Los Aparecidos (Libreto)



LOS APARECIDOS



Zarzuela cómica en un acto y tres cuadros en prosa.

Original de Carlos Arniches y Celso Lucio.

Música de Manuel Fernández Caballero.

Estrenada en el Teatro Apolo de Madrid la noche del 23 de Febrero de 1892.


REPARTO (Estreno)

Rosa - Srta. L. Campos.

La Tía Nasia - Sra. Vidal.

Vecina 1ª - N. N.

El Comendados - Sr. Rodríguez.

Críspulo - Sr. Riquelme.

El Alcalde - Sr. San Juan.

El Tío Moro - Sr. Castro.

El Secretario - Sr. León.

Cabezón - Sr. Las-Santás.

El Tío Perico - Sr. Ruesga.

Vecino 1º - Sr. Estelués.

Vecino 2º - Sr. Rodríguez.

Vecina 2ª - N. N.

Viejas, lugareñas, lugareños y coro general.


ACTO UNICO


CUADRO PRIMERO

Plaza de un pueblo; a la izquierda, una iglesia, calles en los demás términos, derecha é izquierda.


ESCENA PRIMERA

Coro General, dividido en tres grupos, que van saliendo por distintas cajas, según marca la música, armados con hoces, azadas, etc.

(Música)

CORO
Algún belén
nos armarán,
a somatén
tocando están.
¿Qué confusión,
que pasa, en fin?
¿Será un ladrón,
será un motín?
¿Si será que habrán bajado
de los montes a robar?
¿si se habrá salido el río
y nos vamos a inundar?
¡Tín, tín, tan!
Y entre tanto la campana
no termina de tocar.
Armados con picos,
con hoces y azadas,
las gentes honradas
que tienen valor
aquí se reúnen
sin miedo ni susto,
para dar algún disgusto
de marca mayor.

Pobrecillo; si es un pillo
ya se puede preparar;
se le atiza una paliza
y no vuelve a este lugar.
Algún belén
nos armarán, etc., etc.

(Hablado)

VECINO 1º
¿Pero qué es lo que pasa?

VECINO 2º
¿Qué habrá sucedido?

VECINA 1ª
El tío Cabezón debe saberlo.

CABEZON
Yo no sé ná, mas que cuando iba a retirarme temprano, porque hoy es día de Difuntos, sentí tocar a somatén, y he cogió la escopeta, y aquí estoy como vosotros, sin saber qué pasa.

VECINA 1ª
¡Ahí viene gente!

VECINO 1º
¡Sí; el señor Alcalde!

CABEZON
Ahora sabremos lo que es.


ESCENA II

Dichos, El Alcalde, Críspulo y el Tío Perico, que sale apoyado en el Alcalde y el Secretario; los vecinos les rodean.

SECRETARIO
¿Pero es posible lo que usted dice? (Con asombro)

PERICO
¡Ay! ¡Sí, señor; sí señor! (Con espanto)

ALCALDE
Espabílese usted, tío Perico. ¿No será que se le habrá trastornao el juicio?

PERICO
¡Ay, no, no; y si se me ha trastornao... ha sido de espanto!... ¡Era él... era él!

CRISPULO
¿Pero usted le ha visto con sus propios ojos?

PERICO
¡Con los míos, con los míos!

CABEZON
¿Pero qué le ha pasao?

(E1 coro se agrupa junto al Alcalde)

ALCALDE
Que, ¿qué le ha pasao? Pues le ha pasao, que dice que al pasar por delante de las tapias del cementerio, se le ha apareció el ánima del tío Lechuza.

TODOS
¡Jesús! (Se persignan. Horror)

CRISPULO
¿Y usted está cierto de que era él?

PERICO
Tan cierto como de que yo mismo, soy migo mismo.

ALCALDE
¿Y cómo ha sido?

PERICO
Pues verán ustés... (Atención, todos le rodean) Salía yo del molino de la tía Bruna de que me moliera una miaja de trigo, cuando después de cargar a la borrica con los sacos, la arreo, y salimos camino alante, porque se echaba la noche encima. Como es día de Difuntos, al pasar por delante de la casa del tío Lechuza el usurero, que hace ocho días murió, me da gana de mirar, porque pensaba que su alma estaría en el infierno, y ¡ay! ¡le vide! ¡le vide!

SECRETARIO
¿Pero qué vio usted?

PERICO
El ánima del tío Lechuza montada en un burro.

CORO
¡Ave María Purísima!

PERICO
Estaba para en medio de la era, y yo, al principio creí que no era, pero luego miré otra vez a la era, y era, era... ¡Vaya si era! La borrica y yo nos quedamos paraos.

ALCALDE
¿Y en qué lo conoció usted?

PERICO
En que no nos movíamos.

ALCALDE
Digo al tío Lechuza.

PERICO
¡Ah! Pues en que tenía la misma cara que cuando vivo, el color de la muerte, y el cuerpo de esqueleto.

SECRETARIO
¿Y cómo iba vestido?

PERICO
Con una capa blanca. A todo esto, yo, al verle, me caí al suelo, y sentí como si me dieran un golpe muy fuerte en la cabeza.

SECRETARIO
Eso sería de la impresión.

PERICO
Y de un saco de harina que me dejó caer la burra. Me levanté, hice la señal de la cruz...

ALCALDE
¿Y huyó en seguida?

PERICO
En cuanto le hice la señal de la cruz, y le tiré dos pedrás... Me vine al pueblo escapao, me metí en la iglesia, y me encontré a éste, que estaba...

CRISPULO
Limpiando los santos, (Con azoramiento)

PERICO
Yo no sé que limpiaría, pero tenía en las manos el cepillo de las ánimas.

CRISPULO
Bueno, y éste me agarró, y me dijo: toca a somatén, que se me ha aparecido el ánima del tío Lechuza; yo, al oír aquello, comencé á tocar... y éste, tiembla que tiembla.

PERICO
Y éste, toca que toca.

ALCALDE
Bueno, (A todos) ya lo habéis oído; se dice que se ha apareció un apareció, de modo que el Secretario y yo iremos a ver... si es verdad. (El coro forma grupos, figurando que comenta el suceso. Las mujeres vánse poco a poco por distintas cajas)

SECRETARIO
(Aparte al Alcalde) (Señor Alcalde...)

ALCALDE
¿Qué?

SECRETARIO
Que yo no voy.

ALCALDE
¡Toma! Ni yo tampoco.

SECRETARIO
¿Entonces, pá qué les ha dicho usted eso?

ALCALDE
No sea usted bruto, hombre; porque uno de los primeros deberes de too Alcalde honrao... es engañar a los vecinos.

SECRETARIO
¡Es verdad!

ALCALDE
(Alto a los hombres que se acercan) Conque, el Secretario, como Secretario, y yo, como Alcalde, tenemos la obligación de ir a buscar...

CORO
Sí, sí...

ALCALDE
Uno de confianza, que vaya a ver si es de veras. (Vase el coro al oír lo anterior, volviendo la cabeza silenciosamente) Porque éstos, ya ve usted qué valientes son.

SECRETARIO
Eso, bueno.

ALCALDE
El caso es, que no sé quién se va a atrever a una cosa así.

SECRETARIO
(Pausa) Ya sé yo quién.

ALCALDE
¿Quién?

SECRETARIO
El tío Moro, que es un hombre que no cree en el infierno, ni en el purgatorio, ni en ná.

ALCALDE
Tié usted razón, hombre.

SECRETARIO
Vamos a mandarle un recau.

ALCALDE
Sí. ¡Cabezón! (Llamando)

CABEZON
¡Señor Alcalde!

ALCALDE
Vete corriendo, y dile al tío Moro que venga que le esperamos en la taberna.

CABEZON
¡De seguida! (Vase)

ALCALDE
¡y nosotros a tomar una lamparilla! (Vánse por el segundo término izquierda)


ESCENA III

Críspulo sale de la iglesia.

CRISPULO
¡Pero qué brutos son todos los de este pueblo... menos el Sacristán! ¡Pues no van y creen que se ha aparecido el tío Lechuza! ¡El tío Perico está loco! ¿Qué demontre será eso que dice que ha visto? ¡Porque él ha visto algo, si no, no lo diría; es un hombre formal, aunque borracho, pero cualquier cosa será menos un ánima! ¡Porque pa mí que las ánimas no salen; digo, si lo sabré yo que estoy harto de pasar el cepillo diciendo: se saca ánima, se saca ánima.,, y lo único que se saca... son ocho ó diez reales! ¡Pero, en fin, el caso es que todo el mundo tiene miedo!... ¡Me alegro! Así no saldrá nadie de casa y me aprovecho, y en cuanto toque a ánimas me voy a ver a mi novia, me estoy hablando con ella toda la noche, toda, hasta que tenga que irme a tocar a misa. ¡La verdad es que mi Rosita es la mejor chica del pueblo. No tiene más que un defecto: que el padre no me puede ver... ¡Pero, en cambio, tiene una ventaja: que la madre no me puede oír, porque es sorda. ¡Qué lástima que el padre no sea manco!


ESCENA IV

Dicho, Rosa y Tía Nasia.

ROSA
(Saliendo) Críspulo.

CRISPULO
¡Rosa, lucerito! (La abraza)

ROSA
¡Que viene mi madre!

CRISPULO
Si es sorda.

ROSA
Pero no es ciega, (Sale la tía Nasia)

CRISPULO
¡Hola, tía Nasia!

NASIA
¡Ya estás tú aquí!... ¡Vámonos, Rosa; ya sabes que tu padre no quiere que hablemos con él!

CRISPULO
¡Valiente animal! (Aparte)

NASIA
¿Qué?

CRISPULO
Que hace muy mal. (Gritándole al oído)

ROSA
Me preguntaba si sabíamos lo que pasa en el pueblo.

NASIA
Sí, hijo, lo sabemos, y estoy horroriza.

ROSA
Entretenía. (A Críspulo por detrás de su madre)

CRISPULO
Pues, sí, señora, es verdad que se le ha aparecido un ánima al tío Perico.

ROSA
¿Irás esta noche, Críspulo? (Idem)

CRISPULO
¡Ya lo creo, no faltaba más! (Por detrás de la tía Nasia)

NASIA
¿Y en figura de esqueleto?

ROSA
¿A qué hora?

CRISPULO
A las nueve. (Se equivoca y se lo dice a la tía Nasia)

NASIA
¿Cómo?

CRISPULO
(¡Demonio!) Que a las nueve ha dicho que se va a aparecer en la plaza.

ROSA
No faltes. ¿Irás?

CRISPULO
Iré.

NASIA
¿Y qué vais a hacer? Yo creo que debíais hacer algo.

CRISPULO
Ya haremos, ya haremos.

ROSA
¿Y si te ve mi padre?

NASIA
¿No tienes miedo?

CRISPULO
No, y eso que es muy bruto.

NASIA
¿Quién?

CRISPULO
Tu padre. El ánima. No sé lo que me pesco. (Al revés) (Equivocándose, y diciendo a una lo que debía decirle a la otra)

NASIA
Pues, adiós, hijo; nos vamos a casa, que hoy estamos solas.

CRISPULO
Mejor.

NASIA
¿Cómo mejor?

CRISPULO
Que mejor es que se vayan ustés.

NASIA
Conque, adiós.

CRISPULO
Adiós, rica, monina, palo... (Le tira besos a Rosa, y al ver que la tía Nasia se vuelve, se persigna y dice:) Adiós, buenas noches. (¿Lo habrá oído?)

NASIA
Dios nos ampare, hijo.

CRISPULO
Y nos libre de todo mal. (Se persigna y le tira dos besos a Rosa. Se oye un rumor lejano) ¿Dios mío, qué será esto?


ESCENA V

Críspulo y Coro de Viejas.

(Música)

VIEJAS
Crispulín, Crispulín,
todo el pueblo hemos corrido;
te buscábamos, monín.

CRISPULO
No puedo oíros.

VIEJAS
Oye un instante.

CRISPULO
Tengo en la iglesia que trabajar.

VIEJAS
Oye un momento,
que es importante
lo que vamos a consultarte.

CRISPULO
Pues empezad.

VIEJAS
Nos han dicho,
¡Jesús nos ampare!
que en torno del pueblo
un alma se ve.

CRISPULO
¿Y qué?

VIEJAS
Y que va por los aires volando
y dice llorando;
¡Señor, yo pequé!

CRISPULO
¿Y qué?

VIEJAS
Que si el alma en pena
anda por ahí,
¡Válgame San Blas!
qué va a ser de mí.
Si se me aparece
por casualidad,
yo me voy del susto
a la eternidad.
Dinos, Crispulito,
dinos, por favor,
si se apareciera
¿qué será mejor?
si rezar,
si llorar,
si correr,
si gritar?

CRISPULO
Pues a callar
y no alborotar.
Tengo yo un remedio
que es muy superior;
oídle con calma,
porque es el mejor.
Os compráis una estampa bendita
con cien indulgencias
del ángel Gabriel;
por un perro os doy la estampita,
mirad qué bonita,
lo vale el papel.
Os rezáis cinco salves, diez credos,
catorce rosarios
y un yo pecador,
y si hacéis una cruz con los dedos,
tened entendido
que es mucho mejor.
Rezándole a la Virgen
con mucha devoción,
os librará, de fijo,
de la aparición.

VIEJAS
¡Ay, Virgen santísima,
ay, protégenos,
y del alma en pena
ay, libéranos!

CRISPULO
Os coméis cuatro cabos de vela
de cera bendita,
después de ayunar,
y el cepillo de Santa Marcela
de perras y perros
debéis de llenar.
Y si a mano no halláis crucifijo
que en trance tan duro
os pueda valer,
le enseñáis vuestra cara, y de fijo,
al veros la cara
escapa a correr.
Bailadle un pater noster
a San Pascual Bailón,
que es santo muy alegre,
y podrá librarnos
de la aparición.

VIEJAS
¡Ave María Purísima!
¡Ave María Purísima!
Orates frates, Kirie eleyson.
Ki kiri, ki kiri,
Kirie eleyson.
¡Ay, San Pascual!
¡Ay, San Pascual Bailón!
¡Ay, líbranos! ¡Ay, líbranos
de la aparición.

(Vánse las viejas, arrastrando los pies, un grupo por la derecha y otro por la izquierda. Críspulo sigue bailando, hasta que, al verse sólo, entra corriendo en la iglesia)


ESCENA VI

El Alcalde, el Secretario y el Tío Moro, que salen por el segundo término izquierda. El tío Moro con una escopeta.

(Hablado)

MORO
Bueno, pues ya está too arreglao.

ALCALDE
Ya sabía yo, tío Moro, que usted era un hombre de corazón y de valor. (Abrazándole)

SECRETARIO
Y yo, y yo.

ALCALDE
¡Usté qué ha de ser!

SECRETARIO
Digo. que yo también lo sabía.

MORO
Y no es que yo sea valiente, sino que no le tengo miedo a ná; son cosas que salen del natural de la persona.

ALCALDE
Mistté, yo, si fuera cosa de un ladrón ú algún malhechor, no le necesitaba a usté, porque cogía una escopeta... y se la daba a cualquier vecino pá que fuera; pero tratándose de cosas de la otra vida, a cualquiera le tiemblan las carnes.

MORO
¡Já, já, já!

SECRETARIO
Hombre, no se ría usted; son cosas mu serias.

MORO
Claro, pá ustés que creen en eso del infierna y del purgatorio. ¡Já, já, já!

ALCALDE
Tío Moro, no se ría usté del purgatorio, haga usté el favor.

MORO
Si es que ya no tengo miedo a eso. ¿Saben ustés por qué?

SECRETARIO
¿Por qué?

MORO
Porque yo, gracias a Dios, soy ateo.

SECRETARIO
¡Pues ya puede usted dar gracias a Dios!

ALCALDE
Bueno, ¿de modo y manera que usté se encarga de recorrer el pueblo y los alrededores pá enterarnos de si es verdad eso que ha dicho el tío Perico?

MORO
Decidió, pero con una condición.

ALCALDE
¿Cuala?

MORO
Que no ha de salir denguno de su casa esta noche.

ALCALDE
¿Eh? ¿Qué le paece a usté? (Al secretario)

SECRETARIO
Muy bien, muy bien.

ALCALDE
Pues pá que vea usté lo que soy yo; no me paece bien la condición.

SECRETARIO
¿Por qué?

ALCALDE
Porque en el pueblo hay quien tiene la obligación de sacrificarse cuando llega un casa como este.

LOS DOS
¿Quién?

ALCALDE
La autoridad. ¿Qué le paece a usted? (Al secretario)

SECRETARIO
Muy bien, que es usté otro valiente. (Abrazándole)

ALCALDE
Por lo tanto, (Al tío Moro) mientras usté recorre el pueblo por un lao... el Secretario le recorrerá por otro.

SECRETARIO
Yo? (Retrocediendo asombrado)

ALCALDE
Sí, señor; pero va usté en representación mía, que es como si fuera yo.

SECRETARIO
¡Pero, señor Alcalde!

ALCALDE
Yo, por si ocurriese algo, nesecito estar en mi puesto. (Incomodándose)

SECRETARIO
Pues por eso debe usté ir.

ALCALDE
Pues por eso no voy; porque el puesto de un Alcalde por la noche... es la cama.

SECRETARIO
Pues prefiero representarle a usté en ese puesto, y que vaya usté.

MORO
Pero si yo quiero ir solo; porque yendo solo... (No voy) (Lo último, aparte)

ALCALDE
Sí, señor: usté irá solo, pero por una parte del pueblo; el Secretario, solo, por la otra, y yo, solo, a acostarme.

SECRETARIO
(Y yo me meto en mi casa)

ALCALDE
 Bueno, ahora vamos a otra cosa. En usté tengo confianza, y sé que irá; pero en el Secretario, no; por lo tanto, usté se encarga de la parte del pueblo por donde vive él, y él
que vaya por donde vive usté.

SECRETARIO
(¡Demontre!)

MORO
(¡Me ha reventao!) Yo creo que eso era lo mismo.

ALCALDE
No, señor; porque usté no... pero si éste vá por donde vive... ¡usté lo ve, que parece tonto, pues se mete en casa!

SECRETARIO
¿Quiere usté que le diga una cosa?

ALCALDE
Diga usté.

SECRETARIO
Pues que en un caso de peligro como este, debían salir tóos los vecinos, y usté haciendo de cabeza.

ALCALDE
Ya lo sé; pero he decidió que esta noche los vecinos se metan en la cama con cabeza y too.

SECRETARIO
Pero...

ALCALDE
¡Y a callar! Si no, el que va a ir de cabeza va a ser usté.

MORO
Ná, no hay otro remedio; el Secretario y yo nos encargamos de too.

ALCALDE
Así me gusta; aprenda usté. Conque, hasta mañana.

SECRETARIO
Si Dios quiere.

ALCALDE
Adiós, tío Moro.

MORO
Buenas noches, señor Alcalde.

ALCALDE
¡Adiós, Secretario!

SECRETARIO
Adiós... (Cabeza, de bárbaro)


ESCENA VII

Dichos menos el Alcalde.

MORO
Ya nos liemos quedado solos.

SECRETARIO
Ya... (Saca un rosario)

MORO
Conque, vamos.

SECRETARIO
Vamos... (Pausa. —Quedan parados sin atreverse a andar)

MORO
¿Por qué ha sacao usté ese rosario?

SECRETARIO
Por si se me aparece el ánima.

MORO
¿Pero usté lo cree?

SECRETARIO
Naturalmente, hombre; si la han visto tres.

MORO
(¡Cuerno!) Pues yo, por si era algún malhechor disfrazao, he traído la escopeta.

SECRETARIO
¡Demontre! (La verdad es que si fuera un malhechor, ¿qué hago yo con el rosario?)

MORO
(El caso es que si es un alma, de ná me sirve la escopeta) Oiga usté, señor Secretario.

SECRETARIO
¿Qué?

MORO
Le voy a hacer a usté un favor.

SECRETARIO
¡Cualo?

MORO
Ná... que... tome usté la escopeta; veo que tiene usté mucho miedo. (Dándosela)

SECRETARIO
Hombre... pues muchas gracias. ¿Y usté va a ir sin ná?

MORO
¿Yo?.. Déme usté a mí el rosario... por llevar algo en las manos.

SECRETARIO
Sí, señor; tómelo usté, y que Dios nos defienda si es un aparecido.

MORO
¡Qué ha de ser, hombre, qué ha de ser! Padre nuestro... etc. etc.. (Vánse el tío Moro rezando, y el Secretario volviendo la cabeza a todos lados. El mutis ha de hacerle lo más cómico posible)


ESCENA VIII

Críspulo, que sale con temor.

CRISPULO
¡Pues, señor, está todo el pueblo aterrao, y no se ve un alma por las calles!... ¡Digo! Y
ojalá lio se vea... Yo voy a tocar a ánimas, cerraré la iglesia, y luego a ver a mi Rosa. (Entra en la iglesia)

(Música)

Preludio, durante el cual, y según está marcado en la partitura, ocurre la escena siguiente.


ESCENA IX

Tío Moro y el Secretario.

(Hablado)

SECRETARIO
(Por la segunda izquierda, asomándose con cautela) ¡Ay! ¡No puedo más!... Mientras el pobre tío Moro anda por ahí, yo voy a ver si me cuelo en casa. (Ladra un perro) ¡Aaaaah!... (Sale corriendo por la derecha muy embozado)

MORO
(Que sale a poco por la misma caja) ¡Ahí vá, ahí vá! (Vase corriendo por la izquierda. Sigue la orquesta)

(MUTACION)


CUADRO SEGUNDO

Telón corto de selva.


ESCENA UNICA

El Comendador, vestido con traje de estatua de «Comendador Ulloa» en «Don Juan Tenorio», montado en un burro, por la izquierda.

(Música)

COMENDADOR
¡So... sooo!
¿Y dónde voy yo?
Me meto en cualquier parte,
y muero por el arte,
y todo se acabó.
¡So... sooo! (Desmontándose)

(Deja el borrico oculto en la primera caja, sacándole, cuando se indique)

Si en el pueblo me meto
con este traje,
y me ve otro paleto
semisalvaje,
al mirar mis hechuras,
sin compasión,
de seguro, me rompen
el esternón.
¡Qué situación!...
¿Qué decidir?
Ni me puedo volver
ni me atrevo a seguir,
ni sé dónde comer,
ni sé dónde dormir.
Y me traigo una carpanta
que no puedo resistir.
¡Aaaah! (Bostezando)
Si sólito en el camino
no me encuentro este pollino,
que al trote cochinero
me trajo a este lugar,
caigo en manos de un beduino
que comete un desatino,
y tengo en este instante
bastante que rascar.
¿Qué habrá ocurrido?
¿Qué habrá pasado?
Yo me he salvado,
pero en un tris;
¡pobre Centellas!
¡pobre Tenorio!
¡pobre don Diego!
¡pobre don Luis!
¡Qué suerte ingrata!
¡qué disparate!
y en vez de aplausos para final,
cuánta patata, cuánto tomate,
¡qué bombardeo,
fenomenal!
Y aunque aquí tengo un chichón,
y aquí tengo una señal,
menos mal,
con razón ó sin razón,
ha tenido la función
buen final.
¡Ay! qué trote que gasta el borrico,
qué hermosa que tiene la espina dorsal;
¡ay! qué rico, qué rico, qué rico,
ni un tren de recreo te puede alcanzar.
Si escapamos bien, seremos
tú dichoso y yo feliz,
pues te ofrezco un gran banquete,
que ha de ser de rechupete,
con cebada, paja, avena,
con alfalfa y con maíz!

(Coge el borrico y se dirige al compás de la música hacia la derecha, volviéndose en seguida para continuar la escena)

(Hablado)

COMENDADOR
Eso es, ¿Y dónde voy yo?... ¡Dios mío! Si vuelvo atrás me revientan y si sigo adelante me matan, porque en este pueblo deben ser tan salvajes como en el que acabo de dejar... Me ha visto un paleto y huyó como alma que lleva el diablo; encontré a otros dos y me apedrearon, huyendo luego despavoridos. ¡Perú claro, no es extraño! Con esta facha, vestido de Comendador fallecido, llegar la noche de Animas a un lugarejo en donde nunca habrán visto cómicos, es para que crean cualquier disparate. ¡Ay, Dios mío, pero qué catástrofe la de esta tarde! ¡Y todo por el endemoniado genio del don Juan! ¡Qué fiera es ese Pérez!... Estábamos representando en ese maldito pueblo de al lado, y habíamos llegado al cuarto acto del Tenorio, sin ningún tropiezo, cuando al dirigirse á mí don Juan, no respetando mis cenizas, y diciéndome: (En tono dramático)

«Tú eres el más ofendido,
más si quieres te convido
a cenar»...

¡Pum!... No pudo decir: «Comendador.» Una enorme patata le tapó la boca. Yo me quedé oscilando en mi lecho de piedra. Sentirse herido don Juan, lanzarse sobre la patata y arrojarla al público con la misma fuerza conque la recibió, fue todo uno; y por más que doña Inés le decía: (Con voz de mujer)

«Don Juan, don Juan, yo lo imploro.»

¡Quía!... La patata ya  había ido a dar, por horrible desgracia, en las mismísimas narices de la hija del señor Alcalde. ¡Todos temblamos en nuestros sepulcros! ¡Nunca habíamos visto a Pérez tan irritado, porque otras veces, haciendo el Tenorio también, le habían echado patatas, pero... luego se las había comido fritas. ¿Y qué querría ese bruto que le echaran, coronas? ¡Cuando en vez de trusa se había puesto una sobrefalda de doña Inés!... A todo esto, la hija del Alcalde, comenzó a echar sangre de las narices y a dar gritos; el padre que lo ve, coge una estaca, sube al escenario, le sigue el pueblo, saca don Juan la espada, y yo salí escapado entre una lluvia de golpes, y oyéndole decir a Pérez, con voz tonante:

«No, no me causan pavor
vuestros semblantes esquivos...»

Y el Aleando gritando: «Toma, por morral.» Al principio me siguió Mejía, pero yo, viendo que aquello era cosa de dejar el pellejo, salgo a la calle, encuentro este burro, le doy dos cintarazos, salto sobre él, y...

Flotante la capa,
desnudo el acero,
sembrando a mi paso
terrible pavor,
en alas del viento
ó a lomos del burro,
aquí ha aparecido
el Comendador.

(Queda en una actitud cómica)

¿Qué habrá sido de doña Inés? ¡Dios mío y a todo esto serán las nueve de la noche y no sé qué hacer, y estoy molido; nada, hay que decidirse: me acercaré al pueblo, y en una de las casas de las afueras salto por las tapias del corral y allí me paso la noche, y mañana por la mañana. Dios dirá... (Se acerca a la caja en donde haya dejado el borrico, y vuelve a sacarle) ¡Y pensar que la culpa de mi situación la tiene ese bestia de don Juan!... Podría venir ahora a decirme aquello de: (Diciéndoselo al borrico)

«Anciano, la lengua ten...»

¡Le daba un puñetazo que le saltaba un ojo! (Amenazando al burro) En fin. Comendador, al corral. (Vase, nevando del ronzal al pollino; y al compás de la música)


CUADRO TERCERO

Corral de una casa del pueblo. Al foro una tapia con puerta en el centro. A la izquierda la casa con puerta; la puerta tiene una gatera. A la derecha un pequeño establo con tragaluz redondo en la pared, que da frente al público; un montón de sacos junto a la pared del foro, a la derecha de la puerta. La escena a obscuras.


ESCENA PRIMERA

Tía Nasia y Rosa.

NASIA
(Con un candil en la mano) Cierra la puerta del establo y vamos a meternos en casa.

ROSA
La verdad es que con una noche tan triste, no debía venir Críspulo.

NASIA
¡Ah! ¿Le has echao el pienso?

ROSA
¿Qué?

NASIA
Que si le has echao el pienso al borrico. Que anteayer se pasó la noche rebuznando, según dijo tu padre. Conque, vamos a retirarnos. Pasa, hija, que voy a cerrar bien la puerta.

ROSA
Y usté, acuéstese en seguida.

NASIA
Bueno. No siento más que tener fuera de casa a tu pobre padre. ¡Gracias a que como él es tan valiente!... (Al ir a entrar suenan dos golpes y se detienen)


ESCENA II

Dichas y el Tío Moro, después el Comendador.

ROSA
¡Ay!

NASIA
¿Qué es, hija?

ROSA
¡Que han llamado!

NASIA
¿Que han llamado? ¡Dios mío, a estas horas quién será!

ROSA
Sí, señora; han dao dos golpes.

NASIA
Pues no pué ser tu padre, porque él no dá más que uno cuando llama, (Vuelven a llamar)

ROSA
¿Quién es?

MORO
(Dentro ) ¡Quién ha de ser! ¡Abrid!

ROSA
¡Es padre!

NASIA
¡Padre!... Pues anda, anda, vete a la cama, que yo abriré.

ROSA
(¡Ay! Mi padre aquí; Dios quiera que no venga Críspulo) (Entra en la casa)

MORO
(Sale jadeante con el rosario en la mano) ¡Bien podías haber abierto antes! ¡Ay!...

NASIA
¿Pero qué te pasa?

MORO
Cierra la puerta.

NASIA
¿Te ha ocurrido algo?

MORO
Que cierres la puerta.

NASIA
¿Has visto el ánima?

MORO
Pero ¿quieres hacer el favor de cerrar la puerta?

NASIA
Voy, hombre, voy.

MORO
¡Ay, Dios mío! ¿Qué sería aquello que he visto correr? Todavía parece que me sigue; y me sigue... me sigue el miedo.

NASIA
Pero, ¿qué has visto?

MORO
A las mujeres no se os puede contar ná, porque en seguida os asustáis.

NASIA
Y dime, ¿has recomo ya el pueblo?

MORO
No le he recorrido, pero le he corrido.

NASIA
¿Por qué?

MORO
Pues porque lo que manda el Alcalde se debe hacer corriendo... (Parece que me voy serenando)

NASIA
Me estoy viendo que al fin vas a resultar un cobarde.

MORO
¿Cobarde yo?

NASIA
Sí.

MORO
¡Yo cobarde! Mira, ¿ves esta tranca?

NASIA
Sí.

MORO
Pues voy... (a atrancar la puerta)

NASIA
Lo que me parece a mí es que tienes un miedo que no ves. (Vase)

MORO
Pues claro que no veo; como que te has llevao la luz, pedazo de animal. ¡Y me deja a obscuras! En fin, voy a atrancar la puerta, y a la cama; y mañana ya nos dirá el Secretario lo que ha pasao, si no se ha muerto de un susto. La verdad es que los hay cobardes... Yo mismo estoy seguro de que no hay en el pueblo tal ánima. ¡Pues ha habido un momento en que creí que me seguía! ¡Tenerle yo miedo a un ánima del purgatorio! ¡Já, já, já! La verdad es que ahora que estoy dentro de casa me hace gracia... ¡y hasta he creído que se me iba a aparecer!... ¡Jé, jé, jé! (Durante las últimas frases, el Comendador habrá subido por la tapia, y habrá quedado apoyado en ella por la parte del público, sosteniéndose en dos estribos de madera, que habrá colocados convenientemente; al verle el tío Moro, aquél debe estar en una actitud cómica. Se oye el toque)

COMENDADOR
(Aparece, y va a pasar la pierna) Aquí me meto.

MORO
¡¡Ooooh!!

COMENDADOR
¡Dios mío, un hombre!

MORO
¡Ay! ¡Virgen santa! ¡Dios santo! ¡Espíritu santo!

COMENDADOR
¡Buen hombre!

MORO
¡Ay, santo, santo, santo! (Vase huyendo)

COMENDADOR
(Saltando a escena) ¡Avestruz! ¡Dios mío, y cómo corre ese bestia! ¿Qué habrá creído ¡Pero seré yo desgraciado!... De seguro que me he venido a meter en el único corral en que habría gente a estas horas. ¡Ay, señor, Señor! ¡A mí me va a pasar algo grave!... (Presta atención) ¡Canastos! Alguien sale. ¿Será otro hombre? (Buscando donde meterse, se esconde en el establo)


ESCENA III

El Comendador y Nasia, con una luz.

COMENDADOR
(Escondido) (¡Una mujer! Esta va a ser mí salvación, esta me oirá; (Sale Nasia mirando a todos lados. El Comendador sale de su escondite y va detrás de ella, yo le hablo) Señora, usted no será sorda a mi ruego. ¡Señora, he... señora! (La sigue, arrodillándose a cada frase) (Pues si parece sorda)

NASIA
No le veo. ¿Dónde estás?

COMENDADOR
Aquí detrás, señora.

NASIA
¿Estás con el borrico?

COMENDADOR
Le he dejado ahí fuera; no podía saltar.

NASIA
Pues, mira, en la cama estoy. Ya vendrás, si quieres...

COMENDADOR
¡Señora!...

NASIA
(Se vuelve y le ve) ¡Aaaay! ¡Dios me valga! (Vase)

COMENDADOR
¡Señora, señora! Nada, va como alma que lleva el diablo. ¡Dios santo, esto es el colmo de las desgracias! ¡La única persona que me hubiera oído, me resulta sorda. Nada, puesto que ya me han visto, y no podría huir sin exponerme a mayor peligro, aquí me hago fuerte. Cerraré la puerta, la atrancaré y que vengan cuando quieran. ¡Calle! parece que anda alguien por detrás de la tapia. Sí. No me equivoco. ¿Serán ellos ya?...

(Se oculta en el establo)


ESCENA IV

Dicho y Críspulo, que salta por la tapia

COMENDADOR
¡Un hombre! ¡Cuerno! ¿A qué vendrá? Y entra por la misma puerta que yo.

CRISPULO
¡Ajajá! Ya estoy dentro. ¡Jé, jé!

COMENDADOR
(Señor, ¿será sordo este también? Pues yo le hablo, quiera ó no quiera).

CRISPULO
Ea, haré la señal de todas las noches, para que me oiga Rosa. (Se echa en el suelo, dirigiéndose a la gatera)

COMENDADOR
(Pero ¿qué irá a hacer? ¡Caracoles, se acuesta! ¿Si vendrá a echar un sueño? No, pues yo no aguardo a que se duerma. Le voy a dar un susto terrible, pero...)

CRISPULO
¡Miauu!

COMENDADOR
¡Zape!

CRISPULO
¡Miauu!

COMENDADOR
(¡Hace el gato! ¡Cuerno, aquí debe haber gata encerrada!)

CRISPULO
¡Rosita, Rosita! ¡Ay, ya parece que la oigo! Sí, oigo sus pasitos, se acerca de puntillas. ¡Ay, qué rica! ¡Miauu! (Bajito)

COMENDADOR
Caballero, no maye usted más, que no hay nadie.

CRISPULO
¡Ay, ay! ¡El ánima! (Rueda por el suelo, y se dirige a la tapia, intentando saltar)

COMENDADOR
Pero, señor minino, no tenga usted miedo.

CRISPULO
En el nombre de Dios te digo...

COMENDADOR
(No, pues este no se escapa) ¡Abajo! (Bajan al proscenio, y el Sacristán se arrodilla)

CRISPULO
¡Perdón, perdón! Yo fui el que limpié el cepillo de las ánimas.

COMENDADOR
Bien hecho, hombre. Si me ha sido usted un gato muy simpático, y lo que yo necesito es...

CRISPULO
Ya lo sé: que le digan a usted misas.

COMENDADOR
No, señor; que me digan dónde me podría esconder, porque ni soy ánima en pena ni cosa que lo valga. (Arrodillándose delante de él)

CRISPULO
¿Qué no?

COMENDADOR
No, señor. (Se levantan)

CRISPULO
Pero ¿no viene usted del purgatorio?

COMENDADOR
No, señor; pero vengo de Matalaguarra, que es peor.

CRISPULO
¿Y cómo está usted con esa ropa?

COMENDADOR
Porque es la ropa conque estaba trabajando en ese pueblo.

CRISPULO
¿Trabaja usted en ropa blanca?

COMENDADOR
¡Cá, hombre! Trabajo en dramas, y esta tarde he hecho el Comendador del Tenorio.

CRISPULO
¿Y por qué ha hecho usted eso?

COMENDADOR
Por tres pesetas. ¡Y si viera usted qué caída he hecho cuando me pegó el tiro don Juan!

CRISPULO
¿Un tiro? ¿Murió usted?

COMENDADOR
¡Es natural, hombre! Si me tenía que matar.

CRISPULO
¡Pero, es usté un muerto! ¡Usté es un ánima!

(Echando bendiciones)

COMENDADOR
No, hombre, y para que usté se convenza de que no soy un ánima, toque usted aquí.

CRISPULO
¿Dónde?

COMENDADOR
Aquí. (En la frente) Toque usted sin miedo.

CRISPULO
¡Está usted caliente!

COMENDADOR
Bueno, ¿pero, qué nota usted?

CRISPULO
Un chichón.

COMENDADOR
De un patatazo.

CRISPULO
¡Lo estoy viendo y no lo creo!

COMENDADOR
¡Toma, porque no le duele a usted!

CRISPULO
Bueno, ¿Y cómo está usted aquí?

COMENDADOR
Muy mal, si pudiera seguir mi camino...

(Pasea)

CRISPULO
(Acercándose) ¿Y cómo sigue usté?

COMENDADOR
Bien, gracias, ¿Y usted? (Le da la mano)

CRISPULO
¡No! ¿Que cómo sigue usté su camino?

COMENDADOR
Pues ayudándome usted.

CRISPULO
Si yo no puedo. No vé usté que yo he venido aquí...

COMENDADOR
Sí, a mayar.

CRISPULO
Pues mire usted, yo mayaba por mi novia.

COMENDADOR
¿Pero tiene usted relaciones con una gata?

CRISPULO
No, señor; con una chica que vive aquí, y vengo a estas horas, porque tengo miedo a los padres.

COMENDADOR
¡Ah, pues hoy no hay miedo, porque me han visto y han salido huyendo los dos!

CRISPULO
¿Que han unido los dos? ¡Entonces debe estar la chica sola!

COMENDADOR
Solita.

CRISPULO
¡Caracolitos, qué ocasión! (Corre hacia la casa)

COMENDADOR
¡Eh! Poquito a poco. La ocasión debemos aprovecharla para salir del apuro.

CRISPULO
¿Cómo?

COMENDADOR
Pues diciéndole usté al padre que no soy la que creen.

CRISPULO
Quiá, hombre, no vé usté que si sabe que he venido me revienta. Con que, déjeme usted irme.

COMENDADOR
Bueno, haga usted lo que quiera; pero le advierto una cosa; que en cuanto usted se vaya, hago ¡miaúu!

CRISPULO
¿Pá qué?

COMENDADOR
¡Toma! Para que salga su novia usted, y ya me entenderé con ella.

CRISPULO
Oiga usted, poco a poco.

COMENDADOR
¡Nada, que hago miaúu!

CRISPULO
(¡Canastos, yo no dejo solo a éste!) Usté no lo hará.

COMENDADOR
Pues, sálveme usted.

CRISPULO
Pero, ¿cómo?

COMENDADOR
De esta manera; vuelve usted a mayar y sale la chica; usted le cuenta lo que pasa y que me deje ropa de su padre.

CRISPULO
Pero, si le ve a usted de blanco, tendrá miedo.

COMENDADOR
Pues, déjeme usted su capa, para mientras hablamos con ella.

CRISPULO
Tome usté. La llamaré en seguida,

COMENDADOR
Justo, no perdamos tiempo. (El Comendador se pone la capa de Críspulo sobre la suya, y el sombrero sobre el birrete, y se oculta en el establo)


ESCENA V

Dichos y luego Rosa.

(Música)

CRISPULO
¡Miau!

COMENDADOR
El gato otra vez.

CRISPULO
Esta es la señal.

COMENDADOR
Pues se anuncia usté como un animal.

CRISPULO
En cuanto Rosa,
que ya me espera,
por la gatera
me oye mayar,
muy presurosa
baja ligera

COMENDADOR
Buena manera
de gatear.

CRISPULO
Le llamo rica,
me llama tonto.

COMENDADOR
Maye usté pronto,
por compasión.

CRISPULO
Me dá su mano
que me enajena.

COMENDADOR
Es una buena
combinación.

CRISPULO
Y si la propongo,
una atrocidad...

COMENDADOR
Haga usté el morrongo,
por caridad.

CRISPULO
¡Miau!

COMENDADOR
Pues si no nos oye, nos ha fastidiáu.

ROSA
(Saliendo. El Comendador se oculta en el establo)
¡Críspulo!

CRISPULO
¡Rosita!

ROSA
Has venido al fin.

CRISPULO
Tengo que decirte...

ROSA
No te puedo oír.
Mi padre está en casa.

CRISPULO
Tu padre no está
Ha salido huyendo.

COMENDADOR
¡Pero volverá!

ROSA
¿Ha huido?

CRISPULO
Sí tal.

ROSA
¿Y cómo, por qué?

CRISPULO
Porque en el corral,
afirma que ha visto
al ánima en pena;
que dicen que grita,
que dicen que suena,
que dicen que sube,
que dicen que baja.
que pincha y que corta y que raja;
que dicen que bufa,
que ruge y se queja,
y es todo, Rosita, un cuento de vieja.

ROSA
Con eso que dices
me vuelves la calma.
¿Es cierto, de veras?
¿no existe tal alma?
¿Entonces no bufa,
ni gime, ni pena
ni está empecatada,
ni arrastra cadenas,
ni cruje los dientes,
ni pincha, ni raja,
ni grita, ni vuela,
ni sube, ni baja?
Ni raja, etc.

CRISPULA
Ni raja, etc.

COMENDADOR
Ni rajo, etc.

(Me toman el pelo)

ROSA
Pues eso que has visto,
¿qué podría ser?

CRISPULO
Un amigo mío,
y lo vas a ver.

ROSA
¿Pues dónde está?

CRISPULO
Conmigo aquí,
y hay que salvarle.

ROSA
¿Salvarle?

CRISPULO
Sí.
No temas, Rosa; venga usté acá.

COMENDADOR
(Saliendo)
Sálveme usté, Rosita,
por caridad.

ROSA
(Asustándose) ¡Ay!

COMENDADOR
¿Yo no sé por qué
tiene usté temor?

ROSA
¿Pues quién es usté?

COMENDADOR
El Comendador. (Quitándose la capa)

ROSA
¡Ay, Jesús qué facha!

CRISPULO
No te asustes más,
es una persona,
ven y lo verás.

COMENDADOR
Soy una persona,
no faltaba más;
venga usté al momento
y nos salvará.

ROSA
Entonces no bufa.

CRISPULO
No bufa.

COMENDADOR
No bufo.

ROSA
Ni gime, ni pena, etc.

CRISPULO
Ni gime, etc.

COMENDADOR
Ni peno, etc.

ROSA
No me asusto más.

CRISPULO
No te asustes más.

COMENDADOR
No se asuste más.

ROSA
Es una persona,
no faltaba más.

CRISPULO
Es una persona, etc.

COMENDADOR
Soy una persona, etc.

ROSA
Ni asusta a la gente,
ni pincha, ni corta.
Es joven decente,
que es lo que ahora importa.
Ni asusta a la gente, etc.

CRISPULO
No te asustes, ven,
ven y lo verás.
Ni asusta, etc.

COMENDADOR
Venga usté al momento
y nos salvará.
Ni asusto a la gente,
ni pincho, ni corto,
ni como caliente,
que es lo que me importa, etc.

(Hablado)

CRISPULO
Pues, nada, al verle con estafadla, tu padre salió escapao y tu madre también; y es preciso que le salvemos.

ROSA
¿Pero, cómo estaba usted aquí?

COMENDADOR
(Señorita, yo he subido por esa tapia, porque creí encontrar un corral donde no habría más que animales; pero me he encontrado con su padre de usté, con su madre y con este señor.

CRISPULO
Bueno, el asunto es que libremos de la gente que le perseguirá a este buen cómico.

ROSA
¿De manera que usté es?...

COMENDADOR
Un buen cómico, señorita.

ROSA
¡Anda! Pues si creíamos tóos que era usted una cosa del otro mundo.

COMENDADOR
No tanto, señorita... no tanto, modesto...

CRISPULO
Bueno, no perdamos el tiempo.

ROSA
El caso es que no sé dónde esconderle.

COMENDADOR
¿Tiene usted granero?

ROSA
Sí, señor; pero está lleno de cebada.

COMENDADOR
Mejor que mejor. ¿Hay bastante?

CRISPULO
Tiene usted de sobra.

COMENDADOR
Entonces me meto en ella.

ROSA
No me atrevo a esconderle allí, porque podían subir y encontrarle a usted dentro de la cebada.

CRISPULO
O viceversa.

COMENDADOR
¡Cómo viceversa, hombre!

CRISPULO
Quiero decir que podrían ó no podrían encontrarle...

COMENDADOR
Eso, bien, (Suenan dos golpes en la puerta)

CRISPULO
¡Demonio! Aquí me meto entre los sacos.

COMENDADOR
¡Ay!... ¡Ellos!...

ROSA
¡Ay! ¡Yo me voy! (Entra en la casa)

ALCALDE
(Dentro) ¡Abrid a la autoridad!

COMENDADOR
¡Sí, en seguidita! (Corre al establo)


ESCENA VI

El Alcalde, El Tío Moro, Cabezón, los tres en la tapia, el Coro detrás.

(Música)

MORO
(Asomando la cabeza)
¡Por aquí! (Se oculta)

CABEZON
(Idem) ¡Por aquí! (Idem)

ALCALDE
(Idem) ¡Por aquí! (Idem)

MORO
(Idem) ¡Por aquí le vi! (Idem)

COMENDADOR
¡Válgame San Pedro,
ya están aquí!

ALCALDE
(Asomando la cabeza)
Animo, señores
que el pueblo nos mira.
¿Tienen ustés miedo?
¡Parece mentira! (Se oculta)

MORO
(Idem) Si usté le viera
como le vi,
con unos ojos
mirando así. (Idem)

CABEZON
(Idem) Si yo le viera
como él la vio,
con esos ojos
que le miró. (Idem)

MORO
(Idem) En esqueleto
se apreció,
y no fue susto
el que me dio. (Idem)

ALCALDE
(Idem) En esqueleto
se apareció,
 y no fue susto
el que me dio. (Idem)

CABEZON
(Idem) Yo subiría. (Idem)

MORO
(Idem) Yo bajaría. (Idem)

ALCALDE
(Idem) Yo casi, casi,
me atrevería. (Idem)

COMENDADOR
¡Ay! Si yo pudiera
me escaparía.

CRISPULO
¡Ora pro nobis!

CORO
¿Qué será, qué le hará?
¡Dónde se oculta,
dónde estará!
¡Santa María!

LOS TRES
(Idem) Pues vamos juntos,
que el pueblo mira;
tenemos miedo,
¡paece mentira!
Y no asustarse,
que el caso es
meter la pata.

COMENDADOR
(¡Brutos los tres!)

ALCALDE
(Pasando la pierna)
¡A la una!

MORO
(Idem) ¡A las dos!

CABEZON
(Idem) ¡A las tres!

LOS TRES
¡Ay! (Se ocultan)

CABEZON
(Asomándose) Lo dejaremos. (Se oculta)

MORO
(Idem) Lo dejaremos. (Idem)

ALCALDE
(Idem) Lo dejaremos. (Idem)

LOS TRES
(Idem) Hasta después. (Idem)

(Hablado)

ALCALDE
¡Chist!... ¡Silencio!

CABEZON
La puerta está atranca.

MORO
¡Y mi chica sola con el alma!

ALCALDE
Bueno, pues he pensao una cosa, pa deshacernos de él...

CABEZON
¿Cuala?

ALCALDE
Que lo mejor es tirarle ocho ó diez tiros, en cuanto le veamos.

COMENDADOR
(¡Cuerno! ¡Me deshacen!)

CABEZON
Yo creo que mejor que ocho ó diez tiros sería...

COMENDADOR
(¡Ay! ¡Este me salva!)

CABEZON
Tirarle quince ó veinte.

COMENDADOR
(¡Bruto!)

ALCALDE
Por supuesto, con bala.

COMENDADOR
(¡Señor mío Jesucristo!)

CABEZON
Con perdigones es bastante.

COMENDADOR
(Menos mal)

ALCALDE
Con que ahora es preciso que bajemos a abrir la puerta.

MORO
Eso le corresponde a usted, como Alcalde.

ALCALDE
(Pasa una pierna por la tapia) Bueno, ya lo sé; Cabezón, baja en representación mía. (Sube la pierna)

CABEZON
Pero...

ALCALDE
Cabezón, no seas Cabezón; ó bajas ó te tiro.

CABEZON
Bueno, bueno, voy. (Salta) ¿Si me agarrará?...

(Los otros se retiran de la tapia)

COMENDADOR
(¡Dios mío, y baja Cabezón!) (¿Quién será Cabezón?)

CABEZON
¡Y ha echao el cerrojo! ¡Adentro! (Entran todos)

COMENDADOR
(¡Ya están aquí! ¡Dieciséis tiros de perdigones!... ¡Padre nuestro, que estás en los cielos!...


ESCENA VII

Dichos y gente del pueblo que entra con mucho misterio.

UNO
¡Ay, qué horror!

OTRO
¡Aquí le han visto!

UNO
¡Qué miedo!

ALCALDE
¡A callar!... y al primero que le tenga miedo al alma, le rompo el alma. Ahora, a buscar por tóos laos. (Cae el saco que ocultaba a Críspulo, que queda al descubierto)

TODOS
¡Ay!...

COMENDADOR
(¿Qué habrá sucedido?)

MORO
Ha caído un saco.

CABEZON
Y ha salido una cabeza.

ALCALDE
Las ocho escopetas, ¡apunten!


ESCENA VIII

Dichos y Críspulo.

CRISPULO
(Saliendo) ¡No, no, que no apunten, que no apunten!

TODOS
¡Eh!

CRISPULO
¡Soy yo, señor Alcalde, Crispulito!

MORO
¡Críspulo!

ALCALDE, NASIA y CABEZON
¡E1 Sacristán!

COMENDADOR
(Le han cogido)

ALCALDE
Pero, oye... ¿de manera que el ánima eres tú?

CRISPULO
No, señor. Pero yo les explicaré a ustedes...

ALCALDE
Cuenta, cuenta.

CRISPULO
(¡Me las vas a pagar, por no haberme dejado ir!)

COMENDADOR
(¡Este me salva!)

CRISPULO
Pues oigan ustés; estaba yo tocando a ánimas, sin miedo ninguno, porque yo tenía la seguridad que las ánimas en pena no se aparecen a nadie...

COMENDADOR
(Bendita sea tu boca)

CRISPULO
Cuando de repente siento que me agarra por los pelos un fantasma muy horrible, me sube por los aires y me trae aquí.

COMENDADOR
(Saliendo) Señor Alcalde... Diga usted que todo es mentira; yo me le he encontrado mayando.

TODOS
¡Ay! (Retroceden horrorizados, y el Comendador corre asustado al establo)

CRISPULO
¿Yo?

COMENDADOR
¡Que no tiren, que no tiren, y yo diré quién soy!

ALCALDE
Salga, salga usted sin miedo.

COMENDADOR
Saldré... Pero con miedo. Yo...

ALCALDE
¡Eh! No se acerque usted.

COMENDADOR
¡Cá, si no me acerco!

ALCALDE
Antes hay que tomarle a usted declaración. ¿Quién es usted?

COMENDADOR
Un pobre cómico.

ALCALDE
Cabezón, apunta.

COMENDADOR
No, por Dios, no apunte usted, no apunte usted, señor Cabezota.

CABEZON
No tenga usted cuidao, si no sé escribir.

COMENDADOR
Yo soy un pobre cómico que ha tenido que huir del pueblo de al lado, con este traje; me escondí aquí, y vino el Sacristán, y empezó a mayar por la gatera.

CRISPULO
¡Comendador, que me pierdes!

COMENDADOR
Me las tienes que pagar.

MORO
¿Y tú, por qué mayabas?

CRISPULO
Porque venía detrás de un gato.

COMENDADOR
Y me dijo que era novio de su hija de usted.

CRISPULO
¡Comendador, que me has perdido!

MORO
¡Eso es mentira!

ROSA
(Saliendo) No, padre, no es mentira. El maya porque me quiere.

NASIA
Sí, sí, hombre, déjalos.

MORO
Bueno, pues que mayen.

ALCALDE
¡Quiá! A la cárcel too el mundo, hasta que mañana mande un propio al otro pueblo y nos enteremos de too.

COMENDADOR
Señor Alcalde, una pregunta.

ALCALDE
Usted dirá.

COMENDADOR
¿Los presos cenan?

ALCALDE
Sí, señor.

COMENDADOR
Pues vamos a la cárcel, que se va a enfriar.


ESCENA ULTIMA

Dichos y El Secretario.

SECRETARIO
(Sale corriendo) ¡Señor Alcalde! ¡Señor Alcalde!

ALCALDE
¿Qué ocurre? ¿Qué pasa?

SECRETARIO
Que... que... por fin la he visto.

MORO
¿Y qué ha visto usted?

SECRETARIO
Pues todo... Que al andar yo recorriendo el pueblo, en la misma era del tío Lechuza he visto al ánima.

ALCALDE
¿Qué le has visto?

SECRETARIO
Sí, señor, y he librao al pueblo del fantasma, porque al verle le hice la señal de la cruz y voló.

ALCALDE
Pues misté, sí que habrá volao, sí que habrá volao, porque miela usted ahí.

SECRETARIO
¡Oooh! (Cae al suelo asustado)

COMENDADOR
¡Bruto! ¡Todavía viene a meter ruido!

ALCALDE
Usted también a la cárcel.

COMENDADOR
Sí, señor, por embustero. A ustedes les he hecho el gran favor. (Al Sacristán y Rosa) Y usted disimule el susto. (A la tía Nasia) Y a usted, señor Alcalde...

ALCALDE
¡A mí no me chille usté!

COMENDADOR
Usted dispense, es verdad.

CRISPULO
Si quiere usted, le convido a cenar, Comendador.

COMENDADOR
¡Calle usted, eso me decía don Juan cuando el patatazo!

Y si la obrita ha gustado
y nos quieren aplaudir,
ya no tendremos que huir,
como en el pueblo de al lado.



TELON


Información obtenida en:
https://archive.org/details/losaparecidoszar00caba

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