La Fragua de Vulcano (Libreto)



LA FRAGUA DE VULCANO



Zarzuela en un acto, dividido en tres cuadros.

Original de Manuel Linares Rivas.

Música del maestro Ruperto Chapí.

Estrenada en el Teatro de Apolo la noche del 11 de Diciembre de 1906.


REPARTO (Estreno)

La Primorosa - Srta. Pino.

Engracia - Srta. Palou.

Dionisia - Sra. Vidal.

Mercedes - Srta. Amorós.

Carmen - Sra. Torres.

Moza 1ª - Srta. Moreu.

Moza 2ª - Srta. Espinosa.

Zíngara 1ª - Srta. Carceller.

Zíngara 2ª / Una Chiquilla - Srta. Fernández.

Una Chiquilla - Niña Peló.

Vulcano - Sr. Ruiz de Arana.

Rufino - Sr. Carreras.

Marcial - Sr. Mihura Alvarez.

Jacobo - Sr. Lecha.

Un Cura / Pedro - Sr. García Valero.

Un Voceador - Sr. Carrión.

Mozo 1º - Sr. Soriano.

Juan - Sr. Rodríguez.

Mozo 2º - Sr. Isbert.

Blas - Sr. Sánchez.

Herrero 1º - Sr. Gordillo.

Zíngaro 1º - Sr. Márquez.

Zíngaro 2º - Sr. Valverde.

Zíngaras, zíngaros, mozas y mozos.

La acción en Villaserena, pueblo ideal de Castilla. —Epoca actual (La del estreno)


ACTO UNICO


CUADRO PRIMERO

La izquierda una casa de planta baja y un piso con un martillo que hace frente al público. Las ventanas encuadradas de hiedra. En el piso primero una ventana grande practicable. Una gran puerta, y sobre ella un letrero que dice: Vulcano. (Herrero). A los lados de la puerta dos grandes anillas; a la derecha de la misma un banco de piedra que corre hasta el final del martillo. Por detrás de la casa viene la carretera que desaparece por la derecha, bordeándola arboles. Al fondo, afueras de un pueblo. Es de día, por la mañana, con mucho sol.


ESCENA PRIMERA

Engracia en la ventana y Marcial al pie.

(Música)

MARCIAL
(Al levantarse el telón, después de observar por todos lados y como continuando una conversación)
Lo que yo te digo
es que sólo pienso
en hablar contigo;
y si por la tarde
vas de romería,
¿quieres que te aguarde
donde el otro día?

ENGRACIA
Ya te he contestado
que no sé si el tío
estará ocupado;
pero por si acaso
voy de romería,
sal a nuestro paso
donde el otro día.

MARCIAL
Y si te busco y te encuentro,
y si te llevan y vas,
¿supongo que al acercarme
tú ya no te enfadarás?

ENGRACIA
Si es que me llevan y voy,
y si me llego a enfadar,
no es porque andes tú a mi lado,
es que no dejas andar.

MARCIAL
Tan arrimaditos...

ENGRACIA
¡Eso está muy feo!

MARCIAL
Pues aun hay distancia
para mi deseo.

ENGRACIA
Si fueras prudente...

MARCIAL
Me llamabas soso
y además perdíamos
un tiempo precioso.

ENGRACIA
Júrame que hoy
has de ser formal.
¡Mira que no voy!
¡Júralo, Marcial!

MARCIAL
Juro que me gusta
Juro que te quiero.
Y a solas contigo
juro estarme quieto.

ENGRACIA
Mira, Marcialito;
Marcialito, mira,
que otras muchas veces
has dicho mentira;
y es muy posible que hoy...

MARCIAL
Posible.

ENGRACIA
¡Mira que no voy!

MARCIAL
Vas.

ENGRACIA
¡Mira que no voy!

MARCIAL
Sí vas.

ENGRACIA
No voy. No voy.

MARCIAL
(Encaramándose hacia la ventana)
¿Quieres que
suba un momento?

ENGRACIA
(Viendo aparecer a Vulcano por la puerta y retirándose rápidamente de la ventana)
¡Ay!

(Termina la música)


ESCENA II

Marcial y Vulcano, por la puerta de la herrería.

(Hablado)

VULCANO
(Después de contemplarle un rato sonriendo) ¿Qué haces ahí?

MARCIAL
(Confuso) Aquí... ¡Qué bonita está la hiedra! ¡Qué bien recortada!

VULCANO
¿Te gusta? Llévatela. (Bondadoso)

MARCIAL
(Bajando) ¿Que me la lleve?

VULCANO
Sí; cásate.

MARCIAL
¡Padrino!

VULCANO
Que viváis muchos años, que tengáis muchos hijos, que seáis muy felices...

MARCIAL
Y colorín colorao.

VULCANO Si el cuento no le acabas siendo felices, no sabes contar cuentos.

MARCIAL
Verdad, padrino; que seamos muy dichosos al lado de usted...

VULCANO
Y colorín colorao. Si estás decidido, cásate pronto; te lo aconsejo por mi egoísmo.

MARCIAL
¡Egoísmos en el hombre más bueno y más...! ¿Por qué le llamarían a usted Vulcano si
no...?

VULCANO
¡Por mi oficio, por mi fragua!

MARCIAL
¡Y porque hace usted más bondades al pueblo! Y el pueblo le quiere a usted como a
un Dios.

VULCANO
¡Dios y herrero, Vulcano tenía que ser! Y bien sabe Dios —otro Dios— que no era este oficio mi vocación de muchacho.

MARCIAL
¡No se quejará usted! Trabajo, el que usted quiera y consideraciones, no hablemos. No hay pleito que usted no resuelva, ni enfermedad que a usted no le consulten, ni boda en que no sea usted testigo...

VULCANO
(Interrumpiendo) Si yo supiera lo que esta buena gente se figura que he aprendido en mis correrías, era más sabio...

MARCIAL
¡Qué Merlín!

VULCANO
Para no llevarte la contraria, pongamos a Merlín de sabio también. Lo dicho, ahijado, te conviene a ti, aparte de que te llevas una buena muchacha, porque el casarte ahora, te evita el casarte después, y los malos tragos...

MARCIAL
Pronto.

VULCANO
Engracia es huérfana, no tiene a nadie más que a mí.

MARCIAL
Y usted le basta.

VULCANO
Si lo creyeras no andarías rondando. Al traerla de Madrid, murmuraron algo los buenos vecinos: «Esta sobrina, de un hermano que aquí no conocían, ¿sería sobrina?» Es ya una mujer sanota y guapa, y los buenos vecinos murmuran otro poco: «Esta sobrinita, ¿no será un buen bocado para el tío?»

MARCIAL
No hay que hacer caso.

VULCANO
Necesito una familia a mi lado. Mientras somos jóvenes, a todos —incluso a los casados— les gusta vivir como solteros; pero pasando los cuarenta y cinco, los cincuenta, cuando uno declina y cae, todos los hombres son casados, incluso los solteros. Y el que no tiene hogar propio, se instala en casa de familia ajena, ó trae la familia ajena a su casa.

MARCIAL
Usted es muy joven.

VULCANO
Puedo creérmelo y aun sería peor. Nos conviene a todos esta boda. Casaos, sed buenos y a vivir.

MARCIAL
¿Lo digo?

VULCANO
Díselo cuando quieras.

MARCIAL
Pues hoy. ¿Me manda usted algo?

VULCANO
Nada. Que seáis felices... y colorín colorao.

MARCIAL
(Abrazándole) Colorín colorao. Padrino, adiós.

VULCANO
Adiós, ahijado. (Vase Marcial por la derecha; Vulcano le mira alejarse sonriendo)


ESCENA III

Vulcano y Engracia, en la ventana.

ENGRACIA
(Con mucho mimo, llamándole) Tiíto... tiíto... tío. (Vulcano vuelve la cara) Buenos días.

VULCANO
(Acercándose) Buenos días, sobrina. Hablé con Marcial.

ENGRACIA
¿Con quién, tiíto? ¡Tiíto!

VULCANO
Sobrinita, si vas a mentir en todo, no te digo nada.

ENGRACIA
¡Ay, tiíto!

VULCANO
Lo que hay es que Marcial me parece un chico excelente; el resto de la conversación, ya te lo dirá él.

ENGRACIA
¿Marcial?

VULCANO
¿No sabes quién es?

ENGRACIA
Marcial, tu ahijado.

VULCANO
No; Marcial, tu novio.

ENGRACIA
¡Ay, tiíto!

VULCANO
Hay, sobrinita, hay.


ESCENA IV

Vulcano y Un Cura, que sale por la izquierda, cubriéndose con su quitasol y desaparece por la derecha. Durante esta escena, Engracia se retira de la ventana, cierra ó corre una cortina y baja para salir escena.

CURA
Vulcano, buenos días.

VULCANO
Buenos, señor cura. ¿Ya se despachó la obligación?

CURA
(Deteniendo su marcha un momento) Aún no; voy a desayunar ahora.

VULCANO
Pero ya se dijo la misa.

CURA
Esa es la devoción.

VULCANO
Así está mejor clasificado. Vaya, vaya a la obligación y que aproveche. (El cura le hace un saludo de despedida con la mano y desaparece)


ESCENA V

Vulcano y Engracia, ya en escena.

ENGRACIA
(Muy melosa) Tío, creo que hay romería esta tarde.

VULCANO
(Id) Sobrina, creo que te llevaré.

ENGRACIA
(Abrazándole) ¡Qué bueno eres!

VULCANO
Complaciéndote en todo... Anda, arregla la casa y luego arréglate tú. Ponte bien guapa.

ENGRACIA
¿Podré?

VULCANO
Podrás, podrás.

ENGRACIA
(Después de medio mutis) Hoy para el almuerzo tienes crema de café.

VULCANO
Venga la golosina; pero la crema no es un postre, es una adulación.

ENGRACIA
¡Tiíto!

VULCANO
Anda, anda a tu obligación. (Acompaña a Engracia hasta la puerta; ella desaparece y él se vuelve al oír la voz de Dionisia)


ESCENA VI

Vulcano. Dionisia por el último término derecha.

DIONISIA
Don Vulcano.

VULCANO
¡Señora Dionisia!

DIONISIA
¿Me oye una palabra, don Vulcano?

VULCANO
Las que quiera, pero sin tratamiento; que no liga bien el don con el apodo.

DIONISIA
Es respeto.

VULCANO
Aunque sea; a los dioses hay que tratarlos con más confianza: ya están acostumbrados.

DIONISIA
Vengo con mucho apuro; vamos a peor en lo de la hija.

VULCANO
¿Qué dice el doctor?

DIONISIA
Que no hay cuidado, pero yo la veo cada vez más caída, y la verdad, para las enfermedades, yo no me fío del médico.

VULCANO
Quizá tenga usted razón, porque después de todo, es en lo único en que se pueden equivocar.

DIONISIA
Y quisiéramos que usted nos hiciera el favor de ir a verla.

VULCANO
Yo no he estudiado, ni ejerzo esa carrera.

DIONISIA
Por eso tenemos más fe, señor.

VULCANO
¡Pero Dionisia!

DIONISIA
Es como lo oye. Usted va, la mira y si conoce de lo que sufre, con el talento que tiene, la cura.

VULCANO
¡Igual y mejor les sirve el médico!

DIONISIA
¡Ay, no! Siendo del oficio, siempre que van, recetan. Y sobre lo que pasa ya la pobre, si le dan medicinas para curar de lo que no padece, aunque no se muera de la enfermedad, se muere de las medicinas. ¡Ay, señor, vaya por caridad!

VULCANO
Bueno, la veré.

DIONISIA
Si usted no sube al cielo vestido y calzado, no hay justicia, don Vulcano.

VULCANO
Tendré que cambiar el nombre: Vulcano, no es para el santoral.

DIONISIA
Los hay más enrevesados.

VULCANO
Este es nombre pagano, de infiel.

DIONISIA
¡Usted siempre sale con alguna broma! ¿Por qué le ha de ir mal San Vulcano?

VULCANO
¡Puede que no vaya, mal! (Quedan hablando un momento y vase Dionisia foro derecha)


ESCENA VII

Vulcano; por la carretera de izquierda a derecha, Mozas 1ª y 2ª con las cestas en la cabeza. Rufino, que al cruzar con las mozas, le toca la cara a la primera.

MOZA 1ª
Haga usté el favor, ¿eh?

RUFINO
Ha sido sin querer.

MOZA 1ª
¡Habrase visto el mico este!

MOZA 2ª
El tío asqueroso.

RUFINO
¿Y todo por qué? (volviendo a tocarla) Por un cariñito. (Ellas le pegan, se le caen las cestas. Rufino las abraza y escapa al lado de Vulcano)

VULCANO
¡Que siempre has de armar camorra! Y ya tienes años para dejar quietas a las mujeres.

RUFINO
Es lo mismo que yo deseo: que se estén quietas.

MOZA 1ª
Podía usté ayudarnos siquiera a coger las nueces.

RUFINO
¡Pobrecitas! (A Vulcano) Ven tú también. ¡Te advierto que son más duras!

VULCANO
Las nueces; ya lo sé.

RUFINO
Vamos. (Ayudan a las mozas a recoger las nueces caídas)

VULCANO
Tarde volvéis del mercado.

MOZA 1ª
Llevamos las dos cestas para casa del señor abad; van vendidas.

RUFINO
Y vosotras también.

MOZA 1ª
En seguida.

RUFINO
Por cuestión de tiempo, ya no disputo. (Vulcano ayuda a la Moza 2ª a poner la cesta sobre la cabeza)

MOZA 2ª
Dios se lo pague.

MOZA 1ª
(A Rufino) Eche una mano, hombre.

RUFINO
(Tratando de abrazar) Las dos.

MOZA 1ª
(Dándole un manotón) A la cesta.

VULCANO
(Ayudándola) Arriba.

RUFINO
(Abrazándola) Muchos recuerdos al señor abad.

VULCANO
(Separándole) Déjalas seguir su camino. (Avanzan los dos al proscenio)

RUFINO
¿El domingo volveréis al mercado?

MOZA 2ª
¿Qué le importa?

RUFINO
En mi casa —San Francisco, doce,— compro todas las nueces que lleven.

MOZA 1ª
Bueno, se lo diré a mi marido para que las lleve. (Medio mutis)

RUFINO
¡Chica... chica... muchacha!

MOZA 1ª
(Deteniéndose) ¿Qué quiere, hombre, qué quiere?

RUFINO
Al marido, que no las lleve.

MOZA 1ª
Bueno; entonces Salud. (Vanse las Mozas por la derecha)


ESCENA VIII

Vulcano y Rufino.

VULCANO
¡Te vas a encontrar más de lo que busca?.

RUFINO
¡Cá! ¿Sabes que lo de la estanquera sigue admirablemente? Esa cae.

VULCANO
Mientras se levanta, voy a trabajar un poco.

(Medio mutis a la herrería)

RUFINO
Aguarda, aguarda, ¿y mi asunto?

VULCANO
(Volviendo) ¿Aún insistes?

RUFINO
¡Claro! Lo que pido, para ti que eres tan hábil, es un juego de niños, y si quieres...

VULCANO
Quiero. No olvido que un día acudí a ti, necesitando veinte duros...

RUFINO
Me gusta hacer favores siempre que puedo y a todo el mundo. La diferencia está en que a los hombres les exijo que sean amigos; y a las mujeres, aun siendo desconocidas...

VULCANO
¡Tu conversación no sale de un terreno!

RUFINO
Como que no hay más que hombres y mujeres; tal vez pocas mujeres.

VULCANO
Probablemente; sólo tiene demasiado el que tiene una sola.

RUFINO
Esa es la infamia que pretenden conmigo el padre y los hermanos de la Nicolasa; aquella del lunar en... (Va hablarle al oído)

VULCANO
(Interrumpiéndole) Ya recuerdo en dónde; continúa.

RUFINO
Andan tras de mí para que me case y ú no que van a hacer y acontecer...

VULCANO
¿Y te ha entrado miedo?

RUFINO
Miedo precisamente...

VULCANO
Prudencia.

RUFINO
Esa es una palabra más elegante. No me asusta nadie que venga de frente; pero por la espalda... ¿Comprendes?

VULCANO
Comprendo.

RUFINO
Una traición... Y tú puedes prevenirme de ella, haciéndome lo que te pedí.

VULCANO
(Riendo) ¡Lo que pides!

RUFINO
Sí, la coraza.

VULCANO
Y vas a salir por las calles con armadura y casco y...

RUFINO
Te consta que no es eso.

VULCANO
Ya sé; quieres un peto y espaldar flexible, que puedas llevarlo oculto...

RUFINO
Y que sea invulnerable. No digo a un cañonazo, que me llevaría por los aires con coraza y todo...

VULCANO
¿Por qué no lo dices?

RUFINO
Por no comprometerte demasiado. Pero sí que resista a un puñal y a la bala de uno de esos pistolones viejos que usan los mozos por aquí.

VULCANO
¿Y te pasaría el miedo?

RUFINO
Hemos quedado en que no era miedo.

VULCANO
Te pasaría la prudencia.

RUFINO
De primera intención, al suegro y a los cuñados de la mano izquierda, les daba una mano derecha de puñadas...

VULCANO
(Sonriendo) (¡Valdrá la pena de verlo!)

RUFINO
¿Eres mi amigo, Vulcano?

VULCANO
Lo soy, Rufino.

RUFINO
¿Y la coraza? (Vulcano sonríe pensativo) ¡Vulcano!

VULCANO
Pasado mañana.

RUFINO
(Abrazándole) ¿Invulnerable? ¡Si aciertas, para mí serás como un Dios!

VULCANO
Y para todos; ¿no soy Vulcano?


ESCENA IX

Dichos y Herrero 1°.

HERRERO 1º
(Saliendo por la puerta de la herrería) Maestro, ¿paramos la fragua?

VULCANO
No, ya Voy. (Vase el Herrero. A Rufino) Entra si quieres.

RUFINO
¿Será difícil forjar esa pieza?

VULCANO
¡No! Sanarte de tus temores y a la hija de Dionisia sanarla de sus desconfianzas, no es cuestión de fragua ni de ciencia, si no de voluntad. (Riendo)

RUFINO
¿Te burlas?

VULCANO
Pasado mañana lo verás, no es largo el plazo.

RUFINO
¡Cómo te ríes!

VULCANO
¿Y qué? Riendo también se pueden decir las cosas serias. ¿Entras?

RUFINO
Tendré que probármela para que vaya bien ceñida. (Mutis los dos a la herrería. Rufino hablando muy vivo y Vulcano sonriente y bondadoso)


ESCENA X

De izquierda a derecha, vienen Zíngaros 1º y 2º y tras ellos, un poco separados, un grupo de Zíngaros y Zíngaras, con sus cachivaches a la espalda, sus grandes calderos y un borriquillo cargado de trebejos. Entre el grupo, vienen Primorosa, Zíngara 1ª y Zíngara 2ª.

(Música en la orquesta)

ZINGARO 1°
Aquí hay sombra y el agua está cerca.

ZINGARO 2º
Pues aquí.

ZINGARO 1º
(A los otros) Ya podéis coger ramas y encender el fuego. (Siguen los dos por la derecha)

ZINGARA 1ª
¡Vaya un sitio hermoso para descansar!

PRIMOROSA
(Que sale con un cántaro en la mano ) Que más da. ¡Para lo que estamos en todas partes!

ZINGARA 1ª
No lo pienses y canta.

ZINGARO 2º
Canta, mujer, canta.

PRIMOROSA
Pues Sigamos. (Forman dos grupos; las mujeres, sentadas en el suelo; los hombres, unos se sientan en piedras figuradas que hay bajo los árboles y el resto, después de descargarlo del borriquillo que se llevan por la derecha, arman un trípode de grandes palos, de cuyo vértice pende una gruesa cadena y de ésta una gran olla y todos se ocupan de preparar el rancho, ellas pelando hortalizas, que son transportadas al perol, en cestas por un par de mujeres. Primorosa, deja su cántaro en el grupo de la derecha. Ellos atienden al fuego figurado)

(Cantado)

PRIMOROSA
Dale al aire, dale al aire,
dale las penas al aire,
que él a veces se las lleva
y ya nunca te las trae.

CORO
Dale al aire, dale al aire,
etc., etc.

PRIMOROSA
Sitio donde yo descanso,
¡qué me importa cómo seas,
si ya a la tarde ó mañana,
no querrá Dios que me veas!
Caminante.

CORO
Caminante.

PRIMOROSA
No te burles de mi vida,
que solo por ser errante,
ya la llevo maldecida.
Se ríen de que me ría,
pero sin casa ni hogar,
aunque ya tuviera penas,
¿dónde las iba a guardar?

(Transición)

Dale al aire, dale al aire,
dale las penas al aire,
que él a veces se las llevas
y ya nunca te las trae.

CORO
Dale al aire, dale al aire,
etc., etc.

PRIMOROSA
No sé en qué tierra del mundo
dejé un amor olvidado,
y de todos mis amores
ese es el mejor pagado.
Caminante.

CORO
Caminante.

PRIMOROSA
No te burles de mi vida,
que solo por ser errante
ya la llevo maldecida.

Los hombres que a mí me quieren
no sé cómo me querrán;
me ven que vivo arrastrada
y me dejan y se van.

(Transición)

Dale al aire, dale al aire,
dale las penas al aire,
que él a veces se las lleva
y ya nunca te las trae.

CORO
Dale al aire, dale al aire,
etc., etc.

TODOS
Dale al aire, dale al aire,
dale las penas al aire,
etc., etc.

(Se repliega todo el grupo a la derecha)

PRIMOROSA
Los hombres que a mí me quieren
no sé cómo me querrán;
me ven que vivo arrastrada
y me dejan y se van.

(Se acerca poco a poco a coger su cántaro)


ESCENA XI

Dichos, Vulcano y Rufino de la herrería. Vuelven a salir los Zíngaros 1º y 2º por la derecha.

(Hablado)

RUFINO
¡Chico, mujeres!

VULCANO
Mujer: una.

RUFINO
La del cántaro.

VULCANO
Esa. (Quedan contemplándola desde la puerta)

ZINGARO 1º
(Saliendo y seguido del otro y empujando a Primorosa violentamente) Vamos por agua, que hace falta.

VULCANO
(Compadecido, queriendo intervenir, pero detenido por Rufino) ¡Hombre, hombre!

ZINGARO 1º
No se mezcle usté donde no le llaman Y esta ya va acostumbrada.

PRIMOROSA
(Sombría) Sí; ya estoy acostumbrada.

ZINGARO 1º
(Amenazándola con el látigo que lleva en la mano) ¡Que no lo diga otra vez!...

VULCANO
¡Da lástima!

RUFINO
Yo la consolaré. (Primorosa echa a andar hacia el foro izquierda y Rufino se interpone, queriendo coger el cántaro) ¿Llevamos el cántaro entre los dos?

PRIMOROSA
(Airada) ¿Y por qué lo hemos de llevar?

RUFINO
Déjate de querer, tonta. (Queriendo tocarla)

PRIMOROSA
(Retirándose un poco) Pero, ¿usted se ha creído que soy camino real para que me pisen todos ó mora de zarza para que me coja el primero que pase?

RUFINO
No hay para enfadarse. (El mismo juego)

ZINGARO 1°
(Interviniendo) Eh, pocas bromas con la Primorosa.

RUFINO
También el nombre me gusta.

PRIMOROSA
Deje usté paso. (Rufino se aparta y Primorosa pasa por delante de él y de Vulcano, que admirado ha ido subiendo al foro contemplándola. Empieza la música; al llegar cerca de las laterales izquierda, Vulcano habla)

VULCANO
(Con dulzura) Que Dios te guarde, Primorosa.

PRIMOROSA
(Se vuelve, mirándole un momento, sorprendida de aquella voz que la habla bondadosa, y sonriendo dice:) ¡Que Dios le guarde, Señor! (Continúa su marcha: Vulcano la mira sonriendo, sin moverse; cuadro mientras va cayendo el telón de cuadro)


(MUTACION)

(Intermedio musical)

Durante él y a su tiempo, se levanta el telón y se hace la Mutación.


CUADRO SEGUNDO

Telón que representa la feria. Línea de barracas que se pierde en las laterales de ambos lados. En el centro, entrada practicable con pequeña gradería que da paso a un cinematógrafo, del cual debe verse el órgano que en dichos sitios se usa y las puertas de entrada. A la derecha de este cinematógrafo, una fotografía ambulante, y a la izquierda una barraca de muñecos del «Pim-pampum.» Todo alumbrado con focos y lámparas eléctricas. Es de noche.

(Sigue la Orquesta)

Al levantarse el telón, aparece la escena llena de personas que recorren las barracas, y delante del cinematógrafo un compacto grupo que escuchan a Un Voceador que de cuando en cuando agita una campanilla para llamar la atención.

VOCEADOR
(A su tiempo, durante el piano de la orquesta) Adelante, señores, adelante. ¡Gran exhibición de vistas nunca vistas! Por dos perros grandes, adelante. Parece mentira... (Interrumpe  para dar y cobrar un billete) Parece mentira... (se interrumpe de nuevo) Parece mentira, pero no lo es. ¡Grandioso espectáculo! Lo han visitado personalmente el Emperador de Alemania y el Presidente de la gran República Francesa. (A un Aldeano que le pregunta) Dos perros grandes, sí, señor. (Entra el Aldeano) Que se va a empezar. Con el mísero precio señalado, pierde dinero la empresa, aunque venga gente, pero como perdería más si no viniera, adelante, señores, adelante. (Fuerte en la orquesta) Que se va a empezar. (Toca la campanilla) Que se empieza. Pasen, pasen. (Entran unos cuantos y el resto se dispersa.

(Cesa la música)


ESCENA II

Pedro, Blas y Juan, por la izquierda.

(Hablado)

BLAS
¿Y dices que fue Rufino?

PEDRO
Rufino, (Forman un grupo en primer término izquierda) hace ocho días. Por si había de jugar el as ó el rey, cogió una banqueta y en menos que lo cuento, no quedó un alma en la taberna.

BLAS
¡Pero si Rufino era un cobarde!

PEDRO
Sería; ahora no hay quién pueda con él.

JUAN
Lleva cuatro meses como si tuviera el demonio en el cuerpo.

PEDRO
¡Y lo tiene! ¡Ha hecho pacto con el enemigo malo!

BLAS
¿De veras?

PEDRO
¿Cómo lo explicas si no? ¿Te acuerdas de aquellos zíngaros que pasaron por el pueblo hace cuatro meses? Pues aquéllos le vendieron el filtro.

BLAS
¿De veras?

PEDRO
¡Vaya! El señor cura le quiere excomulgar..

BLAS
¿Sí?

PEDRO
Y el ama también le quiere. Os digo que es un infierno el pueblo con ese hombre. Todos los mozos atemorizados, todas las mozas, locas por él...


ESCENA III

Dichos, Dionisia y Carmen, por la derecha.

DIONISIA ¿De quién habláis?

JUAN
De Rufino. (1)

(1) Siempre que hablan los hombres de Rufino, con cierto temor supersticioso.

CARMEN
¡Qué simpático es!

DIONISIA
Calla; no lo digas de ese demonio.

PEDRO
(A Blas) ¿Lo ves? (Forman todos un grupo)

DIONISIA
La señora Francisca me ha contado que el miércoles, estando ella asomada, pasó el Rufino, y al decirla: «Buenas noches», como ella está ya prevenida, le contesta: «Ave María».

BLAS
¿Así?

DIONISIA
Así. Y me dijo la Francisca, que a lo lejos, en lo obscuro de la calle, vio como llamas de fuego que salían del cuerpo de Rufino.

PEDRO
¡Tendrá un demonio incandescente!

DIONISIA
¡A ver qué hombre se le atreve! ¡Pa condenarse! De un puñetazo mata a cualquiera.

PEDRO
Y muriendo en pelea con el enemigo...

DIONISIA
Apártense del Rufino.

BLAS
Y tú, Carmen, ¿ya estás bien?

CARMEN
Gracias a Dios.

DIONISIA
¡Y a don Vulcano, que es más bueno!... Desde que la visitó, la enfermedad y los médicos, nos dejaron en paz.

BLAS
Ese sí que es una persona de bien.

DIONISIA
Pero otra suerte merecía.

PEDRO
Y no la de haber caído en las garras de esa pícara.

BLAS
Esa pícara Primorosa.

DIONISIA
Fue un dolor que esa mujer se quedara en el pueblo.

PEDRO
Por los cuartos que soltó el señor Vulcano a aquella cuadrilla.

DIONISIA
(Avisando para que callen) ¡Chis!


ESCENA IV

Dichos, Vulcano y Primorosa. En seguida Rufino. Vulcano y Primorosa, salen por la izquierda y pasan por detrás del grupo, hacia la derecha, recorriendo la feria.

DIONISIA
(Al tiempo de pasar) Buenas noches, don Vulcano.

VULCANO
Buenas noches.

RUFINO
(Saliendo por la derecha, y al encontrarse con Vulcano) ¡Hola! ¿Queréis una copita y unos buñuelos?

(Vulcano consulta con Primorosa)

PRIMOROSA
Es temprano.

VULCANO
Lo que tú digas.

RUFINO
Lo que ella diga. ¡Como siempre!

VULCANO
(Sonriendo bondadoso) Como siempre. (Vanse por la derecha. Rufino se incorpora, por detrás de todos, al grupo de la izquierda, que están hablando en voz baja)


ESCENA V

Dionisio, Carmen, Rufino, Pedro, Blas y Juan.

DIONISIA
¡Y no le dará vergüenza ir públicamente con ella!

PEDRO
Ceguera, doña Dionisia; ceguera de hombre por mujer.

DIONISIA
¡No me lo explico!

RUFINO
(Interviniendo en la conversación) Mirándola a usted, yo tampoco, pero mirándola a ella...

DIONISIA
¡No sé que tendrá más que yo!

RUFINO
Más no; mejor.

DIONISIA
¿Mejor? Apártate, niña (Carmen se retira un poco del grupo) Me dijo uno que la conoció en Madrid, que la Primorosa estaba empleada de cocote.

BLAS
¡¡Como lo dice, doña Dionisia!!

DIONISIA
(Jurando) Por estas.

PEDRO
Y Vulcano, un hombre tan formal...

DIONISIA
¡El Señor nos libre de una desgracia así en la familia! Acércate, niña, (Carmen obedece)

BLAS
Y además, le engaña.

RUFINO
Engañarle, no; lo sabe.

DIONISIA
¡Y sigue con ella!

PEDRO
Y sigue y sigue y seguirá...

RUFINO
Hasta que se case.

DIONISIA
Le he de rezar a la Santísima Virgen, para que le quite la tentación.

PEDRO
Ceguera, doña Dionisia, ceguera.

BLAS
Que sepamos, ya le perdonó lo del Alcalde, lo del chico de la Basilia...

DIONISIA
Apártate, niña. (Se aparta Carmen y poco a poco vuelve a acercarse)

JUAN
Lo de Enrique.

PEDRO
Y ahora lo de Jacobo.

RUFINO
No es mucho en cuatro meses.

JUAN
¡Cualquiera la conoce hoy!

PEDRO
¡De cómo vino a cómo está! ¡Hecha una señorona!

BLAS
¿Y lujo? Dicen que usa faldas de seda y medias caladas.

DIONISIA
¿Cómo caladas?

RUFINO
Medias, con pedacitos donde no hay media.

CARMEN
(Que está escuchando) ¿Me aparto, madre?

DIONISIA
Mira el cinematógrafo, hija, que es muy lindo. Cuente, cuente.

RUFINO
Carmencita, (Separándose del grupo y acercándose a ella) te convido a verlo.

CARMEN
¿Es bonito?

RUFINO
En cuanto apagan, muy bonito.

DIONISIA
Contigo no va.

RUFINO
¿Y eso?

DIONISIA
Porque tú eres un condenado, que has de ir al fuego eterno.

RUFINO
Seguramente; pero no es motivo para que usted me quiera mal. ¡Habrá sitio, doña Dionisia!

DIONISIA
¡Rufino!

RUFINO
(Cogiendo de un brazo a Carmen) ¡Hala!

BLAS
(A Rufino) ¿Y tienes cuajo para convidar a una mujer delante de nosotros, sabiendo que aquella pobre Nicolasa sufre por ti?

RUFINO
Y por ella; yo sólo, no tendría culpa ninguna.

JUAN
Basta, padre, que no es lugar para nuestra conversación.

RUFINO
(Soltándose rápidamente de Carmen y avanzando) Todos los lugares son buenos; ea, que...

BLAS
(Interponiéndose temeroso) ¡Sí Juan no te ha dicho nada!...

CARMEN
(Aparte a Dionisia) ¡Qué valiente! ¿Verdad, madre?

RUFINO
¿No os ha bastado lo del otro día? ¿Queréis más?

PEDRO
¡No te dicen cosa grave!

RUFINO
Entonces, ¿para qué tanto gesto y tanta cara dura?

PEDRO
Déjalo ya. (Pedro, Juan y Blas, hacen mutis por la izquierda, comentando lo ocurrido)

RUFINO
(Volviendo a acercarse a Carmen) Contigo sí que me casaría.

CARMEN
Se lo dice usted a todas.

RUFINO
Pero a ti es serio.

CARMEN
Si lo fuera, podríamos hablar.

RUFINO
Hablaremos. (Dionisia, da muestras de impaciencia) Venga, señora Dionisia, venga. (Se dirigen al cinematógrafo)


ESCENA VI

Dichos, Un Voceador, que sale en este momento a la plataforma.

VOCEADOR
(A Rufino, después que han pasado Dionisia y Carmen) ¡Eh, caballero: las entradas!

RUFINO
(Deteniéndose sorprendido) ¡Las entradas! ¿Usted no me conoce? Soy Rufino. (Medio mutis)

VOCEADOR
¡Rufino! (Deteniéndole) Caballero, las entradas.

RUFINO
(Volviéndose y dándole un empujón) ¿Cuántas veces habrá que decirle a usted que soy Rufino? ¡Soy Rufino. (Desaparece)

VOCEADOR
No lo había oído, está bien, pasen ustedes. ¡Este debe ser alguien! (Entra tras ellos)


ESCENA VII

Primorosa y Jacobo por la derecha.

(Música)

JACOBO
Ven conmigo, Primorosa;
ven que te hable una palabra,
ven que te diga una cosa.

PRIMOROSA
¿No comprendes que me juego
todo lo que he conseguido
si hago caso de tu ruego?
No me apartes de la feria,
que si riño con Vulcano
es volver a la miseria.

JACOBO
Arriesgando por mí algo,
es que a tus ojos divinos
valgo más de lo que valgo;
y con la prueba que espero,
aunque parezca imposible
querré más de lo que quiero.

PRIMOROSA
¡Eso es locura!

JACOBO
Es cariño.

PRIMOROSA
Y me expones a un disgusto.

JACOBO
No me riñas.

PRIMOROSA
No te riño.

PRIMOROSA
(Aparte)
Y al fin y al cabo, ¿qué pierdo?
Lo que hoy es una locura,
mañana será un recuerdo.
Y pobres los que no tienen
cuando la sangre se enfría,
esos placeres que vienen
del placer que se halló un día.

JACOBO
Ven que te diga una cosa;
ven que te hable una palabra
ven conmigo, Primorosa,
que para inspirar amores,
hasta en el nombre han querido
que llevases sus primores.

PRIMOROSA
Cuando escucho que me llaman
Primorosa los extraños,
igual que los que me aman,
de mi nombre estoy quejosa;
solo para quien me quiera
quiero ser la Primorosa.

JACOBO
Déjame, pues, que consiga
la ilusión de que yo sea
quien más constante lo diga.
Ven, y juntos. soñaremos
que lo mismo que ahora somos
eternamente seremos.

PRIMOROSA
(Aparte)
No será, que amor no dura;
mas siempre tendré un recuerdo
de lo que fue una locura.
Los dos Y pobres los que no tienen
cuando la sangre se enfría
esos placeres que vienen
del amor que se halló un día.

JACOBO
Ven Primorosa, ven.

PRIMOROSA
Quiero volver en seguida. Vulcano andará buscándome.

JACOBO
Esa es la gracia de esta escapatoria. Ven, ven. (Mutis por la izquierda. Termina la música)


ESCENA VIII

Un Voceador, Vulcano y Rufino. Pasan unas cuantas personas de ambos sexos de derecha a izquierda examinando la feria. El Voceador vuelve a salir a la puerta.

(Hablado)

VULCANO
(Que llega por la derecha, dirigiéndose al cinematógrafo) Perdone usted, amigo; ¿por casualidad conoce a Rufino?

VOCEADOR
Uno que pega. ¡Ya lo creo! ¿Le aviso? (Vulcano hace un signo afirmativo y el Voceador entra en el cinematógrafo)

VULCANO
¡A mis años corriendo como un chiquillo tras una mujer que escapa y que se burla! ¡Qué hermoso y qué fácil es aconsejar a los demás que tengan voluntad, y luego uno se despeña donde sabe que está lo ridículo, solo porque se figura que allí puede estar la gloria, la fortuna, la pasión! (Sale el Voceador guiando a Rufino, y vuelve a entrar. A Rufino) Has visto a la Primorosa?

RUFINO
¿No iba contigo?

VULCANO
Entramos juntos en el pabellón de las figuras de cera, se acercó... no sé quién a decirme no sé qué, ella ha debido continuar figurándose que yo seguía... Si la encuentras dila que rué aguarde aquí; aquí volveré yo. A todos mis amigos les hago el mismo ruego. (Se dirige hacia la izquierda)

RUFINO
Hazlo también a los amigos de ella.

VULCANO
(Deteniéndose y suplicante) (Rufino!

RUFINO
Búscala, búscala... (Vulcano sigue su camino) ¡Ay! (Grito de dolor)

VULCANO
¿Qué? (Deteniéndose)

RUFINO
Que me pellizca un poco la coraza, (Vulcano desaparece. Rufino queda contemplándole y por la derecha salen Engracia y Mercedes)


ESCENA IX

Rufino, Engracia y Mercedes.

(Música)

ENGRACIA
¡Rufino!

RUFINO
¡Engracia! ¡Mercedes!

ENGRACIA
¿Está usted muy ocupado?

RUFINO
Ahí me aguarda una mujer,
(En el cinematógrafo)
pero estoy acostumbrado
a marcharme y no volver.

ENGRACIA
¡Y si usté hacernos quisiera
un gran favor!

RUFINO
¿A las dos?

ENGRACIA
O la hora que usted quiera.

RUFINO
Pues andando, ¡vive Dios!

ENGRACIA
Dicen que hay unas barracas
asombrosas...

MERCEDES
¡Asombrosas!

ENGRACIA
Donde se ven unas cosas
que no se deben mirar.
Y es en esas barracas
prodigiosas...

MERCEDES
¡Prodigiosas!

ENGRACIA
Y para ver esas cosas,
donde queremos entrar.

RUFINO
¿Hay una barraca
que está prohibida?
Vamos en seguida.
¡Sí es lo natural! (Abrazándolas)
¡Pobrecitas mías!
¿Para qué ha de verse
sin satisfacerse
su curiosidad?
Y si algún asunto
os parece raro,
yo me encargo al punto
de ponerlo en claro.

ENGRACIA
Dicen que hay figuras...

MERCEDES
Figuras...

RUFINO
Figuras.

ENGRACIA
Dicen que hay figuras
un poco atrevidas.

RUFINO
¡Pobres criaturas!
Están aburridas.

ENGRACIA
Dicen que hay horrores...

MERCEDES
Horrores...

RUFINO
Horrores.

ENGRACIA
Dicen que hay horrores
este año en la feria.

RUFINO
Nada; son rumores
de la gente seria.
Y estas horrorosas
cosas del pecado,
son las mismas cosas
que siempre han pasado.

ENGRACIA
Pero si usted piensa...

MERCEDES
Y si usted opina...

ENGRACIA
Que es locura inmensa...

MERCEDES
Y tal vez dañina...

RUFINO
No.

ENGRACIA
¿No?

MERCEDES
¿No?

RUFINO
Eso creo yo.

ENGRACIA
¿Iremos allí?

RUFINO
Sí.

ENGRACIA
¿Sí?

MERCEDES
¿Sí?

RUFINO
¿Están prohibidas?
Pues no hay más que hablar.
¡Vámonos, chiquillas!

TODOS
¡Vámonos allá!

(Los tres cogidos del brazo, Rufino en el centro, y bailando a compás se dirigen hacia la derecha. En esto, aparece Marcial, seguido de los Mozos 1º y 2º, ellas se sueltan y se separan hacia la izquierda.


ESCENA X

Dichos, Marcial y Mozos 1º y 2° por la derecha.

(Hablado)

MARCIAL
Buenas noches.

RUFINO
Buenas, Marcialito. (Se acerca a ellas)

MOZO 1º
(Aparte a Marcial, con temor) ¡Que es Rufino!

MOZO 2º
(Id) ¡Y ese te mata!

RUFINO
¿Quieres venir? Te convido también.

MARCIAL
¿A dónde vais, Engracia?

ENGRACIA
Donde tú no quisiste llevarme.

RUFINO
Y las llevo yo. Te convido, Marcialito.

MARCIAL
No hablo con usted.

RUFINO
(Suelta con mucha energía el brazo de las muchachas y se adelanta) ¿Con quién hablas?

MOZO 1º
¡Que es Rufino!

MOZO 2º
¡Que es invencible!

MOZO 1º
¡Y ese te mata!

ENGRACIA
¡Qué hombre este Rufino!

MERCEDES
¡Qué valiente!

ENGRACIA
¡Comprendo que le adoren!

RUFINO
Te convido ó te apartas: decide tú.

MARCIAL
(A Engracia) Te he prohibido que vayas a las figuras de cera.

ENGRACIA
¿Y si voy?

MARCIAL
(Adelantando un poco amenazador) No irás.

RUFINO
(Rápido) ¡Piénsalo antes!

MOZO 1º
(Cogiendo a Marcial) ¡Que es Rufino!

ENGRACIA
(Burlona) ¡Que es Rufino, no pases, Marcial!

MARCIAL
Aunque sea. (Adelanta amenazador y retrocede, cogido por los Mozos, ante la actitud fiera con que avanza Rufino interponiéndose entre ambos)

MOZO 2º
¡Que es un demonio! (Rufino queda en actitud
belicosa)

MERCEDES
(A Engracia) ¡Qué hombre!

ENGRACIA
Dicen que tiene un secreto invencible.

MERCEDES
¿Cómo será?

ENGRACIA
No sé.

RUFINO
(Deponiendo de su actitud) Veo que no aceptas el convite. (Vuelve a coger del brazo a las muchachas y marcha con ellas hacia la derecha)

MARCIAL
Aquí terminamos, Engracia.

ENGRACIA
(Deteniéndose un momento frente a él) No quieres que vea las figuras de cera y quieres que te mire a ti. ¿Y tú de qué eres? ¿De qué eres tú para quedarte como la cera?

MARCIAL
¡Engracia...!

ENGRACIA
Marcial, buenas noches.

RUFINO
Buenas, Marcialito. (Por detrás del grupo que forman los Mozos, vanse por la derecha; después de pasar, Marcial quiere acometerlos, pero lo impiden los dos Mozos)

MOZO 1º
(Avanzando al centro) ¡Hay que matarle!

MARCIAL
Soy uno; contad conmigo.

MOZO 1º
Nos reuniremos muchos con armas.


ESCENA XI

Marcial, Mozos 1° y 2° y Vulcano, por la izquierda, precipitadamente.

VULCANO
(A Marcial) ¿Has visto a la Primorosa?

MARCIAL
¡No! (A los Mozos) ¿Habéis visto a la Primorosa?

MOZO 2º
¡No!

MOZO 1º
¿No era usté el que iba con ella hace un cuarto de hora?

VULCANO
Hace más.

MOZO 1º
Bajando a la vuelta del molino.

VULCANO
¿Era ella?

MOZO 1º
¡Vaya! ¿Y no era usté?

VULCANO
No.

MOZO 2º
Sería el otro.

MOZO 1º
(Riendo) ¡Jacobo!

VULCANO
(Con mucha tranquilidad) ¿Jacobo es el otro?

MARCIAL
¡Padrino!

MOZO 1º
¡No es novedad! Digo, no sé si para usté...

VULCANO
No, no.

MARCIAL
¡Y que se arruine usted por una mujer así, regalándole prados y tierras!...

VULCANO
Cincuenta y cinco años tengo; ¿corno quieres que enamore más que con tierras y prados y onzas de oro?... (Dulcemente)

MOZO 1º
Perdone usté la suposición; quizás me equivocara.

VULCANO
Viéndola, acertaste; aunque no hubieras hecho más que pensarlo, acertarías también.

MARCIAL
¡Y que a un hombre como usté, tan leído y tan cabal, le desbanque ese mocetón!...

MOZO 1º
¡Que es un bárbaro!

MARCIAL
¡Da grima!

VULCANO
¿Un mocetón? Eso, en amor y a los veinte años, es la suprema sabiduría. ¿Y Engracia?

MARCIAL
Se la llevó ese Rufino del infierno.

VULCANO
No te la dejes llevar; eres joven, aprovecha, que aun te querrán. Luego no te querrán ni con tierras y prados y onzas de oro. Busca a Engracia.

MARCIAL
No.

VULCANO
Cógela del brazo y tráela; dila que yo deseo retirarme.

MOZO 1º
¿Y Rufino?

VULCANO
Que venga también y si no que la deje venir y si no dale en la cara; con los hombres, termina uno más pronto.

MARCIAL
¡Con los hombres, sí; pero ese tiene maleficio!

VULCANO
(Sonriendo triste) Cierto, Rufino es invencible. No importa; si te estorba, pégale.

MARCIAL
¡Padrino!

VULCANO
Vamos los dos a buscarla. (Se dirigen hacia la derecha)

PRIMOROSA
(Dentro, por la izquierda) Antonio.


ESCENA XII

Dichos, Primorosa y Jacobo por la izquierda.

MOZO 1.°
(Deteniendo a Vulcano que se vuelve violento) Señor Vulcano.

MARCIAL
(Id) Padrino.

PRIMOROSA
(Saliendo seguida de Jacobo, que se queda casi pegado al bastidor) ¡Antonio! ¡Antonio!

VULCANO
(Desprendiéndose de los que le sujetan, dulcemente) ¡Primorosa!

PRIMOROSA
¿Dónde te has quedado?

VULCANO
¿Y tú, dónde has ido?

PRIMOROSA
Buscándote por la feria. (Volviéndose, a Jacobo) Gracias, Jacobo, ya encontré lo que buscaba. (Jacobo hace mutis por la izquierda)

VULCANO
(Después de una pequeña pausa) ¿No has salido de la feria?

PRIMOROSA
No.

VULCANO
Así no podíamos encontrarnos; ¡yo bajé al molino!

PRIMOROSA
(Rápida) ¡No puede ser!

VULCANO
(Tranquilo) ¿Por qué no puede ser? ¿Bajaste tú, Primorosa?

PRIMOROSA
(Recobrando la tranquilidad) Perdiéndonos en la feria, en la feria debíamos buscarnos.

VULCANO
Es que yo me perdí más aún.

PRIMOROSA
Entonces...

VULCANO
Entonces... ya está dicho todo. (A Marcial) A Engracia, que venga, que yo quiero retirarme.

MARCIAL
(No atreviéndose a dejarle solo) ¡Padrino!...

VULCANO
Anda, anda; dile que venga. (Mutis Marcial y los Mozos por la derecha)


ESCENA XIII

Primorosa y Vulcano.

(Hablado con orquesta)

PRIMOROSA
¿No volverás conmigo?

VULCANO
No.

PRIMOROSA
¿Aunque te lo suplique?

VULCANO
No, Primorosa, no; debemos separarnos.

PRIMOROSA
¡Separarnos! ¡Reñir!

VULCANO
Yo soy viejo, tú eres moza eternamente; no te puedo seguir.

PRIMOROSA
Llévame a vivir contigo.

VULCANO
(Asombrado) ¡Tú en mi casa! No, Primorosa, no.

PRIMOROSA
(Dura) ¿Por qué?

VULCANO
(Suave) Tú no puedes vivir en mi herrería; allí todo es de hierro, y con cualquier cosa que cogiera, en un momento de arrebato, te mataría, Primorosa, te mataría.

PRIMOROSA
(Riendo) ¡Celos! ¡Guárdalos!

VULCANO
¡Conmigo los llevo! Para los dos, es más prudente separarnos.

PRIMOROSA
(Acercándose cariñosamente convencida de su superioridad sobre él) ¿Para mí también?

VULCANO
También. (La coge las manos) ¡Se mata tan pronto, Primorosa! (Poco a poco va subiendo sus manos por los brazos de ella hasta coger entre ellas el cuello; Primorosa, que se sonríe, dejándose apretar, al convencerse de que va de veras, pega una sacudida brusca) Se mata tan...

PRIMOROSA
¡¡Antonio!! (Se separa)

VULCANO
Vete, vete sola.

PRIMOROSA
Sin ti; pero sola, no.

VULCANO
Para mí es lo mismo; vete.

PRIMOROSA
Pues me voy.

VULCANO
Te he perdonado muchas veces ya.

PRIMOROSA
Y yo más; todos los días tengo que perdonarte tu vejez.

VULCANO
(Espantado) ¡¡Primorosa!!

PRIMOROSA
Y ya estoy harta de aguantar amores molestos y babosos.

VULCANO
(Tapándose los oídos) Que yo no te oiga, Primorosa, que yo no te oiga.

PRIMOROSA
Y ya que me pones las manos encima, lo vas a oír: te engaño, te engaño.

VULCANO
¡Mentira!

PRIMOROSA
¡Verdad! ¡Ya lo sabes!

VULCANO
Pero tú no lo dices más. (Se abalanza a ella)

PRIMOROSA
¡Jacobo!


ESCENA XIV

Dichos, Engracia, Marcial, Mercedes, Rufino y Mozos 1º y 2º que salen por la derecha. Marcial y Engracia sujetan a Vulcano y los demás se interponen entre éste y Primorosa. El Voceador y gente que sale a la plataforma del cinematógrafo y otro grupo que sale por la izquierda.

RUFINO
¡Vulcano!

MARCIAL
¡Padrino!

ENGRACIA
¡Tío de mi alma!

VULCANO
Márchate en paz y que Dios te guarde, Primorosa.

PRIMOROSA
(Despreciativa) Y a ti.

VULCANO
No lleves pena.

PRIMOROSA
¡Pena! (Cantando, vase por la izquierda)
Dale al aire, dale al aire,
dale las penas al aire.

(Todos al mismo tiempo)

ENGRACIA
Vámonos.

VULCANO
¿Qué prisa hay ya? Cuando uno se marcha, es como si se marcharan los dos. (Mutis derecha)

RUFINO
(Abrazando a Mercedes) Esto del querer, a ratos es malo y a, ratos es bueno. (Mutis derecha)

VOCEADOR
Adelante, señores, adelante. Gran exhibición de vistas nunca vistas. (Comentarios en los
grupos, fuerte la orquesta y ha ido cayendo lentamente el telón de cuadro)

(Intermedio musical)

durante el cual, y en el sitio indicado, se dan unos golpes de martillo sobre yunques, sigue la música y se hace la


(MUTACION)


CUADRO TERCERO

La herrería. La fragua en el foro izquierda y delante dos yunques. Puerta grande en segundo término derecha, haciendo chaflán con el foro. En primer término izquierda, una puerta que conduce a las habitaciones interiores. Es de día.


ESCENA PRIMERA

Vulcano y Herrero 1° trabajando en el yunque de la derecha. Dos Herreros (Un bajo y un segundo tenor) en el de la izquierda. Un Aprendiz, haciendo funcionar el fuelle de la fragua.

(Cantado)

(Dan golpes con martillos en los sitios indicados en la parte de apuntar)

TODOS
Pega firme, pega firme,
aprende duro a pegar,
que después a ti en la vida
ya también te pegarán.
Pega firme, pega firme,
aprende duro a pegar.


ESCENA II

Dichos, Engracia por la izquierda y una Chiquilla (Doce años) por la derecha.

(Hablado)

ENGRACIA
Tengo que hablarte, tío.

VULCANO
Está de Dios que no trabajaré hoy. Largaos Un momento, muchachos. (Dejan las herramientas y cogen las chaquetas)

CHIQUILLA
(Saliendo) Señor Vulcano, la señora Primorosa, que se llegue usté allí.

VULCANO
Dile a la señora Primorosa, que no puedo ir, que dispense. (Vase la Chiquilla por donde
salió)

HERRERO 1º
Que se la lleven los otros demonios que ya están ahí por ella.

VULCANO
¿Quién está?

HERRERO 1º
Los Zíngaros esos, los suyos, que pasan por el pueblo.

VULCANO
¿Están ahí?

HERRERO 1º
¡Mal rayo los parta, que no dejaron más que disgustos!

VULCANO
Ve a tu obligación.

HERRERO 1º
Que se vaya enhoramala esa... ¡Así como así, ya queríamos echarla a patadas... ¡Para que usté no sufriera más!

VULCANO
Calla, calla... y ve a tu obligación.

HERRERO 1°
Vamos, muchachos. (Vanse por la derecha)


ESCENA III

Engracia y Vulcano.

ENGRACIA
¡Aun le persigue a usted!

VULCANO
Hace un mes, desde aquella feria, que recibo recados suyos, pero eso se acabó.

ENGRACIA
¡No podía ser de otra manera!

VULCANO
Podía... podía. Estoy en la edad en que el cariño se recibe como favor sin mirar quien lo trae. Si la Primorosa hubiera querido mentir un poco más, vosotros seríais un poco menos para mí; casaos pronto.

ENGRACIA
Medianamente vamos, tío. Hace ya cinco meses que debió hablarme de boda y aun no dijo una palabra. No consiguiendo nada con bondades, para obligarle a decidirse, he mirado un poco a otro hombre.

VULCANO
¿Un poco?

ENGRACIA
Muy poco, tío de mi alma.

VULCANO
¿Y el otro?

ENGRACIA
Me ha mirado mucho, tío de mi corazón.

VULCANO
¿Y tú cómo supiste que te miraba mucho?

ENGRACIA
Mirando un poco más.

VULCANO
¡Válgame San Roque!

ENGRACIA
Y ya no me caso con Marcial, porque es un cobarde.

VULCANO
¿También tú estás deslumbrada por la bravura de Rufino y también él, se atreve a cortejarte?

ENGRACIA
¡Si le gusto!

VULCANO
Eso lo arreglaré yo; sube a tu cuarto.

ENGRACIA
A Marcial, dígale usted que no le quiero.

VULCANO
A Marcial le diré que tú no le quieres; a Rufino, le diré que no le quiero yo.

ENGRACIA
¡Cuidado, tío!

VULCANO
Entre hombres y mujeres, el cuidado se ha de tener con las mujeres. Sube a tu cuarto. (Vase Engracia por la izquierda)


ESCENA IV

Vulcano y Marcial, por la derecha.

MARCIAL
(Entrando muy triste) Padrino.

VULCANO
¡La soga tras el caldero! ¿Qué hay?

MARCIAL
Me marcho del pueblo.

VULCANO
Perfectamente.

MARCIAL
¡Padrino, usted no me entendió!

VULCANO
Sí; tú dices que te marchas; yo digo que perfectamente. ¿Qué más?

MARCIAL
Engracia no me quiere.

VULCANO
Paciencia.

MARCIAL
Yo la he visto coquetear con Rufino.

VULCANO
¿Y no le rompes el alma?

MARCIAL
(Sorprendido) ¡¡A Rufino!!

VULCANO
Mira, ahijado, no me agradan las gallinas, así es que me alegro de que te vayas. Después de todo esa es tu decisión: ¿no venías a despedirte?

MARCIAL
(Acongojado) Yo venía a despedirme... para que usted me detuviera. Porque comprenda usted, padrino de mi alma, que es muy triste dejar un pueblo... un pueblo...

VULCANO
Sí; es un pueblo que da mucha lástima dejarlo. Pero a mi casa no vuelves, hasta que yo sepa que le buscaste pelea a quien te hace sombra.

MARCIAL
¡A usted le consta que Rufino es invencible!:

VULCANO
¿Y quién intentó vencerle? El os ha dicho, por fanfarronería, que es invulnerable; vosotros, por miedo y por superstición, lo habéis creído y diciendo] o unos a otros, habéis propagado el miedo y la leyenda.

MARCIAL
Usted mismo decía.

VULCANO
Mientras no me importó; pero en cuanto se mete en mi coto y con los míos, se acabaron las farsas.

MARCIAL
¿Me garantiza usted que no tiene ningún poder sobrenatural?

VULCANO
¡No seas bobo!

MARCIAL
¿Y no me pasará nada aunque le sacuda dos bofetadas?

VULCANO
Que te dará otras dos; pero serán dos bofetadas naturales.

MARCIAL
Pues hoy le pego.

VULCANO
Es buen día; lárgate y lárgaselas.


ESCENA V

Dichos. Una Chiquilla, rápida, por la derecha.

CHIQUILLA
Señor Vulcano, la señora Primorosa, que por Dios, que si hace usté el favor de ir un momento.

VULCANO
Dile que no me encontraste. (Medio mutis hacia la izquierda)

MARCIAL
Ahora que usted la deja, la dejan todos. ¡No es lo mismo divertirle con un cortejo, que sostenerlo! ¡Ya vuelve a saber lo que es miseria!

VULCANO
¡Miseria! (Vuelve rápido hacia la chiquilla, y al llegar cerca de ella, se detiene y hace la transición) Dile que no me encontraste. (Vase hacia la izquierda)

CHIQUILLA
(Siguiéndole, suplicante) Señor Vulcano, venga usté; estaba muy afligida.

VULCANO
(Haciendo mutis) Dile que no me encontraste.

MARCIAL
(A la Chiquilla) Tiene lo que merece.

CHIQUILLA
(Muy triste) Si lo tuviéramos todos, aviados estábamos. (Mutis derecha)


ESCENA VI

Al hacer mutis por la derecha, salen Dionisia, Mercedes, Carmen, Una Moza, Pedro, Blas, Juan, Mozo 1º y 2º.

DIONISIO
(Al encontrarse con Marcial) ¿Está tu padrino?

MARCIAL
Ahí dentro. (Mutis. Entran todos formando los dos grupos; las mujeres a la izquierda y los hombres a la derecha)

DIONISIO
Don Vulcano nos ayudará.

BLAS
Yo le pediré las armas.

PEDRO
Eso, que nos dé armas y esta noche a matarle.

BLAS
¡Y no olvidarse del hisopo!

MERCEDES
¡Y del agua bendita!

DIONISIA
Y de las oraciones para conjurar los diablos.

JUAN
Rufino tiene que morir.

BLAS
Sí; acabemos con esa plaga de Rufino.


ESCENA VII

Dichos. Rufino por la derecha.

RUFINO
(Saliendo é interponiéndose entre los dos grupos) ¿Quién habla de Rufino? Aquí está. (Acercándose y abrazándola) ¿Cómo te va, Mercedes?

MERCEDES
(Rechazándole) Estate quieto.

RUFINO
¿No te gusta?

PEDRO
¡Que es mi novia!

RUFINO
Ya lo sé.

CARMEN
Déjala tranquila.

RUFINO
¿Tienes envidia? Pues no sufras. (La abraza)

CARMEN
Rufino, que te araño.

RUFINO
¿También eso?

JUAN
¡Que es mi novia!

RUFINO
Ya lo sé; todas son novias de alguien. .

DIONISIA
¿Quieres dejarla?

RUFINO
Busque usted otro, señora Dionisia; yo no la abrazo.

CARMEN
(A los hombres que están en grupo arrimados a la derecha, llenos de temor) ¡Parece mentira que seáis hombres!

RUFINO
¡Cuando a las mujeres les parece mentira!

BLAS
¡Te salva que no nos queremos perder!

RUFINO
(Con guasa) ¡Claro!

MOZA
Y que tú estás vendido al diablo.

RUFINO
(Corriendo a abrazarla) Vas a ver una diablura.

MOZA
¡Socorro!

RUFINO
(Teniéndola abrazada) ¡Tú gritas siempre que hay gente!

CARMEN
Cuando no, quién va a venir.

MOZO 1º
¡Rufino!

RUFINO
Que es tú novia... (Dando un quejido) ¡Ay! (El Mozo 1º da un salto asustado) No temas; es que me ha dado un pellizco.

DIONISIA
¿Quién?

RUFINO
La... no, nada.

PEDRO
(Aparte a los demás) Hay que matarle.

JUAN
Esta noche.

RUFINO
Bueno, ya habéis notado que esto de los abrazos no tiene importancia. ¿Quién me da un beso?

CARMEN
Límpiate.

RUFINO
Después.

JUAN
No hay quien lo aguante.

PEDRO
Yo, no.

JUAN
¿Vamos con él?

PEDRO
Vamos.

RUFINO
(Amenazador) A ver uno... O los dos... (Les acomete y ellos huyen)

CARMEN
¡Socorro!

MOZA
¡Socorro!

DIONISIA
¡Que los mata!


ESCENA VIII

Dichos. Vulcano por la izquierda.

VULCANO
(Dominando el tumulto) ¿Qué es eso?

DIONISIA
Este ladrón de Rufino, que los mata.

RUFINO
A ellos los mato y a ellas las abrazo. ¡Mi antepasado don Juan hacía lo mismo!

BLAS
(Adelantando al encuentro de Vulcano, que se coloca entre los dos grupos) Necesitamos hablar con usté, Vulcano.

VULCANO
Antes voy yo hablar con Rufino; volved luego.

BLAS
Volveremos. (Hace mutis por la derecha seguido de todos)

MERCEDES
(Al pasar por el lado de Rufino) ¡Así te pudras!

RUFINO
Gracias.

CARMEN
(Id) Así te seques.

RUFINO
Lo mismo digo.

DIONISIA
(Id) Así te lleve el diablo de una vez.

RUFINO
Seremos visita, doña Dionisia. (Han desaparecido todos)


ESCENA IX

Vulcano y Rufino.

RUFINO
(A Vulcano) ¡No puedes calcular lo agradecido que estoy! ¡Con esta coraza no hay quien se atreva!

VULCANO
¡Y la empleas bien! ¡Te di la fuerza para defenderte y la usas para martirizar!

RUFINO
Para divertirme.

VULCANO
El tirano que todo hombre lleva dentro de sí mismo, sale siempre que el hombre es poderoso.

RUFINO
¡Ni que fuera un emperador!

VULCANO
Martirizarías a más gente, esa es la diferencia. Ya conviene destronarte.

RUFINO
¡Me va muy bien así!

VULCANO
Y a ellos también. Por eso la palabra derribar no la conocen más que los de abajo, aunque la empleen en los de arriba.

RUFINO
Déjate de historias. Lo que vas a hacer en seguida, queridísimo Vulcano, es arreglarme un poco la coraza, que me molesta un poco de este lado. (Se quita una coracina que lleva puesta debajo del chaleco, la cual está preparada para que se rompa por dos sitios diferentes)

VULCANO
Tráela.

RUFINO
Mira, aquí. (En un costado)

VULCANO
Tráela. (Rompe uno de los sitios preparados)

RUFINO
(Asombrado) ¿Qué haces?

VULCANO
Destronarte, emperador Rufino.

RUFINO
¡Romperla así! ¡Eres un Hércules!

VULCANO
Prueba tú. (Le da la coraza)

RUFINO
(Rompiendo el otro lado) Pero si puedo romperla de este modo, también pudo cualquiera destrozarla sobre mi cuerpo.

VULCANO
Cualquiera.

RUFINO
¡Y entonces qué escudo llevaba yo! ¿Qué me diste, Vulcano?

VULCANO
Lo que necesitabas. No un escudo ilusorio y ridículo, si no el convencimiento, la confianza en ti mismo. Te creías fuerte y lo eras. Llevabas la seguridad de vencer y eso basta en la lucha.

RUFINO
¿Y ahora?

VULCANO
Lo mismo que antes: imponte.

RUFINO
Pero sabiendo que no tengo ya esa defensa, soy igual a todos.

VULCANO
Si tú lo piensas, sí; serás uno de tantos. Para ser más, hay que empezar por creerse más

RUFINO
Siquiera no lo digas a nadie.

VULCANO
Lo diré.

RUFINO
Eres un mal amigo.

VULCANO
Tú has comenzado por ser injusto. ¡Si de mí tenías la fuerza, has debido respetar a los míos! (Rufino deja la coraza en un rincón de la escena)


ESCENA X

Dichos. Marcial por la derecha.

MARCIAL
(Entrando muy decidido) Señor Rufino.

RUFINO
¡Marcialito!

MARCIAL
¡Marcial!

RUFINO
Es el mismo nombre pronunciado con más dulzura.

MARCIAL
Me empalaga.

RUFINO
No reñiremos por eso.

MARCIAL
Usted se permite cortejar a la Engracia y no le he roto a usted la crisma ya por no asustar a esa chiquilla.

RUFINO
(Envalentonándose) Te equivocas.

MARCIAL
(Aun más) No, señor.

RUFINO
(Cediendo) Bueno, no te equivocas; pero aquí no podemos ventilar ese negocio, delante de una persona tan respetable. (Por Vulcano)

MARCIAL
El padrino es quien me aconsejó que le diese a usted dos bofetadas.

RUFINO
¿Tú?

VULCANO
Yo.

RUFINO
¿Tú, Vulcano?

VULCANO
¡Yo, Vulcano!

RUFINO
¿Y a mí Rufino?

VULCANO
A ti, Rufino.

RUFINO
¿No te bastaba con aconsejarle que me diera una?

VULCANO
Suenan mejor dos.

MARCIAL
Y como ya está usted prevenido... (Se pegan y Vulcano los deja, hasta que Rufino huye, que se interpone entre los dos)

VULCANO
Basta, basta, Marcial. ¿Te persuades de que es un hombre como otro cualquiera?

RUFINO
¡Di que me has cogido sin coraza! (Todo dolorido)

VULCANO
No le puedes pegar impunemente, pero pegándole, no te ocurre sino lo que con otro hombre.

RUFINO
¿Ha sido una prueba?

VULCANO
Rufino no volverá a molestar a Engracia.

RUFINO
Te advierto que no la molestaba; y, como prueba, no has debido pegar tan fuerte, Marcialito.

MARCIAL
Marcial.

RUFINO
Eso, Marcial, Marcial; don Marcial.


ESCENA XI

Dichos y Engracia, por la izquierda.

ENGRACIA
¿Se puede, tío?

RUFINO
Sí; ya hemos terminado. ¿Digo yo que habremos terminado?

MARCIAL
De usted depende.

ENGRACIA
Me pareció que reñíais.

VULCANO
Unos cachetes que se dieron éstos.

ENGRACIA
(Con desprecio) Rufino le ha pegado a Marcial.

VULCANO
Marcial le pegó a Rufino.

ENGRACIA
(Asombrada) ¡Imposible!

MARCIAL
(Queriendo abalanzarse) Si quieres verlo tú...

(Rufino huye)

VULCANO
(Interponiéndose) ¡Marcial!

ENGRACIA
(Id) ¡ Marcial!

MARCIAL
¡Si es para que lo veas.

RUFINO
No, cuéntaselo.

VULCANO
A Engracia no le gusta que andes en riña, pero tampoco le gusta que no puedas reñir si llega el caso.

ENGRACIA
Eso.

MARCIAL
Pues eso ya queda probado.

VULCANO
Además, Marcial me dijo que deseaba casarse. ¿Cuándo me has dicho que deseabas casarte?

MARCIAL
Esta tarde.

VULCANO
Más tarde; en Septiembre.

RUFINO
Antes que vuelva otra Primorosa.

MARCIAL
Eso se acabó de veras, padrino.

ENGRACIA
No sé si por dentro aún habrá...

VULCANO
Cállate, lo de dentro es mío nada más.


ESCENA XII

Dichos, Dionisia, Carmen, Mercedes, Una Moza, Pedro, Blas, Juan, Mozos 1º y 2º, por la derecha. Los Herreros y el Aprendiz.

DIONISIA
¿Hay permiso ya, don Vulcano?

VULCANO
Adelante. Desde hoy se acabaron las peleas con Rufino.

MERCEDES
¿Y el milagro?

VULCANO
Allí, (señalando la coraza rota. Todas las mujeres van a verla, mientras los hombres, en la izquierda, rodean á Marcial, que les cuenta en voz baja lo ocurrido. Vulcano queda en el centro y Rufino al lado de las mujeres)

MERCEDES
(Examinando la coraza) ¡Cuando yo decía que era de hierro!

CARMEN
¡Y cuando lo decíamos todas!

MERCEDES
(A Marcial) Y tú, ¿has hecho las paces con Engracia?

VULCANO
Unos cachetes a Rufino y arreglados.

PEDRO
(A Marcial) ¡No te ha matado!

MARCIAL
Es un hombre como tú y como yo y como éste.

JUAN
¿No tiene agarradero del demonio?

VULCANO
¡Qué ha de tener! Un hombre como todos.

PEDRO
¿Como todos? Pues escucha, Rufino, que tú y yo tenemos una cuenta atrasada.

RUFINO
¿Qué quieres? (Adelantando)

PEDRO
Pues verás. (Le da una bofetada)

VULCANO
(Interponiéndose) Ahora que lo deja él, no empecéis vosotros.

RUFINO
Pero ahora, ¿por qué me pegan tanto?

VULCANO
La historia de tu valor, es la de todos los prestigios. Mientras van en alto, los consideran más de lo que realmente son; cuando caen los tienen en menos de lo que son en realidad. Y puesto que hay paz, hacerme el favor de largaros, (A los Herreros) A trabajar, muchachos.

DIONISIA
Y Dios se lo pague.

PEDRO
No hay que matarle.

JUAN
Pero ya que estamos apalabrados para esta noche le daremos una paliza.

MERCEDES
Firme, ¿eh?

DIONISIA
Firme, firme, que se acuerde. (Mutis todos por la derecha. Empieza la música)


ESCENA XIII

Vulcano, Rufino y Herreros.

(Hablado con música)

RUFINO
(Extático ante la coraza) Adiós.

VULCANO
Tú te lo has buscado.

RUFINO
(A la coraza) Adiós. (Mutis hacia la derecha)

VULCANO
Adiós, hombre; ¿vas a tu casa?

RUFINO
No sé; primero voy a que me peguen unos cuantos amigos. (Va a dirigirse hacia fuera y se encuentra con el Mozo 1º y dos más que están esperándole; no se atreve a salir, pero por fin se decide y desaparecen pegándose)


ESCENA ULTIMA

Vulcano, Herreros y Primorosa.

VULCANO
Arread de firme, muchachos, que hemos perdido mucho tiempo. (Fuerte en la orquesta; golpean sobre los yunques en los sitios y forma indicadas en la partitura, durante toda la escena)

PRIMOROSA
(En la puerta) ¡Antonio, Antonio! (Cesa el martilleo) ¿Puedes salir un momento?

VULCANO
No puedo.

PRIMOROSA
Quisiera hablarte.

VULCANO
Habla aquí.

PRIMOROSA
(Entrando) Ya que me obligas, delante de todos hablaré. Tú has sido bueno y cariñoso conmigo; aunque hoy estamos peleados, en el momento de marchar del pueblo, debo decírtelo: Antonio me marcho.

VULCANO
Gracias. (1)

(1) Durante toda la escena mucho interés y acción mímica por parte de los Herreros.

PRIMOROSA
Vuelvo a la vida errante —por mi culpa, ya lo sé, pero vuelvo,— en el momento de marchar, aún te pregunto: ¿marcho, Antonio? (El Herrero 1º da un martillazo y los demás acompañan; fuerte en la orquesta) ¿Has oído, Antonio?... ¿Antonio, has oído?... Callad. (Cesa el martilleo)

(Orquesta piano)

VULCANO
Te he oído, Primorosa.

PRIMOROSA
Fui torpe despreciando tus bondades, lo confieso.

VULCANO
Tarde.

PRIMOROSA
Tarde, sí. No soy muy dócil, ¿verdad? (Sonriendo tristemente) Cuando hoy te suplico, cuando hoy me humillo, comprende lo que me pasa. Vuelvo a la vida errante y tengo miedo de volver, Antonio, (lo mismo que antes. Orquesta fuerte) Antonio... te lo suplico, no me dejes marchar... {Antonio!... ¡Antonio!... ¡Que estoy suplicando!... Callad... callad.

VULCANO
(Suplicante) Callad.

(Cesan. Orquesta piano)

PRIMOROSA
¿O es que vosotros no queréis que le llegue mi voz?

VULCANO
Así te contestan. Golpeando el hierro para que yo te oiga menos, me recuerdan que no debo oírte; es un consejo.

PRIMOROSA
Ven fuera y hablaremos.

VULCANO
No puedo abandonar el trabajo.

PRIMOROSA
Ven; óyeme a solas una palabra.

VULCANO
No.

PRIMOROSA
¡Marcho ahora mismo; no volverás a verme nunca!

VULCANO
Marcha, es tu destino.

PRIMOROSA
Antonio, lo que tú has querido, va a caer en la miseria.

VULCANO
(Vacilando) ¡Primorosa!

HERRERO 1º
Te engañó, maestro; te engañará. (Vulcano vacila un momento, se rehace y dando un golpe fuerte y rabioso sobre el yunque, y los Herreros con él, acompañan. Fuerte en la orquesta)

PRIMOROSA
¡Antonio!... ¡Antonio!... ¡Oyeme, Antonio! (Al ver que no consigue hacerse oír, se vuelve rabiosa y dice:)

(Cantado)

Los hombres que a mí me quieren
no sé cómo me querrán;
me ven que vivo arrastrada
y me dejan y se van.
Dale al aire, dale al aire
dale las penas al aire,

(Haciendo mutis por la derecha)

que él a veces «e las lleva
y ya nunca te las trae.

VULCANO y HERRERO
(Mientras trabajan, sin que ninguno levante los ojos)
Pega firme, pega firme,
aprende duro a pegar,
que después a ti en la vida
ya también te pegarán.

(Siguen trabajando mientras va cayendo el



TELON


Información obtenida en:
https://archive.org/details/lafraguadevulcan3023chap

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