Somatén (Libreto)



SOMATEN



Zarzuela en un acto y en verso.

Libreto de Sinesio Delgado.

Música de Manuel Fernández Caballero.

Representada por primera vez en el teatro Felipe el día 12 de Agosto de 1880.


REPARTO (Estreno)

Rosa - Srta. Pastor.

Andrea - Sra. Guerra.

Una vecina  - Sra. Rubio.

El alcalde - José Mesejo.

Bartolo - Emilio Mesejo.

Antonio - Sr. Manini.

Nicolás - Sr. Castro.

El Tío Pablo - Sr. Arance.

Mozos, mozas y vecinos

La acción en un pueblo de Castilla. Epoca actual (La del estreno)


ACTO UNICO

El escenario está dividido. La mitad derecha del actor representa una cocina con chimenea de campana; un sillón grande de cuero, sillas, una mesa y sobre ella un velón. En el foro una puerta que da a un pasillo. En el tabique divisorio, una ventana con reja. La mitad izquierda representa una calle formada por el tabique divisorio y una fachada enfrente con puerta y ventanas. Foro de calle. En la fachada derecha hay una puerta que comunica en el pasillo que conduce a la cocina. Es de noche.


ESCENA PRIMERA

En la cocina, El Alcalde leyendo La Iberia a la luz del velón y Rosa a la ventana. En la calle, Andrea a la puerta de la derecha y una Vecina a la de la izquierda. Coro de mozos y mozas.

(Música)

MOZOS
¿Vamos a bailar,
morenita de mis ojos?
¿Vamos a bailar,
lucerito del lugar?

MOZAS
Vamos a bailar
si te empeñas en que baile,
vamos a bailar
y te tengo de cansar.

(Empieza el baile)

TODOS
Anda, muchacha,
guarda el compás;
dos hacia alante,
dos hacia atrás.
No te separes
de cómo estás;
cuanto más cerca
me gusta más.

ROSA
Todo el mundo se entretiene,
todo el mundo baila ya,
¡y ese zángano no viene!
¿dónde diablos estará?
Yo me aburro a la ventana
y estoy loca por salir,
pero no le da la gana (Por El Alcalde)
que me vaya a divertir.

CORO
¡Ay qué pareja
me toca a mí!
¡Como la mía
no hay otra aquí!
Anda, salero,
guarda el compás;
dos hacia alante,
dos hacia atrás.

(Hablado)

ALCALDE
Esa gente no se cansa
y abusa de sus derechos
de reunión. Oye, Rosa,
di que se vayan al cuerno.

ROSA
Oís, que dice mi padre
que basta de bailoteo. (Al coro)

UN MOZO
Di que nos deje otra miaja.

ALCALDE
No hay miajas.

ROSA
No hay miajas.

UN MOZO
Güeno,
pus andando.

(Empieza d desfilar el coro. Varias vecinas quedan en segundo término formando grupos)

Güeñas noches. (A Andrea)

ROSA
(No ha venido ese zopenco)

(Cierra la ventana y se sienta junto a su padre a leer en un tomo voluminoso)


ESCENA II

El Alcalde y Rosa en la cocina. Andrea y Una Vecina en la calle.

VECINA
¿Ha visto usté, seña Andrea
qué noche?

ANDREA
Sí; ya la veo. (Se reúnen)
¿Y el hombre?

VECINA
Ya hace dos horas
que está echando el primer sueño.
Ese no entiende de gaitas
ni de junciones.

ANDREA
Bien hecho.

VECINA
¿Y el señor alcalde?

ANDREA
Pues
me parece que está dentro
a vueltas con el periódico.

VECINA
¡Jesús! ¡Siempre está leendo!
¡Claro! ¡No ha de ser el hombre
más destruido del pueblo!

ANDREA
A estas horas, me parece
que sabe más que el Gobierno.

VECINA
¿Sólo a estas horas?

ANDREA
No; digo
que después de tanto tiempo...

VECINA
¡Ah, ya! Y el papel ¿qué ice
de los ladrones?

ANDREA
Que andemos
con mucho ojo. Antes de ayer
robaron en Valdeciervos
las alhajas de la iglesia.
¡Ya ve usté!

VECINA
Yo sé de cierto
que en el camino del monte
han cogido a unos arrieros
y los han dejao a todos
sin camisa.

ANDREA
Pues el médico
fue de caza el otro día
y los vio pasar corriendo
junto a la dehesa, y ha dicho
que eran catorce, lo menos,
todos con armas.

VECINA
Jesús! (Siguen en voz baja)

ROSA
Diga usté, padre, todo esto
¿lo sacan de la cabeza
los que escriben?

ALCALDE
¡Ya lo creo!

ROSA
¡Sacan hasta la política,
que es cosa más gordal!

ALCALDE
Bueno;
lo pregunto porque aquí
dice que hay un caballero
que quiere mucho a una dama
y que se le opone el suegro,
y entra un día en el palacio
disfrazado de paleto
y da una estocada al padre.

ALCALDE
¡Qué animal!

ROSA
Y escapa luego
con la dama, y en un bosque
la pide un beso... ¡Y es cuento
inverosímil!

ALCALDE
Sí, es raro...
(Que no la pida más que eso). (Sigue leyendo)


ANDREA
Vaya, pues que usté descanse.

VECINA
Lo mismo digo, y de aquello...
no se olvide usté de hablar
al señor alcalde.

ANDREA
¡Bueno
estaría!

VECINA
¡Qué es muy grave!

ANDREA
¡Vaya! ¡Pues si tengo un miedo!

(La Vecina se va y cierra la puerta. Andrea invita a pasar a las vecinas que forman los grupos. En seguida se las ve cruzar por la puerta foro de la cocina)

ALCALDE
¡Gracias a Dios! (Dejando de leer)

ROSA
¿Qué? ¿Qué es eso?

ALCALDE
Nuestro diputado acaba
de hablar.

ROSA
Pues cómo, ¿no hablaba?

ALCALDE
Sí; pero no en el Congreso.
Escucha. {Leyendo) «Este Gabinete
no lucha porque está muerto.
El señor Zoquete: ¡Cierto!

UNA VOZ
¡Calle Zoquete!»

ALCALDE
¿Lo ves? ¿No está claro?

ROSA
Sí;
pero acaso no será,
porque en el Congreso habrá
más Zoquetes que el de aquí.


ESCENA III

Rosa, Andrea y El Alcalde; Antonio por la calle.

ANTONIO
Esta noche es necesario
que salgamos del apuro.

(Llama a la puerta de la derecha)

ROSA
Llaman.

ALCALDE
Será, de seguro,
el hijo del boticario.

ANTONIO
Veremos. (Vuelve a llamar)

ANDREA
(Dentro) ¿Quién?

ANTONIO
Servidor.

(Durante los tres versos siguientes, Andrea cruza el pasillo, abre la puerta de la calle y entra con Antonio en la cocina)

ALCALDE
Esta noche se retrasa.

ROSA
¿Por qué no se queda en casa?

ALCALDE
Porque estará aquí mejor.

ANTONIO
Buenas noches, don José;
muy buenas noches, Rosita.
(Tú cada vez más bonita)
¿Cómo vamos?

ALCALDE
Bien, ¿y usté?

ANTONIO
Bien, muchas gracias. (Se sientan los dos)

ALCALDE
¿Qué tal
el baile?

ANTONIO
No me he enterado.

ANDREA
¿No ves que está acostumbrado
a los de la capital?

ALCALDE
¡Aquello será canela!

ANTONIO
Eso dicen.

ANDREA
Será cierto.

ANTONIO
Pero yo no me divierto
allí tampoco.

ALCALDE
(A tu abuela)

ANDREA
Pues las madrileñas son
todas muy bonitas.

ANTONIO
¡Bah!
no todas.

ANDREA
Alguna habrá
que le llame la atención.

ANTONIO
Ninguna; créame usté,
lo siento como lo digo.

ANDREA
(Va por Rosa) (Al Alcalde)

ALCALDE
(Ya lo sé)

ANDREA
(A Rosa) (Escucha, que va contigo)

ANTONIO
Cargaré como cualquiera
con la cruz del matrimonio,
pero al buscar compañera
me está llevando el demonio.
Porque este punto es un punto
de consecuencias fatales,
y yo tengo en el asunto
exigencias especiales.
Las muchachas de Madrid
reciben su educación
fogueándose en la lid
continua de la pasión
y apenas visten de largo,
ó dos ó tres años antes
brotan como por encargo
aduladores y amantes
que las adoran de hinojos
y con constancia insidiosa
las hacen abrir los ojos
cuando no hacen otra cosa.
Y no a todas se las tacha
de grave inmoralidad,
pero no hay una muchacha
inocente de verdad
y tan sencilla y tan pura
como para mí deseo,
sin la menor levadura
de noviazgo ó coqueteo,
que ignore hasta la manera
de demostrar el amor
y que revele en cualquiera
de sus actos el candor.
Como soy raro y adusto
y hay detalles que no paso,
quiero casarme a mi gusto,
porque si no, no me caso.

ALCALDE
Tiene usté mucha razón,
joven, esa es la verdad;
la familia es la nación;
la nación, la sociedad;
y así sucesivamente
hasta...

ANTONIO
Comprendido.

ANDREA
(Rosa,
eso que dice lo siente
por ti)

ROSA
(¡Pues vaya una cosa!)

ALCALDE
De modo que a usté le agrada
una muchacha de aldea,
sencilla, bien educada,
y, en fin, vamos, que no sea
como esas que dice usté.

ANTONIO
Justamente; sí, señor.

ALCALDE
(A Andrea) (¿Qué tal la pullita, eh?)

ANDREA
(¡Una cosa superior!)

ANTONIO
¿Y Rosa no dice nada?
¿Tú qué opinas de esto, Rosa?

ROSA
¿Que qué opino de eso? ¡Nada!

ANDREA
¡La pobre es tan candorosa!
Acostumbrada a vivir
en el pueblo, no ha podido
aprender nada; es decir,
nada malo.

ANTONIO
Comprendido.

ANDREA
Que de todo lo demás,
como bordar y coser
y arreglarse..., sabe más
de lo que debe saber.

ANTONIO
¡Hola!

ANDREA
¡Si tiene una mano
divina!

ANTONIO
¿Sí? No me choca.

ANDREA
Y no ha aprendido el piano,
porque aquí nadie lo toca.
Pues ¿y cantar?

ANTONIO
¿También eso?

ANDREA
¡Una notabilidad!

ANTONIO
No lo sabía, y confieso
que tengo curiosidad
por oírla...

ANDREA
¡Pues si usté
la oyera! ¡Es un ruiseñor!

ANTONIO
(Rogando) Rosa... ¡Por Dios!

ROSA
Si no sé.

ANTONIO
Vamos, hazme ese favor.
Una coplita cualquiera.

ROSA
¿A estas horas?

ANTONIO
¿Qué más da?

ALCALDE
Vamos, anda.

ANDREA
Que te espera.

ROSA
Si se empeñan, allá va.

(Música)

(A poco de empezar la música, la alcaldesa sale y vuelve al cabo de un momento con las vecinas, que escuchan con atención)

Era la pastorcita
buena muchacha,
muy linda, muy graciosa,
muy vivaracha.
Siempre andaba en el monte
sobre las peñas,
con un ramo de flores
entre las greñas.
Los zagalillos y los pastores
a cualquier hora
tienen disputas por los favores
de la pastora.
Pero luchando con su rudeza,
no logran nada,
porque da golpes en la cabeza
con la cayada.
Tan sólo un mancebo
que quiere a la chica
consigue que atienda
si amante suplica,
y un día que al monte
va el mozo de caza,
la encuentra, la sigue,
la coge, la abraza,
la mira, la rinde,
la pinta su amor...
y... ¡chist! ¡chist!
porque ya empiezan los zagalillos
a murmurar,
y las comadres hacen corrillos
en el lugar.
Ya saben todas las lugareñas
lo que sucede,
y que no salta sobre las peñas
porque no puede.

CORO
Tan sólo un mancebo
que quiere a la chica... etc.


ESCENA IV

Dichos; El Tío Pablo sale corriendo por la calle y llama a la puerta de la derecha.

(Hablado)

ALCALDE
Parece que llaman.

ANDREA
¿Quién?

PABLO
Abra usté, señora Andrea.
soy yo.

ANDREA
¿Pablo?

PABLO
Sí, señora.

ANDREA
¿Qué traes?

PABLO
Una comenencia
pa el señor Alcalde.

ALCALDE
Que entre.

ANDREA
Abran ustedes la puerta (Al Coro)
al salir, y hasta mañana.

(Vase el coro y entra en la cocina Pablo)

ALCALDE
¿Qué copla traerá este bestia?

PABLO
Pa servir a ustés.

ALCALDE
¿Qué hay, Pablo?
¿Se ha perdido alguna oveja?

PABLO
Pus ná; que estando esta tarde
con el ganao en la cuesta
del Morro, he visto unos hombres
atravesar la ladera
a tóo correr.

ANDREA
¡Los ladrones!

PABLO
Eso he pensao yo; porque eran
más de veinte.

ANTONIO
¡Muchos son!

PABLO
Pus lo que es una docena
sí que iban, y tóos con armas.

ANDREA
¡Con armas!

PABLO
Con escopetas.

ROSA
¡Ay, padre!

ALCALDE
¿Y dónde se han ido?

PABLO
¡Si no se han ido! Están cerca;
en el tejar del Tío Ganso.

ANDREA
¡Jesús! Esos hombres piensan
robar esta noche aquí.

ALCALDE
¡Chist! Hay que obrar con prudencia.

PABLO
Eso he dicho yo; estos vienen
a dar el golpe.

ALCALDE
Que vengan.

ANDREA
¡No! que no vengan.

ALCALDE
No importa;
la autoridad está alerta;
yo represento al Gobierno,
y el Gobierno nunca deja
que unos cuantos desalmados
ataquen y comprometan
los sagrados intereses
del país. Con esta fecha
en su artículo de fondo
lo dice muy bien La Iberia.

ANDREA
¿Y qué vas a hacer?

ALCALDE
¡Silencio!

ANDREA
¡Por Dios! No te expongas.

ALCALDE
Deja.
Ven tú. (A Pablo) Venga usted también.
(A Antonio)
Salid a cerrar la puerta. (A las mujeres)

(Salen todos de la cocina, y Rosa se lleva el velón y cierra la puerta. En seguida salen a la calle el Alcalde, Antonio y Pablo; el Alcalde llama a la puerta de la izquierda. La escena, a oscuras)

VECINA
(Dentro) ¿Quién llama?

ALCALDE
Di a tu marido
que se levante y que venga
a mi casa.

VECINO
(Dentro) Voy allá.

ALCALDE
¡Ah! Vete con la escopeta.

(Vánse por un lado, y salen por otro Bartolo y algunos mozos con guitarras y cayados)


ESCENA V

Bartolo y Mozos.

BARTOLO
Ma dicho que a la ventana
estará a las nueve y media,
y pué que sean las diez
ú más. ¡Se va a poner güeña
porque no he venío! No,
la ventana no está abierta.
Estará esperando dentro.
Voy a ver. {Llama a la puerta)
Pus no contesta.
¡Anda! dimpués que venimos
andando más de una legua
y estamos en el tejar
esperando a que anochezga,
pa darla una serenata
lo mesmo que a una princesa...
Ya me cargan los tapujos,
¡nada! en la semana que entra
yo se lo digo a su padre
y sea lo que Dios quiera.
¡Chicos, tapar las guitarras!
Ya daremos otra güelta. (Vanse)


ESCENA VI

Coro de Vecinas; Andrea poco después.

(Música)

CORO
Yo no sé qué ocurre,
yo no sé qué pasa,
que el señor Alcalde
va de casa en casa.
Una cosa grave
debe de pasar,
pero la alcaldesa
nos puede enterar.

(Llaman a la puerta derecha)

ANDREA
(Saliendo) Hola, vecinas;
muy buenas noches.

CORO
Tenemos mucha
curiosidad
de que nos diga
por qué a estas horas
anda rondando
la autoridad.

ANDREA
Mi marido ha recibido
esta noche una noticia
de un buen hombre que ha venido
á avisar a la justicia,
porque dice que hay ladrones
escondidos por ahí,
y que acaso los bribones
pensarán robar aquí.

CORO
¿Conque ladrones?
¡Jésús! ¡María!
¡Quién lo pensara!
¡Quién lo diría!
¿Pero qué diablos
van a robar,
siendo tan pobre
todo el lugar?

ANDREA
Dice que son lo menos veinte.

CORO
¡Qué atrocidad!

ANDREA
Y que dividen a la gente
por la mitad.

CORO
¡Qué atrocidad!

ANDREA
Que no respetan a las chicas.

CORO
Pues menos mal.

ANDREA
Y que a las pobres y a las ricas
tratan igual.

CORO
Pues menos mal.

ANDREA
Ya estáis enteradas
de lo que sucede;
habrá que matarlos
si acaso se puede.
¡Qué acaben con esa
canalla cruel
que viene a quitarnos
la bolsa y la piel!

CORO
Dejé en mi casa
la puerta abierta;
voy, que la puerta
debo trancar;
con las noticias
me ha entrado un miedo
que ya no puedo
ni respirar.
Yo no sé, yo no sé
si correr ó gritar
ó será lo mejor
esconderse y callar.
Que aunque el miedo es atroz
tengo curiosidad
de, si vienen, saber
lo que conmigo harán.
Marchemos a casa
y ocultas allí,
tan sólo si llaman
saldremos a abrir.

(Vase el Coro. Andrea entra en su casa)


ESCENA VII

Se abre la puerta de la izquierda y aparecen en ella Nicolás y una Vecina disputando. El primero con una escopeta.

VECINA
Ven acá, que tú no sales.

NICOLAS
¿No he de salir? ¡Calla y cierra!

VECINA
¡Eso! a que te den un tiro.
¡No me da la gana!

NICOLAS
Suelta.

VECINA
Que se vayan los solteros
que no tien familia.

NICOLAS
¡Ea!
¿Conque me llama el Alcalde
y no voy a dir?

VECINA
Pus deja
la escopeta aquí.

NICOLAS
No quiero.

VECINA
¡Pus no vas con la escopeta!

NICOLAS
¡Qué te doy un puñetazo
que te hago saltar las muelas!

VECINA
¡Bruto!

NICOLAS
(La da un empellón, cierra la puerta y queda solo en la calle)
¡Pus bueno estaría
que un hombre que tiene fuerzas,
que es un hombre, y ha servío
al Rey, y ha estao en la guerra,
quedara como un cobarde
porque su mujer se empeña!

(Aparecen El Alcalde, El Tío Pablo, Antonio y coro de vecinos, con escopetas, trabucos, pistolas, etc.)


ESCENA VIII

Nicolás, El Alcalde, Antonio, El Tío Pablo y coro de vecinos. Luego Rosa.

ALCALDE
(A Nicolás) Hola, ¿estás aquí? Me alegro.
¿La traes? (Por la escopeta)

NICOLAS
Sí señor, ¡y güeña!

ALCALDE
¡Mucho silencio! No hay golpes
de mano sin la prudencia.
Adelante.

(Entran todos en la casa. En seguida salen a la cocina y delante Rosa con el velón)

Ya reunidos,
ahora que nadie se entera,
os diré lo que sucede.
¡Hay ladrones en las cercas!
El Tío Pablo los ha visto
y son más de una docena.

PABLO
Verdá.

ALCALDE
Señores: La patria
está, como veis, expuesta
a ser convertida en ruinas
por esas turbas hambrientas,
perturbadoras del orden,
escoria social, que lleva
marcado con sangre humana
el terror en la bandera.

PABLO
No, si bandera no tienen.

ALCALDE
Es un decir, y dispensa.
¡Hay que defender al pueblo!

(Movimiento de entusiasmo en el coro)

¡Así me gusta! Por esa
razón y por otras muchas,
para ayudarme en la empresa
he buscado por el pueblo
a los valientes de veras...
¡a vosotros!

TODOS
Muchas gracias.

ALCALDE
No hay de qué darlas. Conque ¡ea!
¡vamos, hijos de la patria!
como diría La Iberia.

ANTONIO
¡Si La Iberia no lo ha dicho!

ALCALDE
¡Pues lo dirá cuando quiera!

(Música)

ALCALDE
En el tejar del Ganso
están esos bandidos,
y a costa de la vida
cogerlos es preciso.
Porque si está en sus manos
la honra nacional,
los buenos ciudadanos
la muerte buscarán.

CORO
En el tejar del Ganso, etc.

ALCALDE
Vamos despacio,
no hay que temer;
yo la batalla
dirigiré.

CORO
Vamos despacio,
no hay que temblar,
que nos lo manda
la autoridad.

ALCALDE
Como Espartero allá en Luchana
y como O' Donnell allá en Tetuán,
aquí nosotros conseguiremos
una victoria fenomenal.

CORO
Como Espartero, etc.

ALCALDE
A la lid
sin tardar;
a morir
ó a triunfar.

CORO
A la lid, etc.

ALCALDE
Mucha prudencia,
mucho valor.

(Han ido saliendo todos, menos Rosa y Antonio. Al llegar al final de la calle suena un tiro; todos vuelven asustados al proscenio)

¡Socorro, vecinos!
¡Auxilio, favor!
Yo tiemblo, yo sudo;
un tiro ha sonao,
¡aquí los ladrones
están apostaos!

(Hablado, con música en la orquesta)

NICOLAS
¡Si yo creo que es el tiro
que se me ha escapao a mil

ALCALDE
¡Hombre! ¿Y a quién se le ocurre
traer cargado el fusil?

(Música)

ALCALDE
Vamos, señores,
no ha sido nada,
seamos fuertes
en la batalla.
Vamos andando
para el tejar
y cuidadito
con disparar.

CORO
Vamos despacio
con precaución,
no tropecemos
con un ladrón.
Mucho cuidado
con disparar,
y vamos todos
hacia el tejar. (Vanse foro calle)


ESCENA IX

Rosa y Antonio en la cocina.

ANTONIO
Ya se han ido. Escucha, Rosa,
ya que nos deja solitos
la casualidad dichosa,
voy a decirte una cosa
que no he de decir a gritos.

ROSA
Será un pecado.

ANTONIO
No tal.

ROSA
Como hay que decirlo así...

ANTONIO
Pero no hay en ello mal.
Es cosa trascendental
sólo de ti para mí.
Fíjate, por si te agrada,
en lo que vaya diciendo.
¿Tú no estás enamorada
de alguno?

ROSA
No entiendo nada.

ANTONIO
¿De mí?

ROSA
Tampoco lo entiendo.

ANTONIO
Pues haz un esfuerzo. A ver. (Pausa)
El callar es consentir.
¿Tú me podías querer
un poco?

ROSA
No sé qué hacer.

ANTONIO
¿Mucho?

ROSA
No sé qué decir.

ANTONIO
Pues señor, con esta broma
no adelantamos un paso
y no llegamos a Roma.

ROSA
Pues déjalo.

ANTONIO
¡Toma, toma!
si lo dejo no me caso.

ROSA
¡Ah! ¿pero es eso?

ANTONIO
Cabal.

ROSA
Pues no importa.

ANTONIO
¡Si es empeño!
(Me trata bastante mal;
¡pero es tan excepcional
este candor lugareño!)
Mira; yo he venido aquí
pensando desde la corte
sólo en declararme a ti,
porque tú eres para mí...

ROSA
¿Qué soy?

ANTONIO
La estrella del Norte.
Yo acabaré la carrera
en Setiembre.

ROSA
Ya lo sé

ANTONIO
Me hace falta compañera
para después, y quisiera
que lo fueras tú.

ROSA
¿Por qué? (Pausa)

ANTONIO
Vamos, mírame.

ROSA
¿Es a mí?

ANTONIO
Sí; que gozo cuando miras
con casto rubor. ¡Así!
chica, desde que te vi
te quiero. ¡Cómo! ¿Suspiras?

ROSA
¿Yo?

ANTONIO
¿Por qué lo has de callar?
Anda, no te dé cuidado
ni te importe el confesar
que me puedes adorar
el día menos pensado.
Si te ofendo, me retiro.
¿En qué quedamos, tesoro?

ROSA
En que ni callo, ni miro,
ni me ofendo, ni suspiro,
ni me importa, ni te adoro.

ANTONIO
¡Por Dios, Rosa!

ROSA
¿Cómo es eso?

ANTONIO
¡Ay qué mano tan hermosa!
¡Déjame dártela un beso!

ROSA
¡A otro can con ese hueso!
¡Bribón!

ANTONIO
¡Espérate!

ROSA
Quita. (Le rechaza, y vase rápidamente cerrando la puerta)


ESCENA X

Antonio, luego Bartolo y los Mozos.

ANTONIO
¡Qué cerril es! ¡Pobrecilla!
Por eso mismo me encanta.
Esta inocencia salvaje,
¡esta! es lo que yo buscaba.

BARTOLO
Ea, muchachos, ya es hora.
Ir templando las guitarras
y venga música, aquí
cerquita de la ventana.

(Música)

BARTOLO
Tienes una cara, niña,
como las rosas de Mayo;
¡quién fuera el aire del huerto
para besarte en los labios!
Tengo yo una rosa,
que me da dolor,
con las espinitas
en el corazón.

MOZOS
Abre la ventana,
morena graciosa,
abre la ventana,
te diré una cosa.
Y para que nadie
se llegue a enterar
cuando te la diga
vuélvela a cerrar.

BARTOLO
Dicen que no hay unos ojos
que derritan cuando miren;
¡anda y enseña los tuyos
verás cómo no lo dicen!
Tengo yo una rosa
que me da dolor,
con las espinitas
en el corazón.

MOZOS
Mírame un poquito
rosita temprana,
mírame un poquito
desde la ventana,
y para que nadie
se pueda enterar
en cuanto me mires
vuélvela a cerrar.

(Hablado)

(Mientras Antonio dice lo siguiente, Bartolo habla bajo con los otros, que se colocan como en acecho, y llama a la ventana)

ANTONIO
Mucho Rosean. ¿Será
por ella la serenata?
¡Tendría que ver!


ESCENA XI

Dichos, Rosa sale por la puerta del foro, y examinando antes la habitación, se va acercando d la ventana que abre a su tiempo; Antonio al verla aparecer se oculta
rápidamente tras el sillón.

ANTONIO
(¡Demonio!
¡La chiquilla es una alhaja!)

BARTOLO
No responde.

ROSA
Se ha dormido
mi madre, y no ha oído nada.

BARTOLO
Rosa.

ROSA
¿Quién es?

BARTOLO
¡Tu Bartolo!

ANTONIO
(¿Qué? ¡Su Bartolo! ¡Caramba!
La cosa tiene más miga
de la que yo me esperaba)

BARTOLO
¿Abres ó no?

ROSA
¡Que ya voy!

ANTONIO
(Veremos en lo que para)

(Rosa abre la ventana)

BARTOLO
Gracias a Dios.

ROSA
¡Ya era hora!

BARTOLO
A icirte cuatro palabras
como siempre.

ANTONIO
(¡Como siempre!
¡Ya es costumbre, Virgen Santa!)

BARTOLO
Y a que güelvas a icirme
que me quieres con toa el alma.
Anda, dímelo, pichona,
como otras veces.

ANTONIO
(¡Ya escampa!)

ROSA
No quiero.

BARTOLO
¿Por qué no quieres?

ROSA
Porque siempre te retrasas.

BARTOLO
¡Eso! haste tú la ofendida
endimpués de que me faltas.
¡No lo niegues! Me dijistes
que a las nueve y media estabas
en la ventana, y aluego
no estuvistes.

ANTONIO
(¡Y le llama!)

BARTOLO
¡Claro! ¡Como viene hacerte
la tertulia ese fantasma
de estudiante de Madrí
que así reviente mañana!

ANTONIO
(¡Bien, por haberme metido
en camisa de once varas!)

BARTOLO
Oye, ¿está en casa tu padre?

ROSA
No.

BARTOLO
¿Y tu madre?

ROSA
En la otra sala
dormida.
Abreme la puerta,
¡Jesús, María!
¿Te extrañas
y haces remilgos, dimpués
que me la has abierto tantas
veces?
(¡La virtud salvaje!
¡Mala centella la parta!)
Pero, ¿y si mi padre viene?
Ya están aquellos de guardia;
dejamos la puerta abierta,
y si es caso...
Bueno, anda.

(Rosa da la vuelta por el pasillo, abre la puerta de la calle y entra Bartolo en la cocina)

(Bonito papel me espera;
¡me marcho a Madrid mañana!)

(Música)

BARTOLO
Aquí me tienes.

ROSA
Aquí te espero.

BARTOLO
Para decirte
cuánto te quiero.

ROSA
¿Eso es de veras?

BARTOLO
¡Vaya que sí!

ROSA
¡Ay, Bartolillo!
también yo a ti.

BARTOLO
Quiéreme siempre sólo a mí.

ROSA
Nadie te quiere más que yo.

BARTOLO
Yo no podré vivir sin ti.

ROSA
Yo me voy a morir si no.
Cada vez que me confieso
me regaña el confesor,
pero no hago caso de eso,
y el querer sabe mejor.
En Bartolo pienso solo
sin poderlo remediar,
porque vale más Bartolo
que los mozos del lugar.

BARTOLO
En el campo y en la villa
y con frío y con calor,
sólo pienso en mi chiquilla,
que es de todas la mejor.
Ningún mozo de provecho
me ganaba antes a arar,
y hoy no saco ya derecho
ningún surco regular.

ROSA
¡Quiéreme mucho!

BARTOLO
Toda la vida.

ROSA
¡Nunca me olvides!

BARTOLO
¡Quítate allá!

ROSA
¡Bartolo mío!

BARTOLO
¡Rosa querida,
dame un abrazo!

ROSA
Tómale ya.

LOS DOS
¡Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay,
ay qué dulce es sentir este amor!
en la vida podré yo olvidar
estos saltos que da el corazón...
¡Cómo salta el pillín,
ti qui tic, ti qui tic,
cómo brinca el bribón,
ti qui toc, ti qui toc!

(Hablado)

ANTONIO
(Saliendo del escondite) ¡Muy bien!

BARTOLO
¡Cómo! el señorito,
¿qué hacía usted aquí?

ANTONIO
Pues nada,
enterarme.

BARTOLO
Güeno, ¿y qué?

ANTONIO
Que con lo visto me basta.

ROSA
(¡Ay! que ya lo sabe todo)

BARTOLO
Me alegro; tenía ganas
de echarle la mano encima
pa pegarle unas morradas.

ANTONIO
Lo veremos, mameluco.

BARTOLO
Lo verás tú. (Van a pegarse)

ROSA
¡Ay, que se matan!

MOZO 1º
Ese se pega allá drento,
(Asomándose a la ventana)
¿entramos, ú qué?

MOZO 2º
¡Pus vaya!

(Andrea sale precipitadamente por el foro de la cocina. Los mozos van entrando con precaución por la puerta de la derecha. Al mismo tiempo aparecen en el foro de la calle El Alcalde, El Tío Pablo, vecinas y vecinos)


ESCENA ULTIMA

Todos.

(Música)

VECINAS
Aquí, que son ellos.

ANDREA
¿Qué es esto, qué pasa?

ALCALDE
¡Están los ladrones
entrando en mi casal

VECINOS
La cosa es muy grave;
no debo avanzar,
si tienen trabucos
nos van a matar.

BARTOLO
(A la ventana)
¡Qué viene gente armada
y aquí nos va a coger!

(Los mozos se esconden cada uno donde puede. Bartolo cierra la ventana de golpe. Mucho miedo en los de dentro y en los de fuera)

VECINOS
¡Que empiezan las descargas,
echemos a correr!

(El Alcalde los detiene)

ALCALDE
¡Espíritus flojos,
tened dignidad!
No estáis educados
en la libertad.

ANDREA
¿A qué viene esta gente,
dímelo, Rosa,
tú que estás tan tranquila,
tan animosa?

ROSA
Bartolillo es mi novio
desde hace un año,
y no creo que tenga
nada de extraño.
Como peca de tonto,
se mete en casa,
pero como me quiere
no se propasa.

BARTOLO
A lo tonto me meto
sin hacer caso,
pero como la quiero
no me propaso.

MOZOS
En buen atolladero
nos ha metido,
el que salga a la calle
ya está perdido.

VECINOS
Como tienen trabucos
esos malditos,
cuando entremos en casa
nos dejan fritos.

ANDREA
A qué viene esta gente... etc.

ROSA
Bartolillo es mi novio... etc.

BARTOLO
A lo tonto me meto... etc.

MOZOS
En buen atolladero... etc.

VECINOS
Como tienen trabucos... etc.

(Hablado)

ANDREA
¡Fuera de aquí todo el mundo!

BARTOLO
¡Si es que afuera nos aguardan
pa fusilarnos!

ANDREA
¡Mejor!
¿A vosotros quién os manda
entrar?

BARTOLO
Ya lo ha dicho Rosa,
porque yo la quiero.

ANDREA
¡Calla!

ALCALDE
¡Adentro!

PABLO
Señor Alcalde,
intenciones no nos faltan,
pero, ¿y si aluego?...

ALCALDE
¡Cobardes!

PABLO
Vaya usté delante.

ALCALDE
¡Gracias!
¿No ves que si muere el jefe,
se ha perdido la batalla?

ANDREA
|Que salgáis!

BARTOLO
Que no salimos.

ALCALDE
¡Qué entréis!

PABLO
Que no entramos, vaya.

ALCALDE
Bueno; pues quietos aquí,
apuntando hacia la casa,
y al primero que se asome,
¡pum! le hacéis una descarga.

ANTONIO
No apurarse; yo saldré
a decirles lo que pasa.

ANDREA
¡Por Dios, Antonio!

ANTONIO
No hay miedo,
esta noche no me matan.

(Antonio sale a la calle. Los de la cocina aplican el oído, como esperando la descarga. Los de fuera, al verle aparecer en la puerta, huyen)

PABLO
¡Que salen!

ANTONIO
Soy yo, señores,
no hay que asustarse.

ALCALDE
No es nada.
¿Cómo se ha escapado usted?

ANTONIO
¡No me he escapado!

ALCALDE
¿Qué pasa?
¿Han matado a mi mujer?

ANTONIO
¡Qué la han de matar!

ALCALDE
¡Canallas!

ANTONIO
¡Si no son ladrones!

ALCALDE
¡Cómo!

ANTONIO
Como que tienen guitarras
por armas, son unos cuantos
mozos de Villamojada,
que han venido con Bartolo
a rondar a la muchacha.

ALCALDE
¡Bartolo!

ANTONIO
Su novio.

ALCALDE
¡Pillo!

ANTONIO
¡Toma! Como que entra en casa.

(Los vecinos se ríen. El Alcalde entra en la cocina y detrás de él todos los demás)

PABLO
¡Se la pegan al Alcalde!

ALCALDE
¡Infame, traidora, ingrata!
Voy a matar a los dos.

ROSA
¡Padre!

ALCALDE
¡Sólo me faltaba
que te hicieras la gazmoña
y me vinieras con lágrimas!

ROSA
¡Si él me quiere!

BARTOLO
¡Más que Dios!

ROSA
Y como soy libre...

ALCALDE
¡Calla!

ANTONIO
(¡La pobre es tan candorosa!...) (A Andrea)

ANDREA
¡No me hable usté una palabra!

ALCALDE
Este asunto, con tu padre (A Bartolo)
lo arreglaré yo mañana.
¡A su casa todo el mundo
y el que se ría la paga!

(Música)

CORO
¡Señor Alcalde,
resignación!

ALCALDE
(¡Cuánta ignominia
cuánto baldón!)
¡Y para ver mi deshonor,
he reunido el Somatén!

(Al público)

Dadme un aplauso, por favor,
y de ese modo quedo bien.

CORO
¡Y para ver su deshonor,
ha reunido el Somatén!
Dad un aplauso, por favor,
y así quedamos todos bien.



FIN


Información obtenida en:
https://archive.org/details/somatnzarzuelaen1399caba

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