Buenas Noches, Señor Don Simón (Libreto)



BUENAS NOCHES, SEÑOR DON SIMON



Zarzuela en un acto.

Arreglada al teatro español por Luis de Olona.

Música de Cristóbal Oudrid.

Representada por primera vez con aplauso en el Teatro del Circo de Madrid.


REPARTO (Estreno)

Juana - Josefa Rizo.

Inés, mujer de don Procopio - María Bardán.

Isabel, su pupila - Ramona García.

El Doctor Don Procopio - Vicente Caltañazor.

Don Simón, rico comerciante - José Aznar.

Teodoro, su hijo - Francisco Fuentes.

Mozo 1ª del muelle - José Pombo.

Mozo 2º del muelle - José Rodríguez.


La escena en Cádiz, en casa de don Procopio.


ACTO UNICO

El teatro representa el gabinete del doctor. A derecha e izquierda, dando frente al público por el costado del bastidor, dos puertas. Ala derecha en tercer término, otras. A la izquierda y enfrente de la anterior, otra. Al fondo izquierda una puerta que da a un balcón que cae a la orilla del mar. A la derecha una puerta que conduce al exterior de la casa. A la derecha, y en primer término, vasta biblioteca llena de libros. A la izquierda, ancho canapé lleno también de tomos en folio, y cuyo asiento se levanta cuando se quiere, y puede servir también para acostarse. Un velador al lado. A la izquierda una mesa larga, llena de libros, cartas y esferas. Alambiques, crisoles, objetos curiosos y antiguos muebles, confusamente esparcidos y puestos unos sobre otros.


ESCENA PRIMERA

Inés. —Isabel. —Juana.

(Al levantarse el telón, la escena está sola: las puertas cerradas: una luz sobre la mesa)

(Música)

VOZ
(Dentro)
Huyó la luz del día.
la noche al fin llegó,
su sombra protectora
fortuna dé al amor.
Vuela, vuela,
mi barquilla,
que la orilla
cerca está,
y a sus rejas
asomada,
ya mi amada
esperará.
Corre, barquilla mía,
corre por Dios,
que la impaciencia mata
mi corazón.
Corre por Dios,
corre por Dios!...

JUANA
(Abriendo de pronto la puerta de la derecha frente al proscenio)
Es una serenata.
Oigamos pues.

(Se queda en el umbral escuchando)

ISABEL
(Abre la de la izquierda)
Es una serenata.
Si será él?
(Idem)

INES
(Abre la del fondo derecha)
Es una serenata
Quién podrá ser?
(Idem)

(Las tres se quedan escuchando sin verse)

VOZ
(Dentro)
Mis ayes amorosos
el viento se llevó,
la calma y el silencio
responden a mi voz.
No desoigas,
niña bella,
mi querella
por piedad.
Que mi labio
aquí te jura
firme y pura
lealtad,
óyeme, hermosa mío,
por esta vez.

LOS CUATRO
(Voz)
Oyeme y no te burles
de mi querer.

ISABEL
Voy a asomarme quedo,
sabré si es él.

JUANA
Desde el balcón sin duda
verle podré.

INES
Quiero al balcón llegarme,
veré quién es.

ISABEL
(Dirigiéndose de puntillas al balcón)
Voy.

JUANA
(Idem) Voy...

INES
(Idem) Voy...

(Al llegar en medio de la escena se encuentran las tres sorprendidas)

LAS TRES
(Turbadas) Aquí usted!!

ISABEL
(Disculpándose)
Yo iba a mi cuarto.

JUANA
Yo al mío también.

INES
Yo hacia mi alcoba.

ISABEL
(Volviendo a su cuarto)
Bien.

JUANA
(Idem) Bien.

INES
(Idem) Bien.

LAS TRES
(Cerrando a un tiempo las puertas de sus cuartos y entrando en ellos) Bien.

(La escena queda sola un momento. De repente van abriéndose por el orden que al principio las puertas y salen diciendo)

ISABEL
Es una serenata.
No hay duda, no.

JUANA
Es una serenata.
Qué bien cantó!

INES
Es una serenata.
Qué agitación!

LAS TRES
(Marchando hacia el balcón sin verse)
Ya no se oye.
Ya se acabó.

(Aplicando el oído)

Nada!
Nada!
Se acabó.

(Volviéndose a encontrar y turbadas)

Oh!!!

(Cesa la música)

INES
Hase visto curiosidad mas impertinente? Porque cruzan por este lado de la playa algunos marineros cantando, ó detienen por casualidad sus barcas al pie de estos balcones, corren ustedes a asomarse a ellos con ahínco... Pues no hay duda que la cosa es extraordinaria.

ISABEL
Es que se me figuró una serenata y...

INES
Qué quiero decir eso? Es usted de las que reciben serenatas?... O tiene por ventura Juana algún galán bastante atrevido para venir a alborotarnos con su música.

JUANA
Yo?

INES
Si tal supiera...

JUANA
Pero, señora, si yo no...

INES
Es que eso no tendría disculpa habiendo en esta casa, además de una mujer tan rígida como yo, una joven que está en vísperas de casarse.

ISABEL
Ay!

INES
Qué! Aun suspira usted cuando oye hablar de su matrimonio?...

JUANA
Justo, suspira cuando oye...

INES
A usted no se le pregunta. —No sé qué mejor casamiento pudiera usted desear! Por ventura, no es el señor don Simón Tres-Conteras uno de los más ricos mercaderes de Tarragona, y su hijo Teodorito un caballero de los más cumplidos... según dice su padre?

ISABEL
Toma! Su padre, qué ha de decir?

JUANA
Pues! Lo despacha como una pieza de lienzo y pondera su calidad.

INES
Silencio, bachillera.

ISABEL
Yo además, qué opinión quiere usted que yo tenga de un joven cuyos elogios se fundan en que no tiene voluntad propia, en que va ó viene según le mandan... de un hombre, por último, que se decide a casarse solo porque le dicen... cásate?

INES
Eso prueba su excelente carácter.

JUANA
Justo. El pobre toma lo que le dan...

INES
Juana!

JUANA
(Aparte) Y yo le daría contra un poste.

ISABEL
Pobre de mí!

INES
Vuelven de nuevo los suspiros? Ocúpese usted en algo. Borde, lea: en fin, distráigase un poco, y de ese modo cambiara usted quizá de opinión.

ISABEL
Cambiar? Es que yo no quiero cambiar, que yo quiero ser desgraciada.

INES
Para tener derecho a quejarse; a decir que ese matrimonio es contrario a sus inclinaciones! Por cierto que son razonables! Un capricho, un loco amor nacido en el colegio, a espaldas nuestras; é inspirado por un joven cuyo nombre no sabe usted siquiera!

ISABEL
Pero que tiene una fisonomía tan dulce...

INES
Calle! Con que ha tenido usted bastante tiempo para examinar su fisonomía?

JUANA
Toma! Naturalmente. Como que es lo primero que miramos cuando nos gusta un mancebo.

ISABEL
Pero yo lo hice sin querer. Como él pasaba todos los días por debajo de las ventanas de mi cuarto.

INES
De su cuarto! Qué escándalo!

JUANA
Por qué? Si dice que pasaba por debajo. Pobrecito!

INES
En fin, Isabel. Mi marido y yo somos tutores de usted y no podemos consentir... Es preciso que usted nos obedezca, que olvide usted a ese mozalbete.

ISABEL
Olvidarle!

INES
Sí. A qué vienen esas lágrimas? Con que es decir que no hace usted caso de nuestros consejos, de nuestros mandatos?

ISABEL
Yo haré todo lo que usted quiera, excepto renunciar a mi cariño.

INES
Qué descaro!

JUANA
El amo viene hacia aquí.

ISABEL
El doctor!

INES
Me alegro. Ahora veremos si le responde usted a mi esposo con la misma osadía.

JUANA
(Animo, señorita. Ya sabe usted que el amo es un papanatas que no hace más que lo que su mujer quiere)


ESCENA II

Dichas. —El Doctor, que sale con varios frascos de cristal debajo del brazo y en la mano una botella, cuyo contenido observa profundamente. Camina con paso lento.

INES
(Saliendo d su encuentro) Ven, Procopio, ven; oirás cosas estupendas! Que te pondrán furioso... aunque por desgracia no haya nada que te conmueva ni te saque de esa apatía.

ISABEL
(Vivamente) Si señor, venga usted y le explicaré yo misma...

JUANA
(Vivamente) Figúrese usted que la señorita y yo habíamos oído cantar...

INES
(Interrumpiéndola) Eso no es del caso. Lo que es preciso que sepas, es que nuestra pupila...

ISABEL
(Interrumpiéndola) Yo se lo contaré.

INES
No, a mí es a quien has de escuchar.

JUANA
Oiga usted por Dios, señor!

PROCOPIO
(Separándose de ellas, distraído) Dos onzas de meconio y cuatro cucharadas de tintura de quina.

INES
Has visto un hombro como este? Cuando se trata de un asunto grave... (A Isabel) Atrévase usted, atrévase usted a repetir delante de su tutor...

ISABEL
Y por qué no? Suceda lo que suceda; yo no olvidaré a quien amo, y le seré fiel mientras me sea posible.

INES
Pero no oyes esto? (Al doctor) Di, no lo oyes?

PROCOPIO
Eh? Sí. —Jarabe de altea.

JUANA
Anda! Por donde se descuelga!

INES
Procopio, mira que no hay paciencia para sufrirte!

PROCOPIO
Pero que sucede ahora?

INES
Que esta niña dice que no olvidará a quien ama.

PROCOPIO
Sí? Pues ya dice bastante.

INES
Es que a quien ama no es al hijo de don Simón, sino a aquel mozalbete que conoció en el colegio.

PROCOPIO
Cómo se entiende! En el co... (Se distrae) Ruibarbo... Acónito...

INES
Jesús! Jesús!

PROCOPIO
Se me figura que he echado más de lo que debía. (Mirando una botella de cristal) Si en vez de un narcótico hubiese preparado un veneno... (Lleva la botella adentro) Caramba! es preciso tirar esto!

INES
(Al doctor) Y es esto todo lo que tiene usted que responder? Es esto todo lo que se le ocurre para obligar a esta niña a que nos obedezca? Mas valiera que en lugar de ocuparse usted en hacer drogas que nadie le pide, y las que nadie le compra; que en lugar de sepultarse entre tanto librote, que para maldito lo que le sirven, se ocupase usted de su casa y de ser en ella el amo. Pero usted es un autómata, un hombre sin energía, un... Me voy, porque se me acaba la paciencia y...

PROCOPIO
(Se acerca a su mujer) Hija, se me figura que están hoy un poco alterada. (Con calma y dulzura)

INES
Algo alterada? Estoy rabiosa!

PROCOPIO
(Con dulzura) Por qué no tomas un calmante?

INES
Lo que tomaré serán los riendas del gobierno de la casa y... señorita, le prohíbo a usted hacer alarde de su novelesca constancia delante de don Simón, que debe llegar esta noche de Tarragona con su hijo. (A Juana) Y en cuanto a ti...

JUANA
(Adiós, mi dinero!)

INES
En el momento que sepa que andas en galanteos con alguno, ó en intrigas amorosas de cualquier género que sean, te planto en la calle. Ah, señor mío; ni usted fuera lo que debía...

PROCOPIO
(Retrocediendo) (Cáspita!) (Inés se marcha muy enfadada) Ha llegado mi mujer a inspirarme un miedo! (En seguida don Procopio se dirige a la izquierda hacia un gran armario lleno de frascos y vasijas de vidrio. En el entretanto, Isabel y Juana hablan entre sí en medio del proscenio y sin cuidarse de él)


ESCENA III

Isabel  — Juana — Don Procopio.

(Don Procopio, subido en una silla, arregla el armario)

JUANA
Apostaría cualquier cosa a que todo ese enfado es porque la hemos visto dirigirse al balcón.

ISABEL
Pues más me ha enojado a mí el encontrarme con ella, porque... en fin, si fuese mi amante el que cantaba hace poco...

JUANA
Bah! Cómo quiere usted que haya averiguado donde usted vive, en una ciudad, como esta?

ISABEL
Oh! El amor le habrá sugerido los medios.

PROCOPIO
(En la silla, alargando un brazo y sin volver la cara)
Juanita! Alárgame ese frasco.

JUANA
(Bajo a don Procopio) Vaya usted a paseo!... —Como decíamos... usted cree... Por ventura, ese joven no se quedó en Barcelona cuando salimos de allá?

ISABEL
Pero puede haberme seguido a Cádiz.

JUANA
Y... si como usted me ha dicho, iba a casarse?

ISABEL
Quieren casarlo, sí. Contra su gusto y con una mujer a quien no conoce y cuyo nombre no me ha dicho. Oh! Todos los tutores y los parientes son iguales! Pero él hará lo que yo; él rehusará, se resistirá, vendrá a librarme de mis tiranos! Sí, estoy segura. No habrá medio que para ello no intente.

PROCOPIO
Juanita, alárgame ese frasco!

ISABEL
No oyes?

JUANA
Eh! No quiero. Continúe usted.

ISABEL
No me atrevo a asegurarlo, pero ayer al salir de misa con tu ama, me pareció que un joven nos seguía de lejos y... casi juraría que era él.

JUANA
Calle! Ahora recuerdo! Con efecto, nos siguió do manera que la misma Inés volvió varías veces la cabeza...

ISABEL
Verdad que es muy guapo?

JUANA
Señorita, yo no miro a los hombros cara a cara... sobre todo cuando voy delante.

ISABEL
Vaya una salida! (Suenan golpes d la puerta de la calle: las dos escuchan)

PROCOPIO
Que llaman, Juana; ve a abrir.

JUANA
(Sin hacer caso) Y ahora recuerdo... Ese joven estuvo hablando con Pablo al salir de la iglesia.

ISABEL
Con tu novio? Cómo! y siendo amigo suyo, tú no sabes...

JUANA
Nada. Porque Pablo y yo estamos un poco torcidos y no nos vemos hace unos días.

PROCOPIO
Que han llamado, muchacha!

ISABEL
Qué lástima que no podamos averiguar... (Llaman de nuevo)

PROCOPIO
Abres ó no?

JUANA
Y crea usted que si he reñido con mi novio ha sido por culpa suya.

PROCOPIO
Pues señor, no abres? (Se baja enfadado) Vive el Cielo que... (Se calma de repente) Abriré yo. (Se va con lentitud)

JUANA
Como usted lo oye. Figúrese usted que acaba de heredar a un tío suyo, antiguo pastelero, y el ingrato... Vamos, sino tiene perdón! El ingrato no ha sido para enviarme un triste bollo. Ah! Crea usted que esto me ha llegado al alma. Que estoy furiosa!

ISABEL
Por un bollo!

JUANA
Sí, señora, sí. En un bollo se prueba el amor lo mismo qua en otra cualquier cosa!


ESCENA IV

Dichas. —Don Procopio y después dos Gallegos del muelle, que salen con una gran cesta de asas, adornada de cintas y flores, y la cual traen con palancas.

PROCOPIO
Juana! Juanita!

JUANA
Señor!

PROCOPIO
Chica, ahí te traen yo no sé qué cosa.

JUANA
A mí?

PROCOPIO
Justo. Por ti me han preguntado.

JUANA
Pero quiénes?

(Salen los Gallegos con la cesta)

PROCOPIO
Esas dos acémilas.

JUANA
Calle!

GALLEGO 1º
(Entrando) Cuidadu nu trupieces. (Al otro)

GALLEGO 2º
Ya lusé. (Ven a las dos jóvenes y se par ande pronto sorprendidos)

GALLEGO 1º
Diablu!

GALLEGO 2º
Demoniu!

(Música)

(Los Gallegos después de mirarse y de no saber qué hacer, se acercan con misterio junto al sofá y dejan allí la cesta con lentitud)

GALLEGO 1º
(Haciendo señas muy risueñas a Juana)
Psss!

JUANA
Eh?

GALLEGO 2º
(Haciendo señas de que guarde silencio, al doctor)
Pss!

PROCOPIO
Eh?

GALLEGO 1º
Pues?

JUANA
(Al Gallego 1º)
Qué?

PROCOPIO
(Al Gallego 2º)
Qué?

GALLEGO 1º
Pues!!

GALLEGO 2º
Pues!!!

JUANA, PROCOPIO e ISABEL
(A un tiempo)
Pues!!!

PROCOPIO
Quedo enterado!

GALLEGO 1º
(Quitándose los sombreros)
Dios guarde a usted!
Quién de usarcedes
es don Prucopiu,
que vende enjuages,
drogas y opiu?

PROCOPIO
Yo soy Procopio.
Bien claro está!

GALLEGO 1º
Ya! Ya! (Sonriendo)
Pues nada de estu
con usted va.
Quién de usarcedes
es la Juanita
guapa doncella,
fresca y bonita?

JUANA
Yo soy Juanita.
Bien claro está.

GALLEGO 2º
Ya! Ya!
Pues todu estu
con usted va.
Aquí le traeraus
un cestu muy maju
con cintas encima,
con cintas de baju,
y adentru una cosa
que lo ha degustar.

PROCOPIO
(Aparte)
Qué cesto es aqueste
con tanto colgajo?
Qué cintas son esas
arriba y abajo?
qué diablos ahí dentro
se puede encerrar?

(A un tiempo todos)

LOS GALLEGOS
Aquí le traemus
un cestu muy maju
con cintas encima
con cintas debaju,
y adentru una cosa
que le ha de gustar.

DON PROCOPIO
Qué cesto es aqueste
con tanto colgajo?
qué cintas son esas
arriba y abajo?
qué diablos ahí dentro
se puede encerrar?

JUANA
Quién puede enviarme
un cesto tan majo,
con cintas encima
con cintas debajo,
y dentro una cosa
que me ha de gustar?

ISABEL
Quién puede enviarte
un cesto tan majo,
con cintas encima
con cintas debajo,
y dentro una cosa
qué te ha de gustar ?

PROCOPIO
De parte de quién viene?

LOS GALLEGOS
(Riendo estrepitosamente)
Je, je, je, je, je, je!!

PROCOPIO
(Insistiendo)
Quién manda ese regalo?

GALLEGO 1º
Es un gallardu mozu!
es un mozu gallardu!

PROCOPIO
Ya la paciencia pierdo
con este par de gansos.
El nombre, el nombre digan.

LOS GALLEGOS
Pablitu.

PROCOPIO
Pablo?

LOS GALLEGOS
Pablo!

TODOS
Pablo!!!

PROCOPIO
Qué significa?

LOS GALLEGOS
(A Juana)
Dióme esta carta.

PROCOPIO
Cómo se entiende!

GALLEGO 1º
(A Juana)
Tome! (Se la da)

PROCOPIO
En mis barbas!

GALLEGO 2º
Dionus memorias.

PROCOPIO
Qué es esto, Juana!

GALLEGO 1º
Dionus abrazus!

(Va a abrazar a D. Procopio)

PROCOPIO
Arre! Caramba!

LOS GALLEGOS
Y ahora nustramu
solu nos falta...
que una buena propina nos dé
y un traguete vayamos a echar:
venga, venga, señor, la prupina,
que cun pocu nos puede alegrar.

PROCOPIO
Largo, largo, haraganes de aquí,
yo no tengo propina que dar.
Vayan pues a beber a una noria,
que allí entrambos debieran estar.

(A un tiempo todos)

(Don Procopio y los gallegos repiten lo anterior)

JUANA
Pues que Pablo mi amor no ha olvidado
y me obsequia tan fino y galán,
ay Pablito, de veras lo digo,
tuya siempre tu Juana será.

ISABEL
Pues que Pablo tu amor no ha olvidado
y te obsequia tan fino y galán,
de su afecto sincero prendada
suya siempre sin duda serás.

PROCOPIO
Con que tú recibes cartitas y canastos de este tamaño.

JUANA
Señor, yo...

ISABEL
(Azorada) Cielos! Inés viene!

PROCOPIO
(Idem) Mi mujer?

JUANA
Ay Dios mío! Hoy que está tan enfadada...

PROCOPIO
Cáspita! es verdad! .

JUANA
Que dirá cuando vea...

PROCOPIO
La va a pegar con migo como siempre!

JUANA
(A los gallegos) Idos pronto!

LOS GALLEGOS
Pues denus la prupina!

PROCOPIO
Tomad, condenados! Pero marchaos, que no os fea!

LOS GALLEGOS
Estu es pocu!

PROCOPIO
Poco y os he dado seis cuartos?

LOS GALLEGOS
Pero señor...

JUANA
El ama!

PROCOPIO
Huy! (Todos echan a correr, yéndose en distintas direcciones)


ESCENA V

Inés. — Después Teodoro.

INES
(Saliendo) Juana! —Que nunca ha de acudir cuando la llamo! (Pausa) A quién darían esa serenata hace poco? —Qué intenciones serán las de ese joven que ayer nos seguía cuando salimos de misa? Yo no creo haberle dado motivo para concebir esperanzas... Pobre muchacho! Y parece muy tímido! Sí: la distancia respetuosa a que se mantenía... Eh? Qué es eso? Una cesta... Un regalo por las señas! Quién podrá enviarnos... (Levanta la tapa y da un grito retrocediendo) Ah!!

(Música)

TEODORO
(Saliendo de pronto de la cesta)
Benéfica, magnánima
escuche por piedad,
y no con gritos hórridos
rae quiera denunciar,
Yo soy la nata y flor
del amor;
yo soy por lo galán
un don Juan.
Y en pos,
ya se ve!
de mí...
con afán
las niñas siempre van.
Larán, lararán, larán.

INES
(Hablando)
Pero qué osadía...

TEODORO
(Dando un salto de bailarín)
Yo bailo con primor
y furor;
yo sé también cantar
y tocar.

(Haciendo ademan de tocar el piano)

Y en mí...
todo es
gentil,
por lo cual
domino sin rival.
Larán, lararán larán

(Queda en posición de baile)

(Hablado)

INES
(Este es el joven que ayer nos seguía) Pero, caballero, semejante modo de penetrar en una casa...

TEODORO
Piff!

INES
Qué es eso de piff?

TEODORO
Que el amor penetra aunque sea por el ojo de una llave.

INES
Sí, más...

TEODORO
Y mi amor que es un bota-fuego...

INES
Caballerito! Caballerito!—Qué es lo que usted pretende! Qué quiere!

TEODORO
Qué quiero? Yo amo.

INES
Bien, mas...

TEODORO
Yo amo!

INES
Dale!

TEODORO
Y como soy un joven audaz...

INES
Qué oigo!

TEODORO
He sobornado a un hombre que conoce bien esta casa, y que está en relaciones con una persona que en ella habita. —Y... metiéndome en una cesta, me ha remitido aquí... como un encargo que llega por la galera. Pero qué me importa, si al fin penetré en la morada de la que mi pecho adora?

INES
(Dios mío! una declaración!)

TEODORO
Si al fin respiro el aire que ella respira! Estoy resuelto, señora. Y si encuentro obstáculos a su amor, la robaré!

INES
Cielos! (Va a irse)

TEODORO
(Gritando) Señora!

INES
Silencio por Dios! Caballero, calme usted esa exaltación. Yo no quiero desesperarle, y o... (no sé qué decirle)

TEODORO
Usted se interesa por mí? Ah, señora!

INES
Bástele a usted saber que guardaré el secreto de su venida, que le protegeré, que le ayudaré a usted...

TEODORO
A...

INES
A salir de aquí.

TEODORO
(Sorprendido) Cómo?

INES
Sí. De la misma manera que ha entrado. Yo se lo ofrezco. Haré que lo lleven a usted a donde usted me diga, y sin que nadie sepa que ha estado usted en esta casa. Se lo juro. Vuélvase usted a meter...

TEODORO
En el cesto?

INES
Sí. Repare usted su imprudencia! En nombre de la que ama!

TEODORO
Pero, señora, usted no sabe lo mal que se está ahí dentro.

INES
No importa.

TEODORO
Que no... Ya lo croo! A usted maldita la cosa; pero a mí que por más que me encojo...

INES
Es que no hay otro medio...

TEODORO
Sí que lo hay. El de quedarme. Eh?

INES
Quedarse? Imposible! Oh! piense usted en la que ama! En su reputación!

TEODORO
Poro y mis huesos, señora?

INES
Oh! concluyamos, ó doy voces y...

TEODORO
No, no, no grite usted. —Puesto que de tal modo lo exige... (Se coloca de pie en el cesto) Qué cruel es usted! En fin. —Paciencia! Empaquetémonos. (Saliendo de pronto) Pero usted que tan fácilmente podía hacer que...

INES
Que grito!

TEODORO
Uf! (Corriendo se mete de un salto en el cesto) Señora. — Pss! Señora! (Le alarga una tarjeta)

INES
Qué?

TEODORO
Tendría usted la bondad de remitirme adonde indica esta tarjeta?

INES
Sí señor. (Se vuelve después de tomarla)

TEODORO
Pss! Señora!

INES
Otra?

TEODORO
Suplico a usted que encargue eficazmente que no me lleven boca abajo. (Se encoge)

INES
Está bien.

TEODORO
Lo digo, porque si vuelven la cesta al revés...

INES
Jesús! Pierda usted cuidado.

TEODORO
Ay pasión desvén... (Al mismo tiempo Inés echa al cesto la tapa y no le deja concluir)

INES
Dios mío, qué compromiso! Busquemos unos mozos que lo saquen de aquí cuanto antes! (Se va)


ESCENA VI

Teodoro. — (Asomando de nuevo en la cesta)

TEODORO
Señora! Si tiene usted un alma caritati... (Mirando a una parte y otra) Eh? Pss! Señora! (Va asomándose cada vez mas hasta salir de la cesta) Ruego a usted... Se ha ido! Oh! Pues yo no me volveré de este modo, sin haber visto siquiera a la que adoro, sin haberla hablado! No. Ya que logré entrar en la casa... El lance es que sin duda vendrán los mozos para conducirme... Oh qué idea! Busquemos algo que poner ahí dentro en lugar mío, y así el peso hará creer que yo estoy. A ver? Ajá! Platos! Botellas... Diantre! Se van hacer añicos y conocerán... (Las coge del armario y las deja sobre la mesa) Pero tate! Esos libros. Sí, sí: despachemos. (Los va echando en el cesto) Plutarco! Al cesto. Los animales de Aristóteles! Al cesto. Tratado de Química! discurso sobre... al cesto! Y además estos otros. Así: ahora que se lo lleven cuando quieran. (Cierra, el cesto) Y por lo que hace a mí, muy desgraciado he de ser si, hasta a ver a mi amor, no encuentro en la casa un rincón ó un armario donde esconderme, con más comodidad que en este cesto maldito. Ea! serenidad y exploremos el campo. (Con varias precauciones se va por la segunda puerta derecha del actor)


ESCENA VII

Juana, saliendo con precaución por la purria primera izquierda. Después Don Procopio.

JUANA
Ya no está aquí el ama. Respiro. No me ha quedado gota de sangre en las venas. Pero qué habrá dicho al hallar aquí este regalo que Pablo me envía? Y deben ser muy buenos los pasteles! Claro! como escogidos para mí. Ea, apresurémonos a quitar de en medio este cesto. Quién sabe? tal vez el ama no haya reparado... Cabal. Nada ha visto cuando no ha llamado para preguntar... Dios lo haga. (Se esfuerza para llevar arrastrando el cesto hacia la puerta del fondo) Hoy! Cómo pesa!

PROCOPIO
(Saliendo) Se marchó mi mujer? —Eh? Qué haces tú ahí, muchacha?

JUANA
Ya lo ve usted, señor. Ver si puedo llevarme este... Si lo ha visto el ama soy perdida!

PROCOPIO
Y quién te manda recibir regalos?

JUANA
Más valía que en lugar de regañarme, le diera a usted lástima de mí y me ayudara un poco...

PROCOPIO
Yo! Y que Inés supiese... Pues me gusta! sería curioso que... (Pobrecilla!) Vamos, mujer, te ayudaré a ocultar este embeleco. No quiero que por mi causa... (Coge el cesto por un lado) Caramba! qué viene aquí dentro?

JUANA
Pasteles.

PROCOPIO
De cal y canto?

JUANA
(Ha ido d abrir la puerta del fondo para sacar el cesto por ella y vuelve asustada) Ay Dios mío! El ama vuelve!

PROCOPIO
(Soltando el cesto y corriendo al otro extremo de la escena) Guárdate eso, muchacha.

JUANA
No me abandone usted así.

PROCOPIO
Es verdad. Vamos! Apresúrate. En donde lo escondemos? Di pronto. (Los dos llevan el cesto)

JUANA
Pero no de usted tantas vueltas!

PROCOPIO
(Aturdido) Corre! A dónde lo escondemos? (Dando vueltas)

JUANA
Hacia la izquierda!

PROCOPIO
Sí, sí!

JUANA
Que va usted hacia el balcón!

PROCOPIO
En el balcón?

JUANA
No! por aquí! Por aquí!

PROCOPIO
Anda! (Llevándola hacia el balcón) Siento pasos!

JUANA
Pero qué hace usted?

PROCOPIO
Lo pondremos sobre la barandilla, y cerrando las vidrieras...

JUANA
Es muy angosta!

PROCOPIO
(En el balcón) Arriba!

JUANA
Que me lastimo!

PROCOPIO
Sujétalo! Upa! Sujétalo!

JUANA
No puedo más. Que se cae! Tenga usted firme!

PROCOPIO
Que se cae. Que se cae! (Saliendo a la escena) Ya se cayó. (El cesto ha caído al agua)

JUANA
Dios mío!

PROCOPIO
Chiss!

JUANA
Huy! (Doña Inés aparece. Los otros disimulan)


ESCENA VIII

Dichos. —Doña Inés.

INES
No haber en la calle dos mozos que pudieran... Cielos! Mi marido. (El doctor con rostro muy risueño)

JUANA
(Ay mis pasteles!)

INES
(Después de una pausa) Procopio... yo te creía en paseo.

PROCOPIO
(De pronto y yendo velozmente hacia la puerta del fondo ) Allá me voy.

INES
No, no me dejes. Oh!... Sí, tienes razón, más vale... (Mirando al lado donde quedó el cesto) Ya no está.

PROCOPIO
(Aparte) Ha mirado hacia allí. Digo eh?

INES
(Idem) No está... Dios mío! Cómo habrá podido...

JUANA
(Idem) De fijo lo vio antes.

INES
Si se hubiese ocultado en casa! Ese joven es tan audaz...

PROCOPIO
(De pronto) Vuelvo.

INES
Oh no! no! no te vayas. (Aparte) Si llega a saber... si ya sabe... más vale confesárselo todo. —Es mi deber Procopio...

PROCOPIO
Qué, hija mía?

INES
Yo quisiera decirte...

PROCOPIO
(Ya hace años que no la veo tan amable)

INES
Quisiera revelarte... Has encontrado aquí hace poco...

PROCOPIO
(Ya pareció el peine)

JUANA
(Esto va a acabar porque me despidan)

INES
Puedo jurarte que ignoro cómo ha sido, pero... en fin, hace poco había en esta sala...

PROCOPIO
Di.

INES
Una cesta...

PROCOPIO
Di.

INES
Que tú también debes haber visto.

PROCOPIO
Yo? no, no tal... Verdad, Juana que...

JUANA
Eh? No comprendo...

PROCOPIO
Nada. —Mira lo que son las cosas. No hemos visto... No hemos visto... Además, una cesta abulta tan poco.

INES
Es que dentro de ella...

JUANA
(Aparte) La abrió!

PROCOPIO
(Idem) La abrió!

INES
Dentro de ella h a b í a...

PROCOPIO
Qué? hija, qué?

INES
Había un hombre!

PROCOPIO
San Francisco! (D. Procopio da un salto y se vuelve a Juana, ella y él quedan mirándose con los brazos extendidos y el terror en su fisonomía)

JUANA
Un hombre! Un hombre! Señor!

PROCOPIO
(Aparte) Ay! (Queriendo reír) Cá! je, je! Cá! Vivo?

INES
Sí, Sí! Yo le he visto, le he hablado, y ha vuelto a meterse dentro en mi presencia.

PROCOPIO
(Aparte) Santa María! Santa Dei Génitris!


ESCENA IX

Dichos. —Isabel, que sale corriendo por la puerta izquierda.

ISABEL
(A Juana) Ah Juana! Ese, billete que nos trajeron lo he leído! Lo sé todo. —Es él.

JUANA
Quién?

ISABEL
Mi amante, que está oculto en la cesta!

JUANA
(Dando un grito de horror) Ah!

ISABEL
Ah! (Echa a correr y se va)

PROCOPIO
Ah! (Otro grito) Qué es eso, muchacha?

INES
Qué sucede?

PROCOPIO
Déjame.

INES
Procopio, te juro que yo ignoraba...

PROCOPIO
Déjame solo!

INES
Dios mío! dónde se habrá escondido! (Vase)

JUANA
(Aparte) Su amante!!


ESCENA X

Juana —Procopio.

PROCOPIO
Juana! Asómate al balcón! Tal vez ese hombre sabrá nadar y ...

JUANA
Las piernas me tiemblan. No se ve nada!

PROCOPIO
No? Entonces es que se ha ido a fondo?

JUANA
Al fondo!

PROCOPIO
Y eran esos los pasteles que tú escondías! —Horror!

JUANA
Qué será de la señorita Isabel, si sabe...

PROCOPIO
Cómo!

JUANA
Como que el hombre que había en el cesto era su amante, el que la rondaba en Barcelona!

PROCOPIO
El intruso?

JUANA
Pues!

PROCOPIO
Qué me cuentas?

JUANA
Cabal. Que había ideado ese medio de... Que venía a buscarla, a arrojarse a sus...

PROCOPIO
A arrojarse! Pues entonces ya lo está.

JUANA
Pobre señorita! Ya no le queda más recurso que dar su mano al hijo de don Simón!

PROCOPIO
Don Simón! E n buenos momentos va a llegar! Cuando ya no puedo con el peso de un crimen!

JUANA
Dígame usted, señor. Nos hará algo la justicia si sabe...

PROCOPIO
No! Ahorcarnos!

JUANA
Yo ahorcada!

PROCOPIO
Y conmigo! Ya verás qué cuadro!

JUANA
Misericordia! si nos hubiesen visto...

PROCOPIO
Chis! Calla! no lo digas! Cada cabello se me ha puesto como una aguja.

TEODORO
Pues señor, maldito si hallo un rincón donde...

PROCOPIO
(Asustados) Ay (Dan un brinco y se quedan espaldas con espaldas.

JUANA
( Juana de frente a Teodoro)

TEODORO
Uf! me atraparon! (Cortesía) Caballero?

JUANA
(Bajo al doctor, dándole con el codo) Que llama!

PROCOPIO
Di que no estoy. (Dándole con el codo)

TEODORO
Caballero!

JUANA
Responda usted! (Don Procopio se vuelve muy poco a poco)

PROCOPIO
Caballero...

TEODORO
(Sin saber que decir) Hum...

PROCOPIO
(Idem) Hum... (Se acercan y se miran en silencio)

TEODORO
(Volviéndole la espalda) Maldito si sé qué decirle.

PROCOPIO
Pero de dónde ha salido ese hombre? (Huyendo al lado de Juana. Pausa: los tres se miran, y luego exclaman a un tiempo)

LOS TRES
Caballero?...

PROCOPIO
(Haciendo un esfuerzo) Quién es usted?

TEODORO
Yo? (Si tuviera por donde escapar...) (Mira a todos lados)

PROCOPIO
(Aparte a Juana) Cómo registren el cuarto con los ojos!

JUANA
(Idem al doctor) Si será de la policía?

PROCOPIO
Eh? (Echa a correr hasta el extremo de la escena: Teodoro, alargando las piernas, trata de irse, y se dirige hacia la puerta del fondo)

JUANA
(Aparte al doctor) Cielos! Va a cerrarnos la puerta!

PROCOPIO
Si yo pudiera escapar por el jardín! (Imita a Teodoro, dirigiéndose al lado opuesto)

TEODORO
(Creo que ha conocido mi intención. Variemos de rumbo. (Se vuelve, y andando siempre del mismo modo, sigue al doctor)

PROCOPIO
(Uf! Que viene) (Se para Teodoro: don Procopio también)

TEODORO
Caballero... Yo ruego a usted no extrañe...

PROCOPIO
Eh? Parece que me tiene miedo!

JUANA
Entonces es un ladrón!

PROCOPIO
Un... Esto nos faltaba! Con efecto, esta traza sombría... (Le observa: Teodoro, al notarlo, se mira de arriba a abajo) Caballero... (Dirigiéndose a él con afectada cortesía y haciendo señas a Juana para que esté pronta a su intento) Ignoro el motivo de su visita (Se abalanza a Teodoro) Juana! Cierra la puerta!

JUANA
(Corre d la puerta) Al instante!

TEODORO
Qué intenta usted?

PROCOPIO
Grita a la guardia!

TEODORO
(Yendo hacia ella) No! Detente!

JUANA
(Bajando al proscenio gritando) Ay, que me amenaza!

PROCOPIO
Uf! ya vuelvo. Voy por el espadín!

TEODORO
Pero, señor...

PROCOPIO
Quieto! (Lo coge de las solapas de la casaca) Sujétale los brazos!

TEODORO
Pero, señor! Yo soy un hombre honrado. Oigame usted! Yo me hallo aquí por una casualidad. Mi familia es bien conocida.

PROCOPIO
Embustero!

TEODORO
Y mi padre también! Mi padre!

PROCOPIO
Tú no lo tienes! Tú no has tenido padre nunca!

TEODORO
Sí señor! Don Simón Tres-Conteras.

(A la par)

PROCOPIO
(Soltándole) Cielos!

JUANA
Calle!

PROCOPIO
(Abrazándole) Teodoro!

TEODORO
Usted me conoce?

PROCOPIO
(A Juana) (A buena ocasión llega!)

TEODORO
Me conoce usted?

PROCOPIO
Sí, mucho! Yo no le había visto a usted en mi vida! Pero... eso no importa. Mi mesa, mi casa, mi bolsillo... todo está a su disposición!

TEODORO
Eh? Explíqueme usted...

PROCOPIO
Y su padre? Ha llegado también?

TEODORO
Esta noche le aguardo. Me ha escrito anunciándome que venía a Cádiz, y que me dispusiese para ser presentado en casa de un amigo...

PROCOPIO
Sí. Aquí... se alojará usted aquí?

TEODORO
Cómo?

PROCOPIO
Más tarde! Dentro de... de algunos días, porque hoy... hoy no nos sentimos muy bien. Verdad, Juana? Ni esas señoras tampoco, verdad?

TEODORO
Con efecto. Se me figura que está usted agitado... trémulo...

PROCOPIO
Sí. Las muelas que han dado en dolerme... En su lugar de usted yo aprovecharía esta circunstancia para volverme por donde había venido. Tomará usted alguna friolera antes, y ...

TEODORO
Pues no me decía usted que...

PROCOPIO
Juana, despáchate. Un poco de licor, unos bizcochos! este caballero tiene mucha prisa.

JUANA
Buena estoy yo para servir nada! No veo de miedo.

(Se va)

TEODORO
Pero qué diablos significa todo esto? Permita usted.

PROCOPIO
Eh? Qué? (De pronto) Qué bonito es Cádiz, verdad?...

TEODORO
Cádiz? Admirable, caballero. Rodeado del mar.

PROCOPIO
(El mar!) (A Juana que sale con una bandeja y una botella y vasos) Despáchate hija; despáchate. (Juana llena dos vasos) He aquí que hace cuarenta años que vivo en esta ciudad, caballero, (Con el vaso en la mano y Teodoro lo mismo, y puedo aseguraros que soy conocido por mis buenas costumbres, por mi vida tranquila, por mi carácter pacífico, inofensivo, incapaz de cometer una acción!... (Mira a Juana)

JUANA
(Ay!)

TEODORO
Oh! No creo que nadie ponga en duda. (Bebe) Puff!

PROCOPIO
Eh? Qué tenéis!

TEODORO
Nada! Puff!

PROCOPIO
Es vino de Jerez.

TEODORO
Sí. Es muy posible... Pero tiene un diablo de gusto...

PROCOPIO
(Llevando su vaso a los labios) Cá! Pues sí... (Se detiene de repente acometido de una horrible inquietud, y se acerca d Juana que ha ido a colocar la botella y la bandeja sobre la mesa. En voz baja) De dónde has tomado esa botella?

JUANA
De la mesa del comedor.

PROCOPIO
Justo! Allí me la dejé! Es la bebida que he compuesto!

JUANA
Qué decís?

TEODORO
Pues señor nunca he bebido un Jerez tan desagradable! Parece que tengo un volcán en el pecho! (Se dirige hacia el canapé y continúa la conversación con don Procopio apoyado maquinalmente en una silla) Hablaba usted de Cádiz, eh? Oh! Cádiz es el objeto de todos mis votos, no solamente porque es una hermosa ciudad, sino también porque en ella habita el tesoro más... (Hace un gesto: don Procopio que le observa hace otro) Diantre! Querréis creer que no me siento muy bien, caballero?

PROCOPIO
(Aparte) Ay. Dios mío! Gomo lo temí, he echada mas acónito del que debía (Se queda mirando fijamente a Teodoro y sin poder articular palabra.

Teodoro hace un gesto. Don Procopio otro.

JUANA
Qué es eso, señor?

TEODORO
Sí. Cádiz es el... Es particular! Toda la habitación da vueltas!

JUANA
Que pálido se pone!

TEODORO
Me mareo. (Otro gesto)

JUANA
Cielos!

TEODORO
Qué horrible vino! Si parece un veneno! (Queda desmayado)

JUANA
Un veneno!

PROCOPIO
(En voz baja) Si! Sí!

JUANA
Ah! (Cae en una silla)

PROCOPIO
(Idem) Y van dos. (Pausa)

JUANA
(Llorando y levantándose) Ay, Dios mío! Qué va a ser de nosotros!

PROCOPIO
(Levantándose y con voz débil y entrecortada) Cierra las puertas, Juana! Ciérralas todas!

JUANA
(Haciéndolo) Sí señor, sí!

PROCOPIO
Echa los cerrojos!

JUANA
Sí señor. Si. Pero qué es lo que piensa usted hacer?

PROCOPIO
Escondernos, escondernos donde podamos!

JUANA
Pero y después?

PROCOPIO
Después? Después... (Acercándose a ella) Lo enviaremos con el otro. (Golpes a la puerta)

LOS DOS
(Asustados) Ah!!

JUANA
Oye usted? Llaman a la puerta de la calle!

PROCOPIO
No abras.

JUANA
Sin duda es la justicia.

PROCOPIO
La justicia!

JUANA
Ya suben la escalera!

PROCOPIO
(Vivamente y cogiendo a Teodoro) Ayúdame!

JUANA
Yo, señor?

PROCOPIO
Despacha, por las once mil vírgenes!

JUANA
Ay, yo no agarro a los muertos!

PROCOPIO
Pero y si lo ven?

JUANA
Es verdad. (Llaman a la puerta de la Sala)

PROCOPIO
Metámosle en el fondo de este sofá! Y encima los almohadones! (Don Procopio ha extendido a Teodoro sobre el sofá. Juana y él tiran hacia ellos y levantan al mismo tiempo el asiento. Teodoro cae en el fondo: cierran vivamente el canapé)

JUANA
Van a echar la puerta abajo!

INES
Procopio!

JUANA
Cielos! El ama!

PROCOPIO
Pronto! Los almohadones!

INES
Te has encerrado?

PROCOPIO
(A Juana) Escápate!

INES
Abre! Es don Simón que acaba de llegar.

PROCOPIO
Gran Dios!

JUANA
El padre del muerto! (Yéndose corriendo)

PROCOPIO
(Poniendo a toda prisa los almohadones) El padre! El padre! Allá voy! Allá voy! (Abre)


ESCENA XI

Don Procopio. —Don Simón. —Inés —Isabel —después Juana.

SIMON
Voto va al chápiro! Al fin puedo dar un abrazo a este buen doctor!

PROCOPIO
(Cortado y saludando) Hum! Hum!

SIMON
Qué tal va de salud?

PROCOPIO
Pss! Hum!

SIMON
Le escribí a usted que llegaría hoy y... ya lo ve usted. No tengo más que una palabra! Y no he perdido el tiempo, porque apenas llegado a Cádiz, lo primero que he hecho es venir a esta casa, sin llegarme siquiera por la de mi hijo.

PROCOPIO
(Su hijo!) (Dándole la mano) Celebro que... la... (A mí me va a dar algo!)

SIMON
(Poniendo en una silla su maleta) Pero después lo avisaremos.

ISABEL
(Pues si aguarda que yo me case con él...)

PROCOPIO
(Aparte mirando atrás) Se me figura que vienen por detrás los alguaciles y me agarran diciéndome... Tente, asesino! Ayyy!!

INES
(Mirando a todos lados y aparte) Pero señor! Qué habrá sido de ese cesto... (Pausa)

SIMON
Es singular! Creo que no tienen trazas de estar muy alegres!... (A don Procopio) Por ventura, le ha sucedido a usted...

PROCOPIO
No... nada!

SIMON
Entonces, la cena nos volverá nuestro buen humor... (Inés tira del cordón de la campanilla) No sé si es el viaje... pero tongo un apetito...

INES
(A Juana que sale con una luz que pone sobre la mesa) Está pronta la cena de este caballero?

JUANA
La cena?... Es que ... Ah! Este caballero cena!

SIMON
Siempre.

JUANA
Lo digo porque... porque me he olvidado de disponer.

SIMON
La cena?

INES
Trae al menos, bizcochos, dulces, vino.

PROCOPIO
No, vino no.

SIMON
Cómo?

INES
Y sube todo eso a la habitación de arriba que te mandé preparar...

JUANA
Es que .. es que se me ha olvidado también, señora.

SIMON
¡Aparte) ¡Demonio! Pues no ha hecho nada esta chica en resumidas cuentas!

INES
En qué has empleado entonces el tiempo?

JUANA
Yo...

PROCOPIO
A mí no me mires. Yo no te he visto desde hace dos horas!

INES
Verdaderamente, señor don Simón, estoy abochornada de las faltas que...

SIMON
Ah! No hay que incomodarse. Una mala noche pronto se pasa, y admitido el no cenar... Yo me acomodaré en cualquier parte y de cualquier manera. Aquí, sí. En esta sala ¡Sobre ese sofá!

JUANA
Ah!! (Don Simón la mira)

PROCOPIO
(Aparte) Sobre su hijo. (Don Simón lo mira)

SIMON
(Pero qué diablos tiene esta gente?) Con que...

PROCOPIO
Pss! poco a poco! permítame usted... yo no sufriré ... yo exijo...

SIMON
Nada, nada! lo dicho! Aquí. Y es inútil hacerme desistir, porque me enfadaría.

JUANA
(Bajo al doctor) Ah, señor! y le dejara usted acostarse ahí encima, cuando su hijo...

PROCOPIO
(Idem) Es el colmo del horror! Pero qué quieres que yo haga?

INES
(A don Simón) Usted nos perdonará...

SIMON
No se hable más de ello.

INES
Entonces, con su permiso, me retiro. Hasta mañana, pues.

PROCOPIO
(Bajo a Juana) En cuanto se halle dormido volveremos para sacar al otro y arrojarlo!... (Tose volviéndose a don Simón) Ejem!

SIMON
(Pues señor, no hay remedio! Esta gente tiene algo que la inquieta!)

(Cada uno toma una bugía encendida de encima de la mesa)

(Música)

INES
(Con una bugía y presentándose a Don Simón)
Señor don Simón,
no lleve usté a mal
si lecho y mantel
no encuentra al llegar.
Yo le pido mil veces perdón,
y pues algo cansado estará,
aunque falta la cena y colchón...

(Saludando)

Buenas noches, señor don Simón.

(Se pone hacia el fondo, de frente al público)

ISABEL
(Idem)
Señor, don Simón,
sin lecho y mantel,
se suele soñar
y a veces no bien.
Mas no tema de duende ó visión,
duerma, duerma y tranquilo se esté.
Y pues toma por cama el salón...

(Saludando)

Buenas noches, señor don Simón.

(Se coloca al lado de Inés, de frente al público)

JUANA
(Idem)
Señor don Simón,
si acaso al dormir
rumor oye usted
muy cerca de aquí,
si de pasos escucha usté el son,
si las puertas sintiera crujir,
no se alarme. —Será el aquilón.—

(Saludando)

Buenas noches, señor don Simón.

(Se coloca al lado de Isabel)

PROCOPIO
(Idem y muy triste)
Señor don Simón,
la vida es fugaz,
ninguno previó
su trance fatal.
Este suele venir de rondón,
no perdona ni sexo ni edad.
Y pues ya sabe usted mi opinión...

(Saludando)

Buenas noches, señor don Simón.

(Se van uno detrás de otro muy graves)

(Cesa la música)

SIMON
(Que durante todo el canto ha mirado con sorpresa y estupefacción a unos y a otros) Diantre! Qué gente tan triste es la de esta casa. En cuanto amanezca voy a tomar un cuarto en una fonda, y... allí al menos me desquitaré de la mala noche. —(Pausa) Se me figura que no voy a poder atrapar el sueño en este sofá. (Va abrir su maleta) Pues señor, yo no sé por qué, pero los he encontrado muy tristes. (Se oye un suspiro) Eh? Qué diablos es eso? (Mira con temor en torno suyo: la maleta debajo del brazo y en la otra mano la bugía. Sube la escena) Me había parecido oír... Bah! Sin duda es el aquilón... como me ha dicho la criadita que me ha dejado sin cenar. (Pone la bugía sobre el velador, se sienta en el sofá con la maleta en la rodillas y reflexiona: en tanto la orquesta recuerda el motivo del cuarteto) A la verdad que en esta casa tienen un singular modo de darle a uno las buenas noches. (Se pone un gorro de dormir que ha sacado de la maleta) Creo que yo me voy poniendo triste también. Y luego el sueño que me... (Apaga la luz y se extiende en el sofá) El doctor tiene razón, la vida es tan poca cosa... A qué habrá venido decirme esto? (Se duerme pronunciando estas últimas palabras]


ESCENA XII

Juana saliendo misteriosamente. —Don Procopio ídem con una linterna sorda en la mano.

PROCOPIO
Chss! Pisa quedo!

JUANA
Si no tengo alientos para nada!

PROCOPIO
Chss! Valor, Juana. Descosamos con estas tijeras el sofá y saquemos al difunto por debajo, en tanto su padre duerme encima.

JUANA
Qué horror!

PROCOPIO
Calla! (Se acerca a Don Simón)

JUANA
Qué tranquilo sueño.

PROCOPIO
El sueño de la inocencia! Nosotros no le tendremos ya.

JUANA
(Afligida) Con que yo no soy ya inocente, señor!

PROCOPIO
Chito! Coge estas tijeras y... manos a la obra.

JUANA
Ya estoy en ello. (Descose)

PROCOPIO
Despáchate!

JUANA
Al momento. —Ya está.

PROCOPIO
Ahora.... (Don Simón se revuelve, y al volver los brazos da con ellos en la linterna y la deja caer. Grita) Ah!

PROCOPIO
Uf! (Separándose asustado)

SIMON
Quién anda aquí. (Levantándose de un salto)

PROCOPIO
Huyamos!

JUANA
Ay! Si nos descubren. —Tome usted esas tijeras!

PROCOPIO
Yo no. (Las tira)

TEODORO
(Dentro del sofá) Ay! (Gemido)

PROCOPIO
Cielos!

SIMON
Canastos!

JUANA
Ese gemido!

PROCOPIO
A que he matado al padre con ellas!

SIMON
(Aparte) Dónde están mis pistolas!

PROCOPIO
No hay duda! no siento una mosca!

TEODORO
(Separando los almohadones) En dónde estoy!

JUANA
No encuentro la puerta!

SIMON
(Apuntando) Alto ahí!

PROCOPIO
(Cayendo asustado en el sofá encima de Teodoro) Oh! Uff!

TEODORO
Socorro!

PROCOPIO
Picaros! Ladrones! Ay! que me agarra el muerto!

SIMON
Un muerto! (Dispara)

JUANA
Ah! (Don Procopio huyendo, cogido de los faldones por Teodoro)

SIMON
Alto, pícaro, infame! (Coge a Teodoro por los faldones)

JUANA
(Llamando a la puerta) Vecinos! Señora!

PROCOPIO
(Tropieza en una silla: encima de él Teodoro y encima Don Simón) Santa Bárbara!

TEODORO
Tente!

SIMON
Ay que me mato. (Se levanta)


ESCENA ULTIMA

Dichos. —Inés —Isabel, con luces.

INES
Qué es esto?

SIMON
Calle! mi hijo!

PROCOPIO
Vivo!

ISABEL
Su hijo! mi amante incógnito!

INES
El que estaba metido en la cesta!

PROCOPIO
En la cesta? Luego dentro de ella no había...

TEODORO
Sí. Sus libros de usted.

JUANA
Es posible?

PROCOPIO
(Abrazando a todo el mundo. Ay! Ay! Ay! Ay!

SIMON
Pero a qué ha venido este escándalo?

PROCOPIO
A... este es tu amante: le amas? (Los bendice) Ay señor don Simón Tres-Conteras!

SIMON
Bien, bien. Basta; que me estruja usted, hombre.

(Música)

PROCOPIO
(Abrazando a todos loco de alegría) Oh! Ah! Oh! Ah! (Se echa a bailar con Juana al llegar delante de ella)
Larán larán larán
larán larán larán.
Pena y temor se olviden!
Reine placer y amor!
Vivan los novios, vivan?
Y viva también yo.

TODOS.
Pena y temor, etc., etc.

(Cae el telón)



FIN DE LA ZARZUELA


Información obtenida en:
http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/consulta/registro.cmd?id=1013615

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