La Tabernera del Puerto (Libreto)



LA TABERNERA DEL PUERTO



Romance marinero en tres actos.

Libro de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw (basado en un Romancillo marinero del propio Federico Romero).

Música de Pablo Sorozábal

Estrenado en el Teatro Tívoli de Barcelona, el 6 de Mayo de 1936.

La acción transcurre en una localidad imaginaria del norte de España, Cantabreda.



REPARTO (Estreno)

Marola – Conchita Panadés.

Abel – Estrella Rivera.

Antigua – María Zaldivar.

Juan de Eguía – Marcos Redondo.

Leandro – Faustino Arregui.

Simpson – Aníbal Vela.

Chinchorro – Joaquín Valle.

Verdier – Antonio Ripoll.

Ripalda – Antonio Palacios.


ACTO PRIMERO

Puerto viejo de Cantabreda, suburbio de pescadores de una ciudad norteña imaginaria. Al lado derecho del espectador, la taberna de Marola. Al otro lado está la puerta del «Café del Vapor» y entre ambos un callejón que va al mar… Amanece.

(Música)

Abel y Coro General

(Se oye el canto de los Marineros, que se supone en una embarcación de la ría)

MARINEROS
Eres blanca y hermosa
como tu madre;
eres como la rama
que al tronco sale.

(Unos cuantos Pescadores con ropa de agua, repitiendo el estribillo, entran en la taberna. Del café sale Ripalda, el dueño. Aparece Verdier)

(Hablado sobre la música)

VERDIER
Buenos días, cafetero.

RIPALDA

¡Verdier!… ¿Cuándo ha venido?

VERDIER
Anoche atracó el velero. Sírveme un café caliente, que está la mañana fresca. ¿No hay nadie dentro?

RIPALDA
Un borracho que ha dormido aquí la mona.

VERDIER
¡Tráeme el café!

(Ripalda entra al café. Aparece Abel, un muchacho de catorce años, pobremente vestido. Lleva un acordeón. Se asoma a la puerta de la taberna, Abel ve a Verdier y canta)

ABEL
(Recitado)
En la taberna del puerto,
— ¡qué mujer la tabernera!—
se bebe el mejor vinillo
que viene de extrañas tierras.
En la taberna del puerto,
— ¡qué hermosa la tabernera!—
se viven alegres horas,
bebiendo las horas muertas.
En la taberna del puerto,
— ¡Dios salve a la tabernera!—
los hombres parecen tigres
que buscan sabrosa presa.

(Cantado)

¡Ay, que me muero
por unos ojos!
¡Ay, que me muero
de amores locos!
¡Ay, que me mire
aunque me muera!
¡Ay, que me mire
la tabernera!

(De la taberna sale el grupo de Marineros que antes entró. Mutis)

(Hablado sobre la música)

ABEL
Deme una perra, señor.

RIPALDA
(Que sale con el café)
¡Vete al diablo, sinvergüenza! Tú eres un enredador.

ABEL
¡Trovador! ¡Como en Provenza!

VERDIER
¡Toma, chico! Soy de allá.

(Dándole una moneda)
Marsellés. Aunque me pese.

RIPALDA
¿Le da usted limosna a éste? ¡Pronto se lo beberá!

ABEL
¿Yo me emborracho?

RIPALDA
Tú y todos estáis borrachos por ella… ¡Y si fuese una doncella!

(Ha empezado a sonar lejana la Salve de los Marineros)

HOMBRES y MUJERES
(Dentro, cantando)
¡Salve, Señora,
reina y madre
de misericordia!
¡Vida y dulzura
y esperanza nuestra!

VERDIER
¿Qué canto es ése?

ABEL
La Salve marinera. Cuando pasa una trainera frente al camposanto, como vive en su capilla la Virgen del Carmen, cantan.

VERDIER
¿Y así las olas espantan?

ABEL
Sí, señor. ¿Le maravilla?

VERDIER
Está medio mundo loco.

(A Ripalda, poniéndole un duro en la mesa)

Cóbrate de ese dinero. ¿Tú crees en Dios, cafetero?

RIPALDA
(Espontáneo)
Sí, señor.

(Al ver el gesto de Verdier y cogiendo el duro)

Pero muy poco.

(Mutis. Se oye la Salve. Por la izquierda sale un grupo de Mujeres, mirando a la ría y saludando hacia la izquierda con manos y pañuelos)

(Cantando)

MUJERES
(Dentro)
¡Madre!
Dios te escuche.
Dios, te salve,
reina y madre.
¡Salve Señora,
reina y madre
de misericordia!

(Suena ahora la voz del Coro en el fondo de la escena y se van alejando)

HOMBRES
(Dentro)
Eres blanca y hermosa
como tu madre;
eres como la rama
que al tronco sale.

(Las Mujeres van cambiando la dirección del saludo y al final echan a correr todas. Ripalda le entrega la vuelta a Verdier. La Salve se pierde por completo, dominando la voz del Coro, pero disminuyendo también hasta perderse)

(Hablado)

RIPALDA
¿Algo más, señor Verdier?

VERDIER
Si tiene buena ginebra…

ABEL
En la taberna de enfrente…

RIPALDA
¿Qué dices que en la taberna? ¡Falsificada! Ahora vengo.

(Mutis)

VERDIER
No conozco esa taberna.

ABEL
¿Hace mucho que no viene?

VERDIER

Falto ya de Cantabreda cinco o seis años.

ABEL
Entonces para usted es cosa nueva. Hace tres meses escasos que se abrió…

RIPALDA
(Sale con un caneco de ginebra y copas)
Mírela: inglesa…

(Sirviendo)

Me la acaba de enviar la fábrica de Valencia.

ABEL
En la taberna de enfrente la reciben de Inglaterra.

RIPALDA
Pero a ti, gorrión de puerto, ¿qué te da la tabernera?

ABEL
¿Sabes lo que yo daría si me mirara siquiera?

VERDIER
¿Tan joven y enamorado?

RIPALDA
Todos andan a la greña, por si les mira o si no esa endiablada sirena.

VERDIER
¿Es casada?

RIPALDA
¡Sabe Dios!

ABEL
¡Ah, si no lo fuera!

RIPALDA
Vamos, coplero, despierta.

VERDIER
Tú, muchacho, ya podrías ser grumete.

RIPALDA
No le entusiasma la pesca.

ABEL
Si fuese viajar…

VERDIER
¿Viajar? Si quieres venir conmigo…

RIPALDA
(Sirviéndole)
Otra copa de ginebra.

ABEL
¿Es usted… pirata?

VERDIER
(Riéndose)
¡Chico!...

RIPALDA
Si un pirata te ilusiona, ya tienes en la taberna a Juan de Eguía y, a fe, que la tabernera de alguno de sus cruceros habrá sido buena presa.

VERDIER
Mala fama le atribuyes.

RIPALDA
A mí me huele a tormenta.

(Se mete en su café)

VERDIER
(A Abel)
¿Quieres decirle que salga?

ABEL
¿A Juan de Eguía?

(Verdier afirma. Abel va a la taberna. En la puerta)

¡Marola! ¿Y el señor Juan? Preguntan por él.

(Pausa)

MAROLA
(Se asoma)
¿Quién es?

ABEL
Un marinero famoso.

(Indicando a Verdier)

VERDIER
Buenos días.

MAROLA
Juan de Eguía no ha salido de su cuarto.

VERDIER
¿Quiere decirle, patrona, que el Brasil está en América?

MAROLA
¿Cómo?

VERDIER
Si usted se lo dice, es posible que lo entienda.

(Mutis de Marola)

ABEL
¿Qué le parece Marola?

VERDIER
Que bien hace quien coplea, a cuenta de si le mira o si no la tabernera.

(Aparecen Chinchorro, un patrón maduro, casi viejo, con Fulgen y Senen — mudo—,
dos Marineros jóvenes)

CHINCHORRO
¡Sí! ¡Sí! Dejádmelo a mí. ¿Dónde está Leandro?

ABEL
(Por la taberna)
Adentro.

CHINCHORRO
(A Abel)
Oye tú, ¿por qué no entras y le dices que se anuncia buena pesca… ¡y que como dé lugar a que entre por él…!

ABEL
(Haciendo mutis)
… le pega.

CHINCHORRO
El a mí; por eso no entro… ¿Verdier?

VERDIER
¡Hola!

CHINCHORRO
¿Qué galerna te ha traído? ¡Cuantos años sin caer por Cantabreda!

VERDIER
No salió flete.

CHINCHORRO
Te advierto que han aumentado la fuerza.

VERDIER
Harán gimnasia.

CHINCHORRO
Si digo de carabineros.

(Verdier lo coge de un brazo, violento)

Suelta, que ya me callo. ¡A mi… Piscis!

VERDIER
Te equivocas, mala lengua.

LEANDRO
(Sale de la taberna)
¿Qué pasa?

CHINCHORRO
¡Qué!, ¿salimos a la mar o nos quedamos en tierra?

LEANDRO
Si queréis, salís vosotros.

CHINCHORRO
¿Sin ti?

LEANDRO
Sin mí.

FULGEN
Todos fueron a la mar. Está la ría desierta.

(Senen afirma)

LEANDRO
Salid vosotros.

FULGEN
¡Vas a perderte, Leandro! Si Juan de Eguía se encela…

(Senen también le increpa con gestos y sonidos)

LEANDRO
Dejadme en paz.

FULGEN
Tú estás loco.

LEANDRO
¡Loco perdido por ella!

FULGEN
¡Por una mujer casada!

LEANDRO
¡Dejadme, he dicho!

CHINCHORRO
No quiere y no sed babiecas. A la fuerza no se debe de salir. ¡Hale!, todo el mundo en tierra, ¡porque a mí me da la gana! ¡Vamos a la taberna! Convida Fulgen porque es el que se ha puesto más pelma.

LEANDRO
Y usted, patrón, si se queda ¡acuérdese usted del genio que tiene la sardinera!

CHINCHORRO
¿Mi mujer? ¡Valiente cosa me importa de esa tía vieja!

LEANDRO
Pues anoche hubo sus voces.

CHINCHORRO
¡Uf! ¿Me oíste?... Y porque ayer no cogió la «cafetera» (Borrachera). Cuando la coge es distinta.

FULGEN
Entonces es que le pega.

CHINCHORRO
Al contrario. Cuando bebe es una oveja. Y me atiza cada beso, con aquel olor que vuelca, que yo no sé qué es peor. Yo la prefiero serena.

LEANDRO
Usted sabrá.

(Mutis de Leandro)

FULGEN
Ese chico…

(Entrando en la taberna con Senen y Chinchorro)

SIMPSON
(Saliendo del café)
«¡Shoking!» ¡Mal tiro te peguen! «¡A rivedersi!» ¡Babieca!

VERDIER
(Muy sorprendido)
¡Simpson!

SIMPSON
¿Quién eres? ¡Ah, tú! ¡Cómo tengo la cabeza! Creía que eras Verdier; pero ese gran sinvergüenza estará en la Isla del Diablo cumpliendo alguna condena…

(Se sienta junto a la mesa. El tal Simpson, originalmente inglés, es un viejo alcohólico, antiguo aventurero y hoy vagabundo, que vive, y bebe, de la caridad de los pescadores, del miedo de los compinches y de acompañar como interprete a los marineros extraños que caen por Cantabreda)

¡Verdier! ¡Eguía el negrero! ¡Walter Simpson!... Pocos quedamos.¡Todos acabamos mal! Usted perdone, excelencia.

(Se levanta en pie y Verdier le detiene)

VERDIER
Yo soy Verdier, insensato, que coges la borrachera y no sabes lo que dices. Habla bajo y con prudencia, que aquí llega Juan de Eguía y acaso le comprometas.

JUAN DE EGUIA
(Que aparece de la taberna)
¿Quién es el memo que dice que el Brasil está en América? ¡Verdier!

(Verdier sale al encuentro de Juan de Eguía, mientras Simpson se sirve del caneco una convidada. Juan de Eguía es un hombre de sesenta años, curtido, con alguna cicatriz)

(Música)

Verdier, Juan de Eguía y Simpson.

JUAN DE EGUIA
(A Verdier)
Hace días te esperaba.

VERDIER
El asunto se dio mal.

JUAN DE EGUIA
¡Hola, Simpson!

SIMPSON
¡Mala peste con vosotros! ¡Vaya un par!

VERDIER
(A Juan de Eguía)
Ese está con la ginebra
y a comprometernos va.

JUAN DE EGUIA
No le temas; es un infeliz.
Le domino como a un bergantín.
Obsérvale bien, ¡y ahora verás! ¡Ohé!

(Tararea un aire exótico que, desde el primer instante, hace efecto en el inglés)

SIMPSON
¡A sus órdenes, mi capitán!

JUAN DE EGUIA
(Entre sus dos amigos)
¡Qué días aquellos
de la juventud!

SIMPSON
¡La luna, tan blanca,
y el mar, tan azul!

JUAN DE EGUIA
Bajo otros soles,
por otros mares,
¡con qué bravura
bogó mi nave!
Son otros tiempos
que ya no vuelven,
y el recordarlos
rejuvenece.

JUAN DE EGUIA y SIMPSON
¡Aquellas noches
de borrachera,
durmiendo en brazos
de tantas hembras!
¡Y aquellas horas
de corto idilio
que eran amores
para el olvido!

SIMPSON
¡Y aquellas negras!
¡Y aquellos vinos!

LOS TRES
¡Cuántos caminos
tiene la mar!
¡Cuántos escollos
ocultos hay!
Juega el velero
con el azar,
y nunca sabe
ni cuándo llega
ni adónde va.

JUAN DE EGUIA
Tan sólo obediente
navega en la mar,
sumiso al mandato
de su capitán! ¡¡Ohé!!

(Hablado)

VERDIER
Hablemos, Juan, si te parece, de lo que importa.

JUAN DE EGUIA
¿Aquí, en la calle?

VERDIER
¡En la taberna!

JUAN DE EGUIA
No es segura. Quizá se halle más solitario el cafetucho.

VERDIER
¿Y el cafetero? Ése tiene mucha labia…

JUAN DE EGUIA
Lo alejaré con un pretexto. ¡Cuando me vea por su casa…! Nunca los pies en ella he puesto.

VERDIER
¿También con éste?

JUAN DE EGUIA
No desconfíes del negro.

SIMPSON
¡De ti si acaso, mala peste, que eres marsellés y tuerto!

(Entran en el café. Cruza un Carabinero por el fondo Luego sale Abel de la taberna)

(Desde dentro) ¡Cafetero! ¡Un cuarterón de tabaco!

ABEL
(Saliendo de la taberna)
¡Me ha mirado! ¡Hoy me ha mirado! ¡Me ha mirado!

(Del café sale Ripalda)

RIPALDA
¡Este es un éxito! ¡Un éxito!

ABEL
¿Qué te sucede?

RIPALDA
¡Entérate! De bien que sirve la taberna, ¡el dueño bebe en mi café! El me lo ha dicho sin rebozo: «¡Esto es coñac, y no el de casa!»

SIMPSON
(Desde dentro del café)
Ese tabaco, venga, pronto.

RIPALDA
Voy enseguida.

RIPALDA
(A Abel)
Anda, macaco, ¿por qué no me haces el favor de ir a buscarles el tabaco y yo me quedo en mi labor?

ABEL
¿Un cuarterón de contrabando?

RIPALDA
(Le da dinero)
¡Calla chico! ¡No creas que es para un cualquiera! ¡Fíjate bien: de ese tan rico que expende la tabaquera!

ANTIGUA
(Dentro, pregonando)
¡Sardina fresca!

ABEL
¡Santo Dios! Si ve a Chinchorro, le mata.
(Se va)

ANTIGUA
(Apareciendo)
¡Sardina, sardina fresca! Son la flor de la frescura.

RIPALDA
Hola, Antigua.

ANTIGUA
Hola, ricura.

RIPALDA
A ver si tenemos gresca.

ANTIGUA
¿Con quién?

RIPALDA
Con el propietario de tu cuerpo saleroso.

ANTIGUA
¿Con quién? ¿Con ese baboso?

RIPALDA
¿No te pega?

ANTIGUA
Lo contrario. Sólo cuando estoy bebida me puede. Se fue a la mar. Hoy me puedes convidar sin miedo.

(Sentándose)

RIPALDA
Se te convida.

ANTIGUA
Tengo el gaznate tan seco de pregonar…

RIPALDA
(Dándole una copa)
Echa un trago.

ANTIGUA
¿Cuánto vale?

RIPALDA
Yo lo pago.

ANTIGUA
Entonces… ¡en el caneco!

(Coge el caneco y lo empina)

RIPALDA
Pero, oye…

ANTIGUA
¿Qué?

(Vuelve a beber)

RIPALDA
¡Pero, Antigua! ¿Dónde vas?

ANTIGUA
¿Es ginebra o aguarrás?

(Bebe)

RIPALDA
¡Gasolina!... Vamos…

(Quitándole el caneco de la boca)

¡Eh! (Dándole un empujón)
¡Así revientes, galocha!

ANTIGUA
(Dando traspiés llega a la puerta de la taberna de donde sale Chinchorro)
Pero, ¿qué veo? ¿Chinchorro?

(Este se mete de nuevo en la taberna)

¡Mecachis en la panocha!

(Entra en la taberna tras él)

RIPALDA
¡Ahí lo tienes!¡Flechao por la tabernera!

(Yendo hacia el café)

(Mutis. Sale Antigua de la taberna, que saca a Chinchorro cogido por una oreja. Los dos están igualmente borrachos)

(Música)

Antigua y Chinchorro.

ANTIGUA
¡Ven aquí, camastrón!

CHINCHORRO
¡Que me arrancas la oreja!

ANTIGUA
(Soltándole)
¡Si no fueras pendón!...

CHINCHORRO
¡Qué demonio de vieja!

ANTIGUA
(Dirigiéndose hacia la taberna)
¡A esa guarra también
voy a darle garrote!

CHINCHORRO
No te expongas, mi bien,
que te arranca el bigote.

ANTIGUA
Ven acá, titi:
¿qué le viste a esa sinsorga,
que no me vieras a mí,
para siempre estar ahí?

CHINCHORRO
Vengo aquí a beber,
y a olvidarme de que en mi casa
duermo con una mujer
que parece un brigadier.

ANTIGUA
¡Ay, Señor! ¡Qué sufrir!
No me deja ni vivir.

CHINCHORRO
¡Ay, Señor! ¡Por San Blas!
¡Cuándo te la llevarás!

(Otra vez a su mujer, tirando de ella)

¡Ven aquí, bacalao!

ANTIGUA
¡Que me rompes la falda!

CHINCHORRO
¿Dónde la has agarrao?

ANTIGUA
(Señalando el cafetín)
¡Es que me han convidao!

CHINCHORRO
¡Ay, pobre de mí!
Mi vieja está borracha.
¡Ay, pobre de mí!
¡Que yo lo estoy también!
Una vieja,
gorda y pelleja,
y un abuelete
como pareja,
se van del bracete
por la calleja,
cae una teja
¡y hay un belén!

ANTIGUA
¡Ay, pobre de mí!
Mi viejo está borracho.
¡Ay, pobre de mí!
¡Que yo también lo estoy!
Este viejo,
necio y pendejo
se ha sacudido
más de un pellejo,
y a mí me ha ocurrido
lo mismo que al viejo.
No sé cómo ha sido
ni sé ya quién soy.

CHINCHORRO
¡Ven acá, mujer!;
que te lleve pronto a la cama
porque te vas a caer…
¡y te voy a sostener!

ANTIGUA
¡Eso sí que no!
Tú no puedes con lo que llevas.
¡Mira que bien ando yo!
¡Más salada que Charlot!

CHINCHORRO
¡Santo Dios! ¡Qué mujer!
De narices va a caer.

ANTIGUA
Eso, tú; que ya estás
que no ves por dónde vas.

(Al final, cogidos del brazo y, olvidándose de la banasta de sardinas, se dirigen hacia el foro izquierda, haciendo antes una breve evolución)

LOS DOS
¡Trumla, trumla,
trumla, la, la! ¡Ay!...

(Mutis de ambos, sosteniéndose mutuamente)

(Hablado)

(Salen de la taberna Marola, Fulgen y Senen)

MAROLA
Ya se marchan tan contentos.

(Senen, con sorna, comunica que ambos van bebidos)

FULGEN
Bien bebidos van los dos. Si viene sobria, ¡lo estrella!

(Pellizcando en un brazo a Marola)

¡Adiós!

MAROLA
¡Eh! ¡Ojo con los tientos!

FULGEN
(Irónico)
¿El patrón es muy celoso?

(Sale del café Juan de Eguía)

MAROLA
Al menos, muy oportuno.

(Fulgen y Senen también hacen mutis)

JUAN DE EGUIA
(Después de una pausa)
¿Queda alguno?

MAROLA
Nadie.

JUAN DE EGUIA
(Pausa)
Oye, Marola. Nunca fié en las mujeres.
¿Tú lo sabes?

MAROLA
Sí, lo sé.

JUAN DE EGUIA
Pero, ¡tú eres para mí tan diferente, Marola...! Una mujer, una sola, me dio el bien que apetecí.

MAROLA
Por eso vivo a tu lado.

JUAN DE EGUIA
(Transición)
El tiempo te demostró que yo no soy tan malo como la gente comenta.

MAROLA
La fama de Juan de Eguía no era buena en ningún puerto.

JUAN DE EGUIA
Aquel Juan de Eguía ha muerto, si quiera en ti, vida mía. ¿Eres feliz?

MAROLA
En mi tierra viviría más dichosa.

JUAN DE EGUIA
Allí ya sabes, Marola, que todos me hacen la guerra.

MAROLA
Culpa fue de tu aventura, desdichada, con mi gente.

JUAN DE EGUIA
¿Quieres volver? ¿Eh? ¿Quieres volver?

MAROLA
Fue un decir. Si aquí tengo que vivir, aquí viviré...

JUAN DE EGUIA
Seremos aves de paso. Marola, en ti sí que fío. Necesitamos un tío que nos ayude en un caso. De ti depende, alma mía.

MAROLA
¿De mí?

JUAN DE EGUIA
¿Tú no bromeas con ellos y coqueteas con toda la cofradía?

MAROLA
Sí; bromeo y coqueteo... ¡Porque tú me lo mandas!

JUAN DE EGUIA
Pronto saldremos de aquí. Si el asunto se remata con bien, torrentes de plata se verterán sobre ti.

MAROLA
¡Y yo un hombre he de buscar!

JUAN DE EGUIA
Buscarlo, no. Convencerlo.

MAROLA
Para hacer, ¿qué?

JUAN DE EGUIA
En un balandro..., a dar un paseo.

MAROLA
¿Buscado está? (Juan afirma) ¿Quién es?

JUAN DE EGUIA
Leandro.

MAROLA
¿No encontraste otro mejor?

JUAN DE EGUIA
Es valiente con el mar..., aunque no salga a pescar cuando se enferma de amor.

MAROLA
(Algo impresionada)
¡Qué cosas dices!

JUAN DE EGUIA
¿Te ofende?

MAROLA
Tantos vienen a beber, que alguno había de ser.

JUAN DE EGUIA
(Insinuante)
¿Le hablarás?

MAROLA
En cuanto venga.

(Maquinalmente)

JUAN DE EGUIA
En ti fío. ¿Verdad, Marola?… ¡Marola!

(Marola hace mutis a la taberna, conteniendo las lágrimas. Juan de Eguía se queda un momento parado. Encoge los hombros y se dirige al café, de dónde sale Verdier)

JUAN DE EGUIA
No está claro todavía; pero barrunto bonanza.

VERDIER
Que haya una mujer en danza… ¡Allá tú! Yo no lo haría.

SIMPSON
¿Qué dice la tabernera?

VERDIER
Reacia está al parecer.

JUAN DE EGUIA
No te amilanes, VERDIER. La audacia es mi consejera.

SIMPSON
Lágrimas te ha de costar esa constante osadía.

JUAN DE EGUIA
Los ojos de Juan de Eguía no saben lo que es llorar.

SIMPSON
Esa faena se aprende cuando menos te lo catas.

JUAN DE EGUIA
Aquí llega el papanatas.

SIMPSON
¿Leandro?

JUAN DE EGUIA
Leandro.

SIMPSON
Atiende… Ese mozo…

JUAN DE EGUIA
Calla, idiota.

SIMPSON
No te saldrás con tu intento.

(Entra Leandro)

JUAN DE EGUIA
Parece que gira el viento.

SIMPSON
Y viene mucha gaviota.

(A Leandro)

Bien hiciste en no salir a la mar. Hay virazón.

JUAN DE EGUIA
En tierra hay más porvenir, ¿no es cierto?

LEANDRO
Simpson, ¿no me acompañas?

(Indicándole la taberna)

SIMPSON
Ahora no. Es que… nos tenemos que ir… Pero me debes una de caña.

VERDIER
Vamos.

(A Juan)

Buenos días.

SIMPSON
¡Hasta luego! Y, ¡ojo con el fuego, que te puedes quemar!

(Se van)

(Música)

Dúo de Marola y Leandro.

LEANDRO
¡Todos lo saben!
Es imposible
disimular.
No hay más caminos:
ella en mis brazos
o renunciar.
¡Renunciar no puede ser!
¡Es mi vida esa mujer!

(Da unas palmadas y se sienta en la mesa. Sale Marola)

MAROLA
¿Qué quieres? ¿Qué te sirvo?

LEANDRO
(Dudando)
Marola, yo quisiera…
Marola, yo deseo…

(Decididamente)

Una bebida tan rara,
tan dulce y tan buena
que alumbre los sueños
y aplaque las penas.

MAROLA
No sueñes, marinero.

LEANDRO
Si no existieran tus ojos,
radiantes y bellos,
no habría en mi alma
ni penas ni sueños.

MAROLA
Tengo los ojos radiantes
porque los miras al sol.

LEANDRO
Verlos quisiera de noche,
que es el portal del amor.

MAROLA
Esa aventura es difícil.

LEANDRO
Amo la dificultad.

MAROLA
Una mujer no es arena
que echa a la playa la mar.

LEANDRO
Marola… No comprendes…
¡Te quiero con toda mi alma!
Y he de luchar por lograrte,
¡por verte en mis brazos!,
con todos los vientos
que quieran en vano
tu amor apartar de mí.

MAROLA
No delires, soñador.

LEANDRO
Sé piadosa con mi amor.

MAROLA
Marinero, vete a la mar:
que la tierra es mundo traidor
y las rosas de mi jardín
envenenan, ¡ay de mí!,
con el olor.

LEANDRO
Marinero soy de la mar,
y en el puerto está lo mejor:
son los ojos de una mujer
que me hicieron, ¡ay de mí!,
soñar de amor.

MAROLA
Vete a la mar, marinero.
Ya no lo debes dudar,
marinero, vete a la mar…

LEANDRO
Marinero soy de la mar.

(Leandro ha estrechado entre las suyas las manos de Marola y se va corriendo por el foro izquierda, por dónde aparecerá Abel. Marola queda un momento suspensa y de su actitud le sacan las primeras palabras de Abel)

(Hablado)

ABEL
No me lo niegues. Algo ha pasado. ¡La cosa es clara! ¡Que le has mirado!

MAROLA
¿Tales portentos causan mis ojos?

ABEL
Cuando los miran, ¡bailan los cojos!

MAROLA
(Riéndose)
Esas son coplas que tú te inventas.

ABEL
Si tú supieses…

(Pausa)

MAROLA
¿Qué? …

ABEL
Pues… ¡que te quiero! … No se lo digas al tabernero.

MAROLA
¡Es una broma!

ABEL
Es cosa seria.

MAROLA
Es cosa triste. ¡Hasta a los chicos de la ribera tiene embrujados la tabernera! Anda, chicuelo. Déjame sola.

ABEL
¡Si yo tuviese dos años más!

(Mutis)

MAROLA
(Acercándose a la puerta del café)
¡Este muchacho! ¿Yo le hechicé?… Pero si nunca le he dado pie.

(Pausa)

(Música)

Marola, Antigua, Coro de Mujeres y Leandro (dentro)

(Vuelve Marola hacia la taberna, pero se encuentra rodeada de un grupo de Mujeres que salen, capitaneadas por la Antigua y en son de motín)

MUJERES
(Por Marola)
¡Aquí está la culpable!

MAROLA
¿De qué tengo la culpa?

MUJERES
De jugar con los hombres
y volverlos tarumba.

MAROLA
Yo no juego ni gano,
yo no salgo ni entro.

MUJERES
Pero los emborrachas
y los tienes revueltos.

MAROLA
Si ellos vienen a casa,
¡ya sabrán a qué vienen!
Si vosotras supierais
alegrarles la vida…

MUJERES
¡A que acaben borrachos
le llamáis alegría!

ANTIGUA
A Chinchorro, mi marido,
que en mi casa no lo prueba,
lo mismito que una cuba
le saqué de la taberna.

MAROLA
Pero tú, que no te vimos
asomarte por mi casa,
has pescado una merluza
que parece un tiburón.

ANTIGUA
Cállate, perdición…;
que te doy un coscorrón.

MUJERES
Porque tú,
para hablar,
tienes mucho por callar.

MAROLA
Pues, entonces, hablaré.

MUJERES
¡Tienes mucho que callar!

MAROLA
Si vienen los hombres aquí,
vosotras la culpa tenéis;
oléis a sardinas y estáis achicadas
en cuanto los veis.
Ninguno se puede alabar
de haber conseguido de mí
más que una sonrisa
y un aire atrayente,
que es el aliciente
que encuentran aquí.
Y no se devanen los sesos
pensando que soy Lucifer.
Ser limpia y amable
es indispensable
en una mujer.

MUJERES
¡Y encima se burla!
¡No hay quién lo tolere!

MAROLA
A mí no me hiere
ni asusta una voz.

MUJERES
Los tiene atontados.
Los ha embrutecido.

MAROLA
Veréis cómo ha sido.
Tomad la lección.

MUJERES
Encima tendremos
que oír sus lecciones.

ANTIGUA
Tendrá sus razones.

MAROLA
Más claras que el Sol.

(Dirigiéndose a una de ellas)

Si a tu marido tú le quieres agradar
en vez de hacerle «¡fu!», déjate acariciar.
No son del diablo, como presumes;
que mis perfumes bien cristianos son:
agua del río, y un estropajo,
¡y un cacho de jabón!

MUJERES
¡Cállate! ¡Cállate!
¡Mira que eso no lo aguanto yo!

MAROLA
Yo nada tengo que callarme.

MUJERES
¡Cállate! ¡Cállate!
¡Cállate, ladrona!
¡Cállate, cochina!

MAROLA
Lo que queréis es asustarme...

MUJERES
¡Cállate! ¡Cállate!

MAROLA
¿Por qué? ¿Por qué?

MUJERES
¡Que te vamos a zurrar!
Hablado sobre la música

JUAN DE EGUIA
(Saliendo por el foro izquierda)
Marola, ¿qué pasa aquí?

ANTIGUA
Que les sorbe los sentidos y nos roba los
maridos.

MAROLA
No es verdad.

ANTIGUA
¡Juro que sí!

MAROLA
¡Mentira!

ANTIGUA
Tú sí que mientes; que eres de mala ralea.
Y no está mal que lo sea, sino que tú lo
consientes.

JUAN DE EGUIA
(Cogiendo a Marola de un brazo y arrojándola al suelo, con violencia)
¡Marola, siempre serás la misma!

ABEL
(Que ha aparecido, reprimiendo un impulso de rebeldía)
¿Qué?

MAROLA
(Levantándose, angustiada)
¡Por favor!

JUAN DE EGUIA
(Violento)
¡Calla y vete!

JUAN DE EGUIA
(A las Mujeres)
¿Queréis más?

(Marola entra en su casa llorando)

Los maridos complacientes no son hombres
de mi casta.

ANTIGUA
A las hembras imprudentes, con un trato
así les basta.

JUAN DE EGUIA
Ya podéis marcharos presto.

ANTIGUA
Ya nos vamos satisfechas.

(Inician el mutis)

JUAN DE EGUIA
(A Abel)
Tú, ¿qué miras?

ABEL
Yo, ¡protesto!

JUAN DE EGUIA
Tú, galán, ¡a tus endechas!

(Mientras las Mujeres acaban de salir, Abel se va mohíno por la derecha. Cuando todos han desaparecido, Juan de Eguía rompe en una burlona carcajada, extrae la pipa, la carga y la enciende. Entre tanto oímos cantar a Leandro, luego le veremos)


TELON

(En la taberna hay animación. Chinchorro, Fulgen y Senen, y otros, ocupan una mesa. En otra mesa del fondo hay cuatro Marineros, dos de ellos negros, de la escuadra americana. En las demás mesas y en el mostrador, beben otros Marineros que pululan también de grupo en grupo. En otra mesa, Simpson)

(Música)

Marola, Juan de Eguía, Simpson y Coro de Hombres.

HOMBRES
(Cantando)
Eres blanca y hermosa
como tu madre;
eres como la rama
que al tronco sale.
Toda la noche estoy,
niña, pensando en ti.
¡Cuánto sufro de amores
desde que te vi!

SIMPSON
(A Marola)
¿Quieres tú cantar
una canción?
Tabernera graciosa,
canta, ¡canta!
¿Quieres alegrar
mi corazón?
Tabernera graciosa,
canta, ¡canta!
Canta una canción
para achicar
a todo este orfeón.

JUAN DE EGUIA
(Que sale por la derecha)
Buenas noches, señores.

SIMPSON
Juan de Eguía, salud.

JUAN DE EGUIA
Muy alegres estamos.

SIMPSON
Porque no estabas tú.
Ya se acabó la alegría.
Callad, callad,
porque el patrón
es un sauce llorón.

JUAN DE EGUIA
¡Marola!

MAROLA
¿Qué quieres?

JUAN DE EGUIA
Que cantes.

MAROLA
¿Que cante?

JUAN DE EGUIA
Pues, claro.

MAROLA
¿Qué voy a cantar?

JUAN DE EGUIA
Tú sabes, Marola,
canciones bonitas,
seguro que a todos
les va a entusiasmar.

MAROLA
(Resignada)
Siempre será lo que tú digas.

SIMPSON
La tabernera va a cantar.

(Forman grupo alrededor de Marola; Juan de Eguía a su lado)


SEGUNDO ACTO

Interior de la taberna. En el muro del fondo, hay un ventanal y la puerta de entrada. Delante hay mesas y banquetas, separadas entre sí para dejar paso. En el muro de la derecha, en primer término, puerta de acceso a la vivienda; a continuación, anaqueles con frascos de vino, botellas de licores…; delante de la anaquelería, el mostrador con taburetes alrededor. Anochece.  

(Música)

Romanza de Marola.

MAROLA
En un país de fábula
vivía un viejo artista,
que en una flauta mágica
tenía su caudal.
Tan pobre era, y tan rústico,
que el mísero flautista
dormía en copas de árboles
por falta de un lugar
y los pájaros de la selva
le venían a despertar;
y el viejo flautista
tocaba a su vez,
diciendo a los aires
con gran altivez:
«Yo también
soy un pájaro viejo
que llena de trinos
el aire vernal.
Yo también
he volado en la vida
sin rumbo y sin nido
dónde emparejar.
Vosotros cantáis
endechas de amor.
Yo canto amarguras
de mi corazón».
Pero una noche trágica
durmiose el triste abuelo
sobre el pomposo vértice
de un árbol secular;
y, entre un fragor horrísono,
cayó una luz del cielo
y el miserable músico
durmió en la eternidad.
Ni los pájaros de la selva
consiguiéronle despertar.
Las aves cantaron
y el viento lloró:
el viento y las aves
copiaban su voz.

(Mientras el Coro repite a boca cerrada la melodía del estribillo de la canción, Marola imita el canto de las aves)

(Hablado)

CHINCHORRO
¡Bien! ¡Muy bien!

SIMPSON
¡Bravo, Marola!

(A Juan de Eguía)

¡Aprende, Juan!

JUAN DE EGUIA
Ya te entiendo. Me tientas para que cante yo también.

SIMPSON
No. Que preveo lo que será tu canción: algo muy torvo y muy negro.

JUAN DE EGUIA
Te equivocas. Yo también soy alegre cuando quiero.

SIMPSON
¡Silencio!

(Música)

Romanza de Juan de Eguía.

JUAN DE EGUIA
La mujer, de los quince a los veinte,
es más dulce que un pirulí;
de los veinte a los treinta emborracha,
porque huele como el jazmín,
de los treinta a los treinta y cinco,
es sabroso licor de anís.
¡Las mujeres de quince y de veinte
de treinta y cuarenta, me gustan a mí!
¡Chíbiri, chíbiri, chíbiri, chíbiri!...
La, la, la, la, la…
Es la rubia cabello de ángel,
aunque el ángel sea Luzbel,
la morena, rosquilla caliente
con almíbar de vino y miel;
la trigueña, jalea pura;
la castaña, marrón glasé;
y no siendo rubita o trigueña,
morena y castaña me gustan también.
¡Chíbiri, chíbiri, chíbiri, chíbiri!...
Siempre el amor…
Siempre el amor anda por el mundo
volando a nuestro alrededor,
y es la mujer cebo que nos brinda
tan peligroso pescador.
De sobra sé
que la red tendida está
y que el amor me pescará.
Dulce es caer
en sus finas redes
si el rico cebo es la mujer.
La mujer, de los quince a los veinte,
es más dulce que un pirulí…, etc.
¡Chíbiri, chíbiri, chíbiri, chíbiri!...

(Hablado)

CHINCHORRO
A mí también me dislocan las mujeres, y te advierto que la mía, aunque es tan fea, me disloca… hasta los huesos.

RIPALDA
Buenas tardes.

JUAN DE EGUIA
¡Hombre! ¿Tú?

CHINCHORRO
¿También pica el cafetero?

RIPALDA
Vengo a pedir un favor. Que me dejen un cubierto.

MAROLA
¿Un cubierto?

RIPALDA
Están en casa, soplándose una gran cena, unos marinos de guerra americanos.

JUAN DE EGUIA
Como éstos.

RIPALDA
¿Como éstos? ¡Los oficiales principales del crucero! Y, claro, un banquete así… Me han dejado sin cubiertos.

SIMPSON
¿Cuántos han venido?

RIPALDA
Tres.

(Todos ríen)

MAROLA
Tome usted.

(Dándole un cubierto)

RIPALDA
Se lo agradezco. Tengo que comprar. Adiós.

CHINCHORRO
Y no olvides devolverlo.

RIPALDA
Esa indirecta…

CHINCHORRO
Ya sabes que te conozco, mochuelo.

FULGEN
Ande, patrón.

CHINCHORRO
Yo no salgo.

(Levantándose)

¡Hala! Ni salgo ni entro. Me habéis ahorcado el seis doble tres veces.

FULGEN
Lances del juego.

CHINCHORRO
¿No está abolida la pena de muerte, so pistolero?

(Ha aparecido en la ventana Valeriano, sargento de carabineros)

VALERIANO
¿Qué tal, amigos?

CHINCHORRO
Aquí, ya lo ves, matando el tiempo.

VALERIANO
¿No está abolida la pena de muerte?

CHINCHORRO
¡Mira el sargento! Fisgando por la taberna.

VALERIANO
Yo vivo del fisgoneo.

CHINCHORRO
Pues, espabílate, amigo, que no sé por qué me huelo que estos días… hay marea.

VALERIANO
Pero yo soy circunspecto. No hay que levantar la caza.

CHINCHORRO
Bien lo dice el refranero: «No por mucho madrugar… dejarás de tener sueño».

VALERIANO
Adiós, amigos.

(Mutis)

VARIOS
Adiós.

CHINCHORRO
(Yéndose al mostrador)
Marola: lléname un cuenco.

SIMPSON
¿Has oído?

JUAN DE EGUIA
No hay cuidado; hablan por hablar.

SIMPSON
No cuentes conmigo, te lo advierto.

JUAN DE EGUIA
¡Simpson!

SIMPSON
Que yo no lo veo tan claro como vosotros. Verdier se marchó, ¿verdad?

(Juan de Eguía afirma)

Uno que libra el pellejo. Y el otro, yo.

JUAN DE EGUIA
(Levantándose)
Con la vida me respondes del silencio.

SIMPSON
Vete tranquilo.

(Juan hace mutis por la izquierda)

SIMPSON
Marola… ¿Te has olvidado de que vivo y de que bebo?

MAROLA
¿Otra botella?

SIMPSON
Una grande. Paga América.

RIPALDA
(Entrando de nuevo)
Aquí vuelvo.

CHINCHORRO
Si acabarás por cerrar y ser uno de los nuestros.

RIPALDA
¿Pues no me piden palillos? Yo estuve en el extranjero y en ningún sitio del mundo se usan.

SIMPSON
Eso es cierto.

CHINCHORRO
Y entonces, ¿con qué se rascan las muelas?

RIPALDA
Pues… con los dedos.

MAROLA
Tome, vecino.

RIPALDA
Enseguida que acaben se los devuelvo.

(Se va)

CHINCHORRO
¡Se los devuelvo! ¡Será guarro! Iba a decir un refrán muy bonito… y no me acuerdo.

(Abel se asoma por la ventana del fondo)

ABEL
¿Ya se fue ese mal hombre?

MAROLA
Pareciste, granuja. Todo el día sin verte.

ABEL
Donde está Juan de Eguía yo no puedo… ni entrar.

MAROLA
Vamos, vamos, muchacho. No compliques las cosas.

ABEL
Juan de Eguía ¡Le ha pegado! ¡Delante de un sin fin de mujeres!

CHINCHORRO
¿Juan de Eguía a Marola?

ABEL
¡Sí, señor!

FULGEN
¿Qué dices?

MAROLA
¡No es verdad!

ABEL
¡Yo no miento!

FULGEN
¡Canalla! ¡Sinvergüenza!

(Senen muestra su indignación)

MAROLA
Tú eres un chiquillo.

ABEL
Sí ¡Ya lo sé! Si yo fuera un hombre, ¡no te pegaba, palabra!

MAROLA
Vamos, cállate, Abel.

FULGEN
Entonces, ¡es verdad! ¡Le ha pegado!

CHINCHORRO
¡Eso no tiene nombre!

FULGEN
¡Te vengaremos!

VARIOS
¡Le mataremos!

MAROLA
¡No! ¡Marchaos! ¡Afuera!

CHINCHORRO
(Se ha subido a un taburete)
Marineros…

MAROLA
Chinchorro, ¿usted va a iniciar el motín?

CHINCHORRO
¿Qué motín? Es un mitin ¡Uno falta en el corro, marineros! ¡Leandro! ¡El será el paladín! Él se basta. ¡A buscarle!

MAROLA
¡No!

(A Abel)

¿Lo ves?

ABEL
Sí, Marola. Juan de Eguía es un ogro.

FULGEN
Pero ya se acabó.

CHINCHORRO
Se acabó Juan de Eguía, se acabó su aureola, se acabó su fachenda…

(Baja del taburete. Van haciendo mutis los Pescadores por el fondo)

MAROLA
(Suplicante)
Chinchorro…

CHINCHORRO
No me mires tan mustia, que ya vas a ser libre. ¡Muera Juan!

FULGEN
¿Vamos o no?

CHINCHORRO
¡Adelante!

VARIOS
¡Muera Juan!

(Se marchan)

MAROLA
¡Vete, Abel, y detenlos!

ABEL
Y aún le quieres, Marola…

(Mutis)

SIMPSON
Como van, volverán.

MAROLA
¡Ay, Señor!

SIMPSON
Cobra a éstos.

MAROLA
¿Pagarán?

SIMPSON
No lo dudes. Estos son de otro bando. Paga América el ron. «¡Hey, man! ¡Money!» Toma, luego me invitas a una botella de ron.

(Mutis de Marola por la puertecilla del mostrador. Simpson se acerca a grupo de negros y canta)

(Música)

Romanza de Simpson.

SIMPSON
Despierta negro,
que viene el blanco.
Desde el navío
te está mirando.
Son dos cocuyos
sus ojos claros;
no son luceros
que van de paso.
El blanco tiene
la nave al pairo
y está despierto
como un alano.
La luna es blanca,
muy blanca.
La noche es negra,
muy negra.
El negro, drumi
que drumi,
y el blanco, vela
que vela.
Noche: que sale la luna.
Negro: despierta, ¡despierta!

(Los Marineros, poco a poco, han ido despertándose, fijando su mirada en Simpson)

Ya sabes, negro,
cómo es el blanco:
se finge ecobio,
te sube el santo,
collares cambia
por nenes guapos,
y al otro día
te lleva al barco,
te soba el cuero,
te quita el mando,
te da la pega,
¡y engorda el amo!
La luna es blanca,
muy blanca.
La noche es negra,
muy negra.
El negro, drumi
que drumi,
y el blanco,
vela que vela.

(Nuevamente los Marineros han ido quedando adormilados)

Noche: que sale la luna.
Negro: despierta, ¡despierta!

(Hablado)

(Se escuchan unos pitos de los oficiales del crucero. Los Marineros se ponen de pie, como movidos por un resorte, y hacen mutis por la puerta)

¡Despierta, negro, despierta!... Que os
van a limpiar la ropa.

(Entra Leandro)

LEANDRO
¡Hola, Simpson!

SIMPSON
«¡Gutten Tag!»

LEANDRO
¿Cómo la taberna sola?

SIMPSON
Para que yo me la beba sin que nadie me haga sombra.

LEANDRO
¿No hay quien sirva?

SIMPSON
Anda por dentro.

LEANDRO
¿El amo?

SIMPSON
No; la señora.

(Acercándose a Leandro que se sentó en una mesa)

Oye, Leandro… No creas que estoy bebido… ¡Ni gota! ¡Mucho cuidado! A ti te gusta Marola, más que a los otros. A ti te va a costar esa broma un disgusto… Una mujer es la soga donde muchos que pretenden hacer títeres se ahorcan.

LEANDRO
Bueno, y ¿a ti qué te importa?

SIMPSON
Te debo muchas azumbres y, aunque he sido un poco tromba, yo ya no soy un pirata, como Juan de Eguía. ¿Te habló Marola de un bulto que en un peñón de la costa, en una cueva, a diez millas, está escondido entre rocas?

LEANDRO
Nada me dijo. ¿Es tabaco?

SIMPSON
Cocaína. ¡Valdrá un millón! Esa droga, que se vende de ocultis, vale mil duros la onza.

LEANDRO
Y a mí, ¿para qué me buscan?

SIMPSON
Se precisa una persona que no despierte sospechas, que sea diestro en la boga y que tenga algún motivo para callarse la boca.

LEANDRO
Yo, ¿qué tengo que callar?

SIMPSON
Una pasión borrascosa.

LEANDRO
¿Y ése es el precio que he de pagar para que ella me quiera?

SIMPSON
¡Qué tonto eres! Para que piques, el cebo es una mujer. ¿Que te niegas? Ya no vuelves por aquí. ¿Que te conformas y fracasa la aventura? Ya no vuelves por aquí. ¿Que triunfas? Llena él la bolsa y ambos levantan el vuelo: el cóndor y la gaviota… ¿Lo entiendes, hombre? Por todos los caminos se va a Roma.

LEANDRO
Déjame en paz. Tú siempre con negras historias.

SIMPSON
¿Te incomoda que te diga la verdad?

LEANDRO
¡Pero, qué verdad! Esa mujer no es un áspid.

SIMPSON
¿Y si un áspid la emponzoña?

LEANDRO
Me quiere.

SIMPSON
Me voy, Leandro, ¡allá tú!

LEANDRO
Te agradezco… la zozobra que en mi corazón pusiste.

SIMPSON
Luz en tu frente quisiera poner, donde hay tanta sombra.

LEANDRO
¡Luz en mi frente!

SIMPSON
¡Luz clara como la luz de la aurora!

(Mutis)

(Música)

Romanza de Leandro.

LEANDRO
¡No puede ser!
Esa mujer es buena.
¡No puede ser
una mujer malvada!
En su mirar,
como una luz singular,
he visto que esa mujer
es una desventurada.
No puede ser
una vulgar sirena
que envenenó
las horas de mi vida.
¡No puede ser!
Porque la vi rezar,
porque la vi querer,
¡porque la vi llorar!
Los ojos que lloran
no saben mentir.
Las malas mujeres
no miran así.
Temblando en sus ojos
dos lágrimas vi,
¡y a mí me ilusiona
que tiemblen por mí!
¡Viva luz de mi ilusión!
¡Sé piadosa con mi amor!
Porque no sé fingir,
porque no sé callar,
¡porque no sé vivir!

(Hablado)

MAROLA
(Por donde hizo mutis)
¿Otra vez aquí, marinero?

LEANDRO
¿No tienes nada que decirme?

MAROLA
Nada.

LEANDRO
¿No me dices: «Te quiero»?

MAROLA
Eso… lo tendré que mentir.

LEANDRO
Mira que me tienes a punto para obedecerte a tu antojo.

MAROLA
No quiero nada.

LEANDRO
¿Un asunto peligroso?

MAROLA
¿Cómo he de pedirte esas cosas?

LEANDRO
Es que yo necesito que confíes en mí y en mi amor…

MAROLA
Vete, marinero.

LEANDRO
No.

(Abrazándola)

MAROLA
(Desprendiéndose)
¡Quita! Nos pueden ver.

LEANDRO
¿Y si no nos vieran? ¿Quieres hoy acompañarme a la mar?

MAROLA
¡Cállate, Leandro!

LEANDRO
¿O prefieres ir bajo la luna a bogar?

MAROLA
Sólo que te vayas muy lejos.

LEANDRO
¡Habla! ¡Seguiré tus consejos!

MAROLA
No, Leandro. ¡Qué insensatez! ¡Vete!... ¡Vete ya! No lo esperes.

LEANDRO
¿Cómo me he de ir?

MAROLA
¡Por favor!

LEANDRO
Dime, Marola, ¿tú a mí me quieres?

MAROLA
¿No te he de querer, pescador?

(En la puerta del fondo aparece la Antigua)

ANTIGUA
Así me gusta, Leandro, que tú la mimes por todos y así no habrá más que días de paz entre los matrimonios.

LEANDRO
Se equivoca usted, Antigua.

ANTIGUA
¿Antigua, dices? Patrona me has de llamar, mientras vayas con Chinchorro.

(Marola se ha ido al mostrador, donde empieza a ordenar los cacharros)

ANTIGUA
Ya me doy cuenta de que estorbo. Por eso precisamente no me voy. Oye, rumboso, ¿me convidas a un envite de ginebra?

LEANDRO
¡No!

ANTIGUA
¡Qué bobo! Pues le iba a pedir a doña Dulcinea del Toboso mil perdones, por el lío que ayer le armé.

MAROLA
La perdono. ¡Váyase ya en buena hora!

LEANDRO
Perdón, ¿de qué?

ANTIGUA
De un sofoco que la dimos… y una tunda que la propinó su esposo. Pues, ¡anda!, si llega ahora… Pero yo… ¡mutis y a bordo!

LEANDRO
(Que ha cruzado la escena en busca de Marola)
¿Quién te ha pegado, Marola?

MAROLA
Nadie.

LEANDRO
¿Quién, digo?

ANTIGUA
¿No te he dicho que su esposo?

MAROLA
No es verdad.

ANTIGUA
¡Anda que no! Dos lapos y de los gordos. ¡Y la tiró por el suelo!

LEANDRO
¿A ti?

ANTIGUA
¡Menudo jolgorio!

LEANDRO
¿A ti, Marola?

ANTIGUA
Pues, hijo, ¡no te sulfuras tú poco!

LEANDRO
¿Y, por usted?

(Yendo a ella)

ANTIGUA
Vaya, vaya…, que te veo muy nervioso.

(Mutis)

LEANDRO
Marola, ¿por qué no dices que es verdad y yo le ahogo?

MAROLA
Leandro… ¡no! Si me quieres…

LEANDRO
¿No sabes ya que te adoro?

MAROLA
Déjame…, vete.

(Música)

Fondo musical / Raconto

(Hablado sobre la música)

MAROLA
Yo soy de un puerto lejano
donde el amor es un torvo
contubernio de mujeres,
que ponen precio al tesoro
de sus caricias, y de hombres
que las buscan al retorno
de sus cruceros, tan largos
que el olvido es lo más propio.
Y allí nací de mi madre
y de un marino bisoño.
Crecí tirada en el muelle…
De tarde en tarde, venía
al puerto un velero corso
y el capitán me buscaba,
ponía un beso en mi mano,
me daba unos luises de oro
y, a navegar, días, meses,
¡años! Siempre hosco,
siempre callado, hasta un día
que volvió… ¡muy cariñoso!…
Había muerto mi madre…
Y el marino me llevó
con él a un puerto y a otro
hasta varar en el tuyo,
y aquí estamos… y eso es todo.

LEANDRO
¿Es tu marido?

MAROLA
(Pausa)
¡Es mi padre!
Yo, Leandro, le perdono.
Tú callarás… Si me quieres,
como yo a ti…

LEANDRO
Como tú me mandes… pero antes he de salir
a la mar.

MAROLA
No seas loco.

LEANDRO
A retirar ese fardo de cocaína.

MAROLA
¿Tú solo? ¿Y el peligro?

LEANDRO
No hay peligro.

MAROLA
Pues vamos juntos.

LEANDRO
¿Tú lo quieres? A las once en los escollos
del rompeolas y luego…

MAROLA
¡Leandro!

LEANDRO
¿Me quieres?

(Ya en la puerta)

MAROLA
¿Y tú?

LEANDRO
¡Te adoro!

(Mutis, Leandro por el foro y Marola por la primera derecha)

RIPALDA
(Que entra por la izquierda. Dejando el cubierto en el mostrador)
El cubierto que me ha dado. Es decir, otro peor. Y los palillos. De tres, no devuelvo más que dos.

(Cogiendo un palillo que cayó en el suelo)

Aquí hay otro… Que no digan
que el vecino es abusón.

ABEL
(Entrando de la calle)
Pero, ¿qué miro? Ripalda, ¿tú en la taberna?
Esta es la demostración de que la
taberna vale más que el Café del Vapor.

RIPALDA
¡Qué más quisiera!

ABEL
La prueba está en la recaudación.

RIPALDA
¡Eso sí que me trae loco! Y no veo explicación.

ABEL
No eres atractivo como Marola.

RIPALDA
¿Tan atractiva es Marola?

ABEL
¡Como el imán!; Marola ríe y ríe la gente a su alrededor…

(Abel y Ripalda hacen mutis, discutiendo con las últimas frases)

JUAN DE EGUIA
(Entrando por el fondo a la taberna)
¿En tierra la cofradía y en la taberna no hay nadie? Algo ocurre aquí. ¡Marola!

MAROLA
(Saliendo)
¿Eres tú? ¿No te encontraste a los marineros?
Todos te buscan… ¡Quieren matarte!

JUAN DE EGUIA
¿A mí? ¿Por qué?

MAROLA
Porque ayer me maltrataste. Se han enterado por fuera.

JUAN DE EGUIA
Por las mujeres. No saben que fue una comedia. ¡Bravo! Eso sí me satisface, que ellos sepan defenderte el día que yo te falte. ¿Leandro, qué?

MAROLA
(Confusa)
No ha venido.

JUAN DE EGUIA
¡Mentira!

MAROLA
Vendrá más tarde.

JUAN DE EGUIA
Le he visto entrar y salir. ¿No te atreviste a hablarle?

MAROLA
¿Por qué exponer a un muchacho tan noble?…

JUAN DE EGUIA
…Tan agradable, tan simpático…

MAROLA
¿Te burlas?

JUAN DE EGUIA
¿Cómo había de burlarme de nada que a ti te guste, de nada que a ti te agrade…, si eres el mismo retrato de tu madre…, y ella me dio en tu persona la esperanza de salvarme? Déjame que te contemple cerca de mis ojos. (Intenta besarla)

MAROLA
¡Padre!

(Música)

Juan de Eguía y Marola.

MAROLA
¡Padre, yo no te comprendo!
¿Qué es lo que pretendes, padre?

JUAN DE EGUIA
En mi vida aventurera
he ganado mil caudales.
¡Ayúdame tú a ganar
el último!

MAROLA
Un caudal así ganado,
¿para qué lo quieres, padre?

JUAN DE EGUIA
Para vivir a la orilla
de tu cariño inefable
y envejecer a la sombra
de tus caricias filiales;
para morirme tranquilo
de que mañana, por hambre,
¡no te consiga un pirata,
como logré yo a tu madre!

MAROLA
Yo, tantas veces sumisa,
no puedo hablar a Leandro
de una aventura arriesgada
cuyo ideal no es honrado;
porque no quiero perderle,
porque le pierdo y no vivo,
¡porque me quiere y le quiero
como jamás he querido!

(Hablado sobre la música)

JUAN DE EGUIA
Sí, ya lo sabía.

MAROLA
¿Por eso quisiste que yo le buscara?

JUAN DE EGUIA
Por eso, Marola.

(Marola se ha ido corriendo por el fondo derecho. Juan de Eguía la ve marchar y, luego, va tras ella. Entran los Marineros rodeando a Leandro, Chinchorro, Fulgen y Senen)

(Música)

Final Segundo Acto. Marola, Abel, Leandro, Juan de Eguía, Simpson y Coro de Marineros.

MARINEROS
No se puede consentir.
¡Ese es un pirata!
Tú lo debes comprender.

LEANDRO
¡No me deis la lata!
Marineros
Sin piedad la maltrató.

LEANDRO
Puede ser un cuento.

MARINEROS
Por el suelo la tiró.

LEANDRO
¡Eso es un invento!

MARINEROS
No es una impostura;
lo ha contado Abel.

LEANDRO
Esa criatura
cumple su papel.
Es un romancero
de imaginación.
Marineros
Esta vez infiero
que tiene razón.

(A Abel, que entra)

¡Aquí está! ¡Míralo!
¡Ven aquí! ¡Cuéntalo!

LEANDRO
(A Abel)
Cuéntalo…

ABEL
Las mujeres llegaron
y a Marola acusaron
de encender en vuestros ojos
llamaradas de pasión.
Lo escuchó Juan de Eguía
y, en presencia de todos,
con modales descompuestos
a Marola maltrató.
La tiró por el suelo,
la pegó sin clemencia,
y Marola, llorando,
le pedía perdón.

LEANDRO
¡Basta! De él me encargo yo.
Pero, ¡a ver si os sentáis
y con él me dejáis!

SIMPSON
(Que llega de la calle)
Siempre llego en buena hora
¡y aquí estoy yo, a ver qué pasa!

(Dando unas palmadas)

¿Quién convida, caballeros?
¿No hay quién sirva en esta casa?

JUAN DE EGUIA
(Saliendo)
¡Marola! ¡Marola!
Esta dama remolona
va a tenerme que escuchar.

LEANDRO
(Enérgico)
Cuidadito, Juan de Eguía,
¡no la vayas a pegar!

JUAN DE EGUIA
¿Qué te importa a ti, muchacho,
si la pego o no la pego?

LEANDRO
¡Quien la pegue o la maltrate,
se verá conmigo luego!

JUAN DE EGUIA
No me vengas con desplantes.

SIMPSON
¡Humos de la mocedad!

JUAN DE EGUIA
Me dan ganas de zurrarla
para ver si eso es verdad.

LEANDRO
¿Cuál es tu derecho
para maltratarla?

JUAN DE EGUIA
¿Cuál es, pues, el tuyo
para dar la cara?

LEANDRO
¡La quiero! ¡Sí! ¡La quiero!

JUAN DE EGUIA
Estamos en mi casa
dos hombres frente a frente.
No creo que esos vengan
contigo a defenderte.

LEANDRO
¡Marchaos y dejadme!

JUAN DE EGUIA
(Aparte)
El hombre es un valiente.

LEANDRO
¡Fuera!

MARINERO
¡Vamos!

SIMPSON
(A Leandro)
¡Calla!

LEANDRO
¡Vete!

(Se retira el Coro por la puerta de la calle, con Abel, Simpson y Chinchorro. Quedan solos Juan de Eguía y Leandro)

JUAN DE EGUIA
Yo no soy un cobarde.

LEANDRO
Ya lo sé, Juan de Eguía.

JUAN DE EGUIA
Pero estoy esta tarde
que ni yo me comprendo.
Yo en cuestión de mujeres,
soy un poco corsario,
y la logras, si quieres,
porque yo te la vendo.

LEANDRO
(Aparte)
Si supieras, Juan de Eguía,
que yo sé que no es tu amante.

JUAN DE EGUIA
(Aparte)
Eso no lo esperaría
este joven mareante.

LEANDRO
Si el precio me conviene,
¡yo compro a esa mujer!

JUAN DE EGUIA
El precio de la venta
lo vas a conocer.

(Con mucho misterio)

Si sale tu barca de noche a la mar,
y en ella, tú solo, me vas a buscar
un fardo en un punto que yo te diré,
¡delante de todos te la entregaré!

LEANDRO
¿Delante de todos?

JUAN DE EGUIA
¡Palabra de honor!

LEANDRO
Pues, ésta es mi mano.

JUAN DE EGUIA
Muchacho: valor.

(Se estrechan las manos)

(Hablado sobre la música)

JUAN DE EGUIA
(Llamando)
¡Marola!

LEANDRO
¿Qué quieres?

JUAN DE EGUIA
Que cumpla
con su obligación.

MAROLA
(Saliendo)
¿Me llamas?

JUAN DE EGUIA
Patrona, dos copas de ron.

(Marola mira a los dos hombres, temerosa de preguntar qué ocurre. Les sirve. Entre tanto, se asoma Chinchorro por uno de los ventanales del fondo, esperando lo peor. Pero ve a los dos rivales sentados ante la mesa como unos compadres. Se asombra, al igual que los Marineros que van asomándose después. Simpson entra cautelosamente)

(Cantado)

HOMBRES
¿Quién había de pensar
que se entenderían?
Algo debe aquí pasar
cuando se confían.

SIMPSON
(Aparte)
Este granuja
le conquistó;
pero no sabe
que aquí estoy yo.

(Hablado sobre la música)

(Irrumpe Abel, cortando en seco la orquesta, que luego subraya suavemente la situación hasta el final)

ABEL
¿De esa manera
la has defendido
de los ataques
de ese bandido?

MAROLA
¡Muchacho!

JUAN DE EGUIA
(Riéndose)
Calla;
déjale hablar.

SIMPSON
¡Chico!
¡Te va a matar!

ABEL
¡Bravo!
¡Que venga! ¡Le desafío!

JUAN DE EGUIA
¿Sabes que tiene coraje el crío?

(Se ríe más)

ABEL
¡Ríete, infame, pero contesta!

(A Leandro)

Y tú, gallina, ¿qué farsa es ésta?

SIMPSON
(Sujetándole)
¡Diablo de chico!

MAROLA
¡Cállate, loco!

ABEL
¡Suéltame, Simpson!

SIMPSON
¡No bregas poco!

JUAN DE EGUIA
Es un valiente. ¿Quieres un vaso?

ABEL
(Rompiendo a llorar)
¡Suéltame, Simpson! ¡Suéltame!

(El Telón va cayendo y cerrando la escena con música… Al minuto, tras haberse efectuado el cambio, el Telón vuelve a abrirse descubriéndose el mar con olas)

(Música)

Cuadro Musical. Marola y Leandro.

MAROLA
¿No escuchas un grito
que suena lejano?

LEANDRO
Son rachas de viento
que vienen volando.

MAROLA
¿No ves que no brillan
luceros ni estrellas?

LEANDRO
Será que murieron
de envidia y de pena.

MAROLA
De vagos temores
el alma se llena.

LEANDRO
Si estás a mi lado,
no sufras ni temas.

MAROLA
¿Qué miedo me puede asaltar
si estoy a tu lado y a ti me confío?

LEANDRO
No temas al viento y al mar,
porque hace ya tiempo
que somos amigos.

MAROLA
Me das confianza.

LEANDRO
La vida te diera.

MAROLA
¡Ay, mi marinero!

LEANDRO
¡Ay, mi tabernera!

LOS DOS
Por el ancho mar, en la noche,
suena mi canción.
En mi corazón
canta la juventud;
y en mi juventud
canta el amor.

(Surge, de pronto, la galerna. El resplandor de un relámpago ilumina los rostros de los enamorados)

MAROLA
(Asustada)
¡Dios mío! ¡Leandro!

LEANDRO
¡Maldito sea el huracán!

MAROLA
(Abrazándose a Leandro)
¡Un rayo! Brotó del fondo de la mar.

LEANDRO
(Pugnando por desasirse de ella)
¿No ves que vamos a volcar?

MAROLA
(Cayendo de rodillas)
¡Oh, santo Dios! ¡Virgen mía!

LEANDRO
(Arriando la vela, algo destrozada por el viento)
¡La he de salvar! ¡Es mi vida!

MAROLA
¡Leandro, ven!


TERCER ACTO

En el mar navega una barca de vela que gobierna Leandro. Le acompaña Marola. Es de noche.

LEANDRO
Calma, mujer.

(Se hace oscuro y la orquesta subraya el ritmo y la sonoridad de la galerna, hasta que va cediendo el temporal y aparece triunfante la estrofa de amor, como si amaneciera un día claro. Se ha hecho entre tanto la mutación y comienza el Cuadro Segundo)


CUADRO SEGUNDO

Estamos en el mismo escenario del Primer Acto. La taberna aparece con la puerta cerrada y la ventana abierta. En el muelle los grupos de Marineros dan una impresión de aburrimiento y nostalgia. Abel, sentado en la puerta del café. Los Hombres, a boca cerrada, corean o armonizan su romance.

(Música)

Abel.

ABEL
(Habla sobre la música)
En la taberna del puerto,
desde que no hay tabernera,
los marineros asoman
y no hay cuidado que beban.

(Canta)

¡Ay, que me muero
por unos ojos!
¡Ay, que me muero
de amores locos!
¡Ay, que me mire
aunque me muera!
¡Ay, que me mire
la tabernera!

(Hablado)

(También están Chinchorro, Fulgen y Senen)

FULGEN
¿Quién podía imaginarlo?

(Senen también muestra su asombro)

CHINCHORRO
Para mí, que Leandro se la jugó a Juan de Eguía. Estaban desafiados. Seguro que cuando ese pirata fue tan ufano al sitio donde los dos habían quedado, ya hacía más de una hora que navegaba Leandro a toda vela, en la barca del tío Marisco, llevándose a Marola.

ABEL
¡Hubo galerna! Truenos, rayos, la mar gruesa. A estas horas, en el fondo de la mar están Leandro y Marola… ¡qué daría por que se hubiese salvado!

(Se va llorando)

FULGEN
Pero éste… ¡tan chico y enamorado!…

CHINCHORRO
No le hagáis caso. «Perrito que ladra… no tiene rabo».

FULGEN
Y en la taberna ni el otro… Nadie.

(Senen reafirma el hecho)

CHINCHORRO
«Cierre por traspaso. Cambio de dueño.»

(Sale Ripalda, repasando unos papeles que lleva en la mano)

FULGEN
¡Cambio de dueño!... ¿También éste ganará?

CHINCHORRO
¿Este? Ni pierde ni gana.

RIPALDA
Abur…

CHINCHORRO
¿Adónde se va?

RIPALDA
A la imprenta. De mañana no ha de pasar que la gente se entere de que aquí queda, cuando cierren los de enfrente, lo mejor de Cantabreda. Mira.

FULGEN
¿Qué es?

RIPALDA
La «reclame».

CHINCHORRO
¿Cómo dices?

RIPALDA
¡La «reclame»! Así se dice en francés.

CHINCHORRO
¡Bueno! Yo tengo lombrices y no presumo. Ya ves.

RIPALDA
Tú sí que verás por cierto lo que es un café de fama. No una taberna de puerto, donde le quitan el ama y queda el negocio tuerto.

CHINCHORRO
¡Anda, métete en la cama que estás soñando despierto!

RIPALDA
(Leyendo)
«En el Café del Vapor, de Ripalda y Compañía, se toma café y licor pagando una porquería».

CHINCHORRO
Al revés sería mejor: que llega una criatura, pide café, suelta un duro, le sirven una basura y es un cólico seguro que no le salva ni el cura.

RIPALDA
Sí. ¡Y había un bobo en Coria!

CHINCHORRO
Y aquí también. ¡Tú!

RIPALDA
¿Yo?

CHINCHORRO
Sí.

RIPALDA
Pues… ¡mantequilla de Soria!

CHINCHORRO
¡Y vinagre! ¡Para ti!

(Mutis de Ripalda)

Vamos con una copita… ¡Jesús! Ya no me acordaba de que han cerrado la ermita.

ANTIGUA
(Dentro)
¡Sardina fresca!

CHINCHORRO
¡Maldita…! Ya está aquí la que faltaba.

ANTIGUA
(Saliendo por fondo izquierdo)
¡Hola, precioso…!

CHINCHORRO
¡Caray! Ya cogió la «cafetera». ¿Dónde has bebido?

ANTIGUA
¡Velay! ¡Se escapó la tabernera! ¡Qué drama de Echegaray! Por ahí anda Juan de Eguía como vaca sin cencerro.

CHINCHORRO
¿A qué hueles?

ANTIGUA
¡A licores! ¡Ginebra! ¡Ron habanero! ¡Rica Schiédam! ¡Bacardí! Ahí cerquita, retrechero. ¡Y los sirve un tabernero con unas barbas así!

(Señalando a la mitad del pecho)

CHINCHORRO
¿En qué calle?

ANTIGUA
Ven, jodío. ¡Dale un abrazo a tu «nesca»!

CHINCHORRO
Toma.

(Abrazándola)

ANTIGUA
En la Calle del Río. ¡A la entrada! ¡Adiós, sol mío! ¡Sardina!... ¡Sardina fresca!

(Mutis)

CHINCHORRO
¡Vamos a ver a ese tío de las barbas!

FULGEN
¡Vaya un plan!

CHINCHORRO
(Comienzan mutis por la izquierda)
¿A dónde va ese gentío?

FULGEN
Viene hacia aquí.

(Música)

Juan de Eguía y Coro.

(Aparece Juan de Eguía por el fondo derecho. Viene decaído, pálido, con la mirada perdida. Le siguen Mujeres y Hombres, que le miran intrigados y no se atreven a acercarse a él. Juan de Eguía se dirige en silencio a la puerta de la taberna y la abre. Antes de entrar retrocede, como si viera un fantasma)

JUAN DE EGUIA
¡No! ¡No! ¡No!
No te acerques;
no me persigas.
¡Apártate! ¡Perdona!
No me acuses. ¡No me maldigas!
Perdóname, Marola.

(A la gente)

MUJERES: miradme,
huidme, ¡matadme!
O, al menos, prestadme
los ojos para llorar.
Mis ojos de hiena
no lloran la pena
con tanta ternura,
ni tienen vuestro mirar.
¡Era Marola hija mía!

HOMBRES y MUJERES
¡Su hija! ¡Quién lo pudo pensar!

JUAN DE EGUIA
Los ojos de Juan de Eguía
ya saben lo que es llorar.

(Emocionado)

Vosotros, marineros,
¿sabéis dónde está?
No me guardéis rencor.
Mis culpas perdonad.
Yo he sido un hombre infame,
un padre corrompido.
Y hoy, sé cuánto la quiero
después que la he perdido.

(Abraza a un Marinero)

¿Tú sabes, marinero,
en dónde acaso está?

(Desesperado)

¡Marola! ¡Marola! ¡Marola!
¡Piedad! ¡Piedad! ¡Piedad!

(Entra en la taberna, como persiguiendo una sombra)

(Hablado)

CHINCHORRO
Hija suya… El muy canalla, para encender a los hombres, sin duda se lo callaba.

SIMPSON
(Apareciendo)
¡Viven Leandro y Marola!

CHINCHORRO
¿Qué dices?

UNA MUJER
No es posible.

OTRA MUJER
¡Está borracho!

CHINCHORRO
¡Callad vosotras! ¡Habla!

SIMPSON
(Señalando)
¡Miradla!

(Sacando un anteojo)

Y si el anteojo os dejara… veríais a la pareja y a otra más: una, de guardias.

CHINCHORRO
¿De guardias?

SIMPSON
Carabineros. Juan de Eguía: diste en marra.

CHINCHORRO
Pero, ¿cómo se salvaron? Habla, que ya nos tienes en ascuas

SIMPSON
Se perdieron. Juan de Eguía, ese pirata, quiso asociar a Leandro para que fuese en la barca a retirar un alijo. Pero Leandro y Marola, concertaron el ir juntos a retirar la canasta… Les sorprendió la galerna. Un golpe de mar sin duda los descuajó de la barca y el alijo les acusa de un delito que sólo urdió ese canalla… ¡Juan de Eguía es el culpable! ¡Ese perro sin entrañas! ¡Si yo lo sabré que he sido mastín de la misma casta!

FULGEN
(Asomándose hacia la derecha)
¡Ahí vienen!

ABEL
(Saliendo por el fondo)
¡Marola!

(Música)

Final. Marola, Leandro, Juan de Eguía, Simpson, Coro de Mujeres y Hombres.

(Entre el silencio de la gente, van apareciendo por el fondo derecho, algunos Hombres y Mujeres que se unen a los de la escena; detrás Marola y Leandro, y, por último, Valeriano y otro Carabinero)

HOMBRES y MUJERES
¡Son ellos! Era verdad. ¡Salvadlos!

SIMPSON
(Se adelanta a su encuentro y abraza a Leandro)
¡Muchacho!
La perdición ese hombre te buscó.

LEANDRO
Nada se pierde en la vida
cuando se encuentra un amor.

(Sale Juan de Eguía de la taberna)

JUAN DE EGUIA
¡No! ¡No!

(Se abraza a Marola)

¡Perdóname, Marola!

MAROLA
¡Padre mío!

JUAN DE EGUIA
(A los Carabineros)
Yo sólo fui culpable.
¡Tratadme sin piedad!

(A Marola y Leandro)
No me guardéis rencor.
¡Mis culpas perdonad!
Yo he sido un hombre infame,
un padre envilecido.
Y hoy sé cuánto te quiero…
¡después que te he perdido!

(Estrecha las manos de Marola, que une a las de Leandro. Los Carabineros le apartan y parten con Juan de Eguía. Marola quiere seguirle, pero Leandro la retiene. La gente, curiosa, hace una evolución para ver marchar al detenido y muchos lo siguen. Ripalda aparece por el fondo izquierdo, cruzándose con Juan de Eguía. Simpson se dirige al cafetero)

SIMPSON
¡Guísame una purrusalda!

RIPALDA
¿Para quién?

SIMPSON
Para los dos.

RIPALDA
Pues, ¿qué sucede?

SIMPSON
Ripalda ¡Ya voy creyendo que hay Dios!

(Leandro conduce a Marola a la taberna. Entran. Abel les ve pasar con desilusión. Simpson entra en el café satisfecho… El telón cae según música)




FIN DE LA ZARZUELA


Información obtenida en:
http://teatrodelazarzuela.mcu.es/es/2013-02-19-23-41-00/temporada-lirica-2009-2010/la-tabernera-del-puerto



2 comentarios:

  1. C'est une œuvre que je ne connaissais qu'en extrait. Maintenant je puis en profiter intégralement. La partie que je préfère c'est le Dúo Cómico de Chinchorro y Antigua: "Ven aquí camastrón". C'est une des meilleures zarzuelas, l'opéra-bouffe espagnol du grand compositeur basque Pablo Sorozábal, le Jacques Offenbach español.

    Tout est excellent dans cette interprétation : la musique, le livret, les acteurs, le décor, etc. Bravo !

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    1. Je suis heureux que vous apprécierez la Zarzuela et La Tabernera del Puerto particulier.

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