Los Carboneros (Libreto)



LOS CARBONEROS



Zarzuela en un acto y en prosa.

Letra de Mariano Pina.

Música de Francisco Asenjo Barbieri.

Representada por primera vez en Madrid, en el Teatro de la Comedia el 21 de Diciembre de 1877.


REPARTO (Estreno)

Simona - Srta. Ballesteros.

Torcuata - Sra. Valverde.

Onofre - Sr. Zamacois.

Elías - Sr. Jover.

Saturio - Sr. Viñas.

La acción en Madrid. —Epoca actual (La del estreno)


ACTO UNICO

Recibimiento de un Juzgado municipal. Puerta al fondo y a la derecha. A la izquierda, en primer término, chimenea encendida, y en segundo, halcón. Al lado de la chimenea algunos troncos de leña y banquetas. A la derecha, mesa escritorio con tintero y papeles, un sombrero de copa y un paraguas. Al lado de la mesa, un sillón y un cesto para papeles inútiles, billas, etc. En la pared del fondo edictos del juzgado. Entiéndale por izquierda y derecha la del actor.


ESCENA PRIMERA

Elías.

Aparece sentado en el sillón, y saca del cajón de la mesa una botella con vino, un vaso, pan, cuchillo y plato con viandas, y come sin hablar, hasta pasados algunos momentos

ELIAS
Habrá quien crea que los dependientes de un Juzgado municipal almuerzan cuando tienen gana. Pues no señor; almuerzan cuan do tienen tiempo. Hoy, por ejemplo, le ha dado al secretario por adelantar el trabajo para marcharse más temprana y almuerzo a las tres de la tarde. Este es el mundo, mientras el secretario se pasea, el escribiente está aquí sujeto, y tiene que terminarlos estados de nacimientos y defunciones de la pasada semana, después de haber llevado una mañana de prueba. Tres juicios de conciliación, cinco de' faltas, cuatro verbales... y mucho dure, como dijo el otro, y lluevan sobre la humanidad bofetones y trampas, para que la pluma corra en estas oficinas, y las costas den para el mendrugo.

ONOFRE
(Dentro, gritando) Eso quiero yo, que lo decida la justicia.

SIMONA
(Idem) Usté me ha faltado.

ONOFRE
(Idem) Porque no sufro ancas de naide.

SIMONA
(Idem) ¡Gallego!

ONOFRE
(Idem) ¡Escandalosa!

ELIAS
(Guardando en el cajón el plato y demás que sacó de él) ¿Qué trifulca es esa?... ¡A que no me dejan almorzar hoy!... (Se levanta)


ESCENA II

Dicho, Simona y Onofre. Ambos ennegrecidos por el polvo del carbón.

(Música)

ONOFRE
Señor juez, han ofendido
mi decoro y dignidad.

SIMONA
Señor juez, me han ultrajado
con la más atroz ruindad.

ONOFRE
¡Motejarme en mi cara
de gandul y bribón,
cuando tengo más genio
que en la mar Barceló!
¡Vaya un rediós!
Aunque el mundo se empeñara,
no hay arreglo entre los dos.

SIMONA
No lo habrá, no señor.

ELIAS
Basta por Dios,
y sepamos sin ambages,
lo ocurrido entre los dos.

SIMONA
Yo lo diré.

ONOFRE
Yo lo diré,
mas conviene que le explique
con el nene que habla usté.
Aunque me cubre burdo traje
y me motejan de gandul
soy en mi pueblo un personaje,
y arde en mis venas sangre azul.
Fui mejorado en quinto y tercio
por mi mamá, que en gloria esté,
pero me dio por el comercio,
y al del carbón me dediqué.
Vendo con gran fama
leñas de nogal
cisco de retama,
pino y carrascal.
Y si me jaleo,
soy para el amor
un chisporroteo
de carbón de cok.
Vine a Madrid con almadreñas,
media anguarina y calañés,
y comencé llevando leñas
desde el Hospicio a Lavapiés.
Pero a granel gané el dinero
por laborioso y truchimán,
y ahora me luzco cuando quiero
con mi chistera y mi gabán.
Vendo con gran fama, etc.

(Hablado)

SIMONA
Todo eso es música de organillo. A lo que venimos aquí es a que dicte usté la sentencia, señor juez.

ONOFRE
Sí señor, que la dicte.

ELIAS
En primer lugar, debo decirles a ustedes que yo no soy el juez.

ONOFRE
Lo mesmo da.

ELIAS
Y en segundo, que no he comprendido todavía de lo que se trata.

SIMONA
Pues es muy sencillo.

ONOFRE
Bien claro lo he dicho.

(A la vez Simona y Onofre)

SIMONA
Ese carbonero galopín, que no me puede tragar, por lo que yo sé, ha tenido el atrevimiento de levantarme la mano, y pido que vaya a la cárcel.

ONOFRE
Esa carbonera desvergonzada, que me tiene entre ojos, por lo que no ignoro, ha tenido la  desfachatez de insultarme en público, y pido que vaya a la galera.

ELIAS
¡Eh!... basta. Que hable uno solo, ó salen los dos a empellones por esa puerta.

SIMONA
Bien, yo hablaré.

ONOFRE
Hablaré yo, que soy el ofendido.

ELIAS
En la duda de a quién le corresponde, debe tener la preferencia el bello sexo.

ONOFRE
Entonces me toca a mí.

ELIAS
(¡Habrá cernícalo!) Lo que a usted le toca es callar por ahora...

SIMONA
¡Ajá! .

ELIAS
Y retirarse a este lado, (Retirándolo) hasta que yo le conceda la palabra, (lo sienta en una silla)

ONOFRE
¿Pero no me ha dicho usté?...

ELIAS
He dicho que hable ella la primera.

SIMONA
(Aparte a Onofre) (Trague usté quina)

ONOFRE
(Idem a Simona) ¡Mamarracho!

ELIAS
Empiece usted, pero sin faltar en un ápice a la verdad.

SIMONA
Corriente. Yo soy carbonera.

ELIAS
Pruébelo usted. (Mirándola) Bien, adelante; lo considero probable.

SIMONA
Hace quince días que puse establecimiento en el número nueve de la calle del Bonetillo, frente por frente del despacho del Burrancho, que es ese hombre.

ONOFRE
(Levantándose) Oiga usté, yo tengo mi nombre propio; me llamo Onofre Fogones.

SIMONA
Eso lo dirá la fe de bautismo; pero no la gente.

ONOFRE
Lo dice el que tiene vergüenza.

ELIAS
¡Empezamos otra vez!... Señor de Burrancho... ó de Fogones, ¿tiene usted la bondad de no interrumpirnos? (Lo retira)

ONOFRE
Pues que no se valga de motes.

ELIAS
Prosiga usted.

SIMONA
Dende que abrí la tienda, se agolparon a mí todos los criados del vecindario, porque como soy más amable...

ONOFRE
¡Ejém!... ahí le duele.

SIMONA
Pero con honra, ¿está usté? y porque mi carbón es mejor que el de enfrente.

ONOFRE
(Levantándose,) Poco a poco; de mí diga usté lo que quiera; pero no me toque al género.

SIMONA
En una arroba de quince libras, da seis de tierra, cuatro de piedras y las demás de chopo.

ONOFRE
Que se escriban esas palabras.

ELIAS
¡Por los santos apóstoles! cállese usted.

SIMONA
Y hoy, cegado por la envidia, ha llegado hasta mi mostrador, y después de insultarme, me ha pegado una bofetada.

ONOFRE
Falso.

SIMONA
¡Se atreve a negarlo!

ONOFRE
No fue bofetada, fue un cachete.

ELIAS
(A Simona) ¿En qué quedamos? ¿Fue bofetada ó cachete?

SIMONA
(Después de dudar un momento) No tuve tiempo para distinguirlo; pero aquí debo tener el Cardenal. (Señalando una mejilla)

ELIAS
(Mirándola) Sí es cardenal, le coge a usted toda la cara.

ONOFRE
¿Puedo hablar ya?

ELIAS
Pero con brevedad, para que esto no dure hasta la noche.

ONOFRE
Yo tengo mi establecimiento desde hace diez años en donde se ha dicho, y toda la vecindad me conoce por mis buenos tratos, y en cierta época fui alcalde del barrio.

ELIAS
(Bueno andaría él)

ONOFRE
Y el mes pasado, estuve a punto de encargarme del menisterio de Fomento.

ELIAS
¡Hombre!

ONOFRE
Quiero decir... de abastecerlo de mis artículos.

ELIAS
¡Ah!... ya.

ONOFRE
Cuando esa...

SIMONA
Cuidadito con la lengua.

ONOFRE
Cuando esa... señora, vino con sus manos lavadas, a soliviantármela parroquia.

ELIAS
(Mirando las manos de Simona) De eso hará ya mucho tiempo.

ONOFRE
No señor, quince días, y desde entonces se acabó la tranquilidad en la calle.

SIMONA
Porque empezaron los dicharachos de los envidiosos.

ONOFRE
Porque por llamar la atención y llevarse a mis parroquianos, alborota la calle día y noche cantando manchegas.

SIMONA
Como que soy de Almagro.

ELIAS
¿Contienen las coplas alguna palabra subversiva?

ONOFRE
No digo eso... y la verdad, aunque yo soy un extremeño mu pacífico, se me alegran las pajarillas con los cantos de gracia; pero cuando se entona con mala intención...

SIMONA
Eso es mentira.

ELIAS
Me ocurre una idea. Cante usted a mi presencia alguna de esas coplas, para que yo pese la gravedad del delito.

SIMONA
Con tal de que sirva para probar mi razón, cantaré cincuenta.

(Música)

Yo soy la carbonera
de más trapío
en esto de dar leña
y armar un cisco.
Si hay quien se atreva,
verá como le atizo
carbón de piedra.
¡Olé, Sandunga! (Bailando)
que por tu aquel,
como una ardilla
salta mi pie.

ONOFRE
¡Olé, sandunga! (Idem)
ya lo oye usté,
y como ardilla
salta mi pie.

ELIAS
¡Olé, sandunga! (Idem)
canta muy bien,
y como ardilla
salta mi pie.

SIMONA
Los ojos de mi cara
son dos tizones,
que siempre están ardiendo
sin que los soplen.
Y a quien los mira,
le prenden y le dejan
echando chispas.
¡Olé, sandunga! etc.

(Hablado)

ELIAS
Después de oiría, creo que tiene usted razón; esta mujer engancha a los parroquianos por los oídos.

ONOFRE
Me alegro de que usté lo conozca.

ELIAS
Pero eso no es bastante para haberla propinado un bofetón.

SIMONA
Por eso pido que le prendan, y que vaya por seis años a cadena perpetua.

ELIAS
(Sentándose en el sillón) Vamos a ver: yo no soy el que ha de sentenciar el juicio; pero si ustedes me aseguran haber dicho la verdad...

ONOFRE
(Dando con la mano derecha abierta sobre los papeles de la mesa ) Lo juro.

SIMONA
(Idem) Y yo también.

ELIAS
¡Demonio! (Mostrando un pliego en el que han quedado estampadas por el polvo del carbón las manos; una más pequeña que la otra) (¡Y hablaban de manos lavadas!... ¡Bonito han puesto el estado de nacimientos y defunciones!)

SIMONA
En fin, ¿qué resuelve usté?

ELIAS
Quien ha de resolver es el juez, que debe estar aquí dentro de media hora.

ONOFRE
Corriente.

ELIAS
Yo extenderé la nota, y cuando ustedes vuelvan, ya estará él enterado.

SIMONA
No faltaré.

ELIAS
Y advierto a ustedes que es un gran fisonomista, y que apenas los mire, conocerá el que se queja con más razón.

SIMONA
Entonces estoy segura de sacar mi cara adelante.

ONOFRE
Eso lo veremos.

SIMONA
(Volveré la primera para congraciarme con él) De aquí a luego, (Váse)

ELIAS
Vaya usted con la Virgen.

ONOFRE
Pues nada... usté ha de perdonar la incomodidad, y antes de veinte minutos me tiene aquí otra vez. Conque... a los pies de usté. (Váse)


ESCENA III

ELIAS
Redactaré la minuta con claridad, para que el juez se haga cargo del negocio a primera vista y no lo mareen como a mí. ¡Pero diablo! ¡no me he quedado con apuntación de sus nombres!... ¡Bah!... Es igual. (Escribiendo) El carbonero de frente... contra la carbonera de enfrente. El primero ha solfeado a la segunda, porque ésta le quita los parroquianos a fuerza de seguidillas. (Declamando ) Es decir, que la cuestión es puramente musical, y estoy viendo que el Juzgado, para ilustrarse, la someterá al dictamen de la Academia de Bellas Artes. Lo que interesa, ahora que estoy solo, es engullirme el almuerzo. Aunque con tanta interrupción se me ha quitado la gana. (Saca la botella y el vaso, y al sacar el plato, oye a Torcuata y vuelve a dejarlo en el cajón)


ESCENA IV

Dicho y Torcuata, con un lío de ropa.

TORCUATA
¿Hay permiso?

ELIAS
(¡Dale!... ¡está de Dios que ayune hoy!) No se detenga usted.

TORCUATA
Gracias, don Elías.

ELIAS
¡Hola, doña Torcuata! ¿Usted por aquí otra vez?

TORCUATA
Y bien sabe Dios que lo siento; porque eso de estar todos los días incomodando a la curia, no es para una persona de clase.

ELIAS
¿Qué ocurre hoy?

TORCUATA
¡Qué ha de ocurrir!... lo de siempre, que ese hombre me va a quitar la vida.

ELIAS
¿Pero cuándo se convencerá usted, de que ya no le convienen esos jaleos?

TORCUATA
Le prometo a usté, que este será el último. Quiero comerme con tranquilidad los cuatro ochavos que tengo, y el que se arrime a mí, que lo mantenga su madre.

ELIAS
Cabal.

TORCUATA
Cada día estoy más arrepentida de no haberme casado con el correo de gabinete, ó con cualquiera de los muchos caballeros que me han azuzado para ello; pero cuando una se encapricha...

ELIAS
Al grano.

TORCUATA
Y además, eso de perder la pensión que cobro del Gobierno... No es mucha, tres reales diarios... y ahora con el descuento, doce chuchos... pero ya hay para el panecillo. Y lo que decía mi madre, lo último que una debe perder, es la independencia.

ELIAS
Convenidos, pero...

TORCUATA
Y usté sabe que me he criado en buenos pañales, y que mi padre, santa gloria haiga, era empleado en caballerizas.

ELIAS
Me lo ha dicho usted siete veces.

TORCUATA
Un hombre cabal, que miró por la casa, y el ganado que él cuidaba reventaba de gordo. En fin, usté me ha conocido en mis buenos tiempos.

ELIAS
¿Pero qué tiene que ver todo eso?...

TORCUATA
Dice usté bien. Con el rejilete que traigo clavado en el alma, se me va el santo al cielo.

ELIAS
Pues llámelo usted a la tierra.

TORCUATA
Al pensar que podía estar una como la rana en el charco... Porque, aunque el dinero anda por las nubes, como estoy acreditada en mi tráfico, el duro que pasa, por el Rastro, se deja el sello en mi casa. Y por lo mismo, como el señorito tiene barro a mano, y va por ahí dándose más tono que un deputado a Cortes, vaya usté a lograr que trabaje.

ELIAS
Es claro.

TORCUATA
Por supuesto que la culpa la tiene el Gobierno. Si permitiera el juego, tendrían ocupación los vagos; y no que andan por ahí a la que salta, y el reló que se descuida, asiste a más entierros que un coche fúnebre.

ELIAS
Pero en resumidas cuentas, ¿qué ha sucedido?

TORCUATA
¿Pues qué ha de suceder? que la mujer de un senador perpetuo... ya le diré a usté quién es, me dio a vender unos pendientes de esmeraldas por detrás de su marido; porque como todo el mundo sabe la formalidad de mis tratos y mi reserva para estas cosas, me busca en sus apuros.

ELIAS
Ya se conoce.

TORCUATA
Y muchas prendas que ve usté deslumbrando por esas calles, han pasado por mi mano. Aquí tiene usté, sin ir más lejos, un traje de glasé (Enseñando uno del lío ) que ha dado el quién vive en los conciertos del Retiro. ¡Ay! si conociera usté al ama, se compadecería de su mala suerte. ¡Pobre señora! Veintitrés años, y dos ojos como dos cuervos. Vino de Algeciras para el asunto de una mina, y tuvo la fortuna de tropezar con un ingeniero que la puso en metales.

ELIAS
¿Pero qué necesidad tengo yo de escuchar esa historia?

TORCUATA
Ya sabe usté que no soy habladera; pero se la cuento, para que se asombre del mal sino de algunas criaturas. Esta se llama Curra, es decir, Paca; porque en Andalucía ya sabrá usté que las Pacas...

ELIAS
Son todas Curras, lo sé.

TORCUATA
Y tenía con el ingeniero cuanto le hacía falta. Pañolón de Manila, velo de imitación, enaguas con entredoses y su casa como una colmena. Y no digamos de diversiones, porque si iba usté a los teatros, la veía en delantera de galería, y a última hora en los cafeses de Sevilla ó del Carmen tomando café y copa.

ELIAS
¡Divinamente!

TORCUATA
Pero conoció a un gorrero de la Plaza Mayor, con un lunar de pelo en la mejilla, salva la parte, que es una tentación; y como el demonio dispone las cosas, el ingeniero entró en escama... y sin razón, porque Curra no le faltaba en nada... como no se llame faltar, el convidar a cenar al otro todas las noches... lo cual, cuando se presenta, lo hace cualquiera señora con un amigo.

ELIAS
Lo más natural del mundo.

TORCUATA
Lo cierto es, que el ingeniero se llamó andana, y la pobre se está desprendiendo de todo, y para comer ha tenido que agarrarse a las gorras.

ELIAS
Que se agarre a un clavo ardiendo, y por la Virgen de Atocha, dígame usted lo quiere.

TORCUATA
¿Pues qué he de querer? Que parezcan los pendientes, ó que ese tuno vaya a presidio.

ELIAS
¿Qué pedientes?

TORCUATA
Los de la señora. Porque eso de que yo tenga las cosas en mi casa... y vamos, si las afanara para comprarse una prenda, ó convidar a sus amigos... patas; paro no señor, ahora le ha dado por echarla de plancheta con las mujeres, y los sarrillos sé yo dónde están; lo cual que se lo he dicho en la escandalera que hemos tenido; y si el juez lo quiere saber, que llame a Juana la Chepa, que se los ha visto puestos a Pepa la del entrecejo.

ELIAS
¿Es decir, que se trata de la sustracción de?...

TORCUATA
Y no fui ya a arrancárselos de las orejas, porque conozco mi genio, y le voy a arrancar también el embudo de los garbanzos, y no quiero ir al Modelo por esa...

ELIAS
Calma, doña Torcuata.

TORCUATA
Cuando una mujer se sacrifica por un hombre, la que tiene vergüenza no lo solivianta en sus sentimientos; porque si las señoras no nos guardamos decoro entre sí, ¿quién sujeta a los hombres?

ELIAS
Bueno, yo quedo en llamar a ese aquí para orillar el asunto.

TORCUATA
Ya sabe él que he venido a dar parte.

ELIAS
¿Se llama?

TORCUATA
¿No se acuerda usted? Saturio Matute; pero más se le conoce en el distrito por El Garduño. De oficio zurrador de pieles, aunque hace tiempo que no lo ejerce más que en la mía.

ELIAS
¡Hola! ¿También?...

TORCUATA
Tiene la. mano más larga que cobrador de contribuciones.


ESCENA V

Dichos y Saturio.

SATURIO
¿Se puede?

TORCUATA
Ya lo tenemos aquí.

ELIAS
(¡Pues no me faltaba otra cosa!)

SATURIO
El Juzgado me ha de perdonar si me impersono aquí sin ser llamado.

ELIAS
Usté es muy dueño...

SATURIO
Pero cuando un ciudadano pacífico se ve avulnereado por una mala lengua, disponer sus derechos endividuales al desamparo de la Constitución divulgada en la monarquía...

TORCUATA
Lo que debe es no ser granuja.

SATURIO
¿Estoy hablando yo?

TORCUATA
Como si no hablara nadie.

SATURIO
Pues cuando los hombres hablan, es porque tienen ineptitud para ello, y un ciego canta en la calle, para que se le desoiga. ¿Digo yo bien, don Elías?

ELIAS
Habla usted como un catedrático; pero ya estoy en autos por doña Torcuata...

SATURIO
Esa parte habrá declarado en contra, porque tiene atropellados los sentidos; y hablar mal de mí, bien lo sabe ella, es como decir que los pájaros maman.

TORCUATA
¡Vea usté qué sandios!

SATURIO
¿Pero qué ha pasado para conmover este descándalo? ¿Te he faltado yo en algo?

TORCUATA
Usté me sobra; los que me han faltado son los pendientes.

SATURIO
Esos están más seguros que un desportado en las Chafarinas.

TORCUATA
¡En las orejas de esa mona!

SATURIO
Que no, te digo; y la culpa tiene el que se induce con la legalidad que yo, para recibir estos pagos.

TORCUATA
¡Qué lastimidá!

SATURIO
Cuando tengo una peseta, pongo por caso, ¿no la dispendo con tu persona?

TORCUATA
En segunda mesa.

SATURIO
¿No te compré anteyer unas ligas de elástica? Don Elías, y eso se puede demostrar.

ELIAS
No... lo doy por demostrado.

TORCUATA
(A Saturio) ¿Y qué?

SATURIO
Cuando vamos de verbena, ó a la Fuente de la Teja, y un hombro, aunque esté mareado, le echa un requiebro a ese cuerpo, ¿no ves el mío ir a tu lado más orgulloso que Hernán Cortés cuando tomó la Habana?

TORCUATA
Y si no es eso palique, ¿por qué le regalas a esa maula?

SATURIO
El qua lo diga me falta: y mi conducta está esperimentada en Madrid, de no regalarle a denguna mujer ni agua, porque soy muy caballero.

TORCUATA
¿Pues dónde están los pendientes?

SATURIO
Te digo que están seguros, y aquí tengo el tacón del seminario en que viven a pupilo. (Sacando una papeleta de empeño)

TORCUATA
¿A ver? ¡Empeñados! ¡Si no la podías hacer limpia! Pero, en fin, con tal de que no los disfrute otra...

SATURIO
¡Otra! Tú eres para mí la reina de las prenderas del mundo terracueo, aquático y zoológico.

TORCUATA
Eso sí, don Elías; se le puede creer por lo mantecoso.

SATURIO
¿Vamos en cá de Botín, a que nos aliñe medio cabrito?

ELIAS
Justo; y pelillos a la mar.

TORCUATA
¡Perdición! Vamos donde guste tu gusto. (A don Elías) Conque... hasta otro lance, y perdón por las molestias.

ELIAS
Abur.

SATURIO
(A Torcuata) ¡Olé! ¡Viva la funda de tus huesos!...

TORCUATA
¡Arrastrundi!

SATURIO
(Ofreciéndole el brazo) Cuélgate de esta alcayata.

TORCUATA
¿Es para mí sola?

SATURIO
Te digo que no se cuelga de ella ningún guiñapo más que tú.

TORCUATA
(Cogiéndose) ¡Alza... resalan! (Vánse)


ESCENA VI

Elías.

ELIAS
¡Gracias a la Divina Pastora! Y a todo esto (Mirando el reloj) son las cuatro de la tarde, y no he puerto la pluma en los estados que debo tener concluidos irremisiblemente cuando vuelva el jefe. Para que no me interrumpan otra vez, voy a encerrarme en su propio despacho, y hoy me ahorro una comida: el almuerzo me servirá de cena. (Toma los papeles y se va por la puerta de la derecha, que cierra)


ESCENA VII

Onofre, con la cara y las manos lavadas, y vestido con levita y sombrero de copa. Todo algo antiguo, pero no ridículo.

ONOFRE
El escribiente dice que el juez es un gran fisonomista, y para que lea en la mía con limpieza y claridad, me he dado un jabón que dejó el agua como si hubieran limpiado en ella ti es libras de calamares. La Simona no ha vuelto entodavía, y si yo declaro antes, me despacho a mi gusto. No hay nadie. Mientras viene algún alguacil, voy a mirar por el balcón si llega esa farota. (Se asoma al balcón)


ESCENA VIII

Dicho y Simona, también lavada y con otro traje y velo.

SIMONA
Por listo que vuelva ese ganapán, le gano las quínolas en ver al juez, y como dice el refrán, el que da primero... y luego, como he dejado en el barreño la tizne del carbón, quizá le parezca mejor y le siente la mano a ese bribón. ¡Esto de vivir sola en el mundo!... Si tuviera marido, él hubiera recibido el guantazo, y no tendría yo que poner mi cara a la vergüenza.

ONOFRE
(Quitándose del balcón) (No la diviso en lo largo de la calle. (Viendo a Simona) ¡Ah... una señora!)

SIMONA
(Idem a Onofre) (¡Eh!, No había reparado. ¿Será el juez este señor?)

ONOFRE
(Saludando) Para servir a usté.

SIMONA
Muy buenas tardes, caballero.

ONOFRE
(Es guapota y frescachona)

SIMONA
(Su facha es de persona de posición) ¿Usté es?... (Afectando finura)

ONOFRE
(Idem) Ya se lo puede usté presumir; un hombre honrado que viene a pedir justicia.

SIMONA
¡Ah! Se me había figurado... Vamos, viene usté a lo mesmo que yo.

ONOFRE
Y según veo, la cosa va despacio.

SIMONA
Ya nos avisarán, y entre tanto, lo mesmo nos dan por estar de pie que sentado? (Se sienta al lado de la chimenea)

ONOFRE
(Idem) Tiene usté razón, ensillémonos; y arrellanados en un asiento, esperaremos con más comodidad. (Después de algunos momentos de silencio, en que ambos se miran y arreglan el traje, Onofre limpia el sombrero con la manga del gabán, saca un pañuelo, que extiende en el suelo, y pone encima el sombrero. Luego coge y examina un tronco de leña) ¡Qué mala leña consumen en esta casa!

SIMONA
(Examinándolo también) No puede ser peor.

ONOFRE
De la que cuelan por de encina, siendo de álamo.

SIMONA
No, señor, es de castaño; mire usté esta veta.

ONOFRE
En efecto, no había reparado. (¡Parece mentira, lo que se perfecciona hoy la educación de las señoras!)

SIMONA
En la ceniza se conoce también.

ONOFRE
El castaño tiene la ventaja de conservar más la brasa.

SIMONA
(Parece inteligente. Debe ser ingeniero de montes) (Momentos de silencio)

ONOFRE
Perdonando la pregunta... ¿es usté casada?

SIMONA
No, señor. Soy viuda por muerte de mi marido.

ONOFRE
(Si uno no fuese de tan baja esfera, he aquí una preporción) ¿Y piensa usté casarse otra
vez?

SIMONA
Si me saliera, un hombre de bien...

ONOFRE
(Vaya unos ojos, parecen dos hornillos!)

SIMONA
Pero en el día están los hombres mu resabiados.

ONOFRE
De todo hay.

SIMONA
(¡Cómo me mira este ingeniero!)

ONOFRE
Usté dirá que soy muy preguntón; pero por hablar de algo, para pasar el rato...

SIMONA
Suéltela usté.

ONOFRE
(No hay duda, su lenguaje es el de una señora) ¿Se puede saber el asunto que aquí la trae?

SIMONA
¡Ay! no me lo recuerde usté, porque me chisporrotea la sangre en el cuerpo. (Levantándose)

ONOFRE
(Idem) Ahora tengo más comenzón por saberlo.

SIMONA
Me han ofendido.

ONOFRE
¡A usté!... si entrecojo a quien sea, le aplasto el esternón como apabullo esta chistera. (Ha cogido el sombrero de Elías, lo aplasta y lo echa en el cesto de los papeles)

SIMONA
Doy a usté las gracias por su interés, pero...

ONOFRE
Es que a puñetazos no hay quien me tosa, y derrengó a un hombre lo mesmo que troncho un junco. (Parte en dos el paraguas que hay sobre la mesa, y lo echa también en el cesto)

SIMONA
Me agrada usté por lo terne.

ONOFRE
Pero en fin, ¿de qué manera la han ofendido a usté?

SIMONA
Una mano callosa y traicionera se ha permitido...

ONOFRE
¿El qué?

SIMONA
Descargar un tremendo revés en mi mejilla.

ONOFRE
¡Ascuas y llamas!... ese revés es una sentencia de muerte.

(Música)

SIMONA
Diga usté, buen caballero,
si este rostro zalamero,
que rebosa dulce miel,
se merece que un petate
lo desprecie y lo maltrate,
y su mano ponga en él.
Diga, por su vida,
si eso no es cruel

ONOFRE
Digo, a fe de caballero,
que el que ofenda traicionero
ese rostro de clavel,
se merece por petate,
que le aprieten el gaznate,
y eche el hígado por él.
Toda revolvida
tengo yo la hiel.
No hay en el ancho mundo
cara más rebonita.

SIMONA
Tengo canela y clavo
dende chiquirritita.

ONOFRE
¡Válgame Dios!
qué pareja tan cuca
sernos los dos.
Al ver ese salero,
me despepito...
Cuerpo bonito,
venga usté acá.
Y tronchemos sin pena,
con un abrazo,
el espinazo
por la mitá.

(Abrazándola)

¡Ay, qué placer!
¡Ay, dulce unión
de mi chupín
con su jubón!

SIMONA
No diga usté esas cosa?
que me derrito...
¡Ay, qué maldito!...
¡quite usté allá!
¡Que no quiero troncharle
con un abrazo,
el espinazo
por la mitá!

(Abrazándose)

¡Ay, qué placer!
¡ay, dulce unión,
de su chupín
con mi jubón!

(Hablado)

ONOFRE
¡Maltratada tan villanamente! Por favor, dígame usté, ¿quién es la persona?...

SIMONA
Un hombre.

ONOFRE
¡Parece imposible que lo haiga capaz de levantarle la mano a una señora! Pero, en fin, ¿quién es? para hacerlo astillas.

SIMONA
Un carbonero.

ONOFRE
¡Uno del gremio! algún gallego... mejor; no puedo tragar a ninguno.

SIMONA
¡Del gremio! yo también lo soy.

ONOFRE
¿Usté?... ¡Oh, satisfacción! ¿En dónde tiene usté el despacho?

SIMONA
No lejos de aquí. En la calle del Bonetillo.

ONOFRE
¡Eh!...

SIMONA
Número nueve.

ONOFRE
¿Y se llama usted?...

SIMONA
Simona Parrales.

ONOFRE
¡Simó!... (Se queda en la actitud en que se encuentre, inmóvil como una estatua)

SIMONA
Aunque más se me conoce por la cantaora. Ya me habrá usté oído nombrar. (¿Pero qué, le ha dado a este hombre? ¡Está pálido como la cera!...) ¡Eh!... (No contesta) (Acercándole una silla) ¿Se ha puesto usté malo?

ONOFRE
Fróteme usté esa mano.

SIMONA
(Lo hace) ¿Así?

ONOFRE
Más fuerte. (Idem) Ahora, cásqueme usté en él carrillo una bofetada con toda su fuerza.

SIMONA
¿Para qué?

ONOFRE
No vuelvo en mí de otra manera.

SIMONA
Si es por medicina... allá va. (Se la da)

ONOFRE
¡Ajá! Esto me da ánimo.

SIMONA
¿Le casco otra?

ONOFRE
No, gracias. Esa es bastante para que usté se haiga vengado por su propia mano.

SIMONA
No comprendo...

ONOFRE
Sí... porque el canalla, el infame carbonero que la ofendió... soy yo.

SIMONA
¡Usté!... ¡Ahora creo reconocer!... ¡sí... esa nariz de porreta!... ¡Cielos!... (Cae desmayada en la silla)

ONOFRE
¡Caracoles!... ¡le da un soponcio! ¿Simona?... ¿Vecinita?... (Echando en el vaso vino de la botella) Eso no es nada... ¡Vaya! tome usté un sorbo de agua de tila.

SIMONA
¡Ay!... (Bebiéndose todo el vino) Me parece que está algo cargada.

ONOFRE
Mejor, así conforta más. (Se bebe él otro vaso, y echa éste y la botella en el cesto)

SIMONA
Quién hubiera creído que un hombre tan decente y fino como usté, se atreviera a... (Hace la demostración de pegar)

ONOFRE
Horas del demonio que trastornan a las criaturas. Pero... vamos a ver... ¿No podía esto tener un arreglo entre los dos?

SIMONA
¡Después del escándalo!... ¡Qué se diría en el barrio!

ONOFRE
¡Bah!... usté es libre... yo también...


ESCENA ULTIMA

Dichos y Elías.

ELIAS
(Me falta papel y tengo que ir a comprarlo. ¡Ira de Dios!... ¡más gente!) ¿Quiénes son ustedes?

ONOFRE
Los carboneros denantes

ELIAS
¿Los?... ¡nadie lo diría! Pues bien, todavía no ha vuelto el jefe.

ONOFRE y SIMONA
(A un tiempo) Nosotros queríamos hablarle al momento de cierto negocio...

ELIAS
¿Empezamos de nuevo? Espérense ustedes ó vuelvan mañana. (Busca el sombrero)

ONOFRE
Le diré a usté... es que ahora se trata...

ELIAS
(¡Señor!... ¿dónde he puesto mi sombrero?...) Siga usté; ¿se trata?... (Idem)

SIMONA
Se trata...

ONOFRE
De saber los documentos que deben presentarse aquí para un casamiento.

SIMONA
Eso; con novia de segunda instancia.

ELIAS
Casamiento... ¿entre quién?

ONOFRE
Entre miquis.

SIMONA
Y entre mequis.

ELIAS
¡Magnífico!... ¿Terminan ustedes su pleito de esa manera?... Así salen ustedes condenados ambos y ninguno podrá quejarse de la sentencia.

ONOFRE
Tendremos que echar un memorial, ¿eh?

ELIAS
Si me acompañan ustedes, pueden comprar el papel del timbre que necesitan.

ONOFRE
Andando.

ELIAS
(Buscando el sombrero) (¡Parece brujería!) ¿Han visto por aquí un sombrero?

SIMONA
Como no sea el que mi vecino echó en ese cesto...

ELIAS
(Examinándolo) ¡Esto es una prendería!... ¡Infierno!... (Sacándolo) ¿Qué ha hecho usted con mi sombrero?

ONOFRE
No pase usté pena. Yo tengo algunas peluconas en el fondo del cofre, y como arregle usté pronto los papeles de la boda, le compro una chistera de escribano de cámara.

ELIAS
Pues mañana mismo se ultima el expediente.

(Música)

ONOFRE
(Al público)
Si tú nos apadrinas,
participamos
que nos casamos
sin más tardar.
Y suprimir debemos
tan faustos partes,
si tú nos partes
por la mitad.

TODOS
¡Ay! ¡qué placer!
¡ay! ¡qué emoción!
si opinas bien
de aquesta unión.



FIN DE LA ZARZUELA


Información obtenida en:
https://archive.org/details/loscarboneroszar449barb

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