El Dominó Azul (Libreto)



EL DOMINO AZUL



Zarzuela en tres actos y en verso.

Texto de Francisco Camprodón.

Música de Emilio Arrieta.

Representada por primera vez en el Teatro del Circo en el mes de Febrero de 1853.


REPARTO (Estreno)

Marquesa de San Martín, dama de la Reina - Sra. Santamaría.

Doña Leonor de Haro, camarista de la Reina - Sra. Moreno.

Felipe IV - Sr. Calvet.

Marqués de San Marín, montero mayor - Sr. Salas.

Herman, paje del Rey - Sr. González.

Vizconde del Jalón - Sr. Caltañazor.

Un Ujier - Sr. Caltañazor.

Damas y caballeros de la corte de Felipe IV.

La acción pasa en el palacio del Buen Retiro, año de 1664.


ACTO PRIMERO

Sala en palacio. — Las damas sentadas en sillones de respaldo, en ala hundida hacia el centro — Los caballeros apoyados familiarmente en el respaldo, de pie y descubiertos, conversando con ellas. — Los dos sillones del centro estarán ocupados, el de la derecha por la Marquesa de San Marín, en cuyo respaldo se apoyará el Vizconde: la Marquesa vuelve a menudo sus miradas al paje Herman, que se apoya en el de doña Leonor de Haro, que es el de la izquierda.— Tres puertas, lados y fondo.


ESCENA PRIMERA

La Marquesa, el Vizconde, Doña Leonor, Herman, Damas y Caballeros.

CABALLEROS
Como prenda de esta llama,
os suplico, bella dama,
me digáis de vuestro traje
las señales y el color.

DAMAS
No señor.

CABALLEROS
Por favor.

DAMAS
No señor.
Si en sarao amor os guía
a correr en busca mía,
adivino sabrá haceros
el instinto del amor.

CABALLEROS
Es rigor.

DAMAS
Es error.

CABALLEROS
Es rigor.

TODOS
Quizás mañana,
más convencida
de la honda herida
queráis decirme / pueda deciros
como yo espero,
el / mi verdadero
traje y color.

MARQUESA
Enhorabuena, (Al Vizconde)
luego después
ese secreto
me contareis. (Levantándose todas)
(Tibia y dudosa, (Mirando al paje)
vaga insegura
su cariñosa
mirada en mí.
Será cautivo
de mi hermosura,
y mi atractivo
le hará rendir)

HERMAN
(Su cariñosa (Mirando a Leonor)
mirada pura,
tiñe de rosa
mi porvenir
Del porte altivo
de esa hermosura,
galán cautivo
quiero vivir)

LEONOR
(Cuando amorosa (Mirando a Herman)
su voz murmura,
siento dichosa
mi llama hervir.
Yo no concibo
que igual ventura
di afán más vivo
pueda existir)

CORO y VIZCONDE
(Mirando a la Marquesa)
(En la elegante
desenvoltura,
en el semblante
de serafín,
se lee impresa
la travesura
de la Marquesa
de San Mario)


ESCENA II

Dichos y el Marqués, por la puerta de la derecha.

MARQUES
Nobles damas, caballeros,
la señal nos da el ujier
para entrar, según costumbre,
en la cámara del rey.

CORO
A vos toca el conducirnos
a besar sus reales pies.

MARQUES
Bella esposa, en nuestra casa
a la vuelta encontrareis
un magnífico presente
que mi amor os quiso hacer.

MARQUESA
Sois galante.

MARQUES
Y vos sois bella.

MARQUESA
Muchas gracias.

MARQUES
No hay por qué.
(¡Qué pesadísima
calamidad
es ser el ídolo
de una beldad!
Mas con la dádiva
que yo empleé,
suelto a las máscaras
sin duda iré)

MARQUESA
(Veo su táctica,
y a la verdad
entra en mi cálculo
su libertad.
Cuando en mi férula
yo le querré,
como un satélite
le arrastraré)

CORO
Vamos solícitos
a festejar
del rey magnánimo
la majestad.
Demos a su ínclita
esplendidez
un grito unánime
de viva el rey.

(Vánse todos, y el Vizconde se acerca cortésmente a la Marquesa en actitud respetuosa)


ESCENA III

Marquesa, Vizconde.

VIZCONDE
Si queréis, en un instante
podré decíroslo ahora.

MARQUESA
¿Tanto os urge?

VIZCONDE
Sí, señora.

MARQUESA
Será asunto interesante;
pero os prevengo ante todo
que hoy no me encuentro de humor
de oír coloquios de amor.

VIZCONDE
Marquesa, de ningún modo.
Se trata de una embajada
que cumplo por cuenta ajena,
y espero, pues sois tan buena,
que será bien aceptada.
El marqués de Heliche, hermano
de la bella Leonor,
perdió por conspirador
la gracia del soberano.
Su noble alma agradecida,
recuerda con emoción
que sin vuestra protección
quizás perdiera la vida.
Vuestra influencia alcanzó
minorar su adversa suerte,
y una sentencia de muerte
en destierro se trocó.

MARQUESA
Vizconde, de ningún modo
quiero mérito postizo,
fue el Rey solo quien lo hizo:
la verdad antes que todo.

VIZCONDE
Rasgo de vuestro talento,
que prueba lo que valéis.

MARQUESA
Vizconde, no me abruméis
con tanto agradecimiento.

VIZCONDE
Lo merecéis.

MARQUESA
Proseguid.

VIZCONDE
Digo, pues, que se cansó
del destierro, se fugó
y se ha encajado en Madrid.

MARQUESA
¡En Madrid! ¿Y qué locura (Sorprendida)
le ha impulsado a obrar así?

VIZCONDE
Amoroso frenesí (Con intención)
por cierta ingrata hermosura.

MARQUESA
Tiene gracia la ocurrencia.

(Con maliciosa sonrisa)

VIZCONDE
Pues...

MARQUESA
¡Y qué mal pareciera (Con desdén)
un amor que resistiera
a trece meses de ausencia!

VIZCONDE
Y además...

MARQUESA
Vamos, será
otro sin duda el motivo...

VIZCONDE
En efecto, es positivo,
y esta carta os lo dirá. (Se la entrega)

MARQUESA
(Leyendo) «Si en mi desvalido estado,
»señora, no es imprudencia
»apurar la real clemencia
»en favor de un desterrado;
»os suplico, tierna amiga,
»pidáis al Rey me consienta
»lavar mi pasada afrenta
»vertiendo sangre enemiga.
»Vuestro talento sabrá
»aprovechar el momento,
»y para lograr mi intento
»mi hermana os ayudará:
»y de concierto las dos
»espero que haréis dichoso
»a quien pobre y poderoso
»siempre os rindió culto a vos.»

VIZCONDE
Ya veis como yo os decía
que os probaba su adhesión...

MARQUESA
Mandando una pretensión (Atajando)
envuelta en galantería.
No importa, de buena gana
Le serviré, aunque sospecho
que mejor hubiera hecho
en dirigirse a su hermana.

VIZCONDE
¿Por qué?

MARQUESA
Porque su influencia
es hoy mayor que la mía.

VIZCONDE
Se estrelló ya su porfía
del Rey en la resistencia.

MARQUESA
Bien, buscaré algún resorte
cuando haya oportunidad,
aunque temo, a la verdad,
a las lenguas de la corte.
Confieso que soy propensa
a escuchar galanterías,
y a probar las fuerzas mías
en el ataque y defensa.
Pero dan tan mal sentido
al más inocente ardid...

VIZCONDE
Pues la peor de Madrid,
Marquesa, es vuestro marido.
Y no extrañéis, vive Dios,
que a sus golpes reiterados,
respondan los agraviados
tomando revancha en vos.

MARQUESA
Eso es siempre una perfidia
y falta de miramiento.

VIZCONDE
Vuestra belleza y talento
excitan tanto la envidia!...

MARQUESA
Adulador...

VIZCONDE
¡No!

MARQUESA
¿De veras?
¿y a quién obsequiáis ahora?

VIZCONDE
Siglo explotando, señora,
el ramo de costureras.

MARQUESA
¡Uy!

VIZCONDE
Permitidme que os diga...

MARQUESA
Perder los años mejores
en esos tontos amores
sin colorido ni intriga!

VIZCONDE
Al contrario, tienen muchas:
con buena fe sin igual,
me sirven de pedestal
para más honrosas luchas:
pues no hay traje ni tocado,
ni disfraz en embrión,
que antes que llegue al salón
no lo tenga yo olvidado:
y así las conozco a todas,
y no hay en la corte dama
que no respete mi fama
de almanaque de las modas.

MARQUESA
¡Hola, hola! Pues yo quisiera
ver si esa ciencia es veraz.
¿Sabéis de qué es mi disfraz?

VIZCONDE
De lo que sois, de hechicera.

MARQUESA
He aquí una verdad galante:
bien fundada es vuestra ciencia

VIZCONDE
Si me dais vuestra licencia,
voy, señora, en un instante
a dar cuenta de mi empresa
en mi casa a nuestro amigo.

MARQUESA
Decid que cuente conmigo.

VIZCONDE
Soy vuestro esclavo, Marquesa

(Saludando)


ESCENA VI

La Marquesa.

MARQUESA
El Rey a Leonor negó
la gracia del desterrado:
si a su hermana la ha negado
¿cómo se la pido yo?
Yo no me debo exponer
a una repulsa en palacio...
lo pensaremos despacio
y veré lo que he de hacer.
¡Qué intempestivo mensaje!
Y me haya precisamente
ocupada seriamente...
en pensar en ese paje.
Las damas con alborozo
hablan de él con un agrado...
todas a una la han dado
en decir que es tan buen mozo,
que han logrado interesar
mi amor propio en este lance,
y quiero que a todo trance
queme su incienso en mi altar.
Muy pronto alcanzarlo espero,
que al alma mejor templada
sé que con una mirada
la amanso como a un cordero.
Cuando mi pupila vaga
con amorosa intención,
diz que lleva al corazón
cierta languidez que embriaga;
y pues las conquistas mías
no pasan de galanteo,
Dios me perdone el deseo
de escuchar galanterías.
Siento pasos: ¡bravo! es él:
pues lo trae la ocasión,
indagar será razón
qué tal batalla el doncel.

(Se sienta como distraída)


ESCENA V

La Marquesa, Herman, que sale distraído por la puerta de la derecha.

HERMAN
Cuando el Rey habla a Leonor,
se muestra tan expresivo...
Ella no me da motivo
para dudar de su amor;
pero no obstante, me inquieta
atención tan exquisita:
no me hace gracia maldita
luchar con un Rey poeta.
Y si Leonor le interesa,
¿quién se resiste a su llama?
¿Pero qué dudo? Ella me ama...

(La ¡Marquesa deja caer su abanico, y al ruido se apercibe Herman y corre a recogerlo)

¿Estabais aquí, Marquesa?

MARQUESA
Quizás os he interrumpido
algún delicioso ensueño:
si era para vos risueño,
siento haberos distraído.

HERMAN
De ningún modo, señora:
¿qué ensueño puede igualar
al placer de contemplar
esa faz encantadora?

MARQUESA
Eso sí, vuestro lenguaje
tiene tanta suavidad
para decir...

HERMAN
La verdad.

MARQUESA
(No se explica mal el paje)
Y bien, Herman, ¿qué motiva,
perdonad si soy curiosa,
vuestra huida misteriosa
de la regia comitiva?
(¿Habrá venido por mí?
Pronto de dudas saldré)

HERMAN
Casi deciros no sé
cómo he venido hasta aquí.
En soledad placentera
daba ensanche a mis cuidados...

MARQUESA
Sólo los enamorados
la toman por compañera.

HERMAN
Quizás lo esté.

MARQUESA
¡Bien por Dios!

HERMAN
¿Y vos qué hacíais aquí?

MARQUES?
Tal vez me pasaba a mí
lo mismo que os pasa a vos.

HERMAN
No, que un alma indiferente
mal a comprender alcanza
lo triste que es la esperanza
cuando vuela a su occidente.

MARQUESA
¿Estáis desesperanzado?

HERMAN
Mucho, Marquesa.

MARQUESA
Hacéis mal.
¿Quién os aflige?

HERMAN
Un rival.

MARQUESA
¿Y un rival os da cuidado?
Desechad vuestros recelos,
luchad bien y venceréis.

HERMAN
¿Qué mayor lucha queréis
que un inmenso amor con celos?

MARQUESA
Vamos a ver, la beldad
causa de vuestra aflicción,
¿sabe ya vuestra pasión?

HERMAN
Sí, mas no su intensidad.

MARQUESA
¿Y es hermosa?

HERMAN
¡Oh! sí, muy bella.

MARQUESA
¿Y es soltero ese rival?

HERMAN
No, señora, pero es tal
que puede mandar en ella.

MARQUESA
(A mi marido aludió
claramente en su respuesta:
¡y cómo al pobre le cuesta
el decirme que soy yo!)

HERMAN
Quizá os moleste, Marquesa,
con mi importuno relato.

MARQUESA
No tal: me dais un buen rato:
es amor que me interesa.

HERMAN
Si pudierais comprender
lo que el alma está sufriendo...

MARQUESA
Oíd cómo yo comprendo
la manera de querer.


DUO

De un tierno amante
guardar la fe,
y únicamente
pensar en él;
a sus amores
corresponder,
de mi existencia
fuera el edén.

HERMAN
En ese cielo
también vagué,
sintiendo el alma
languidecer;
pero un magnate
ama también
a la hermosura
que yo adoré.

MARQUESA
(Ya el pobrecillo
pide cuartel,
con otro embate
cae a mis pies:
mostróme un dardo
que le asesté,
que su coraza
es de papel)

HERMAN
(¡Qué bien comprende
esta mujer
los sentimientos
de un alma fiel!
Como en un libro
supo leer
de mis amores
la pena cruel)

MARQUESA
¿Conque el mimo de las damas,
el doncel galanteador,
ha encontrado una hermosura
que cautive su atención?

HERMAN
Sí, Marquesa, ya estoy preso
en las redes del amor.

MARQUESA
¿Quién es ella?

HERMAN
Una belleza
hechicera como un sol,
que en nobleza, gracia y talle
se os parece tanto a vos...

MARQUESA
¿Y se llama?

HERMAN
Dispensadme.

MARQUESA
(Que decirlo tendré yo)
Empieza por la...

HERMAN
¡Marquesa!...

MARQUESA
Seguid vos.

HERMAN
No es la, es Leonor

MARQUESA
¡Ah!

HERMAN
Marquesa, ¿qué os sucede?

MARQUESA
Me he pinchado.

HERMAN
(Se clavó)

MARQUESA
(Si el alma no alcanza
cumplida venganza
con ver a ese ingrato
rendido a mis pies,
la bárbara herida
que ha abierto en mi orgullo,
vertiera en mi vida
un lago de hiel)

HERMAN
(Despiden centellas
sus ojos airados;
del odio las huellas
ostenta su tez:
me escuda del filo
de su ira enconada,
el puro y tranquilo
amor de mi bien.

(Herman saluda y se va por la izquierda; la Marquesa se queda mirándole con airada intención)


ESCENA VI

La Marquesa y luego el Vizconde.

MARQUESA
Si inspirar una pasión
puedo, un día, a ese doncel,
no he de tener para él
entrañas ni compasión.
¡Con qué destreza infernal
burló la esperanza raía!
¡Y yo, necia, que creía!...

(Transición forzada)

¡Hola, Vizconde! ¿Qué tal?

VIZCONDE
Señora, Heliche bendice
vuestra noble protección,
y os ama con tal pasión...

MARQUESA
(A buena hora me lo dice)

VIZCONDE
Como tanto en vos confía,
la esperanza le sostiene.

MARQUESA
(Medrado está si no tiene
más ayuda que la mía)

VIZCONDE
No creo que salga vana
si hacéis vos la pretensión:
quizás os preste ocasión
el sarao de mañana.

MARQUESA
¿El sarao? Suele estar

(Como herida súbitamente de una idea)

el Rey en él comúnmente
tan amable y complaciente...

VIZCONDE
¡Pues!...

MARQUESA
(Si pudiera indagar...)
Ya que tratamos ahora
de tener al Rey propicio,
por vos haré el sacrificio
de parecer seductora.
Mas decidme por favor,
pero sin que me aduléis:
ya que mi traje sabéis,
¿creéis que será el mejor?

VIZCONDE
Sin que os quepa duda alguna.
La de Hijar va a la romana,
la de Feria, de aldeana,
y de suiza la de Osuna.
Ornada de pedrería,
que vierte ríos de luz,
luce la de Santa Cruz
regio traje de judía.
La de Oñate, de pasiega;
la de Veragua, de Estuarda,
traje negro; la gallarda
de Sesa, traje de griega.
Dóminos de seda blanca
con floreados matices,
llevarán las de Alcañices,
Camarasa y Villafranca.
La Medinaceli aguza
de su ingenio la eficacia
para hacer valer su gracia
con la mantilla andaluza.
La de Alba, según me han dicho,
debe estar encantadora.

MARQUESA
¿Cuál es su traje?

VIZCONDE
Señora,
es un traje de capricho,
y me llevaré gran chasco
si no está bien.

MARQUESA
¿Cómo va?

VIZCONDE
De Juana de Arco irá,
desarmada y sin el casco;
pero teniendo en la malla
su lindo talle sujeto,
¿no halláis el traje incompleto
sin el casco de batalla?

MARQUESA
No tal; así a sus hechizos
dando realce más bello,
luce garganta y cabello
sueltos sin casco los rizos.
Ya sabe ella lo que se hace,
y no yerra en su proyecto.

VIZCONDE
Yo no caí... y en efecto,
la razón me satisface.
Si queréis de las demás
puedo daros cuenta estrecha,
pero vivid satisfecha
que las dejáis muy atrás.

MARQUESA
Así lo espero también:
pero oí que Leonor de Haro
va a estrenar un traje raro;
lo dijo aquí no sé quién...
y esa, aun cuando me arrebate
el triunfo, no me da pena;
la quiero tanto, es tan buena...

(Con afectuosidad)

VIZCONDE
¿Quién dijo tal disparate?
Si es una cosa mezquina;
un dominó azul de cielo
con franjas de terciopelo
en las mangas y esclavina.

MARQUESA
¿Terciopelo negro?

VIZCONDE
Pues.

MARQUESA
¿Y todo cerrado?

VIZCONDE
Justo.

MARQUESA
Si es corto, no es de mal gusto.

VIZCONDE
Vaya un corto, hasta los pies.
Tan sencillo es, que concluyo
por apelar desde ahora
á que no hay otro, señora,
tan humilde como el suyo.
Doña Leonor dio en la gracia
de no lucir.

MARQUESA
¿Y por qué?

VIZCONDE
No quiere mientras esté
su hermano Heliche en desgracia.

MARQUESA
Os tomaré por maestro
en cosas de tocador.

VIZCONDE
Marquesa, tanto favor...

MARQUESA
Sí, Vizconde, sois muy diestro.

VIZCONDE
(He aquí el fruto de mi ciencia;
a convencerse la obligo
que cuando lucha conmigo
va de potencia a potencia)

MARQUESA
Ya que nada se os esconde,
no vayáis a divulgar
el mío.

VIZCONDE
¡Queréis callar!

MARQUESA
Mil gracias y adiós, Vizconde.

(Váse por el centro)


ESCENA VII

El Vizconde.

EL VIZCONDE
¡Qué franca es y bonachona!
/y qué mucho que me hechice?
cuando dice adiós, lo dice
con una cara tan mona!
¡Hola! la corte salió

(Mirando a la derecha)

de la cámara real
y también Leonor, cabal;
le contaré... pero no,
no me dio Heliche instrucciones
de lo que la he de contar,
mejor es para acertar
evitar explicaciones.

(Váse por el centro)


ESCENA VIII

La corte atraviesa desde la puerta de la derecha a la de la izquierda, y entre ella el Marqués del brazo, conversando con un caballero: la última, Doña Leonor, que se queda
en la escena.

MARQUES
Esa continua atención
me prueba que el Rey la acecha
y yo tengo mi sospecha...

(Le habla al oído)

CABALLERO
(Habrá lengua de escorpión)

MARQUES
Como uno está ya tan ducho,
al vuelo me apercibí.

CABALLERO
¡Hola!

MARQUES
Quien me engañe a mí
necesita saber mucho.

(Desaparecen por la izquierda)

LEONOR
Há poco con la Marquesa
desde dentro hablar le vi,
estaban los dos aquí
y se fue, cuánto me pesa!
¿Al ver que el Rey me miró,
se enfadó! ¡tirana ley!
cual si los ojos del Rey
los pudiera cerrar yo:
y bien sabe el cielo cuánto
me lastiman sus recelos:
no me dolieran sus celos
si yo no le amara tanto.
¡Ingrato, por qué razón
no confía en mi decoro
cuando sabe que le adore
con todo mi corazón!

Es sombra de mi sueño,
es rayo de mi aurora
la imagen seductora
de mi galán doncel:
si infiel a mis amores
negase una mirada,
de espinas traspasada
también la amara infiel:
estoy enamorada,
enamorada de él.


ESCENA IX

Leonor, Herman sale por la izquierda.


HERMAN
¡Es ella! al verla he perdido
aprensión tan importuna.

LEONOR
¡Es él! ¡Ah! Sin duda alguna
a disculparse ha venido.

HERMAN
Pero no: sabiendo ella
que enojado me alejé,
que venga primero y dé
un consuelo a mi querella.

LEONOR
No viene: ya que inclemente
de mí se atrevió a dudar,
lo que es yo, no lo he de hablar
ínterin no me contente.

HERMAN
¡No me llama! yo no debo...
no, de aquí no me desvío.

LEONOR
¡Y no se acerca el impío!
¿no? pues de aquí no me muevo.

HERMAN
Estoy por irme...

LEONOR
¡Ay de mí!
se marcha...

HERMAN
Mas no por Dios,
quiero... señora...

LEONOR
¡Ah! ¿sois vos?

HERMAN
Perdonad si interrumpí.
¿Meditabais sin testigos
en grandezas y en amores?

LEONOR
Pensaba en hombres traidores,
en agravios y en castigos.

HERMAN
¿En Castigos? (Arrepentido)

LEONOR
¿Y os parece
que no los debo aplicar?

HERMAN
Si es un delito el amar,
yo sé bien quién los merece.

LEONOR
¡Ingrato!

HERMAN
¡Leonor querida!

LEONOR
No, no me doy a partido.

HERMAN
¿Conque siendo el ofendido
queréis que perdón os pida?

LEONOR
¡Ofendido! Tal creencia
merece todo el rigor.

HERMAN
Pues imponedme, Leonor,
la más dura penitencia.

LEONOR
Exijo...

HERMAN
A todo me allano.

LEONOR
Por castigo de mi ultraje
que en señal de vasallaje...

HERMAN
¿El qué?

LEONOR
Me beséis la mano.

HERMAN
¡Mi bien!

LEONOR
Soltad.

HERMAN
¡Alma mía!
mi vida a tus pies inmolo.

LEONOR
No penséis por esto solo
que os perdono todavía,
sois muy celoso.

HERMAN
Leonor...

LEONOR
Yo también tengo mis celos.

HERMAN
¿Celos vos? viven los cielos
que es la injusticia mayor.
No es verdad.

LEONOR
Vais a escucharme

HERMAN
Pero...

LEONOR
Lo vamos a ver.

HERMAN
Yo solo quiero tener
el derecho de quejarme.

LEONOR
Me dais ratos muy amargos.

HERMAN
Si creo tener razón.

LEONOR
Pues decidla en conclusión,
que yo daré mis descargos.

HERMAN
Cuando un guían se enamora
de una doncella cual vos,
en la belleza que adora
quiere leal corazón:
si el Rey la mira
quiere el doncel
que ella a lo menos
no mire al Rey,
porque ella es linda
y él es galán,
y no quiero a mi paloma
tan cerca del gavilán.

LEONOR
Cuando una noble doncella
da el corazón a un galán,
no le hace gracia a la bella
verle con otras hablar:
con la Marquesa
há poco os vi
y luego celos
váisme a pedir:
ella es muy diestra
y vos galán,
y no quiero a la paloma
tan cerca del gavilán.

HERMAN
Con la Marquesa
de vos hablé.

LEONOR
Yo en cambio nada
le he dicho al Rey.

HERMAN
Perdón, mi vida.

LEONOR
Perdonaré
si fe más ciega
me prometéis.

HERMAN
Tendréisme esclavo
a vuestros pies.

LOS DOS
En vuestros ojos hallo
la luz que me ilumina.

(Ambos a la vez)

HERMAN
De vuestro amor
vasallo.

LEONOR
Un corazón
vasallo.

(Ambos a la vez)

HERMAN
Un ciego
os pide luz

LEONOR
De amor
os pide luz
tras ese amor yo vuelo
cual pobre golondrina,
que al ver la tierra en hielo
las alas tiende al Sur.

LEONOR
¿Estáis contento?

HERMAN
Bien mío,
si me amáis, ¿no lo he de estar?

LEONOR
¿Volveréis a sospechar?

HERMAN
Ya nunca más: os lo fio.

LEONOR
Son humo a merced del viento
las protestas de un celoso.

HERMAN
Castigo bien riguroso
será mi propio tormento
si sospecho.

LEONOR
Alguno llega.

HERMAN
¡El Marqués!


ESCENA X

Dichos y El Marqués.

MARQUES
(Juntos los dos?
pues esta...) ¡Señora!

LEONOR
Adiós.

MARQUES
(Con doble baraja juega)
Muy rendido y placentero (A Leonor)
está con vos el galán.

LEONOR
¿Extrañáis que cumpla Herman
un deber de caballero?

MARQUES
Otro también a porfía
sigue vuestro lindo porte.

LEONOR
¿Extrañáis que baya en la corte
agrado y galantería?

MARQUES
¡Señora, qué he de extrañar!
y más cuando yo no ignoro
que es la belleza un tesoro
que siempre suele agradar
a más de uno.

HERMAN
Es importuna
tal frase.

MARQUES
¿La amáis rendido?
Vamos, no habéis elegido
mal medio de hacer fortuna.

HERMAN
¡Marqués!

LEONOR
Dejadle.

HERMAN
No tal.

LEONOR
Quiero que me acompañéis;
¿pero la guardia no hacéis
en la cámara real?

HERMAN
Yo volveré.

MARQUES
Adiós, amigo.

HERMAN
Marqués, sois muy imprudente. (Vanse)

MARQUES
Se enojan; prueba evidente
de que es verdad cuanto digo.


ESCENA XI

Felipe IV, el Marqués.

REY
¡Oh Marqués!

MARQUES
(Su Majestad)

REY
Me alegro mucho de hallarte.

MARQUES
¡Tanto honor!

REY
Tengo que hablarte
de cierto asunto.

MARQUES
Mandad.
Honráis a cada momento
mi talento reducido.

REY
No te apures, que no pido
nada que exija talento.

MARQUES
Yo...

REY
No es cosa que requiere
el genio que te sublima,
que si no...

MARQUES
(¡Cuánto me estima!)

REY
Mi amistad...

MARQUES
(¡Cuánto me quiere!)

REY
¿A quién mejor que al Marqués
se la pudiera decir?

MARQUES
Para poderos servir
anhelo saber cuál es.

REY
Tu mujer es muy hermosa.

MARQUES
(¡Cielo santo! ¡Qué procura?)

REY
Es bella.

MARQUES
Tengo ventura...

REY
Será exigente y celosa.

MARQUES
Los hombres a quien los cielos
dan prendas de algún valer,
inspiramos sin querer
a nuestras mujeres celos.

REY
¿Cómo deja a cada hora
que vagues a tu albedrío?

MARQUES
Consiste en el tacto mío.

REY
¿No te quiere?

MARQUES
¡Quiá! me adora.

REY
Entonces ¿de qué manera
te arreglas siendo celosa?
Porque la reina mi esposa
ha dado en esa quimera;
y no lo siento por mí,
pues no trato de ofendella.

MARQUES
Se supone.

REY
Sí por ella,
que sufre.

MARQUES
Cierto.

REY
Pues di
de qué medio te has valido,
por ver si puedo...

MARQUES
Señor,
es el remedio mejor
que puede hallar un marido.
Cuando llega una ocasión
de bailes y de placer
y libre quiero correr
de un salón a otro salón,
la víspera, así hice hoy,
compro un regalo brillante,
y en señal de esposo amante
a mi mujer se lo doy;
y entre tanto que ella luce
los prodigios de las artes,
su esposo por todas partes
cuidadoso se introduce.
Como se ve regalada
está de mi fe segura,
y yo disfruto de holgura
sin que ella repare en nada.
Hoy la regalé, señor,
un alfiler soberano
y un pañuelo de la mano
de sorprendente valor.
Para ella lo hice traer
expresamente de Flandes:
ya veréis entre los grandes
el efecto que va a hacer.

REY
Tu táctica es extremada.

MARQUES
¿Os gusta, señor?

REY
Sí tal,
mas tiene un defecto.

MARQUES
¿Cuál?

REY
Que no me sirve de nada.

MARQUES
¿Y por qué?

REY
Porque mi esposa
no se contenta con eso.

MARQUES
Entonces, señor, confieso...

REY
Yo he pensado en otra cosa.

MARQUES
¿Cuál es?

REY
Irnos esta noche
juntos al Pardo a cazar;
hacer luego preparar
pajes, caballos y coche;
y cuando la corte crea
mañana que ausente estoy,
de incógnito...

MARQUES
¡Sí, ya estoy!

(Golpeándose la frente)

REY
Volvemos.

MARQUES
¡Brillante idea!

REY
¿Qué tal?

MARQUES
Señor, esa traza
arregla todo el asunto.

REY
Di que preparen al punto
los aprestos de la caza.


ESCENA XII
El Rey.

REY
El Marqués es un babieca:
no obstante, para mi plan
como ha de callar por él,
por mí también callará.
¡Leonor! ¡Leonor! ¡Quién pudiera
por todo premio alcanzar
un suspiro enamorado
de tu aliento virginal.
Pero antes que nos marchemos
me convendría indagar
cuál es mañana en la tiesta
el color de su disfraz.


ESCENA XIII

El Rey, Herman, saliendo por la izquierda.

HERMAN
(El Rey aquí)

REY
(Este sin duda
debe saber cómo irá)
Herman, ¿no estabas de guardia
en mi cámara real?

HERMAN
Señor, por un breve instante
me he tenido que ausentar,
porque a llamarme han venido.

REY
Alguna dama quizá,
pues según dicen, con todas
haces papel de galán.

HERMAN
Yo, señor!...

REY
Si no te riño;
pues nada hay más natural
que el que un joven las persiga;
lo mismo era yo a tu edad.

HERMAN
(Pues maldito si ha cambiado)

REY
Vamos, dime cómo irán,
porque tú debes saberlo,
mañana en la Gesta real
las damas que en el servicio
de mi augusta esposa están.

HERMAN
Procuraré hacer memoria...

REY
Haz memoria y voluntad.

HERMAN
La de Albulquerque de dueña,
de Diana la de Alcalá,
la San Marín de hechicera,
las de Astorga y Aguilar
do jardineras suizas...
¿Las he dicho todas ya?...

REY
Creo quo aún falta alguna...

HERMAN
(¡No se le olvida jamás!)

REY
Y como no espero verlas
porque me voy a cazar...

HERMAN
(Respiro)

REY
Quiero a lo menos
conocer qué trajes hay.

HERMAN
(¡Oh placer!) Doña Leonor
de Haro, creo que va
con dominó azul celeste.

REY
Poco lujo es en verdad,
¿no te parece?

HERMAN
En efecto.
¿Con que vuestra Majestad
se va al Pardo?


ESCENA XIV

Dichos, el Marqués y Servidumbre.

MARQUES
Señor, listas
ya las carrozas están.

HERMAN
(Y yo, necio, que creía
que el Rey era mi rival)

REY
¿Te gusta el cazar?

HERMAN
Muy poco.

REY
Quédate, pues, a bailar.
(Siempre es un testigo menos)

HERMAN
Gracias por tanta bondad.

REY
(A caza voy,
y es la verdad,
que aquí y allí
todo es cazar)

HERMAN
(Respiro al fin;
el Rey se va;
vaya con Dios
su Majestad)

MARQUES
(En el festín
me veo ya;
voy ocho ó diez
a conquistar)
Está la servidumbre
a punto de salir.

REY
Que sólo los precisos
se ausenten de Madrid.

CORO
A vuestra voz sumisos
nos veis, señor, aquí,
lo que el monarca ordene
dispuestos a cumplir.

REY
Al ruido de las danzas,
al eco del festín,
prefiero yo en el Pardo
correr un jabalí.

MARQUES
(Si andar mañana suelto
consigo en el festín,
ni un colegial en jueves
podrá igualarse a mí)

HERMAN
(Monarca más galante
no puede, no, existir,
rae ruborizo ahora
de mi sospecha ruin)


FIN DEL ACTO PRIMERO


ACTO SEGUNDO

Sala del palacio del Buen Retiro, que por el centro comunica  con el gran salón de baile, por medio de rompimiento con arcos de cristales. — Puerta a la derecha, que comunica con las habitaciones interiores de palacio. — Puerta a la izquierda, que da salida al jardín. En este lado, hacia la parte del público, ventana que se supone dar a los jardines. — Mesa con tapete de damasco con candelabros: profusión de arañas. — Al subir el telón se ven multitud de máscaras; la Marquesa de hechicera, sentada y apoyado el codo en la mesa, y el Marqués discurriendo entre la multitud, en traje de cazador: varios caballeros en traje de corte.


ESCENA PRIMERA

Marqués, Marquesa, Coro.

CORO
Cuánta algazara,
cuánto bullicio
reina en las máscaras
del Buen Retiro:
un torbellino,
y aquí tan sólo
reina Cupido.
Esta es la noche
del paraíso:
pronto a la gala
demos principio.

CABALLERO
De la hermosa y galana doncella,
que encendiendo amorosa centella,
en hechizos a Venus iguala.

TODOS
Viva la gala, viva la gala.

DAMAS
Del galán que prodiga las flores,
y en sentida querella de amores
el oído a su bella regala.

TODOS
Viva la gala, viva la gala.

(Se oye música de la pavana en los salones interiores)

MARQUES
(¡Es mi costilla!

(Al ver a la Marquesa)

me escurro listo,
si me conoce
me hallo perdido)

MARQUESA
(Hoy a lo menos
libre me miro
de los obsequios
de mi marido)

CORO
Ya de la danza
los ecos vivos
llenan el ámbito
de este recinto:
vente, tapada, / ven, caballero,
vente conmigo,
a embriagarnos
en sus hechizos.

(Vánse todos al salón menos la Marquesa)


ESCENA II

La Marquesa.

MARQUESA
Gracias a Dios que se van:
no he visto aún a Leonor:
el ingenio y el valor
me han de vengar hoy de Herman.
Que mis amantes desvelos
no me salgan hoy fallidos,
porque si los veo unidos
me voy a morir de celos.
Separarlos me conviene:
de alcanzarlo desconfío...
ayúdame, ingenio mío,
sólo esta noche. Ella viene.


ESCENA III

La Marquesa, Leonor, que saldrá par la puerta de la derecha en dirección al salón, con dominó azul.

MARQUESA
¿Leonor?

LEONOR
¿Quién sois?

MARQUESA
Vuestra amiga.

(Quitándose ambas la mascarilla)

LEONOR
¿Cómo aquí tan retirada?

MARQUESA
Me sentía muy cansada,
y el bullicio me fatiga.

LEONOR
Tampoco me gusta a mí.

MARQUESA
¿Sabéis que me maravilla
el hallaros tan sencilla?
¿Por qué os vestisteis así?
¡Ni un adorno en la cabeza
cuando hay tanto lujo en torno!..
¿ó creéis que sin adorno
está mejor la belleza?

LEONOR
No me sonrojéis, por Dios,
por poco que lo pensarais,
si en mi caso os encontrareis,
haríais lo mismo vos.

MARQUESA
¡No seáis tan modesta! ¿No es
un triunfo siempre halagüeño,
ver con decidido empeño
rendidos a vuestros pies,
cien amantes que zozobran
implorando amor?

LEONOR
Ninguno:
a mí me basta con uno;
todos los demás me sobran.
Además, fuera en mí yerro
mostrar lujo y alegría,
cuando tengo todavía
a mi hermano en el destierro.

MARQUESA
¿Vuestro hermano? (¡Ah! qué pretexto
para alejarla de aquí)
¿Desearais verle?

LEONOR
Sí.

MARQUESA
¿Mucho, mucho?

LEONOR
Por supuesto.

MARQUESA
Pues sabed que vuestro hermano
el destierro abandonó,
y hoy mismo a Madrid llegó
sin orden del soberano.

LEONOR
¡Oh Dios mío!

MARQUESA
Esta mañana
un billete recibí,
que aun debo tener aquí:
ved lo que dice a su hermana.

LEONOR
Y decidme, ¿dónde está?

(Después de haber leído)


MARQUESA
¿Vais a verle?

LEONOR
Sí, por Dios.

MARQUESA
Está en el número dos
de la calle de Alcalá.

LEONOR
Si me llevarais allí...

MARQUESA
Estoy de guardia y lo siento.
La reina a cada momento
suele preguntar por mí...
mas podéis ir sin temer;
esta es del jardín la puerta,
vais con el disfraz cubierta
en un coche de alquiler.

LEONOR
Si me acompañara Herman...

MARQUESA
¿Queréis callar? ¿qué dijera
si alguno salir os viera
de noche con un galán?
El divulgarle ese arcano
no me parece discreto,
puede importar el secreto
la vida de vuestro hermano.

LEONOR
Pero ir sola es imprudencia.

MARQUESA
No lo veo yendo en coche,
y no es fácil que esta noche
se note aquí vuestra ausencia.

LEONOR
Tenéis razón, ya no aguardo;
si a saberlo el Rey llegara...

MARQUESA
Caro a Heliche le costara.

LEONOR
Por fortuna está en el Pardo.

(Váse por el jardín)

MARQUESA
Empieza bien la partida.
Ahora verás, Herman,
quién sabe más, si un galán,
ó una mujer ofendida.

(Váse por la izquierda)


ESCENA IV

El Rey, el Marqués, por el fondo en trajes de cazador.

MARQUES
¿Y bien, señor, qué os parecen

(Se quitan las mascarillas)

las máscaras? ¿Habéis visto
cuánto lujo hay en sus trajes?

REY
Te confieso, amigo mío,
que me divierto muy poco.
¿Y tú, dónde te has metido?

MARQUES
Saltando de flor en flor,
y engolfado en el bullicio
he ido, en honra del traje,
a caza de pimpollitos.

REY
¿Y qué tal le fue la caza?

MARQUES
Lo que es hoy, tengo mal tino,
porque al entrar vi al mochuelo.

REY
¿Al mochuelo?

MARQUES
Pues, lo mismo
fue lanzarme, que topar
con mi mujer.

REY
Mal principio.
¿No va disfrazada?

MARQUES
Sí.

REY
¿Pues cómo la has conocido?

MARQUES
Sabiendo el traje, costóme
muy poco el ser adivino.

REY
¿Y qué hiciste?

MARQUES
Lo primero
describir un semicírculo,
y hacer rumbo al polo opuesto.

REY
¿Y ella?

MARQUES
Siguió su camino.

REY
Dime, entre esa Babilonia,
¿no recuerdas haber visto
un dominó azul?

MARQUES
¿Azul?

REY
(¿Habrá tenido el capricho
de cambiar tal vez de traje?)

MARQUES
No, señor, de positivo
no está; ya extrañaba yo
encontraros tan pacífico;
pero veo que esta noche
navegáis con rumbo fijo.

REY
Es mera curiosidad
de habérmelas con un tipo
de esas bellezas rebeldes,
de alma noble y pecho altivo.

MARQUES
¿Alguna de esas Lucrecias
que no se dan a partido
por un ojo de la cara?
En verdad que en nuestro siglo
no es el tipo más común.

REY
¡Si la vieras, qué prodigio
de ternura y sencillez,
qué majestad, qué atractivo!

MARQUES
Pues no es de mi repertorio.

REY
¿Y cuál es el tuyo?

MARQUES
¿El mío?
el de las bellezas blandas;
de corazón compasivo.

REY
Tienes muy pocas creencias.

MARQUES
Señor, no soy descreído;
pero no me satisface
el nutrirme de suspiros.
Conozco a las hijas de Eva,
y en tapándose el palmito,
rabian por verse obsequiadas;
y apuesto diez contra cinco,
que en cuanto halléis a esa máscara
de natural tan esquivo,
si la cortejáis tapado
no seréis mal recibido;
si descubierto, se os rinde
sin necesidad de sitio.

REY
Mucho me holgara que fuese
certero tu vaticinio,
mas no abrigo esa esperanza.

MARQUES
Señor, yo tengo motivos
de conocerlas a fondo;
soy muy experto.

REY
(Un cernícalo)
Volvámonos al salón
a ver si la descubrimos.

(Vánse por el fondo)


ESCENA V

La Marquesa, por la izquierda, con dominó azul, igual de Leonor, y Herman solícito tras ella.

HERMAN
Oye, máscara.

MARQUESA
¿Qué quieres?

HERMAN
¿Por qué te alejas de mi?

MARQUESA
No te conozco.

HERMAN
¡A que sí!

MARQUESA
No señor, no sé quién eres.

HERMAN
Si sabía de antemano
el color de tu disfraz.

MARQUESA
Pues mira, déjame en paz,
que busco a otro.

HERMAN
Es en vano:
ando yo tras de tu huella
como la limpia corriente
absorbida en la pendiente.

MARQUESA
(Muy bien, me toma por ella)
¿Y qué quieres?

HERMAN
Sólo ver
ese semblante hechicero,
y que me digas, te quiero.

MARQUESA
Ahora no puede ser.

HERMAN
¿Quién lo impide?

MARQUESA
Mi reposo.

HERMAN
¿Quieres mi brazo?

MARQUESA
No a fe:
quiero acostumbrarte...

HERMAN
¿A qué?

MARQUESA
A que no seas celoso.

HERMAN
Si las mujeres discurren
nacen de amor verdadero.

MARQUESA
Pues mira, yo no los quiero.

HERMAN
¿Por qué no?

MARQUESA
Porque me aburren

HERMAN
Pero no los míos.

MARQUESA
Mientes,
siempre un celoso encocora.

HERMAN
Apostaría s que ahora
no me dices lo que sientes.

MARQUESA
¿Y tú lo dudas, simplón?
¿sabes que el refrán declara
que en tapándose la cara
abrimos el corazón?

HERMAN
¿Vendrás conmigo?

MARQUESA
Después.

HERMAN
¿Por qué no ahora?

MARQUESA
Es temprano

HERMAN
Déjame besar tu mano.

(La Marquesa se retira y le señala que no, con  mucha coquetear)


ESCENA VI

Dichos, el Rey, el Marqués, desde el fondo.

REY
Allí la veo, Marqués.

MARQUES
Ya acudió un galán al cebo.

HERMAN
(A la Marquesa)
¿Sabes que estás hoy muy dura?

REY
Mientras yo la hable, procura (Al Marqués)
entretener al mancebo.
Hechicera mascarita, (A la Marquesa)
no rechaces mi querella,
espiando voy tu huella
para hablarle de mi amor.

MARQUESA
Encubierto caballero, (Al Rey)
no temáis, si amor os guía,
que rechace el alma mía
vuestro acento seductor.

MARQUES
¿Dime, paje, qué amuleto (A Herman)
va en ayuda cíe tu estrella,
que no he visto ni una bella
que te trate con rigor?

HERMAN
(Si ella sigue ese sistema
de falaz coquetería,
me la enreda, me la lía
ese astuto cazador)

REY
Te ruego, mi bella,
que en prenda de paz,
permitas a un noble
tu mano besar.

HERMAN
(¡Estoy bien seguro
que no se la da!)

MARQUESA
Sus ojos de fuego (Mirando a Herman)
clavados están
mi acento esperando.

REY
¿No quieres?

MARQUESA
Tomad. (Dándosela)

HERMAN
(Los celos me abrasan)
¡Traidora! (Yendo a ella)

MARQUES
Callad: (Deteniéndole)
no vale la pena
de irse a enfadar
por ese ligero
pecado venial!
Idos con ella (Al Rey)
fuera de aquí.

MARQUESA
(Le tiene el odio
fuera de sí)

REY
(Triunfo tan fácil
nunca creí)

HERMAN
(Siento un infierno
dentro de mí)

REY
(A la Marquesa, con amorosa languidez)
Apóyate en mi brazo,
no estamos bien aquí:
ven a cruzar conmigo
las sombras del jardín.

MARQUESA
Me fio en tu hidalguía,
marchémonos de aquí.
(Que sufra aquel ingrato
lo que él me hizo sufrir)

HERMAN
(Yo siento en mis entrañas
la sangre toda hervir,
y la razón me turba
un ciego frenesí)

MARQUES
(Bien puede la tapada
arder en un candil;
si el Rey la ha conquistado
lo debe solo a mí)

HERMAN
Ingrata... (A la Marquesa)

MARQUESA
Déjame en paz.

REY
¿Quieres mi brazo?

MARQUESA
Sí quiero:
pero juradme primero...

REY
¿Qué?

MARQUESA
Respetar mi antifaz.

REY
Te lo juro.

MARQUESA
Vamos pues.

HERMAN
(Con energía, a la Marquesa)
Si salís con él de aquí
no os acordéis más de mí.

MARQUESA
(Con coquetería)
Yo te amansaré después.

MARQUES
(Y es fácil que lo consiga)

MARQUESA
(Mi venganza ha de sentir)
(Saliendo hacia el jardín)

REY
Marqués, trata de impedir
que el pajecillo nos siga.

(Al paso. Vánse el Rey y la Marquesa, y Herman se precipita a la ventana)


ESCENA VII

Herman, el Marqués.

MARQUES
¿Impedirlo? ¡poco a poco,
no es tan fácil la receta!
¿Quién ahora le sujeta
si está el mozo casi loco?

HERMAN
¡Salieron! ¡suerte infernal!
mi sufrimiento se agota.
He de beber gota a gota

(Tirando de la espada)

la sangre de mi rival.

(Se dirige a la puerta del jardín)

MARQUES
Atrás el paje.

HERMAN
Traidor,
ábreme paso ó te mato.

MARQUES
Deteneos, insensato,

(Quitándose la máscara)

es el Rey el cazador.

HERMAN
¡El Rey! ¡El Rey! ¡Ah Dios mío!
¿por qué la he querido tanto?
¿Por qué su mágico encanto
sujeta así mi albedrío?
¡El Rey! es verdad, recuerdo
lo que ayer me preguntó;
y al Pardo marchar fingió...
estaban ambos de acuerdo.
Ella su honor le abandona,
y yo, necio, que creía
que su amor resistiría
al brillo de una corona.
Tanta perfidia me admira;
¡conque amor y juramento
era engaño, fingimiento;
mentira todo, mentira!
Cuando sus ojos lánguidos
fijos en mí tenía
y en sus hirvientes lágrimas
lava de amor bebía,
tinta su tez ebúrnea
de virginal pudor...
mentía la pérfida,
mentía su amor.
Cuando su acento mágico
humedecía en lloro
entre amorosa plática
un celestial «te adoro,»
como divino bálsamo
sobre mortal dolor...
mentía la pérfida,
mentía su amor.

(Cae abismado en la silla que está junto a la mesa)


ESCENA VIII

Dichos, el Rey, por la puerta del jardín.

MARQUES
¿Qué tal, señor?

REY
Más trastienda
tuvo la dama que yo.

MARQUES
¿Dónde está?

REY
Se me escapó,
pero he recogido prenda.

MARQUES
Así sabremos quién es.

REY
Voy a ver si está allá fuera;
por si por aquí volviera
guarda esa puerta, Marqués.

(Váse por el fondo)

MARQUES
Descuidad, guardo la entrada.
¡Qué abatido está el doncel!
yo lo creo, para él
es una chanza pasada.
Lo dije, con antifaz
es otra toda mujer;
ahora el Rey podrá ver
si soy ó no soy sagaz.


ESCENA IX

El Marqués, Hermn, Leonor, con su dominó y mascarilla, entrando por la puerta del jardín.

LEONOR
(Al fin volví sin ser vista,
gracias a mi dominó)

MARQUES
(Miren qué pronto volvió;
cuidado si anduvo lista)

LEONOR
¡Qué veo! Dios protector,
es mi Herman.

HERMAN
Lejos de mí.

(Con brusca ferocidad)

LEONOR
¿Por qué me tratáis así?

HERMAN
Preguntadlo a vuestro honor.

(Váse hacia el fondo, y al llegar cerca (lela puerta, cuando Leonor ha vuelto ya la espalda, se detiene)

LEONOR
¡Herman! ¡Herman! Desdichada,
y me abandona el ingrato.

MARQUES
Por mí no tengáis mal rato,

(Acercándose con misterio a Leonor)

no temáis, no diré nada.

LEONOR
¡Oh! ¡Esto es ya por demás!

MARQUES
(Voy a comenzar la chanza,
contándola en confianza
a un par de amigos no más)

(Váse por el fondo)


ESCENA X

Leonor, la Marquesa, en traje de hechicera y sin máscara, entrando por el fondo después de la primera redondilla. Herman en el fondo.

LEONOR
Aquí se esconde un arcano
que es preciso averiguar.
¿Habrán logrado indagar
la venida de mi hermano?
¡Ah! Marquesa, por piedad.

MARQUESA
¿Qué tenéis, amiga mía?

LEONOR
Sacadme de esta agonía;
decidme por caridad:
¿Habéis sido reservada
en lo que hablamos las dos?

MARQUESA
Si no lo habéis dicho vos (Cándidamente)
por mí nadie sabe nada.

LEONOR
¿Pues por qué en sus arrebatos
Herman despreció mi amor?

MARQUESA
Todos los hombres, Leonor,
son más ó menos ingratos.

LEONOR
¿Pero qué le he hecho yo
cuando tan leal le he amado?

MARQUESA
Vuestro amor le habrá cansado,
quiso romper y rompió.

HERMAN
No es verdad; yo la he querido

(Volviendo rápidamente sobre la escena)

cual nunca lo fue mujer;
ella es la que quiso romper
el lazo que nos ha unido

LEONOR
Decid, pues, vuestra querella. (Tímidamente)

HERMAN
Hay una mujer delante
y no quiero qué el semblante
se os tina en presencia de ella.

LEONOR
Basta, Herman; con una dama
mal sienta tanta doblez; (Con dignidad)
no añadáis la avilantez
de infamar a quien os ama.

HERMAN
Adiós.

LEONOR
No; dime tus quejas.
(Deteniéndole resueltamente)

HERMAN
Tu conciencia las dirá.

LEONOR
Tu olvido, traidor, será
la causa porque me dejas.

HERMAN
¡Yo traidor! ¡Tormento impío!
mi amor fue puro, sagrado;
ya que el vuestro habéis manchado,
respetad, señora el mío.

LEONOR
¡Mancharlo yo! ¿de qué modo?

HERMAN
El Rey, la arboleda umbría,
vuestro disfraz, mi agonía
lo están revelando todo.

LEONOR
¿El Rey?

HERMAN
Adiós.

LEONOR
No, detente

HERMAN
Fuisteis con él, yo lo vi.

LEONOR
Quien tal dijere de mí,
monarca ó vasallo, miente.


ESCENA XI

Dichos, el Rey, de cazador, con máscara.

HERMAN
Silencio, su Majestad.

LEONOR
Que venga, yo lo deseo.

REY
Gracias al cielo que os veo,
mi suspirada beldad.

LEONOR
Señor...

REY
Decid, ¿no gustáis
conmigo al jardín volver?

LEONOR
¿Sabéis quién es la mujer
a quien de ese modo habíais?

REY
Me está diciendo bien claro
vuestra voz ya no fingida,
que mi incógnita querida
es doña Leonor de Haro.

HERMAN y LEONOR
¡Ah!

REY
¡Qué es esto! ¡qué emoción!
mucho su cambio me admira.

HERMAN
(¡Desdichada! sólo inspira
la pobre ya compasión)

LEONOR
(De Dios sin duda
la mano airada
hirió mi frente
inmaculada.
Y en esta frente
pura, inocente,
cayó del cielo
la maldición)

HERMAN
¡Cuál duele al alma
enamorada,
ver su esperanza
evaporada!
víla riente
y de repente
llenó de duelo
mi corazón)

MARQUESA
(Su frente pura
dejé manchada
con mi venganza
precipitada;
ya la pendiente
no me consiente
ni sentimiento
ni compasión)


ESCENA XII

Dichos, el Marqués, que trae muchos caballeros murmurando en el fondo.

REY
(Por más que finja,
me desagrada
esa mudanza
inesperada;
temo que aumente
ese aliciente
la viva llama
de mi pasión)

MARQUES
(A los caballeros)
Chito, es aquella
azul tapada
la de la chanza
de la enramada.
Tengan presente
que alma viviente
debe enterarse:
con que, chitón.

CORO
Entre nosotros
queda guardada
la confianza
muy reservada;
pero es urgente
que se nos cuente
todo el misterio
sin dilación.

REY
Y bien, hermosa mía, (A Leonor)
si os pido yo el favor
de que me deis el brazo,
¿querréis?

LEONOR
Mirad, por Dios,
que sin piedad alguna
despedazáis mi honor.

REY
(Maldito si comprendo
su excéntrica aprensión.
¿Querrá embromarme ahora?)

LEONOR
Herman, escucha.

(Dirigiéndose a él solicita)

HERMAN
No.

(Con concentrada ira)

Tu mano impía
me dio a beber
del desengaño
la amarga hiel:
tú me arrebatas
mi único bien;.
pero yo, pérfida
te olvidaré.

LEONOR
Yo te lo juro
por tu querer,
que a tus amores:
no he sido infiel;
y ahora que pierdo
mi último bien,
dicen mis lágrimas
si yo te amé.

MARQUESA
(Mis pies mañana
vendrá a lamer
el que conmigo
fue tan cruel:
y en su alma virgen
con mi desdén
de amor un vértigo
encenderé)

REY
(Sin duda alguna
de parecer
habrá cambiado
por el doncel;
pero su pista
no he de perder
y en otras máscaras
la pillaré)

MARQUES
Con mi experiencia,
con mi saber,
hice en la intriga
un gran papel;
si el Rey rendirla
quiere otra vez,
los rotos vínculos
le anudaré.

CORO
Nos falta ahora
sólo saber
quién será ella,
quién será él;
si lo sacamos
de bien a bien,
para el escándalo
tendremos pie.

(Doña Leonor se desmaya, y el Rey la sostiene,  los cortesanos se acercan, y el Rey les hace una señal imperativa de despejar y el Marqués les empuja a que se vayan. Herman huye desesperado: la Marquesa contempla el cuadro con sonrisa de triunfo. Cae el telón)


FIN DEL ACTO SEGUNDO


ACTO TERCERO

Antecámara del Rey, puerta en el fondo para el exterior. — A la derecha para la cámara y a la izquierda para el interior. — Mesa a la derecha con recado de escribir.


ESCENA PRIMERA

Grupo de Caballeros, que tienen rodeado al Marqués.

CORO
La corte murmura
de aquella aventura
que anoche en las máscaras
a un noble ocurrió.

MARQUES
(Ya circuló)

CORO
(Montadnos la chanza
aquí en confianza:
¿quién era la incógnita
de azul dominó?

MARQUES
No lo sé yo.

CORO
Decidnos su nombre,
y luego el del hombre;
sabéis que aquí es lícita
la murmuración.

MARQUES
Pero chitón.
Exige el respeto
guardar el secreto.

CORO
¿Tan serio fue?

MARQUES
¡Cáspita!
prestadme atención:
más... discreción.
Figuraos que la noche
era oscura, oscura, oscura
cuando fueron las dos máscaras
a vagar por la espesura;
remedando ella a Diana,
y él al bello cazador.
El susurro de los arboles,
el silencio del retiro,
la armonía en lontananza,
el aroma del suspiro...
¿entendéis?...

CORO
Sí.

MARQUES
Pues el resto
queda al juicio del lector.

CORO
Pero el nombre...

MARQUES
No, jamás.

CORO
¿Por qué diablos lo calláis?

MARQUES
Daré señas, que podáis
conocerla por detrás.

CORO
Con muy poco que digáis
sacaremos lo demás.

MARQUES
La tapada es una dama
que luz derrama
de sus negros y rasgados
ojos de sol.
De gallardo continente,
labio riente,
aire noble y pie ligero:
tipo español.

CORO
¿Quién será tan hechicero
tipo español?

MARQUES
Donde imprime esa doncella
su linda huella,
nace un círculo de flores
en derredor,
De sonrisa que enajena,
de tez morena,
y el palacio es su morada.

CORO
Doña Leonor.

MARQUES
¡Pues yo no lo he dicho!...

CORO
Extraño capricho
que tema el escándalo
el noble Marqués.
No puede callarse,
merece contarse,
porque es una anécdota
de sumo interés.

(Vánse los caballeros por el fondo y el Marqués por la derecha)


ESCENA II

Doña Leonor, conmovida.

LEONOR
Sostenerme apenas puedo
¿Qué hice yo, pobre de mí,
para que todos así
me señalen con el dedo?
Sí: que esa villana grey
dice en su risa insolente,
en esa abatida frente
puso sus labios el Rey:
y todos aquí a porfía
fingiéndome compasión,
sin pena en el corazón,
se ceban en la honra mía.
¡Y él también, ingrato Herman,
ensordeció a mis lamentos!...
¿dónde están sus juramentos
de eterno amor, dónde están?


ESCENA III

Leonor, la Marquesa, por el fondo.

MARQUESA
¿Cómo tan triste, Leonor?
¿qué hacéis sola en la antecámara?

LEONOR
Para obtener una audiencia,
que el Rey saliese esperaba.

MARQUESA
¿Después de la triste escena
que pasó anoche en las máscaras,
pensáis aún ver al Rey?

LEONOR
Marquesa, tengo esperanza
de que sólo su justicia
puede disipar la infamia
que sobre mi frente arroja
la calumnia cortesana.

MARQUESA
No seáis tan aprensiva:
más calma, Leonor, más calma,
que eso no vale la pena
de derramar tantas lágrimas.

LEONOR
Marquesa, olvidáis que ayer
perdí la que más amaba,
que Herman me cree culpable,
que sin respeto a una dama,
hacen trizas mi opinión
como quien cuenta una chanza,
¿y tenéis aún valor
de decir a mi desgracia
que eso no vale la pena?
¡Ah! vos no tenéis entrañas.

MARQUESA
Va a marchitaros
vuestra belleza
tanta tristeza,
tanto dolor:
no lo merecen nunca
cosas de amor.

LEONOR
Si amor tan solo
la causa fuera,
triste sufriera
lodo el rigor;
pero mi frente empaña
mancha de honor.

MARQUESA
De chismes ridículos
reírse es mejor,
pues sólo desprecio
merecen, Leonor.

Imitad la huella
de la escuela mía,
que es una gran cosa
la coquetería.
Cuando algún amante
se cansó inconstante
de guardar conmigo
la jurada fe,
puedo aseguraros
que jamás lloré.

LEONOR
No sabéis la llama
que en mi pecho ardía
cuando en él cifraba
la existencia mía:
si esta ardiente pira
que su amor me inspira
no me devolviera su perdida fe,
puedo aseguraros
que yo moriré.

MARQUESA
Ha pasado ya la moda
de morirse por amor.

LEONOR
Pero no de ser honrada
quien adora en su opinión.

MARQUESA
¿Qué pensáis hacer entonces?

LEONOR
Implorar el real favor
y alcanzar que mi inocencia
brille limpia como el sol;
y a mi súplica el monarca
cederá.

MARQUESA
¿Y si no?

LEONOR
Y si no...
Buscaré de valle en valle
como cierva perseguida,
un asilo donde no halle
quien mi rostro pueda ver:
perdonando al insensato
que mis lágrimas olvida,
rogaré por el ingrato
que hoy desprecia mi querer.

MARQUESA
(Volaré de rama en rama
como leve mariposa,
abrasándome en la llama
que mi amor sabrá encender:
y en mis ojos absorbida
su mirada cariñosa,
resbalar veré la vida
en un sueño de placer)

No dudo, Leonor, que un Rey
tan galante con las damas,
a vuestra súplica acceda:
¿mas creéis que a su palabra
enmudezca la calumnia
de las lenguas cortesanas?

LEONOR
Sí, Marquesa; y si en la corte
hubiese tan viles almas,
que sin pensar lo que vale
una conducta sin mancha,
pudieran robar impunes
amor, opinión y fama,
saldría de su recinto,
y sin volver la mirada,
me iría con mi inocencia
a vivir en las montañas.

MARQUESA
Leonor, la calumnia es ave
que cuando tiende las alas
no hay quien ataje su vuelo;
es una verdad amarga.

LEONOR
Vuela con alas de cera,
y yo abrigo la esperanza,
que a la luz de la verdad
se le derritan las alas.
Guárdeos Dios.

MARQUESA
Adiós, Leonor:
(pues de esta no te levantas)

LEONOR
Perdonad, ¿su Majestad

(Al Ujier que estará a la puerta de la cámara)

se encuentra sólo en la cámara?

UJIER
Desde que volvió del Pardo,
con su ministro despacha.
y entró también el Marqués.

LEONOR
Avisadme cuando salga,
que me importa mucho hablarle.

UJIER
Id tranquila; sin tardanza
el recado os pasaré
a vuestro cuarto.

LEONOR
Mil gracias.

(Saluda a la Marquesa y se va por el fondo)


ESCENA IV

La Marquesa.

MARQUESA
Me asusta ver el baldón
que sobre ella se desploma;
¡y qué proporciones toma
la más inocente acción!
Una dama fue al jardín
con un galán, lié aquí el caso:
se murmura, y por si acaso,
siempre por la acción más ruin.
Con invenciones livianas
labrando van su deshonra...
¡anda tan ligera la honra
en las lenguas cortesanas!
A guiarlas mis consejos,
por mucho que lo quisiera,
nunca a esperar me atreviera
que hubieran ido tan lejos.
Me duele su padecer,
pero me siento cobarde
para enmendarlo: ya es tarde,
no puedo retroceder.
Adelante, ya he llegado
al final de la partida;
tengo a mi rival vencida,
y mi amor propio vengado.

(Váse por la izquierda)


ESCENA V

El Rey y el Marqués, por la derecha, y al salir se va el Ujier por el fondo.

MARQUES
Vuestra Majestad no dude
que era ella.

REY
No me convenzo;
no tiene Leonor ardid
para tanto fingimiento.

MARQUES
De vuestra real Majestad
mucho la opinión respeto,
pero de mujeres rígidas
yo sólo sé dos ejemplos,
que son vuestra augusta esposa
y la mía...

REY
(Si a lo menos
me rebajara la suya,
se acercaría a lo cierto)
¿Y cómo te explicas tú
el desesperado efecto
que mis palabras causaron
en ella?

MARQUES
Yo, señor, eso
lo explico muy fácilmente;
llegaríais vos a tiempo
que el galán le pediría
cuenta estrecha de sus celos,
él acumulando cargos,
ella negando el supuesto,
y como vos la invitasteis
a repetir el paseo,
tiró el diablo de la manta,
y se descubrió el enredo.

REY
No te creía tan lógico.

MARQUES
Pues aún tengo otro argumento:
supongamos que no hubiese
en el mundo más que un tuerto,
y que a cara descubierta
cometiese un desafuero.
Si los testigos unánimes
declarasen que al sujeto
a quien vieron in fraganti,
le faltaba un ojo, presto
sin miedo de equivocarse
sabrían quién era el reo.
En la cuestión de las máscaras
tenemos un caso idéntico:
sólo había un dominó
azul, lo tenía puesto
doña Leonor; luego era ella.

REY
Marqués, tú razonamiento
tiene poca analogía.

MARQUES
¿Por qué?

REY
Porque un ojo güero
no es cosa de quita y pon,
y un dominó puede serlo.

MARQUES
Verdad que pudiera ser:
no había dado yo en ello:
sin embargo, los indicios
son...

REY
De que hay aquí un misterio

MARQUES
Cuando vuestra Majestad
subió, si mal no recuerdo,
dijo que de la tapada
tenía una prenda.

REY
Cierto.

MARQUES
¿Pues tenéis más que sacarla?

REY
De las damas los secretos
a nadie los confío, a nadie;
y a ti, Marqués, mucho menos:
porque sé que en el hablar
eres un poco indiscreto.

MARQUES
(Me ha calado!)

REY
Sí, Marqués;
no es tu virtud el silencio.

MARQUES
(Apuesto a que con el Rey
me calumnió alguno de esos.
Además de que la prenda
no es fehaciente por completo.


ESCENA VI

Dichos, un Ujier y luego Doña Leonor por el fondo.

UJIER
Señor, doña Leonor de Haro
pidiendo está con empeño
el llegar a vuestros pies.

REY
Que entre: ahora lo sabremos

(Váse el Ujier)

LEONOR
Se ceba la malicia,

(Arrojándose a los pies del Rey)

señor, en mi decoro:
un acto de justicia
imploro a vuestros pies.

REY
(Marqués, (Bajo)
ya ves...
no lo es.

MARQUES

(Sí lo es)

LEONOR
Con cínica insolencia
me ultrajan cara a cara;
señor, por mi inocencia
volved con interés.

REY
(Marqués,
ya ves,
no lo es.

MARQUES
Sí lo es.
Tratad de sonsacarla,
veremos si se enreda,
qué tiempo de ampararla
tendréis, señor, después.

REY
Marqués,
¿no ves?...

MARQUES
Después.

REY
(Eso es)
Si no erais la dama (A Doña Leonor)
guiada por mí,
adonde fuisteis,
señora al salir?...

MARQUES
(Sin duda un remedio
buscando al esplín)

LEONOR
Al jardín.

REY
¿Al jardín?

MARQUES
(Al oído del Rey) Al jardín.

REY
¿De dónde veníais
al menos decid,
entonces, señora,
que os vide yo allí?

MARQUES
(De andar entre zarzas
cansada ya al fin)

LEONOR
Del jardín.

REY
¿Del jardín?

MARQUES
Del jardín

REY
Entonces forzoso
será concluir
que bajasteis conmigo al jardín.

LEONOR
De vuestro palacio
de oculto salí,
solitaria cruzando el jardín

MARQUES
(Como era de noche
es fácil que allí
se enredara en el vasto jardín)

REY
Id al cuarto y ved despacio
si perdisteis algo allí.

MARQUES
(Algún fleco de su traje
en las zarzas del jardín)

LEONOR
Os repito que no estuve.

REY
Pensad bien lo que decís,
porque yo de la tapada
una prenda recogí.

LEONOR
Por vos perdí un tesoro
de amor
sagrado,
a vos lavar os toca
mi honor
manchado.
Maldad
impía
ultraja la inocencia,
salvad
la mía.

REY
(No puede en ese acento
caber
el dolo:
por su inocencia debo
volver
yo solo.
Faltar
sería
a quien justicia implora
negar
la mía)

MARQUES
(Si el Rey se quedó anoche
con un
trofeo,
la va a dejar más turbia
según
yo veo:
así
se lía,
pues va a poner en claro
la picardía)

REY
Si tuvierais algún dato
para poderme probar
que no erais vos la tapada,
no habría dificultad
en deshacer el error:
mas ¿cómo hacerlo constar?

MARQUES
(Bajo al Rey)
Eso es: que presente pruebas.
si las tiene; pero ¡cá!...

LEONOR
Yo daré un dato seguro
sólo a vuestra Majestad.

MARQUES
(Tendría gracia que ahora
fuese capaz de negar)

REY
¿Marqués? (Hace señal que despeje)

MARQUES
Señor, con la reina
(No quiere que yo me entere:
eso prueba más y más...) (Váse)


ESCENA VII

El Rey, Doña Leonor.

REY
Vamos, animo, Leonor:
ya estamos solos, hablad.

LEONOR
Lo que voy a revelaros
puede costarme quizás
el perder vuestro favor:
mas fio en vuestra bondad.

REY
Si es cosa vuestra...

LEONOR
Mi hermano..
se ha atrevido a quebrantar
el destierro que le impuso
vuestro mandato real...
sólo para suplicaros,
señor, que le permitáis
pelear como soldado
y hacerse por vos matar,
para lavar el borrón
de su extravío fatal.

REY
Harto en mi indulgencia fía: (Airado)
no se lo puedo otorgar.
¿Y para eso habéis venido?

LEONOR
En eso mi prueba está.
Cuando anoche en el salón
tuvo vuestra Majestad
la dignación de invitarme,
acababa yo de entrar,
viniendo de cumplir sola
con un deber fraternal.

REY
Por servicios de su padre
harto clemente fui ya
con perdonarte la vida,
y he de hacer con él..

LEONOR
(Arrojándose a sus pies llorando)
¡Piedad!

REY
(Tras de una breve pausa: conmovido)
Alzad, Leonor, que no quiere
vuestro monarca aumentar
de una afligida doncella
el inmerecido afán.
Si esa turba cortesana,
ligera, ha osado tocar
el sagrado de vuestra honra,
Felipe os la volverá.
¡Hola! (Sale el Ujier)

UJIER
¡Señor!

REY
A la corte,
por orden mía, intimad
que sin dilación alguna
se junten todos acá.

UJIER
De la estancia de la reina
a la del príncipe van.

LEONOR
¡Ah, señor! el cielo os premie,
vuestra excesiva bondad.

REY
No es bondad, es mi deber
de caballero y no más.

(Váse el Rey por la derecha y Leonor por la izquierda)


ESCENA VIII

Caballeros y Damas, por el fondo.

CORO
Nos mandan en la cámara
penetrar:
esta llamada súbita
¿qué será?
Con apremiantes órdenes
quiere el Rey,
las damas y proceres
juntos ver.
Corren rumores válidos
por Madrid
de choques del ejército
sobre el Rhin.
En rebelión agítase
Portugal:
de aterradores síntomas
pruebas hay.
Adiós, adiós, mis trajes,
adiós, adiós, encajes,
adiós, ensueños plácidos
de dicha y de placer.
Conviene que se alcance
la paz a lodo trance;
conviene en baile y música
la vida entretener.


ESCENA IX

Dichos, Leonor por la izquierda, Herman abatido, y la  Marquesa por el fondo, y el Rey por la derecha, en este orden: Rey, Leonor, Herman, Marquesa y Coro, que a la salida del Rey formará en ala desde la puerta del fondo hasta la izquierda de la embocadura.

REY
¿Qué tienen mis cortesanos
que están de tan mal humor?
¿Por qué esas caras tan tristes?

CABALLERO
Nuestra lealtad se alarmó...

REY
¿Temiendo que no haya bailes?
Desechad vuestra aprensión;
sólo para hablar de máscaras
vuestro monarca os llamó.

CABALLERO
¡Sólo para hablar de máscaras!
(Bajo a las damas, que se animan al oírlo)

REY
Oídme con atención. (Se sienta)
En el sarao de anoche
cierto noble cazador,
acompañó a los jardines,
con hidalga distinción,
a una dama disfrazada
con un azul dominó.
Como el disfraz de una bella
es sagrado, prometió
no atentar a él, y me han dicho
que cumplió la condición
con el respeto que suele
un caballero español.
Naturalmente, señores,
la simpática impresión
que hizo en el galán la dama,
de tal manera excitó
su curiosidad, que al cabo
cediendo a la tentación,
disculpable en estos casos,
de saber con quién habló
para conocer más tarde
a joya de tal valor,
del bolsillo con gran tiento
una prenda le quitó.

MARQUESA
(Mi pañuelo, que no tiene
armas, cifra, ni blasón)

REY
La maledicencia, que
con denigrante color
da a las cosas más sencillas
torcida interpretación,
parece que por su cuenta
la aventura comentó
dando un siniestro celaje
a tan inocente acción.
El noble se me ha acercado
lleno de pena y temor
al ver el torcido sesgo
que ha tomado esta cuestión,
y hé aquí en pocas palabras
lo que he contestado yo:
El fingir aquí misterios
es aumentar el valor
de los necios comentarios
que hace la murmuración.
La dama sabe de sobra
cómo el galán se portó,
y el camino más sencillo
es apelar a su honor:
pues no habiendo habido allí
ni una sombra de baldón,
no querrá hacer víctima a otra
de injusticia tan atroz:
y al daros este consejo
tan seguro de ello estoy,
que si me dais vos la prenda
yo haré la devolución.
Entonces mi noble amigo
este pañuelo me dio,
que ahí tenéis, y a su dueña
ruego deshaga el error. (Lo da a Leonor)

LEONOR
Señor, yo no le conozco. (Examinándole)

MARQUESA
Yo tampoco. (Id)

DAMA 1ª
Ni yo. (Id)

DAMA 2ª
Ni yo. (Id)

REY
(¡Saldrá vana mi esperanza!)

(Sigue el pañuelo de mano en mano señalando con  la cabeza que no le conocen)

HERMAN
(La va a matar su rubor)

REY
(¿Habré yo comprometido
sin quererlo su opinión?)

LEONOR
(Dios mío, ¿me dejareis
despreciada y sin honor?)

MARQUESA
(El momento es decisivo:
serenidad, corazón)


ESCENA ULTIMA

Dichos, el Marqués saliendo.

MARQUES
No he podido venir antes:
me ocupó la reina.

MARQUESA
(¡Oh! Dios) (Azorada)

MARQUES
¡Hola! (Veo que mi dádiva

(Acercándose al grupo que contempla el pañuelo)

ha llamado la atención)

DAMA
¡Qué bonito es!

MARQUES
Pero caro: (Satisfecho)
cien escudos me costó:

(Al oír esto, todas las miradas su fijan en el Marqués y empieza entre los cortesanos una viva murmuración)

no hay otro en Madrid.

REY
Marqués,
¿qué dices?

MARQUES
Nada, señor,
estaba diciendo el precio
que el flamenco me llevó
por ese pañuelo.

REY
¿Es tuyo?

MARQUES
Es el que tuve el honor
de regalar a mi esposa,
que en el baile lo estrenó.

REY
¡Es aquel! ¿eh? ¡a ver, a ver!

(El Marqués lo trae y todos se acercan)

¡buen bordado, vive Dios!

MARQUES
Los flamencos llevan eso
a la última perfección...
Si es de vuestro real agrado...

REY
Gracias.

MARQUES
(¡Qué efecto causó!)

HERMAN
Ah Leonor, no me rechaces.

LEONOR
No merecieras perdón.

REY
Recibe mi enhorabuena;
y a vos también os la doy

(Dirigiéndose a la Marquesa por delante de  todos)

y os suplico (Al oído) que mañana
presentéis la dimisión.

(Dándole el pañuelo)

MARQUES
(Qué satisfecha está ahora)

REY
Buen golpe has dado. (Al Marqués)

MARQUES
¡Señor!...

(Inclinándose satisfecho)

REY
¿Sabes, Marqués, que la de Haro
no era la del dominó (Bajo al Marqués)
que fue conmigo al jardín?

MARQUES
¿De veras?

REY
No era Leonor:
te engañó allí tu experiencia.

MARQUES
¿Con que entonces eran dos
las damas azules?

REY
Justo.

MARQUES
Pues no caigo ahora yo
en quién pudo ser la otra.

REY
Y perderá mi favor
el que intente averiguarlo.

MARQUES
Pues punto en boca y chitón.
(Qué diablo de enredo es este!...

(Vuelve la vista a la izquierda y al ver a Herman a su lado)

Ya caigo, lo dice por...

(Señalando a Herman)

y él se casará tan fresco
y sin pizca de aprensión... (Pausa)
¡Qué talento tiene el Rey!)

HERMAN
¿Me permitiréis, señor,
pediros hoy una gracia?

REY
Pídeme aunque sean dos.

HERMAN
Sólo de Leonor la mano.

MARQUES
(¿No lo dije?)

REY
Te la doy.
¿Y vos, no me pedís nada? (A Leonor)

LEONOR
Yo, de mi hermano el perdón.

REY
Perdonado, y vaya al campo
a reconquistar su honor.

MARQUES
(Al Rey, con mucho misterio)
Señor, vuestra Majestad
sabe más que Salomón.

REY
Todos están satisfechos:
¿y tú?...

MARQUES
¡Vaya si lo estoy!
pero me viene a las mientes

(Con malicia señalando a Herman)

aquel refrán español,
que el último que sospecha
siempre es el paciente Job.

REY
Difícilmente en tu vida
dirás un chiste mejor.

MARQUES
(Al oído de la Marquesa)
Qué buen marido
hará el doncel,
lo saben lodos
excepto él;
pero silencio
por caridad,
que así lo manda
su Majestad.

MARQUESA
Ya que sabida (Bajo al Marqués)
la intriga fue,
calladla a todos,
señor Marqués;
porque es muy fácil
si de ello habláis,
que os pida cuenta
su Majestad.

CORO
Ya que sabida (En murmuración)
la intriga fue,
murmuraremos
del buen Marqués.
De boca en boca
la chanza irá
sin que se entere
su Majestad.



FIN


Información obtenida en:
https://archive.org/details/eldominazulzarzu00arri

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