La Banda Nueva (Libreto)



LA BANDA NUEVA



Zarzuela de costumbres valencianas en un acto, dividido en tres cuadros.

Original de Maximiliano Thous y Elías Cerdá.

Música de José Serrano y Enrique Brú.

Estrenada en el Teatro de Apolo el día de 22 de Enero de 1907.


REPARTO (Estreno)

Elvira - Isabel Brú.

Ramona - Joaquina Pino.

Carmen - Felisa Torres.

Don Agustín, director de la Banda Vieja - José Mesejo.

Ernesto, director de la Banda Nueva - Vicente Lecha.

El Señor Alcalde - Pedro Ruiz de Arana.

Cacherulo - Emilio Carreras.

Charanga - José L. Ontiveros.

Presidente del Círculo - Vicente Carrión.

Alguacil - Antonio Soriano.

Vocal - Manuel Rodríguez.

Microbios, (Partidarios de la Banda Nueva), Carcamales, (Partidarios de la Banda Vieja). Músicos de las dos bandas, guardas, niños, gente del pueblo.

La acción en Benimola, supuesto pueblo de la provincia de Valencia.

Mes de Julio. Epoca actua (La del estreno)

Derecha e izquierda, las del actor.


ACTO UNICO


CUADRO PRIMERO

Plaza de una población importante de la región valenciana, engalanada como en día de fiesta. En primer término derecha, la casa de don Agustín, y en el tercero izquierda, avanzando algo hacia el centro de la escena, la Casa-Ayuntamiento con puerta y balcón practicables Calles en los demás términos de uno y otro lados.


ESCENA PRIMERA

Se celebra el regreso de las dos bandas de música de la población, la vieja y la nueva, que han asistido al certamen musical de Valencia. Cuando se levanta el telón óyense los acordes de la banda vieja. Los Microbios, que son muchos y casi todos jóvenes, forman grupo a la izquierda y los Carcamales, pocos y viejos, están agrupados a la derecha. Al frente del grupo de los Microbios, está Ramona, mocetona, guapa y desenvuelta. En el balcón de la Casa Ayuntamiento el Alcalde y Carmen, presencian el desfile

(Recitado sobre la música)

VIEJO
¡Viva la banda vieja!

CARMEN
¡¡Viva!!

JOVEN
¡Viva la banda nueva!

MICROBIO
¡¡Viva!!

VIEJO
¡Mueran los Microbios!

CARMEN
¡¡Mueran!!

JOVEN
¡Mueran los Carcamales!

MICROBIOS
¡¡Mueran!!

RAMONA
(Avanza amenazadora hacia el grupo de Carcamales, gritando:) ¡Viva la banda nueva! ¡Viva Ernestet! ¡Viva el abanderao! (Y después de quedar un instante en actitud de reto se retira a su grupo. Los Microbios aplauden sus desplantes de mujer de «rompe y rasga». Suena más cercano el pasodoble de la banda vieja y un grupo de Carcamales va en su busca desapareciendo por el segundo término izquierda. Poco después reaparece, palmoteando, precediendo a su banda, (l) Elvira sale de su casa y corre también al encuentro de don Agustín, su padre, en el momento en que éste sale por el término indicado, de espaldas, en actitud de dar a su banda la señal de silencio con la batuta. Deja de tocar la banda y Elvira abraza a su padre, llevándole hacia casa. Los músicos de la banda vieja entran en escena y acompañados por sus parientes y amigos se retiran tristes y alicaídos. Entre todos destaca Charanga que viste desastradamente el uniforme: desabrochada la guerrera, coito y estrecho el pantalón, raquítica la teresiana. Calza alpargatas y lleva las botas atadas con un hilo y colgadas sobre el hombro izquierdo a modo de alforjas. Bajo del brazo, el bombardino. Le reciben su mujer y su hijo, un chiquillo de pocos años, tan desastrado como su padre, a quien éste entrega una naranja, que inmediatamente comienza a mondar a bocados, Este pequeño grupo, que debe ser compuesto de manera que resulte caricaturesco, retírase, como los músicos de la banda por los segundos términos de la derecha. Los Microbios han recibido a la banda vieja, con desprecio, pero sin insultos y al oír el pasodoble que a lo lejos toca la banda nueva, un grupo de ellos corre a su encuentro, también por el segundo término de la izquierda, capitaneado por Ramona (que no deja de gritar) Ya vienen, ya vienen. ¡Viva la Banda Nueva!... ¡Viva Ernestet!... ¡Viva el abanderao!... (Estos vítores que son contestados con gran entusiasmo, producen en don Agustín gran indignación. Elvira procura calmarle atrayéndole hacia casa, pero don Agustín rechaza a su hija cariñosamente y dice con energía)

(l) Leed las Advertencias importantes, al final del libreto.

DON AGUSTIN
Déjame; quiero que me vean con la frente levantada, que sepan que no me avergüenza ni me rinde la derrota. (Gallarda actitud en el viejo y desconsuelo de su hija, que se coloca al lado de su padre, pero en la parte interior de la puerta. Inmediatamente, aparecen por el segundo término de la izquierda, primero un grupo de chiquillos, luego Ernesto, que es llevado en hombros, saludando y mostrando con orgullo un lazo de seda blanca con flecos dorados; detrás Cacherulo y Ramona, y por último la banda nueva tocando, siendo recibidos con aplausos y vítores de la entusiasmada multitud que dificulta la marcha. Se detienen un momento frente al Ayuntamiento, pero como si fuese para dar «trágala» a don Agustín, que permanece a la puerta de su casa inmóvil y altivo. Continúa su marcha la banda por el tercer término de la derecha. El escenario queda limpio de gente, se pierde a lo lejos el vocerío y la música y don Agustín se desploma en el sillón que hay a su lado a la puerta de la casa. Pequeña pausa)


ESCENA II

Elvira y Don Agustín.

(Hablado)

DON AGUSTIN
¡Ingratos, así pagáis a vuestro pobre maestro!

ELVIRA
Sosteniendo su ira y procurando calmar a su padre)  Sí, sí; tienes razón; son unos ingratos, unos infames, pero cálmate, papá. (Mimosa) ¡Vas a enfermar!

DON AGUSTIN
(Levantándose, como para dar fuerza a lo que va a decir y saliendo a escena acompañado de su hija) No, Elvira; yo no puedo enfermar hasta que tome la revancha. Ellos vienen de Valencia ensoberbecidos porque en el concurso les han dado una lazada; pero, ¿sabes por qué, hija mía? Porque se ha perdido el gusto clásico, porque ahora sólo quieren ruido; pero, ¡juro que he de poner en mi banda una docena de bombos y platillos para vencerles!

ELVIRA
(Alentándole) Justo, y a destimpanar al pueblo hasta que se hunda el campanario.

DON AGUSTIN
Sí, Elvira, necesito humillar a esos infames que después de aprender música a compás de esta batuta, se rebelan contra su viejo maestro, amargándome los últimos años de mi vida. (Sollozando)

ELVIRA
¡Y qué importa! ¿Ellos te declaran la guerra? Pues, ¡guerra sin cuartel! Tú y yo, contra todos, contra el pueblo entero. ¡Veremos quién vence!

DON AGUSTIN
Así, hija mía, así quiero oírte; porque mi venganza será también la tuya. Ernesto y nosotros no cabemos en el mismo pueblo.

ELVIRA
Pero... (Suplicando que no se hable más)

DON AGUSTIN
Ese ingrato nos ha hecho desgraciados a los dos y no le perdono aunque me lo suplique de rodillas.

ELVIRA
Ea, no hablemos más de eso; necesitas descansar del viaje. ¡Ah! Y quiero que veas cómo te he copiado en limpio toda la mazurka. No creas que he perdido el tiempo.

DON AGUSTIN
¡Pero has copiado el número completo!

ELVIRA
Todo; hasta el Chim-pom. Ven y verás.


ESCENA III

Dichos, Carmen y el Alcalde.

Aparecen por la puerta del Ayuntamiento Carmen, señorita de pueblo, sin extravagancias, y su padre, ricachón de pueblo y alcalde del mismo, bien vestido sin ser un figurín —con sombrero flexible de moda y con el bastón de mando.

CARMEN
¡Hola, aquí está la parejita!

ELVIRA
¡Carmen! (Se besan)

ALCALDE
Bien venido, maestro. (Va a darle la mano)

DON AGUSTIN
Buenas tardes, señor Alcalde. (Se estrechan)

CARMEN
Hola, señora profesora; te advierto que hoy no damos lección, estoy muy contenta y he
de contarte muchas cositas. (Haciendo mutis con Elvira hada la casa)

ELVIRA
Si son de Ernesto no quiero saberlas.

CARMEN
Calla, tonta, de eso ya hablaremos. (Entran en la casa)


ESCENA IV

Don Agustín y el Alcalde.

ALCALDE
Maestro, le doy a usted el pésame.

DON AGUSTIN
Gracias, pero no lo admito, señor Alcalde.

ALCALDE
Mire usted, hablemos claros. ¿Usted ve que soy Alcalde constitucional? Pues me chincho en la Constitución. ¿Usted ve que soy amigo suyo? Pues me chincho en la música de usted. (Gesto de extrañeza en don Agustín) Sí, Señor; ni las Constituciones, desde la del doce en adelante, ni la música, desde David hasta nuestros días, me han dado a ganar una peseta; porque yo vivo de la naranja y de la cebolla; y con saber a cuantos chelines se paga la caja en Londres, en lo demás me chincho.

DON AGUSTIN
¿Y qué tiene que ver la música con la cebolla?

ALCALDE
Eso les digo yo a las embaladoras del almacén; pero «que si toca mejor la nueva», que «si toca mejor la vieja», que «si los microbios», que «si los carcamales», el caso es que las discusiones acaban siempre a cebollazos, y ¡canastos! que una arroba de cebollas, vale más que una gruesa de corcheas!

DON AGUSTIN
(Amostazado) ¡Según y cómo sean las corcheas!

ALCALDE
¡Y según y cómo sean las cebollas! Pero, al surco; ¿usted es parlamentario?

DON AGUSTIN
Me tiene sin cuidado.

ALCALDE
Pues fumemos, (Saca y le ofrece tabaco)

DON AGUSTIN
(Rehusando) Gracias.

ALCALDE
Yo me propongo acabar con estos enconos y quiero que usted me ayude.

DON AGUSTIN
Yo, no, señor Alcalde; la culpa de todo la tiene Ernesto, que se ha subido a la parra, creyendo que puede vencerme.

ALCALDE
Es natural; los jóvenes corren como potro cerril sin carga y sin brida, mientras que nosotros vamos ya renqueando; y crea usted, maestro, que si nos alcanzan en el camino, hay que dejarlos pasar ó exponernos a que de un par de coces nos salten las muelas.

DON AGUSTIN
Yo demostraré que para hundir a ese mequetrefe, me sobran bríos, talento y autoridad.

ALCALDE
¡Hombre, chínchese usted de la autoridad! ¿No le digo a usted Jo que me pasa con la cebolla, siendo alcalde constitucional con vara y todo? Lo que usted debe hacer, supuesto que su hija y Ernesto se quieren...

DON AGUSTIN
(Enérgico) Mi Elvira no puede querer a quien lucha contra mí.

ALCALDE
Bueno, pues supuesto que se han querido, usted debe llamar a Ernesto y decirle: «Muchacho, yo soy viejo y no estoy para músicas; Elvira es joven y no va para monja, olvidemos lo pasado y ahí tienes la chica y la batuta, y con ambas cosas haces lo que te dé la gana.»

DON AGUSTIN
No, señor Alcalde, yo no hago eso. El es soberbio y yo también, pero mi soberbia es más fuerte porque tiene más años.

ALCALDE
(Resolviéndose a tomar una resolución enérgica) Pues mire usted, don Agustín, alguna vez he de comenzar a ser Alcalde; y así como cuando ustedes se disputaban la bandera...

DON AGUSTIN
(Irritado, interrumpiéndole) Porque la bandera es nuestra.

ALCALDE
Le digo que, así como entonces resolví el conflicto llevándome la bandera al Ayuntamiento, si ustedes no se ponen de acuerdo y me dejan en paz el comercio de exportación, a usted y a Ernesto, y a Ernesto y a usted los desbatuto, y a los músicos los desinstrumento, y del metal hago chapas para los guardas; y quien rechiste va de cabeza a la cárcel, aunque sea el mismísimo padre cura con estola y bonete. ¡Alguna vez he de demostrar que soy Alcalde y que llevo bastón de borlas, y que son de torzal, y que hay que defender lo que cuestan! (Entra en la Casa-Ayuntamiento)

DON AGUSTIN
(Después de reflexionar) No, yo no cedo. (Medio mutis a su casa)


ESCENA V

Don Agustín y Charanga. — Aparece Charanga, que es el primer «mandanga» de la provincia; continúa llevando el bombardino. Avanza a zancadas, sin prisas, y al hablar arrastra las vocales, como si le faltaran fuerzas para cortarlas en la garganta. Tose para llamar la atención de don Agustín y luego se aproxima a él con temor.

CHARANGA
Buenas.

DON AGUSTIN
(Deteniendo su mutis se vuelve, y al verle dice indignado) ¿A qué vienes aquí? ¡Vergüenza debías tener de presentarte!

CHARANGA
¡Ey!

DON AGUSTIN
¿Qué diablos tenía el bombardino que no sonaba?

CHARANGA
Ey, pos que lo meto en un saco de trigo pa que no se abolle, y entre la saliva y los granos que se cuelan, ná, que salían matitas por todos los cilindros y he tenido que escardar el instrumento.

DON AGUSTIN
¡Por tu desidia volvemos derrotados! Vete pronto.

CHARANGA
Sí, siñor, me voy; pero vamos a lo que vengo. Los mincrobios están en el Casino suyo, y han acordao venir al Ayuntamiento pa ponerle a la bandera el laso del concurso.

DON AGUSTIN
¿A la bandera? ¡Ah! No, no. Eso no lo consiento; no y mil veces no. Esa bandera la enviaron de América para mí, sin manchas de pólvora ni de sangre, para que la tremolen mis discípulos; es la ofrenda de amor que un patricio insigne dedica a los artistas de su pueblo y yo no tolero que nadie nos la arrebate. Antes la defenderíamos a tiros como los soldados defienden la de su regimiento. (En su exaltación habla como si tuviera delante a sus enemigos) Malvados; queréis arrancarme a zarpadas lo que por derecho me corresponde; pero voy a demostraros que también los viejos somos hombres, que también las canas tienen bríos y corazón. Espera, espérame, espérame. (Entra en su casa)

CHARANGA
(Mirando a su alrededor) ¡Pero a quién desía todo eso!


ESCENA VI

Charanga y Cacherulo.

CACHERULO
(Sale por tercera izquierda, tarareando el paso doble que tocó la banda nueva, queriendo imitar todos los instrumentos y como si llevara una pesada bandera. Viste uniforme de la banda nueva. Llega hasta el centro de la escena y al ver a Charanga se detiene) ¡Chin pom! (Con socarronería) ¡Buenas tardes, Charanga!

CHARANGA
(Con igual burlona entonación) ¡Adiós, Cacherulo!

CACHERULO
Ché, os habéis losido los carcamales.

CHARANGA
¡Ey, pos los mincrobios; total un lasito!

CACHERULO
Que lo pondremos en nuestra bandera.

CHARANGA
La bandera es nuestra.

CACHERULO
(Escarneciendo la perezosa prosodia de Charanga y simulando con la mano derecha la acción de darle un navajazo en el vientre) ¡Culú, culú!... Esa bandera es de mangue y mangue soy yo.

CHARANGA
(Tranquilo, sin descomponerse) ¿Tú?

CACHERULO
Yo

CHARANGA
(Repitiendo timidamente el juego de Cacherulo) ¡Culú, culú!

CACHERULO
Charanga, no te burles...

CHARANGA
La bandera la envió don Nicomedes pa nosotros... (Queriendo recordar las frases de don
Agustín) sin gota de sangre, ni manchas, ni... ¡Bueno! La envió pa nosotros. (Durante todo el recitado siguiente de Cacherulo, Charanga repite inconscientemente los ademanes de su contrincante y hasta mueve los labios como si mentalmente repitiese sus palabras)

CACHERULO
Pero ¿quién la pidió a don Nicomedes? Yo. ¿Quién le envió a Guatemala aquella carta con un palomo dorado? ; Yo! ¿Quién le llamó hijo perdilecto de Benimola y padre fi... filarmónico de la comarca? ¡Yo!

CHARANGA
Pero entonces no había más banda que la de don Agustín.

CACHERULO
Sí siñor; pero cuando llegó la bandera, ya se había formao la banda nueva y yo me pasé porque mi novia dise que me sienta mal la tersiana y que se vuelve loca por el kempis; y yo dije, ¿sí? pos a los del kempis y vivan los mincrobios y mueran los carcamales. ¡Olé!
(Dándose un papirotazo en la visera de la gorra)

CHARANGA
Cacherulo, no insultes, que te meteré el bombardino en el perol (Amenazando)

CACHERULO
¡Mentira!

CHARANGA
¡Verdá!

CACHERULO
¡Mira Charanga!

CHARANGA
¡Mira Cacherulo! (Se amenazan)


ESCENA VII

Dichos. El Alcalde.

ALCALDE
(Saliendo del Ayuntamiento é interponiéndose) ¡Eh, muchachos! ¿qué es esto? (Los otros siguen riñendo)

CACHERULO
¡Que a mí no me amenaza ningún carcamal!

CHARANGA
Pos yo no aguanto que digan los mincrobios que la bandera es suya.

CACHERULO
Pos lo digo.

CHARANGA
Pos te diré lo del bombardino.

CACHERULO
¡Mueran los carcamales!

CHARANGA
¡Mueran los mincrobios! (Van a enzarzarse de nuevo)

ALCALDE
¡Orden! La bandera la enviaron para la música de Benimola y mientras de las dos bandas no se haga una sola, ahí ha de estar. (En el Ayuntamiento. Los dos tratan de replicar) Silencio.


ESCENA VIII

Dichos. Don Agustín, Elvira y Carmen de la casa.

DON AGUSTIN
(Saliendo, seguido de su hija y Carmen) Dejadme, no atiendo a razones, (a charanga) A nuestro Casino.

ELVIRA
No, no, por Dios, padre mío. (Al Alcaide) Deténgalo usted por favor.

ALCALDE
Pero ¿qué pasa?

DON AGUSTIN
Pues pasa que mis contrarios quieren ponerle el lazo a la bandera y le advierto que de todo lo que ocurra, el responsable será usted y sólo usted. (Vase por la segunda izquierda)

CHARANGA
Sí siñor. (Vase tras don Agustín)

CACHERULO
Pos yo también digo que si no nos dejan ponerle el laso a la bandera, no le extrañe de que faltemos a la Constitusión y de que Ernesto le acuse las cuarenta y yo... las dies de la última. (Vase por la tercera izquierda)

ELVIRA
Pero ¿qué piensa hacer usted? (Al Alcaide)

CARMEN
Eso es, ¿qué hace usted ahí? (Idem)

ALCALDE
(Perplejo é indignado por tantas amenazas y censuras) Pero ¿se puede saber quién es aquí el Alcalde? ¡Vais a ver qué pronto acabo yo este pleito!

ELVIRA
¿Pero cómo?

ALCALDE
Nada, nada, traigo de Valencia un jurado para que decida cuál de los dos directores es el mejor; junto las bandas, y esa será la única del pueblo, y al que no esté contorne, lo envío a Fernando Poo. Y... me voy por los guardas, porque ¡rediós! yo pierdo el mercado de Londres, pero hoy es el día que no dejo una semifusa con cabeza. (Mutis segunda izquierda)


ESCENA IX

Elvira y Carmen.

ELVIRA
(Asustada) ¡Dios mío!

CARMEN
¿A qué lo hemos empeorado?

ELVIRA
Ayúdame, Carmen; a todo trance hay que evitar que los de Ernesto vengan por esa maldita bandera.

CARMEN
¿Y aun sigues queriendo a ese hombre?

ELVIRA
Le quiero y le querré siempre aunque tenga que demostrar lo contrario. Por enredos de la política, se le cerraron las puertas de mi casa; los enemigos de mi padre le hicieron director de la banda nueva y él aceptó, porque debía aceptar, porque no podía sufrir el desprecio. Por eso le quiero; porque tiene dignidad y sabe ser hombre.

CARMEN
Pero mientras tanto, quien sufre eres tú.

ELVIRA
Sí, yo; yo, que tengo que fingir odios que son amores y desengaños que son ilusiones todavía.

CARMEN
Silencio que viene gente.


ESCENA X

Elvira, Carmen, Alguacil, Cacherulo, Presidente, Ernesto y un Vocal.

ALGUACIL
(Sale del Ayuntamiento, cargando la carabina y diciendo como hablando consigo) Sién cartuchos, salen... a dos por músico; al que rechiste, ¡pum!

CARMEN y ELVIRA
(Asustadas) ¡Ah!

(Por el último término de la derecha vienen Cacherulo, Presidente, Ernesto y un Vocal)

CACHERULO
¡Pero a ver si os acoquinais!

PRESIDENTE
¡Arriba todos!

VOCAL
¡Sí, siñor, arriba!

ALGUACIL
(Apuntando) (Alto al rey!

CACHERULO
(Cubriéndose la cabeza con el brazo) ¡No seas bruto!

VOCAL
(Idem) ¡Che, che, che!

ELVIRA
(Viendo a Ernesto) ¡Virgen Santa!

ALGUACIL
¡Atrás ó estreno la carabina!

ERNESTO
Buscamos al siñor Alcalde.

ALGUACIL
(Levantando el arma) Está en el almasén.

PRESIDENTE
Pos dile que el siñor Presidente del Sírculo Filármonico y un siñor Vocal... (Dicho todo con énfasis)

VOCAL
(Adelantando) Sí, señor; el Vocal de semana...

CACHERULO
(Idem) Y el siñor Abanderao...

ALGUACIL
Che, che, eso en papel de ofisio y con güesensias. (Vase segunda izquierda)

PRESIDENTE
¿Vamos a buscarle?

VOCAL
Sí, siñor; a buscarle.

CACHERULO
Andando. (Se dirigen hacia el foro izquierda, por detrás del Ayuntamiento)

CARMEN
Decídete, boba.

ELVIRA
(Llamando) Ernesto.

ERNESTO
(Deteniéndose y dirigiéndose a sus compañeros) Id, en el Casino os espero. (Vanse los otros tres foro derecha)

CARMEN
El onceno, no estorbar. (Entra primera derecha)

ERNESTO
(Después de una pequeña pausa, con fingida naturalidad) ¿Me llamas, Elvira?

(Música)

ELVIRA
Si es cierto que intentan
robar la bandera,
de ti, de tus labios
oírlo quisiera.
Contéstame, Ernesto;
lo que calla tu boca
lo dice tu silencio.
ERNESTO
Elvira. (Avanzando un poco)

ELVIRA
Di la verdad.
aunque mate el cariño
tu vanidad.

ERNESTO
No extrañes, Elvira,
que yo mismo quiera,
poner ese lazo
en nuestra bandera.

ELVIRA
Yo quiero impedirlo
y al fin ha de ser.
¡No vale esa gloria
lo que nuestro querer!

ERNESTO
No puedo, no puedo, Elvira;
antes que todo es mi deber.

(Volviendo la espalda contrariado)

ELVIRA
(Acercándose suplicante)
Yo te lo ruego;
hazlo por nuestro amor;
mira, que si no cedes,
a mi pobre viejo
matará el dolor.

ERNESTO
(Volviéndose airado)
Suya es la culpa;
tu padre fue
quien me insultó.

ELVIRA
Ernesto de mi vida,
por mi amor olvida
y óyeme por Dios.

ERNESTO
Vano es pedir imposibles.

ELVIRA
Ernesto mío, por piedad;
piensa que tus rencores
nuestros amores matarán.

ERNESTO
Con el ansia de humillar a los rivales,
y el deseo de triunfar;
por el arte, por la gloria,
anhelando la victoria,
fui a luchar.
Y ese lazo por nosotros conquistado,
yo te juro por mi honor,
que ha de estar en la bandera
como emblema vencedor.

ELVIRA
¿Nada puede mi cariño?

ERNESTO
Elvira, no puedo.

ELVIRA
¿Nada valen para ti mis alegrías?

ERNESTO
Inútil es tu ruego.
No puedo a los míos.
hacerles traición.

ELVIRA
(Suplicante) ¡Ernesto!

(Al ver su indiferencia)

Sí; para ti nada valgo.
¡Para ti nada soy!

ERNESTO
¡Por Dios, no me atormentes,
que en ello va mi honor!

ELVIRA
(Airada)
Te ciega el orgullo,
desoyes mi ruego,
la justa venganza
será mi desprecio.

ERNESTO
No hay fuerza en el mundo
que me haga ceder.

ELVIRA y ERNESTO
Mis sueños de amores
harás / podrás desvanecer;
más juro que contra todos
en esta lucha he de vencer.

ERNESTO
(Dirigiéndose hacia el foro derecha)
Adiós, Elvira.

ELVIRA
Ernesto, adiós.

LOS DOS
(Antes de consumar el mutis, dirigiéndose uno a otro respectivamente)
Nada queda entre los dos.

(Mutis de ambos)


ESCENA XI

El Presidente y un Vocal.

Salen por el foro izquierda y atraviesan para hacer mutis por la derecha, sin detenerse en escena.

(Hablado)

PRESIDENTE
(Excitado, como si fuera a realizar algún acto violento)
Pa ná nesesitamos el permiso del Alcalde. ¿La bandera es nuestra? Pos le metemos la corbata y sombrero de copa si nos da la. gana.

VOCAL
A ponérselo, sí, siñor.

PRESIDENTE
Vendremos con toda la banda y veremos quién es el majo que se nos pone delante.

VOCAL
Nos lo comemos.

PRESIDENTE
Al Casino.

VOCAL
Sí, siñor, al Casino. (Mutis)


ESCENA XII

Ramona y Cacherulo por la tercera derecha.

(Música)

RAMONA
(Saliendo furiosa y agitada, llevando a remolque a Cacherulo)
¡Ese Alcalde monterilla
no nos deja la bandera!
¡Yo soy una fiera!
¡Cómo yo no hay dos!

CACHERULO
No te ofusques, bibelote.

RAMONA
Es que os pasan con pamplinas.
¡Es que sois gallinas!

CACHERULO
¡Cálmate por Dios!

RAMONA
Vamos a luchar.

CACHERULO
¡Nos van a correr!

RAMONA
Si es que tienes miedo
yo sólita voy también.

CACHERULO
Ten prudencia, Ramoncita;
si el Alcalde nos arrolla
como una cebolla
nos va a empapelar.

RAMONA
Yo a la cárcel no le temo.

CACHERULO
Yo le temo a los ratones.

RAMONA
Pues los pantalones
puedes ya colgar.

CACHERULO
(Con cómica decisión)
Vamos donde quieras.

RAMONA
Yo cojo un tambor.

CACHERULO
Y yo una corneta,
y hay aquí un horror.

(Pasea Ramona y Cacherulo hace lo mismo, cómicamente y en dirección contraria, cruzándose)

RAMONA
Por calles y plazas
oyendo el son marcial,
verás cómo acuden
á la señal.
Por nuestra bandera
saldremos en montón,
aunque haya que armar
la revolución.
¡Duro en el parche!

CACHERULO
Ta-tarará tatá. (Simulando que toca)

RAMONA
Luego un redoble.

CACHERULO
Ta-tarará-tatá.

RAMONA
Y de la bandera
vendrá la gente en pos,
por donde vayamos
nosotros dos.

CACHERULO
Como intente el monterilla
que abandone la bandera,
yo, como una fiera,
la defenderé.
Y si grita luego...

RAMONA
¡Fuego!

CACHERULO
Y si a mí me encierra...

RAMONA
¡Guerra!

LOS DOS
Se hundirá la tierra
antes que ceder.

CACHERULO
(Sacando el machete)
Yo con el machete.

RAMONA
(Poniéndose en guardia)
Con mis puños yo.

CACHERULO
(Estrechando el talle de Ramona con el brazo izquierdo)
Abrazado a la bandera,
no me voy, aunque me tiren
balas de cañón.

RAMONA
¡Los morros!

(Como si repartiese puñetazos)

CACHERULO
¡De plano!

(Como si pegase con el machete)

RAMONA
¡Las muelas!

CACHERULO
¡De filo!

RAMONA
¡Un ojo!

CACHERULO
¡De punta!

RAMONA
¡Los dos!

CACHERULO
¡Y tacón!

(Queda en actitud agresiva)

(Hablado)

RAMONA
(Dándole un puñado de crepé) Toma, pa la bandera.

CACHERULO
¿Qué es esto?

RAMONA
La peluca del tío Panolia. Por desir que no serás abanderao, ¡ris, rás! otra ves calvo.

CACHERULO
(Dándole la mano) Chócala, siudadana.

RAMONA
(Mientras se estrechan las manos) Y como siga insultando, hemos de hasernos un colchón con los moños de los carcamales, (Soltándose y besándose el pulgar) Por éstas.

CACHERULO
(Dándose en la gorra su acostumbrado papirotazo)
Y luego ponemos peluquería.

RAMONA
Tú has de ser abanderao y lo serás ó no me llamo yo Ramona, la melonera.

CACHERULO
Y handa que no lo sea, no nos casamos.

RAMONA
Tú, tú, que si tarda mucho te agarras a cualquier insturmento, que no vamos a pasarnos la vida esperando...

CACHERULO
¡Má tú ésta! Si yo supiera solfa, ya estaba arreglao; pero como me marean esas raitas, que paresen el tilegrafo, por eso me agarro a la bandera. (A lo lejos se oye el murmullo de la gente reunida en el casino para acompañar a la banda)

RAMONA
¿Oyes? Me párese que ya empiesa la sarrasina. Anda, vamos, sígueme a coger la bandera.

CACHERULO
Pero...

RAMONA
Corre, que ya te andarán buscando, (Se lo lleva a viva fuerza por la tercera derecha)

CACHERULO
Hoy me estropean el kempis y la partitura. (Mutis)


ESCENA XIII

Elvira y Carmen primera derecha. Sigue la música

CARMEN
Tranquilízate, no pasará nada, tonta.

ELVIRA
(Agitada y ansiosa) Yo me vuelvo loca; yo no esperaba este desengaño. Pero... pero, ¿verdad, Carmen, que no me desatenderá? ¿Verdad que no querrá perder la última esperanza? No, no; di que no, mujer. Car, ¡Pero si no me dejas hablar!

ELVIRA
Yo sigo siendo su Elvira; sí, sí, lo soy. Me lo dice en aquella canción que me dedicó al comenzar esta maldita lucha. El no puede olvidarme tan pronto; él me quiere, me quiere, como yo le quiero también. Pero el compromiso es de vida ó muerte. ¡Mira cómo tiemblo, Carmen!

CARMEN
¡Calla! (Pone atención porque oye la banda que comienza a tocar muy lejos y pianísimo, para simular después que se va acercando)

¿Oyes voces?

ELVIRA
¡Dios mío, son ellos que vienen por la bandera! Pronto, Carmen; que venga tu padre antes de que lleguen. ¡Vuela! (Carmen se va corriendo por la tercera izquierda) ¡Ah, hombre soberbio! Puede más tu orgullo que mis súplicas; pero yo evitaré que consumas tu infamia. ¿Quieres luchar también contra mí? ¡Pues lucharemos! ¡Veremos si ahora te es tan fácil la victoria! (Se va corriendo por la segunda izquierda gritando) ¡Acudid aquí!... ¡Qué nos roban la bandera! ¡Padre, padre mío!

(Desaparece llorando)


ESCENA XIV

Todos los personajes del cuadro, más los Guardas. Oyense vivas interiores a Ernestet, a la banda nueva y al Abanderado. Salen a escena por la tercera derecha los partidarios de la banda nueva, y forman compacto grupo frente al ayuntamiento; después salen Ramona, el Presidente y el Vocal, seguidos de Cacherulo, Ernesto y toda la banda; los tres primeros entran en el ayuntamiento y al poco rato se asoma al balcón el Presidente y desliza hasta las manos de Cacherulo una vistosa bandera azul bordada, cuyo remate es una lira dorada (l). En el momento de cogerla, Ernesto ata el lazo que trae en la mano; salen del ayuntamiento los que entraron. Mientras sigue la banda y canta el
(l) Leed las Advertencias importantes, al final del libro.

(Música)

CORO
Dispuestos a probar
que es nuestra la razón,
venimos a luchar
y a demostrar
nuestro tesón.

(Avanzando al proscenio)

Es nuestro deber.
Lo hemos de cumplir.
Por esa bandera
hemos de morir.
Con aire triunfal,
con todo esplendor
ponemos en ella
el lazo de honor.

(Hablado sobre la música)

(En esto aparece por la tercera izquierda don Agustín, seguido de Elvira, Charanga y el pequeño grupo de partidarios y músicos con garrotes, abriéndose paso violentamente. El otro grupo se repliega hacia el foro derecha)

DON AGUSTIN
Fuera todos.

ELVIRA
¡Infames traidores!

DON AGUSTIN
(Arrebatando la bandera de manos de Cacherulo) En esta bandera no se han de colocar más lazos que los que yo gane.

UNOS
¡Fuera los carcamales!

OTROS
¡Fuera los microbios!

ERNESTO
(Amenazador) ¡Por sus canas les respeto!

DON AGUSTIN
Por mis canas, no; por mis puños. (Gran confusión. Van a agredirse. Hay que sujetar a Ramona)

ALCALDE
(Saliendo por la segunda izquierda, seguido del Alguacil y dos guardas; estos tres últimos con sus correspondientes carabinas) ¡Alto a la autoridad! (Todos se sobrecogen de miedo) ¡Apunten! (Apuntan los guardas y todos dan un grito de terror) Venga esa bandera, (Cogiéndola de manos de don Agustín)
¡Ni a gritos ni a puñetazos
se gana el laurel del arte!
El que la gloria arrebata
porque ganarla no sabe
solo merece el dictado
de ladrón y de cobarde.
Vergüenza dan nuestras luchas,
y para hacer que se acaben
yo organizaré un concurso
donde triunfa el que más vale.
Que mientras esté en el pueblo
sin dejar de ser Alcalde,
la bandera aquí se queda:
¡quien la quiera que la gane! (1)

(l) Leed las Advertencias importantes, al final del libreto.

(Cuadro. Fuerte en la orquesta y...)


TELON DE CUADRO


CUADRO SEGUNDO

Casa de campo. El cuerpo del edificio sobresale entre primero y segundo término izquierda. Desde este último al mismo de la derecha y desde aquí al primero del mismo lado, extiéndese un banco cuadrado que figura ser de mampostería de medio metro de altura. En el foro ha de quedar espacio libre para la entrada de personajes. A uno y otro lado de ésta, en el vértice del ángulo de la derecha y en este primer término, altas pilastras sostienen el emparrado, que ha de estar a bastante altura. Por detrás de este banco corrido, que circunda la entrada, salen profusión de hortensias, geraneos, rosas de té y jazmines, y al foro extiéndese un huerto de naranjos, llenos de frutos. Una mecedora, y a su derecha un velador con una novela; cerca de la casa y en el lado contrario un velador más grande, también de jardín, con un sillón de enea con brazos y un par de sillas. Sobre una de ellas habrá un bastidor preparado para bordar y varios papeles de música. Es media tarde y luz rojiza del sol ilumina el huerto.


ESCENA PRIMERA

Don Agustín, sentado en el sillón con los codos apoyados sobre el velador y la cabeza apoyada entre las manos, está devanándose los sesos para buscar inútilmente la inspiración que desea Al mismo tiempo que se levanta el telón, una vez terminada la orquesta, una voz de hombre canta descuidadamente, hacia el foro derecha, la siguiente copla:

Porque he venido borracho
dices que ya no me quieres,
las cosas en este mundo
se toman conforme vienen.

DON AGUSTIN
(Incorporándose al tercer verso, se levanta airado y dice furioso, dirigiéndose a donde sale la voz) Vicentico, calla... calla... ¿quieres callar? (Termina la copla) ¡Esto es horrible! (Para sí mismo) Parece que me hayan exprimido el cerebro como una esponja. Veo las notas clavadas en el pentagrama y no las puedo arrancar de allí, no puedo combinarlas a mi antojo. A veces, en momentos de alucinación, parece que líneas y espacios, notas y signos, se confunden en revoltijo infernal; de improviso, en sus locas combinaciones, sorprendo una idea, pero es un tema ramplón y callejero y las malditas notas se me escapan por entre los dedos y se clavan otra vez sobre el pentagrama. ¡No hay fuerza humana que las arranque de allí! ¡Parece que me miran burlonas, formando escalas como en la primera lección de solfeo! (Exaltándose gradualmente) Y a si me voy consumiendo, mi obra no sale, me encuentro humillado, vencido y me siento caer en el mismísimo infierno, ahogando en mi garganta el rabioso grito de la impotencia, (Volviendo a sentarse, desalentado, casi llorando) ¡No sirvo!... ¡No sirvo ya!... ¡Soy un guiñapo del arte! ¡Un infeliz! ¡¡Un desdichado viejo!! (Vuelve a quedar en la misma posición que estaba cuando, se levantó el telón)


ESCENA II

Don Agustín. Charanga (l)

(l) Leed las Advertencias importantes, al final del libreto.

CHARANGA
(Viene foro derecha tarareando un paso doble y procurando imitar la melodía y acompañamiento) Tararí... la... la .. bom... bom... Tararí... la... tururú: (Al llegar a la entrada) ¡Chim pom! Salud y pesetas. ¿Se puede pasar, maestro?

DON AGUSTIN
(Excitado aún) Pasa. (Entra y avanza Charanga) ¿A qué vienes?

CHARANGA
A ver si puedo llevarme ya los papeles de  la pieza de concurso. ¡Los otros no se duermen! ¡La saben ya de memoria! Anteayer citaron a ensayo en su academia; (Con misterio) como era de noche, Carmelet, el saxofón y yo, nos escondimos detrás de la casa debajo de las ventanas que dan al barranco, y ¿sabe usted lo que tocaron? ¡La marcha de «Pan y Toros»!

DON AGUSTIN
(Con extrañeza) ¡¡Pan y Toros!!

CHARANGA
Les han contratado para las fiestas de Alcudia y han de tocar en las corridas. Pero la obra que ha escrito Ernestet para el concurso, la tienen ya aprendida; la han ensayado fuera del pueblo, aprovechando los días que estuvieron en las fiestas de Castellón. Dicen que no quieren que nos enteremos, porque usted podía robársela.

DON AGUSTIN
(Excitado) ¡Imbéciles! ¿Eso han dicho? Yo encontraré bríos para humillar tanta soberbia. Vete. Déjame sólo para que trabaje. Mañana por la noche todo estará hecho y nos iremos a ensayar lejos, muy lejos, donde nadie pueda escucharnos, ni nuestras familias. ¡Ahora soy yo el que tengo miedo de que nos roben!

CHARANGA
Bueno, pues adiós. (Medio mutis) ¡Ah! A ver si se acuerda de mí y me escribe un solo de los de rechupete. ¡Tengo el instrumento más limpio que una patena! ¡Y que no vamos a lucirnos! (Vase foro derecha, tarareando como cuando entró) Tararí... la... la... bom... bom... bom. Tararí., la... lá... tururú... (Desaparece)


ESCENA III

Don Agustín solo.

DON AGUSTÍN
Llegó la hora; es imposible esperar más tiempo. Hoy queda escrita esa maldita obra, ó soy capaz de arrojarme al barranco de cabeza. Todo, todo, antes que sufrir tan vergonzosa derrota. (Vase por el foro derecha excitadísimo, gesticulando como un loco)


ESCENA IV

Elvira y Carmen saliendo de la casa.

ELVIRA
Ya no está aquí.

CARMEN
¡Pues bien claro se le oía hablar con otra persona!

ELVIRA
(Señalando hacia el foro derecha) ¡Mírale, allí está ¿lo ves? ¡Lo mismo que siempre! Manoteando y hablando sólo. Se va a volver loco mi pobrecito viejo.

CARMEN
Y eso dices tú, que eres profesora! ¡Eso es propio de artistas! Está inspirándose y no sabe lo que pasa a su alrededor.

ELVIRA
No. Carmen, no; mi pobre padre no era así antes. Desde que ganó el lazo la banda nueva, ha cambiado por completo. Nos hizo venir aquí para estar más sólo; huye de mí, ni me mira, ni me besa, siempre está huraño y siempre hace lo mismo: cavilar y más cavilar.

CARMEN
Vaya, no seas tonta; tú verás como se arregla todo y volvéis a ser felices.

ELVIRA
Dios te oiga, pero no lo espero! (Abrazándola) ¡Cuanto te agradezco lo que me consuelas!

CARMEN
Bueno, bueno, vamos a distraernos; tú, a leí minar tu labor y yo a ver en qué quedan estos amores de Roberto con la Marquesita.

(Elvira, se sienta en el sillón de la derecha, toma el bastidor y empieza a bordar. Carmen, se sienta en la mecedora y abre el libro que está sobre el velador)

Te advierto que a mí la Marquesita y el Roberto de esta novela me parecen un par de imbéciles. El la quiere con delirio. Ella también le quiere, pero ¡no va a ser ella la que se lo diga!... Y así pasan tres años porque Roberto no se atreve a hablar cuando ella está delante. Y es lo que yo digo. Por diez céntimos se envía una postal por el correo interior y... habíamos ahorrado cuatro capítulos de la novela!....

ELVIRA
(Sonriendo tristemente) ¡Qué cosas tienes!

(Música)

(Carmen lee. Elvira, sin dejar de bordar, canta a media voz. Cuando Carmen se entera deja la lectura y, escuchando con gran interés, se levanta y va acercándose cautelosamente hasta llegar al lado de su amiga)

ELVIRA
De amores, durmiendo, al arrullo
forjaba mi sueño
la gloria de ser de tus gracias
el único dueño,
¡y el fiero destino
de espinas y zarzas
me siembra el camino!

(Los sollozos le impiden continuar)

(Hablado sobre la música)

CARMEN
¿Qué es eso? ¿Por qué no sigues? ¡Me has dejado con la miel en los labios! Cántala toda.

ELVIRA
No, Carmencita; hoy más que nunca me aflige esa canción.. ¡Qué felices éramos cuando la escribió Ernesto! El día antes de la riña con mi padre me la entregó. La estudio a hurtadillas; la canto entre dientes. ¡Quién pudiera cantarla a su lado para que él la oyera!

CARMEN
¡Miren la romántica! ¡Déjate estar de tonterías! Cántala, que quiero aprenderla. ¡Casi la sé ya de memoria! 8i la cantas una vez más la aprendo.

ELVIRA
¡Qué niña eres! (Deja de bordar, pero sigue sentada. Carmen oye la canción atentamente)

(Cantado)

ELVIRA
De amores, durmiendo, al arrullo
forjaba mi sueño
la gloria de ser de tus gracias
el único dueño,
¡y el fiero destino
de espinas y zarzas
me siembra el camino!

(Levantándose y avanzando con Carmen al proscenio)

Espera, mi bien, y no llores,
que, en alas de la ilusión,
espinas trocadas en flores
te envía mi corazón.
Que llegue a tu oído
el eco perdido
de mi canción.


ESCENA V

Elvira, Carmen y Don Agustín.

(Hablado)

DON AGUSTIN
(Entrando muy contento) Elvira, hija mía. (Abrazándola)

ELVIRA
(Azorada) (¡Mi padre!)

CARMEN
No, lo que es ahora no se me olvida; voy a recordarla. (Hace mutis foro izquierda tarareando la canción)

DON AGUSTIN
¿De dónde es eso que cantabas que yo no lo conozco ni te lo he oído nunca?

ELVIRA
(Cada vez más confusa) De... veras... mío; lo he hecho yo.

DON AGUSTIN
(Primero con extrañeza, luego con convicción) ¿Tú?... Sí, tú; no en balde te ha enseñado tu padre todo cuanto sabes. ¡Eres mi digna heredera! (Besándola) ¿Y por qué has guardado el secreto, picarilla?

ELVIRA
(Siempre confusa) Pues, por darte una sorpresa, para... para cantarla y ofrecértela el día de tu santo.

DON AGUSTIN
¡Ay, hija, qué feliz me haces! ¡Cántala, cántala cuanto quieras, que así haces más duradera mi alegría! (Nuevamente la besa y se separa de ella, diciendo para sí con vehemencia) (¡Por fin me he salvado! La recuerdo bien, como si la viese escrita ante mis ojos. ¡Yo seré, yo, quien le dé a ella la sorpresa! A trabajar, a trabajar deprisa. ¡Gracias a Dios que empiezo a respirar las auras de la gloria!) (Vase decidido por la puerta de la casa)


ESCENA VI

Elvira. Carmen dentro, foro izquierda.

ELVIRA
¿Qué pensará? ¿Qué ideará, Dios mío? ¡Y he tenido que mentir, que robarle a mi Ernesto lo que es suyo! ¡Qué desesperación! ¡Qué rabia! Loco uno, alejado de mí para siempre el otro. ¡Les pierdo, les pierdo a los dos! ¡Ay, •pobre viejecito mío! ¡Ay, mi Ernesto, mi Ernesto de mi alma! (Apoya el brazo en la pilastra, descansa sobre él la cabeza y solloza amargamente. Ha ido obscureciendo y mientras el telón baja, muy poco a poco, se oye lejana la voz de Carmen, recordando la canción)

(Música)

CARMEN
 De amores, durmiendo, al arrullo
forjaba mi sueño,
la gloria de ser de tus gracias
el único dueño,
¡y el fiero destino
de espinas y zarzas
me siembra el camino!...


TELON DE CUADRO


CUADRO TERCERO

Salón de sesiones del Ayuntamiento de la villa. Al foro, tres huecos que dan salida al balcón corrido que se supone en la fachada que da a la plaza. Se ven las luminarias y las colgaduras de las casas de enfrente. A la derecha, en primer término, está la escalera formando ángulo, de manera que el espectador no necesite que le digan que la escalera está allí, a la izquierda, en igual término y disposición semejante, está la entrada al saloncito de la Alcaldía. En segundo término, el estrado, con el dosel, mesa, sillones, etcétera, para la celebración de las sesiones. Sillas, cuadros, un diván forrado alrededor de la escena. Delante de la puerta izquierda, un sillón.


ESCENA PRIMERA

Elvira, Carmen, Don Agustín, el Alcalde, Charanga, Alguacil, tres Jueces, Músicos de la banda vieja y varios Concejales. Dentro Ramona y Gente del pueblo.

(Al levantarse el telón, se oyen los últimos compases de 3ª pieza musical que toca abajo, en la plaza, la banda nueva. Oyendo con religioso silencio, están los personajes colocados en la siguiente forma: los tres Jueces, bien trajeados, sentados en el balcón central; el Alcalde junto a ellos, y detrás del Alcalde, el Alguacil en pie. En el balcón de la derecha Elvira y Carmen, de pechos al balcón. Charanga y otros dos Músicos y dos Concejales, colocados de modo que el espectador vea a las dos jóvenes. En el balcón de la izquierda, estarán los restantes Concejales, tinos sentados, otros en pie y otros sobre sillas. Don Agustín, sentado en el sillón suelto, se colocará según la discreción del actor, de manera que haga recordar al espectador que él es el personaje principal y más interesado en no perder una sola nota. Cesa la música; el gentío de la plaza, aplaude y vitorea a Ernesto, no a la banda; Elvira se acerca a su padre; la gente que está en los balcones, hace el natural movimiento para retirarse al salón, menos los tres Jueces, que cuchichean como cambiando impresiones. Don Agustín, golpea los brazos del sillón, con mal contenido entusiasmo)

DON AGUSTIN
¡Ah, vale más lo mío! (Levantándose y paseando nervioso) Que te entusiasmen, que se entusiasmen, después veremos.

ALCALDE
No cabe duda; ese muchacho vale un potosí.

RAMONA
(Dentro) ¡Viva Ernestet! ¡Viva el abanderao!

(Se repiten los aplausos)

ALCALDE
(Desde el balcón, a los de la plaza) ¡Eh, no propasarse! (Al Alguacil) Tú, que no se tolere que las mujeres abracen a los músicos Yo me chincho en eso, pero señores, cuidado con el ornato público. (e1 Alguacil se va corriendo por la escalera. El Alcalde vuelve al balcón, porque... porque molestaría en escena)

ELVIRA
¡Papá, no te violentes!

DON AGUSTIN
(Con cierto misterio ) No, SÍ no me disgusto; al contrario, estoy muy satisfecho porque sé que voy a triunfar. Luego sabrán esos quién es su viejo maestro. (Se oye en la escalera que gritan: ¡Viva Ernestet! ¡Viva el abanderao! Estos vítores se confunden con los aplausos)


ESCENA II

Dichos, Ernesto, Cacherulo, Vocales del Círculo Filarmónico y el Alguacil. En seguida Ramona y unos cuantos del pueblo.

(Entran todos por la derecha; el Alguacil se queda en la puerta conteniendo a Ramona y a los del pueblo)

ALCALDE
(Saliendo al encuentro de Ernesto y abrazándole) ¡Bravo, muchacho! Yo he traído al jurado de Valencia porque no entiendo palotá, pero me ha gustado, me ha gustado.

CACHERULO
(Como protestando de que el Alcalde, pudiese haber dudado de la inspiración de Ernesto) ¡Pos casi, casi!

ERNESTO
Gracias, señor Alcalde. (Se va al balcón seguido de los suyos y allí le felicitan los del jurado)

ALGUACIL
(Discutiendo con los que promueven algarabía en la escalera) ¡No se puede entrar! ¡Abajo todo el mundo!

RAMONA
(Desde la puerta, entrando a viva fuerza) ¡Viva Ernestet! ¡Viva el abanderao!

ALGUACIL
¡Ramona, Ramona, fuera de aquí ó te arreo!

RAMONA
Pues no me voy y no me voy.

ALCALDE
¿Qué pasa?

RAMONA
Que este (Por el Alguacil) quiere echarme; y si él tiene tantos humos porque es Alguacil, en cambio mi Cacherulo será abanderao; sí señor, abanderao y abanderao porque me da la real gana.

ALGUACIL
¡Mira, mira!

ALCALDE
Déjala, ahora ya está dentro.

ALGUACIL
¡Así se desprestigia e] uniforme!

RAMONA
¡Has quedao bien! so fulastre. (Al propio tiempo, mordiéndose el dedo índice, hace al Alguacil un gesto que equivalga a decir: ¡Rabia! ¡Rabia!)

ALGUACIL
¡Uy!

ALCALDE
Don Agustín, a tocar. ¡Mucho ánimo! ¡A ver si aun gana usted la batuta y la bandera!

DON AGUSTIN
Sí señor; llevo ánimos, no lo niego. Charanga. ¡Charanga! Que se preparen todos, (Se va al saloncito de la Alcaldía, a coger la teresiana y la batuta)

CHARANGA
Bueno. (Se dirige hacia la escalera)

CACHERULO
(Casi desde el balcón) Ché Charanga: la batuta pa este (Para Ernesto, que sigue hablando con el jurado) y la bandera pa mangue.

CHARANGA
¡Culú culú! (Mutis)

RAMONA
Sí señor; la bandera pa mi Cacherulo y al que retruque, de una puñá lo hago chato.

CACHERULO
¡Duro!

ALCALDE
A prisita, que se hace tarde. (Va al balcón)

DON AGUSTIN
(Reapareciendo) Adiós, hija mía.

ELVIRA
Adiós, papá; no te disgustes aunque nombren director a... ese.

DON AGUSTIN
¿A ese? ¡Ni pensarlo! Nada sabes porque no nos has oído ensayar. Ahora verás, ahora verás como humillo para siempre- la soberbia de ese musiquillo. ¡La revancha, la revancha!

(Vase derecha)


ESCENA III

Dichos menos Don Agustín y Charanga.

ELVIRA
¡Pero ves, Carmen, qué cosas dice mi padre!

CARMEN
¡Quién sabe! ¡No te preocupes!

ELVIRA
(Yendo con Carmen hacia el balcón) ¡Sí, sí, no te preocupes! (Eso es muy fácil de decir, cuando no se ve luchar a los dos únicos amores de la vida!

RAMONA
(A Cacherulo, haciéndole una seña imperativa para que se acerque) Tú, ¿cuándo nos casamos?

CACHERULO
Si me dan la bandera mañana, el lunes arreglamos los papeles y ¡au!

RAMONA
(Chillando) ¡Ay, Cacherulo, si me engañas!...

ALCALDE
(Desde el balcón) Silencio.

CACHERULO
Chist, al palco. (Van al balcón de la izquierda. Ernesto se separa de los Jaeces y se dirige también al mismo balcón de la izquierda, quedándose en el interior de la sala, es decir, sin salir al balcón. Suenan dos golpes de bombo y se oye un murmullo, seguido de un «Chist» general. Silencio absoluto. No se oye ni el volar de una mosca.

(Expectación)

(Música)

Rompe a tocar dentro la banda; a su tiempo entra la orquesta.

(Hablado sobre la música)

ELVIRA
¡Dios mío, protegedle! (Debe gustar mucho, porque el silencio es completísimo y la mímica de los jueces y la contrariedad de Ernesto revelan que aquello va bien)

ERNESTO
(Que se ha retirado un poco, como para disimular su contrariedad y su asombro al oír las reminiscencias de su serenata, exclama) ¿Qué es esto? (Sigue escuchando con ansiedad)

ELVIRA
(Retirándose del balcón) ¡Virgen Santa!

ERNESTO
Eso es mi serenata, (Sigue escuchando)

CARMEN
¿Qué tienes, Elvira? ¡Pero si va muy bien!

ELVIRA
(Excitada) Sí, sí; muy bien, es verdad, pero es la canción de Ernesto que mi padre creyó
mía.

CARMEN
¡Jesús! (Se retira al balcón. Elvira va poco a poco hacia la primera derecha)

ERNESTO
¡Ah, no cabe duda! ¡Ladrón! ¡Me ha plagiado para vencerme con mis propias armas!

(Va a dirigirse hacia la escalera)

ELVIRA
(Saliéndole a su encuentro y deteniéndole con sus brazos) ¡Ernesto! ¡Mi Ernesto!

(Cantado)

ERNESTO
Déjame que salga
y al ladrón que me roba la gloria
le escupa en la cara.

ELVIRA
¡Por Dios! ¡Por mi cariño!
¡Mi padre es inocente!
¡El pobre nada sabe!
¡Yo soy quien le ha engañado!

ERNESTO
¡Mientes, Elvira, mientes!

ELVIRA
¡Por mi honra te lo juro!

ERNESTO
¡Pero no escuchas!
¡Ese es el canto de mis amores!
¡Con él me roban lo que más quiero,
mis esperanzas, mis alegrías,
mis ilusiones!
¡Déjame! ¡Déjame!

(Queriendo ir hacia la escalera)

ELVIRA
¡Nunca! (Deteniéndole)
¡Ernesto, por favor! (Muy decidida)
Seré tu esposa,
seré tu amante,
seré tu esclava;
pero calla, por Dios.
¡Oyeme, Ernesto!
¡Yo de rodillas perdón te pido,

(Arrodillándose)

yo te lo imploro,
yo te lo ruego.

(Le besa la mano)

ERNESTO
(Al sentir el beso cambia radicalmente de actitud, haciéndola levantar del suelo y estrechándola entre sus brazos)
¿Qué hiciste, Elvira?

(Con grandiosidad)

Vale tu beso
más que las glorias
del mundo entero.

ELVIRA
(Oyendo el tema de la romanza que ejecuta la banda)
¿Te acuerdas?
«Espinas trocadas en flores
te envía mi corazón.»

ERNESTO
(Abrazándola)
¡Mi Elvira!

ELVIRA
¡Mi Ernesto!

LOS DOS
Nos une el recuerdo
de tú / mí canción.

ERNESTO
Callaré siempre.

LOS DOS
¡Por nuestro amor!

(Al terminar la serenata, se oye la ovación que el público de la plaza tributa a don Agustín)

(Hablado)

ALCALDE
¡Rediós, el abuelo! ¡Este tío sabe más música que Lühengrin!

RAMONA
(Bajando a primer término) ¡A si revienten todos los carcamales\ ¡Ojalá le dieran boleta! ¡Los tíos cochinos y cómo chillan!

CACHERULO
(Dándole palmaditas en el hombro a Ramona) Tú, me párese que la batuta se la lleva el
agüelo.

RAMONA
¿Y has de llevar tú la bandera al lado de ese carcamal?

CACHERULO
Sí no te conformas, búscate novio, que yo soy churro y sin bandera no me caso.

RAMONA
¡Ni yo tampoco! ¡Abanderá y abanderá, aunque no quieran esos tíos de Valencia, (Grandes aplausos que se van oyendo cada vez más cerca en la escalera)

ELVIRA
Esos aplausos son para mi padre.

ERNESTO
(Aplanado) ,Sí, Elvira; son para tu serenata!

ELVIRA
¡Ernesto, súfrelo por mi!

ERNESTO
Pero... ¿accederá tú padre, Elvira mía?

ELVIRA
No temas, Ernesto.


ESCENA FINAL

Dichos, Don Agustín. Charanga, músicos de las dos bandas. Gente del pueblo. Sube la multitud aplaudiendo y vitoreando

ALCALDE
(Saliendo a su encuentro y abrazándole) ¡Bravo maestro!

DON AGUSTIN
(Entra emocionado, seguido de todos) ¡Gracias! (Abrazando a Elvira) ¡Hija mía, ven a mis brazos! ¡Ese era el secreto de tu padre! Haber adivinado que en aquello que tú cantabas estaba nuestra revancha.

ELVIRA
(Abrazándole con alegría) ¡Padre mío!

ALCALDE
A ver el fallo, sepamos quién gana, (Suben todos al balcón central. Elvira y don Agustín quedan frente al público abrazados; Ernesto sentado en el sillón)

TODOS
¡El fallo! ¡El fallo! (Suben)

DON AGUSTIN
(Viendo a Ernesto y fijándose en la tristeza y las lágrimas de Elvira) ¿Por qué lloras? ¿Qué hace aquí este hombre?

ELVIRA
¡Papá!

DON AGUSTIN
¿Aún se atreve ese necio a poner los ojos en mi hija?

ERNESTO
¡Elvira! (Levantándose)

ELVIRA
(Suplicante) ¡Silencio, Ernesto!

DON AGUSTIN
(Extrañado) ¿Por qué le pides silencio?

ELVIRA
¡Perdón, papá!

DON AGUSTIN
¡¡Perdón!!

ELVIRA
Sí, perdón, padre mío... ¡Te he engañado!... Aquella canción... no era mía, perdóname.

(Dicho todo con terror)

DON AGUSTIN
¿Qué dices? (Con verdadera estupefacción)

ELVIRA
Aquella canción... era de Ernesto, pero él me ha jurado que nadie se enterará. Perdóname, padre mío.

DON AGUSTIN
¡Ay, hija mía! (Reclinando la cabeza sobre el hombro de Elvira) ¿Qué has hecho?...

ELVIRA
¡Padre!

ERNESTO
¡Maestro! (Colocándose al lado de don Agustín)

ALCALDE
(Bajando al proscenio; todos ponen atención) Señores: don Agustín ha triunfado; para él la batuta y la bandera y chinchémonos en los que no se conformen. (Bravos y aplausos)

DON AGUSTIN
(Adelantando hacia el Jurado) Señores: soy indigno de ese honor.

ERNESTO
(Comprendiendo que va a descubrirse, le ataja, diciendo con entusiasmo) No; quiero ser el primero en acatar el fallo. Reconozco la gloria de mi maestro y a su lado me tendrá para auxiliarle. Solo pido un honor: usted será el director, pero yo su abanderado.

(Todos aplauden)

DON AGUSTIN
(Uniendo a Ernesto y Elvira con sus brazos, dice en voz baja, tembloroso y emocionado) ¡Juventud y amor; me habéis vencido! ¡Sed los puntales de esta vida que se derrumba!

RAMONA
(Remangada, cruzada de brazos, a Cacherulo que ha quedado aplanadísimo) ¡Te has lucido, Cacherulo!

ALCALDE
¡Señores, ¡viva la banda municipal!

TODOS
¡Viva! (Gran entusiasmo. Música en la orquesta)



TELON


ADVERTENCIAS IMPORTANTES
Llegada de las bandas. —En este primer número de la obra hay que poner especial cuidado para que la escena tenga la naturalidad y animación que los autores desean. Antes de levantarse el telón la banda debe tocar en el escenario y oportunamente retirarse por la derecha, pasando por detrás de la decoración a colocarse en la izquierda, por donde saldrá a su tiempo. Durante esta maniobra, se colocan en escena los grupos de microbios y carcamales, y en el público se consigue el efecto de que la banda se aleja y se acerca gradualmente. Al llegar don Agustín con su banda, ya se ha dicho oportunamente en la acotación que dicho personaje sale de espaldas, en actitud de detener la marcha de los músicos y darles con la batuta la señal de silencio. Entonces salen, no los músicos auténticos, sino unos cuantos comparsas con instrumentos, sin tocar. Así se consigue el efecto de que hay dos bandas, cuando en realidad solo hay una: la que saldrá formada y tocando cuando se presente Ernesto dirigiendo la banda nueva.

Durante todo el número, cuídese el Director de escena de mover oportunamente los grupos de microbios y carcamales^ entre los cuales debe haber bastantes mujeres, procurando que la animación no decaiga y evitando baches en la representación.


UNIFOMES DE LAS BANDAS
—Los de la banda vieja, como es natural, deben ser más anticuados que los de su rival. Convendría que vistiesen pantalón y guerrera ó levita negros, con fajín azul y teresiana. El Director llevará fajín blanco. Los de la banda nueva, traje más moderno: pantalón negro, guerrera blanca, de verano y gorra de las llamadas alemanas. Al cinto machete.


TRAJES
—Elvira y Carmen, sencillos, pero elegantes trajes de calle.

El Alcalde, como ya se ha dicho, sin llegar a ser un figurín, vestirá con alguna elegancia. Debe llevar bonita corbata, sortijas, cadena de oro y colgante; lo que contribuya a darle aspecto de persona rica y de continuo trato social.

Don Agustín viste el uniforme de su banda en el primero y último cuadros. En el segundo vestirá de paisano, procurando que el cambio de ropa sea facilísimo, pues hay poco tiempo en las mutaciones. Charanga también vestirá de paisano en el cuadro segundo; en mangas de camisa, siempre poco cuidado y con gorra vieja.

Ramona, muy limpia y sencillamente vestida. Cacherulo siempre con el uniforme de su banda.

El Presidente del Circulo y el Vocal, de particular, decentemente vestidos.


FINAL DEL PRIMER CUADRO
—Compóngase la escena de modo que el final sea de bonito efecto plástico. El Alcalde en el centro abrazado a la bandera; los grupos de una y otra banda, con sus respectivos partidarios, en artísticas actitudes.

La bandera debe parecer rica y hermosa, que justifique al verla la codicia que hay por su posesión. Una bandera pequeña y raquítica produce deplorabilísimo efecto. Los Guardas llevarán sombrero ancho con escarapela, bandoleras de correa ancha y carabinas.


Información obtenida en:
https://archive.org/details/labandanuevazarz541serr

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