
repite
a solas al deshojar.
Cuando
en remucho la flor acaba,
ama
risueña y alegre está:
cuando
en poquito se pone mustia,
y
cuando en nada se echa a llorar.
CLARA
Idla
a buscar, idla a buscar.
CORO
Negro
no sabe cuál es su pena,
pero
hermanita sabrá calmar.
(Vánse
los negros)
ESCENA II
(Música)
CLARA
Si
a consultar la fresca margarita
sola
se va desde el primer albor,
no
hay duda no, que el mal que su alma agita
es
el primer latido del amor.
Cuando
una niña suspira
y
no conoce su mal,
de
su tristeza y su llanto
tiene
la culpa un galán.
La
hechizan las olas,
la
encanta el vergel,
señal
de que a solas
pensando
va en él.
Si
en negro tormento
sus
horas se van,
le
falta un acento
que
calme su afán.
Si
a consultar la fresca margarita
sola
se va desde el primer albor,
no
hay duda, no, que el mal que su alma agita
es
el primer latido del amor.
ESCENA III
Clara,
Enriqueta.
(Recitado)
CLARA
Ella
viene.
ENRIQUETA
¡Clara
mia!
(Arrojándose
en sus brazos)
CLARA
Queridísima
Enriqueta.
ENRIQUETA
¡Un
mes sin venir a verme!
¡Si
vieras qué diferencia
del
día en que me dejaste!
CLARA
¿Pues
y eso?
ENRIQUETA
No
sé qué sea;
pero
mi alma hasta entonces
tan
apacible y serena...
CLARA
¿Hasta
entonces? ¿Pues y ahora?
ENRIQUETA
Por
Dios, no me reconvengas
ni
me riñas, Clara mía,
bien
sabes tú, que en la tierra
a
nadie sino es a tí
puedo
yo contar mis penas.
CLARA
Pues
bien, habla, di que es ello.
ENRIQUETA
¡Clara,
si me da vergüenza!
CLARA
Pobrecilla,
ven acá,
tus
bellos ojos serena
y
a ver si adivino yo
la
causa de tu tristeza.
Lograste
salvar la vida
en
medio de una tormenta
a
un marino, a quien cegó
el
fulgor de una centella.
El
pobre ciego encontró
hospedaje
en tu vivienda,
donde
el tío le prodiga
los
tesoros de su ciencia,
y
a medida que él se cura
mi
hermana se pone enferma
del
corazón, sin maldito
el
propósito de enmienda.
Le
acompaña todo el día,
se
levanta con su idea,
se
acuesta pensando en él
y
en él, por las noches sueña:
¿no
es este el primer capítulo
con
que empieza la novela?
ENRIQUETA
Es
verdad, pero tú, hermana,
lo
dices de una manera
que
parece que te burlas.
CLARA
¿Burlarme
yo? No lo creas,
son
rudimentos de todo
el
que ama por vez primera
ENRIQUETA
Pues
bien, Clara, es cierto, le amo,
le
amo masque a mi existencia:
dejar
de verle, pensar
que
él no me correspondiera
me
costana la vida:
solo
el dudarlo me aterra.
CLARA
¿Y
de qué nace tu duda?
ENRIQUETA
No
he de ser yo la primera
en
declararme, y él conmigo
guarda
la misma reserva,
hasta
ahora no ha dado luz...
CLARA
Y
es natural, Enriqueta,
¿cómo
ha de darla si es ciego?
Al
curar de su dolencia,
lo
cual según me escribiste,
está
ya cerca...
ENRIQUETA
Muy
cerca;
hoy
mismo, esta misma noche,
podrá
quitarse la venda:
él
lo ignora todavía;
tío
ha dado orden expresa
de
no insinuarle nada
por
miedo de una imprudencia.
Hoy
volverá a recobrar
la
vista; pero si vieras
qué
dudas, qué incertidumbre,
qué
inquietud y qué impaciencia
están
labrando en mi alma
hasta
esa hora...
CLARA
Nada
temas,
te
aseguro el resultado:
si
ahora te quiere a ciegas,
¿cómo
no te ha de adorar
cuando
te vea tan bella?
ENRIQUETA
¡Ya!
Tú miras con ojos
de
hermana...
CLARA
Vamos,
no seas
desconfiada...
tus ojos
valen
por dos fortalezas.
Di,
¿se ha apercibido el tío
de
tu amor?
ENRIQUETA
Tío
lo aprueba:
trató
mucho a la familia
de
León, y me habla de ella
con
tan sincero cariño,
con
tanto interés, si vieras...
CLARA
Entonces
todo va en popa.
ESCENA IV
Dichas,
Jorge con la caña de pescar y la cesta.
JORGE
Maldita
sea la pesca:
no
he cogido en todo el día
una
sardina siquiera.
Hola,
prima, ciudadana,
me
alegro sobremanera
de
veros tan guapa.
CLARA
Gracias.
JORGE
¿Conque
hoy volvéis a ser nuestra?
CLARA
Como
vos no habéis hecho
ni
una visita siquiera,
tengo
que hacérosla yo.
JORGE
Es
muy justa vuestra queja:
pero
amiga, mi desvío
ha
sido un ardid de guerra.
No
tenía medios hábiles
de
decidir la contienda
de
mi elección, y no hay mas,
apelé
a la estratagema
de
quedarme aquí en el campo
y
no ver mas que a Enriqueta,
y
a fuerza de verla sola
me
he decidido por ella.
CLARA
¿Conque
me dais calabazas?
JORGE
Qué
queréis, ha sido fuerza.
No
tratáis de desplegar
vuestras
artes maquiavélicas
para
atraparme de nuevo.
Mi
amor entró ya en la cuenta
de
los hechos consumados,
no
hay mas que tener paciencia.
ENRIQUETA
(Con
maliciosa sonrisa)
Cuidado,
Jorge, cuidado,
que
mi hermanita es muy diestra.
JORGE
No
tengáis recelo alguno,
no
hay hechizo que me tuerza.
Si
Clara se vuelve Dido
yo
me volveré un Eneas:
y
además no la elegí
porque
es demasiado bella...
ENRIQUETA
Muchas
gracias por mi parte.
JORGE
No
he explicado bien mi idea;
dije
bella por decir
que
es demasiado coqueta...
CLARA
Muchas
gracias por la mía.
JORGE
¡Caramba!
Tampoco es esa:
quiero
decir que vuestro aire,
vuestros
atractivos, vuestra
sonrisita,
vuestros... pues...
vamos,
no son de mi escuela.
CLARA
¿Estáis
seguro a lo menos
de
que mi hermana os prefiera
como
os prefería yo?
JORGE
¿Ahora
salimos con esas?
¿Pues
a quien ha de querer?
¿No
sabéis que en esta hacienda
no
ve a nadie mas que a mí.
CLARA
Entonces,
es cosa hecha.
JORGE
Verdad
que hay también el ciego,
pero
el ciego no se cuenta.
CLARA
Cabal,
a ese no le ve.
JORGE
Pero
él no la ve a ella.
Además,
lo que es en ese
tengo
confianza completa.
Yo
le hago las medicinas
cuando
mi tío está fuera,
yo
le acompaño a paseo...
porque
hablando con franqueza,
hay
su poco de egoísmo
en
mi proceder.
ENRIQUE
Hola,
¿esas
tenemos?
JORGE
Mi
tío, que antes
demostraba
tanta priesa
para
apresurar mi boda,
ahora
al hablar de ella
me
dice... aguarda, hombre, aguarda
que
León se restablezca;
yo
creo que se ha propuesto
que
León dance en la fiesta.
CLARA
Y
vaya si danzará. (Con intención)
JORGE
También
lo espero.
CLARA
¿De
veras?
JORGE
Mi
tío y yo, le hemos hecho
(Con
importancia)
una
operación soberbia.
CLARA
¡Hola!
¡hola!
JORGE
Y
nos prometemos
grandes
resultados de ella.
CLARA
Creo
que los obtendréis.
JORGE
También
lo espero. La prueba
se
debe hacer esta noche,
y
atendida la influencia
del
nervio sobre el omoplato
por
la amorousis... etcétera,
creo
que al salir la luna
daremos
cima a la empresa,
convirtiéndole
desde hoy
en
ex-ciego.
ENRIQUETA
Dios
lo quiera.
JORGE
Silencio,
viene hacia acá,
yo
no sé como se arregla;
anda
por toda la casa
mejor
que yo, y no tropieza.
CLARA
Voy
a mudarme de traje,
que
no quiero que me vea
vestida
así.
JORGE
Si
está ciego.
CLARA
Tenéis
razón, ¡qué cabeza!
La
costumbre.
ENRIQUETA
Helo
aquí.
CLARA
Cállate.
(Cogiéndola
la mano y deteniéndola)
ENRIQUETA
¿Qué
quieres?
CLARA
Deja
que
haga una prueba con él.
ENRIQUETA
Por
Dios, hermana.
CLARA
No
temas.
(Llevándolos
a un lado)
(Música)
CLARA,
ENRIQUETA y JORGE
Quietos
aquí,
no
hay que chistar,
dejarle
venir,
dejarle
llegar.
ESCENA V
Dichos
y León a tientas.
(Música)
LEON
Cuando
el sol vierte en el cielo
carmín
y gualda,
cuando
luce el campo un velo
verde
esmeralda,
cuando
viste la natura
su
atavío de placer,
en
vano, en vano
todo
es ventura,
si
el pobre ciego
no
la ha de ver.
CLARA,
ENRIQUETA y JORGE
Doliente
y triste
(Aparte)
su voz murmura,
en
su amargura
volvió
a caer.
LEON
Nadie
acude al lado mió.
Enriqueta
¿dónde estáis?
ENRIQUETA
Ves,
me llama. (Bajo a Clara)
CLARA
Pues
contesta.
LEON
Enriqueta.
CLARA
Desde
acá. (Deteniéndola)
ENRIQUETA
Aquí
estoy.
LEON
¡Ah!
ENRIQUETA
No
estéis triste.
LEON
Vuestra
mano.
ENRIQUETA
Bien,
tomad.
(Al
ir a dársela, Clara la detiene y le da la suya, que León reconoce con extrañeza)
JORGE
(¡Pobrecito!
Como a un chino
me
lo van aquí a engañar)
LEON
¿Por
qué cual otras veces
no
late el corazón?
Su
voz sin duda es esa
pero
su mano, no. (La suelta fríamente)
CLARA
(Aparte)
Del inocente engaño
le
avisa el corazón,
conoce
que no es esta
la
mano de su amor.
ENRIQUETA
(Aparte)
El mísero se afana
buscando
en derredor
la
mano que amorosa
sus
lágrimas secó.
JORGE
(Aparte)
Caramba con el ciego
que
pronto la caló:
este
hombre las distingue
sin
duda en el olor.
ENRIQUETA
¿Cómo
pudisteis
solo
venir
desde
la sala
hasta
el jardín?
LEON
Porque
mi instinto,
es
muy feliz,
no
me cesaba
de
repetir
que
os hallarla
segura
aquí.
JORGE
(Aparte)
Vaya si tiene
buena
nariz.
LEON
¿Olvidáis
que cada día
(Tomando
la mano a Enriqueta)
a
esta hora, acostumbráis
aprender
en la guitarra
mis
canciones?
CLARA
Es
verdad (Poniéndose junto a él)
y
he aprendido una romana
que
sin duda os gustará.
LEON
Precipitado
siento
(Oyendo
con extrañeza sin soltar la mano de Enriqueta)
latir
mi corazón;
ahora
si es su mano
mas
no su dulce voz.
CLARA
En
vano me afanara (A Enriqueta)
en
prolongar su error,
respondo
que te adora
con
férvida pasión.
ENRIQUETA
De
gozo dentro el pecho
palpita
el corazón,
ya
ves cuan pronto el pobre
mi
mano conoció.
JORGE
Un
hombre que distingue
sin
ojos a las dos,
desciende
a no dudarlo
de
casta de pachón.
LEON
Enriqueta
bondadosa
explicadme
sin demora
de
quién es la mano de antes
y
de quién la voz de ahora.
ENRIQUETA
De
mi hermana, que hace poco
que
ha llegado a esta mansión.
LEON
¿Vuestra
hermana?
CLARA
Servidora.
JORGE
¡Gran
bocado!
LEON
¡Ah!
perdón. (A Clara)
Estoy
ciego.
CLARA
Mas
no obstante,
he
intentado en vano
que
por ella me tomareis.
LEON
¿Vos
por ella? ¡Ay! eso no.
Si
doliente
no
la veo
la
presiente
mi
deseo:
en
mi dura
desventura
ha
vivido
junto
a mí.
Si
me espera,
si
camina
mi
alma entera
lo
adivina,
y
un son ledo
quedo,
quedo
me
repite
ya
está aquí.
ENRIQUETA
Hasta
ausente,
según
veo,
me
presiente
su
deseo:
en
su dura
desventura
me
ha tenido
junto
así.
Si
le espero,
si
camino
es
certero
y
adivino,
y
un son ledo
quedo,
quedo
le
repite
ya
está aquí.
CLARA
Hasta
ausente,
según
veo,
la
presiente
su
deseo:
en
su dura
desventura
la
ha tenido
junto
a sí.
Si
la espera,
si
camina
su
alma entera
lo
adivina,
y
un son ledo
quedo,
quedo
le
repite
ya
está aquí.
JORGE
Hasta
ausente,
según
veo,
la
presiente
su
deseo:
en
su dura
desventura
la
ha tenido
junto
a sí.
Si
le espera,
si
camina
su
alma entera
lo
adivina...
Estas
cosas
tan
pasmosas
no
me pasan
nunca
a mí.
(Declamación)
CLARA
(Bajo
a Enriqueta)
Mira,
yo me llevo a Jorge:
á
solas con él te quedas,
y
me parece que ahora
te
dirá lo deseas.
¿Jorge?
JORGE
Prima.
CLARA
Dadme
el brazo
que
quiero poner a prueba
vuestro
buen gusto, venid
y
os enseñaré unas muestras
de
unos trajes...
JORGE
Perdonad,
yo
soy lego en la materia.
CLARA
¿No
entendéis de eso? Estáis fresco,
pues
si mi hermana os oyera...
JORGE
(¿De
veras?) Vamos allá,
a
mí me encantan las telas,
y
los paños, y las blondas,
y
puesto que se desea
mi
opinión facultativa...
la
daré según conciencia.
ENRIQUETA
Adiós,
Jorge, ya que os vais...
CLARA
Vamos.
(Tirando de él)
JORGE
No
voy, que me llevan.
(Clara
se lo lleva)
ESCENA VI
León,
Enriqueta.
(Recitado)
LEON
¿Enriqueta,
estáis aquí?
ENRIQUETA
Aquí
estoy: siempre que puedo,
a
acompañaros me quedo.
LEON
¡Cuan
buena sois para mi?
¡Cómo
pagar la ternura
conque
vos me habéis tratado!
cada
día a vuestro lado
bendigo
mi desventura.
ENRIQUETA
¿Por
qué?
LEON
Porque
a no dudar,
en
lo mucho que he sufrido,
vuestros
consuelos han sido
los
de mi ángel tutelar.
ENRIQUETA
¿Quién
en el mundo, León,
viéndoos
en tan triste estado,
no
os hubiera prodigado...
su
interés... su compasión?
LEON
(Aparte)
¡Compasión! esta la prez
que
un ciego puede alcanzar.
¿Qué
otra cosa ha de inspirar?
ENRIQUETA
¿Os
ponéis triste otra vez?
Vamos
¿qué tenéis?
LEON
¿Yo?
nada.
ENRIQUETA
¿No
me lo queréis decir?
LEON
¿Para
qué os he de afligir
con
mi fortuna menguada?
(Me
engañará el corazón)
ENRIQUETA
Yo
os ruego que os alegréis.
LEON
Ya
estoy alegre; ¿queréis
que
demos nuestra lección?
ENRIQUETA
Con
mucho gusto; pensad
que
me debéis aquel canto
que
decís que os gasta tanto.
¿Os
acordáis?
LEON
Es
verdad;
en
nuestro país le oí,
y
su sentida expresión
me
causó tanta impresión
que
al momento le aprendí.
ENRIQUETA
Pues
ya os escucho, tratad
de
recordarlo, y a ver
si
yo lo podré aprender.
LEON
Vos
me ayudareis, ¿verdad?
ENRIQUETA
¿De
repente?
LEON
¿Por
qué no?
ENRIQUETA
¡Si
lo voy a hacer muy mal;
me
da un miedo tan cerval!.
LEON
¿Y
de qué os da?
ENRIQUETA
Que
sé yo. (Avergonzada)
(Música)
LEON
Mira
que enamorado
me
tienes, niña,
y
mi alma en este mundo
sin
luz camina.
Duélate
un pobre
a
quien ¡ay! la esperanza
se
le hizo noche.
ENRIQUETA
La
cantáis con mucho gusto
y
es muy bella esa canción.
LEON
Falta
el canto de la niña.
ENRIQUETA
Voy
a ver si lo sé yo.
Si
tan enamorado
llora
sin vista,
con
tal que tú me quieras
toma
la mía;
mientras
me adores,
aunque
la luz me falte
no
será noche.
LEON
¡Cuando
estás ausente
soy
tan infeliz!...
niña
de mis ojos
duélete
de mí.
ENRIQUETA
Díjome
mi madre
antes
de morir,
que
me echó a la tierra
para
amarte a tí.
ESCENA VII
Dichos
y Jorge.
(Recitado)
JORGE
Ya
estoy de vuelta.
LEON
¿Tan
pronto?
JORGE
Bien
dije yo que estaríais
impaciente
por mi ausencia,
pero
amiguito, mi prima
se
ha empeñado en que la diera
mi
opinión sobre unas cintas,
con
el objeto sin duda
de
atraparme, ¡pobrecilla!
ENRIQUETA
Os
debisteis esperar
a
que estuviese vestida,
para
ver como le sientan.
JORGE
Si
dice que necesita
dos
horas para vestirse.
ENRIQUETA
No
importa.
JORGE
No
lo sabia,
lo
sabré para otra vez.
La
verdad, tenía prisa
de
estar cerca de León,
para
darle las albricias..,
LEON
¿Albricias?...
(Nos habrá oído?)
JORGE
Sin
duda alguna. Mi prima,
que
está enterada de todo,
no
os ha dado la noticia?
ENRIQUETA
¿Queréis
callar, charlatana?
JORGE
¡Bah!
¡bah! ¡bah! esas son pamplinas,
todo
eso es porque mi tío
prohibió
que se le diga.
¿Eh?
Pues si uno fuera a hacer
caso
de esas fruslerías...
Nada,
León, esta noche
vais
a recobrar la vista.
LEON
¡Dios
mió! (Levantándose)
ENRIQUETA
¡Ah!
¡Qué imprudente!
JORGE
No
hay mas. Esta noche misma
cuando
dé las ocho
el
reloj de la capilla
podéis
quitaros la venda:
la
consulta os autoriza
por
mi conducto.
LEON
Enriqueta
¿será
cierta tanta dicha?
ENRIQUETA
Calmad
esa agitación,
que
puede seros nociva.
LEON
¡Si
no puedo, si estoy loco!
ENRIQUETA
León,
¿queréis que me aflija?
LEON
Tenéis
razón, es verdad,
esta
agitación podría...
ENRIQUETA
Tío
mandó que a las ocho
se
hiciera una tentativa
quitándoos
la venda, el cielo
quiera
que salga propicia.
JORGE
Curareis,
estoy seguro! (En tono doctoral)
Pero
amigo, todavía
es
menester mucho tacto,
porque
los nervios... las fibras
están
calabrinadas...
conque
ahora en unos días
no
hay que pensar en viajar,
porque
las sales marítimas...
pues...
LEON
Si
yo no pienso en viajes,
yo
quiero pasar mi vida
al
lado vuestro, estar siempre
con
vosotros.
ENRIQUETA
¡Oh
qué dicha!
(Con
felicidad, aparte)
JORGE
Callad,
me ocurre una idea
trascendental
y magnífica.
Decidme,
¿queréis formar
parte
de nuestra familia?
ENRIQUETA
(Aparte)
¿Qué dice?
LEON
¿Cómo?
(Con interés)
JORGE
Se
trata
de
una joven, joven linda,
(Aparte
a Enriqueta)
(de
vuestra hermana), graciosa,
(ayudadme)
y que es muy rica.
LEON
Pero
Jorge, un triste ciego,
qué
mujer encontraría
que
quisiese oír siquiera
su
amor, sin tomarlo a risa?
ENRIQUETA
Reírse
de vos, ¿por qué?
Ved
que esa idea lastima.
JORGE
Eso;
animadle, animadle.
LEON
¿De
veras? Si el alma mía
adorase
con delirio
a
una mujer compasiva
si
su virtud fuese el astro
que
en mi noche se ilumina,
¿creéis
que ese ángel del cíela
mi
culto comprendería?
JORGE
En
este caso procede
la
declaración explícita
en
primer término, luego
yo
os daré una leccioncita
de
algunas frases de efecto
para
que cuaje la píldora.
LEON
Enriqueta,
por piedad,
ved
que mi alma necesita
vuestro
consejo...
ENRIQUETA
(Yo
tiemblo)
JORGE
(Bajo
a Enriqueta)
Hablad
y dádsele, prima.
LEON
Por
compasión, Enriqueta.
ENRIQUETA
¿A
qué alma no halagarla
inspirar
un sentimiento
tan
puro y veraz?
LEON
¡Oh
dicha!
vos
sois un ángel del cielo.
JORGE
(Aparte)
Parece que ya se anima.
LEON
Pues
bien, yo hablaré, hablaré;
encontré
por fin salida:
este
amor que me devora,
esta
pasión que es mi vida…
JORGE
¡Cáspita,
cómo se crece!
LEON
Un
alma tierna y sencilla
como
la vuestra, podrá
interpretar
la alegría
que
inunda mi corazón
ante
tan grata acogida.
JORGE
Es
verdad.
LEON
Dulce
Enriqueta,
dejad
que una vez os diga
que
os amo con toda el alma,
y
os amaré mientras viva.
JORGE
¿Qué
dice?
ENRIQUETA
¿Qué
hacéis, León?
LEON
Adoraros
do rodillas.
JORGE
(Aparte)
Comprendo todo el horror
que
su conducta le inspira;
contestad
con dignidad,
(Bajo
a Enriqueta)
sin
explosiones, sin ira.
Pues
bien, yo acepto ese amor
con
la gratitud mas íntima.
y
veréis durar el mió
mas
que durare mi vida.
JORGE
¿Cómo?
LEON
¡Oh!
dejadme ir a solas
a
saborear mi dicha.
(Enriqueta
le acompaña hasta la puerta de la habitación y ella se va por el jardín. Jorge
se queda estupefacto mirando espantado al cielo, a la tierra y a los lados, y
de repente «e echa las manos atrás y empieza a pasear desaforadamente, hasta
que se para en seco en medio de la escena)
ESCENA VIII
(Recitado)
JORGE
¿Es
posible? No señor,
no
es posible. Sin embargo,
no
padezco de letargo,
y
yo lo he oído. ¡Oh furor!
Después
de estar a su lado
tan
avispado y despierto,
con
cada ojo así de abierto,
un
ciego me la ha pegado,
En
todo país es ley
entre
peritos y legos,
que
en la tierra de los ciegos
el
que tiene un ojo es rey,
yo
tengo dos, que es mas que uno,
y
me ha salido al revés.
Si,
señor, aquí el rey es
el
que no tiene ninguno.
Preferir
un ciego a mí,
es
insulto manifiesto
a
mi honra gallega, y esto
no
puede quedar así.
Ya
que ella a un rival me inmola
yo
no me dejo pisar;
me
voy a desafiar
con
el ciego a la pistola.
Y
aunque en tan poco me tiene,
mañana
al campo saldrá...
no,
que mañana verá
y
entonces no me conviene.
Pero
si yo no me vengo
voy
a estallar sin tardanza,
necesito
una venganza
tremebunda...
ya la tengo.
ESCENA IX
Jorge
y Clara, que sale de la quinta con un traje blanco, igual al de Enriqueta.
(Recitado)
JORGE
Prima,
yo muero de amor.
(Dejándose
caer grotescamente de rodillas)
CLARA
¿Qué
esto, habéis merendado?
JORGE
Prima
estoy enamorado
de
ese acento seductor,
de
ese pié...
CLARA
¿Qué
estáis diciendo?
JORGE
De
esa mano...
CLARA
¿Os
chanceáis?
JORGE
De
esos ojos...
CLARA
Os
burláis.
JORGE
De
ese talle...
CLARA
No
lo entiendo.
JORGE
Yo
os amo.
CLARA
¿A
mí?
JORGE
Si
señora.
CLARA
Pero
Jorge ¿qué os ha dado?
JORGE
Que
me tenéis abrasado.
CLARA
¿Desde
cuándo?
JORGE
Desde
ahora.
CLARA
¿Y
mi hermana?
JORGE
¿Vuestra
hermana?
no
tiene nada que ver.
CLARA
¿No
iba a ser vuestra mujer?
JORGE
Renuncio
de buena gana;
quiero
casarme en el acto
con
vos.
CLARA
¿Pues
no me habéis dicho
que
no soy vuestro capricho?
JORGE
¿Dije
eso? Pues me retracto.
Sí,
solitaria paloma
de
Matanzas.
CLARA
Pero
primo...
JORGE
Os
quiero, os amo, os estimo,..
CLARA
(Aparte)
Mas vale tomarlo a broma.
JORGE
No
destruyáis el proyecto
de
este fuego, de este amor.
CLARA
Callad,
callad, seductor.
JORGE
(Aparte)
Me parece que hago efecto.
CLARA
¡Oh
Dios! su acento me quema (Fingiendo)
siento
una emoción tan rara...
JORGE
Sí,
Clara, sí, de esa clara
yo
deseo ser la yema.
CLARA
Huyamos.
JORGE
Os
vais.
CLARA
Me
ausento
a
mi cuarto.
JORGE
Y
yo detrás.
CLARA
No
puedo resistir más
ese
penetrante acento.
JORGE
Pues
bien, Clara, yo os advierto
que
os seguirá mi pasión
hasta
el último rincón...
del
cuarto, si lo hallo abierto,
CLARA
No
me sigáis,
JORGE
¡Sí,
mi bien,
mi
vida, mi amor, mi encanto!
CLARA
¡Protégeme,
cielo santo!
JORGE
Protégeme
a mí también.
ESCENA X
Oscuridad.
—Luz de luna. —Salen los negros con cierta misteriosa alegría.
(Música)
CORO
Ya
la sombra —se dilata
ya
la luna —vierte plata,
ya
a neguito —que descansa
viene
brisa —mansa, mansa.
viene
juego —luego, luego,
limoncito
—rico, rico,
y
empezaremos
a
retozá
y
a chupa la duse futa
del
ananá.
Tumbaditos
—en la arena
descansando
—de faena
pansa
arriba —sin querellas
contaremos
—las estrellas,
y aquí
solos —muy quedito
cantaremos
—un tanguito
y
empezaremos
a
retozá
y
a chupa la duse futa
del
ananá.
(Miran
a la izquierda y cantan bajo con misterio)
Ama
viene tan sólita,
¿qué
tendrá?
Pobesita,
pobesita,
triste
está.
Si
hoy no quiere sus neguitos
ver
jugá,
márchate,
quítate, apártate, déjala,
sola
acá,
no
chista, no chista.
(Se
retiran al fondo y se sientan en el suelo en corros)
ESCENA XI
Dichos,
en el fondo Enriqueta pensativa.
ENRIQUETA
¡Con
qué mortal violencia
me
late el corazón,
si
el pobre no volviese
a
ver la luz del sol!
¡Ah!
¡Qué horrorosa idea,
su
eterna noche, oh Dios!
En
tu misericordia
confía
mi dolor.
¡Oh!
¿Cuál será su júbilo
al
ver el resplandor,
y
cuando en mí se fije,
Dios
mío, tendré yo
los
rayos que ha trazado
su
mágica ilusión?
Si
un desengaño... Cielos,
piedad
de mi pasión.
(Romanza)
Astro
de los amantes
que
desde el cielo azul,
sobre
la tierra viertes
tu
amarillenta luz.
De
tus rayos —al encanto
Vacilando
—el alma está,
y
no acierto —si mi llanto
es
de gozo —o de pesar.
La
tierna causa
de
esta inquietud
pálida
luna
calma
tú,
(Coro
desde el fondo, de rodillas)
La
tiste causa
de
su inquietud
pálida
luna
cálmala
tú.
ENRIQUETA
Velan
las blancas nubes
tu
misteriosa faz,
negro
presagio acaso
viene
a augurar mi mal.
Triste
llanto —venir siento
mis
mejillas —a inundar,
y
oigo el eco —de un lamento
en
las brisas —de la mar.
La
tierna causa
de
esta inquietud,
pálida
luna,
cálmala
tú.
La
tiste causa
de
su inquietud,
pálida
luna,
cálmala
tú.
(Enriqueta
queda de rodillas abatida como llorando en el extremo derecho del actor)
ESCENA XII
Enriqueta,
Clara y Jorge.
(Música)
CLARA
¿Qué
haces, hermana?
ENRIQUETA
Lloro
y vacilo.
JORGE
(Aparte)
Las lagrimitas
del
cocodrilo.
ENRIQUETA
No
puede el alma
con
la ansiedad.
CLARA
Pronto
tus dudas
van
a cesar.
ENRIQUETA
La
hora se acerca,
él
viene acá,
todos
mis miembros
siento
temblar.
CLARA
Mucho
silencio,
no
respirar,
a
ver qué efecto
le
causará,
(Se
separan; Enriqueta queda en la izquierda, y Clara y Jorge en la derecha)
ESCENA XIII
Dichos,
León de la derecha a tientas creyéndose solo: avanza, el coro muy silenciosamente.
(Música)
LEON
Angel
del cielo, bella Enriqueta,
mis
tristes ojos te van a ver.
ENRIQUETA
Cesan
las duelas del alma inquieta, (Aparte)
a
la esperanza vuelvo a nacer.
CLARA
Su
inmensa dicha va a ser completa
cuando
a sus plantas llegue a caer.
JORGE
Ya
di al olvido a esa coqueta,
novio
de Clara prefiero ser.
CORO
A
solas habla de ama Enriqueta,
ella
buen ángel de todos ser.
LEON
¿Será
el mismo su retrato
que
presiente mi ilusión?
Todos
dicen que es tan bella...
ENRIQUETA
(Aparte)
¡Yo tan bella! Eterno Dios!
LEON
¡Cómo
tarda el dulce instante
en
que vea yo a mi amor!
(Suenan
las ocho)
Da
la hora... cuatro... cinco.
ENRIQUETA
¡Oh!
cuál crece mi emoción.
LEON
Ha
llegado ya el momento
de
salir de mi inquietud.
(Se
quita la venda con explosión de sentimiento y júbilo)
¡Dios
eterno… veo... veo...
vuelvo
al fin a ver la luz!
(Sale
un negro con dos bujías encendidas, y el teatro queda iluminado. Enriqueta y
Clara bajando a derecha e izquierda: León da una rápida mirada y se arroja
fuera de sí a los pies de Clara)
LEON
Bella
Enriqueta
mi
dulce bien,
tú
eres el ángel
que
yo soñé.
(Enriqueta
da un grito seco y cae sin sentido, los negros acuden a socorrerla)
ENRIQUETA
¡Ah!
JORGE
Me
quita la otra.
CLARA
¿Qué
hacéis, qué hacéis?
LEON
Su
voz no es esta,
¿dónde
está pues?
(Se
levanta rápidamente y coge la mano inerte de Enriqueta)
¡Ah!
mi Enriqueta,
¡yo
la mate!
CORO
Después
que tu vida
salvó
la infeliz
¿sus
tiernos cuidados
la
pagas así?
No
debe la tierra
tal
monstruo sufrir.
Aparta,
villano,
aparta
de aquí.
LEON
Primero
que ingrato
yo
la haga infeliz,
el
cielo permita
que
ciegue sin fin.
Sin
ella, Dios mío,
prefiero
morir;
piedad
de mi angustia,
doleos
de mí!
(Cuadro)
FIN DEL ACTO SEGUNDO
ACTO TERCERO
ESCENA PRIMERA
Jorge
y Coro de Negros.
(Música)
JORGE
¿No
apareció?
NEGROS
No
pareció.
JORGE
¿Dónde
estará?
NEGROS
Sábelo
Dios.
Busca
en la huerta
y
el pabellón,
busca
en la orilla,
no
pareció.
JORGE
Pues
id buscando
con
afición.
TODOS
Ama
Enriqueta
¡ay!
que doló,
a
sus neguitos
abandonó.
Negó
buca por la noche
de
la mar en la ribera,
se
ha metido en la canoa,
ha
salido mar afuera,
ha
tocado campanita.
ha
encendido lusesita,
y
a las rocas y a las aguas.
y
a los peces pregunta
no,
no,
no
etá;
no,
no,
no
etá.
Ha
subido por lo serró,
ha
bajao a la llanura
ha
mirado lo tabaco,
ha
seguido la espesura,
ha
corrido dando grito,
ha
sacao lo perrito,
y
a la mata y a la flore
y
a las ave pregunta,
no,
no,
no
etá;
no,
no,
no
etá,
JORGE
Que
la pregonen
por
esos campos,
y
al que la encuentre
daré
un hallazgo,
y
si esta tarde
no
traéis rastro,
señores
negros,
os
muelo a palos.
NEGROS
(Aparte)
No hay que temele que e blanco tonto.
JORGE
(Aparte)
¡Ya me conocen! y yo en un pronto
hago
cualquiera barbaridad.
NEGROS
(Aparte)
Ese no pega, charla no má.
JORGE
Dos
primas, ay de mí,
mostraban
me afición,
y
por un zascandil
me
quedo sin las dos.
La
befa del país,
la
burla yo seré
por
ese malandrín
que
lleve Lucifer.
Buscadme
a Enriqueta,
traedla,
o pardiez,
me
cuelgo de un árbol
si
no hallo mujer.
CORO
Es
fuerza de nuevo
echar
a correr
toditos
al punto
buscarla
otra vez. (Vánse los negros)
ESCENA II
(Recitado)
JORGE
Reniego
de la marina,
del
teniente y su abolengo;
cáspita,
y qué ganas tengo
de
darle contra una esquina.
Ese
hombre es mi mala estrella:
después
del percance aquel
quise
a Clara, y llegó él
y
paf, se casó con ella.
Y
por mas que no me pete
y
le haga ver que me irrito,
no
me hace caso maldito,
me
manda como a un grumete.
Yo
que con mi mano misma
cuando
ciego le he guiado...
si
yo le hubiera dejado
que
se rompiera la crisma,
su
importuno parentesco
no
me vendría a estorbar;
pues
como vuelva a cegar,
ya
está fresco, ya está fresco.
Eso
si, des que casó
con
Clara, que están sobando
al
primo, y voy sospechando
que
aquí el primo soy yo.
Solo
el verle me hace mal
y...
¡pues! ya le tengo aquí,
¡ay!
este hombre para mí
ha
sido el juicio final.
ESCENA III
Jorge
y León, que sale paseando serio pensativo.
(Recitado)
LEON
Hola,
primo, ¿qué tal va?
JORGE
(Aparte)
Nada, yo voy a romper
si
al fin y al cabo ha de ser;
que
sea y ello dirá.
LEON
¿Qué
es esto estáis distraído?
(Siguiendo
paseando)
JORGE
Estoy
bramando.
LEON
Lo
siento.
JORGE
(Pues
señor, llegó el momento
de
pegar el estallido)
Señor
primo, (Alto)
LEON
¿Qué?
JORGE
Es
urgente
(Con
importancia)
que
hablemos de cierto asunto.
LEON
Pues
empezad.
JORGE
Yo
pregunto.
LEON
Pues
preguntad. (Con grito seco)
JORGE
Mi
teniente.
(Espantado
y poniéndose la mano en la frente como un grumete)
LEON
(Aparte)
Pobrecillo, ¿qué querrá?
JORGE
(Aparte)
Maldita organización...
en
llegando la ocasión
todo
el valor se me va.
LEON
Vamos,
que queréis de mí,
(Con
amabilidad)
hablad
Jorge, no os turbéis.
JORGE
Deseo
que me expliquéis (Manso)
lodo
lo que pasa aquí,
porque...
vamos, es muy duro
que
se escondan sin reparo
de
mí...
LEON
Todo
ello es muy claro.
JORGE
Pues
para mí es muy oscuro.
¿Por
qué Enriqueta, que era
como
sabéis mi conquista,
al
recobrar vos la vista
cayó
de aquella manera?
¿Por
qué teniendo mi fe
cuando
en su juicio volvió,
de
esta casa se fugó
la
misma noche, por qué?
LEON
Por
mi momentáneo error
que
ni yo mismo comprendo.
JORGE
¿Conque
vos seguís creyendo
que
erais dueño de su amor?
LEON
Sí,
y sé que el alma se trunca
si
ve ingrato al bien que adora,
¿lo
entendéis?
JORGE
Lo
que es ahora
lo
entiendo menos que nunca.
Pero
en fin aunque esas crudas
pasiones
fuesen así
y
ella os prefiriese a mí,
sobre
lo cual tengo dudas;
¿qué
tratasteis, al llegar
cierta
carta, vos y el tío,
que
se armó todo aquel lío
y
se me mandó a pescar?
con
la circunstancia rara
de
que al salir yo de aquí,
Clara
me adoraba a mí,
y
me iba a casar con Clara.
Y
al volver de mi sesión
de
pesca, todo hecho brasas,
me
dicen, ya no te casas,
el
que se casa es León.
Y
como cosa muy obvia,
sin
pararos en pamplinas,
mientras
pescaba sardinas,
me
pescasteis vos la novia;
y
sin lomar parecer
de
mi para nada, os fuisteis
a
Matanzas y volvisteis
hechos
marido y mujer.
Pues
bien, yo pregunto y digo
en
vista de tal enlace,
ubinam
gentium, se hace
lo
que se hace aquí conmigo
LEON
Vos
ignoráis todavía
que
aquella carta secreta
era...
JORGE
¿De
quién?
LEON
De
Enriqueta.
JORGE
¿De
Enriqueta? ¿Y qué decía?
LEON
Que
nadie se molestara
en
indagar su mansión,
que
mi vista y corazón
me
habían llevado a Clara,
y
que era esperar en vano
que
volviese a nuestro hogar,
si
Clara y yo en el altar
no
nos dábamos la mano.
Fue
preciso obedecer.
JORGE
Pues
fue obediente a fe mía.
LEON
Mi
vida entera daría
solo
por volverla a ver:
y
haciendo sin reparo,
puestos
Clara y yo en un potro…
JORGE
Tengo
un cabo... ya tengo otro…
ya
lo veo todo claro
¡Enriqueta
angelical!
LEON
¿Sospecháis
dónde se encierra?
JORGE
Esto
es un arma de guerra
por
vencer a su rival.
Picada
de mi desvío,
su
inteligencia preclara
ha
dicho, casando a Clara
queda
Jorge todo mío.
LEON
Permitid
que me resista
a
creerlo desde luego.
JORGE
Pues
sospecho que el ser ciego
os
dejo corto de vista.
La
experiencia os mostrará
lo
que este cuerpo merece.
LEON
No
obstante, ella no parece.
JORGE
Pues
ella parecerá.
LEON
Feliz
yo si un solo día
contra
mi pecho la oprimo.
JORGE
Poco
a poco, señor primo,
¿estamos
aquí en Turquía?
LEON
No,
Jorge, estamos aquí,
y
ella os dirá los extremos...
JORGE
Pues
bien, veremos, veremos,
si
os quería a vos ó a mí. (Váse)
ESCENA IV
León
solo.
(Música)
LEON
Volverla
a ver un día
un
día nada más,
trocara
yo mi dicha
por
una eternidad
Para
el marino que al mar se lanza
hay
una estrella que es la esperanza.
De
las tormentas en el furor
es
el lucero de salvación.
Cuando
la esperanza
cesa
de lucir,
no
hay estrella amiga,
vale
mas morir.
En
el inquieto mar de la vida
fue
mi lucero su voz querida,
y
aquel acento arrullador
al
triste ciego la vida dio.
Cuando
esa esperanza
cese
de lucir,
sonará
a este mísero
la
hora de morir.
ESCENA V
Jorge
dentro.
(Recitado)
JORGE
Bravo,
victoria completa.
LEON
¿Es
Jorge?
JORGE
(Saliendo)
León, albricias.
LEON
¿Qué
ocurre?
JORGE
Buenas
noticias.
Llegó
carta de Enriqueta.
LEON
¿Es
posible?
JORGE
Sí,
hombre, sí.
aquí
la traigo escondida.
LEON
¿Y
a quién está dirigida?
JORGE
¡A
mí! ¿lo entendéis? A mí.
LEON
¿Dónde
esta? ¿qué dice? hablad.
JORGE
Me
dice cosas muy buenas.
LEON
Por
Dios, sacadme de penas.
JORGE
Voy
a leer, escuchad.
«Mi
buen Jorge, primo amado...»
ya
veis con qué buenos modos,
«pedid
perdón por mí a todos,
«del
pesar que les he dado.
«Cuando
sola y sin testigos
«de
ese techo me ausenté,
«oculto
asilo busqué
«en
casa de unos amigos:
«y
me impuse obligación
«de
que nunca mas me viesen
«los
míos, sin que estuviesen
«casados
Clara y León.
«Se
que se han dado la mano,
«y
yo siento a mí pesar,
«la
necesidad de amar
«a
León como a un hermano.»
Lo
que yo os dije, León:
es
la palabra oportuna.
Lo
demás, no pasa de una
gratuita
suposición.
LEON
Bien,
hombre, bien, continuad.
JORGE
«A
León, como a un hermano;
«como
el mundo es tan villano
«me
heriría sin piedad
«en
mi honor. Si algo os merece
«aún
Enriqueta, al llegar
«marcharemos
al altar.»
Je,
jem, ¿qué tal? ¿Qué os parece?
LEON
¿Qué
significa esa tos
y
esa irónica mirada?
No
entiendo...
JORGE
Nada,
hombre, nada,
como
ella os quería a vos.
LEON
Y
me quiere: no quebrantan,
ausencias
tal sentimiento.
JORGE
¡Bah,
bah, bah! todo eso es cuento,
papeles
son los que cantan.
LEON
(Aparte)
¿Será verdad, cielos? Oh...
JORGE
(Mostrando
la carta)
Primo
amado, ya lo veis;
por
mas vueltas que le deis,
León,
el primo soy yo.
LEON
Permitid
que no me asombre
ni
de crédito a esa prueba,
ella
me ama.
JORGE
Me
subleva
el
amor propio de este hombre:
no
se convence jamás.
Como
a un hermano, ¿entendéis?
¿Pues
qué otra cosa queréis?
Hombre,
no faltaba mas.
Vos
tenéis vuestra mitad
y
daos por satisfecho.
LEON
Pues
bien, creéis que ella ha hecho
así
la felicidad
de
León y de su hermana?
JORGE
¡Lo
veo, mas qué remedio!
LEON
¿Creéis
que el hastío, el tedio
engendran
la dicha humana?
JORGE
Eso
lo he visto a las claras,
mas
no debí entrometerme...
nunca
me gustó meterme
en
camisa de once varas.
Y
preveo desde ahora
que
vuestra paz conyugal,
promete
el mismo final
que
el rosario de la aurora.
Mas
son cuentas de los dos
y
os las avendréis allá.
LEON
Pues
bien, ella lo verá.
JORGE
No
me la escaméis, por Dios.
¡Qué
diablos! en vuestro estado
queda
mucho porvenir;
y
un joven... puede vivir
mucho
tiempo fastidiado,
y
esto siempre es un consuelo.
LEON
Pese
al destino tirano...
JORGE
Basta
ya... venga esa mano,
que
hoy se ha de dar tregua al duelo,
y
si os ven la cara así
el
mundo , es murmurador..
Animo,
hombre.
LEON
Este
rumor.
JORGE
Ya
la tenemos aquí.
ESCENA VI
Dichos,
Enriqueta, Clara y Coro.
(Música)
CORO
Qué
gusto, qué gusto,
bendita
de Dio,
nuestra
ama Enriqueta
a
casa volvió:
por
verle su cara,
espejo
del sol,
vestío
de gala
el
día salió.
CLARA
A1
fin
estás,
hermana,
devuelta
a nuestro hogar,
al
fin
podrá
estrecharte
mi
pecho fraternal.
ENRIQUETA
Es
él
¡Oh!
Dios!
su
vista
me
altera a mi pesar;
de
amor
veloz
latido
el
corazón me da.
LEON
Alzar
no
sé
los
ojos
ni
aún para mirar.
Su
voz
está
mi
pecho
haciendo
palpitar.
JORGE
Gentil
está
mi
bella,
parece
una deidad.
Llegó
mi
vez
al
cabo
y
voy a enmaridar.
CORO
Mirad,
mirad
qué
guapa,
qué
gusto verla da;
la
flor
será
del
negro
y
el ángel tutelar.
CLARA
¿Conque
al fin a nuestros brazos
el
cariño te volvió?
ENRIQUETA
Si,
mi Clara, para siempre.
JORGE
Para
siempre nuestra sois.
ENRIQUETA
Y
tu esposo, que no me habla,
¿me
conserva algún rencor?
CLARA
No
lo creo, desde el día
que
Enriqueta nos faltó,
tiene
impresas en su rostro
la
tristeza y la aflicción.
ENRIQUETA
¡Ah,
León, hermano mió,
perdonadme
por favor!
LEON
¿Yo,
Enriqueta?
(Aparte)
Es
imposible
que
resista el corazón:
si
me quedo en su presencia
caigo
muerto de dolor, (Váse)
ENRIQUETA
¿Qué
nube siniestra
de
luto y dolor,
del
rostro de todos
el
gozo alejó?
Confusa
y turbada
está
mi razón;
haz,
cielo, que vuelva
la
dicha que huyó.
CORO
En
torno del ama,
bendita
de Dios,
resuenen
acentos
de
gozo y amor.
CLARA
y JORGE
El
cielo piadoso
hará
bienhechor,
que
vuelva con ella
la
dicha que huyó.
(Recitado)
JORGE
Largo
de aquí, gente negra,
marchaos
a echar un trago,
que
hoy es fiesta de precepto,
NEGROS
¿Por
qué?
JORGE
Porque
yo me caso.
(Vánse
los negros)
CLARA
¡Nuestra
querida Enriqueta!
JORGE
Nuestra...
ese es el vocablo,
porque
yo ya casi tengo
ínsulas
de propietario.
¿Clara,
me haréis un favor
que
León me ha rehusado?
CLARA
¿Cuál
es?
JORGE
Escribir
al tío
que
se venga sin retardo,
porque
tengo mucha prisa
de
ir a casa del vicario.
CLARA
¿Lo
oyes? ¿Estás bien resuelta,
a
dar a Jorge tu mano?
JORGE
¿Cómo
que si está resuelta?
¡Pues
me gusta! ¿no ha de estarlo?
Digo,
no fallaba más,
tras
tantos sustos y tantos,
que
me saliesen ahora...
me
colgarla de un árbol;
y
precisamente hoy
que
estoy mas enamorado...
ENRIQUETA
Tiene
razón Jorge, Clara,
yo
debo contraer lazos
indisolubles
con él.
JORGE
Eso
es, lazos sacrosantos.
sacramentum,
como dice
la
epístola de San Pablo.
CLARA
Pues
bien, si así lo deseas,
tus
decisiones acato.
Dios
haga que no te pese. (Abrazándola)
Voy
a escribir en el acto. (A Jorge)
JORGE
Temiendo
estaba a fe mía
que
le echase un alegato
contra
el matrimonio; pero
ha
sido prudente, vamos. (Váse Clara)
ESCENA VII
Enriqueta
y Jorge.
(Recitado)
ENRIQUETA
Jorge.
JORGE
Enriqueta.
ENRIQUETA
Decidme,
pero
me vais a ser franco,
¿qué
pasa aquí?
JORGE
¿Cómo
aquí?
ENRIQUETA
¿Clara
no es feliz?
JORGE
Canasto,
(Aparte)
que
pronto lo olió.
ENRIQUETA
¿Qué
tiene?
JORGE
¿Conque
creéis que tiene algo,
eh?
ENRIQUETA
Sin
duda.
JORGE
Pues
señor.
maldito
si he reparado.
ENRIQUETA
Me
engañáis.
JORGE
¿Yo?
ni por pienso.
ENRIQUETA
¿La
incomodaría acaso
que
yo haya vuelto a la quinta?
JORGE
¡Qué
disparate! al contrario,
la
pobre desde que os fuisteis
ha
estado siempre llorando.
ENRIQUETA
¿Y
él?
JORGE
Cómo
y él, ¿quién es él?
ENRIQUETA
León.
JORGE
¡Ah!
es un buen muchacho,
el
día que os ausentasteis
tuvo
el pobre un arrebato,
y
una fiebre, que creímos
que
se lo llevaba el diablo:
pero
en vista del peligro,
mi
tío y yo celebramos
una
consulta, y curó
merced
a nuestros cuidados.
Todo
el mundo en esta casa
había
perdido el tacto,
menos
yo, que les decía
a
todos a cada paso:
ella
me ama y volverá,
no
hay por qué desesperarnos,
yo
estoy tranquilo, señores;
pero
no me hacían caso:
así
es que anduvieron lodos
día
y noche desvelados,
menos
yo, que con mi fe
dormía
como un beato.
ENRIQUETA
¿Y
qué sucedió al llegar
mi
carta?
JORGE
¿Cuál?
¡Ah! ya caigo,
la
primera ¿eh?
ENRIQUETA
Sí.
JORGE
Aquel
día
todos
ellos se encerraron,
menos
yo, y allá a sus solas
tuvieron
un conciliábulo,
a
consecuencia del cual
Clara
y León se casaron.
Entonces
todo fue gozo
hasta
que fueron al tálamo,
pero
desde que volvieron
de
allí (¡ay! ya iba a soltarlo).
ENRIQUETA
¿Qué
ha sucedido, decid,
acaso
son desgraciados?
JORGE
No
por cierto, a qué vendría…
que
lo fuesen? ni pensarlo,
¡cá!...
ENRIQUETA
Jorge,
vos me engañáis.
JORGE
(Pues
señor ya me ha pescado)
ENRIQUETA
Yo
quiero saberlo todo
ahora
mismo, en el acto.
JORGE
Me
vais a comprometer.
ENRIQUETA
Hablad,
no tengáis cuidado.
JORGE
Pues,
en confianza, se llevan
lo
mismo que perro y gato,
como
si el tal casamiento
fuese
obra del mismo diablo.
ENRIQUETA
¿Qué
decís?
JORGE
No
es alusión,
pero
da pena mirarlos.
Clara,
que era tan festiva,
está
siempre suspirando,
y
no dice una palabra.
El
por su parte callado
pasa
ahora todo el día
en
paseos solitarios,
huyendo
de su mujer.
En
fin, presentan el cuadro
del
matrimonio, Enriqueta,
mas
cordialmente antipático.
Yo
me sé la causa, pero
ya
es tarde para enmendarlo.
ENRIQUETA
¿Cuál
es?
JORGE
Es
que vuestra hermana
no
supo tener el tacto
de
elegir un buen marido
como
vos. ¡Ay! ¡cuánto! ¡cuánto!
daría
ella por un Jorge,
pero
los Jorges son raros;
mi
madre solo tuvo uno,
y
vos lo habéis atrapado.
ESCENA VIII
Dichos
y Clara.
(Recitado)
CLARA
Jorge,
tomad el billete,
vos
mismo podéis mandarlo.
JORGE
Gracias,
prima, mientras vos
(A
Enriqueta)
Os
arregláis el peinado
y
el traje para la boda
voy
a ponerme mas guapo.
¡Ay!
mona, tus ojos negros
me
han dado en medio del blanco (Váse)
ESCENA IX
Clara
y Enriqueta.
(Recitado)
ENRIQUETA
Estás
triste, hermana mía.
CLARA
Ya
no, pues te veo a tí.
ENRIQUETA
¿Pues
por qué en tu rostro, di,
se
advierte nube sombría?
CLARA
Hay
que inclinar la cerviz
a
males que el cielo envía.
ENRIQUETA
¿Es
posible, Clara mía,
que
tú no seas feliz?
Tú,
con tan festivo humor,
tan
alegre y animada.
CLARA
¿Crees
tú que una casada
sea
feliz sin amor?
ENRIQUETA
¿Qué
dices?
CLARA
Que
yo advertí
tarde,
sin que él lo notara,
que
él ama, pero no a Clara.
ENRIQUETA
(Aparte)
¡Dios mió! ¡Piedad de mí!
CLARA
Y
no me puedo quejar,
hermana,
de su aversión,
pues
sin darme yo razón
tampoco
le puedo amar.
ENRIQUETA
El
es leal.
CLARA
No
lo niego,
pero
a mí no me conmueve:
su
alma para mí es de nieve,
y
era para tí de fuego.
ENRIQUETA
Cede,
Ciara, a mi demanda,
ámale.
CLARA
Vana
porfía,
¿no
sabes, hermana mía,
que
el corazón no se manda?
Tú
le quisiste imponer
esta
pesada cadena
a
mi corazón, so pena
de
no volvernos a ver.
El
no verte hubiera sido
para
mí y León la muerte,
los
dos compramos el verte
al
precio que tú has querido.
ENRIQUETA
¡Ah!
Clara, por compasión
no
aumentes mi padecer.
De
hinojos si es menester
le
pediré yo a León
que
te ame, y él te amará.
CLARA
¡Amarme
él! ¿Triste ilusión!
mandará
a su corazón
que
lata, y no latirá.
León
es noble y leal,
y
no es capaz ni un momento
de
ungir un sentimiento
que
no sea natural;
y
siempre que su razón
quiera
ahogar su conciencia,
lo
que es hoy indiferencia
pasará
a ser aversión.
ENRIQUETA
Tal
vez la tristeza, Clara,
tu
propio mal exagera:
él
es bueno.
CLARA
A
Dios pluguiera
que
esta duda me quedara,
pero
ni esta duda abrigo:
pues
él para mas rigor,
me
dijo, tengo un amor,
y
este morirá conmigo.
ENRIQUETA
¡Ah!
CLARA
El
viene, adiós.
ENRIQUETA
¿Te
vas?
CLARA
Sufriría
y sufrirías:
pues
hice lo que querías
no
quieras que sufra más.
(Váse
al pabellón de la izquierda)
ENRIQUETA
¡Qué
funesta ceguedad
perturbó
mi entendimiento;.
huyamos
de él!
ESCENA X
Enriqueta
y León.
(Recitado)
LEON
Un
momento,
Enriqueta,
por piedad.
ENRIQUETA
Ved,
León, que entre los dos...
LEON
Lo
sé; no pongáis reparos
a
un hombre que viene a daros
su
postrer, su eterno adiós.
ENRIQUETA
¡Un
adiós!
LEON
Vuelvo
a la mar
a
ejercer mi profesión.
¿No
veis que esta situación
no
se puede prolongar?
Esa
afección dulce y quieta,
ese
cariño de hermano
os
lo ofrecerla en vano,
yo
no le tengo, Enriqueta.
En
mí no cabe doblez,
os
amo con la pasión
del
alma y del corazón
que
aman por primera vez.
Enriqueta,
a vuestro lado
la
pena me matarla,
porque
yo nunca os vería
sin
pensar en lo pasado.
ENRIQUETA
Si
para uno de los dos
tiene
riesgos lo pasado,
son
para mí que os he amado,
mas
ninguno para vos.
¿Para
qué os lo he de ocultar?
Os
amé porque sufríais,
mas
vos no me conocíais
y
os llegasteis a forjar
una
belleza ideal
con
sus formas y su cara
que
encontrasteis viva en Clara,
todo
eso es muy natural.
Yo
sé que ella es más hermosa
que
yo, y no os guardo encono.
León,
todo os lo perdono
con
tal que la hagáis dichosa.
LEON
¿Perdonarme
vos a mí!
¿De
qué? De que en mi alborozo
y
en la embriaguez del gozo,
cuando
mis ojos abrí
corrí
a arrojarme veloz
a
los pies de Clara, y que
un
momento me obcequé
hasta
que escuché su voz,
y
deshecho ya el encanto
cogí
vuestra mano yerta,
y
debíais de estar muerta
cuando
no os movió mi llanto.
En
fin, no me ha hecho Dios
capaz
de disimular;
solamente
puedo amar
a
una mujer, y sois vos.
ENRIQUETA
León,
no me habléis así;
sí
mi hermana os escuchara...
LEON
¡Tenéis
razón, pobre Clara!
ENRIQUETA
¡Ah,
León! pobre de mí.
ESCENA XI
Dichos,
y Clara saliendo del pabellón.
(Recitado)
CLARA
¡Será
posible. Dios mío! (Aparte)
ENRIQUETA
Perdóname,
hermana mía,
toda
mi vida daría
para
borrar mi extravío.
CLARA
No
es preciso que des tanto.
ENRIQUETA
¿A
trueque de tu perdón
qué
quieres que haga? habla, impón.
CLARA
Que
enjugues tu amargo llanto.
Y
supuesto que el infiel
(Con
cierta intención)
te
enamoró en mí presencia,
te
impongo la penitencia (Vivo)
de
que te cases con él.
ENRIQUETA
¿Qué
dices?
CLARA
Que
restituyo
llena
de satisfacción
A
León, lo de León
y
a mi hermana lo que es suyo.
ENRIQUETA
¿Pero
cómo?
CLARA
¿Cómo?
Así.
(Arroja
a Enriqueta en brazos de León)
LEON
¡Ah,
Clara!
ENRIQUETA
¡Qué
bondadosa!
CLARA
¿Podría
yo ser dichosa
sin
verte dichosa a tí?
ENRIQUETA
¿Y
qué harás tú?
CLARA
Ya
verás
qué
pronto, y qué bien me avio.
ENRIQUETA
Si
esto es un sueño, Dios mío,
que
no despierte jamás.
LEON
Fue
un engaño necesario
que
dispuso el tío acá.
ESCENA XII
Dichos,
Jorge y Negros.
(Recitado)
JORGE
Id
viniendo todos ya
con
las sopimpas.
(Viendo
a Enriqueta y a León abrazados)
¡Canario!
LEON
Sabed...
JORGE
No
quiero saber.
ENRIQUETA
Oíd.
JORGE
No
quiero oír nada,
esa
chanza es muy pesada.
LEON
Os
presento mi mujer.
JORGE
¿Su
qué? (A Clara)
CLARA
Su
mujer y amante.
¿Qué
hay en ello que os asombre?
JORGE
¿Pero
cuántas tiene este hombre!
CLARA
Una.
JORGE
¿Y
vos?
CLARA
Quedé
cesante.
JORGE
¿No
es cosa que da hidrofobia
todo
lo que a mí me pasa?
hasta
un hombre se descasa
para
quitarme la novia.
CLARA
¡Si
no se llegó a casar!
JORGE
Entonces
soy un camueso.
CLARA
Fue
una chanza.
JORGE
¡Ah!...
y por eso
me
mandaban a pescar.
CLARA
Por
eso.
JORGE
Y
yo no caí,
¡si
soy lo mas inocente!...
CLARA
Por
eso precisamente,
os
quiero yo para mí.
JORGE
¿Para
vos? No puede ser.
Desde
aquí a la iglesia, al cebo
va
a acudir alguno nuevo
que
me deje sin mujer.
CLARA
No
temáis, vamos al punto.
JORGE
Pues
si me arman mas querella,
Clara,
yo no salgo de ella,
sino
marido o difunto.
CLARA
A
ser vuestra estoy dispuesta,
en
santo y eterno lazo.
JORGE
Entonces
lomad mi brazo
y
que principie la fiesta.
(Algunas
parejas de negros bailan el cocuyé, mientras otros les acompañan con la sopimpa)
CORO
Ay
qué guto, qué plasé,
qué
cosa rica,
ve
baila e cocuyé
con
la sopimpa.
Maduro
ya tabaco etá,
veguero
quiero yo fumá,
candela
tus ojiyo dá.
Hate
ayá, Panchita,
que
me quemo ya;
no
yeve la neguita ayá,
aseca
la neguita acá,
no
yeve la neguita aya,
que
neguito gosa
de
la vé baila.
El
besa tu lindo pie
tanjuguetone
me
sabría a mí mejó
que
lo momone.
Maduro
ya tabaco, etc.
FIN DE LA ZARZUELA
Información
obtenida en:
https://archive.org/details/elrelmpagozarzue00barb
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